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diumenge, 19 d’agost del 2018

Consigna: desestabilizar Catalunya

¡Qué poco ha durado la alegría de la tregua ficticia que El País se había inventado! Menos de un día, dice, contrito, el periódico; y tan menos; como que no existió. Después del espectáculo de grosería, chabacanería y agresividad del unionismo,  por la noche entraron en faena los comandos fascistas encapuchados y portando armas blancas. Esta vez, traían un plan y un croquis de actuación que afectarían a varios núcleos de población. Los mossos los han detenido e identificado. Catorce individuos, uno de los cuales, al parecer, un guardia civil de paisano. Ya veremos los demás. Este es un problema grave, por más que los medios se obstinen en ocultarlo o en inventarse enfrentamientos y tumultos entre unos y otros. Los agresores son casi siempre unionistas. ¿Puede el gobierno controlar a unos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado rebosantes de franquistas y ultras que se sienten animados por el "¡A por ellos!" que comparte la sociedad española? Y, si no puede, ¿de qué Estado de derecho hablan los gobernantes y sus medios? ¿Un lugar en que la ciudadanía se ve impedida en el ejercicio de sus derechos por bandas de fascistas, delincuentes y agentes del "orden" de paísano? No es un Estado de derecho; es un Estado hobbesiano de naturaleza en el que no hay una guerra de "todos contra todos", sino una agresión permanente de los más, violentos y más armados contra los menos, pacíficos y desarmados.

Poco más tarde, Albiol, protagonizaba una de sus chulescas salidas de tono recriminando al presidente Torra su declaración de atacar el Estado injusto. A minutos del comienzo del acto de homenaje a la víctimas. Y es que esto de las víctimas no importa mucho a la derecha. Normalmente las instrumentalizan o las ignoran. Entrevistada en directo en otro lugar, Inés Arrimadas arremetía contra los independentistas acusándolos de todo lo imaginable, especialmente de politizar un acto destinado a las víctimas con tanta reiteración y fatiga que la presentadora hubo de hacerle lo que en tuiter se conoce como ¡Zasca!: "es el día de las víctimas y usted no para de hablar de política".

No hay tregua. Hay una consigna, consistente en alimentar la tensión, atacar a Catalunya por cualquier medio, sembrar la violencia y el terror con impunidad. La izquierda española se tragó la pócima de que había una nación española configurada como un Estado de derecho y una democracia cuando lo que tenía era la actualización del régimen de la dictadura blanqueada constitucionalmente. Ahora le toca beber otra peor: si no pone coto de forma contundente a la fascistización del país, acabará siendo cómplice de ella.

dissabte, 14 de juliol del 2018

El PSOE es la nueva derecha

Sánchez ganó las primarias asegurando que, con él, el PSOE volvía a la izquierda. Así se probaban dos cosas: una, que la gente nos tragamos todo lo que nos echen, especialmente si nos lo echan en ese pesebre de colorines llamado televisión; otra, que Sánchez, como los del PP, casi siempre que habla, miente. Es se debe no solo a la especial proclividad a mentir del hoy presidente  sino también porque la mentira es la forma habitual de relacionarse en política. Por eso es tan divertida la escandalizada polémica actual sobre las fake news, como si hubiera alguna news que no fuera fake.

Hace unos meses, un presentador de televisión me preguntaba en directo si yo creía que el independentismo había despertado la fiera de la extrema derecha, dormida hasta el momento. Le respondí que eso no era cierto porque la extrema derecha no estaba dormida sino en el gobierno (entonces el de M. Rajoy), cuyos ministros no eran muy despiertos, aunque no tan poco que pudiera suponérseles dormidos. El presentador pareció escandalizarse y acabo diciendo algo que escucho frecuentemente del tipo "je je je, hay que ver cómo eres" o "que radical", etc. Luego supe que la doctrina de la extrema derecha "dormida" y despertada por el independentismo traía cuño de Podemos, una de sus habituales falacias rebosantes de hipocresía que llaman "análisis". Como no tienen razones para ir contra el independentismo catalán, se inventan esta patraña de que ha despertado a la fiera fascista, como si esta no estuviera presente a toda horas. Por supuesto, el escandalizado presentador de inspiración podémica ya ha sido nombrado algo en la TVE controlada hoy en gran parte por Podemos. Esto funciona así.

No hay duda. La frecuente pregunta de por qué no existe un partido de extrema derecha en España como tal se responde  con sencillez y objetividad: porque está en el PP y en C's. La derecha, la derecha de toda la vida, católica, mojigata, conservadora, centralista y bastante autoritaria está hoy representada por el PSOE que, al parece, sigue creyendo que puede engañar a la gente haciendo pasar por política de izquierda unos arreglos superestructurales en terrenos de modas, criterios morales, etc, pero sin tocar los aspectos más esenciales de los derechos de ciudadanía que siguen tan pisoteados como en tiempos del PP. 

El compañero y cómplice de esta obra de mixtificación del PSOE es Podemos, el partido neocomunista de raíz anguitista que se presentó camuflado de albacea del 15M y cuyo único objetivo real era el sorpasso a la traidora socialdemocracia. Hoy es su principal aliado y siervo como se nota porque, así como los socialistas han callado respecto a la sentencia del tribunal de Schleswig-Holstein, con la que no están de acuerdo, dejando solamente que Sánchez diga la habitual sinsorgada vacía de que "lo importante es que los indepes serán juzgados en España", los de Podemos se han cerrado en un mutismo absoluto, con lo parlanchines que son, sin decir oxte ni moxte sobre los disparates de Llarena. Prueba de que su supeditación al partido al que iban a sorpassar es ya absoluta y absoluta su entrega al nacionalismo español. Por eso aportan la falacia de que es el independentismo el que despierta el fascismo; para poder condenarlo con su buena conciencia de señoritos mesetarios.

Que el PSOE es la derecha resulta evidente. Figura como un partido dinástico, obediente a la corona y capaz de participar en la especie de conjura de políticos y periodistas cortesanos para encubrir las fechorías del Rey anterior, tapar sus presuntos robos y crímenes y su comportamiento de putero compulsivo. Su grado de abyección cortesana alcanza el paroxismo cuando una ministra socialista afirma que las trapisondas del Borbón emérito, un granuja, no afectan para nada a Felipe VI. Para entendernos, según el PSOE, si tu padre es una mangante, tu hermana otra y tu cuñado está en el trullo por ladrón, ni tú ni los tuyos tenéis nada que ver. Debe de ser cosa de la maledicencia pública.

Y no solamente hay vergonzosa sumisión a una corona restaurada por un dictador y genocida, sino también saqueo propio del país. El PSOE es el partido siervo del conjunto de la oligarquía, como se ve por el hecho de que se niegue a publicar los nombres de los defraudadores a Hacienda en la ilegal amnistía de Montoro, entre otras cosas porque entre ellos pueden encontrarse nombres de reyes, presidentes y otros parásitos. Las excusas sobre retroactividad y otras vainas solo demuestran que los socialistas saben que, para que el pueblo trague las mayores iniquidades, basta con contarle alguna burda patraña. 

A cambio de todo esto y, como queriendo fabricarse una imagen algo más progresista frente a los franquistas del Tribunal Supremo, el PSOE dice defender el sistema de euroórdenes y el espacio Schengen. Es absurdo: bastaría con que se impidiera que la extrema derecha pepera siguiera controlando a los jueces franquistas para que toda la tramoya montada por estos indeseables se haya venido abajo. Pero, no haya dudas, no es que los socialistas defiendan la democracia, las libertades o el Estado de derecho. Al contrario, defienden la dictadura neofranquista, cerrando los ojos a la crítica judicial alemana, y reafirman la trampa de que los indepes injustamente presos y exiliados serán juzgados en España. Y eso sin parar mientes un solo segundo en que, como están las cosas en el país, los jueces serán los fascistas de turno.

dissabte, 28 d’abril del 2018

El estilo de la casa

Lleva un jamón cuando vayas a ver al alcalde. Es la mentalidad de los gobernantes, pata negra de cacique. Compran y venden medallas para los más diversos fines. Todavía se recuerdan los dos millones de dólares que costó la no-medalla del Congreso de los EEUU a Aznar. Y hace poco el rey otorgaba unos distinguidos galardones a Juncker y sus amigos sin que ello tuviera nada que ver con las declaraciones de este siempre hostiles al independentismo catalán. También ponen medallas a  los policías que mandan a aporrear ciudadanos y a las vírgenes, en probable agradecimiento por el éxito del aporreo.

Pero esta vez se han pasado veinte pueblos, que dicen los castizos. Es tal el ridículo de llevar el jamón de las medallas a Alemania que el ministerio del Interior desmiente tajantemente haber cursado ninguna petición de nombres de policías alemanes para enmedallarlos. Puesto que el gobierno de Schleswig-Holstein no se habrá inventado la pintoresca petición, alguien la habrá cursado desde España.

