dilluns, 13 de juny del 2016
La locura es individual
diumenge, 15 de març del 2015
La risa de los dioses o el verdadero creyente.
dissabte, 7 de març del 2015
De dónde venimos; a dónde vamos.
Tan preocupados estamos por saber a dónde vamos que se nos olvida de dónde venimos. Obsesionados con el futuro, que cualquier líder de medios pelos nos promete "conquistar", descuidamos el pasado. Seguramente lo demos por "conquistado" y, así, tendemos olvidarlo. Pero el pasado pervive precisamente en nosotros, en nuestra lengua, en nuestra habla, nuestra cultura, tradición y costumbres. Ignorarlo es ignorar una parte de nosotros, quizá la más importante porque muestra lo que somos. Lo que seremos, ya se verá. Y, si no vemos lo que hemos sido, en realidad, no vemos nada. Cegados por el el presente nos empeñamos en compararlo con un pasado que desconocemos y así salen las comparaciones, propicias para que los vaticinios no los hagan ya los profetas o los arúspices, los poetas o los científicos, sino los charlatanes, los mercaderes. Clase esta última siempre moralmente denostada en el catolicismo de derechas e izquierdas ("no queremos una Europa de los mercaderes"), pero la única que ha movido realmente el mundo hasta traerlo al momento presente, cuando queremos "conquistar el futuro" a base de ignorar el pasado.
dissabte, 28 de febrer del 2015
Mosul y el B.O.E.
De acuerdo con una interpretación estricta del libro santo, ese que las tres religiones más sanguinarias dicen seguir, la Biblia, los seres humanos no podemos representar en imágenes nuestras propias creencias. Es absurdo prohibir que sea físicamente visible lo que se empeñan en hacer mentalmente dominante: puedes creer un dios, imaginártelo en tu interior, pero no representarlo. Puedes rezar a tu dios y hablar con él en tu fuero íntimo, pero no pronunciar su nombre. De lo contrario, vienen los "verdaderos creyentes" con mazas y te abren la cabeza a ti y a tus criaturas. O te degüellan. O te queman vivo. Las tres religiones del Libro, mosaica, cristiana y musulmana, repletas de "verdaderos creyentes" son iconoclastas. La mosaica y la musulmana o ojos cerrados. Bien cerrados. La cristiana, más contagiada del mundo pecaminoso y las hechuras del diablo, oscila. Ha habido momentos iconoclastas y momentos iconográficos. Las distintas denominaciones protestantes tienden más a la iconoclastia, son más puritanas y austeras. No llegan ni de lejos al frenesí destructor de los bárbaros islámicos actuales, pero tampoco son el carrusel de estampitas de colores en que se ha convertido el catolicismo.
divendres, 10 de gener del 2014
La carroña fascista.
dijous, 8 de novembre del 2012
Las desmesuras del Poder.
diumenge, 7 d’octubre del 2012
Mensaje de Dios a Cospedal.
dimarts, 2 d’agost del 2011
Fanatismo.
La atrocidad cometida hace unos días por el nazi noruego Anders Behring Breivik ha puesto al mundo a reflexionar sobre el fanatismo. A excepción del propio Breivik todos abominan de su acto y, al preguntarse por sus móviles, recuerdan que se trata de un joven fundamentalista cristiano, islamófobo y ultraderechista. Los tres términos se consideran componentes de un espíritu fanático; pero el fanatismo no se agota en ellos. También se puede ser fundamentalista islámico, antisemita y ultraizquierdista o fundamentalista católico, antisemita y ultraderechista. Hay muchas combinaciones y todas caben en el saco del fanatismo, porque éste convive con ellas y probablemente tiene algo más que es común a todas. Ese algo más es una mentalidad, un modo de ser, una actitud antes que unas u otras convicciones religiosas, morales, políticas. Lo que define al fanático, crea en lo que crea, es su convicción de que quienes profesan otras creencias están en el error, son unos pecadores o unos delincuentes.
