diumenge, 22 de març del 2015
El espacio público.
dilluns, 23 de desembre del 2013
Una ley retrógrada y misógina. O sea, española.
- Ídolos de la tribu. Los habituales en todo ser humano, especialmente agudos en el caso de los de inspiración fascista, como es el caso de este ministro, capaz de renovar un marquesado de Queipo de Llano, otorgado en primer lugar a un militar faccioso y delincuente que animaba a sus tropas por radio a violar a las mujeres de los milicianos. Palinuro lo señaló hace unos días y lo repite ahora: ¿cómo se atreve alguien que premia la violación de mujeres a legislar nada sobre ellas?
- Ídolos de la caverna. Las convicciones nacionalcatólicas del sujeto, que lo llevan a creer -o hacer como si creyera- que sus fantasías son la realidad más acrisolada para el resto de los seres humanos. Y, si no actúan en consecuencia, se les encarcela.
- Ídolos del foro. Su frecuente trato y comercio con los clérigos y otras criaturas deficitarias en condición humana lo llevan a suponer (o, de nuevo, hacer como como si lo supusiera) que el significado de las palabras, respeto, libertad, emancipación, solo puede ser el que él les da, normalmente retorcido.
- Ídolos del teatro. Los nacionalcatólicos, herederos del espíritu de Trento, escenifican esa idea de España y lo español a la que ya queda poco para destruir lo que resta de esta nación, otrora grande. Porque ese catolicismo burro -que los curas al estilo Rouco identifican con el ser nacional español- es el principal responsable de que, como cada vez es más manifiesto, España sea un Estado fallido. Un Estado que camina hacia su desintegración porque la casta dominante sigue obstinada en imponer a la fuerza sus convicciones de secta al conjunto de la población. O sea, es incapaz de entender que una sociedad moderna y abierta implica pluralismo de valores en feliz expresión de sir Isaiah Berlin hace cien años pero que aún no ha llegado a estas feroces tierras.
diumenge, 7 de juliol del 2013
Las horas bajas del duunvirato.
En esa tarea de bloques, frentes, plataformas unitarias, imbricación con los movimientos y protestas extraparlamentarias, el PSOE anda poco. Varios factores de peso lo han mantenido alejado de las corrientes de opinión y las acciones sociales. Estos son: su estructura, fuertemente institucionalizada, con un montón de "cesantes" producto típico de la administración pública de la segunda restauración borbónica, que debiera llamarse la tercera porque la primera fue la del Deseado; la desmovilización de la derrota y la demostración de que, en punto a corrupción, el PSOE se acerca al PP, al menos en la emblemática Andalucía, en donde, guste o no guste al PSA se ha verificado la ley de hierro de la política de que el poder corrompe y el poder absoluto (en este caso no absoluto pero sí permanente) corrompe absolutamente. Por supuesto sin olvidar que la reacción del partido al caso de los EREs está a años luz de la del PP con respecto a Gürtel/Bárcenas.
Todo eso tiene al PSOE absorto y entregado a un ejercicio de renovación teórica fijado en su momento estelar en octubre de 2013. Conferencia Política coordinada, creo, por Ramón Jáuregui y nuevo programa del socialismo español. Sin duda será muy razonable. Algunas propuestas que se filtran suenan muy bien. Por ejemplo esa de constitucionalizar las garantías del Estado del bienestar. Algo que el constituyente de 1978 se abstuvo exprofeso de hacer al negar a los derechos económicos y sociales el mismo rango y protección que los fundamentales, cíviles y políticos. Sin olvidar que, para abrir boca, hay que empezar por derogar toda la legislación por la que el PP está desmantelando esa forma de Estado.
Pero, al mismo tiempo, es dudoso que el nuevo programa aborde cuestiones de mayor calado en un espíritu de reforma y renovación. Hay una propuesta de federalismo que no entusiasma a nadie y solo sirve para que el PP arme un guirigay, pero no para que los nacionalistas cejen en su empeño. Del derecho de autodeterminación ni se habla. Como tampoco se hablará de la conveniencia de un referéndum para dilucidar de una vez la cuestión Monarquía/ República. En cuanto a la separación entre la Iglesia y el Estado, probablemente habrá bellas palabras pero serán de escaso crédito dichas por un partido que no hizo nada por avanzar en ella en siete años de gobierno sino todo lo contrario.