Ahora empezará otro divertido vodevil para buscar al culpable. Y no se descarte una nueva guerra de imputaciones basadas en escuchas ilegales o actos de espionaje que, al parecer, forman un inframundo de la política madrileña. Ahí están los del Grupo Novo, que trabajaban en labores de seguridad para Ignacio González diciendo que "faltan vídeos por salir". Un susto para esa confusa nube de políticos, cargos públicos, empresarios, conseguidores y vividores en general que, como siempre, ha sido la villa y corte. Cifuentes ha pasado a la reserva, absorbida por la ciénaga de la comunidad de Madrid, capital del hampa. Como ya se vio con toda claridad en los lejanos tiempos del "tamayazo".

El resto, por ahí le anda en este Estado de derecho on presos y exiliados políticos. La Audiencia Nacional aparta a un juez de la causa de la caja B del PP por afinidad con este partido. Eso de los jueces afines al PP es una verdadera plaga y, si se suman los fiscales, la plaga se convierte en peste. La afinidad en este caso viene probada por unas cursos en la fundación FAES. Precisamente actividad en la FAES es lo que llevó a Pérez de los Cobos a presidir el Tribunal Constitucional por decisión del PP. 

Es el estilo de la casa.

dilluns, 9 d’abril del 2018

Banderas al viento

La CCC o Convención de Cristina Cifuentes se clausuró ayer con un vibrante, enardecedor discurso de M. Rajoy. Todo se ha hecho divinamente y gracias al PP la Generalitat no está presidida por un procesado. Las afirmaciones del buen hombre suelen tener una relación conflictiva con la realidad. No hubo consulta del 9N ni hubo referéndum el 1-O, ni ha habido declaración de independencia. La Generalitat no está presidida por un procesado, pero la mesa del Parlament propone para la investidura a un procesado. Si tal cosa sucede, alguien se arriesga a no existir, la mesa, el Parlament, el propio procesado. Resulta fácil: se imputa desobediencia a la mesa y se la procesa, se disuelve el Parlament y al procesado se le aplica alguna medida disciplinaria más. Al fin y al cabo, nadie sabe cuál es el exacto estatus jurídico de lo presos políticos catalanes que, por supuesto, tampoco existen.

Es para estar muy contento y cantar victoria en donde haya batalla, cerrando filas los leales y cargando contra los adversarios, tropa, dice Demóstenes Sobresueldos, de parlanchines. Todo lo que no se le ocurre a él, es decir, todo, son "ocurrencias", "conejos de la chistera", "algarabías",  adanismos", "cosas de parlanchines".

Lo más curioso es que cargue con especial virulencia contra las mesnadas de C's que tienen en sus manos el destino político de Cifuentes. Un voto a favor de la moción de censura PSOE/Podemos y Cifuentes pasa a hacer eso que anuncian siempre las gentes cuando dimiten, que lo hacen por amor al partido y  tener tiempo para defender su acrisolada inocencia.

Y muy fuerte, en efecto, ha terminado M. Rajoy la convención de esa curiosa organización llamada Partido Popular, un popurrí de elementos de secta, de empresa, de hampa, de familia, de red clientelar, de mafia, de cualquier cosa menos de partido político. El jefe de ese magma de inconsistencias y vaguedades canta victoria asegurando que  no han conseguido romper la unidad de España. Han fracasado con la República. Han desafiado al Estado y nuestras instituciones han demostrado su fortaleza. La unidad de España está rota. Si no, pregúntese por qué al próximo acto del rey Felipe en Barcelona no se ha invitado a ninguna autoridad catalana. La República catalana es un hecho, más claramente fuera que dentro, pero también dentro y, desde luego, a nivel local y popular en toda Catalunya. Ha habido desafío al Estado pero las instituciones han mostrado su debilidad, su corrupción, su arbitrariedad e injusticia.

Ningún contacto entre ese partido y su convención y la realidad circundante. Pero no hay motivo de preocupación. Las banderas pueden seguir al viento. La oposición no tienen otras. 

diumenge, 18 de març del 2018

El pueblo contra la banda de ladrones

Tenía que pasar, tenía que pasar, era imposible que no pasara...Por fin, el ejemplo de Catalunya, la lucha de los catalanes, sus movilizaciones pacíficas, masivas, democráticas, día a día, mes a mes, any rere any, acabaron prendiendo en el resto del Estado, entre las gentes de otras partes de la península. Hacían estas como que no veían, que no se enteraban. Al fin y al cabo, son catalanes, muy suyos; nada en común con los demás; hablan una lengua extraña.  "A por ellos" gritaban algunos descerebrados.

Pero, en sus casas, en sus trabajos, en sus familias, poco a poco iba penetrando la idea de que los catalanes luchaban por lo que era suyo, por su dignidad, su libertad, su patrimonio. Algo que todo el mundo entiende y, en el fondo, aplaude. Y poco a poco, empezaron a interesarse, a considerar la posibilidad de hacer lo mismo. Dar un paso al frente, salir a la calle, protestar.

Empezaron los jubilados convocando su primera manifa y haciendo realidad esas preciosas líneas de Juan Leyva: En el 68 fueron los estudiantes/en el 2018 los jubilados./Es decir, los mismos. Pero cometieron el error de convocarla el 1-O y, claro, el referéndum catalán la borró del mapa mediático. No obstante, muchos aprendimos de ese error: la banda de ladrones que gobierna España está dispuesta a todo, literalmente a todo, con tal de seguir robando. Si en la salvaje represión del 1-0 no hubo muertos fue de casualidad. Pero ahora ya lo sabíamos: Emepuntorajoy (a) El Sobresueldos y su pandilla no pararán en barras, sobre todo con el 155 y la tiranía de hecho que les garantiza. 

Entre tanto, las mujeres salieron a la calle. Víctimas de mil y un agravios, tenían sobradas razones: violencia machista, brecha salarial, abusos de todo tipo, etc. Y se hicieron ver y oír. Tanto que los políticos (y políticas) de la derecha, que se habían reído de la convocatoria y, como siempre, habían insultado a las feministas, acabaron luciendo lacitos morados y balbuciendo mentiras sobre lo mucho que apoyaban la causa de las mujeres, ellos, que suelen ser unos macarras y ellas unas siervas de los sietemachos. Sin sentido del ridículo ni dignidad algunos. Solo por los votos.

Volvieron luego los jubiladas, llenaron calles, plazas, avenidas para protestar por el robo de las pensiones perpetrado por el hatajo de sinvergüenzas del gobierno que condenaron a los viejos ya en 2013 a la paulatina erosión de sus ingresos con la fórmula de revalorización automática, lineal y única del 0,25 que es un escarnio. Pero ningún partido de la oposición dijo ni hizo nada a pesar de que este atraco se basaba en desvincular las pensiones del IPC y, por tanto, romper el Pacto de Toledo. Ni palabra. Si los jubilados no protestaban, a la oposición le iba bien.

Como no vieron la manifa del 1-O porque estaban todos acobardados con el referéndum catalán (que, por cierto, fue un éxito) no vieron a los pensionistas. Así que, cuando estos reaparecieron en masa, todos los partidos dinásticos (es decir, todos los de ámbito estatal) se sumaron a la manifestación y algunos hasta trataron de atribuírsela con todo el morro. 

En el ínterin, los catalanes seguían con su lucha solitaria, en defensa de su derecho de autodeterminación, la República Catalana y la libertad de los presos, el retorno de los exiliados, la devolución de los patrimonios embargados, etc. Y la banda de forajidos en el gobierno incrementaba la dureza de su represión: 155, más porrazos, detenciones, bandas de fascistas por las calles, etc. Represión que saltó fuera de Cataluña y se cebó durante semanas en Murcia y luego en el Lavapiés, en Madrid. Se cumplía la profecía de Martin Niemöller: cuando fueron "a por" los catalanes, los demás no se movieron; después fueron "a por" los demás.

Entre tanto, en el Parlamento, la clase política -toda ella, extrema derecha, derecha, centro y centro izquierda- mostraba su alma más vil y ruin en el debate sobre las pensiones. Los diputadas de los 4 partidos dinásticos "nacionales", todas ellos con salarios estratosféricos, canonjías, prebendas, complementos y subvenciones que pueden totalizar diez, doce, quince mil euros al mes (año y medio o dos años de pensiones/basura) y con jubilaciones de cine, regateaban unos euros a nueve millones de depauperados pensionistas y se reían de ellos. Dos ejemplares de auténticas vergüenzas morales, como Celia Villalobos y Fátima Báñez, pretendían burlarse de los jubilados en su estilo de sacristía hipócrita .

Así que los pensionistas volvieron ayer a la calle a decenas de miles para vergüenza de una izquierda egoísta que solo se atrevió a sumarse a la manifa con algún vano y desvergonzado intento de capitalizarla. Por fortuna no pueden porque los viejos no son los ingenuos del 15M, a los que los espabilados de Podemos casi consiguieron engañar.

Al mismo tiempo, salía también a la calle la gente en contra de la Ley Mordaza. Esa que la oposición se había comprometido a derogar hace dos años y que ahí sigue en vigor, enviando a la cárcel a gente que no ha hecho nada salvo tener la honradez y el valor de decir lo que todos pensamos. Lo que los de izquierdas, cortesanos y tiralevitas del zángano real, no se atreven a decir porque ya forman parte de este sistema corrupto. 

