dimecres, 23 de gener del 2019

El lance del recurso

Eso de "la tensión interna del bloque independentista" debe de ser un macro en el procesador de texto de El País. Todo lo que pasa en la vida contribuye a reavivar (macro). En este caso no hay duda: un recurso contra una decisión de un órgano amigo no es una decisión amistosa. Según el recurrente, es un mero trámite, para cumplir un requisito de futuras apelaciones. La pelea parece ser sobre si se informó con la debida antelación y a quién había de hacerse. 

Menudencias, pero, por si se dispara la especulación sobre la "tensión interna", etc., aparece la CUP sancionando la iniciativa del recurso de Puigdemont. La CUP ejerce una función como de fedataria pública de izquierdismo e independentismo cabal. Cuando hay alguna confusión en el campo indepe, muchos miran a ver qué dice la CUP para reorientarse. La autoridad le viene de estar siempre hablando de la acción social y realizándola, que es un modo sencillo de ganarse la confianza de la gente.

La amalgama de organizaciones de izquierda, que simboliza esa "unidad popular" que lleva en el nombre y por la que suspira Podemos, apoya el recurso del presidente burgués, etc. Cierto que con la habitual reprimenda, pero apoya y sanciona.

El revuelo del recurso  era de esperar. Los medios, entusiasmados con la tensión interna. Los políticos de la derecha haciendo mofa. Hasta los del mismo viaje, algo amoscados, aunque no quieran reconocerlo.

Sin embargo es un lance perfectamente legítimo, un cumplir el expediente. Una especie de gambito en la partida que el presidente Puigdemont mantiene con el Estado español. Paralela a la que juegan los presos/as políticos procesadas en la farsa del proceso 1-O. Paralela a la que se juega en el Parlament y paralela a la actitud de resistencia que manifiesta tozudamente la población catalana y resistencia pacífica.

Que la causa político-inquisitorial contra el independentismo era una farsa era obvio desde el comienzo. Ahora se ha hecho obvio también en sede judicial, a la vista de las pruebas presuntamente manipuladas por la Guardia Civil, sobre las que descansa todo el proceso. Visto lo cual solo corresponde anular toda la causa y liberar a los presos/as políticas.

La finalidad del recurso es facilitar la vuelta de Puigdemont como presidente electo de la Generalitat, a una Catalunya sin presos ni exiliadas políticas.

dimarts, 22 de gener del 2019

Punto de ruptura

Todo el mundo invoca el mandato 1-O, aunque no claramente su contenido. Cosa para recordar pues pedía consolidar la independencia y la república.

La situación de poder dual de hecho tiende a estabilizarse. El gobierno se escandalizó con la pretensión catalana de reuniones de igual a igual al más alto nivel, como si de dos Estados se tratara. Alguna ministra echaba humo por las orejas. Pero es lo que está pasando en realidad, aunque no se diga. El gobierno las llama "comisiones bilaterales", dentro de la normalidad de Sánchez ; y el Govern, mesas de diálogo bilateral, dentro de la normalidad de la situación de poder dual de hecho. Lo normal en España es llamar a las mismas cosas con nombres distintos.

Pero esta situación tiende a perpetuarse. El mandato de República-independencia sigue en pie, sin límite de tiempo. Hay que ver si nos conformamos con menos. A la rutina diaria, siempre autonómica, por mucho que insistamos en que las reuniones bilaterales son de igual a igual, se une el hecho de que estamos en periodo electoral. Elecciones europeas y municipales.

Las necesidades del momento, las conveniencias del día, las listas electorales, los pactos de aquí y de allí hacen olvidar el objetivo estratégico. Desde luego hay que atender a estas cuestiones, pues si no se lucha por la representación, te la impone el adversario. Pero esas cuestiones no pueden servir para olvidar el mandato del 1-O. Este no puede conseguirse si no es avanzando en el camino a la República independiente. Hasta el punto de la ruptura. Se trata de que no haya violencia, pero ruptura ha de haber.

Por eso, la investidura de Puigdemont está en la línea del citado mandato. Lo de condicionar la decisión a su efectividad es una inconsecuencia, ya que la única forma de saber de la efectividad de una investidura es realizándola. Pedir una garantía previa de efectividad es una forma de acatar el marco autonómico.

Al margen del resultado de los intrincados procedimientos judiciales puestos en marcha por el presidente en Bruselas, está claro que la la República catalana tiene que investir a su presidente o sea, renovar su investidura, que fue interrumpida mediante el golpe de Estado, ese sí, del art. 155. Es verdad que investir a Puigdemont es cosa de voluntad. De voluntad de ruptura porque, a continuación, se plantea la cuestión de qué hará el legítimo presidente de la Generalitat republicana, si ejercer su autoridad en el exilio o retornar al país, a tomar posesión física del cargo.

No se me ocurre un punto de ruptura más claro.

dilluns, 21 de gener del 2019

El famoso "relato exterior"

La hegemonía del relato exterior independentista saca de quicio a los unionistas. El ministro de Asuntos Catalanes; Borrell, solo tiene ojos, oídos, boca para Catalunya. Su misión es épica, de reconquista. No solamente quiere combatir la hegemonía del relato independentista, sino la misma Leyenda Negra. 

Emplea todo tipo de recursos públicos para cortocircuitar la acción exterior de la Generalitat: mantiene premios en metálico para el mejor artículo en Europa sobre España, o sea, contra Catalunya; financia y difunde doctrinas unionistas en ponencias académicas, a modo de briefings para las embajadas; las rearma políticamente a base de PWPs; apadrina obras de gran impacto en contra de la leyenda negra.

Recientemente ha explicado el uso del cuerpo diplomático a modo de cosacos del Don, para reventar actos de Torra o, por lo menos, escrachearle un poco. El último episodio, a cargo de un cónsul en San Francisco, ha hecho más por la causa indepe que el discurso del propio Torra.

No es delirio catalanófobo de Borrell; es política de Estado. Borrell hereda ese pacto de la vergüenza por el que Margallo acordó enviar tropas españolas a los países bálticos (con cargo al erario español) para que los bálticos no le armen follones internacionales con la autodeterminación. Triste lógica la del tramposo: tiene que pagar para que no le saquen los colores. Y ahora resulta que esas tropas son catalanas. Es un espíritu que recuerda algo la idea de Trump de que el muro lo paguen los mexicanos, aunque parece que con más éxito. Es verdad que los ministros españoles gustan de enviar efectivos militares al extranjero con los más variados motivos. Fernández Díaz, el de Interior, enviaba pelotones de guardias civiles, policías, militares y monjas a Lourdes a bailar la yenka. Pero este envío de tropas tiene un fuerte aroma colonial. 

El Estado sirve para esto, para dedicar infinidad de recursos públicos a torpedear la acción exterior de la Generalitat que, a su vez, también ha de emplearlos para contrarrestar el torpedeo. Esta confrontación permanente no es un negocio para nadie y las estrategias de desgaste, un error. 

Catalunya mantiene la hegemonía de su relato exterior porque su causa goza de simpatía en los medios y la opinión internacional más movilizada que apoya una lucha de liberación de una minoría nacional. Le ayuda sobremanera la fosca imagen internacional de España, incapaz de convencer de que se trata de un Estado democrático de derecho. Y menos con explicaciones como las del cónsul de Frisco o las declaraciones de aquel otro ministro que aseguraba en directo en la BBC que las imágenes de la represión policial el 1-O eran falsas. Y se lo decía al que las había tomado. 

Es imposible hablar de Estado de derecho con presos y exiliados políticos.

Y con gente en la cárcel por dibujar chistes o hacer canciones.

diumenge, 20 de gener del 2019

La Estatución

Podemos se deshace en cumplimiento del destino de faccionalismo y personalismo comunistas que lleva en su seno. En esta penúltima trifulca al uso de la "verdadera" izquierda, juega también un papel confuso el pulso de las generaciones. Las de Carmena y Errejón puentean a los gallos del corral. La cosa promete y, como se ventila en los muy sesgados medios, pronto se llenará de episodios chuscos.

Podem en Catalunya, que pasó hace un tiempo una crisis a raíz de la salida de Dante Fachín, creo recordar, aparece fiel aliada de Catalunya en comú, el partido de Colau y más gente. Y es, cómo no, un partido de orden.

Los comunes han decidido clarificar su posición contraria a la independencia mediante un documento programático aprobado por el Consell Nacional que, es de suponer, será la máxima autoridad entre congresos. Una especie de ideario o programa de acción que pretende eso, clarificar, acabar con la ambigüedad que les viene caracterizando. Y lo han hecho de forma sutil, taimada, ambigua.  Hay que interpretar.

