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dissabte, 28 de maig del 2016

Amansando a la fiera

Los empresarios del Círculo de Economía se han reunido en Sitges, grato lugar. No suelen estos reunirse en el Arroyo abroñigal. Sitges propicia más los ánimos al entendimiento y la conciliación. El Círculo es, además, una "asociación cívica", sin ánimo de lucro, penetrada de su misión de ser lugar de encuentro, reflexión, intercambio. Suena razonable. Los empresarios, como la Iglesia, tienen muchas caras; entre otras, la áspera y la sonriente. Escuchar a Juan Rosell, el presidente de la patronal, pedir el restablecimiento de la esclavitud mete miedo. Pero luego llega Antón Costas, el presidente del Círculo y el vendaval amaina.

Llaman los patronos a capítulo a los líderes, hasta los más resabiados, y les hacen cantar la palinodia. Y los líderes la cantan, especialmente los de izquierdas. Nada amansa más a un revolucionario que la mesa y mantel con quienes toman las decisiones. Así que Pablo Iglesias, todo dulzura, no fue a afear a los empresarios eso de que, sin presentarse a las elecciones, sean los que pretenden gobernar. Ese es más discurso de masas. A los patronos fue a decirles que Podemos es la verdadera socialdemocracia, que no haya miedo, vaya. Trataba de amansar a la fiera a base de mostrarse manso. Vendió a los empresarios una versión suave del keynesianismo y subrayó que Barcelona y Madrid son las ciudades donde más crece la inversión. Le faltó decir lo de Solchaga durante el Felipato: España, el país en que es más fácil y rápido hacerse rico. Podemos va a invertir a través, supongo, de una "potente" banca pública; los empresarios estarán encantados de invertir y la prosperidad volverá a regar nuestros campos y ciudades. Estos idílicos propósitos, que convierten la Economía de "ciencia triste" en ciencia alegre, compiten dialécticamente con las imágenes de los últimos días que todos los empresarios tienen en la retina: actos de líderes de IU y Podemos puño en alto, figuras de otro tiempo, héroes de antaño que acuden a la última llamada del deber, viejos profetas de la razón en marcha y anuncios de luchas intestinas entre las izquierdas "verdaderas". Difícil ensamblaje.

Al día siguiente, turno de Sánchez. A este vinieron a escucharle muchos que no hicieron acto de presencia en la exposición de Iglesias. Un indicador de a quién ven los empresarios como próximo presidente. O sea, los que no se presentan ya han elegido a Sánchez. Hasta Iglesias parece aceptar que el próximo gobierno pivotará en torno al PSOE. Del Sorpasso prometido va quedando ya solo el nombre que, dentro de poco, sonará a ritmo suramericano: el merengue, el bolero, la lambada, el sorpasso...La cosa consistirá en que el PSOE tendrá que elegir. Pero será el PSOE, no Podemos. Es bastante razonable. Los socialistas manejan mejor la imagen, dosifican su mensaje y, siendo este tranquilizador adquiere más crédito: son gente tan de orden e institución como el PP, pero tan dispuestos a reformar y hasta innovar como Podemos. Los Unidos/Podemos cada vez se presentan más como una aventura con mucho fragor mediático y poca consistencia y un potencial de desbarajuste sublime.


Mensaje de Sánchez a los empresarios (suscrito por todos los demás partidos): habrá gobierno en cualquier caso. No habrá nuevas elecciones. Si él gana, estará gobernando en siete días; si no gana, habrá gobierno, pero ya no garantiza el tiempo. El antecedente de las elecciones pasadas vierte un poco de ácido sobre su promesa de que no habrá terceras. Se supone que la gama de posibles gobiernos se abrirá tanto a la derecha como a la izquierda. Afirma que no excluye a ningún partido, pero no es cierto: los independentistas catalanes no entraron en sus cálculos de meses pasados ni siquiera como non entities y probablemente ahora tampoco. Los culpa de que no haya gobierno en España, negativa que antes atribuía a Podemos.

Y ahí es donde Sánchez, más consciente de en dónde hablaba que Iglesias, fue más prolijo y explícito: Cataluña. Sánchez admite ya que el problema de Cataluña, en realidad, es el problema de España. Le ha costado meses entenderlo pero parece que, al borde del Mediterráneo, lo ha visto, como Ulises llega a Ítaca. "La falta de solución en Cataluña", razona, se ha convertido en el problema de España y aprovecha para largar una chufa a Iglesias afirmando que la aceptación del referéndum catalán será la extensión de tan peligrosa manía al país Vasco, a Galicia y, sabe Dios, a lo mejor a Peñaranda de Bracamonte. O sea, Pablo Iglesias tiene la culpa de todo y Sánchez sigue si dar con la fórmula salvífica porque dice que se pondrá en peligro la convivencia de los españoles. Yo creo que quiere decir "conllevancia", como Ortega, que es a donde, con suerte, llegamos, pero le han dicho que el pesimismo no vende.