En el colmo del cinismo granuja el Sobresueldos, presionado por una calle movilizada, se atreve a prometer que, si "sigue la recuperación económica" subirá más las pensiones. Como si fueran suyas, le salieran del bolsillo o tuviera el mínimo derecho a hacerlo. Y nadie en la izquierda protesta y explica que las pensiones son un derecho de los trabajadores y que nadie, gobernante o no gobernante tiene derecho a subirlas, bajarlas o tocarlas si no es con el acuerdo de los propios jubilados.

Porque tanto la lucha de los pensionistas como la de los catalanes, las mujeres y los ciudadanos por la libertad de expresión se encuentran al albur de unos desaprensivos y mangantes que, mientras se forran con lo que no es suyo, pretenden dictar normas y medidas que afectan a los demás y a lo que no tienen derecho alguno. 

Fuera las zarpas de los partidos dinásticos de Catalunya, de las pensiones, de la libertad de expresión. Libertad para Jordi Cuixart, Jordi Sánchez, Oriol Junqueras y Joquim Forn.

dimecres, 7 de març del 2018

Los catalanes tienen la culpa de todo

También de que Rajoy sea un inepto y no consiga gobernar ni aprobar los presupuestos, ni normalizar la situación en Cataluña. El B155 está desatado y sus razonamientos no pueden ser más peregrinos. Según El País la causa de la parálisis de la legislatura es la crisis catalana. Es una pura inversión de la relación causal. La causa de la paralización de la legislatura y la ineptitud del gobierno no es la "crisis catalana"; esta no es la causa de aquellas parálisis e ineptitud, sino su efecto. 

La legislatura está paralizada por una especie de acuerdo entre truhanes. El gobierno está en minoría, pero gobierna por decreto ley, sin hacerlo a traves del parlamento y con un acuerdo implícito de la oposición que renuncia a ponerlo en un brete o incluso a derribarlo mediante una moción de censura a cambio de que por su parte no haga nada. La ineptitud del gobierno corre paralela con la irrelevancia del Parlamento y el activismo de unos jueces, movilizados por gobernante que no sabe cómo salir del atolladero en que se ha metido él solo.

Los prosupuestos no están bloqueados por el PNV sino por el 155. Lo que bloquea todo y todo lo paraliza es el 155. En la situación actual empieza a cundir la idea de que los indepes catalanes posterguen la investidura del presidente para que M. Rajoy se vea obligado a levantar el 155 antes de que aquella se produzca y a los efectos de que el PNV acepte discutir del presupuesto y lo desbloquee. 

Sería un cálculo razonable si el B155 actuara por criterios democráticos y humanos. Pero no es el caso. Si los catalanes no hacen lo que el gobierno quiere, seguirá el 155 y, mientras siga el 155, no habrá presupuestos de 2018. Se prorrogarán los de 2017 con general descalabro. 

Al final, los catalanes van a tener también la culpa de que un gobierno que no sabe gobernar no pueda gobernar y se vea obligado a convocar elecciones por su incapacidad.

divendres, 2 de març del 2018

La esperanza está en los "panteras grises"

Esa jaculatoria de "no podemos gastar lo que no tenemos" es la que, entre otras mentiras, empleó al pie de la letra el hombre de los sobresueldos para ganar las elecciones de 2011. Venía acompañada de otra, dicha en tono patriarcal de que "si hay algo que no tocaré serán las pensiones".

Y ya se ve en dónde nos encontramos. El PP de M. Rajoy y  los demás partidos parlamentarios pues todos han ignorado la cuestión de las pensiones si bien en distinto grado, se encuentran con un estallido que no esperaban de un sector muy importante electoralmente. Se azoran todos y andan lanzando propuestas y pidiendo la convocatoria del Pacto de Toledo. Mientras tanto, los teóricos fabulan el legado del 15 M, recogido ahora por trémulas manos.

El planteamiento gubernamental del asunto ha sido tan agresivo como el de un asaltacaminos: un día dice M. Rajoy que la gente vaya ahorrando para pagar por la educación (hasta ahora servicio público gratuito) y las pensiones, hasta ahora un derecho de los jubilados. Al día siguiente toma medidas a favor de los planes privados, con los que los bancos quieren enriquecerse más. Al otro se niega a subir las pensiones más que el oprobioso 0,25%, aduciendo que no tenemos dinero para pagar la subida. Lo remata el gobernador del Banco de España, pintando de negro el futuro de las pensiones (de los demás) y mirando con codicia las viviendas en propiedad de los jubilados con las que podrían financiarse su pensión; o sea, que se vayan al otro mundo hipotecadas.  

No es de extrañar que la gente estalle y lo haga como lo hace, espontáneamente. A unos jubilados que en muchos casos han de aportar su pensión al sostenimiento de algún parado en el hogar y han de pagar ahora por una asistencia sanitaria antes gratuita se les dice que no hay dinero para mantener sus pensiones (lo de subirlas es un eufemismo): que lo tienen crudo y pueden darse con un canto en los dientes pues aún están bajo techo.

El estallido es lógico. Las pensiones son un derecho de los jubilados por su trabajo a lo largo de sus vidas, no una gracia discrecional del gobierno. Es un derecho y el gobierno tiene que respetarlo, sacando el dinero de donde lo tenga. Porque, si ahora no hay dinero, antes lo hubo: 60.000 millones de euros del fondo, precisamente, de las pensiones. (Por cierto, tan mala no fue la herencia de Zapatero cuando le ha dado al M. para pillar 60.000 millones). Había dinero y dinero, además, de los pensionistas. ¿Qué han hecho con él? Es fácil, regalárselo a la banca (que ahora reparte dividendos de cine), rescatar autopistas quebradas, construir aeropuertos y AVES ruinosos, comprar deuda pública española, o sea, bonos basura y robar el resto a manos llenas. 

El saqueo no puede quedar impune. Los jubilados, que mantienen la protesta en la calle, aseguran hacerlo en nombre de sus hijos y nietos. Y de inmediato han comenzado las redes a afear a esos hijos y nietos que hayan de venir sus padres y abuelos a sacarles las castañas del fuego. 

Desde luego, si este ejemplo no mueve a la izquierda a echar a un gobierno corrupto que literalmente está destruyendo el país, este tendrá lo que merece.

divendres, 23 de febrer del 2018

El Estado doble

Soy muy aficionado a la figura del doble (el Doppelgänger) en la literatura. El doble no es un personaje normal; a veces no es ni un personaje, puesto que duplica, "clona" a otro y crea así el problema de quién sea el doble y quién el original, lo cual conduce directamente a las regiones filosóficas. El doble no es un personaje, sino un símbolo de la naturaleza humana. Los seres humanos somos duales y todo lo entendemos en términos duales (el bien, el mal; la vida, la muerte; la virtud, el vicio; etc.), generalmente antagónicos. 

El ser humano es doble en su unidad. Una cosa es lo que dice y otra lo que hace. Hay quien lo ve triple, pues una cosa es lo que dice, otra lo que hace y otra lo que piensa. Por desgracia o por fortuna, el pensamiento es secreto, inabordable y solo se manifiesta cuando se traiciona, empujado por ese genio maligno del subconsciente. Son las meteduras de pata de Cospedal hablando de saquear el país; o de Catalá, vanagloriándose de lo bien que gestionan la corrupción; o M. Rajoy felicitándonos el año pasado, el 2016. Pero, lo dicho, tratándose de gente normal, el pensamiento es secreto. ¿En qué pensaría M. Rajoy cuando rebajaba de hecho las pensiones tras haber dicho que no las tocaría y que las subiría? ¿Qué pensaría? ¿Soy un canalla por haber engañado a la parte más débil de la sociedad? ¿Soy un genio por haber engañado a millones de personas que seguirán votándome? El pensamiento es secreto. En su comportamiento externo, observable, en lo que dice y lo que hace, el ser humano es doble.

Y dobles son sus instituciones, sus gobiernos, partidos, Estados, iglesias, tribunales. Dicen una cosa y hacen otra. Prácticamente todos. La política consiste en explicar después la diferencia entre lo uno y lo otro. Ya en tiempos de Ortega era moneda corriente la distinción entre la España real (lo que se hace) y la oficial (lo que se dice). Dualidad que compartía con todos los regímenes de la época pero que a nosotros nos toca más de cerca por ser la "nuestra de toda la vida".

Tómese el caso de la censura de Arco, la fotos pixeladas de cuatro presos políticos catalanes. Visto y no visto. Se cuelga el montaje. En minutos, suena un móvil: la dirección del Ifema ordena a Arco retirar la obra ipso facto. Arco llama a la galerista y la galerista, sin rechistar, retira el montaje, dejando el lienzo blanco de la pared en donde durante unas horas, los duendes de Twetter subieron la leyenda de "mapa con todas las alcaldías de C's en Catalunya". Ninguna. La censura salta a los medios y redes y se monta el escándalo. Interpretación de manual: ataque a la libertad de expresión. Todas las entidades implicadas dan la cara avergonzadas (al fin y al cabo, es el arte), sin explicarse qué había sucedido, reconociendo su culpa y asegurando que no volvería a pasar. Como colofón para cerrar el caso en el arquetipo de lucha por la libertad de expresión, la obra no se pudo reponer porque ya se había vendido. Pero, si todo era tan evidente desde el principio, ¿por qué se produjo la orden de censura en primer lugar y por qué recorrió la cadena del mando sin que nadie rechistara? Los más enterados susurran que, en realidad, se trataba de evitar que el rey, en la inauguración, viera la obra.  Podía darle algo. Pasado el monarca admirando estatuillas, la obra se repondría.

