El artículo de Palinuro en
elMón.cat de hoy, titulado
Banderas falsas. No hace falta entretenerse mucho en la introducción porque todo el mundo sabe de qué se habla: de las provocaciones de los fascistas que estos tratan de hacer pasar por atentados independentistas para extender la especie de que el independentismo es violento, criminal, asesino y poder justificar así la acción, esa sí, criminal, de un Estado regido por delincuentes. Los últimos casos son obvios: unos muñecos colgados en un puente al estilo mafioso mexicano y que los fascistas de la Societat Civil Catalana tratan de enjaretar a los demócratas; un supuesto atentado a un domicilio privado en cuyo balcón lucía una bandera borbónica: otra mentira montada por las mismas "víctimas", ultraderechistas, matones y provocadores españolistas a quienes
Espejo Público dio pábulo con el fin de engañar a la población y a quienes llamó el Sobresueldos con ridículas palabras de consuelo. Los dos,
Espejo Público y el Sobresueldos sabían que estaban engañando a la gente. Pero los dos también viven de eso.
El artículo avisa de que gente que provoca y atenta con bandera falsa hay mucha más. No son solo los matones y chulos fascistas sueltos por las calles con el beneplácito de las autoridades "democráticas". Hay más. En el artículo se identifican los siguientes: el Estado español, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, el gobierno, los jueces, los partidos unionistas, los periodistas a sueldo del poder, los intelectuales, los expertos que negaron el expolio fiscal de Catalunya y el pueblo español, que en el colmo de la estupidez grita "a por ellos", como si ese "ellos" no fuera también él.
Aquí la versión castellana.
Banderas falsas
En los últimos tiempos se han visto varios casos de atentados e incidentes de falsas banderas: provocaciones, delitos, agresiones realizados por elementos de una ideología, normalmente franquistas o fascistas si es que hay alguna diferencia, con el fin de cargar su responsabilidad a los de otra, normalmente demócratas o independentistas. Cometidos los delitos suelen ser las organizaciones españolistas o de extrema derecha, si es que también hay alguna diferencia, las encargadas de “denunciarlos” o explotarlos mediáticamente.
Pero ¿son solo los elementos franquistas o fascistas, aparentemente incontrolados, los responsables de estos atentados?
En absoluto. El Estado español y todos sus poderes se ha convertido en un Estado de falsa bandera que sostiene una guerra sucia en contra de una parte de su población. Para ello se vale de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, como hizo con la llamada “operación Catalunya” del ministerio del Interior, cuya responsabilidad no ha podido investigarse hasta el final gracias a la labor de encubrimiento que hacen el PP, C’s y el PSOE.
Falsa bandera es también cuando los miembros de estas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, funcionarios armados, vestidos de paisano (o sea, camuflados) participan en agresiones callejeras a demócratas e independentistas, tratando de sembrar el miedo en el espacio público.
Igualmente falsa bandera es que un gobierno compuesto por gentes acusadas de cobros ilegales o directamente reprobadas, actúe sin límite ni control gracias al artículo 155, es decir como una dictadura de hecho que lleva su infamia al extremo de pretender que países extranjeros, como Bélgica, recorten la libertad de expresión de sus residentes porque a ellos les molesta.
Falsa bandera usan unos jueces que no merecen nombre de tales, pues actúan al mandato del poder político, encarcelando ciudadanos acusados de delitos imaginarios o persiguiendo a otros en el extranjero con acusaciones falsas que ellos mismos, en el colmo de la ignominia, se ven obligados a retirar.
Falsa bandera es que los partidos unionistas que abusan de su situación de privilegio en Cataluña mientras los independentistas tienen a sus dirigentes en la cárcel o el exilio, anuncien su entrada en campaña al grito de “a por ellos”, claramente agresivo y vandálico; o que otros, como el PSC, se hagan pasar por demócratas, mientras denuncian comportamientos de la gente (como los lazos amarillos) ante órganos ilegales que actúan ilegalmente en base al 155, como la Junta Electoral Central; o que otros, como Podemos, aduciendo finalidades revolucionarias, hagan al independentismo catalán culpable del fascismo en España, un fascismo que ellos son incapaces de combatir, si es que lo han intentado alguna vez.
Falsa bandera llevan los periodistas al servicio de la dictadura del 155 que, como los de programa “Espejo público”, dan pábulo a las mentiras de la extrema derecha españolista y difunden patrañas como la del incendio de la casa en donde había una bandera española, sabiendo que son provocaciones con ánimo de incitar a la violencia represiva.
Falsa bandera enarbolan los intelectuales que, sentando plaza de equidistantes, dan por buenas y reproducen todas las mentiras propagandísticas del unionismo mientras silencian o ridiculizan las declaraciones independentistas o niegan la voluntad democrática de un pueblo reiterada y pacíficamente demostrada.
Falsa bandera la de quienes, habiendo negado durante años el expolio fiscal de Catalunya por el Estado y hoy, cuando la Generalitat está intervenida y se ven obligados a dar los datos reales, reconocen que, en efecto, el déficit fiscal de Catalunya es de 16.000 millones de €, como decían los independentistas, pero tratan de ocultarlo y de no reconocer su mentira ni de explicar qué piensan hacer para corregirlo.
Falsa bandera la del pueblo español en su conjunto cuando grita “a por ellos”, jaleando las fuerzas de represión, sin darse cuenta de que está ensalzando y jaleando la represión que se ejerce sobre él y su propia falta de libertad y dignidad.
Frente a la enorme falsa bandera en que se ha convertido el Estado español que debiera haber sido expulsado ya del Consejo de Europa por no ser un Estado de derecho, es preciso enarbolar la bandera auténtica del derecho de los pueblos a la libertad, la autodeterminación y la independencia.
Y votar en consecuencia el 21D.