Por una ironía del destino, ayer anduvo por la corte también Puigdemont, que vino al Eurofórum en el Ritz y contó con la cerrada ausencia del establecimiento político institucional español: nadie del gobierno, nadie de la oposición, exceptuado Ángel Gabilondo que, como es de Metafísica, se habría equivocado de destino. Ante un público catalán, Puigdemont explicó que lleva ya seis meses y quedan 12 para el día D, que estamos en tiempo de descuento y los españoles ni prestan oído, excusado es decir audiencia. Como es hombre realista, está abierto a todo tipo de negociación, si bien no cree que, a estas alturas, la reforma de la Constitución sirva para algo. Pero, si no hay negociación, en 12 meses habrá parusía laica en forma de República Catalana. De verdad que no entiendo cómo los políticos españoles no se percatan de que este propósito es el evento más importante de la historia española en unos cientos de años. Una República Catalana que los países europeos se sentirán inclinados a reconocer vista la obtusa parálisis de los sucesivos gobiernos españoles.

Sánchez también parece haber caído en la cuenta de que la independencia catalana es una ruina para España porque, dice, se rompe la unidad de caja que es una manera de decir que se pierde una saneada fuente de ingresos para el resto del país. No puede haber independencia catalana; ni hablar. Hay que ir a la reforma de la Constitución. Pero, si lo he entendido bien, por primera vez admite que, luego de la tal reforma, haya una consulta. Al final va a ser una cuestión de nombres, como sucede siempre cuando se tiene miedo a las ideas. Todo referéndum es una consulta, pero no toda consulta es un referéndum. Todavía tiene el socialista tierra virgen por explorar. Dado que la reforma constitucional va a requerir un referéndum, quizá dos, según cómo vengan las cosas, ¿por qué no resumirlos, el de reforma y el de autodeterminación, en uno solo? Uno que, por ejemplo, tuviera dos opciones en una sola pregunta "¿quiere usted que Cataluña sea un Estado independiente ya o prefiere que siga siendo parte de España según una reforma de la Constitución que luego se someterá a referéndum en los mismos términos de este? Es una propuesta razonable que devuelve la iniciativa al gobierno; en este caso, a la oposición porque el gobierno en funciones no está para estos galimatías. No estuvo nunca, ni cuando estaba en no-funciones. La propuesta da iguales oportunidades a todo el mundo, es fair play y a los socalistas los saca del bloque del "no" a secas. Para eso ya está la legión que, al parecer, desfilará hoy por Barcelona detrás de la cabra, animal totémico apropiado al país que representa. Nada de león, águila, toro o elefante. Una cabra.

Si Sánchez es capaz de articular un mensaje en esos términos tiene muchas papeletas para ganar la rifa. El premio: la gobernación de este desastre.

dilluns, 18 de maig del 2015

La lógica empresarial.

El jefe de los patronos, sucesor de Díaz Ferrán, actualmente en la cárcel, suspira por privatizar los servicios públicos de la sanidad y la educación porque, dice, si se gestionaran según la lógica empresarial se obtendría mucho mayor rendimiento. ¿Qué es la "lógica empresarial"? Pues básicamente el afán de lucro del empresario. Su beneficio. Decir que esa lógica va a aumentar el rendimiento no es decir nada porque es preciso especificar el rendimiento para quién. Si se trata del rendimiento para el empresario, el asunto es, en efecto, lógico. Pero si se trata del rendimiento para otros, por ejemplo, para la colectividad, es menos claro. Demostrar que la lógica del lucro privado (que, por cierto, no conoce límites) en la gestión de los recursos públicos redunda en beneficio de la colectividad es arduo, en realidad, imposible.

Pero si la lógica empresarial es la del beneficio, su medio es el dinero. Con dinero se financian think tanks, escuelas de negocios, facultades de empresariales, círculos de debate y se pagan millonadas a ilustres conferenciantes para demostrar lo indemostrable y crear un ambiente en donde expresiones como "lógica empresarial" tengan connotaciones positivas. Así se dice en esos centros de doctrina que la gestión empresarial de los servicios públicos es más racional, evita el despilfarro, es más eficiente y, en consecuencia, más productiva. Lo lógico es ver los servicios públicos como empresas y sus usuarios como clientes.
 
Lo malo es que los servicios públicos articulan derechos y sus usuarios son ciudadanos, esto es, titulares de esos derechos. Y el concepto de derecho no entra en ningún cálculo de eficiencia según la lógica empresarial. La administración tiene que garantizar el acceso universal a estos bienes porque son derechos y todo el posible beneficio si lo hubiera, que no tiene por qué haberlo, iría íntegro a la ampliación y mejora de la actividad, sin margen alguno para el beneficio personal. En la empresa privada puede traer cuenta pagar indemnizaciones por accidentes mortales antes que afrontar una inversión mucho mayor en corregir algún defecto peligroso. En la administración pública esto no puede hacerse pues el administrador tiene que respetar a toda costa los derechos de los administrados, el primero de los cuales es la vida, aunque respetarlos no sea eficiente en términos de ganancia.
 
