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dissabte, 9 de gener del 2016

La OTAN y yo

L@s lector@s de Palinuro saben que no suelo hablar de cuestiones personales. Pero a veces hay que hacer excepciones. Viene esto a cuento de una campaña de difamación contra mi persona que algunos comunistas están intentando hacer en las redes y que no comentaría de no ser porque me ofrece la posibilidad de pasar de lo personal a lo general y de abrir un debate que puede ser bueno para la izquierda.

La campaña es tan ridícula y estúpida que dan ganas de reír. Ni esto saben ya hacer los comunistas, cuando tan bien se les daban las campañas de difamación en el pasado; tanto que llegó a ser lo único que hacían bien. Pero, ya se ve, la estirpe degenera.

La presente versa sobre mi posición en el referéndum de la OTAN en España hace ahora treinta años y es ridícula y absurda porque han sacado las "pruebas" de una entrada en mi página web. En ella figura -y lo tengo a mucho orgullo- el enlace al artículo que sobre el "sí" a la OTAN publiqué en El País el día de reflexión, 11 de marzo de 1986. Es decir, los difamadores pretenden utilizar contra mí algo que yo mismo tengo expuesto en público y de lo que me enorgullezco porque hoy, 30 años después, escribiría el mismo artículo.

¿Cómo es esto posible? Porque siendo comunistas los de la campaña no saben lo que hacen y todo lo entienden al revés. Por eso el comunismo ha sido y es una fracaso. Y no digo que lo será en el futuro porque en el futuro, ni fracaso será esta monserga. 

No merece, pues, la pena seguir en este terreno personal y vamos a pasar al de interés general acerca de la OTAN. Puede servir para romper el enésimo tabú de la izquierda que ha aceptado acríticamente la visión condenatoria fabricada por los comunistas por no buscarse líos a los que estos son muy dados. Sobre todo cuando les tocan el fundamento de su penúltima patraña, esto es, IU, que surgió precisamente de su nuevo fracaso en ese referéndum con la misión de funcionar como un disfraz del PCE que ya en los ochenta no podía presentarse con sus siglas a una elecciones porque los votantes, como hoy, en 2016, huían despavoridos. 

Son seis mis observaciones:

1ª) El PSOE abordó el asunto de la OTAN equivocadamente con una actitud negativa ("OTAN, de entrada, no") que tuvo ribetes demagógicos de los que por fortuna se desdijo cuando, ya en el gobierno, se dio cuenta de que negarse a la entrada era contrario a los intereses de España, aunque favorable, por supuesto, a los de la URSS, que eran los que el PCE defendía. Con independencia de si las alianzas militares son aceptables o no (yo creo que no debieran existir), lo cierto es que, si las hay y a alguna de ellas pertenecen todos los países a los que queremos igualarnos, nos interesa estar en ella.

2ª) En 1981 había habido una intentona militar. El ejército seguía siendo franquista y golpista. Hoy sigue siendo bastante franquista, pero ya no es tan golpista, entre otras cosas porque, el ingreso en la OTAN lo ha obligado a perder sus actitudes tradicionales y a alinearse con las FFAA de los países de nuestro entorno en punto a las relaciones entre los militares y el poder civil. Una consideración que los partidarios del "no" ni olían.

3ª) Todos los países europeos democráticos, exceptuados los neutrales, eran miembros de la OTAN. España necesitaba incorporarse a Europa después de casi 200 años de aislamiento y cualquiera -menos los partidarios del no- entendía que el ingreso en la Comunidad Europea, por la que suspirábamos todos excepto los comunistas, tenía como pendant el ingreso en la OTAN. Acabar con el aislamiento en todos los campos era vital para nuestro país. Los ingleses, franceses, etc de izquierda que nos visitaron entonces (y conocí varios) decían que los españoles daríamos una lección al mundo votando "no" y quedándonos fuera. Pero ellos, muy cucos,  no pedían referéndums de salida de la organización en sus países.