El razonamiento es retorcido. Comienza deslumbrando con una fórmula brillante, una propuesta insólita: una Constitución dentro del Estado español. Ahí es nada: Constitución, Estado, magnas palabras; prueba de que tratamos asuntos serios, graves.

A continuación se expone cómo se llevará a cabo esa propuesta: mediante un referéndum pactado con el Estado. Esto se entiende fácilmente y hace coincidir a los Comuns con los independentistas: un referéndum de autodeterminación pactado con el Estado en el que los comunes propondrían esta fórmula intermedia entre la autonomía y la independencia. ¿Por qué no? Los indepes preferimos un referéndum binario: independencia sí o no. Pero, cambio de que haya referéndum, nadie objetará a negociar opciones siempre que una de ellas sea "independencia".

¿Y si el Estado se niega a pactar referéndum alguno? Mejor dicho, ¿y si se sigue negando a pactar referéndum alguno? Porque negarse, ya lo ha hecho y en ello está. No es un secreto para nadie que no hay posibilidad de que el Estado español pacte un referéndum de autodeterminación si no es a la fuerza. Por eso la propuesta de los comunes tiene trampa: condicionan su fórmula a un referéndum pactado porque saben que no se pactará jamás. Se elimina la ambigüedad. Los comunes rechazan la independencia. Paladinamente.

Porque ¿qué se propone entre tanto, mientras se consigue el referéndum pactado? ¿Se propone acudir a la unilateralidad, proseguir la DUI, ya proclamada en sede parlamentaria, el 27 de octubre, cuando Coscubiela mostró en público su voto negativo? De ningún modo. Se propone esperar gestionando mientras tanto los asuntos cotidianos en el marco autonómico que los dioses nos han dado. La ambigüedad ha quedado definitivamente aclarada: los comunes solo aceptarán la independencia si se la impone la mayoría del electorado en un referéndum en el que ellos van a votar otra cosa. ¿Está claro?

Por eso se queja amargamente la plataforma soberanista del partido. Aparte de señalar que la declaración, programa, ideario o lo que sea se ha aprobado en un órgano sin previa consulta a las bases, los soberanistas detectan ausencias reveladoras en el documento: no se habla de República Catalana, ni del mandato del 1-O, ni de independencia. Es natural: Catalunya en Comú no quiere la independencia, ni deja de quererla si se la imponen democráticamente. Lo extraño es que los críticos no lo vieran antes.

En cuanto a la brillante propuesta, tiene aspectos divertidos. No lo llaman confederación porque no los tilden de alucinados, pero es lo que es. Y su inconsecuencia queda patente por cuanto no especifican si la Constitución será monárquica o republicana. No lo hacen por no pillarse los dedos. Prefieren pillarse la lengua.  Obviando este pequeño detalle, queda por averiguar en qué se distinguiría una Constitución de un estatuto de autonomía  fuera de en el nombre; cuál sería su garantía frente a una intervención arbitraria del poder central, de las acostumbradas. Esa garantía solo puede darla la independencia y, por tanto, de lo menos que se está hablando es de Confederación.

Queda a la imaginación del lector el tipo de reforma constitucional preciso para transformar el reino de España en una confederación.

Pero, en fin, esta es la propuesta y cada cual tiene derecho a formular la que estime pertinente.

Hay un sector del independentismo proclive a entenderse con los comunes. Estos lo animan, poniendo el acento en las cuestiones sociales de la izquierda. El problema es que ese entendimiento solo puede hacerse con merma del objetivo independentista. Un problema sin solución porque la independencia es la única estrategia de supervivencia. El Estado no va a ceder ni el mínimo necesario para que los partidarios del entendimiento puedan justificar el aplazamiento del objetivo sumándose a la estrategia de la espera.

Recuérdese el mito de Pandora: la esperanza es lo último que se pierde. Lo único que quizá deba aquí ahora aclararse es esperanza ¿de qué? Los comunes lo dicen claramente: esperanza de seguir como estamos. Los indepes partidarios de entenderse con esta gente ¿qué esperanza tienen?

dissabte, 19 de gener del 2019

El extremeño furioso

Podría dar para una novela ejemplar de no ser porque de ejemplar no tiene nada.

¡Qué barbaridad, qué desatino, qué modo de dar una patada al tablero de la transición, el 78 y los verdes prados del Edén! ¡Qué forma tan descarnada de imponer un orden en beneficio propio por la fuerza bruta!

Conste que no estamos para menudencias. El Parlamento extremeño está en su muy legítimo derecho de decidir lo que le parezca. Sin duda. Y el catalán. Los extremeños quieren aporrear a los catalanes; los catalanes quieren echar al rey de los extremeños. ¿Por qué unos sí y otros no? Los Parlamentos son soberanos; todos. No es esa la cuestión.

Tampoco lo es que el presidente de Extremadura, Fernández Vara, fuera en años más mozos, militante del PP, lo cual es evidente ahora. Son cosas de los partidos y si los socialistas piensan que este transferido los representa, es asunto suyo. Pero tampoco es la cuestión aquí.

Como tampoco lo es el juicio de todo tipo que merezca una decisión de este jaez que trata de perjudicar a una fuente de ingresos propios.

La cuestión es que, con toda la legitimidad y legalidad del mundo, el Parlamento extremeño ha hecho añicos cualquier posibilidad de entendimiento en el Estado español, ha puesto el conflicto en términos de todo o nada. Y ha dejado patente la condición colonial de Catalunya sometida a intervención arbitraria de la metrópoli o dictadura de la mayoría. Algo estúpido porque, con ello, se legitima el derecho de autodeterminación que se negaba en un principio por no tratarse de una colonia. 

Y resulta que sí se trata de una colonia porque solo como una colonia se puede gobernar un territorio en contra de la voluntad de la mayoría de sus habitantes. El ataque a la nación catalana activa el derecho de esta a la legítima defensa recurriendo de un lado a la acción popular y de otro a la opinión internacional. La metrópoli tiene la batalla perdida. La decisión del Parlamento es el canto del cisne del artilugio autonómico del 78. 

En el volumen III de su Historia de los heterodoxos españoles, Menéndez Pelayo termina un agudísimo juicio crítico sobre Donoso Cortés, ilustre extremeño de Valle de la Serena y, por tanto, pacense, de este modo: "Todo es en él absoluto, decisivo,magistral; no entiende de atenuaciones ni de distingos; su frase va todavía más allá que su pensamiento; jamás concede nada al adversario, y, en su afán de cerrarle todas las salidas, suele cerrárselas a sí mismo."

divendres, 18 de gener del 2019

La tercera vía

Mi artículo del miércoles de elMón.cat, titulado Los fracasos españoles. En él se da cuenta de los sucesivos fracasos de las dos estrategias unionistas españolas en Catalunya, la del palo y tentetieso de la derecha y la del palo y la zanahoria de la izquierda. Y se añade que estamos en el comienzo del tercer fracaso, el de la unión sagrada de la derecha y la izquierda, la del palo y más palo. Las detenciones estilo BPS o brigada político-social, sin orden judicial, pero con conocimiento del juez bordan el delirio, pero son el aperitivo de lo que se avecina.

La beligerancia anti-independentista de sectores de la judicatura y la fiscalía (con actividades anónimas en las redes), culmina en la extrema hostilidad del Consejo General del Poder Judicial; ese que la vicepresidenta Calvo hace responsable de la represión en Catalunya.

La tercera vía también augura fracaso. Y la cuarta y la quinta. Y todas porque fracaso fue el punto de partida de negar sus derechos a los catalanes. A partir de ahí todo ha empeorado y seguirá haciéndolo.

La ruptura entre España y Catalunya es un hecho.

Aquí la versión castellana:

Decidido ya el no a los presupuestos de Sánchez, aparecen claras las líneas de las respectivas actuaciones. El independentismo ha probado que pesa en la política española hasta el punto de condicionarla mucho más de lo que los políticos del régimen del 78, esto es, Sánchez, Iglesias, Casado y Rivera suponían. En su idiosincrasia muy y mucho española, siempre creyeron que, siendo catalanes, los catalanes aprobarían las cuentas, especialmente si incorporaban sustanciales mejoras económicas para ellos, cosa que hacen, como siempre, presentando como mercedes lo que no es sino el pago de deudas de hace tiempo y no por entero.