Ese servilismo ante la monarquía ya deja muy mal a todos los responsables. Excepto a Carmena, que no asistió a la inauguración en protesta y cuyos delegados en el Ifema votaron en contra de la retirada. Los demás, quedan de miserables tiralevitas. Pero en realidad, es peor. Probablemente la primera orden de censura nació en la dirección del Ifema, no vino de más arriba. De hecho, hasta Zoido se permitió afirmar al estilo M. Rajoy, su maestro, que "el arte es siempre el arte". Y el ministro Méndez se hacía cruces en nombre de la sagrada libertad de expresión que reina en España, como si el atentado no fuera con ellos. La dualidad y la hipocresía es evidente: diciendo lo de la libertad, no era preciso que la negaran de hecho porque, al tratarse de presos políticos catalanes, las autoridades inferiores, los medios, las instituciones españolas actúan de oficio prohibiendo, reprimiendo, denunciando. Lo primero que hizo el ciudadano que creyó ver a Puigdemont en la personificación de su doble, Joaquín Reyes, fue llamar a la policía que, por cierto, acudió en nutrido comando de seis contra una hombre solo. Pero muy peligroso por catalán e independentista.

Y si de la censura del Ifema saltamos a las manifas de jubiladas de ayer, la oposición entre el dicho y el hecho llega al insulto, cosa habitual pues quien la explica es el portavoz del PP, Rafael Hernando quien hace ver condescendientemente a los manifestantes que pueden darse con un canto en los dientes pues hay colectivos que están peor. Pero esta es la parte esencial, macarra, del sujeto. La curiosa es la dual. Dice Hernando que, con el PP las pensiones han crecido de media, han aumentado su poder adquisitivo. Desvinculadas del IPC desde 2013, sometidas a un incremento lineal del 0,25%, con IPCs anuales superiores excepto en dos años (-1,0% y 0,0% en 2014 y 2015 respectivamente), las pensiones, objetivamente, han bajado. Lo de Hernando es un dicho; lo del IPC, un hecho. Es una provocación y un insulto que se invite a darse con un canto en los dientes a una gente a la que se ha empobrecido también encareciendo los productos farmacéuticos y el recurso a la sanidad, se la obliga a subvenir con su magra pensión a familiares en el paro y, además, se le han saqueado 60.000 millones de € del fondo de pensiones para dárselos a los bancos. La distancia entre lo que se dice y lo que se hace es inmensa.

Allá por los años cuarenta del siglo pasado, Ernst Fraenkel, uno de aquellos judíos alemanes que hubieron de emigrar a los EEUU, en donde hicieron una gran obra, elaboró la teoría del "Estado doble". Es un estudio del régimen nazi. De los que hay muchos, sí, pero este es único porque se escribió desde dentro de Alemania en los años treinta y el manuscrito sacado clandestinamente del país. El Estado nazi era "doble", de un lado era una estado de normas jurídicas y, de otro, un Estado de medidas políticas. La teoría era buena y fue el núcleo del problema que se planteó al final de la guerra: ¿cómo pudieron unos jueces administrar justicia en un Estado cuyas medidas políticas estaban basadas en la violencia y el terror?

El análisis de Fraenkel era del régimen nazi, pero su proceder es aplicable a España, salvando todas las distancias. ¿Cómo pueden los jueces administrar justicia en un Estado cuya práctica política es la arbitrariedad, la represión y la violencia, sin olvidar la corrupción, que también los afecta a ellos? Más concretamente: ¿cómo pueden administrar justicia en un país que envía 10.000 policías a reprimir brutalmente un acto público masivo y pacífico, dejando detrás 1006 personas heridas?

¿Cómo? Muy sencillo: negándolo de plano con todo el morro. El señor Pérez de los Cobos, procesado por torturas, falangista, de familia de Fuerza Nueva, hermano del expresidente del Constitucional y enviado por el gobierno a reprimir el 1-O, niega ante el juez que hubiera cargas de la Policía Nacional y la Guardia Civil y atribuye la violencia a los mossos.  Cualquiera de los cientos de vídeos de la jornada muestra que esto es mentira. Es igual. No hay que atender a lo que pasa en realidad sino a lo que dice el gobierno o sus secuaces que pasa. Consigna también para los jueces.

Y el gobierno (y sus medios y sus jueces) dice que lo que pasa no pasa. Negar, mentir, es costumbre en la escudería. Y con total desparpajo. No hubo referéndum de 1-O, no hubo declaración de independencia el 27-O, no hay presos políticos, sino políticos presos. Dicho por un partido con la mayor cantidad de políticos presos en toda la escala procesal, y presos de derecho común.

El Estado doble de Fraenkel. España, dice M. Rajoy, es un Estado de derecho. La ley está para cumplirla. Ahorro el plúmbeo rollo teórico sobre ley y democracia. El Estado norma jurídica. Luego viene el Estado medidas políticas: corrupción estructural, supresión de la libertad de expresión, dictadura del 155, agresión al bienestar de los sectores populares, agresión a la lengua y cultura de los pueblos y naciones, guerra sucia de los ministerios contra los adversarios ideológicos, derecho penal del enemigo, justicia política, justicia de clase (los tres magistrados que han encarcelado a Valtonyc son los tres recusados en otras ocasiones por afinidad al PP), manipulación de los medios de comunicación, anulación de la división de poderes.

¿Cómo puede decirse que se administra justicia en estas condiciones? 

diumenge, 11 de febrer del 2018

Rajoy en amok

Rajoy parece haberse convencido ya de que en España no lo quiere nadie. Ni los suyos. Escasamente su familia y la fiel vicepresidenta. Pero esta ya no le sirve de nada, pues le han aconsejado que no recurra ante el Tribunal Constitucional los sondeos del CIS ni las encuestas de intención de voto, ni las valoraciones de los líderes. Mire hacia donde mire, todo el mundo le da la espalda. ¡Ingratitud humana! Con lo que él ha hecho por los ricos, los financieros, empresarios, delincuentes, curas y organizaciones fascistas, al tiempo que ha castigado, anulado o reprimido a "los del otro bando". ¡Y ahora quieren prescindir de él, como si fuera una zapatilla vieja!

Pues parece haber decidido dar también aquí la batalla. Si hay que luchar por la supervivencia se pasa al ataque sin contemplaciones y, después de robar el fondo de las pensiones, se le dice a la gente que ahorre si quiere tener alguna y también, de paso, para la educación de sus hijos, para la que tampoco hay dinero porque se lo han fundido en robarlo directamente, regalárselo a los bancos, invertirlo en obras faraónicas inútiles o comprar armas a los yankies y voluntades políticas en las cancillerías europeas en contra de Cataluña. Antes o después del presidente M punto Rajoy, los de su partido preparan el terreno. Villalobos quiere sisar dos eurillos al mes a los suculentos salarios de los trabajadores y no sé qué dama de las aseguradoras ya sugiere a los jubilados que les regalen sus casas a cambio de la pensión de la que el gobierno los ha despojado y sigue despojandolos.

No hay duda: esta unanimidad social en torno a la marcha de Rajoy apunta a una situación de emergencia. Unanimidad que se refleja en la ínfima valoración a lo largo de todo su mandato, siempre como el político peor valorado, aunque a veces décimas por encima de Iglesias. Un presidente del que todos quieren librarse, no solo por incompentente, sino por desvergonzado y aburrido. Y una situación de emergencia porque a la vista está que este hombre ha perdido todo control y corre en amok de un lugar a otro destrozando lo que encuentra. Vamos a ver cuánto tardamos en tener un conflicto diplomático con Bélgica a cuenta de Cataluña.

Catalunya es el nombre del episodio más catástrofico de la catastrófica gestión de Rajoy. Un desastre sin paliativos originado en el autoritarismo y la incapacidad política de un partido y un gobierno más dedicados a esquilmar el país por todas las vías, legales o ilegales, en provecho propio que a gobernar con algo de lo que Rajoy siempre presume porque no sabe lo que es, el "sentido común". Cuando por "sentido común" entiendes solo lo que te beneficia a ti, tu partido y tus amigos, sucede esto, que te quedas sin país.

Junqueras dice que el mejor regalo que puede hacérsele (por los 100 días encarcelados) es que haya un gobierno. Y en ello está el bloque independentista. Habrá govern y sus circunstancias dependerán de lo que decida el bloque indepe y de lo que las circunstancias más tarde vayan aconsejando. Lo primero será pedir la retirada del 155 y lo segundo, la cesación de todas las hostilidades represivas, con la consiguiente liberación de los presos políticos y el retorno de los exiliados. Son las condiciones ideales para iniciar una negociación entre el Estado español y la Generalitat de Catalunya.