Una última observación sobre la triste opinión que la ciudadanía tiene de sus políticos. En el caso de los dos del duunvirato su valoración es tan baja y tan sostenida en el tiempo que cualquiera se sentiría acomplejado solo saliendo a la calle y estaría pensando en dimitir a la primera ocasión. Pero no es el caso. Son dos perros viejos, políticos profesionales que llevan toda la vida en el quehacer público; lo han sido todo, han ocupado todos los cargos, han visto pasar generaciones, promesas deshechas como pompas de jabón; y tienden a pensar que, como todo pasa, también los sinsabores que, además, son menos cuando se llevan en comandita.
En cuanto al gobierno, caritativo velo. Wert sigue escalando puestos hacia abajo con un índice de desaprobación del 80 % de la ciudadanía. Y es que es inelegante y antiexcelente que el gobierno de la mayoría esté al servicio de la mayoría. Eso es una vulgaridad. Tiene que estar al servicio de los mejores, de los curas.
dilluns, 31 de desembre del 2012
Glosas a la valoración que la gente hace de las principales instituciones y grupos sociales.
dissabte, 15 de setembre del 2012
Muy bien. Hay que seguir.
Está claro: la manifa ha sido un éxito pero solo es el comienzo. Este gobierno de derecha rabiosa sabe quje no tendrá otra oportunidad y que tiene que alcanzar todos sus objetivos con celeridad, especialmente el desmantelamiento del Estado del bienestar y la supresión de los derechos de los trabajadores. Por eso hay que seguir. Esta manifestación no es más que el reinicio de la movilización social permanente. Si el gobierno no rectifica, que no rectificará, el siguiente objetivo debe ser ya la huelga general indefinida. Hasta que se vayan estos usurpadores o consigan el respaldo popular a lo que están haciendo y sin estafar, como hicieron en las elecciones del 20N.
dilluns, 28 de març del 2011
Por alusiones
El sábado pasado, y porque participaba en él mi amigo Pablo Iglesias, vi íntegro el programa "La noria" de Tele 5 por primera y última vez en mi vida. No sé qué pretendan los hacedores de esta basura pero, sea lo que sea, es eso, basura con un nivel intelectual ínfimo en un ambiente de verduleros. El caso es que, en el curso de esa bazofia, el periodista Alfonso Rojo dijo que yo era responsable o inspirador o algo así de la movilización de los estudiantes de la Complutense por el asunto de la capilla. No es cierto. ¡Qué más quisiera yo que haber inspirado un acto con el que estoy de acuerdo por su ejemplaridad!
Ahora bien, supongo que, en justa reciprocidad y por alusiones que él cree vejatorias y a mí me enorgullecen, podré decir a mi vez algo de Rojo y de sus contertulios: todos ellos periodistas que se embolsan una pasta por ir a decir siempre lo mismo y a ver quién grita más y quién tiene peor gusto. Lo importante aquí es la pasta y, si estos mendas tuvieran un decoro mínimo, dirían cuánto pillan cada vez que salen en pantalla, a defender su cuadra. Para que la gente sepa de qué va esto.
En fin, que la derecha esté representada y defendida por alguien como Alfonso Rojo me parece normal. Que haya representación de la izquierda en ese espectáculo incalificable es menos normal y que la ostente un engolado sectario como Sopena da risa.
El dinero hace maravillas.
(La imagen es una foto de Adrián Pérez, bajo licencia de Creative Commons).dimecres, 16 de març del 2011
El templo de Dios y los vasos del Diablo.