Por lo demás, Rosell no parece pedir el cierre de los servicios públicos y su desaparición de los presupuestos generales del Estado, atendiendo a un principio absoluto de libre mercado. Lo que solicita es que los gestores de los recursos públicos no sean políticos ni funcionarios sino empresarios. Además, podría prescindirse de los funcionarios, estamento enojoso que no solamente vigila el respeto a los derechos de la ciudadanía sino que él mismo está cargado de derechos que impiden tratarlo como mano de obra barata y precaria. O ya directamente esclava, desprovista de derechos, como quiere la patronal habérselas con la fuerza de trabajo. Porque, después de todos los dineros, las FAES, las escuelas de negocios, los medios comprados, los periodistas a sueldo y todo el andamiaje ideológico del capital, el meollo de la lógica de este, su núcleo esencial sigue siendo la plusvalía, esto es, la explotación del trabajo ajeno.
 
La propuesta parecería un ideal del libre mercado pero es, en realidad, una muestra de la lógica empresarial al más puro estilo español. Es una propuesta de captura del Estado por los empresarios. La CEOE sería el partido único del régimen.  Los servicios públicos siguen a cargo de los presupuestos generales del Estado, pero los gestionan empresarios con su lógica de la eficiencia y la productividad, o sea, el rendimiento para sus bolsillos. El negocio es redondo y típico del capitalismo de amigotes. No hace falta arriesgar capital propio; se gestiona el público. Y se tienen clientes forzosos, pues todo el mundo necesita educación y sanidad. El negocio está asegurado. Y, si no lo estuviera, siempre se acaban socializando las pérdidas, como estamos hartos de ver, últimamente con las autopistas radiales de Madrid.
 
Es una lógica que bordea sistemáticamente lo delictivo, la que ha llevado al antecesor de Rosell en el cargo, Díaz Ferrán, a la cárcel de Soto del Real. Este Díaz Ferrán es el que en cierta ocasión formuló uno de los axiomas de la lógica empresarial: "trabajar más y ganar menos" a los efectos de que los empresarios puedan trabajar menos y ganar más y, de esta forma, se restablezca el equilibrio universal de la lógica empresarial. Si defraudar al erario aumenta el rendimiento personal, el lucro privado del gestor, ¿qué ordena hacer la lógica empresarial? A veces estas inferencias lo llevan a uno a la cárcel, pero es que ir a la cárcel forma parte también de la lógica empresarial.

diumenge, 18 de març del 2012

En busca de esclavos.

Y este Juan Rosell era el que substituyó al presunto ladrón Díaz Ferrán al frente de la CEOE, el catalán presidente de Fomento del Trabajo Nacional y, según rumores, un "liberal". Pues sí, liberal al estilo de Franco que es el que les va a todos los empresarios y por el que suspiran, cuando tenían a su merced a los trabajadores que carecían de todos los derechos.

Ahora quieren hacer lo mismo aprovechando la crisis económica que siempre debilita considerablemente a los trabajadores. Les bajan los salarios, les aumentan las jornadas, pueden despedirlos cuando les dé la gana, los contratan como les place y cuando les place, los someten a condiciones indignas, no se cuidan de los accidentes laborales y pretenden privarlos del derecho de huelga que es la única arma legal con que los asalariados pueden defender sus exiguos derechos. No les basta con impedir su libre ejercicio, con presionar, amenazar a quienes vayan a la huelga, haciéndolos objeto de todo tipo de coacciones y chantajes. Quieren suprimir el derecho de un plumazo. Cuentan para ello con un gobierno cuya única finalidad es favorecer a la patronal en su propósito de restablecer la esclavitud.

Invocan el país, los intereses generales, los derechos de terceros, los servicios públicos. Cualquier cosa con tal de no decir la verdad: que lo que les fastidia es que paren sus empresas y ellos dejen de lucrarse durante 24 horas. Lo único que moviliza a los patronos: el dinero. La expresión de este menda lo dice todo: "un grupito no puede paralizar el país". Se refiere a los millones de huelguistas el muy cínico, no al verdadero "grupito", el de los empresarios, que es el que tiene parado el país desde hace cuatro años, con cinco millones de parados. Ese es un "grupito" dañino. Porque el paro es la forma del terrorismo que ejercen los empresarios.

divendres, 16 de desembre del 2011

Empredadores.

Entre los grandes empresarios españoles y los europeos hay un punto de identidad: todos quieren maximizar sus beneficios. Lo demás, son diferencias. Los españoles tratan de maximizarlos a costa de lo que sea, sin escrúpulos, despojando de sus derechos a los trabajadores si se puede; los europeos no tanto o mucho menos.

Los empresarios europeos empiezan a trabajar y arriesgar con márgenes de beneficios entre el tres y el cinco por ciento; los españoles no se mueven por menos del quince al veinte por ciento. Y garantizados: los europeos arriesgan; los españoles, no. Los europeos invierten en investigación, innovación y desarrollo (i + i + d); los españoles, no. Basta con echar una ojeada a los registros de patentes; en dónde se trabaja bajo licencia y en dónde no.

Los empresarios europeos hacen honor a su nombre y emprenden; los españoles, no. Van a lo seguro (o lo que creen seguro, que tampoco son unas águilas), como el ladrillo; pero no abren líneas nuevas de producción. Un ejemplo: España es el único país europeo importante que carece de coche propio de fabricación nacional. Todo lo que se produce es bajo licencia ajena; hasta el Seat. Y si hay alguna innovación suele ser promovida y amparada con dineros públicos.