Sí, ya sé que decir esto suena a música celestial y que es seguro que no se conseguirá o no se conseguirá todo. Pero eso no es una razón para no plantear la exigencia, pues es justa y debe quedar constancia de ella. Porque, en definitiva, mientras las cosas no cambien, la cuestión es hasta dónde desarrolla su mandato republicano la Generalitat sin entrar en nuevo conflicto constitucional con la Monarquía española, lo que queda de la Monarchia Hispanica. 

dijous, 25 de gener del 2018

"No nos metamos en eso"

Nueva entrevista gloriosa de Carlos Alsina a esta vergüenza de presidente que nunca sabe nada en Onda Cero. Ahí está diciendo "no nos metamos en eso" a la propuesta de obligar por ley a la igualdad salarial entre hombres y mujeres que, por lo demás, le parece muy deseable, en un ejercicio de lógica borrosa (o "fuzzy") que es como, según los entendidos, funcionan las cosas que nadie sabe cómo funcionan. 

¿Quieren otro ejemplo? Vayan al inolvidable momento en que M. Rajoy sentencia al estilo Fray Gerundio de Campazas que cada uno sabe de lo que sabe y que él no sabe nada de "operaciones policiales". "Pero usted ha sido ministro del Interior", dice el guasón Alsina. (¿Y la europea?)

Por supuesto, de la corrupción no estaba enterado. De la de Valencia no sabía nada y eso que, cuando los corruptos valencianos del PP le salvaron frente a Aguirre, allá por 2008 o 2009, cantó lo de que siempre estaría con, ante, sobre, tras Camps. Pero no sabía nada. 

Como tampoco sabía lo que hacía Bárcenas, el que le pagaba los sobresueldos, cuando le avaló una cuenta en Suiza. Sí, a ver, ¿por qué no va a avalar el presidente de un partido (y luego de gobierno) una cuenta en Suiza del tesorero? ¿Por qué no van a cobrar sobresueldos los cargos del partido, incluso ministros si se tercia? ¿Por qué no se van a financiar las elecciones con el dinero que los empresarios dan altruistamente para que triunfe el bien y en uso de la libertad de mercado? Y si algún pellizco de esos donativos va a los bolsillos de los militantes o a los confeti de los niños, es justa retribución por sus esfuerzos. 

No sabía nada. Lo dejó muy claro cuando en 2009 aseguró firmemente que la Gürtel no era una trama del PP, sino una trama contra el PP. Inolvidable foto. Estaba rodeado de los capitostes de entonces del partido y las administraciones, muchos de ellos luego imputados, procesados y condenados en la trama. Casi una escena de Mackie el navaja.

Seguramente tampoco sabía lo que sucedía a unos metros de La Moncloa, en la Comunidad Autónoma de Madrid. Desconocía que estaba gobernada por gangsters. Tampoco sabía nada del Ayuntamiento. Por no saber, no sabía lo que tenía delante de las narices en Génova 13, sede reformada con cargo a la caja B del partido. Sí, esa caja B en la que, según Ramírez en comparecencia ayer en el Parlamento, esta metido de lleno el hombre de los sobresueldos, que no sabía nada. Como les dijo a los jueces: que no sabía nada ni cuando era responsable de las campañas que se financiaban en B de Bárcenas-sé-fuerte.

Lo asombroso no es ya solo que algo así pueda ser presidente del gobierno en ningún pais del mundo sino que, al parecer, para tranquilizar a sus seguidores, ha anunciado su candidatura en las próximas elecciones, cuando las haya. 

... Y si las hay. Siempre en la entrevista, M. Rajoy se jacta del 155 y formula taxativamente que hará todo lo posible para que Puigdemont no sea investido. Lo de este hombre es ya una fijación personal con Puigdemont. Un combate singular, más allá de toda consideración de legalidad, equidad y justicia. Pura arbitrariedad. Puigdemont no puede ser investido porque a él no le da la gana. 

Su insistencia, siempre en la entrevista, en que hay que cumplir la ley, dirigida a Torrent, adquiere ya tintes de neurosis compulsiva. Con el 155 activo, la ley en Cataluña es la voluntad de Rajoy, su capricho. Y eso es insostenible. Si, por arbitraria obcecación se impide la investidura presencial de Puigdemont (y, de paso, Zoido deja de hacer el ridículo), se hará telemática. Y ¿cómo se impedirá ?M. Rajoy ya lo adelantó hace días: más 155, más duro, más largo, veto al Parlament, intervención de TV3, "supervisión" del sistema educativo. O sea, la dictadura en Cataluña, la fórmula que el PSOE está sosteniendo como único responsable. 

Mientras tanto, el Borbón está explicando a los compiyoguis del Foro Económico Mundial cuán robusta es la democracia española. Según Felipe VI, en España las leyes se cumplen.  Es ya palmario que este monarca no sabe en dónde está. Hay dos poderosas razones para no ir a soltar ese estúpido discurso en Davos, allí donde el genio de Thomas Mann situó La montaña mágica: Primera: el mero hecho de ir a explicar que España es un Estado de derecho en ese escenario ya demuestra que no es un Estado de derecho. Segunda: ni en ese escenario ni en ninguno puede alguien presumir de Estado de derecho cuando está en vigor una norma excepcional que suspende el Estado de derecho. Que alguien se lo explique. 

Detrás del triunvirato nacional con el recién llegado de Podemos, de su Rey, sus medios, el Ibex, la Iglesia, está la implícita convicción de que el 155 será la Constitución de Cataluña. La excepción será la norma. El golpe de Estado y el estado de excepción permanentes. Pautados por elecciones cuyo resultado solo se aceptará si ganan los unionistas. 

Tendrán que hacer extensivo el 155 a todo el Estado. Por eso..., si hay elecciones.

Por cierto, quien quiera calibrar que perspectiva de éxito tiene esta actitud cerradamente represiva del Estado español contra Cataluña hará bien en echar una ojeada a este genial artículo publicado en un periódico suizo francoparlante: Catalogne: l'ignominie est en marche. Está clarísimo.

dissabte, 20 de gener del 2018

No es no y sí es sí

Por fin está clara aquella confusión entre un "no" que era "sí" y un "sí" que era no. El truco era que había dos "noes": uno que era "sí" y otro que era "no" y dos "síes" igualmente escindidos. Al final cada uno de ellos ha vuelto a su esencia: no a la izquierda, no a un referéndum pactado, no a Podemos y no a una moción de censura con los independentistas, cosa que "cae por su propio peso". Sí al 155, sí a la colaboración con el PP y C's en la gestión de una unión sagrada que solo admite la posibilidad de imponerse.

El problema es cómo y a qué precio. O debiera serlo. Puigdemont tiene derecho a la investidura. Le parecerá una "broma" al PSOE o una "ilegalidad" al Gobierno y a El País, pero tiene derecho y no hay ley alguna que se lo prohíba. Solo hay la voluntad de Rajoy que, al parecer, el B155 y sus allegados están dispuestos considerar la ley. Y ese es el precio que hay que pagar por impedir, contra razón y derecho, la investidura de Puigdemont. Aceptar como ley la voluntad de un individuo que, por supuesto, representa al país ntero ante Dios y la Historia.

La actualidad española es una marmita a punto de explotar. A la esperpéntica situación creada en Cataluña a golpe del 155 se añade el alud de detritus que día a día deja la Gürtel a las puertas de Génova y La Moncloa con la regularidad con que los milkmen repartían las pints de leche por las puertas en Inglaterra. Leche agriada para el gobierno y su partido. Dictaminando en comparecencia tras consejo de ministros, el inimitable Méndez de Vigo zanja la gusanera viva de la Gürtel asegurando que es algo muy viejo y que Rajoy echó a los acusados. Se olvidó de echarse a sí mismo.

No es de extrañar. La confusión creada en la esfera pública española es de tal magnitud que ni los más competentes analistas y comentaristas aciertan ya a orientarse. El otro día encontré a uno que, presa del delirio, estaba a punto de mandar una crónica según la cual los independentistas querían investir a Pujol; Rajoy reclamaba desde Bruselas un careo con Correa; Susana Díaz sostenía haber ganado las elecciones en Cataluña; había una oferta de pacto entre la CUP, C's y los cabecillas de la operación Lezo; el CNI, a las órdenes de Arrimadas, había registrado la sede del Tribunal Supremo; la ministra de Defensa condecoraba a Cipollino y Camps inauguraba los juegos olímpicos en Madrid. Me costó mucho devolverlo a la realidad y, cada vez que lo hacía, se empeñaba en decir que su relato la mejoraba. Lo dejé mandando tuits a la Casa Blanca.

No se sabe a cuál prestar más atención de los dos espectáculos que ofrece el poder, aunque no gratis; lo que viene del poder nunca es gratis: el embrollo catalán o la basura de la corrupción. Esta última tiene mayores atractivos literarios, con personajes únicos, Camps, siempre de esquinado perfil, (a) "el curita", el "Bigotes", Correa, el héroe epónimo de la trama. Una galería fantástica. Y vengan millones, y cientos de millones, viajes, trajes, juergas. La dolce vita y mucho robo Claro que, del otro lado, tampoco se quedan cortos: Rajoy, el caudillo del 155; el triunvirato nacional Rajoy/Sánchez/Rivera y el aprendiz de brujo, Iglesias; Cospedal, la dueña del verbo; Sáenz de Santamaría, Fata Morgana catalana. Otra galería de novela entre gótica y costumbrista y vengan millones otra vez, cientos de millones, cuerpos de ejércitos en lejanas fronteras y fuerzas de seguridad en cercanos pagos y pegos. Mucho pago y mucho pego. Y más robo.