El fanatismo es intolerante. No admite la pluralidad de creencias y valores sino solamente aquella situación en que los suyos dominan por entero. En consecuencia hay que reconocer que el fanatismo no se limita a casos como el de Breivik. Estos son los extremos, los fanáticos que creen que quienes piensan de otro modo son delincuentes a los que hay que liquidar físicamente. También son fanáticos quienes piensan que los discrepantes no son delincuentes pero sí gente que vive en el error y, eventualmente, según pinte la cosa, en el pecado. Estos fanáticos preparan el brebaje que ingieren los Breivik, los terroristas suicidas y los no suicidas, incluidos los relacionados con instituciones legales, como el Mossad o la CIA, igual que lo habían hecho antes gente como Carlota Corday o Mateo Morral. La intolerancia frente al otro (religioso, étnico, político) es el primer paso del fanatismo, que lleva al terrorismo y, en último término al genocidio. Un terrorista es un genocida potencial; si pudiera, con su bomba exterminaría toda una confesión (o no confesión), una etnia, una ideología política. Por eso hilan fino pero también justo esos fiscales que consideran la posibilidad de acusar a Breivik de genocidio. Ciertamente. Ello obliga a ampliar el concepto de fanatismo para que incluya comportamientos y actitudes que, no siendo terroristas, desembocan en el terrorismo.
Por ejemplo, la iglesia que los españoles sufrimos, la católica, es una organización esencialmente intolerante. Los sistemas políticos democráticos en Europa y también en España, Estados de derechos pluralistas, la obligan a guardar las formas y sostener de palabra un respeto a las otras confesiones y convicciones morales que luego niega en los hechos. Monseñor Rouco Varela sostiene que los jóvenes tienen la ética bajo mínimos. Ya antes había dicho que los jóvenes del 15-M no conocen a Dios y tienen sus vidas rotas. En román paladino: quienes no piensan como Rouco Varela carecen de moral y tienen sus vidas rotas. Aparentemente por boca del prelado habla la preocupación y la caridad, pero éstas son fingidas; habla la prepotencia y la intolerancia, cuando no el odio. Porque, de entrada y con el Evangelio en la mano, ¿quién es Rouco Varela para juzgar a los demás? ¿No repara el cardenal en la soberbia que revela negar la moral de quienes no son católicos o cristianos? ¿Tampoco en el fanatismo que supone y en el peligro de que llegue algún legionario de Cristo a ajustar cuentas a los de la acampada?
Eso es muy propio del catolicismo que, a fuerza de intolerancia, es incapaz de comprender el mundo en el que vive y de mostrar un respeto mínimo por sus semejantes. El catolicismo tiene una misión de universalidad que pregona en su nombre. Pero no es universal en absoluto; al contrario, es minoritario. ¿Qué sucede con los miles de millones de personas (musulmanes, hinduistas, budistas, sintoístas, etc) que también desconocen al dios de Rouco y no en el sentido figurado del cardenal sino en el literal? ¿También carecen de moral y tienen sus vidas rotas? Sus dioses (cuando tienen alguno) son "falsos", son ídolos y ellos, idólatras que viven en el pecado y a los que hay que salvar aunque sea en contra de sí mismos
Es una visión del mundo completamente parroquial (nunca mejor dicho) y soberbia al mismo tiempo. Fanática. Un fanatismo aplicado por una organización única en el mundo pues es un Estado del que Rouco y los católicos todos son ciudadanos espirituales pero con proyecciones materiales de todo tipo: bancos, tierras, casas, empresas, medios de comunicación, centros educativos, negocios de diversos tipos, monumentos y bienes culturales, administración material de ritos sociales como bautismos, bodas y funerales, colaboración con el Estado en los ámbitos penales y militares, etc. Un reino bien de este mundo en el que todos sus súbditos, clérigos seculares y regulares, legos a su servicio, laicos en órdenes y sectas religiosas civiles, como el Opus, trabajan denodadamente a la mayor gloria y boato de la organización y de su Estado Vaticano. Una organización terrenal basada en el fanatismo.
Nada de lo anterior se refiere a los católicos que tienen una idea evangélica de la iglesia. Pero carecen de fuerza, son una especie de enemigo interior que la Iglesia como institución vigila de cerca y, cuando lo cree necesario, extirpa.
(La imagen es una foto de desaparezca.net, bajo licencia de Creative Commons).