4ª) Todos los países "socialistas" englobados en el Pacto de Varsovia (versión soviética de la OTAN de la que el PCE no tenía nada malo que decir porque era una organización de "defensa" del campo comunista), en cuanto pudieron liberarse del abrazo fraternal de los rusos salieron disparados a pedir el ingreso en la OTAN. Voluntariamente, a diferencia de cómo ingresaron en el Pacto de Varsovia.

5ª) Treinta años después es buena fecha para hacer un balance de en qué han quedado las tenebrosas profecías sobre el futuro de España en la OTAN. ¿Hace falta decirlo? En nada. Eran mentira, como siempre. España no se ha implicado en ninguna aventura exterior exclusivamente a causa de la OTAN. Lo ha hecho por actos propios de piratería internacional, al margen de la OTAN (como la canallada de las Azores) o bajo paraguas de la ONU, incluida la intervención de la OTAN en la Ex-Yugoslavia. Cuando uno yerra tan clamorosamente en sus predicciones, uno debe ser más modesto y no tapar su ineptitud manteniendo un espantajo imaginario y falso. La URSS había ordenado a los partidos comunistas que estuvieran contra la OTAN y contra la Comunidad Europea. La URSS ha desaparecido pero los comunistas siguen en lo que se les ordenó, como el tonto al que señalan un camino, el camino se acaba y el tonto sigue.

6ª) La UI, creada para tratar de aprovechar el "no" a la OTAN en donde, por cierto, perdió, no ha servido para nada. No ha parado a la OTAN y en treinta años no ha servido para nada más que para dividir a la izquierda; y ahora que llega otro que eso lo hace mejor está a punto de desaparecer.  

Vuelta brevísima a lo personal: hace falta ser fanático y necio para intentar una campaña de difamación acusando al difamado de haber acertado en su día.

dilluns, 21 de maig del 2012

Año 2030. De las Memorias de Mariano Rajoy.


(Mariano Rajoy, Memorias. Una vida al servicio de la Patria. Editorial Reverencia, Santiago de Compostela, 2030. 348 págs.).



Capítulo VIII: 2012, el año fatídico.