Era una especie de chantaje nacido de los prejuicios de los españoles, esos que solo hablan de principios, pero solo se mueven por dinero, frente a los catalanes que, en contra de lo esperado, renuncian al huevo por amor al fuero que aquí se llama independencia, república, libertad, dignidad. Todas ellas quimeras en el marco neofranquista de la Constitución de 1978.

Y son ya dos las estrategias españolas fracasadas frente al independentismo. Primero, la habitual de la derecha española: autoritarismo, represión, violencia policial, manipulación de la justicia, guerra sucia, cárcel y estado de excepción del 155. ¿Resultado? La caída del gobierno de M. Rajoy, el de los sobresueldos, al que ya habían abandonado hasta los banqueros.

Después ha fracasado la estrategia alternativa del fascismo sonriente, amistoso, de los socialistas, los que iban a terminar con la judicialización del conflicto España-Catalunya y a encontrar una solución "política", los que ofrecían diálogo y entendimiento y presentaban un proyecto de presupuesto que contentaría a todos, incluidos los díscolos catalanes. A medida que los socialistas y sus aliados de Podemos iban descubriendo que la unidad independentista era una roca más difícil de salvar que la de Gibraltar, su discurso iba agriándose. La ministra Montero rechaza escandalizada la propuesta de una mesa de diálogo del independentismo. ¡Por favor, nada fuera de la Constitución! Extra Constitutio, nula salus.

Y dentro de la Constitución, tampoco. Otra ministra, Robles, quizá la más cercana a la extrema derecha, junto a su colega Borrell, reconoce que la Constitución puede cambiarse, faltaría más, pero dentro de ella misma y no a golpe de "frivolidades y ocurrencias". Esta identidad en los lenguajes de la izquierda y la derecha (frivolidad, ocurrencias, son términos típicos de Rajoy) demuestra como, de acuerdo con el principio de performatividad, el socialismo y el PP viven en el mismo universo mental y coinciden en todo. Sánchez, por ejemplo, llama "fugado" al presidente Puigdemont, igual que Rajoy e igual que Rajoy y el resto de los intelectuales orgánicos españoles -generalmente analfabetos- también llamaba Le Pen a Torra, sin saber ni lo que decía.

El nuevo tiempo sin presupuestos será el que emplee el PSOE resistiendo con las cuentas prorrogadas mientras sienta las bases del proyecto que los decépitos bonzos del partido anhelan: una gran coalición entre el PSOE y la derecha, una vez se dilucide quién la capitanea, si el PP o C's. Una coalición de partidos dinásticos que pretenderá presentarse como una salvación centrista del reino de España, asediado por la derecha de Vox y la izquierda de Podemos, aunque tanto el uno como el otro, no pasen de ser frikies marginales.

El "no" a los presupuestos ha hecho crecer el peso de Catalunya y alimenta el espíritu independentista con renovado vigor pues el temor a una ruptura se desvanece. La farsa judicial que está a punto de comenzar como un proceso político inquisitorial contra el independentismo, todavía debilitará más la posición de España ante la comunidad internacional y aun más lo hará la continua actividad social e institucional en Cataluña en cumplimiento del mandato del 1-O, tarea de la que ningún independentismo se desentiende.

En estas condiciones, el PSOE trata de formular una política de "salvación nacional", atrayendo a la derecha a esa "gran coalición" que le permitiría conservar el poder (aunque sea demediado por un aliado más rígido que Podemos), presentarse en Europa como quien ha evitado el triunfo de la extrema derecha en España y comprar tiempo, a ver si, entre tanto, el independentismo desiste, o disminuye en apoyo, o se enzarza en peleas internas, o se resigna a un autonomismo remozado.

Todo posible excepto la última parte. Hasta el momento han fracasado las dos estrategias españolas en Catalunya, la del policía malo y el policía bueno. Asistimos ahora al comienzo del fracaso de la tercera: los dos policías al alimón.

dijous, 17 de gener del 2019

Mentir en Europa y mentir en España

Ayer, mientras la policía nacional hacía una redada de hostigamiento en Girona, el presidente Sánchez se explayaba en el Europarlamento sobre la independencia de la justicia española y la separación de poderes. Entre los detenidos, dos alcaldes de la CUP, uno de ellos esposado de tal modo que hubo de ser atendido en un hospital. Al otro (o al mismo, no ando seguro) lo detuvieron cinco individuos encapuchados que resultaron ser policías, como podían no haberlo sido. Porque, cuando la policía actúa sin orden judicial, como ayer, deja de ser policía para convertirse en una banda de pistoleros. 

Pero Sánchez proseguía recitando la lección de que en España es perfectamente admisible ser independentista y que los presos políticos (que no son presos políticos, sino presuntos delincuentes) tendrán un juicio justo. Un juicio justo a cargo del juez instructor Llarena y un tribunal presidido por el magistrado Marchena. Sin comentarios. O solo con uno: Sánchez llama "juicio justo" a un proceso político inquisitorial de una orientación básicamente franquista (aunque ella prefiera llamarse "nacional") contra sus enemigos políticos.

Tras la intimidatoria redada, ha habido una respuesta espontánea inmediata de la población gironina y de toda Catalunya. Es la mayoría de la sociedad catalana la que rechaza el sistemático recurso a la fuerza, la violencia y la represión del Estado español. Esa mayoría que Sánchez niega falazmente en sede europarlamentaria afirmando por enésima vez que el independentismo no es mayoritario en Catalunya, siendo así que lo es, como rezan las encuestas y rezarían los resultados de un referéndum que el Estado español se niega a hacer contra todo derecho. Como han rezado ya los repetidos referéndums celebrados en Catalunya, singularmente, el del 1-O 2017, ese que, según Rajoy no se había celebrado, razón por la cual tampoco existen los presos políticos acusados de haberlo organizado. Bueno, sí, existen, pero no son políticos sino supuestos delincuentes porque en España, organizar un referéndum pacífica y democráticamente es delito.

Sánchez puede él mismo creer o no las mentiras que cuenta en el Europarlamento; mentiras son. Mentiras en Europa. Dobladas luego por las mentiras en España. El presidente hubo de escuchar del eurodiputado catalán Tremosa que España está más cerca de Turquía que de Inglaterra y de una diputada de los verdes alemanes una dura crítica a la existencia de presos/as políticas en España. Los españoles no se enteran de estos extremos, pues los medios no informan de ellos. Y los europeos, tampoco porque, como se ve en la foto, prácticamente no había nadie en el pleno. Apenas medio centenar de diputados (de 750), de los cuales, 15 llevaban fotos de los presos políticos (esos que no existen) y prendas amarillas. Los medios españoles han preferido relegar la noticia casi a la sección del tiempo y con fotos de planos cortos, porque da una idea real del interés que tienen los eurodiputados en escuchar al presidente Sánchez hablando de Catalunya, que es de lo que ha ido a hablar, flanqueado por su ministro de Asuntos Catalanes, Borrell.  

Rajoy hacía el ridículo en Europa por su mutismo; este lo hace por su insensata locuacidad, por el desparpajo con que niega la realidad y su incapacidad para ver la imagen que España está dando. Y no quieran ustedes ver una intervención de un cónsul español en los Estados Unidos en una conferencia del presidente Torra. ¿Recuerdan el "relaxing cup of coffee"? Pues vamos para atrás.

Hay dos teorías acerca de por qué ayer las fuerzas de represión montaron el espectáculo. La que habla de un acto de provocación en busca de un estallido de violencia que justifique medidas excepcionales y la que habla de una cortina de humo para tapar la noticia coincidente de la detención de una veintena de inspectores de Hacienda, asesores fiscales y abogados, acusados de corrupción. En realidad, las dos interpretaciones son correctas y se refuerzan mutuamente. Se tapa la corrupción, vicio generalizado en el sistema político español del 78, que tantos parabienes recibe, y se carga contra el independentismo, a ver si azuzando sin parar, sembrando la cizaña cuanto se pueda, se encuentra una excusa para intervenir por la fuerza. 

Porque el Estado no tiene absolutamente nada que ofrecer a la Catalunya independentista más que la continuación del statu quo. "Un nuevo estatuto", insinúan algunos. O sea, nada. Porque ofrecer "diálogo" no es nada. El diálogo debe ser sobre algo y, como la autodeterminación no entra en ningún "algo" españolamente imaginable, tampoco hay diálogo que era lo que se ofrecía. 

¿No se dan ustedes cuenta de que faltarán cárceles en el Estado? ¿De que no se puede gobernar un territorio en contra de la voluntad de la mayoría más que por medios que entendemos excluidos, medios de dictadura?

dimecres, 16 de gener del 2019

Si la montaña no viene a Mahoma...