El 22 de abril de 1969, cuando Theodor Wiesengrund Adorno, filósofo, musicólogo, sociólogo, cabeza junto a Horkheimer de la Escuela de Frankfurt, se disponía a iniciar su clase magistral, tres jóvenes con las tetas al aire subieron al estrado e intentaron besarlo. Se organizó un escándalo. Adorno se retiró muy dolido y unos días más tarde se quejaría en Der Spiegel de que le hubieran hecho algo así a él, que siempre había estado en contra de toda represión sexual. Algún mes después, cuando los estudiantes ocuparon el Instituto de Investigación Social que él dirigía, Adorno llamó a la policía. Murió aquel verano del 69 probablemente amargado por la incomprensión cerril de unos estudiantes ultrarradicales que reclamaban acción y no querían que les siguieran dando teorías. Siendo así que él había respondido a la undécima tesis sobre Feuerbach diciendo que "hasta ahora los filósofos no han interpretado suficientemente el mundo".
La profanación de la capilla de Somosaguas tiene elementos del happening de Frankfurt, salvando los tiempos y los países. Han pasado 42 años y si en Alemania se reventaba una Vorlesung de Filosofía, en España se profana un templo. Cada cual a lo suyo. La reacción social ha sido casi unánime y cada cazador ha disparado a su pieza: el Rector, un probo izquierdista, ha condenado enérgicamente los hechos y abierto un expediente; el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha pedido la dimisión del Rector por lo del Pisuerga; los medios de la derecha se han puesto a jurar en arameo hablando de gamberrismo, atentado contra la libertad de conciencia, ultraje, blasfemia, provocación, allanamiento de morada (y morada celestial les faltó decir), persecución de los cristianos, nueva época de caza del clero y quema de iglesias etc. Los del centro izquierda guardan un incómodo silencio. La sociedad civil pide castigos ejemplares para esos jóvenes que a saber no ya si son estudiantes sino si son jóvenes.
En el fondo, esa furibunda reacción revela el miedo de la Iglesia y del cristianismo en general a las mujeres. Porque lo decisivo de Somosaguas no ha sido la profanación en sí sino los pechos desnudos de las chicas. Por ahí sí que el Orden no va a pasar. La religión lleva siglos oprimiendo a las mujeres, despreciándolas, atacándolas, negándoles el derecho más elemental del ser humano, el de ser personas autónomas. Es decir lleva siglos esclavizando a la mujer. La Biblia la ve como aliada del Mal; para San Antonio, es la encarnación del diablo; para Santo Tomás, un hombre incompleto, mancado; para el Papa de hoy, madre de familia y ama de casa, que viene a ser lo mismo.
La batahola organizada (sin duda lo que querían los estudiantes) replantea el debate sobre la presencia de la religión en los lugares públicos en un Estado que debiera ser laico pero no lo es porque el Gobierno no se atreve. Plantea asimismo la legitimidad de la Iglesia a la hora de quejarse por ser perseguida, como en los tiempos del Imperio romano. Esa capilla de Somosaguas es uno de los residuos de aquellos casi cuarenta años de dictadura en los que la Iglesia era la dueña y señora de todos los espacios públicos y no dejaba expresarse a los demás, mientras que la enseñanza de la religión católica, apostólica y romana era obligatoria en todos los cursos de todas las facultades. Ahora gimotea (ya que no puede quemar vivo a nadie), pero ¿alguna vez ha pedido perdón por aquel asesinato masivo de almas?
diumenge, 4 d’octubre del 2009
Camino de la catástrofe.
El sondeo de Metroscopia en El País de hoy no deja un hueso sano al Gobierno. Al señor Rodríguez Zapatero no lo quieren ni los suyos. Si las elecciones fueran hoy las ganaría, al parecer, el PP, lo que da una idea de lo desesperado que debe de estar el elector español para plantearse votar al partido del Pastuqui, el Bigotes, el Curita y demás presuntos sinvergüenzas. Y eso que hay una mayoría de ciudadanos que censura el modo en que el señor Rajoy está manejando la crisis de los apandadores.