Ya dije en el capítulo 1 de estas Memorias que, habiéndome jubilado, y no teniendo mayores obligaciones, pensaba contar toda la verdad de mis breves meses de gobierno. No me parece justo cargar yo solo con la responsabilidad de la catástrofe que cayó sobre nuestro país durante la que hoy se conoce como la Gran Depresión de la Eurozona y que, en el fondo, se debió a la fabulosa incompetencia de Zapatero y la herencia que nos dejaron los socialistas. No pretendo eludir mi responsabilidad sino dejar en claro hasta dónde llega. Cuando nos hicimos cargo del gobierno de lo que entonces era simplemente España y no este absurdo conglomerado de hoy llamado CNI o Confederación de Naciones Ibéricas, el país estaba en quiebra, a punto de ser intervenido por las autoridades europeas y encaminado a la horrorosa depresión que siguió después, cuando la tasa de paro llegó al 30% y fue necesario prohibir por decreto que las mujeres trabajaran para poder emplear a los varones. Mucho se nos criticó esta medida pero la parte más sana, más cristiana, de mi partido y del país, me felicitó por ello. El obispado me mandó la bendición apostólica con un valiente mensaje de Monseñor Rouco, alabando mi coraje por haber sabido cortar la ola de feminismo agresivo y devuelto las mujeres a su lugar natural en el orden social cristiano: el fogón.
Pero no adelantemos acontecimientos. Mi gobierno tomó el toro por los cuernos, metáfora conocida pero muy apropiada en nuestro caso ya que previamente habíamos declarado que las corridas son un bien cultural patrio. Recortamos lo que pudimos los gastos a base de aumentar impuestos, suprimir subvenciones, rebajar salarios, reducir pensiones, eliminar partidas enteras de gastos de lujo como la educación, la sanidad, etc. Aun así no olvidamos quiénes eran los nuestros y dimos una amnistía a todos los defraudadores, permitiéndoles blanquear fortunas a cambio de una pequeña mordida del 10%. Rescatamos todos los bancos con dinero público, incluso los que nosotros mismos habíamos hundido. Todo esto era lo contrario de lo que había dicho en la campaña electoral, razón por la cual se me acusó de mentir. Otra injusticia más. Cuando se dice que se va a hacer algo y luego no se hace o se hace lo contrario, no se ha mentido; se ha cambiado de opinión. Mentir es afirmar o negar falsamente algo sobre un asunto de hecho. Por ejemplo, si digo que mi déficit es del 1,2% y luego resulta que es el doble, he mentido. Pero no fui yo, sino Esperanza, que no tiene arreglo ni medida para sus ambiciones.
El caso es que, con los deberes hechos, nos pusimos a mirar a Europa que por entonces todavía era un ente político verosímil y no este galimatías actual llamado LED (Liga Europea Democrática) en perpetua lucha con la SED (Sociedad Europea Democrática), pero Europa languidecía. Los franceses habían elegido a un socialista radical, Hollande, un estatista furibundo. Solo quedaba Merkel como faro de nuestra acción y la única a la que podía pedir que presionara al Banco Central Europeo para que financiara el saneamiento de nuestra banca por la vía del enchufe. Por eso aproveché la cumbre de la OTAN, a la que iba Angela, que estaba en una reunión del G-8, para tener una entrevista con ella, pero la muy ladina no se comprometió a nada. No me quedó más remedio que vender en España las buenas palabras de esta rígida teutona como apoyo contante y sonante. Entre tanto, Hollande, más papista que el Papa, como buen socialista, quiso que el G-8 debatiera la cuestión del rescate a España y yo me vi obligado a declarar que los bancos españoles no necesitaban rescate alguno, lo cual no era compatible con el hecho de que estuviera pidiendo fondos del BCE.
Y eso no fue lo peor de aquella desagradable jornada. Mientras llegábamos a Chicago, famosa ciudad de gangsters, Margallo me venía volviendo loco con la necesidad de encararse con los ingleses de una vez y de recuperar Gibraltar. Yo creía que iba de broma pero el hombre hablaba en serio pues nos veía como la generación que devolvió a la Patria su integridad territorial, y ya había echado por delante a la Guardia Civil. Esa noche soñé que Cameron en realidad era el almirante Nelson y en la cumbre de la OTAN recordaba con una sonrisa que el cabo Trafalgar está muy cerquita de Gibraltar, al otro lado del estrecho.
Y no fue lo que más disgusto me causó, no se crea el lector. Mientras volábamos sobre los Estados Unidos me llegó la noticia de cómo Esperanza y los valencianos habían mentido con el déficit. Hubiera podido tomarme la revancha de los muchos berrinches que Esperanza me ha producido. Bastaría con que dijera que no hay derecho a mentir a los ciudadanos y que el que la hace la paga. Hay quien dice que si no lo he hecho es porque yo miento más que Aguirre y Cospedal juntas. Pero eso no es cierto. No lo hice porque siempre ha sido norma mía en la vida no aprovecharme de la debilidad del adversario. Por eso, al bajar del avión en la ciudad de los rascacielos dije que, en definitiva, unas décimas más o menos en el déficit no eran asunto relevante.
También me enteré de que, en mi ausencia, Gallardón se fue a Intereconomía a poner por las nubes a Franco y a su suegro, el ministro falangista Utrera Molina; Wert dejó la Educación para la ciudadanía convertida en una crestomatía cristiana; Fernández Díaz estaba dispuesto a llevar a las Vascongadas a todos los presos etarras; Montoro amenazaba con mandar los corchetes a las Autonomías y Guindos decía a quien quería oírle que no quedaba un ochavo en las arcas públicas. Siempre creí que mi gobierno no era un gobierno de verdad sino un ramillete de personalidades peculiares, en fin, eso que los castizos llaman grillaos. Pero nunca tuve tan claro que tenía que cambiarlo como cuando llegué a la entrevista con Merkel.
Pero, sabido es, no me dio tiempo. Al poco de la intervención de España, se produjo la rebelión de los Jovenes persas dentro del partido, este desapareció y en el que emergió en su lugar, el PERUN (Partido Español Religioso Unido Nacional) no había lugar para alguien como yo, moderado y representante de la derecha posibilista. Esta de ahora es una derecha doctrinaria y militarizada y sus frecuentes desfiles por las calles con sus uniformes hacen temer lo peor respecto a la estabilidad de la Confederación Ibérica. Es muy amargo comprobar que los españoles nos hemos quedado sin Patria porque esta ridícula Confederación no es nada. Son los reinos de las cibertaifas. Y todo debido a nuestra mala cabeza. Entre ellas, la mía, aunque no tanto como sostienen mis enemigos.
(Continuará.)
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).



