dijous, 23 de juny del 2016
Con el Bosco empieza todo
dilluns, 17 de febrer del 2014
La pastuqui todo lo salva.
dilluns, 7 d’octubre del 2013
Mi artículo en el ABC.
dilluns, 10 de juny del 2013
La dignidad de la política
No obstante así queda expedito el camino a la oposición de izquierda. Esta tiene fácil forjar un programa unitario con un solo punto: apenas llegada al poder derogará todas y cada una de las medidas de la asociación de chorizos, obligará a estos a devolver lo trincado y restituirá al común todo lo que el partido como tal haya robado: subvenciones, becas, pensiones, todo.
dijous, 31 de gener del 2013
¿De qué está hecho el capital?
dijous, 27 de setembre del 2012
Una propuesta práctica para la izquierda.
dimecres, 27 de juny del 2012
Víctimas y victimarios
dimarts, 13 de març del 2012
La moral de la derecha.
La derecha está exultante. Aguirre presenta su candidatura a la presidencia del PP de Madrid con el fin de dar la batalla al "dogmatismo y sectarismo" de la izquierda y su absurda pretensión de alardear de superioridad moral. Es un asunto que le preocupa mucho y de hace tiempo, aunque mal pueda luchar contra el dogmatismo y el sectarismo una persona que profesa fe ciega en una religión construida sobre dogmas, muy parecida a una secta.
Pero, en fin, la presidenta de la Comunidad tiene razón: alardear de superioridad moral es absurdo y espero que la izquierda no lo haga. Es más, a mi parecer no lo hace ("dime de qué presumes..."), se trata de una atribución unilateral de Aguirre que tiene mala conciencia no confesa no tanto por la moral de la izquierda como por la aparente inmoralidad de la derecha. Ella misma, ¿no debe su cargo en primer lugar a un episodio, el tamayazo, moralmente indigno para el PP aunque el PSOE también se lleve lo suyo aquí por abrir sus filas a gentes venales?
Hay más. Ese idílico discurso de la "ideología" y los "principios", así como las "ideas de raigambre" (concepto muy querido del conservadurismo) pide contrastarse con la realidad, cosa fácil, dada la extraordinaria visibilidad de la derecha desde el 20-N. Para ello, basta con escoger un día cualquiera. El de ayer, por ejemplo:
Cospedal no dejó el micrófono y aprovechó para sentar doctrina. Reiteró que el PP es el partido de los trabajadores, razón por la cual, al parecer y por amor a su partido, los españoles tienen que trabajar más horas; que los parados son hinchas de su reforma laboral y que esta se hace pensando en los jóvenes. No sé si Aguirre estará de acuerdo pero la mentira es inmoral. Ciertamente, si parece o no mentira lo anterior dependerá de cómo se cuente y para ello Cospedal, al afirmar que la TVE no es imparcial ya está preparando el terreno para convertir la mentira en verdad, al estilo de Telemadrid y Canal Nou, como muy bien sabe Aguirre. Y como muy bien sabe asimismo que "parecer" no es "ser".
Los medios más vociferantes de la derecha empujaron al Fiscal General del Estado a suscribir sus sempiternas insidias e infundios sobre la resolución judicial del 11-M. Por último, el Fiscal General ha visto en dónde estaba metiéndose al dar pábulo la posibilidad de reabrir el caso del 11-M a partir de las patrañas que publican los medios conspiranoicos y ha retrocedido reconociendo que el 11-M es cosa juzgada, lo que ya sabía cuando dio orden de abrir una investigación sobre una chatarra almacenada en cualquier parte. Sembrar dudas acerca de las decisiones firmes de los tribunales de justicia, ¿qué tiene que ver con la moral? Conviene, además, recordar que quien ayer sembró también dichas dudas fue Ana Botella, esposa del presidente del gobierno que intentó por todos los medios colgar la autoría del atentado a ETA y se volcó en el empeño, aun sabiendo que era falso y que estaba instrumentalizando las casi 200 víctimas del atentado, como ahora sigue haciendo ella. ¿Qué tiene esto de moral?
Y no solo ella. El homenaje a las víctimas del terrorismo que Aguirre y Botella organizaron ayer, al día siguiente del aniversario, fue un acto de beligerancia política en contra de los sindicatos y con utilización de las víctimas. Lo cual es un gesto astuto de Realpolitik pues los infelices dirigentes de la izquierda, Gómez y Gordo, que nunca saben en dónde están, se creyeron obligados a ir en el séquito de un acto que rompía la unidad de homenaje a las víctimas por razones partidistas. Astuto, ciertamente, pero no moral. Máxime cuando el acto se aprovechó asimismo para insistir en el vilipendio a la justicia española, sembrando dudas sobre su integridad.
¿Y qué decir de Arenas Bocanegra en Andalucía? Se negó al debate con los otros dos candidatos pretextando la falta de neutralidad de Canal Sur. ¿Es necesario denigrar así a los profesionales para ocultar que a la derecha los debates en igualdad de condiciones le producen urticaria? Y no es nuevo. En los dos mandatos de Aznar no hubo ni uno y sin embargo él los tuvo cuando era oposición. En el último mandato de Zapatero ha habido uno y porque el PP, que también objetó a TVE, no pudo evitarlo. La derecha no quiere exponer sus propósitos en público y donde se pueda contradecirla. Y eso que es el "partido de los trabajadores" o sea, de personas como Arenas.