Sin embargo todo esta algarabía se aclara como por ensalmo viendo que, en el fondo, son apuestas personales. El B155 no ve manera de parar la actividad parlamentaria de la Generalitat y se concentra en la caza de la persona, Puigdemont. Frustrar la investidura de este le es un triunfo. Si, además,  pudiera encarcelarlo, tocaría el cielo con la mano. Es lógico: es un combate por la supervivencia personal. Lo ve muy bien Ignacio Varela en un artículo titulado Si Puigdemont se presenta en el Parlament, Rajoy se tiene que ir. Tratándose del coriáceo Rajoy tengo mis dudas. Siempre podrá decir que quien se presentó en el Parlamento no fue Puigdemont sino su ectoplasma. Pero añado los dos huevos duros de Groucho: también tienen que irse los otros dos triunviros, Sánchez y Rivera. 

Es una cuestión de carreras personales y se resistirán como gato panza arriba a restablecer la normalidad institucional. Prefieren seguir en la excepcionalidad del 155, esperando que los indepes se cansen, antes que reconocer que no dialogan con estos porque no tienen nada que decir, nada que ofrecer, sino el mantenimiento permanente de la confrontación.  

Y tengo para mí que esperar cansancio de los indepes es esperar verdad de Rajoy. Para ellos, además, la contienda no es personal, sino ideológica y ahí, todos ellos tienen la supervivencia política garantizada. Porque prevalece una unidad estratégica y no meramente táctica como es la de la unión sagrada. 

divendres, 19 de gener del 2018

La dictadura, el secreto y la razón de Estado

Puigdemont es el legítimo presidente de la Generalitat y, cuando, tras la ronda de consultas con los grupos, el presidente del Parlament legalmente constituido proponga un candidato, será el exiliado en Bruselas. Desde el punto de vista de los indepes se trata de una reposición, ya que el hoy candidato a la investidura no ha dejado nunca de ser el presidente legítimo. Desde el del B155 es una investidura nueva porque Puigdemont hoy es el expresidente de la Generalitat. El asunto es interesante, pero ocioso porque el gobierno pretende, según dice, impedir la investidura de Puigdemont por el método que sea. No va por el cargo; va por el hombre; por el hombre como símbolo de un pueblo. Es una cacería.

Para no aburrir con los sobrados títulos a la investidura de Puigdemont remito al lector a un espléndido artículo de Antoni Bassas que explica ese asunto y otros de este jaez maravillosamente.

Así, ¿qué razones aduce el gobierno para impedir la investidura de Puigdemont? Decía El País el otro día que el MHP "desafía la ley". Pero eso es falso porque no hay ninguna ley que prohíba a Puigdemont ser investido telemáticamente. Ya vimos que el diario llama "ley" al capricho personal de M. Rajoy a través de su interpretación del artículo 155. En España la ley es la voluntad omnímoda de M. Rajoy que se jacta de destituir gobiernos democráticamente elegidos (sic) y de cerrar parlamentos como prueba de la solidez del Estado de derecho español, una democracia fuerte, capaz de defenderse como se demuestra encarcelando primero a unos políticos pacíficos y buscando luego el modo de achacarles algún delito.

Eso es el esperpento y no la investidura telemática de Puigdemont.

La voluntad de M. Rajoy es la ley en España. Añade el susodicho dos atributos de esa ley/voluntad para que se vea su fidelidad a la doctrina de la voluntad/ley: a) es igual para todos; b) hay que cumplirla. Ambas falsas. El propio M. Rajoy y su ministra de Defensa, más conocida como anticipollino, enviaron un contingente militar a Letonia saltándose la ley que obliga a una autorización previa del Congreso. Y no es la primera vez. Está claro: no todos tienen que cumplir la ley y, además no es igual para todos pues con el mismo gobierno no reza. Esto se llama dictadura.

La dictadura ama el secreto. Por eso se ocultó el envío de tropas y se ocultó también que el coste de esta operación fue de 63 millones de euros. Igual que el coste de ese vergonzoso desastre de los piolines  costó 87 millones de euros, cosa de la que acabamos de enterarnos porque el gobierno declaró secreto el monto del coste. No hay dinero para la seguridad social, ni las pensiones, ni el desempleo, ni los dependientes, ni las escuelas, pero sí para dilapidar en secreto cientos de millones en operaciones estúpidas y/o desastrosas. Y también para seguir mangando cargando al contribuyente los miles de millones del pelotazo pepero de las radiales de Madrid para volver a privatizarlas.

No me digan que esto no es una burla sangrante, aunque sigue sin llegar al ultraje a la decencia que supone que Junqueras esté en prisión y Urdangarin en libertad.

Porque todo es secreto en la dictadura. Toda la corrupción de la dictadura ha sido y es secreta. Cifuentes no quería entregar los papeles del Canal, al otro se le perdían los expedientes incriminatorios, la Operación Cataluña, top secret estilo Mortadelo y Filemón. Todo secreto.

Del secreto se ha contagiado la judicatura. El magistrado Llarena ha abierto pieza separada en la causa contra el independentismo y la ha declarado secreta por quince días. La justicia democrática es pública. Solo por razones excepcionales y claramente motivados pueden admitirse procedimientos secretos. Puede que las partes, a las que se ha comunicado la decisión, se den por satisfechas con la explicación, si la hay; pero el público tiene también derecho a conocer por qué motivo (por genérico que sea) se abre una pieza separada secreta. ¿O es que, así como la ley en España es la voluntad de M. Rajoy, la justicia es la voluntad del juez Llarena? Los tiempos de la "justicia" secreta, los de las lettres de cachet, pasaron a la historia aunque quizá no en España. 

La histórica rivalidad entre el Tribunal Supremo y el Constitucional se nota en que este último, apuntado a la moda del secreto dictatorial, ha suspendido la comisión de investigación de la Generalitat sobre las cargas policiales del 1º de octubre. Es decir, declara secretas las cargas. Si la gente quiere informarse de lo que pasó puede visionar los cientos de vídeos sobre la violencia policial e ilustrarse con las glosas de los ministros, según los cuales, las fotos eran fakes (Dastis, de Exteriores), no demostraban que hubiera heridos de verdad (Catalá, de Justicia) y probaban que los violentos habían sido los manifestantes atacando a la policía (Zoido, de Interior).

Es un muro de desvergüenza y necedad.

Y tanta dictadura, incompetencia, secreto (con expolio), ¿a qué viene? A la última razón de Estado, Cataluña, en cuyo nombre, para cuyo fin, todo medio es bueno, como enseña la doctrina jesuita.  Y todo es todo.

Por eso, porque hemos llegado hasta aquí en el destrozo provocado por esta manga de incompetentes corruptos y nacionalcatólicos, es urgente laa vuelta a la normalidad institucional: retirada del 155, restablecimiento del gobierno legítimo de la Generalitat y dimisión de un presidente de un gobierno que ha sido una verdadera plaga para el Estado.

Y de la izquierda española mejor es no hablar.

diumenge, 7 de gener del 2018

El gran robo del siglo

El robo del siglo y del país. Y en más de un sentido.

Es una convicción generalizada: los que venían a gestionar bien, con sentido común, sin gastar más de lo que tenemos, a acabar con el paro en dos años, han destruido, han esquilmado el país. Han descapitalizado todos los servicios públicos, reducido los salarios a la miseria, recortado o suprimido todo tipo de subsidios, arruinado la I+D y expoliado el fondo de reserva de la seguridad social. Y han creado una deuda pública billonaria que habrán de pagar las generaciones futuras.

Un crimen. Perpetrado por una mezcla de incompetencia y corrupción y, la verdad, no se sabe cuál será mayor. Porque sinvergüenzas son un rato largo (mil imputados, se dice pronto), pero estúpidos, aun más. Basta con oírlos hablar, empezando por el presidente de los sobresueldos, que no sabe ni en qué año vive. 

Un crimen palmario, público, evidente, trufado de verdaderas afrentas a la dignidad (y los bolsillos) de la ciudadanía, como los rescates bancarios o el hecho de que Urdangarin y Rato anden por ahí mientras Junqueras y otros están en la cárcel. Paladino, notorio, humillante. Tanto que ya está saltando a los medios internacionales como lo que es, un gobierno de una asociación de presuntos delincuentes (vulgo mafia) .

Claro que no es la resonancia internacional de la corrupción lo que preocupa al gobierno. Si es capaz de censurar y manipular la información interior, más podrá hacerlo con la exterior. Lo que le preocupa es la solidez del apoyo judicial a su política represiva en Cataluña. Represiva y provocadora pues, valiéndose del 155, busca impedir el normal desarrollo de la política institucional catalana a base de torpedear el cumplimiento del resultado de las elecciones del 21D, como se le exige en la UE. Lo que le preocupa es hasta qué punto en Europa se aceptará la excusa judicial para sancionar un estado de excepción que ni hay modo de justificar ni tiene expectativa alguna de viabilidad. En qué medida Europa no relacionará el conocimiento de la corrupción en España, la falta de independencia judicial que denuncian el Consejo de Europa y la Comisión Europa con un procedimiento judicial que tiene caracteres de "justicia política", incluso inquisitoriales.

