La jornada de doblete de Palinuro el sábado pasado fue intensa, pero muy gratificante. Sendas conferencias, una por la mañana y otra por la tarde que ya había anunciado previamente. Ambas a invitación de la Assemblea Nacional Catalana, una en El Perelló y la otra en Flix y las dos sobre el actual contencioso entre Cataluña y España. Una en un antiguo colegio, reciclado ahora por el Ayuntamiento como Hostal d'Entitats y la otra en un local municipal llamado Ca don Ventura. Los dos locales muy agradables, modestos y limpios. Siendo los medios escasos, no había posibilidad de grabar y no habrá vídeo en las redes, me temo. De mí sé decir que, a pesar de la coincidencia temática, las conferencias fueron distintas porque eran enfoques distintos. Lo aseguro. Dos variaciones sobre un mismo tema. El tema más importante en España hoy. Hasta en el centro mesetario está ya reconociéndose. Ayer Ana Pastor entrevistaba en El Objetivo a Carles Puigdemont. Twitter estuvo todo el rato lanzando mensajes. Debió de ser interesante. Estábamos volviendo.
En El Perelló y Flix, los auditorios, sumamente interesados y movilizados. Este procès que ha calado hasta en pueblos de tres mil y menos habitantes, es imparable. Hay que verlo de cerca, hay que ver que la gente se reúne un sábado de buen tiempo por la mañana o por la tarde, para hablar de una asunto de interés colectivo, público con un proyecto independentista. Nuestras sociedades son muy individualistas, ciertamente, pero aquí hay una movilización por acción colectiva, algo que mis compatriotas, en el resto del Estado parecen haber olvidado o actualizan de formas cuando menos pintorescas, por ejemplo, saliendo a la calle a pronunciarse colectivamente sobre si un payo de Gran Hermano puede quedarse o no. Hay cierta distancia. Este movilización es por una causa romántica y abstracta pero trascendental, una causa nacional. Algo así solo se da una vez en la vida. La verdad, es emocionante.
El colegio de El Perelló tenía un extenso patio, obvio recreo de los chavales y estaba decorado a lo largo de todo el muro por la parte interior por un larguísimo fresco que, entre otras cosas, resumía la historia de la zona desde el paleolítico al día de hoy, desde una reproducción de pinturas rupestres que hay en una cueva del lugar hasta los tiempos contemporáneos. Tiene la obra buena factura y un toque ingenuo fuerte, seguramente a propósito porque es pintura didáctica para ojos infantiles. Hay una presencia notable de temas de la guerra civil. Al parecer, los autores son una profesora y un antiguo director del centro que estuvo muchos años represaliado por republicano. Porque en la imagen la guerra está presente y en la vida real, la postguerra. El Perelló es un lugar próspero, centro de una importante zona mielera. Habia una feria agropecuaria que arrancaba de una plaza presidida por un enorme olivo. Además de la miel, El Perelló produce aceite y el olivo es allí un árbol sagrado. Bueno, más sagrado porque el olivo es sagrado en todo el Mditerráneo. En la feria se exhibían algunos animales, ponies, caballos, cabras de granjas generalmente ecológicas. Nos hemos acostumbrado de tal modo a los entornos absolutamente urbanos que ver animales suspende el ánimo. Incluso unos conejos o unas gallinas.
En Flix, me cupo el honor de ser presentado por Andreu Carranza, novelista, autor de El poeta del poble, sobre Iacint Verdaguer, que fue premio Josep Pla de 2015. Lo leeré próximamente y comentaré en Palinuro, si me atrevo, porque esto de la Renaixença tiene mucha enjundia y es complejo, empezando por el nombre, condenado nombre, que no es exactamente Renacimiento pero, en el fondo, sí lo es. Los catalanes tienen dos términos, renaixement y renaixença y los castellanos solo uno, por lo que tienen que utilizar el catalán. Otro asunto donde lo nacional y lo cultural están muy presentes. Y menudo personaje este de Mosén Jacinto Verdaguer, como se estudiaba en el bachillerato español. Pues como aquel otro que llamaban Raimundo Lulio, o sea Ramon Llull. Como Andreu también se llama Ramon, decubrimos un punto de unión más. Los ramones somos tribu bien avenida.
Nos alojamos en un lugar muy original, un resort rural llamado Riu de Baix, justo al borde del Ebro. El Ebro es el destino de Flix, que ocupa el centro del meandro del río de forma que, en buena parte, la localidad es como una península a la que se accede desde una ribera o la otra mediante puentes o en barco. Y quien dice Ebro dice la batalla del Ebro, cuyo centro fue precisamente Flix, el que soportó lo más duro de aquella lucha de más tres meses y que fue la última de la guerra, tras la cual esta estaba ya de hecho perdida para la República. Aquí murió muchísima gente, militares y civiles, cayeron toneladas de bombas, hubo inmenso destrozo y quedan huellas por todas partes. En general, la zona ha sufrido siempre gran violencia. El domingo por la mañana subimos a visitar el castillo nuevo, el que se ve en la foto, si bien la bandera que ahora luce es la estelada y que fue de gran importancia durante las guerras carlistas. Mas tarde visitamos un refugio antiaéro, el único que se puede ver de los ocho que hay en la ciudad. Eso da idea de la frecuencia y virulencia de los bombardeos que realmente empezaron muy pronto porque los fascistas querían destruir una planta química, aparte, claro de asesinar a la población civil que siempre les es un objetivo caro. Hemos quedado en volver para visitar la zona con más tiempo ya que los frentes ocupaban mucha mayor extensión que Flix. Por las reproducciones que he visto, la batalla se planteó por ambas partes con tácticas de la tricheras de la primera guerra mundial y, que yo recuerde, muchos de los relatos y recuerdos hablan de los contactos que se establecían de trinchera a trinchera cuando no estaban matándose. Las instalaciones de la memoria permiten ver hasta simulacros. Por eso tenemos que volver. La guerra civil se estabiliza cuando los fascistas no consiguen entrar en Madrid (noviembre del 36) y se decide cuando se pierde la batalla del Ebro (noviembre del 38).