Vaya con estos infieles catalanes. Infieles han de ser, y pecadores/as contra la Santísima Trinidad pues, como se sabe, el cardenal Cañizares ha declarado que la unidad de España es obra del Espíritu Santo. No es un terreno propicio para negociación alguna. Te descuidas y te salen con que ya Cristo arrojó a los mercaderes del templo. Y ya se sabe quiénes son los mercaderes aquí.

A pesar de todo, véase a los dos consellers catalanes erre que erre en el AVE a Madrid, a condicionar los PGE a la aceptación de una mesa de diálogo como la que propone el fugado Puigdemont. Es un viaje contra el tiempo, porque, ya antes de abordar el tren, el gobierno ha contestado negando la petición por boca de la ministra de Hacienda, Montero, que rechaza de plano la mesa de negociación. Una respuesta asaz veloz, más rápida que la pregunta, como en el cuento chino del tigre más rápido que sus rayas. 

Aun así, los dos dirigentes se verán con la vicepresidenta del gobierno, a escuchar la anunciada negativa de su boca. Y se volverán a casa con otro "no" a negociar un asunto que importa sobremanera a los catalanes, por el cual tienen presos y presas políticos en las cárceles, exiliados y exiliadas, represaliados de toda forma y condición.

Los indepes están empeñados en hacer normal una situación de hecho que se da de dos poderes en Catalunya. Algo muy difícil porque la parte española niega toda base de legitimidad a la pretensión de la catalana de igualdad de trato. 

El problema es que esa negativa solo puede mantenerse mediante la forma extrema de poder, que es la violencia. Y la violencia no es la solución. Ni siquiera la violencia institucional. Las cárceles no están para encerrar a ciudadanos y ciudadanas por sus opiniones políticas.

Por quién doblan las campanas

A veces pasan cosas fuera de Catalunya tan importantes como las catalanas. Y hay que prestarles atención, porque, además, diversifican temas.

Pues, señor, parece que concluye ese ridículo melodrama del excepcionalismo británico. Ya comenzó voceado por ese político simpático, dicharachero y gracioso, Nigel Farage. Recuérdese al vivo eurodiputado ferozmente  antieuropeísta, definiendo con toda exactitud a M. Rajoy como "el líder más incompetente en toda Europa" en sede parlamentaria. Y se quedó corto. A este maverick se sumaron luego otros de su linaje, como Boris Johnson y, entre mavericks acabaron convenciendo a los ingleses (no a los escoceses, que son como los catalanes de allá) de que salir de la UE era bueno, provechoso y haría temblar el falso poderío del continente. La salida sería la gloriosa vuelta de Britannia rules the waves. Y ahora resulta que los jubilados británicos lo tendrán crudo para disfrutar sus pensiones en España, sin hablar de las poderosas y arcanas cuestiones de las relaciones mercantiles y financieras. Y eso que era, y es, una especie de convidado de piedra: no moneda única, no política social común, no Schengen. Y, a pesar de todo, tras la agónica peripecia de May, el país se ve horrorizado al borde de un innombrable abismo, el abismo del Canal de la La Mancha. No se dirá que no es un ridículo que puede acabar en una moción de censura hoy.

También hay una vertiente trágica. En sus Devociones para momentos inesperados, que versaban sobre la variable y, por tanto, miserable condición del hombre el apóstata John Donne, celebradísimo poeta del XVII, ya avisaba: "Ningún hombre es una isla autosuficiente; cada hombre es una pieza del Continente, una parte de la tierra firme." Si May y sus conservadores hubieran recordado tan sabias palabras hubieran evitado este triste destino, esta hora aciaga. Los versos de Donne acaban con una sentencia célebre: "no quieras saber por quién doblan las campanas; doblan por ti."

dimarts, 15 de gener del 2019

Vencen los principios

La batalla de los presupuestos (PGE) está a punto de acabar dejando las cosas como estaban al comienzo, con un "no" independentista. Entre medias ha habido episodios de todos los colores y tonalidades. Las justificaciones del "no" tienen matices. Torra aduce que el gobierno no está dispuesto a abordar la autodeterminación; el PDeCat, que  ese mismo gobierno no abre una mesa de diálogo con Catalunya; ERC, que el gobierno no ha hecho un solo gesto para propiciar el voto favorable. 

Cierto, ni uno. Es más, tiene a gala subrayarlo, afirmando que en los PGE se habla de números. Sobre autodeterminación, ni en los PGE ni en los no PGE. Sánchez es un español de pura cepa. Llama a Puigdemont "fugado de la justicia", como hacía otro español de pro, M. Rajoy, que de justicia sabía mucho. Para estos muy y mucho españoles, el independentismo es impensable. Para sus jueces, un delito. Para sus curas, un pecado contra el Espíritu Santo. 

Si Sánchez de verdad quisiera ver salvos sus PGE le hubiera bastado con hacer un gesto fuera de los números; una promesa de abrir una mesa de diálogo político sobre el derecho de autodeterminación de los catalanes. Pero eso es imposible. ¿Cómo van los españoles a hablar con pecadores, delincuentes y seres impensables?

Ciertamente, hubiera sido un movimiento inteligente porque avalaría el sí a los presupuestos para mantener un gobierno del PSOE comprometido a buscar una negociación. Dado que esta está tajantemente excluida, el "no" catalán es seguro. Y es el "no" más importante, contra el cual el gobierno ha hecho lo imaginable y lo inimaginable, sin resultado positivo. Han ganado los principios y a Sánchez solo le ha quedado el ser español,  ponerse el mundo por montera y decidir gobernar con los PGE, los de M. Rajoy, prorrogados. Al fin y al cabo también le copia los procedimientos, por ejemplo, el seguir saqueando a los pensionistas birlándoles lindamente 3.700 millones de euros, con los que ayudará a sufragar la magna generosidad o magnanimidad con los catalanes.

El "no" catalán es decisivo. Muchos recuerdos a los avisados que, al comienzo del actual procés, de la revolución catalana (o la rebelión, según los jueces), afirmaban que el independentismo era un farol, un soufflé que bajaría en cuanto se hablara de dineros y se ofreciera un buen pico a Catalunya. El pico se ha subido, aunque no era tan alto como se dio a entender, pero el "no" se ha mantenido porque no es cosa de dineros, sino de principios. 

Los de Podemos están insólitamente mudos. Comprensible, si se tiene en cuenta que también para ellos/as ha sido un desagradable descubrimiento que los indepes antepongan lo nacional a lo social. Y, sin embargo, era sencillo de ver si se va de buena fe: basta con recordar que lo social de los PGE del PSOE/Podemos no es lo social de Catalunya. Por eso se callan o, todo lo más, amenazan con no aprobar los presupuestos (los que habían pactado y predicaban) si no se cumplen sus requisitos. Algo que no se entiende bien pues, para comprobar si los requisitos se cumplen, el presupuesto ha de ejecutarse y, para ejecutarse, primero hay que aprobarlo.

Pero si Podemos/España enmudece, sus aliados catalanes juegan sus cartas. Colau dice a ERC que podrían hablar si dejan de someterse a la antigua Convergencia. Lleva mala uva el comentario; es retorcido y oscuro. Léase de este modo: podrían hablar si ERC rompe la unidad independentista. 

No es cosa de números. Es cosa de principios. El presidente Torra anda explicándolos en los Estados Unidos y los presos políticos van a exponerlos públicamente en sus intervenciones en el proceso ideológico que se les sigue, disfrazado de farsa judicial. 

En este proceso se dilucida si el independentismo es un delito. No si lo es la rebelión, porque no ha habido tal. Lo que está en juicio es una ideología, el independentismo. Si lo que en otras partes se reconoce o, incluso, se practica sin reconocerse, el derecho de autodeterminación, es un delito. Por eso la situación no tiene remedio: aceptar el delito implica prohibir toda manifestación independentista, partidos, asociaciones, círculos, clubes, como ya exigen en la extrema derecha. Convertir España en una dictadura abiertamente. Y es preocupante el apoyo que tienen estas opciones.