diumenge, 20 de maig del 2012

El guerrero pordiosero.

Hay algo tradicionalmente hispánico y ridículo en los dos momentos estelares mediáticos de estos tres días, la reunión del G-8 en Camp David (19-20 de mayo) y la vigésima quinta cumbre de la OTAN en Chicago (20-21 de mayo). La primera reunión es del G-8 en sentido restringido; nada de G-9 ni 10 ni 20. Se reúnen los que mandan y dos de los mandados más dóciles, Durao Barroso y Van Rumpuy. Nuestro presidente no tiene ahí nada que hacer ahí. No están los tiempos para que la Gran Nación de Rajoy siente plaza de potencia económica cuando va peregrina con los hidalgos andrajos a la vista a la segunda reunión, la militar de la OTAN, con el cazo por delante tratando de obtener facilidades de la rígida doctrinaria alemana, Merkel, que llegará crecida de la reunión en el mítico Camp David.
Vamos con los dos conciliábulos. El G-8 está perfectamente retratado en la foto de El País. Más que una foto, es un mapa del significado del evento. En primer plano, pero de espaldas (los únicos cuyo rostro no se ve), los dos ilustres burócratas de la Unión Europea, el Presidente de la Unión y el del Consejo, dos don Nadies. En semiprimer plano asimismo, de perfil, pero perfectamente visible y dominando la escena, Frau Merkel, la única mujer en el ágape. Al fondo la que protocolariamente es la presidencia, con Obama rodeado de Cameron (por la special relationship) y Hollande (por ser el nouveau né) aparece algo desdibujada dado que el foco está entre el cogote de Van Rumpuy y la rubia cabellera de Merkel. Que no solamente es la única mujer sino la más veterana de la reunión. Todos los demás se incorporaron a sus respectivos cargos después que ella lo hiciera en 2005. El único que podría precederla sería Durao Barroso quien, antes de ser presidente de la Comisión, lo fue del gobierno de Portugal en 2004. Pero, aparte de no pintar nada en el G-8, Durao no está por haber sido presidente del gobierno portugués. Así que la alemana es la veterana y, además, a la que todo el mundo reconoce como la Canciller del país que puede sacar a Europa de la crisis. La figura de este G-8 es esta nueva dama de hierro, antigua militante de las Juventudes Comunistas de Alemania Oriental.
Pues bien, a esta heroína veterana, esta dirigente mundial, esta valquiria del ahorro y el recorte es a quien tiene que enfrentarse Rajoy en actitud de peregrino implorando la ayuda celestial. Y eso en el contexto de una reunión militar de la OTAN, reunión a la que se presenta el arruinado hidalgo hispánico pedigüeño profiriendo sin embargo grandes y belicosas voces en dirección a Gran Bretaña. Lo menos que puede decirse de la situación es que parece una repetición de la caricatura del español bombástico de ceñudo gesto y arrogante ademán que no ha comido caliente en dos días, ha alquilado el chambergo y no sabe si podrá pagarlo, pero desafía a singular combate todo lo que se le pone por delante.
Palinuro comienza a maliciarse que el ministro de Asuntos Exteriores no tiene idea de lo que se trae entre manos. Seguramente sabrá mucho de Europa, pero el resto del mundo es tierra ignota para él. Presentarse en la reunión de la OTAN alimentando un contencioso con uno de sus miembros más poderosos es, desde el punto de vista diplomático, una metedura de pata de principiante. El batir de tambores guerreros de la retaguardia mediática del gobierno es simplemente bochornoso. Recuerda demasiado el ruido que hacen los orangutanes en momentos de peligro, tanto más estrepitoso cuanto más miedo tienen.

dissabte, 4 d’abril del 2009

OTAN, 60 aniversario.