Los empresarios españoles parasitan cuanto pueden el Estado del que maldicen, y hacen negocios con el BOE a la vista, refugiados en las subvenciones, los incentivos, las exenciones fiscales, las mamandurrias; los extranjeros, no o mucho menos. Los españoles tienen un poderoso grupo de presión en forma de confederación (CEOE) que disfruta de cuantiosas subvenciones públicas legales y, si pueden, ilegales, pero descalifican a los sindicatos por subvencionados y a los sindicalistas por parásitos. Los extranjeros, no; estos buscan siempre la conciliación con el mundo del trabajo; los españoles buscan la confrontación y la imposición.

Los empresarios españoles ocultan capitales ingentes en paraísos fiscales. El último ejemplo, presunto, por supuesto, el del empresario Iñaki Urdangarín. Los empresarios europeos, que también lo hacen, lo hacen mucho menos y los pillan mucho más. Los empresarios españoles evaden cifras astronómicas de impuestos, miles de millones de euros, según diferentes cálculos, lo cual da lugar a esa indignante situación de que la cantidad media de impuestos que pagan los trabajadores sea superior a la de los empresarios (y profesiones liberales), que es sangrante; los empresarios europeos tienen una mucho mayor conciencia fiscal.

Los empresarios españoles pretenden explotar a los trabajadores, pagarles salaríos ínfimos, despedirlos libremente, negarles seguridades contractuales, sujetarlos a la incertidumbre y mantenerlos indefensos frente a las arbitrariedades de la jefatura. Los empresarios extranjeros, que también tienen esta tendencia, se moderan mucho más. Incluso cuando los españoles piden imitar a los extranjeros lo hacen en detrimento de sus propios trabajadores. La petición de vincular los aumentos salariales a la productividad, como en Alemania, pasa por alto que la productividad es un factor que depende sobre todo de la acertada práctica empresarial; que en Alemania es alta y en España, baja.

En resumen, los empresarios españoles no merecen ese nombre, ni el de emprendedores, sino algún otro, todavía pendiente de formular como se hará cuando quede clara la peculiar peripecia del anterior presidente de la patronal, Díaz Ferrán, experto en concursos de acreedores. No existe un criterio objetivo respecto a qué sea la buena actividad empresarial (la que crea riqueza), a pesar de que hay facultades universitarias dedicadas al estudio de la ciencia empresarial. Tampoco existe, que yo sepa, una escala de categoría y calidad de los empresarios europeos, aunque hoy día se mida el rendimiento de prácticamente todo. No obstante, no es exagerado aventurar que, si existiera, los empresarios españoles ocuparían lugares modestos. Ni siquiera descuellan como financiadores de empresas benéficas o culturales, como podrían hacerlo ya que invierten poco o nada en la modernización de sus negocios. No, no se merecen el nombre de empresarios, al menos en el registro de los ciudadanos a los que la colectividad deba estar agradecida.

A pesar de ello, están todo el día predicando, diciendo a la gente lo que tiene que hacer que es básicamente someterse a sus dictados de explotación. Y lo hacen con pretensiones dogmáticas, haciendo pasar por conclusiones razonables un mazo de topicazos y prejuicios que tratan de favorecer sus intereses y lesionar los de la colectividad. El último ejemplo, el de los irritantes propósitos del jefe Juan Rosell sobre los funcionarios. No es preciso detenerse a demostrar que sus presupuestos y conclusiones son falsos, pues ya lo han hecho voces más autorizadas que la de Palinuro, como la de Juan Torres López, catedrático de Economía aplicada, en un post en su blog Ganas de escribir, titulado En España no sobran funcionarios sino defraudadores y los dirigentes patronales que los encubren.

Como esto no se oculta a los empresarios, conviene indagar los designios por los que hacen tan desconsideradas reclamaciones y que son: a) acabar con los restos del Estado del bienestar, privándolo de personal que lo gestione y aprovechándose de los caudales que así se ahorrarán; b) suprimir el viejo principio de la intervención reguladora y redistributiva de los poderes públicos, vinculado a la idea hegeliana del Estado como incorporación de la eticidad. Nada de eticidad; en la sociedad, que rija la ley del más fuerte; c) eliminar funcionarios y no sólo los de la caricatura de los manguitos sino tambièn en otros órdenes vinculados a la vigilancia de la legalidad en la actividad mercantil, inspectores de Hacienda, abogados del Estado, jueces, fiscales, sobre todo los anticorrupción, etc. A cambio, deben ampliarse los funcionarios de prisiones y los cuerpos de seguridad, para contener a la chusma; d) incrementar el paro -que es el medio ideal de chantaje, casi terrorista de los empresarios sobre los trabajadores- porque permite forzar el descenso generalizado de los salarios y el aumento de las jornadas, hasta llegar a esa situación ideal de una fuerza de trabajo dispuesta a laborar todo el día por nada; e) suprimir la base de seguridad en el empleo de un colectivo que tradicionalmente la ha tenido a cambio de sus bajos salarios y someterlo a la situación de precariedad e inseguridad en que tiene a los trabajadores del sector privado cuando debiera ser al revés, esto es, consolidar y asegurar la posición de estos; f) amedrentar a los trabajadores públicos sometiéndolos a la arbitrariedad de los políticos de turno y restablecer la institución de los cesantes, que tanto propicia el caquisimo y la corrupción, práctica inveterada del empresariado español, como puede verse en el caso de la Gürtel.