Al señor Rodríguez Zapatero no lo acusan de mangante o de corrupto. Algo es algo; sólo lo acusan de inútil, ineficaz, manta e improvisador. Un cantamañanas, en definitiva, que no sabe qué hacer con la crisis, lo que hace lo hace mal y, encima, a destiempo. Claro que ya me gustaría ver a alguno de estos inexorables catones al frente de la nao del Estado, a ver qué hacían ellos, so listos. En realidad lo único de que verdaderamente cabe acusar al señor Rodríguez Zapatero es de aquella extraña obsesión nominalista por negar la crisis a base de no pronunciar su nombre que, debía de pensar él, llevaría mal fario. Desde entonces acá el dirigente socialista ha hecho lo que han hecho todos los demás y si el resultado es bastante peor se debe a las peculiaridades españolas, especialmente el ladrillo y olé. Otro asunto es que, para resolver este endemoniado problema esté al frente del ministerio la acicalada señora Corredor, de quien no se recuerda intervención alguna desde aquella primeriza de que era un buen momento para comprar cuando las casas andaban sobrevaloradas en un cuarenta por ciento.
Imagino que saldrá alguno de los paniaguados de los que este gobierno ha hecho abundante provisión a decir eso tan socorrido de que, en realidad, lo que sucede es que el Ejecutivo comunica mal. Por si alguien se lo traga, cuando es bien claro que donde no hay nada bueno que comunicar por definición se comunica "mal". Imagínese que las noticias fueran todas que el PIB crece a un 4 por ciento, que la tasa de desempleo es del cero por ciento, que la inflación ni se nota, que los salarios suben como la espuma y los precios llevan diez años sin aumentar y se verá cómo cala el mensaje en la sociedad aunque lo traslade un tartamudo.
En fin, tampoco se olvide que estamos más o menos a mitad de mandato y que no hay Gobierno en el mundo a quien el electorado trate bien en mid term. Con eso es con lo que creo que ya ha contado el Gobierno al elaborar esta roña de presupuestos para 2010. Confía en que las cosas se arreglen en 2011 y en convocar las elecciones de primeros de 2012 cabalgando el tigre de la recuperación económica.
Es un cálculo arriesgado, pero es el único posible dadas las circunstancias. Añádase que, al paso a que va todo, para entonces el PP puede tener procesado por gurteliano hasta al señor Aznar y al señor Camps sin dimitir.
(La imagen es una foto de Around the rings 1992, bajo licencia de Creative Commons).
dilluns, 14 de setembre del 2009
Disonancia.
El primer barómetro del curso político de la Sexta hecho público ayer domingo da resultados que son un ejemplo perfecto de disonancia cognitiva. El PP aventaja al PSOE en dos puntos porcentuales y medio en intención de voto. Dadas las circunstancias y el hecho de que la crisis arrecia en España más que en otros países del entorno, el resultado es explicable en función del viejo criterio de que la culpa de todo la tiene el Gobierno, especialmente cuando se trata de gestionar una crisis económica. Un criterio bastante razonable por cuanto es el Gobierno quien tiene posibilidades reales de acción en tanto que a la oposición quedan reservadas la crítica y la formulación de alternativas si las tiene.
Así las cosas, vista la inexistencia de alternativas del PP, que se limita a criticar, insultar y difamar cuando a sus a sus dirigentes se les calienta la boca, lo que sucede con frecuencia, muy mal tiene que estar haciéndolo el Gobierno para que el 43,6 por ciento del personal diga que votará al PP en las próximas elecciones. Y no a un PP cualquiera sino al PP que lleva meses protagonizando el caso Gürtel, probablemente el mayor escándalo en asuntos de corrupción de los últimos tiempos. Tanto es así que muchos analistas empiezan a pensar que la corrupción de los políticos (de sus políticos) es asunto que moviliza a favor al electorado conservador.