Si de lo que se trata es de hacer, como dice el abogado de Junqueras, una causa general contra el independentismo, conviene que los estrategas de la derecha piensen en la eventualidad de tener que ampliar la causa a los más de dos millones de votantes de partidos independentistas. 

Para encontrar una cortina de humo capaz de ocultar la catástrofe que han organizado a fuer de incompetentes y ladrones van a necesitar algo más que partir el país que heredaron de sus padres.

dissabte, 30 de desembre del 2017

Al otro lado del espejo

M. Rajoy no vive en la realidad, sino en un apunte contable de la caja B. Pero la realidad vive en Rajoy. Él fabrica la realidad. Nuestros ingresos, nuestros gastos, pensiones, expectativas, nuestras vacaciones, nuestras viviendas, la factura de la luz y hasta nuestros tuits. La realidad es ese conjunto de vaguedades, lugares comunes pelados, silencios viscosos, intenciones torcidas, amenazas, más amenazas, perogrulladas, embustes en que habitualmente consisten las comparecencias de este azote del foro. Da igual por lo demás porque la realidad, en definitiva, es lo que él quiere que sea "en virtud del 155", una norma que no le permite hacer nada de lo que ha hecho, pero sí le permite hacer lo que le dé la gana. Así, tras consultar con su aliado, Rivera, Rajoy advierte de que "la ley no permitirá nuevas rupturas" . Y por ley se entenderá el 155 que, al suspender la Constitución, suspende toda ley excepto la que emane de la voluntad del que la aplica, o sea del dictador.

Una situación de la que es directamente responsable la oposición. PSOE, Podemos, PNV e indepes catalanes tienen en sus manos poner pronto fin a este maelstrom que está devorando la democracia y el Estado de derecho en España. Unos más que otros, cierto. Pónganse todos de acuerdo y presenten una moción de censura para terminar con los desafueros. Resulta inverosímil, dada la posición del PSOE, favorable al 155, incluso por encima de la voluntad mayoritaria del electorado catalán. Cada cual se hace responsable de lo que le parece, como diría M. Rajoy.

Esta situación ya la adelantó Albiol, hoy al frente de un cuarteto de viento en el Parlament por el que sin embargo habla el partido mayoritario en el resto del país. El presidente de este partido, una organización muy mal vista por los jueces y los ciudadanos a quienes ha esquilmado, niega que se pueda ser presidente de la Generalitat en el extranjero y a Urkullu la idea le parece "absurda". Llegará un tiempo en que estas cosas sean posibles en beneficio de todos pero, de momento, la solución es muy sencilla: levántese el 155, exonérese del modo que se quiera a los encarcelados y exiliados, permítase que se constituya el Parlament legalmente y reconózcase lealmente el govern salido de ese Parlament. La cuestión de si ese govern se salta o no la ley no puede prejuzgarse. Debe ser él quien lo decida advertido, además, como ya está con gesto fosco, de que si se sitúa fuera de la ley, de la ley del 155, le caerá un nuevo 155, o el mismo de la quinta anterior.

Este es el escenario previsto. El 155 sigue en funcionamiento y creando una situación de crisis institucional en Catalunya sin precedentes. Los indepes verán si aceptan la convocatoria de Rajoy de constituir el Parlament con candidatos electos en el exilio o en la cárcel y en condiciones de absoluta inseguridad jurídica. Aún no conocemos con exactitud qué derechos políticos son recortados o negados a unos presos preventivos, por qué razón y quién  toma la decisión. Tienen varias opciones que van desde negarse a aceptar la convocatoria por considerarla un chantaje, hasta aceptarla constituyendo el Parlament y posterior govern con substitutos en las listas. Pero esta última, sobre ser prácticamente inviable es inútil porque no resuelve el problema real de la realidad (no de la realidad magmática de Rajoy) que son los presos y exiliados políticos. 

En ningún Estado de derecho puede haber presos políticos, presos de conciencia.

Un conflicto como el de la República Catalana es una cuestión política de rango constitucional que ha de ser tratada mediante negociaciones y acuerdos si es necesario estructurales que vienen exigidos por la voluntad de casi un 50% del electorado y más de dos millones de personas, no por cuatro conspiradores del milenio. Pero también puede verse, y así la ven el gobierno y los jueces, como una cuestión de orden público promovida por unos agitadores al frente de unas turbas y, elevado el tono judicial (que no necesariamente jurídico) como una de delito de sedición, de rebelión, de traición. Cuando se llega a este punto la justicia se convierte en inquisicion y a los ciudadanos se los juzga y condena por sus convicciones.

No es para estar orgulloso. 

No hay más que retirar el 155, detener la represión policial y judicial y ofrecer un referéndum pactado que ya veríamos si los indepes aceptarían tras haber celebrado dos reales (9N 2014, 1/10 2017) y dos al otro lado del espejo (27S 2015, 21D 2017). Si no aceptaran, el conflicto seguramente se enconaría. 

Si aceptaran nos encontraríamos con que en España han costado tres consultas más o menos referendarias así como mil heridos, destrozos, huelgas, agresiones, exilios, multas, cárceles conseguir lo que los escoceses consiguieron tras una breve negociación con el gobierno británico.

Ahora hágase un breve cálculo de eficiencia y aplíquese al confuso triunfalismo del presidente, quien cierra un año sin hablar de la corrupción cuando ya solo debe de quedar él por imputar en la Gürtel.

divendres, 29 de desembre del 2017

Task Force

España no es un Estado de derecho sino un Estado de hecho. El gobierno ha suspendido la Constitución con el beneplácito de la mayoría de la oposición formalmente para una parte del territorio, materialmente para todo él. La norma suspensiva es ilimitada en tiempo y espacio.

El poder prescinde de formalidades institucionales, comisiones, comités, consejos y se ejerce por la vía personal. El presidente y sus dos aliados forman un triuvirato de acción. A veces deciden crear un grupo de trabajo, una task force, de acción inmediata, según sean las circunstancias, como este acuerdo bilateral Rajoy/Rivera de mantener el 155, la norma de plenos poderes (compartidos, según se ve) de la dictadura. Seguro que este acuerdo levanta celos en el PSOE, excluido de tan trascendental decisión con la que, además, está de acuerdo. En desagravio, habrá nueva foto de a dos, Rajoy/Sánchez o una del triunvirato en plena gloria. El otro partido de la izquierda, Podemos, no suele ser invitado a estas reuniones del mando, aunque su relación con el 155 tampoco es enteramente antagónica, a pesar de su recurso de inconstitucionalidad. Había que recurrirlo, sí, pero en el fondo su aplicación era comprensible por la tozudez de los indepes. 

No gustaron a los triunviros los resultados de las elecciones y no quieren aceptarlos, así que: 155, los presos siguen en la cárcel con sus derechos políticos negados y los exiliados en el exilio en idéntica condición.  

¿Se pueden constituir Parlament y govern en estas circunstancias? Parece poco probable. Sobre todo porque, aunque los indepes aceptaran integrar los órganos sustituyendo a los encarcelados y presos, la situación que se crearía, con una Generalitat dirigida desde el exilio y la cárcel, sería inviable y justificaría el mantenimiento del 155 con la única perspectiva de volver a convocar elecciones que darían un resultado igual o superior del independentismo.  

Raro mérito el del presidente M. Rajoy, ha arruinado el país y lo ha hecho políticamente inviable.

dimecres, 27 de desembre del 2017

España Potemkin

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El país Potemkin. El contenido, sencillo, es una metáfora. España no es un Estado de derecho ni una democracia. No solo porque no quiera sino y, sobre todo, porque no sabe ni puede. El país se ha gobernado siempre así, el Estado ha sido siempre patrimonio de una oligarquía nacionalcatólica, autoritaria, ridículamente imperial y corrupta que no entiende de imperio de la ley, juego limpio, división de poderes, primacía del Parlamento, responsabilidad de los políticos, libertad de expresión, etc., todo lo que constituye un Estado de derecho. Los esfuerzos de la ideología oficial, propalada en todos los medios, por presentar el Estado español -incluso con presos y exiliados políticos- como un Estado democrático de derecho homologable con algunos cirvumvecinos al Norte, Este y Oeste, son vanos. Todo lo más, esta vieja e irreformable estructura oligárquica, heredada de siglos anteriores y exacerbada por el franquismo, llega a ser un remedo, una imitación, que tiene de aquella forma de Estado las bambalinas. Es la escenificación que, según cuentan algunos, hacía el ministro Potemkin, cuando la Zarina viajaba, por ejemplo, por el Dniéper: llenaba las riberas de escenarios de cartón piedra que mostraban felices y prósperas aldeas y sonrientes mujiks. Las llamadas "aldeas Potemkin". España es una aldea Potemkin. Gobernada por los dignos herederos de Franco. Allí donde este puso en pie un remedo de  Estado (en lugar de una junta de militares rebeldes), una ficción, un Estado Potemkin, sus herederos, más audaces, recurren a un Estado de derecho Potemkin.

La versión castellana.