El proceso en marcha es un proceso inquisitorial, propio del antiguo régimen, que se ha convertido en moderno y hasta postmoderno sin dejar de ser antiguo. 

dilluns, 14 de gener del 2019

Voluntad de ser

Se reprocha al Consell de la República falta de claridad respecto a su naturaleza, composición y, sobre todo, funciones. Y también se señala que hay carencias informativas notables al respecto. El Consell de la República es una buena idea, pero hay que explicársela más a la gente, sobre todo cuando se pide su colaboración. Informar sobre sí mismo adecuadamente es la primera tarea del Consell de la República.
Porque, de otro modo, la imprecisión y falta de claridad se extiende. Estos consells locales, como el de la República, nacen sobre la marcha y necesitan un periodo de rodaje hasta que alcancen su plenitud. De momento adolecen de los defectos de aquel. Pero en algo son un acierto notable, al margen de su acabado: la dualidad de poderes que se vive en Catalunya se extiende ahora a los órganos locales. Estos consells locales son entes administrativos paralelos a los oficiales, ejerciendo un poder local alternativo y tejen unas relaciones con los administrados que serán las redes de la República. La real y la virtual.

Es obvio, se trata de cumplir el mandato del 1-O, cosa en la que la presidenta de ANC, Elisenda Paluzie, insiste siempre que puede, a veces en tonos conminatorios. Hay que hacer efeciva la República, hay que dar pasos en esa dirección, pero ¿que forma han de tomar?

De momento, la acción política gira en torno a la farsa judicial del 1-O y también las elecciones europeas y municipales. Hay cinco meses de actividad garantizada. En lo que hace a la farsa judicial, los acusados quieren convertir el proceso en una denuncia del Estado español como opresor de las minorías nacionales y contrario al imperio de la ley. Las elecciones europeas y municipales se viven como un cierto galimatías. Los dos campos de la acción política, el proceso y las elecciones, adolecen de que se dan en el marco de la legalidad española.

Pero el mandato es avanzar en la República y no actuar a la defensiva del Estado español (proceso) o en su marco legal (elecciones municipales). Sin duda ambas cuestiones son esenciales, pero las dos son respuestas a iniciativas del Estado.

Los Consells locales son una iniciataiva propia en las actividades de institucionalización de la República. Forman parte de una tendencia muy catalana de socializar las cuestiones polítcas, implicar a la sociedad en ellas. De este modo, creando administraciones paralelas que, como el Consell de la República, tendrán naturaleza de derecho privado (algo también muy frecuente en la historia catalana), va emergiendo la estructura de la República Catalana hasta el momento en que, a un golpe del hierro, pueda surgir de la cabeza de su padre, vestida y armada, como Palas Atenea.

Los "realistas" dicen que eso es pura ilusión y no hay nada que hacer. La República catalana solo será posible si el Estado español la tolera y, de momento, no parece ser el caso. Todo es una cuestión de poder.  La política es, según el retruécano de Foucault, la continuación de la guerra por otros medios y, si es necesario volver a los medios guerreros, se vuelve.

Pero la revolución catalana es de nuevo cuño, pacífica y democrática. Encontrará la salida. Esa que el Estado no ofrece, pues solo defiende el statu quo, pero tendrá que aceptar por la presión internacional.

diumenge, 13 de gener del 2019

PGE, un tigre de papel

Sánchez parece lanzado. Asume el "no" antes de tenerlo confirmado. Es un desplante. Habiéndose negado en redondo a hablar de autodeterminación, el "no" es la consecuencia lógica. Y su tranquila aceptación, la prueba de que los PGE son un tigre de papel y el psicodrama montado con su aprobación, un vodevil. Se gobierna prorrogando los anteriores y aquí paz y, después, gloria.

La idea de Podemos de forzar elecciones al no votar los presupuestos puede ser un deseo (y ni eso está claro) pero no un vaticinio. Da la impresión de que los partidarios de aprobar los PGE entre los independentistas, si los hay, pueden quedarse colgados de la brocha, pidiendo respaldar unos presupuestos innecesarios. Reventado queda el pretexto de que se hace para mantener a Sánchez a flote, cuando Sánchez piensa seguir a flote sin presupuestos hasta 2020.

Reconforta escuchar a Miriam Nogueras con un doble no a la tramitación y a la aprobación. No tengo claro si el primer "no" a la tramitación no es ser demasiado rígido pero, en todo caso, es un asunto menor que debe deben zanjar los diputada/os del PDeCat. Si todas las querellas fueran de este fuste, seríamos felices.

Faltan por aclarar las nebulosidades de ERC, pero el dénouement del psicodrama no deja mucho margen. Sánchez ya anuncia que agotará la legislatura por lo que emplear los PGE como mecanismo de presión no sirve de nada.

La politica del reino de España vuelve por la querencia: reconquista nacional-católica, a ritmo de pasodoble cañí y tarde de toros. Reacción de la raza imperial: Santiago Matamoros, patriarcado, trono, altar y unidad de España.

Y represión en el Principado, adobada con los sofismas de Sánchez sobre las mayorías en Catalunya. Son tan evidentes que avergüenza señalarlos. Si los independentistas no son mayoría, convoque usted un referéndum de autodeterminación para salir de dudas y que no sea necesario creer en su palabra de usted como si fuera el profeta Elías. Pero, aun siendo evidente el embuste, se mantiene porque no ha lugar a mostrar el verdadero fundamento de la negativa a española al referéndum: la fuerza.

Volvemos así a la política catalana que continúa dándose en los dos niveles, táctico y estratégico. El primero es el de las próximas elecciones, europeas y municipales. Desde el punto de vista práctico, la cuestión es si lista unitaria independentista o no. El fraccionamiento del voto no suele ser beneficioso pero hay aquí posiciones muy dispares. 

También aquí se cuentan las próximas jornadas de la farsa judicial del 1-O. De la necesidad, virtud: dado que habrá proceso, debe ser aprovechado como tribuna de la causa política que está siendo juzgada. La causa política del independentismo.

Lo cual lleva al segundo nivel, el estratégico, el cumplimiento del mandato del 1-O por el que están siendo juzgados los presos políticos. Y aquí se plantea si las instituciones catalanas actúan dentro del marco del autonomismo u optan por una vía unilateral de ruptura con España.

dissabte, 12 de gener del 2019

¿Quiere alguien estos presupuestos?

Aquí tenemos, amables lectores, al gallardo paladín, Pedro Sánchez, al que pronto llamarán "el de las mercedes", con la alforja llena de millones prometidos o promesas millonarias para Catalunya, todas incumplidas hace doce años. Hay que tapar la boca a los independentistas con dinero y nada más que con dinero. Son catalanes, ¿no? pues en los PGE  en Catalunya solo se habla de números y no de quimeras, tipo autodeterminación.

De números hablan los PGE, pero hablan mal. O esa impresión dan. Los del PP votarán en contra porque, al parecer, las mercedes estrangularán a Catalunya. Algo hay que decir para vestir de económico un "no político"

Más grave es el sobrevenido "no" de Podemos que pende como la espada de Damocles sobre el infeliz Sánchez, amargándole el condumio y obligándole a considerar unas elecciones anticipadas. Los PGE socialistas son sociales, sí, pero no lo bastante sociales. Algo hay que decir también y con parecido motivo. .

Como el "no" de C's está asegurado, los partidarios de la aprobación en el independentismo pueden encontrarse en la desagradable situación de que su voto sea inútil pero la intención les haya salido muy cara en términos de imagen. Esa intención equivale a aprobar los PGE porque sí, ya que, a pesar de todo, pueden no salir. 

Porque sí, no, echa una mano El País, siempre leal colaborador, sino porque aumentan el gasto social, pese a la ralentización de la economía, que es tocar la melodía del jefe y marcar el paso con él. Claro que no parece haber ingresos suficientes sino que estos, dictamina Público, están en el aire. Los castillos en el aire, viejos conocidos en España a la hora de vender peplas. Tan conocidos que los franceses los llaman chateaux en Espagne

El gobierno no tiene presupuestos ni modo de conseguirlos mientras no aborde políticamente la cuestión catalana. Por si alguien no se ha dado cuenta, la cuestión catalana es europea. La tendencia VOX no es viable en Europa.

En ese campo, el Consell per la República es un instrumento esencial por la obvia proyección exterior. La decisión de permitir el debate sobre el presupuesto es de cortesía elemental. Así se puede escuchar que si de números se trata, la Generalitat cifra la deuda en 10.000.000.000 de euros, que lo cortés no quita lo valiente. 

Pero no se trata de números. No es el huevo. Es el fuero. Es el derecho de autodeterminación.

O se aborda la cuestión con un pacto político o no hay solución.

divendres, 11 de gener del 2019

La piedra en el camino

El coso hispánico está que arde. En Andalucía se pone a punto la nueva Armada para la reconquista de España. Los medios no hablan de otra cosa que de los pactos, acuerdos, desacuerdos, plantes y desplantes del que las redes ya han bautizado como trifachito. Las soflamas de Podemos. El reconcome del PSOE. Interesante espectáculo, desde luego, que dará para mucha reflexión en el futuro acerca de las reacciones de la opinión pública o cómo una comunidad gobernada durante unos cuarenta años ininterumpidos por el Partido Socialista, de repente gira a la extrema derecha.