Sucede, sin embargo, que preguntada esa misma gente sobre qué partido prefiere que esté en el Gobierno para afrontar la crisis, el PSOE gana de calle al PP por 11,5 puntos, una distancia que no suele verse salvo en contadas ocasiones. La pregunta además refuta específicamente la suposición de que la causa de la menor intención de voto del PSOE sea la gestión de la crisis y la respuesta deja un toque enigmático que sólo tiene sentido si se aduce una especie de masoquismo colectivo: como preferimos al PSOE frente al PP a la hora de gestionar la crisis, anunciamos que pensamos votar al PP más que al PSOE. Otra posible explicación sería que la gente no se sintiera directamente afectada por la crisis, pero esto no es así ya que el barómetro incluye una cuestión concreta acerca de la situación económica de cada cual en la que el 50,4 por ciento dice que es "regular" (lo que en español de uso quiere decir tirando a insatisfactoria) y un 23,8 por ciento dice que es mala o muy mala mientras que el 25,6 por ciento asgura que es buena o muy buena.
Quiere la doctrina que los sondeos sean fotos fijas del estado de oipinión en un momento concreto, instantáneas opinativas. En este caso, la foto, la instantánea está confusa o borrosa o bien, lo cual parecería más probable, refleja un caso de espiral del silencio. Es tal la bronca que monta el PP que los encuestados mienten y ocultan su voto al PSOE. Esta conclusión viene asimismo avalada por el índice de valoración comparativa de los dos principales políticos del país en el que el señor Rodríguez Zapatero aventaja en 0,73 puntos al señor Rajoy, lo que en un sistema parlamentario como el español con tan fuerte deriva presidencialista, no es asunto baladí.
En todo caso la única conclusión válida a mi entender es que, acercándonos al ecuador de una legislatura muy accidentada, no hay nada decidido.
divendres, 5 de desembre del 2008
La opinión pública y el poder de los medios.
El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas correspondiente al mes de noviembre de 2008 es muy revelador tanto del estado de ánimo de la opinión pública española como de la forma en que ésta se gesta. Pone de manifiesto que dicha opinión está condicionada por los medios de comunicación a tal extremo que si, en lugar de hacer el sondeo al modo habitual de preguntar a la gente, se hiciera vaciando los contenidos de los periódicos y los informativos de radio y televisión y analizándolos, el resultado sería el mismo que el que ha salido ahora. Preguntados los españoles que cuáles son los asuntos que más les preocupan, el paro aparece en primer lugar con una cifra record del 71 por ciento, lo que no es otra cosa que el reflejo directo del tratamiento de los medios de uno de los fenómenos concomitantes de la crisis económica que, ciertamente, también aparece entre las preocupaciones ciudadanas en segundo lugar pero relativamente distanciado, con un 58,1 por ciento, fiel trasunto del lugar que dan los medios al fenómeno de la crisis, que es el que más les interesa a ellos y no necesariamente el más lógico. En efecto, dado que el paro es efecto de la crisis económica y que ésta es la causa de aquel, el tratamiento mediático lógico habría de ser el inverso. Pero es el que es porque los medios tienen, todos y siempre, un elemento componente mayor o menor de sensacionalismo lo que los lleva a cargar sobre el paro que afecta directamente a las personas en lugar de la crisis que puede considerarse como cuestión más alejada. Y la opinión pública refleja mansamente esa opción mediática. Porque, cuando se pregunta a la gente que cuál de las circunstancias es la que más le afecta personalmente, la relación primera/segunda preocupaciones se invierte: el 50,2 por ciento asegura que los problemas económicos y el 34,8 que el paro
La tercera causa de preocupación es el terrorismo, pero a una distancia abismal, con el 21, 7 por ciento, esto es, a 49,3 y 36,4 puntos porcentuales de diferencia respecto de las preocupaciones primera y segunda. Ello porque el barómetro se hizo antes del último atentado de ETA; si se hubiera hecho después, la diferencia hubiera sido mucho menor o quizá hubiera sido a la inversa.