Con motivo del sexagésimo aniversario de la OTAN hay una reunión en Baden Baden en la que la organización está tratando de definir sus nuevos objetivos y correspondiente estructura para los tiempos venideros. A esa reunión ha acudido el presidente del Gobierno español porque España es miembro de pleno derecho de la alianza militar más importante y duradera de Occidente.

Hubo un tiempo en que esto no era así, en que España no pertenecía a la OTAN porque, sometida a una dictadura fascista, era una apestada internacional y prácticamente no pertenecía a ningún organismo multilateral: al Consejo de Europa o a la Unión Europea, antes Mercado Común, luego Comunidad Económica Europea o a otros. Lo cual no impedía que estuviera imbricada en la estrategia defensiva occidental en tiempos de la guerra fría a través del pacto bilateral con los Estados Unidos que, siempre pragmáticos, querían aprovechar el alto o bajo potencial militar español y, por supuesto, asegurarse unas bases en el territorio patrio que Franco les cedió servilmente para ganarse su simpatía.

Murió Franco, llegó la transición y tarde o temprano había de plantearse la cuestión de la pertenencia de España a las organizaciones multilaterales, cosa que sucedió en los años 80 con la posible adhesión a la UE y a la OTAN. Ahora bien, aunque había casi unanimidad respecto a la conveniencia de ingresar en la UE, en lo atingente a la OTAN, la opinión estaba dividida entre una derecha partidaria del ingreso y una izquierda partidaria de rechazarlo. El Gobierno socialista de Felipe González, que había ganado las elecciones de 1982 prometiendo ambiguamente que saldríamos mediante referéndum de la organización en la que nos había metido a la chita callando el Gobierno conservador de Calvo Sotelo, acabó convocando la consulta, pero no para salirnos sino para quedarnos.

El referéndum de 1986 dividió profundamente a la izquierda española, división que aún perdura por cuanto la parte contraria a la OTAN organizó la Izquierda Unida original bajo patrocinio del Partido Comunista que, mal que bien, sobrevive actualmente. Hubo otra parte de la izquierda que optó por el sí a la integración en la organización militar. Yo lo hice. Incluso publiqué un artículo en EL País el día de la reflexión, el 11 de marzo de 1986 titulado A favor del "sí" con sus razones que hoy, veintitrés años después, volvería a escribir y publicar porque creo que la pertenencia a la OTAN fue un acierto desde el punto de vista de la izquierda también.

Aquel artículo me costó un disgusto con viejos amigos, rupturas y pendencias sin fin. Recuerdo que Patrick Camiller, el director de la New Left Review, que había venido a España a hacer campaña por el no, me explicaba qué gran paso daría la izquierda europea si, la primera vez que la pertenencia a la OTAN se ponía a votación, ganaba el "no". Le dije que yo votaría que "no" en un referéndum sobre la OTAN el día en que los ingleses hubieran organizado uno y se hubieran salido a su vez y, en el ínterin, harto de que mi país se quedara siempre fuera del concierto de los demás Estados democráticos unas veces por unas razones y otras por otras, votaría que "sí" y haría campaña por el "sí".

La discusión con Camiller se repitió con otras gentes en otros lugares. Se me dijo que abandonaba mis principios para integrarme en una organización militarista, belicista, causante de no sé cuántos desaguisados en el mundo. Respondía yo que, hasta la fecha no había visto que hubiera causado ninguno y que la OTAN no había invadido ningún país miembro de ella misma como sí había hecho el Pacto de Varsovia con los suyos y que, además, veía una gran ventaja de consolidación democrática en España integrando a los militares españoles en una organización defensiva para que se entretuvieran, se homologaran con los demás y se olvidaran de su tendencia al golpismo.