Pero eso será en el futuro. Aquí y ahora lo esencial no está en Andalucía, sino en Catalunya. Después del consejo de ministros, el presidente Sánchez parece que viajará al Principado con un maletín lleno de miles de millones de euros para invertir pues ya se sabe que Catalunya está llena de catalanes, que tienen siempre presente la pela. Es el, por ahora, último acto de este grotesco chantaje que los dos partidos de la izquierda, hacedores de los presupuestos, aplican a los independentistas: presupuestos a cambio de gasto social y olvido de los presos políticos.

El afán por conseguir el apoyo indepe a las cuentas públicas, que se disimula afectando que, al fín y al cabo, tampoco son tan importantes y cabe sobrevivir sin ellas, ha abierto la veda de quién hace más concesiones a los catalanes. Parece que el Estado hará uso de todas las lenguas oficiales del reino y hasta se prometen más horas en catalán en RTVE. Algo es algo, aunque enseguida se compensa con la propuesta de nombrar a Enric Hernández director de TVE. Alguien les habrá dicho que, al fin y al cabo, es un catalán. Pero no es seguro que ese alguien haya dicho también que es un catalán al estilo de Borrell.

Lo de los millones, además de insultante, es de risa. Porque se trata de cumplir con una obligación de nivel de inversión establecida en el Estatuto de 2006 y que jamás se ha cumplido. Es decir, vienen a comprar el voto favorable a los presupuestos a cambio del cumplimiento de una deuda. En verdad, es mucha desfachatez. Como la del salario mínimo o el gasto social.

Los presupuestos no pueden aprobarse por razones de principios. El presidente Torra lo ha expuesto con toda contundencia: crisis de gobierno si los presupuestos se aprueban. Pero ¿qué quiere decir "crisis de gobierno"? ¿Que él se va? ¿Que convoca elecciones? Eso no es relevante. Lo relevante es que el presidente del govern muestre máxima beligerancia, exija la autodeterminación y se niegue a dar un "cheque en blanco" a Sánchez.

El argumento de quienes se inclinan por aprobar los presupuestos es echar un cable al gobierno del PSOE para frenar el ascenso del frente nacional español y quizá su acceso al gobierno. Este argumento tiene poco peso desde el instante en que no hay diferencia entre el PSOE y el frente en relación a Catalunya. Que un gobierno del PSOE es idéntico a uno del frente nacional se demuestra con un sencillo razonamiento. Los independentistas partidarios de aprobar los presupuestos estarían encantados si el gobierno hiciera un gesto, aunque fuera simbólico, que justificara su aprobación. El hecho de que ni eso se les conceda deja bien a las claras que se aprueban los presupuestos de un gobierno que, cuando lo juzgue oportuno, empleará el 155. O algo peor.

Los independentistas no pueden dar su aprobación a esos presupuestos.

dijous, 10 de gener del 2019

La quinta columna

Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado, Los falsos amigos. Versa sobre los reiterados intentos de conseguir qu el independentismo ceda en sus reivindicaciones y se avenga a salvar los presupuestos del PSOE, un partido tan catalanófobo como el PP. La excusa que se invoca es que es interés de los catalanes hacerlo para impedir el gobierno de los franquistas en España. En eso coinciden todos los "progres" y socialistas. Iceta y sus compadres catalanes presionan sin parar para ganarse una sonrisa de Sánchez, trayendo a los hoscos independentistas del ronzal, a aprobar los presupuestos y seguir aguantando la represión, apuntalada por el PSOE. Este disimula su política anticatalana con algumos abalorios, como si en la colonia fuéramos tontod. Rosa María Mateo, musa del PSOE promete más horas de catalán en la tele y Sánchez inundar de nuevo Catalunya de inversiones. Como siempre: manejan como mercedes y gracias que niegan o dan lo que son los derechos de los demás. Lo mismo que hace el PP. Guárdense sus abalorios y déjennos decidir nuestra vida por nuestra cuenta,

Que los socialistas no son freno alguno al fascismo se demuestra fehacientemente en Andalucía y se demostrará en breve en España. Si el PSOE fuera un partido de izquierda de verdad y no una agrupación de burócratas al servicio de la monarquía y el régimen del 78, ya habrían autorizado un referéndum de autodeterminación en Cataluña y continuarían gobernando, de momento, con Podemos y los independentistas.

Pero, para eso, a Sánchez le sobra miedo y le falta inteligencia.

Aquí el texto en castellano.

Los falsos amigos

En el Estado español hay una realidad de hecho. Guste o no guste, se da una dualidad de poderes que rivalizan entre sí por el control del territorio: el gobierno español y el de la Generalitat. Muy desiguales, por cierto, o asimétricos, pero reales y enfrentados. Solo coincidena al modo en que sarcásticamente decía Carlos I que coincidía con su primo Francisco I: los dos querían Milán. Los dos gobiernos, el español y el catalán, quieren mandar en Catalunya. En teoría, el poder último es el español; pero, en la práctica, se ve cortocicuitado permanentemente por el otro. Toma este sus decisiones según sus objetivos y, en la medida en que puede, solo deja al poder español una posición ceremonial o de representación que este ejerce en una repetida versión del dilema del fuero y el huevo.

Los españoles están ya tan acostumbrados a este trato de menoscabo en las relaciones exteriores que ni lo notan. España no cuenta en el orden internacional salvo como figura y no muy decorativa. El problema es que esta irrelevancia del poder político español se produce ahora en el interior del Estado con respecto a Catalunya. El del Estado sigue siendo el poder supremo en todo el territorio, incluido el catalán, pero la realidad se obstina en hablar otro lenguaje. En el fondo, la política española está determinada toda ella por Catalunya.

Exagerando, aunque no mucho, podría decirse que Catalunya gobierna España. Su poder no reside en su capacidad coerctiva, pues no tiene ninguna, sino en su ejemplo o imagen, en el efecto que causaría en el exterior una repetición de la barbarie policial del 1-O. Y también en el hecho de que la crisis del régimen de 1978 convierte paradójicamente al independentismo catalán en clave para la gobernación de España . La pertenencia al país a la UE y a la OTAN hace que el viejo recurso a la fuerza militar sea hoy impracticable. La oligarquía ha intentado sustituir a los militares por los jueces para someter a los catalanes y ha vuelto a fracasar. La perspectiva de la farsa judicial del 1-O, que acaba de empezar, no puede ser más sombría.

Para el nuevo año, todos los gestos del Estado parecen tratar de apaciguar los ánimos, rebajar la tensión, tratar de inducir algún tipo de normalidad. Sánchez vuelve a Catalunya a seguir presionando en pro de unos presupuestos que él mismo condena al fracaso al negarse a hacer gesto alguno que suscite un cambio de actitud del independentismo. En un acto solemne, el rey vuelve a invocar la Constitución, no ya ante los militares, sino ante los jueces y lo hace para recordar que el texto no solo garantiza el poder político, sino que también lo limita. Otro gesto tratando de congraciarse con los independentistas a base insinuar a los jueces serviles loss límites del poder político.

Los sectores más catalanófobos del gobierno del PSOE, los medios más franquistas (casi todos), los socialistas más reaccionarios y nacional-españoles, estilo Fernández Vara, García Page, Lambán o Díaz, todos reclaman a Sánchez lo mismo que el PP y C's: mano dura con Catalunya, un 155 sin límite, intervención de la Generalitat. Y dicen hacerlo por el bien de Sánchez, porque son sus amigos y no quieren que se lo coma VOX, que trae un discurso más duro y amenazador que la gente acabará votando si no ve otra alternativa firme.

A su vez, los sectores más conservadores del independentismo, las fuerzas más pactistas y moderadas, aconsejan a Torra que se frene, que tenga tacto, haga concesiones y hasta que vea la conveniencia de aprobar los presupuestos para evitar nuevas elecciones y cerrar el paso a los energúmenos de VOX. También estos son los amigos de Torra, los que quieren su bien y se preocupan por el objetivo independentista.

En los dos casos se esgrime el fantasma de VOX para justificar lo injustificable: de un lado, mayor dureza en Catalunya, más represión, opresión e injusticia; de otro, moderació, incluso abandono de los postulados independentistas, olvido del mandato del 1-O para no acarrearnos la destrucción a manos de estos nuevos/viejos bárbaros.