En una sociedad ilustrada, avanzada, integrada y moderna, el capital es una relación social (Marx) y la propiedad cumple una función de interés general (Papa León XIII), es decir, la actividad empresarial se hace un contexto de responsabilidad social en el que el conjunto de la colectividad tiene derecho a pedir cuentas a los empresarios del uso que hacen de sus favorables condiciones; porque la propiedad no es absoluta, sino que está sujeta al interés social. Y en el entendimiento, además, de que serán tratados como ellos tratan a los demás y medidos con la misma vara.

Se entiende porqué Palinuro propugna que, así como los empresarios se arrogan el derecho a juzgar sobre la calidad del trabajo y el rendimiento de los funcionarios y los trabajadores en general, la sociedad haga lo mismo con el trabajo de los empresarios. Que si los funcionarios y trabajadores son despedidos, los empresarios incumplidores sean expropiados. Y, cuando delincan, cosa nada infrecuente, que vayan a la cárcel y el Gobierno no los indulte. Es un principio de justicia.

(La imagen es una foto de Izquierda Unida, bajo licencia de Creative Commons.

dissabte, 29 d’agost del 2009

Palinuro entrevista a Gerardo Díaz Ferrán.

Roto el diálogo social al comienzo de las vacaciones del verano en una situación confusa en la que cada parte acusa a la otra de haber volcado el tablero, es hora de prepararse para recuperarlo, al menos de acuerdo con los deseos expresos de los participantes en el momento de la ruptura cuando todos auguraban que sería preciso recomenzarlo al inicio del curso. En opinión de Palinuro aquel diálogo social lo rompieron los empresarios que, a causa de la crisis, se sentían en situación de fuerza y en una acción política coordinada con el PP para dificultar la labor del Gobierno. Al enunciar pretensiones inasumibles en el último momento los empresarios sabían que las conversaciones quedarían rotas. Es el momento de averiguar si han reflexionado y están dispuestos a facilitar el acuerdo. Para ello Palinuro se acercó a la sede de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, la gran patronal hispana, presidida por Gerardo Díaz Ferrán, para ver qué se saca en limpio. Díaz Ferrán es hombre afable, con el cutis terso del acostumbrado a los placeres de la buena y abundante mesa, vestido con elegancia, incluso atildado y tiene un modo de razonar franco y abierto que hace las delicias de los entrevistadores. Dice que no quiere fotos porque la función de los empresarios no es aparecer en los medios sino trabajar en silencio y a la sombra por el progreso social. Nada más verme se arranca con una parrafada que da idea de su carácter y que consigno aquí sin dilación:

Díaz Ferrán: la locomotora de la sociedad somos nosotros, le empresarios. Somos nosotros quienes innovamos, creamos empleo, posibilitamos la riqueza. Sin nosotros, la sociedad se paralizaría. ¿Ha leído Vd. la gran novela de Ayn Rand sobre Atlas? Ahí se documenta qué sucede en el mundo en el caso de que los empresarios, los banqueros, los creadores de riqueza, los hombres de acción nos declarásemos en huelga como hacen los trabajadores. Nada funcionaría, esto sería un caos. Así que el gobierno atinado no consiste en ponernos dificultades sino, al contrario, en facilitar nuestra tarea en pro del bien común. No pedimos favoritismos ni gollerías; estamos acostumbrados a fajarnos en el mercado libre y sabemos lo que es eso. Pero tampoco queremos un trato discriminatorio en el que la figura del empresario convenientemente demonizado sea la culpable de todos los males sociales. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Palinuro: bueno, en realidad, en una sociedad compleja como la nuestra todos los actores son importantes y todos contribuyen al bienestar general.

DF: por supuesto pero yo tengo que hablar en pro de mis representados; los demás que lo hagan en el de los suyos.

P: ¿así que la lideresa es "cojonuda" pero el presidente del Gobierno es el problema?

DF: como sabe, fue un lapsus por culpa de un micrófono traidor.

P: pero dicho se está. Permítame que insista: ¿por qué es "cojonuda" Esperanza Aguirre?

DF: es evidente, ¿no? Es una liberal convencida. El liberalismo es una filosofía propia de empresarios: iniciativa individual, no intervención pública, flexibilidad de las relaciones laborales. Aguirre es un espíritu moderno que entiende la sociedad democrática de libre mercado.

P: mientras que Rodríguez Zapatero es un problema porque no entiende el asunto del mismo modo.

DF: exactamente; es un intervencionista en función de sus esquemas teóricos que pueden ser muy bellos (yo no les encuentro gracia alguna) pero irrealizables.