Pero en donde más se observa esta influencia sobre la opinión de los medios de comunicación es en las respuestas a las cuestiones políticas, específicamente dedicadas a la Constitución cuyo treinta aniversario se celebrará mañana. Un mísero 2,6 por ciento cree que los españoles conocemos bien la constitución, un 21,9 cree que la conocemos "por encima", un 46,2 que "muy poco" y un 24,6 que "casi nada". Con todos mis respetos para las habilidades semánticas del CIS, "por encima", "muy poco" y "casi nada" son casi sinónimos de "nada". Hubiera sido más práctico (aunque quizá no muy diplomático) preguntar: "Los españoles ¿conocemos la Constitución, sí o no?" Es realista pensar que creemos que no la conocemos, es decir, que el 92,7 por ciento no la conoce. Y es verdad. La cosa se comprueba cotejando estas cifras con las respuestas acerca de si el encuestado en concreto la conoce: el 11,4 por ciento sostiene que sí que la conoce bien y esa cifra bien pudiera ser cierta. Pero luego, el 28,3 por ciento dice conocerla "por encima", el 33,9 "muy poco" y el 25,8 de los más sinceros, "casi nada". En resumen, un 88 por ciento viene a admitir que no conoce la Constitución.
Pero eso no le impide pronunciarse sobre ella. Un 48,1 por ciento declara sentirse bastante satisfecho con ella y un 29,7 por ciento, poco satisfecho. Es decir, estamos satisfechos o insatisfechos con algo que no conocemos porque nos dejamos guiar por el parecer de los medios, que son nuestros ojos, ya que son los medios quienes mantienen esta preferencia de casi 2/1 de "bastante" y "poco" satisfechos con la Constitución.
El fenómeno de mediatización se hace patente cuando se pregunta a los ciudadanos si reformarían la Constitución, una Constitución que un 88 por conoce mal o poco y un 52,7 por ciento responde que sí, lo que es sorprendente. Y de los que son partidarios de la reforma, la cifra más alta, un 11,5 por ciento dice que lo que hay que reformar es lo relativo a la justicia, reflejando así al hecho de que en el momento en que se hacía el trabajo del barómetro, la justicia estaba en el centro de mira de los medios por muy diversos y graves problemas. Si, como sucede con frecuencia, los asuntos de interés mediático hubieran sido los relacionados a las autonomías (consulta de Ibarretxe, pretensiones de Carod Rovira, etc), la opinión pública hubiera cambiado de modo acorde.
Es decir, se prueba que en España la opinión pública es en buena medida opinión publicada.
(Las imágenes son la primera el anuncio de una revista satírica berlinesa de los años veinte y la segunda un óleo de Joaquín Sorolla llamado El Heraldo de Madrid).
dimecres, 1 d’agost del 2007
Con el CIS en la mano.
Los datos del sondeo de julio del CIS posterior al debate sobre el estado de la Nación son muy gratificantes para el señor Rodríguez Zapatero. Los españoles le dan un aprobadillo (5,01), pero lo ponen por delante del señor Rajoy (3,81) que ocupa un sonrojante cuarto puesto, detrás de los señores Llamazares (4,24) y Durán i Lleida (3,94). Por cierto esa buena puntuación del dirigente de IU no parece vaya a librarlo de la oposición que suscita entre los dirigentes de su propio partido, el PCE. Para una vez que los comunistas tienen un dirigente bien valorado, quieren cargárselo porque dicen que contemporiza mucho con el Gobierno. Sin embargo, tiene una expectativa de voto de 5,9%, un punto más de lo que obtuvo en 2004. No quiero ni pensar qué sacará IU si lleva un candidato como, digamos, don Francisco Frutos.
En todo caso, las diferencias entre los señores Rodríguez Zapatero y Rajoy son llamativas. El primero suscita menos rechazo que el segundo; un 54,4% confía poco o nada en él, mientras que ese porcentaje se eleva al 74,6% en el caso del señor Rajoy. Sólo un 24,5% de los ciudadanos cree que la gestión del Gobierno haya sido "mala" o "muy mala", mientras que el 49,8% piensa que así ha sido la labor de la oposición. Y no cabe olvidar que hacer oposición es siempre más fácil que gobernar, porque no hay que ir pisando callos.