Tanto los falsos amigos de los unos como de los otros persiguen fines propios inconfesables, los de los quintacolumnistas. La exigencia de mayor represión en Catalunya trata de intensificar el conflicto para dar al traste con el gobierno de Sanchez, aspiración hoy de la derecha y ayer de Podemos. La de calmarse, pactar con los españoles para moderar el enfrentamiento, pretende enterrar el proceso independentista y volver a alguna forma de autonomismo. El pretexto que emplean, la regurgitación del fascismo español en las figuras de estos matones de opereta es ridículo. Estos de VOX no son otra cosa que una banda de maníacos querulantes de mucho ladrar (o rebuznar) y poco morder.

Es inútil: no aprenden

-----------------------------------------------------

El 24 de julio de 2015, Felipe VI viajó a Catalunya a algún chundarata de los que le gustan y, en un acto público en presencia del entonces presidente Mas, soltó una de sus habituales sinsorgadas sobre la democracia. Me animé a convertirla en un vídeo que alcanzó gran difusión, cincuenta y tantas mil visitas, o sea, más o menos, lo que los medios llaman "viral". Pasaron más de tres años. Estos días, Felipe VI ha vuelto a prodigarse en público con sus hueras necedades sobre la Constitución y sus amenazas a los catalanes. Eso me ha hecho recordar la carta abierta. He ido a You Tube y me he encontrado que ya totaliza 220.000 visitas. "Será", me dije, "que interesa." Pues nada, a reproducirla aquí, porque entiendo que ilustra a la perfección que este pájaro soberbio, arrogante, autoritario y tan corto de luces como su padre, carece de la manor talla humana y política. Su odioso comportamiento con Catalunya deja en claro que hemos hecho muy bien proclamando nuestra república y haremos mejor consolidándola y saliendo de este marasmo secular de España.

dimecres, 9 de gener del 2019

Felipe VI contra Catalunya

Ese aspecto adusto, ese porte rígido cuando viste uniforme, ese calarse la gorra con el plato sobre la nariz delatan el carácter autoritario de un monarca, al que el New York Times aproxima a la ultraderecha. Felipe no empatiza con su pueblo. La monarquía sigue cosechando suspensos en las valoraciones populares. No hay modo de caer bien a la gente, ni siquiera con la insoportable campechanía de su progenitor.

En lo que hace a Catalunya, la falta de cercanía, de sensibilidad, se convierte en hostilidad y agresividad. Felipe entró en el conflicto catalán a los dos días de la barbarie policial del 1-O con un discurso amenazador y hosco de parte beligerante. La decisiva, porque al no mencionar ni de pasada a las más de mil víctimas y sancionar la violencia de sus huestes, se puso al frente del ataque a Catalunya. Como su antepasado.

La entrega de despachos judiciales en Madrid rompe una tradición de dos décadas y es un acto más de beligerancia contra Catalunya. Bien claro queda en las pobres excusas de Carlos Lesmes con el 40º aniversario de la Constitución y no sé qué otra efeméride del CGPJ que él preside. Se pretende castigar a Catalunya por la permanente insubordinación de todo quisque en el Principado: la gente, las asociaciones, los partidos, las instituciones y hasta los premios literarios. Es comprensible que no agrade al monarca, acostumbrado a la música de fondo de los aplausos, que le silben, le increpen, le insulten y le hagan caceroladas. Es comprensible pero entra en su sueldo (¡y qué sueldo!) tragarse esos sapos dado el altísimo papel que representa. Por el contrario, olvidado de su misión, Felipe actuó primero como político de partido; luego como policía; y ahora, como juez, santificando ante festum lo que justificó post festum en su discurso del 3 de octubre: la represión policial y ahora judicial de una opción legítima de los ciudadanos.

Adorna su beligerancia con unas cuantas vulgaridades sobre la Constitución, calificada de "pacto intergeneracional" contra toda evidencia, pues la generación actual no pactó nada y menos que nada, un texto constitcional que ignora derechos básicos y es de imposible, o punto menos que imposible, reforma. Añade otras tantas vaciedades sobre la sociedad democrática, hablando en primera personal del plural, pero no del plural mayestático -que sería comprensible aunque algo ridículo- sino del plural ¡democrático! el basado en el principio de la isonomia o igualdad ante la ley. Y lo dice él, que está por encima de la ley, como la ley abyectamente reconoce.

El gobierno echa una mano, servicial, y alguna ministra viene a explicar que dentro de la Constitución cabe todo. Todo lo que cabe, se entiende, porque el derecho de autodeterminación es parte del todo y no cabe en la Constitución según insiste la misma autoridad. Así que la mano de la ministra está tan vacía como la de su rey. 

El todo es selectivo. La autodeterminación no cabe, pero las barbaridades antijurídicas de VOX sí caben. Al menos, según dice Casado y ya se verá cómo lo entienden los de Rivera. La Constitución es suya; como el resto del país, por lo demás. La hicieron ellos, aunque, en un alarde atávico, algunos acabaron votando en contra del texto que ahora esgrimen como un alfanje.

Un alarde y exhibición de aquello de lo que el país carece: separación de poderes, independencia judicial, imparcialidad de los tribunales, legalidad de sus actuaciones y justicia. Porque, si hubiera todo esto, no sería necesario proclamarlo los días pares y los impares. Igual que si la bandera borbónica y el escudo de España smbolizaran la unión en la diversidad, tampoco habría que estar repitiéndolo como carracas ni condenando a la gente por sonarse los mocos con ellos.

Para arreglarlo, el acto es vigilia al comienzo del proceso político del 1-O que no es otra cosa que una farsa judicial, un proceso arbitrario e irregular, basado en unos delitos inventados y que, además, puede haber incurrido en causa de nulidad si, en efecto, se prueba que la instrucción que dio  origen a la aventura del Cid Llarena, está viciada por defecto de forma. 

Diga lo que diga el rey, Catalunya no puede esperar justicia del Estado español porque el pleito que plantea, la independencia, es político, prejudicial y debe ser abordado en términos políticos. Hacerlo en términos judiciales penales es garantizar que se cometerá una injusticia. La justicia del enemigo político jamás será justicia, lo vistan como lo vistan y máxime si así se prevé en la prosa de los magistrados, cuando hablan del superior interés de España. 

Catalunya tiene su propia faena. La fuerza mayor del Estado obliga a contar con el calendario del juicio, al tiempo que se desarrolla la política propia de la República en actos que siguen planteando la situación de hecho de dos poderes fatalmente enfrentados. 

No hay base moral ni material para esa causa. Es un montaje judicial y policial que, por cuanto se ve, no va a salir al Estado tan fácil como el asunto de Altsasu. No habiéndose parado este espectáculo a tiempo, ya solo queda pelear el proceso paso a paso y aguardar los resultados. Torra ya ha dicho que no aceptará un resultado que no sea la absolución. En realidad, el republicanismo no puede aceptar ningún resultado, ni el de la absolución, porque niega legitimidad al Estado para el juicio.  

Sea cual sea el resultado, absolución o condena, será negativo para el Estado porque, por fin descubrirá que el independentismo no es cosa de una organización delictiva a la que basta con "descabezar", sino un movimiento social amplio y profundo, una revolución de nuevo tipo e imparable. 

dimarts, 8 de gener del 2019

El espíritu de Danton

Hipótesis, futuribles, conjeturas. Al hablar de Catalunya los medios no informan sin especular. Y hacen bien porque la política catalana carece de modelo o precedente. Es una revolución de nuevo tipo casi sin referentes como no sean algunas memorias históricas ya desvaídas.

Lo más probable es que todos hagan elecciones. No hace falta pretextar la no-investidura de Puigdemont, en Catalunya las habrá porque el independentismo tendrá que formular una propuesta frente a las sentencias del Supremo en un juicio que nunca debió producirse.

En España probablemente se harán por el resultado de los elecciones de mayo, europeas, municipales y algunas autonómicas que, como andan las cosas en el ruedo ibérico, puede deparar grandes sorpresas.

La doble posible cita electoral de los dos poderes hoy en España, el español y el catalán, alimenta todo género de especulaciones sobre el independentismo, En este caso, las especulaciones son de carácter concreto y más general.

Las concretas hacen referencia a las elecciones municipales y europeas. Sobre las municipales, las especulaciones son salvajes. Y seguirán siéndolo. Las elecciones municipales son un mundo propio en el que no hay regularidad, norma, consigna o criterio que valga porque cada ayuntamiento es, por decirlo llanamente, de su padre y de su madre. Toda la atención se centra en Barcelona, megalópolis municipal catalana y ahí se reproduce la infinita variedad nacional en menos metros cuadrados. Ante los galimatías, la prudencia aconseja silencio.