El País Potemkin


Al explicar el resultado de las elecciones de 21D, el gobierno español dice que el fracaso del PP no es de M. Rajoy, quien no estaba examinándose en Cataluña. Que el presidente de los sobresueldos casi fijara allí su residencia durante la campaña y fuera abucheado en las calles repetidas veces no quiere decir nada ni es indicativo de nada. Rajoy no se presentaba. Se presentaba Albiol. Al que el descalabro tampoco debe de afectar porque no dimite. Sabido es que en el PP no dimite nadie, haya hecho o dejado de hacer lo que haya hecho o dejado de hacer. 

El PP no es un partido con sensibilidad democrática. En realidad, no es un partido al uso sino más bien una presunta asociación de malhechores, como dicen los jueces y en las asociaciones de malhechores nadie dimite. Y menos por unas elecciones. En definitiva, tampoco celebran elecciones. Y, cuando lo hacen, se financian ilegalmente y se ganan con trampas

Ni con trampas se han podido ganar en Cataluña y eso parece trastocar todas las teclas del bloque del 155. El gobierno y el Estado español no son un gobierno ni un Estado normales sino unos remedos, unas falsificaciones. Así como el partido gobernante no es un partido sino una asociación de malhechores, el gobierno no es un gobierno sino una oligarquía arbitraria dedicada al saqueo del país que dice administrar y el Estado tampoco es un Estado sino una monarquía tiránica impuesta por un dictador y que solo se mantiene de pie por la imposición y la violencia, mal unida en sus tierras y mal llevada por sus gentes

La idea de que España es un Estado de derecho y un Estado del bienestar avanzado homologable a los de su entorno que propalan los medios de comunicación, los menos fiables de Europa, según dictamina la Comisión Europea, es tan falsa como todo lo demás. Tiene la apariencia de un Estado de derecho y de bienestar, pero se le ve enseguida el engaño cuando el que más presume de ello, Rajoy, es quien ha suprimido la división de poderes propia del primero y el fondo de reserva de la seguridad, propia del segundo.

España, como siempre, es un país de apariencias, una mala imitación, un “tente mientras cobro”, una falsificación y prostitución de los principios fundamentales de los órdenes democráticos propios de Europa occidental contra la cual ha venido luchando incansablemente el país desde el Concilio de Trento. No ha conseguido imponerse, ha salido derrotado y ha tenido que adaptarse a los usos y costumbres de los vencedores a los que, en el fondo, odia. Ha tenido que escenificar una estructura liberal que le es ajena, poner en pie unos decorados ficticios como los que mandaba construir el ministro Potemkin para ahorrar a la zarina Catalina la visión de las miserias del pueblo.

En España no se respetan ninguno de los principios de las tradiciones del Estado de derecho y la democracia: no hay derecho a la información veraz, ni respeto a la voluntad mayoritaria de la población, ni independencia judicial, ni separación de la Iglesia y el Estado, ni control parlamentario del gobierno, ni rendición de cuentas de los gobernantes, ni igualdad de la ciudadanía ante la ley, ni principio de legalidad en la actuación administrativa, ni respeto por los derechos básicos de la población ni siquiera por su integridad física a manos de unos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado empleados como tropas de asalto contra las manifestaciones populares pacíficas.

Así, en este Estado Potemkin que es España, la policía puede apalear sin miramientos a decenas de miles de ciudadanos no violentos dejando más de mil heridos sin que ningún gobernante dé explicación alguna ni pida perdón sino que, al contrario, condecoran a los responsables de los excesos. Los jueces pueden imputar y procesar a capricho a los ciudadanos cuyas convicciones les disgusten, amañar el procedimiento y mantener en prisión como rehenes a unos presos políticos a los que liberan o no según criterios subjetivos sobre las convicciones ideológicas de aquellos. Los medios de comunicación ocultan la existencia de presos políticos y la corrupción sistemática del gobierno haciendo demagogia contra una parte del territorio cuya población exige ejercer el derecho a decidir que tienen todos los pueblos de la tierra. Y el Rey puesto puede soltar un discurso de Navidad repleto de tópicos sin reconocer ni una vez que en Cataluña una mayoría de la población ha votado por la independencia y la República. O sea, en contra de él. 

Y el gobierno del Estado que no tiene más representación real en Cataluña que los cuatro diputados del señor Albiol y los policías alojados en los piolines, anima a los partidos perdedores en las elecciones a formar gobierno, quizá en la esperanza de que los que habrían de constituirse en oposición en Cataluña tengan la falta de dignidad de los partidos de la oposición en España y permitan gobernar arbitrariamente a uno en minoría. Porque el parlamento español tampoco es un Parlamento de verdad, sino otro Potemkin. 

dilluns, 18 de desembre del 2017

Rodarán cabezas

Las declaraciones de Sáenz de Santamaría dan la pauta de la situación actual de España como Estado de derecho, basado en la división de poderes. Todo el mundo ha puesto el grito en el cielo y JxC piensa acudir a la Fiscalía con una acusación de prevaricación. Claro testimonio de general indignación. General e inútil porque, aun jactándose de la autoría del encarcelamiento, el gobierno dirá que la decisión la han tomado los jueces. De haber prevaricación será suya. 

La vicepresidenta atribuye el "descabezamiento" del independentismo directamente al presidente del gobierno y dice verdad. Es una de las consecuencias del 155: se procede con el independentismo como con las asociaciones criminales, esto es, "descabezándolas". De lado queda la ironía, hasta el sarcasmo, de quien procede a "descabezar" una asociación criminal siendo ella misma considerada una asociación de delincuentes por los jueces.

La indignación por el evidente atropello de puntos básicos del Estado de derecho como la división de poderes y la independencia del judicial no lleva muy lejos. El gobierno habla de Estado de derecho pero practica lo contrario mediante una ley de plenos poderes a sí mismo. No se le está descubriendo nada nuevo. Lo llama Estado de derecho pero es la tiranía de un partido en "unión sagrada" con los otros dos nacional-españoles que lo apoyan parlamentariamente.

Interesa observar que lo preocupante de esas declaraciones no es cuánto revelan de lo que ya sabíamos sino las intenciones que anuncian. Al jactarse del "descabezamiento" en sede política y electoral, la vicepresidenta está pidiendo el voto para seguir descabezando gente. Es la idea de "escarmiento" de la población que formula el señor García Albiol. 

Lo que hace la vicepresidenta no es confesar un atropello sino amenazar con otros.

divendres, 8 de desembre del 2017

El franquismo

Realmente entiendo a esas gentes conservadoras y hasta reaccionarias para quienes lo del franquismo es como una necrofilia de la izquierda de la que esta debiera liberarse por su equilibrio mental. Es verdad. Aquí hay Franco y franquismo hasta en la sopa y, sin embargo, sostienen estos ejemplares patricios, Franco lleva más de 40 años muerto y no pinta nada. Así está Comín, de ERC, con ese aspecto de revolucionario en invierno, llamando "franquistas" a los gobernantes. Ya vuelven las vetustas izquierdas por donde solían. Los pardos prados del Edén.

¿Seguro? Mírese con atención la noticia. En esta se da noblemente cuenta de que Toni Comín no se considera destituido porque a él, dice, no lo destituye el fascismo sino la voluntad soberana del pueblo. Obsérvese ahora el pie de la foto. En él se dice que "El exconseller de salud, Antoni Comín...". Es decir, lo da por destituido, diga él lo que diga. Desde un punto de vista material y de aplicación de la fuerza, sin duda, así es. Pero eso es, precisamente, el franquismo, porque desde un punto de vista ético y político el conseller no está destituido; él no lo admite y alguien más, por ejemplo, Palinuro, tampoco. Por entender que esa destitución es ilegal, no ajustada a derecho. Por eso, en estos pagos, Comín es conseller, igual que Puigdemont presidente y Junqueras vicepresidente. Un signo indubitable del franquismo: tener presos políticos y negarlo. En tiempos de Franco, tampoco se admitía que existieran estos presos y se les llamaba "sociales", lo cual introducía fabulosas confusiones en un régimen que encarcelaba a los homosexuales dentro de esa rúbrica y aplicaba la legislación de peligrosidad social vulgarmente conocida como "ley de vagos y maleantes" y todavía más vulgarmente, ya en argot carcelario, "la gandula". Y de los exiliados políticos no se hablaba, salvo para probar que estaban al servicio de alguna forma de la "Antiespaña", así como Puigdemont es, como todo el mundo sabe, el agente ruso Cipollino.

Pero si alguien quiere alguna prueba más fehaciente de la omnipresencia del franquismo y de los franquistas, ahí está Cristina Cifuentes que se queda la última de Filipinas en la negativa de investigar nada del pasado criminal de la dictadura. Cómo será el asunto de horrible que hasta C's se ha abstenido y ha dejado a la presidenta el amargo caliz de defender que no se investiguen los crímenes del franquismo, no porque, siendo tantos, quizá no haya tiempo en esta era geológica sino por alguna otra alambicada razón que ni ella entiende, algo que murmura sobre una "ley de punto final" a la que parece oponerse. Puro franquismo. Daba igual lo que dijeran los gobernantes y eso cuando se dignaban decir algo. Declaraban lo primero que les venía a la cabeza porque sabían que nadie les pediría cuentas de sus palabras. Como Rajoy que, a este respecto, es un franquista de manual.