Todo lo anterior ¿tiene algo que ver con la moral?
(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia de Creative Commons).
divendres, 22 de juliol del 2011
Un puente de 2.500 años
Pues es una peliculaza esta de Hu Mei sobre Confucio. Magníficamente hecha e interpretada, con una banda sonora estupenda y una fotografía que cautiva el ánimo; unos planos generales de montañas brumosas, primaveras relucientes, colosales fortalezas, murallas interminables, llanuras hormigueantes de guerreros a caballo todo tan bello que no sabe uno a qué atender más si a la historia que se narra o a sus escenarios.
La historia, la trama, es la vida del maestro que éste recuerda en flash back al comienzo de la peli, ya muy viejo en su Lu natal, de regreso de los largos años de peregrinar como exiliado. Es poco lo que se sabe de Confucio y lo poco que se sabe está trufado de leyenda, pero queda estupendamente reflejado en la obra. Arranca el relato con Confucio de ministro de Justicia de Lu, posteriormente ministro del Interior, especie de valido del emperador. Los conflictos y guerras continuas en la época de los Estados combatientes, que se reflejan en Los anales de primavera y otoño y en las que su supuesto autor se involucra con la intención de someter a los nobles rebeldes a la autoridad del emperador, acaban con su posición privilegiada. Cae Confucio en desgracia y ha de exiliarse, peregrino junto con sus discípulos por los Estados y las tierras de la China.
Lo más interesante de esta historia es que casi todas les peripecias que narra son parábolas de las enseñanzas del maestro como las recogieron sus discípulos en Las analectas: el respeto por los rituales y la flexibilidad para renunciar a los injustos o inhumanos aunque sean tradicionales; la regla de oro de toda moral, pasada, presente y futura de que no hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros; el juego profuso de las tres virtudes, sabiduría, benevolencia y valor; el fin del Gobierno es la felicidad del pueblo; la felicidad del pueblo viene de un gobierno cívico, pacífico y armonioso; la vida no tiene precio y todos los seres humanos tienen derecho a ella; hay que amar al prójimo aunque, lógicamente más a los de la propia familia que a los vecinos, más a los vecinos que a los conciudadanos, más a los conciudadanos que a los connacionales, etc; la base de todo es la familia, cosa que el sabio demuestra abandonando la suya cuando parte al exilio acompañado por sus discípulos. Tengo la impresión de que Confucio es la suma de la sabiduría moral patriarcal. El conflicto de género viene de antiguo. Las dos únicas mujeres que tienen alguna relevancia en la historia son la sumisa esposa y la taimada concubina pero que obliga a decir a Confucio algo que hubiera podido decir San Antonio y se hubiera ahorrado tormentos, de esos que encantan a la Iglesia.
Salvando ese escollo, si no es un prurito de Palinuro, este biopic se diferencia de los gringos y los occidentales en general en que refleja un complejo proceso de aprendizaje moral en todas las circunstancias y momentos de la vida, mientras que aquellos suelen ser gestas cantadas con un único Leit Motiv, normalmente la venganza, aunque también el amor, la ambición o la liberación. Pero todos de uno en uno, con lo que los caracteres suelen ser unidimensionales. En la peli, como en la vida del maestro, los personajes son polifacéticos, cambian, como cambian los sentimientos y los motivos, la ambición, el poder, la envidia, la cobardía, la nobleza, la traición y muchos más, todos mezclados en esa infinita confusión (el caos de los Reinos combatientes) que es la vida humana que el sabio debe vivir en perpetua busca de la verdad. En esa busca necesita un camino, el que se desgrana en Las Analectas que han influido en el resto del mundo, muy especialmente en el cristiano. Cristo puede verse como una especie de Confucio menos letrado (a pesar del episodio de los doctores del Templo) y proveniente del pueblo con lo que sus conflictos con el poder son siempre del lado de los oprimidos mientras que los de Confucio son de los dos lados, muchas veces en lucha interna.
Esa lucha interna puede llegar a ser tan intensa que el sabio crea haber perdido el camino, la verdad. La peli construye el legendario encuentro entre Confucio y Lao-tse que es harto improbable (por eso el director lo pone en las nubes) dado que del fundador del taoísmo se sabe aun menos que de Confucio. El Tao te King puede considerarse el pago que dejó Lao-tse en la aduana entre esta vida y el más allá en el que parece haberse perdido. Pero sea o no cierto el encuentro, sirve para reconciliar el taoísmo con el confucianismo pues comparten el Tao, el camino, la verdad, la vida. Justamente lo que decía después Jesucristo, que él era el camino, la verdad y la vida.