Algunos otros argumentaban que había que salvaguardar la tradición de la "neutralidad" española, que teníamos que aprender de Suecia, Austria o Finlandia, cuando era obvio que no teníamos nada que ver por cuanto no existía una tradición de "neutralidad" española sino, en todo caso, al menos en tiempos de Franco, de "no beligerancia" que no ocultaba la colaboración del régimen con los nazis y los fascistas con la guinda de la División Azul en el frente del Este. Muchos de los que entonces me ganaban por la izquierda y me llamaban socialdemócrata traidor y cosas así, luego me ganaron por la derecha y, si no llegaron a la extrema derecha es porque Alá es grande; por ejemplo, el señor Tamames, a quien oí entonces diciendo por TVE que había que votar que no a la OTAN porque era una organización dominada por los gringos, los últimos que nos habían ganado una guerra, es decir, atizando nobles pasiones. He perdido la cuenta de las oscilaciones ideológicas del señor Tamames desde entonces.

Han pasado 23 años. Entretanto el comunismo ha caído sin que parezca que vaya a levantarse por una temporadita y la OTAN, hoy, quiere establecer relaciones de colaboración con Rusia, cosa impensable en tiempos de la Unión Soviética. El Pacto de Varsovia, la OTAN comunista, también se ha desintegrado y casi todos sus antiguos miembros han salido corriendo y se han echado en brazos de la organización militar occidental, probablemente porque se sienten más a gusto y más seguros. Algunos países europeos, como Grecia y Turquía no han llegado (más) a las manos porque ambos son miembros de la OTAN. Los militares españoles no han vuelto a amagar con alguna de sus intentonas tradicionales y el país no se ha visto involucrado en ninguna aventura belicista o imperialista.

En definitiva, una historia de un éxito en la que, como es lógico, no faltarán algunos borrones. Por ejemplo, parece que la acción de la OTAN en los Balcanes ha sido inadmisible en varias ocasiones pero, aparte de que una actuación tan delimitada en el tiempo y en el espacio no determina el carácter de la organización, debe recordarse que toda actuación de la OTAN en Europa se produce por la patética división de los países europeos y nuestra incapacidad para poner en pie una fuerza defensiva exclusivamente europea viable y eficaz. No me atrevería a decir que la presencia de la OTAN en el Afganistán sea algo acertado, justo o siquiera conveniente. Pero no puedo dejar de pensar que la organización está en ese país del Asia central para sustituir a los soviéticos que fueron los primeros en invadirlo y suscitar el desbarajuste que dura hasta ahora.

Ya sé que plantearse cómo hubieran sido las cosas en caso de que España no formara parte de la Alianza Atlántica es incurrir en una aburrida e inútil cuestión contrafáctica pero quizá no esté de más tratar de responder a la hipotética pregunta de en dónde estaríamos ahora si no perteneciéramos a la OTAN. Una respuesta que a lo mejor animaba a los enemigos de la organización que todavía siguen siéndolo (a quienes han cambiado no merece la pena escucharlos) a explicar en qué hubiéramos mejorado el mundo y nosotros caso de que se hubieran salido con la suya hace veintitrés años.

(La imagen es una foto de MATEUS 27:24 & 25, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 2 d’abril del 2008

La OTAN y Europa.

La cumbre mayor de la OTAN en toda su historia se inaugura hoy muy apropiadamente en el mayor edificio del mundo después del Pentágono, el Palacio Parlamentario que mandó construir el megalómano Nicolae Ceaucescu, dictador perpetuo de la Rumania comunista, que no llegó a inaugurarlo pues antes fue depuesto y ejecutado. La reunión será también recordada porque a ella acuden por última vez como presidentes de sus dos países el señor Bush que, gracias a los dioses, termina su mandato, y el señor Putin, quien pasa a convertirse en primer ministro de Rusia.

