Dos mujeres más asesinadas presuntamente por sus maridos y probablemente en sendos crímenes machistas. Dos mujeres septuagenarias muertas a manos de sus esposos seguramente de edades parecidas. Hace unos días, en una interesante entrevista a una estudiosa de estos asuntos, decía esta que la violencia machista cruza clases sociales, profesiones, niveles de ingreso. Y edades. Cualquiera diría que a los setenta años, cuando la nieve de la edad cubre sus sienes, los hombres deberían haber aprendido a domeñar sus pasiones, sus impulsos más criminales. Evidentemente, no es así, o no es frecuente. Según parece los partidos están dispuestos firmar un pacto de Estado contra la violencia de género. No tengo muy claro que estas cosas sirvan para mucho. Incluso es posible que tengan efectos desmovilizadores porque, mientras se establece el pacto y este actúa, aunque no sirva para gran cosa, mucha gente puede pensar que no hace falta nada más porque ya está el pacto.
El problema es básicamente de educación y de trasmisión de valores y pautas culturales en el patriarcado. O sea algo que llevará mucho tiempo, años incluso, antes de que las cosas cambien visiblemente. Por supuesto, bienvenido sea el pacto, pero su efecto será moderado en el mejor de los casos.
La educación y el sistema de valores y pautas culturales. La educación es esencial. Es casi todo en la vida. Por eso los curas no quieren perder su control, porque es decisiva para la trasmisión de su doctrina. Y en ese dominio de la educación se producen los casos de pederastia que tanto han ensuciado el nombre del catolicismo. Generalmente afecta más a los católicos que a los protestantes y es bastante razonable vincular esta práctica con la estúpida orden del celibato.
La cuestión es aquí si es lícito incluir la pederastia como crimen de patriarcado y, si bien se piensa, así es. La pederastia es un comportamiento en el ámbito de la conducta basada en la obediencia infantil a las figuras de padres. No hay duda: son delitos típicos del patriarcado.