Momento interesante a la par que ilustrativo y muy clarificador de cómo está el país, cómo lo están dejando los involucionistas del PP. El día de la Constitución, que se celebró casi a puerta cerrada de puro miedo al cabreo generalizado en la calle, faltas de algo más interesante que hacer, las autoridades decidieron organizar una cuchipanda para celebrar el aniversario de tan excelsa norma con el dinero de todos, incluidos los no incluidos en el sarao. Fuera, había un grupo de agraviados abucheando a los políticos según llegaban, con elegante imparcialidad, sin hacer muchas distinciones, pues no está el asunto para distingos. Los invitados venían a coincidir en algo: allí estaban ellos, los electos, celebrando un año más esta Constitución de la que todos dicen lo mismo: qué buena, que flexible, qué guay, cómo ha permitido la convivencia de los españoles y qué bien nos ha traído hasta aquí, a zampar picatostes en el Senado. ¿Lo de fuera? ¿Lo de la calle? ¿Los seis millones de parados? ¿Los desahuciados? ¿Los jóvenes sin futuro, la gente sin casa, sin trabajo, sin nada? ¿Los inmigrantes? ¿Los jubilados, discapacitados, dependientes? ¡Caramba, no venga chingando, hombre...! Son cosas inevitables de la vida. Pero la Constitución que no la toquen, que nos ha salido de cine.
A ese condumio venía a sumarse la retrechera Cospedal cuando del grupo de descontentos, casi todos ellos de Telemadrid, a punto de irse a la calle para compensar por el latrocinio de la derecha en el ente público, destacó la voz de una ciudadana, perfectamente captada por la cámara de la Sexta que decía dirigiéndose a Cospedal: "¡ladrona, que robas a los pobres para dárselo a los ricos! ¡Ladrona, ladrona, ladrona!"
Se la oye muy bien y, por cierto, con bastante alegría. Ante esto, Cospedal solo sabe balbucear un "no, no, no" porque ¿qué otra cosa va a decir? Prácticamente todo el país piensa lo mismo que esta señora. Y no solo de ella. Pero ella es figura paradigmática de esta estirpe de políticos de la derecha dedicados a saquear el país en provecho propio, casi todos funcionarios públicos. Aguirre, Cospedal, González, Santamaría.., todos funcionarios públicos empeñados en desmantelar la función pública en beneficio de empresas privadas que luego sabrán recompensarlos. Y Cospedal en la cúspide. Se estará más o menos de acuerdo con la señora en la exacta tipificación de las figuras, de si se trata de un robo y si, por lo tanto, Cospedal es o no una ladrona. Pero no cabe duda de que su comportamiento, como el de su gobierno, si no ilegal, es profundamente injusto, inmoral e indignante. Incluso en lo personal.
Tanto Cospedal como Rajoy, Sáez de Santamaría y otros cargos (también del PSOE cuando toca) cobran dos sueldos, uno con cargo al Estado, como presidenta de CLM, y otro con cargo al partido, como secretaria general pero, en el fondo, en realidad, también con cargo al Estado pues los partidos se financian con fondos públicos. Total, unos 225.000 euros anuales se levanta la moza, sin contar todo tipo de bicocas; igual que Rajoy y tutti quanti. Es legal porque no se vulnera directamente la vigente Ley de Incompatibilidades pues los partidos políticos no son órganos del Estado. Pero esto es un ardid, una artimaña, en el fondo, un fraude. A los efectos económicos sí son órganos públicos y estas gentes están cobrando indebidamente dos sueldos. Entre otras cosas porque, para poder ser presidente del gobierno o de CLM hace falta como requisito real ser jefe o subjefe del partido. Es decir, están cobrando dos sueldazos en época de miseria general. Y que esta misma Dolores Cospedal eche interinos a la calle, cierre urgencias médicas, prive a la gente de servicios y deje a los diputados de la oposición sin salario es algo que indigna a cualquiera con algo de sensibilidad. No parece ser el caso de la secretaria general del partido de los trabajadores.
Pero no acaba ahí el asunto. Es política general del gobierno emplear retóricas baratas para ocultar un latrocinio que la gente entiende a la perfección: quitar dinero a los jubilados, a los dependientes, etc, para entregárselo a los bancos, los de las autopistas, los casinos de juegos, las eléctricas, etc es ni más ni menos que lo que dice la señora "robar a los pobres para entregárselo a los ricos".
El sentir de todo el país. Por eso es tan importante que, por fin, haya salido un político de izquierda, Tomás Gómez, a decir lo que las izquierdas, todas, debieran poner como punto primero de sus programas electorales, que revertirá todas las privatizaciones del PP si llega al poder en Madrid. En Madrid y en toda España. La izquierda no puede asistir impasible al expolio de todos los bienes del común, los servicios públicos, financiados con el dinero de todos en beneficio de unos cuantos aprovechados. Y tiene que quedar claro a estos privatizadores y a quienes se beneficien hoy con estos saqueos, que volverán a perderlos. Y no solo la sanidad: todo lo que los apandadores están rapiñando: se repondrán las sisas a los pensionistas, a los funcionarios, a los dependientes, a todos los que se ha saqueado y se financiará con la lucha contra el fraude fiscal en todos los órdenes y la mayor presión impositiva sobre bancos, empresas y grandes fortunas, así como por la eliminación de los más indignantes privilegios, como los de la iglesia católica.
Así ganará las elecciones la izquierda, defendiendo a la gente frente a los bancos, los ricos, los curas y demás depredadores.
Dejo para otro día el comentario sobre el editorial de El País de hoy, titulado Debate constituyente, una pieza cómica en la que tras repetir como un papagayo lo que todo el establishment dice, esto es, que qué buena constitución, qué sensata, moderada, razonable, a continuación dice que hay que reformarla a fondo... pero sin atreverse a señalar más que dos o tres aspectos concretos para reconocer acto seguido que no será posible reformarla por falta de consenso. O sea, sí fue una Constitución impuesta.
(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia Creative Commons).