Las europeas, por razones extraordinarias, cobran una importancia especial que obligaría a replantear el saber convencional sobre ellas. Sigue la presión por la lista unitaria. Insiste la ANC y sus razones son poderosas. Afirma que si queremos hacer política nacional, habrá que ir como bloque nacional. Añado algo. El argumento de los de listas separadas es la maximización del voto, cuestión que, además, ha de compaginarse con el colegio estatal único. Pero esto contrasta con que la eficacia de la acción parlamentaria posterior es menor por cuanto los independendentistas se fragmentan en alianza con otras fuerzas y no concentran la acción en el objetivo común. Estas son cuestiones empíricas y de no muy gran relevancia, dada la cantidad de eurodiputados que pueden conseguir los independentistas. Es más el impacto simbólico del independentismo catalán unido. Tiene otro mensaje.

Las especulaciones de carácter general hablan de un agotamiento del govern, que será zanjado con la sentencia. De aquí a entonces se esperan más gestos y actitudes del presidente Torra, de esas que ponen nerviosos a sus compadres independentistas, según los tertulianos y analistas. Aunque más parece que son estos quienes pierden los nervios con un político/no político, cuyo aspecto de profesor despistado engaña sobre el contenido de su discurso que los medios no se cansan de tildar de "radical". La figura de Torra recuerda la de Danton en su decisión y claridad (ya se sabe, "radical") y en el destino que le tienen dibujado los medios unionistas. Echan mano del viejo dicho de que la revolución devora a sus hijos. Ahora no se guillotina a los amigos, pero sí se los aparta del gobierno, antes de que terminen de incendiar la pradera y el conflicto se salga de las normas de corrección parlamentaria.

Cada vez que Torra habla de "atacar el Estado injusto", levantarse contra la "injusticia", resistir a la opresión y enfrentarse a los enemigos causa irritación entre quienes quisieran mantener las buenas y suaves maneras. Claro que luego son estos mismos quienes plantean verdaderos ataques a la persistencia de la injusticia, como cuando el presidente Torrent pide la comparecencia de los presos políticos en la comisión parlamentaria sobre el 155. Son actos de ruptura, de audacia frente al enemigo, frente al cual Danton lanzó su célebre advertencia válida hoy para Catalunya: "Audacia, más audacia, siempre audacia... y Catalunya se salvará".

dilluns, 7 de gener del 2019

Aparece el ejército

El Estado gusta de ceremonias para exhibir sus poderes. El año judicial, la ofrenda al Apóstol, la Pascua Militar. Máximo boato con la presencia del rey quien, confundiendo el tema del festejo, se ha dedicado a ensalzar la Constitución como símbolo de unidad en la diversidad. 

El discuro del Estado se hace cíclico con unas declaraciones de la ministra de Defensa en el mismo acto, recordando que el ejército es el garante del orden constitucional. No hay duda, la Constitución símbolo de la unidad, etc., está garantizada por el ejército. En resumen: la unidad de España está garantizada por el ejército. Mensaje emitido.

Suena el eco de otra ministra de Defensa, Cospedal, del PP, quien también declaró que el ejército estaba dispuesto a defender a España. Esta no hablaba de la Constitución, a la que no tiene en especial estima. Pero las dos quieren decir lo mismo y se prueba que hay una continuidad en los gobiernos del país en confiar su unidad al ajército. Una unidad de imagen del Estado compartida por derecha e izquierda.. 

Y no es algo nuevo. Eso de "garantizar el orden constitucional" es lo que hace el ejército desde siempre. Defender el orden constitucional: el suyo, el que lleva imponiendo más de doscientos años. Unas veces de forma descarada a traves de dictadauras militares y otras mediante encargados civiles  que defienden sus privilegios.

Porque eso de estar al cargo del orden constitucional, así, sin especificar, es un privilegio y, como todo privilegio, inmerecido. A fuer de progre, la ministra Robles debe de tener a orgullo que el ejército sea garante del orden constitucional subrayando así que es un ejército democrático, "constitucional" ya no golpista, como el de los generales Armada y Milans del Bosch. España ya no es un Estado militarista. 

Sin embargo, es el militarismo el que dicta las palabras de la ministra. En puridad de doctrina democrática (ya no digamos socialista), el ejército no puede tener más función que la defensiva ni ser garante de nada más que de la seguridad exterior. En el interior no puede tener otra función que la de un cuerpo de funcionarios armados. El orden constitucional depende de la voluntad soberana del pueblo. Es este quien lo garantiza, y el que determina la función del ejército, incluso su misma existencia. La función del ejército, señora ministra, no es garantizar el orden constitucional, sino acatarlo, como todo el mundo.

¿No ven cómo son dos poderes? Al día siguiente de que el conseller Puig aparezca en Perpignan en carne mortal, el presidente Torra hace de contrapunto a la Pascua militar española afirmando que el ejército jamás será garante de la Constitución republicana de Catalunya. 

Por supuesto, presidente. Y aún hay que debatir si la República Catalana, nacida de la no-violencia, debe tener un ejército.

diumenge, 6 de gener del 2019

Hágase el milagro y hágalo el diablo

El gran reto de los independentismos es la unidad, tanto en las distintas naciones (Cataluña, País Vasco, Galicia) como en el Estado, como en la Unión Europea. Toda unidad ha de contar con un punto al menos de coincidencia y este es claro: la independencia, el derecho de las naciones a convertirse en Estados. Por eso, todo avance hacia la unidad, aunque sea de corto vuelo como esta que propone Otegi, será ventajoso para sus fines. Y Otegi, lleva años propugnando listas unitarias del independentismo en las europeas.

Haremos caso omiso al aluvión de descalificaciones de la derecha, indignada de que alguien civilizado pueda compartir espacio con un feroz enemigo de la humanidad y amigo de asesinos y terroristas. Forma parte de la teatralización con que las derechas pretenden siempre impedir el juego democrático normal.

La propuesta de Otegi es de sentido común. Como lo son las de listas unitarias a las europeas. El viejísimo sentido común de que la unión hace fuerza. Y la desunión, la debilidad. Aquí hay discrepancias en el ámbito independentista. Quienes se niegan a la unión en Catalunya no ven con buenos ojos la unión fuera de Catalunya. Pero esa es cuestión interna del independentismo catalán y habrá de ser este quien la resuelva, como parece que está haciendo, con ERC habiendo cerrado una candidatura con Bildu y el BNG. Pero sigue en pie una pregunta: ¿porqué no es posible una lista única de independentistas del Estado español en la que ERC y JxCat o el PDcat  y hasta la Crida pudieran integrarse? Si es por la personalización de los escaños, será fácil encontrar candidatos de consenso. En cualquier caso esa candidatura unitaria sería deseable.

Y aun esa sabe a poco. La candidatura debiera ser la de todas las minorías nacionales de la UE. Están obligadas a articularse en los límites de sus Estados, pero nada impide que coincidan en un único programa de mínimos para todas las candidaturas independentistas de los distintos países. De ese modo se articularía un grupo parlamentario independentista de todas las independencias en el Parlamento Europeo en lugar de andar desperdigados en grupos distintos con otros objetivos, siempre muy dignos, pero ajenos al común de la independencia.

Un grupo parlamentario independentista instaría a una revisión "constitucional" europea sobre los derechos de las naciones. Con una reflexión sobre el concepto de nación y sus atributos. Está en el sentir de Europa que los derechos de los Estados no prevalezcan sobre los de las naciones, en la medida en que estas son comunidades de razón y sentimiento mientras que los Estados son sociedades de mera razón y, a veces, sin-razón.

No se sabe hasta dónde podría llegarse, pero, desde luego algo sería. Por ejemplo, una carta europea de los derechos de las naciones en el que se les reconociera el de autodeterminación ayudaría a todas y muy particularmente a las que se encuentran en el Estado español, que se lo niega.

En este supuesto, el Consell per la República tendría una función esencial. En tanto que instancia legal y legítima del independentismo catalán, puede incorporar asimismo los asuntos de los otros independentismos, el vasco y el gallego, algo así como a título de "encargado de negocios", mientras encuentran sus propios cauces. 

Hágase el milagro y hágalo el diablo. Otegi o Belcebú. Otegi, a quien se entiende mejor que a Belcebú, ha propuesto también en alguna otra ocasión una lista conjunta o única de todos los independentismos peninsulares al Congreso de los Diputados. No es mala idea. Ayudaría a visibilizar el problemático ser de España.

 Justo eso que los españoles se niegan a ver.