Los asuntos que van a tratarse levantan algunas ronchas diplomáticas y no está nada claro el resultado final. El señor Bush llega decidido a impulsar el ingreso de Ucrania y Georgia, aplicando en ambos casos el procedimiento MAP, siglas en inglés para "Plan de Acción para la Membresía". (Si alguien se enfada conmigo por la palabra, que mire en el DRAE). Rusia quiere evitarlo y viene amenazando con consecuencias desagradables para todo el mundo si ambos países ingresan en la OTAN. Los europeos, para variar, estamos divididos: los países miembros de Europa del Este apoyan el ingreso de las dos ex-repúblicas de la Unión Soviética. Algunos de Europa Occidental se oponen, pero no necesariamente los mismos, a los dos países. Por ejemplo, España se opone al ingreso de Ucrania, pero no al de Georgia. Francia y Alemania se oponen al de los dos.

Como quiera que las decisiones en la OTAN se toman por consenso si algún país dice que "no", la operación fracasará. Pero ¿por qué habría que decir que no? Según Francia y Alemania que son sensibles a la irritación rusa, ambos países todavía son políticamente inestables y Georgia, además, tiene el problema del separatismo de Abjazia y Osetia del Sur. No se atreven a decir que no son Estados de derecho porque los dos son miembros del Consejo de Europa. El de la inestabilidad, a mi entender, además, es un criterio para propiciar el acceso. Quienes fuimos partidarios del ingreso de España en la OTAN en 1986 lo hicimos precisamente para contrarrestar el peligro militar en España y consolidar la democracia. Hace ya veintidós años de eso y el balance es muy positivo. Los militares españoles se han civilizado políticamente y el país no se ha visto arrastrado a ninguna aventura en contra de su voluntad. La única en que así se ha visto, la del Irak, se hizo al margen de la OTAN. Así, ¿por qué no dar el ingreso a Ucrania y Georgia?

Decir "no" implica reconocer a los rusos un derecho de veto sobre las decisiones de la OTAN que no es razonable. Otra cosa es tener en cuenta la opinión de los pueblos de ambos países. Eso sí me parece un argumento de peso. Pues bien, aproximadamente el setenta por ciento de la población de Ucrania está en contra del ingreso en la OTAN, mientras que el ochenta por ciento de la de Georgia está a favor. Para mí eso es determinante: yo rechazaría el ingreso de Ucrania, aunque el señor Bush se pille un cabreo, y aprobaría el de Georgia, aunque se lo pille el señor Putin.

Y no acaban ahí los problemas. La cumbre también estudiará los posibles ingresos de Croacia, Macedonia y Albania. Croacia no parece plantear problemas, pues goza de general aceptación, mientras que las candidaturas de Macedonia y Albania traen posibles desacuerdos. En el caso de Albania resurge el problema de Kosovo y no está claro que sea prudente el ingreso albanés en tanto la situación kosovar no esté definitivamente resuelta si bien, siendo realistas, esto equivale a aplazar la decisión ad calendas graecas ya que "definitivo" en los Balcanes no parece haber nada. Más espinoso resulta el caso de Macedonia, a la que Grecia se niega a reconocer con ese nombre y para la que ha habido que encontrar el muy alambicado de "República de Macedonia (Skopje)" sin que ello haya significado que los griegos acepten su ingreso en la OTAN, dado el efecto centrífugo que puede tener en su provincia de igual nombre. Y el asunto no es baladí; Grecia puede vetar y es fácil que lo haga pues si no lo hace, el gobierno puede caer.

A la vista de los problemas que han de tratarse en esta cumbre, resulta revelador que para ciertos medios de la oposición lo único interesante sea si los señores Bush y Rodríguez Zapatero celebran o no una entrevista. Creen que con ello deslegitiman al gobierno de España, sin parar mientes en que apoyar los desplantes del señor Bush al presidente del Gobierno español no solamente no es patriótico (cosa que se me da una higa) sino que revela una actitud de lacayo tiralevitas (por no decir algo peor) del amo del imperio, al estilo del señor Aznar, que la gente advierte de inmediato. Por eso pierden las elecciones.

(La imagen procede de La documentation française).