P: y como es "cojonuda" Vd. personalmente subvencionó su campaña electoral a la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) con casi 250.000 euros.

DF: ¿y? Las donaciones son legales.

P: bueno, se hizo a través de una misteriosa fundación de la CAM, Fundescam, de la que nadie parece tener mucha idea y cuya documentación no es pública. Ya se ha presentado una solicitud de que la dicha Fundación haga públicos sus archivos.

DF: y eso, ¿qué tiene que ver conmigo y con la CEOE?

P: hombre, es el caso que sus empresas de Vd. empezaron a acceder a contrataciones y adjudicacioes públicas de la CAM que generan abundantes beneficios. Podría pensarse que aquellos donativos no eran desinteresados en absoluto.

DF: claro, jajaja, desinteresado en esta vida hay muy poco. Quizá la madre Teresa de Calcuta que en el cielo esté...

P: de forma que ¿está Vd. reconociendo que hay una relación entre sus donativos y el hecho de acceder a las licitaciones de la CAM?

DF: no, oiga, no; no reconozco nada y menos en estos tiempos de "Gürtel", jaja. Pero vivimos en una sociedad abierta en la que tenemos derecho a manifestar nuestras preferencias y a participar en las oportunidades públicas en condiciones de legalidad e igualdad.

P: la sociedad será muy abierta pero sus opiniones verdaderas sólo son conocidas cuando un micrófono lo traiciona a Vd. y sus donativos se hacen por vías cuasi secretas y sólo se sabe de ellos gracias a las labores de investigación de los periodistas.

DF: las opiniones personales son opiniones personales y están amparadas por el derecho a la intimidad y los donativos deben hacerse con el espíritu cristiano de que tu mano izquierda no se entere de lo que hace la derecha.

P: eso es la caridad; no se refiere a millones en donativos a partidos políticos.

DF: es únicamente una diferencia cuantitativa.

P: por cierto, veo en su página personal de Wikipedia que tiene Vd. lo que también caritativamente aparece como "estudios de ingeniera técnica industrial". Deduzco que carece Vd. de titulación académica.

DF: exactamente.

P: y ¿de dónde le viene a Vd. la costumbre de generalizar y argumentar sobre cuestiones sociales de ámbito teórico?

DF: de la experiencia, que es la madre de la ciencia. Conozco a la gente, a mis paisanos, sé el terreno que piso y amplío a nuevos horizontes siempre que puedo. Es riqueza para mi país.

P: sin duda. Y abordando ahora el diálogo social, ¿reconoce Vd. haberlo roto en connivencia con el PP?

DF: en absoluto, en absoluto. No hay nada de eso.

P: sin embargo, sus posiciones fueron maximalistas y contribuyeron decisivamente a la ruptura. Y luego ha seguido Vd. caldeando el ambiente.

DF: ¿cómo? Indíqueme cómo y la hablaré de la medida.

P: quiere Vd. bajar los salarios un 1 por ciento.

DF: los costes salariales son muy altos en España y lastran la actividad empresarial.

P: esa es una visión subjetiva. Pregunte a los trabajadores. ¿Por qué no pide que desciendan los beneficios empresariales?

DF: jajaja, muy bueno. Sería contradictorio, ¿no? Además, ya se encarga el exceso de normativa intervencionista de hacerlo por nosotros.

P: además, quiere bajar las cotizaciones a la Seguridad Social.

DF: por supuesto; también son muy altas. Si fueran más bajas, los empresarios contrataríamos más mano de obra.

P: ese argumento es inaceptable. Como su pretensión de abaratar los despidos.

DF: ¿por qué es inaceptable? El despido en España es carísimo. Si se abaratara (y, ojo, que yo no pido despido libre como dicen los medios para fastidiar) habría más contratos de trabajo, más empleo.

P: ¿y no ve Vd. por qué es inaceptable? Si el salario fuera cero euros y el despido gratuito, un solo empresario, yo mismo que me haría empresario, contrataría a toda la mano de obra disponible. Pero eso no es contrato de trabajo sino relación de esclavitud.

DF: veo que es Vd. un radical.

P: eso mismo dice la "cojonuda" lideresa para quien son radicales todos los que no acepten su rígido neoliberalismo, doctrina en la que coinciden Vds. dos. Como se prueba también oyéndolos hablar de la función pública.

DF: no lo sé. Sólo sé que en España sobran funcionarios.

P: es una forma de pedir que baje el gasto público pero que trata de disfrazarse de una petición que encuentra fácil acomodo en los prejuicios nacionales. A la vista de los datos está demostrado que en España hay menos funcionarios que en la media de la UE.

DF: ya se sabe que todo depende de lo que se llame "funcionario". Mi propuesta es recortar el sector público tanto en gastos de personal como en gasto corriente. Hay que ahorrar.

P: para poner luego los ahorros a disposición de los empresarios.

P: naturalmente, es la dialéctica entre la empresa y la banca.

P: ¿qué relación hay entre Vd. y la banca?

DF: toda, como debe ser en una economía libre y flexible de mercado. Toda menos la comisión de delitos.

P: ¿Y entre Vd. y el PP?

DF: mutuo entendimiento y respeto. Mi voto no se lo voy a contar a Vd.

