dissabte, 28 de febrer del 2015

Mosul y el B.O.E.


De acuerdo con una interpretación estricta del libro santo, ese que las tres religiones más sanguinarias dicen seguir, la Biblia, los seres humanos no podemos representar en imágenes nuestras propias creencias. Es absurdo prohibir que sea físicamente visible lo que se empeñan en hacer mentalmente dominante: puedes creer un dios, imaginártelo en tu interior, pero no representarlo. Puedes rezar a tu dios y hablar con él en tu fuero íntimo, pero no pronunciar su nombre. De lo contrario, vienen los "verdaderos creyentes" con mazas y te abren la cabeza a ti y a tus criaturas. O te degüellan. O te queman vivo. Las tres religiones del Libro, mosaica, cristiana y musulmana, repletas de "verdaderos creyentes" son iconoclastas. La mosaica y la musulmana o ojos cerrados. Bien cerrados. La cristiana, más contagiada del mundo pecaminoso y las hechuras del diablo, oscila. Ha habido momentos iconoclastas y momentos iconográficos. Las distintas denominaciones protestantes tienden más a la iconoclastia, son más puritanas y austeras. No llegan ni de lejos al frenesí destructor de los bárbaros islámicos actuales, pero tampoco son el carrusel de estampitas de colores en que se ha convertido el catolicismo.

El mundo entero asiste pasmado a la exhibición de barbarie de los combatientes del ISIS cuando destruyen tesoros artísticos y bibliográficos incalculables que son patrimonio de todos, de la humanidad. Se ve cómo utilizan mazas y martillos eléctricos para facilitarse la tarea. Ni se les pasa por la cabeza que, si pueden utilizar estos medios es, precisamente, gracias al espíritu que llevó a conservar las estatuas. Para ser lógicos con sus creencias estos fanáticos debieran destruir el mármol con los dientes. Pero pedir lógica a tan feroces brutos es como pedírsela a las brutos nobles que, sin embargo, tienen mucha más.  

Quienes se duelen de estos espectáculos, ponen el grito en el cielo por tanta barbarie y piden que se detenga en nombre del arte, la tolerancia, la cultura y la civilización lo hacen mojando un croissant en el café mientras leen en la prensa que el Boletín Oficial del Estado de su país del 24 de febrero de este año contiene la Resolución de 11 de febrero de 2015, de la Dirección General de Evaluación y Cooperación Territorial, por la que se publica el currículo de la enseñanza de Religión Católica de la Educación Primaria y de la Educación Secundaria Obligatoria. Una resolución en la que, entre otras estupideces, se lee que:

No obstante, el ser humano pretende apropiarse del don de Dios prescindiendo de Él. En esto consiste el pecado. Este rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz. Dado que su naturaleza está hecha para el bien, su experiencia de mal y de límite le hace añorar la plenitud que él no puede darse por sí mismo y busca de algún modo restablecer la relación con Dios. Esta necesidad del bien, el deseo de Infinito que caracteriza al ser humano se expresa en las religiones como búsqueda del Misterio.

Interpretación sin necesidad de grandes conocimientos de hermenéutica: que no está el horno para los deliciosos bollos de Mosul y que, por obra del sempiterno maligno, hoy no es posible imponer la religión católica a base de torturas y martillazos, no se puede quemar vivos a los herejes y no es posible prohibir que la gente piense, hable, escriba, pinte con un grado de libertad que, sin ser completo, resulta insoportable para los curas y sus monaguillos en el gobierno.

Pero no tenga nadie duda de que, si pudieran, estos nacionalcatólicos de rezo público, sucia conciencia y vicio privado, quemarían un buen puñado de libros y, de echarles mano, también a su autores.
 
De momento ya tienen publicado en el Boletín Oficial del Estado (sí, ese Estado secularizado, no confesional, de derecho, "desmitificado", burocrático, racional, blablabla), su programa de mano para imbuir en el tierno cerebro de los niños sus desvaríos de secta alucinada. Esa es una conquista que nadie ya podrá reñir al señor Wert, una pica en Flandes para contar a las generaciones venideras. Aquí empieza la recristianización de España, que pide a gritos el cura Rouco Varela desde su franciscana celda en un ático de 370 metros cuadrados en Bailén. De momento viene como asignatura no obligatoria pero evaluable. Parece poca cosa. Jesús nació en un pesebre y, ya se ve en dónde está ahora. La fe renació en un peñasco en Covadonga, pero reconquistó España. La verdadera religión de los auténticos españoles saldrá de esta norma esclarecida del BOE, aportación típicamente hispana a la tradición occidental de las luces y la Ilustración. Trento resucitado. Y a todo esto irá unido por los siglos de los siglos el nombre de esa lumbrera, antiguo tertuliano "progre" de la SER, Wert.
 
Nada me extrañaría que, antes del fin de la legislatura, su compañero de mesa, el pío Fernández Díaz, propusiera su beatificación y una medalla pensionada de la Virgen del Perpetuo Mohín.