dilluns, 4 de gener del 2016
Repensar ¿qué izquierda?
dissabte, 2 de gener del 2016
Morir muriendo
dissabte, 9 de juliol del 2011
La izquierda.
Se atisban elecciones en un horizonte impreciso que, incluso cuando es lejano, es cercano porque el más largo plazo ya no llega a ocho meses y cuando es cercano, es inmediato porque pueden convocarse a la vuelta de las vacaciones. Esto hace que cunda el nerviosismo en los partidos que se preparan para la campaña y la votación. No es el caso de la derecha cuyo partido lleva preparado para las elecciones desde 2006 y desde entonces no ha dejado de pedirlas. Pero sí lo es para la izquierda que se encuentra en este momento en una situación calamitosa. El PSOE acaba de perder unas elecciones estrepitosamente y su expectativa de voto es mucho más baja de lo acostumbrado. IU, aunque ha mantenido el tipo el 22 de mayo, aparece sumida en la acostumbrada crisis interna y de identidad que merma mucho sus posibilidades electorales. Y, en torno a IU, un puñado de partidos sin representación parlamentaria que aspiran a tenerla manteniendo sus respectivas posiciones cuyas diferencias resultan muy difíciles de entender para amplios sectores de la sociedad. Por ejemplo, ¿cuánta gente, cuántos votantes, serán capaces de explicar las diferencias que haya entre Izquierda Anticapitalista e IU?
En estas condiciones la izquierda parece invadida de nuevo por la fiebre de la refundación, la necesidad de una revisión a fondo de sus postulados, sus programas, sus formas de acción y organización. Y ello por la de presentarse a esas elecciones con una oferta atractiva para un electorado que, pese a sufrir mucho por la crisis económica, parece inclinado a votar a la derecha. Pero no proceden del mismo modo. Unos, los socialistas, van a una refundación sin decirlo y los otros, los de IU dicen que van a la refundación pero no lo hacen. Y en ambos casos no creo exagerado afirmar que el movimiento del 15-M actúa como catalizador.
Empezamos por los socialistas con un recordatorio, el de que Palinuro no acepta el argumento frecuentemente esgrimido de que el PSOE no sea un partido de izquierda. Si la expresión izquierda plural quiere decir algo, será que no hay una izquierda única y que nadie puede arrogarse el derecho a decir qué sea y qué no sea la izquierda. La izquierda reformista es tan izquierda como la revolucionaria que, por no asustar, se llama "transformadora" y si ésta sostiene que aquella no es verdadera izquierda porque reforma pero no transforma, aquella puede decir que quien no lo es es ésta porque no reforma ni transforma.
La izquierda socialista va escenificar hoy esa refundación de la que no habla pero quiere hacer a través del muy esperado discurso de Rubalcaba. Ayer Palinuro ya señalaba que anunciar este discurso como si fuera un hito en la historia del país es un error. Ya tiene el discurso que ser innovador, creativo, verosímil, audaz factible y razonable, cosa difícil en las actuales circunstancias. Si no lo es, el batacazo puede ser mayúsculo. Ayer se decía que la repentina salida de Rubalcaba del Gobierno se debe a la necesidad que tiene el saliente de concentrarse en la campaña electoral. Es cierto, pero aun me parece más cierto que su permanencia en el Gobierno haría inverosímil su discurso porque, ¿cómo va a resultar verosímil que el portavoz, vicepresidente y ministro del Interior del actual gobierno diga que la política del gobierno que él presida será distinta de la del actual que, sin embargo, es muy correcta porque para eso habla el portavoz, vicepresidente y ministro del Interior?
Aun fuera del gobierno, el margen de maniobra de Rubalcaba es muy estrecho. No parece vaya a anunciarse una política económica diferente de la de ahora, de carácter neoliberal. De haber cambios habrá de ser en la decisión de quién haya de pagar los costes y aquí el margen también es angosto. El capital está protegido por la globalización que le da una capacidad de presión sobre los gobiernos inmensa y estos, los gobiernos, están maniatados por la obligación de jugar con las reglas de los ricos en el selecto club de la Unión Europea. El mayor campo para explayarse lo tendrá Rubalcaba en la política social y la de ampliación y consolidación de los derechos. Pero eso se da ya por descontado y hay una impresión muy extendida de que, antes que seguir por ese sendero, hay que salir de la crisis. Lo que vuelve el discurso al fastidioso campo de la política económica.