Con estos resultados, las elecciones están cantadas. Supongo que el señor Rajoy tiene la esperanza de "dar la vuelta a las encuestas" en el tiempo que reste hasta las elecciones, pero veo difícil que lo consiga reiterando el discurso que ha hecho hasta aquí y que le ha granjeado las calificaciones que se han visto. Parece que sea su intención, sin duda en aplicación de la doctrina del señor Fraga de que "el que resiste, gana". El señor Zaplana cerraba ayer el "curso" político dejando constancia de que su balance, inexplicablemente, es muy bueno y sosteniendo que, con unos datos del CIS como los de este barómetro de julio, ganaron las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Pues nada, que los manes de Augusto los acompañen en el solaz veraniego pues, si ganan las elecciones generales como han ganado las municipales/autonómicas, no van a necesitar oposición porque serán ellos. La fe sin duda mueve montañas, pero no sirve para ganar elecciones.
dijous, 26 de juliol del 2007
Los españoles nos autorretratamos.
Ayer la Fundación del BBV hizo público su primer estudio sociológico sobre El retrato social de los españoles que no ha tenido tanto eco como los barómetros del CIS, pero que es tan enjundioso como estos y, en buena medida, viene a corroborarlos y ampliarlos.
Lo primero que destaca es que el 74,1% dice ser católico pero sólo el 23,7% va a misa al menos una vez al mes y eso por compromiso y el 57,3%, o sea, algo más de la mitad de la población, no reza nunca o lo hace esporádicamente. Cómo se pueda ser católico "no practicante", no ir a misa y no rezar es para mí un misterio. Porque si no se va a misa y no se reza, ¿en qué se diferencia un católico de un agnóstico como yo? Esa es la diferencia que siempre me ha parecido más llamativa entre los católicos y los musulmanes, que estos se pasan el día rezando. ¿Cómo no va a estar exasperado el piadoso juez, señor Calamita, viendo la tibieza y el abandono de sus compatriotas?
En las cosas matrimoniales y sexuales en general los españoles somos tan permisivos que da la impresión de que el juez Calamita sea, no ya de otra nación, sino de otra especie. Y algo de eso debe de haber porque, según el DRAE, una de las acepciones de "calamita" es "calamite" que se define como "sapo pequeño, verde, con una línea amarilla a lo largo del dorso". El 80% de la población considera que es aceptable vivir sin casarse, o sea, lo que el señor Calamita llamaría vivir "amancebados". El 60% de los españoles acepta el matrimonio homosexual, por lo que debe de tener cuidado y no caer en calamitescas manos so pena de quedar estigmatizado como mafioso, enfermo o criminal. Es verdad que la cantidad de quienes defienden que los matrimonios homo adopten niños desciende al 43,8%, pero sigue siendo superior a la de quienes se oponen que, sin embargo, cuentan entre sus filas con el potente brazo togado y la clarividente doctrina del señor Calamita.
En cuanto a opiniones políticas, el 22,5% de los españoles dice ser de izquierdas, el 6,7% de derechas y el 41,5 de centros. Este es un país de rojos manifiestos (todos quienes decimos ser de izquierdas) y rojos latentes (todos esos melindrosos centristas), sin que, por desgracia, la rotunda presencia y el erudito verbo del señor Calamita sirva para restablecer el orden natural de la Raza, que es el de Covadonga.
Hay una aceptación masiva de la democracia y el 77,7% dice estar dispuesto a pagar más impuestos con tal de que haya un buen sistema de seguridad social. Me da que los españoles somos buena gente pero algo mentirosillos, si bien nos tomamos la vida con alegría pues el 66% dice estar satisfecho con la suya, seguramente porque olvida que existen jueces como el señor Calamita.
Por último, cuando reviso estos sondeos y encuestas sobre la opinión de los españoles acerca de todo, de la política, la economía, las cuestiones sociales, los hábitos de esto y de lo otro, tanto en los barómetros del CIS como en los demás tipos de estudio, siempre echo de menos una (o varias) pregunta(s) sobre qué piensan los españoles de la Monarquía y sobre si se sienten más monárquicos, más republicanos, las dos cosas al mismo tiempo, ninguna de ellas o NS/NC. Y ya va siendo hora de que se pregunte. Entiendo que no lo hagan las empresas privadas pero el CIS debiera estar obligado a ello. Sobre todo ahora, aprovechando que el juez Calamita está de baja. De momento, en el post siguiente se hablará de la real casa real.