P: no hace falta. Le agradezco esta conversación.

dilluns, 16 de juny del 2008

Los matones de la carretera.

Hoy se verá si los transportistas han cumplido sus abundantes amenazas de ayer de bloquear Madrid o si, al contrario, el ministerio del Interior ha conseguido dominar la situación y obligar a los camioneros a respetar los derechos de los demás, cosa a la que al parecer no son aficionados. Porque en efecto la jornada de ayer fue de nervios, tensión e intercambio de bravatas. La asociación convocante de la marcha carece de representatividad oficial, agrupa a no más del 15% del sector y ni siquiera estuvo presente en las negociaciones de la semana que sin embargo rechaza.

Por formación, tradición y devoción, siempre que hay un conflicto laboral tomo partido por los trabajadores porque me parece que es lo suyo. Pero estas acciones de los transportistas no acaban de encajarme en el modelo, especialmente esta segunda ronda, después del acuerdo mayoritario firmado la semana pasada. Y no me encajan por el tipo de gente, el carácter de sus reivindicaciones y los métodos a que recurren.

La gente: son autónomos. Ciertamente, los autónomos son trabajadores, pero trabajadores especiales porque son también patronos; sus propios patronos. Así que su medida de presión no es una huelga en el sentido ordinario del término, sino un cierre patronal o, mejor dicho, una mezcla de ambos.

Las reivindicaciones no acaban de entenderse del todo, especialmente después de que el 80% del sector aceptara la solución negociada con el Gobierno la semana pasada. Hay una insistencia especial en dos aspectos: una tarifa mínima y la congelación del precio del gasóleo durante seis meses. Son reivindicaciones típicamente corporativas que nada tienen que ver con aspiraciones de los trabajadores ni con el mercado libre. En concreto, la congelación del precio del gasóleo durante seis meses viene a ser una especie de externalización de un coste y que se pueda plantear sin más revela hasta qué punto tenemos interiorizada la mentalidad corporativa en nuestra sociedad. Es lo que sucede con los taxistas, sobre lo cual trataré en un próximo post, cuando también ellos pasen a la carga con el gasóleo, que se acaban por admitir como normales tratamientos de favor y privilegio. Yo también conduzco un vehículo de gasóleo, también a mí me ha subido el precio del carburante y asimismo empleo el vehículo para trabajar y no para darme paseos por la Costa Azul. ¿Por qué entonces he de pagar el gasóleo al precio del mercado y los transportistas no? Por cierto obsérvese que no he dicho ni pío acerca de la muy extendida práctica corrupta de revender gasóleo subvencionado a precios superiores pero inferiores a los que rigen en las gasolineras.

Los métodos empleados hasta ahora y los que estos de ayer amenazaban con emplear son inadmisibles pues consisten en atentar contra los derechos de todos los demás, de todos: de los empleados y trabajadores que quieren entrar en las ciudades a trabajar, de los que quieren salir, de las gentes que tienen que comprar en mercados desabastecidos y aguantar aumentos de precios disparados por los bloqueos, de los trabajadores de las empresas que quedan sin suministros y van al paro de la mano de unos expedientes de regulación de empleos (EREs) que las direcciones aprovechan para poner en marcha. Estos métodos de forzar al Gobierno a claudicar haciendo daño a la economía del país, saboteándola y perjudicando los intereses de la inmensa mayoría de la población puestos en marcha por la fuerza bruta son indignantes.

Así que no siento la menor simpatía por estos transportistas y espero que el Gobierno se emplee a fondo, con diligencia y contundencia para respetar el derecho de los caminoneros a manifestarse pacíficamente cuantas veces quieran y para garantizar asimismo la vida normal de la población y sus derechos amenazados por el comportamiento incivil de una exigua minoría que abusa de su poder.

(La imagen es una foto de km6xo, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 23 de juliol del 2007

Kane II.

Un comentario en forma poética de Abenyusuf al post de ayer sobre el recientemente fallecido Polanco sugiere una perspectiva atinadísima que no he visto tomar a nadie así que, gracias a él, puedo volver sobre el asunto. Porque en el modo en que El País trató ayer los funerales de su gran patrón hay algo que recuerda mucho a Ciudadano Kane. Y es El País porque los otros medios, en lo que yo vi, trataron el asunto como una noticia más. Quien sí, quien no traía una semblanza del personaje. El País, en cambio, venía casi monográfico. Lógico, pues se ha quedado huérfano. Cierto que la jefatura viene ocupada por quién el fundador designó, pero en todo tránsito humano hay sobresaltos y el momento es crítico para el periódico. Así que éste publicó como una veintena de notas, apuntes, artículos, comentarios de gente de la casa y algunas destacadas personalidades a ella allegadas en buena medida en relaciones contractuales de edición con el desaparecido magnate. Por cierto, que nadie me llame aguafiestas, pero son todos hombres. No hay aportación de mujer alguna. Curioso. Las mujeres empiezan a aparecer en una sección menor, titulada "Reacciones", en la que se recogen breves declaraciones orales de las señoras Carmen Calvo, Alborch, Almudena Grandes, Aitana Sánchez Gijón y Laura García Lorca.