En términos actuales puede verse a Confucio como el intelectual que tiene el oído del Príncipe hasta que deja de tenerlo. En ese momento en que el caído en desgracia piensa en vengarse, relumbra la máxima fundamental del confucianismo: el sabio es un caballero dispuesto siempre a poner los principios por encima de sus intereses. Algo así como lo de Tomás Moro pero en más refinado.
dissabte, 2 de juliol del 2011
Dos casos de manual.
Menuda primera de Público. Está claro que tiene una finalidad connotativa que lleve a asociar la SGAE con ETA o, cuando menos, con la mafia. "Desmantelar" y "cúpula", dos términos de resonancias tremendas. Es un reflejo de la animadversión que concitaba Bautista en sectores amplísimos de la población; más concretamente, tod@s los obligad@s a pagar un canon que no tiene niguna justificación moral y que ha sido desautorizado. Pero no sé si ello puede llevar a poner al acusado desde ya mismo en la picota.
dissabte, 16 d’abril del 2011
Aguirre y la moral.
Gracias a un magnífico artículo de Beatriz Gimeno en El Plural me entero de que Esperanza Aguirre ha dicho que hay que desterrar la superioridad moral de la izquierda. Es un designio verdaderamente sorprendente, tanto que voy a cotejarlo con el texto que la propia Aguirre ha colgado en Facebook y, en efecto, ahí se dice en primera persona del singular que Este discurso lo pronuncié ayer en el Foro ABC. Ha llegado el momento de desterrar de una vez la superioridad moral de la izquierda. Si lo escribe será porque lo piensa: cuando se quiere desterrar la superioridad moral de la izquierda se está empezando por aceptar que existe porque nadie puede desterrar lo que no existe. Ahí se mete Aguirre en un lío porque ¿cómo se puede desterrar una superioridad moral? Si ésta existe, lo que hay que hacer, evidentemente, no es desterrarla sino tratar de extenderla por la tierra e imitarla. ¿Quién puede querer desterrar la superioridad moral de un sitio? Solo quienes quieran sustituirla por una inferioridad moral y eso sólo puede suceder manu militari, como se hizo entre 1936 y 1939 en el Estado.
Obviamente, la frase debe de estar mal transcrita, ya que su autora es, en principio, Esperanza Aguirre. Puede ser que lo que quiera decir con tan torpe prosa sea que haya que "desterrar la idea de la superioridad moral de la izquierda" que es lo que casi todo el mundo ha entendido. Admito que esta variante es más lógica pero no me privo de señalar que la otra de desterrar la superioridad moral en sí misma también entra en lo coherente con el espíritu de la derecha, en este caso el de Aguirre y, además, demostraré que así es. Lo que quiere desterrar no es la idea de la superioridad moral sino esta superioridad misma.
Desterrar, combatir una idea no es por regla general algo fácil ni fructífero. ¿Para qué esforzarse en desterrar una idea? En principio, bastará con mostrar una mejor y es casi seguro que la otra se desterrará sola. No es preciso demostrar que la hipótesis geocéntrica sea falsa. Basta con proponer la heliocéntrica. No obstante, en asuntos de moral, medir no es cosa sencilla. Lo que para uno es sumamente moral, para otro es sumamente inmoral, algo con lo que no sé si cuenta Aguirre dado que, como le sucede al Papa, profesa verdadera aversión a lo que llama el relativismo. Para ella su moral es la moral por antonomasia y superior a cualquiera otra, en especial la de la izquierda. De forma que el propósito de desterrar la idea de la superioridad moral de la izquierda lo que seguramente quiere decir es que hay que desterrar la falsa idea de la superioridad moral de esa izquierda, lo cual debiera de ser fácil, como fácil suponemos ha de ser desterrar cualquier tipo de ilusión, fábula, espejismo o quimera. Se apela al uso de la razón y ya está, ¿no?
Pues parece que no porque este propósito desterrador no lo manifiesta Aguirre ahora por primera vez, no. Ya lo hacía en 2004, cuando decía que no existe la superioridad moral de la izquierda o en 2005, cuando hablaba de la falacia de la superioridad moral de la izquierda. Un combate tan antiguo, un propósito tan contumaz como duradero se parece bastante a una obsesión y quizá no haya que tratarlo únicamente en un plano lógico sino también psicológico. Porque una manía no se puede refutar.
La superioridad moral de la izquierda que tanto saca de quicio a Aguirre subsistirá mientras la izquierda siga estando asociada en el imaginario colectivo con la suerte de los más débiles, de los más desfavorecidos. Frente a esa opción la derecha no tiene nada que decir pues es un mandato de su dios. Porque Aguirre es muy liberal manchesteriana pero también pía hija de la Iglesia. En esta lucha interna del alma de Aguirre, esa agonía unamuniana, se encuentra, quizá, la explicación de la manía, en términos piscoanalíticos, como el combate entre el superego del mercado y el oscuro ello de la caridad cristiana. Aguirre ve en la izquierda el ejemplo, la imagen de la entrega a una causa de cuya virtud está convencida. ¿Modo de resolver tan angustiosa situación? Rompiendo la imagen, desterrando la superioridad moral de la izquierda. Q. E. D.
Hay que ver qué complicada es la señora. Rajoy es más sencillo.
La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia de Creative Commons).