Casi todos los escritos bucean en los recuerdos para resaltar una imagen del difunto. Que es lo que hace el periodista narrador de Ciudadano Kane cuando anda reconstruyendo la figura de Kane a través de los recuerdos de sus colaboradores, amigos y no tan amigos. Aquí los "no tan amigos" han quedado fuera. Al ser la lid mediática, se encuentran en otras empresas en las que ya escribirán o contarán lo que les parezca. En el florilegio que ha publicado el país, el rasgo que más destacan los periodistas que trabajaron con Polanco es que siempre les dio total libertad, les exigió resultados y los amparó cuando eran atacados. No hay duda de que fue un buen hombre y un gran hombre, pues así hablan de él quienes estuvieron a sus órdenes.

Como Kane, Polanco fue muy poderoso. Basta con ver la conmoción social que se ha producido. Y nada de Xanadú. Del Ruber a La Almudena. Muy poderoso has de ser para que un trayecto tan ordinario, que hace tanta gente todos los días, provoque tal expectación. Prueba evidente de que la prensa, los medios, son un poder en el mundo. Polanco se ha ido, pero el poder se queda. La señal más clara de que se queda y pretende reproducirse de modo habitual, como si no pasara nada, es que hasta el video en el que se da cuenta de la inhumación del patrono trae los segundos previos de publicidad. Es business as usual; pero la procesión, supongo, va por dentro.

diumenge, 22 de juliol del 2007

Polanco ya no podrá "rectificar".

En sus últimas y sonadas declaraciones en vida, el señor Polanco, fallecido ayer, dijo que el PP era un partido franquista y guerracivilista y que enfrentaba a los españoles. Para mi gusto, dio en el clavo. Y la prueba es que horas después, el señor Rajoy reaccionó como lo hubiera hecho Franco, aunque no con tanta contundencia pues los tiempos no están para eso, ordenando a su grey el boicot a PRISA, en la esperanza de que también los anunciantes la ningunearan pues estos defensores de la civilización cristiana, en cuanto pueden, atacan al bolsillo porque saben que duele. Y todo eso en tanto el señor Polanco no "rectificara". Por desgracia el señor Polanco ha fallecido, pero es seguro que jamás hubiera "rectificado". Fue el señor Rajoy quien tuvo que envainarse su necia pretensión a base de no volver a mencionar en público la orden de boicoteo.

Parece mentira que ésta se diera pues demuestra que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y el señor Rajoy es muy hombre porque ha olvidado cómo en 1997, meses después de ganar su partido las elecciones, el gobierno del PP puso en marcha una odiosa campaña de embustes, triquiñuelas, falsas acusaciones y mentiras para tratar de encarcelar a los señores Polanco y Cebrián. Justo el tipo de hazaña de enredar a los contrarios en procesos judiciales penales amañados en que es experto el señor Aznar. Contaba para ello con el auxilio de algún juez prevaricador, algún fiscal servil, políticos sin escrúpulos, periodistas a sueldo e "intelectuales" orgánicos de la derecha, varios de ellos simulando ser de izquierdas. La maniobra no resultó gracias a que el señor Polanco resistió, contraatacó y al final ganó. Y con él, ganó la causa de las libertades en España.

Con motivo del óbito del empresario todo el mundo ha recordado su evidente aportación al restablecimiento de las libertades en los años setenta y nadie o casi nadie ha hecho mención del episodio de los años noventa. Sin embargo, ese momento me parece más importante y más revelador de la categoría del personaje. Porque en los años setenta, todos estábamos por la democracia, el viento de la historia soplaba a nuestro favor y al Caudillo no lo defendían en público ni las ratas. En cambio, en los años noventa, el señor Polanco estaba solo, frente a un gobierno hostil, muy agresivo, con ánimo de venganza, y muchos de los que hoy lamentan su muerte se escondieron o desaparecieron por si venían mal dadas. Fue entonces cuando, a sus sesenta y siete años, el empresario demostró su temple y se ganó el reconocimiento de los demócratas españoles. Y desde luego el mío, que en aquellos años protesté en lo que pude en contra del atropello al que un gobierno sin límites morales, del que formaba parte el señor Rajoy, pretendía someter a los señores Polanco y Cebrián.

Este último publicaba ayer una pronta tribuna en El País, titulada Jesús de compleja valoración. Supongo que en buena medida está dictada por el genuino dolor que se siente ante la pérdida de un amigo tan cercano, cosa muy respetable. Pero por otro lado, lleva un tono de petulancia propio del firmante e impropio de lo firmado. Esa insistencia en recordar a todos, en especial al hijo del finado, no sólo los estrechos lazos entre el empresario y su empleado, sino también la igualdad entre ambos, la mutua lealtad, quiere dar una impresión que no acaba de casar con la realidad. El señor Polanco fue un empresario en estado puro y en eso consiste su extraordinario mérito. El señor Cebrián, queriendo ser empresario e intelectual a su sombra, no es, en el fondo, ninguna de las dos cosas. Pero sí académico y hombre poderoso mientras dure la relación privilegiada con la empresa.