Por otro lado, IU se abre ahora a la constitución de frente con las otras izquierdas, la enésima refundación o intento de dar con una forma viable o, cuando menos, reconocible, por los votantes. Pero ya en el momento mismo del anuncio de la disposición a una especie de frente amplio de la izquierda han surgido las discrepancias en torno a lo de siempre: ¿quién lidera el frente? IU no tiene duda: el liderazgo le corresponde porque es la fuerza mayoritaria. En realidad esto equivale a decir que corresponde el liderazgo al Partido Comunista, que es la columna vertebral de IU. Pero ya hay otros partidos, necesarios en esa alianza o convergencia, como Equo, que cuestionan el liderazgo de la coalición.
Si a esto añadimos que, además de aglutinar a otras fuerzas políticas, el proyecto de IU incluye también variadas iniciativas en torno a manifiestos, declaraciones, mesas de convergencia así como el parecer del movimiento 15-M, no es difícil concluir que este esfuerzo no se verá coronado por el éxito. Las elecciones son procesos de simplificación; el voto se concentra en las opciones más nítidas, unitarias, y huye despavorido de las confusas, montadas sobre alianzas de todo tipo y género, con un perfil impreciso que aboga, por ejemplo, "por dar una salida de izquierda a la crisis" pero es incapaz de ponerse de acuerdo acerca de qué sea la izquierda. Y eso sin contar con el resultado catastrófico que puede IU esperarse a raíz del incomprensible asunto de Extremadura.
(La imagen es una foto de HowardLake, bajo licencia de Creative Commons).
divendres, 6 de novembre del 2009
Crepúsculo rojo.
Público trae cumplida información sobre el XVIII congreso del Partido Comunista de España que arranca hoy en Madrid. El País en cambio, parece no haberse enterado del acontecimiento de la organización en la que antaño militaron bastantes de los que lo hacen.
El Congreso se abre en un momento cuajado de buenos propósitos, resoluciones firmísimas extraídas de pasadas (y amargas) experiencias, redoblados ánimos, confianza en que los aires de refundación funcionarán. En definitiva, buena cara al mal tiempo y deseo de que haya un nuevo florecer del depositario de la vieja tradición de lucha del proletariado combativo.
Hay dos o tres factores que parecen apuntar en la dirección de estas expectativas algo desbocadas a mi parecer. Son estos: el debate interno en Izquierda Unida ha concluido con el propósito de mantener la organizacion y darle un nuevo impulso para lo cual Cayo Lara, comunista, ha sucedido a Gaspar Llamazares, también comunista, como coordinador general de la organización de la izquierda autollamada "transformadora"; se han pacificado, de momento, los conflictos faccionalistas internos tanto en IU como en el PCE, aunque si se escudriña un poco aquí y allá, por ejemplo en Madrid, refulgen las navajas; en el PCE se producirá el relevo del señor Francisco Frutos, considerado "vieja guardia", por el señor José Luis Centella, considerado "nueva guardia", en la Secretaría General; cambio generacional.
Sin embargo tengo para mí que, aunque los comunistas y sus aliados de la izquierda "transformadora" parezcan haber entendido que sus permanentes rencillas, broncas y escisiones que tanto los absorben importan una higa a los ciudadanos, la recuperación no va a darse ni las fortunas electorales de la coalición mejorarán porque el problema al que ésta se enfrenta es estructural. Expuesto en pocas palabras: el debate sobre la "autonomía" de IU es absurdo y engañoso porque ninguna organización que esté dirigida (llamarlo "coordinación" no pasa de ser un pobre subterfugio lingüístico) por un militante que obedece órdenes de otro partido puede prosperar. Si el coordinador general de IU es un militante fiel del Partido Comunista, IU no pasa de ser un apéndice de aquel; si el citado coordinador general va por libre, IU no puede funcionar.
Para un partido basado en una concepción filosófica que hace de la solución acertada de las contradicciones la vía del progreso, resulta irónico que deba la inviabilidad de su proyecto precisamente a una contradicción palmaria que no es capaz de resolver porque, a lo que parece, ni siquiera la ve. Y sin embargo es patente. Consíderese lo que dice el señor Felipe Alcaraz, presidente ejecutivo del PCE sobre la tarea de este XVIII Congreso que es “salir de la segunda clandestinidad”, apostar por la “visibilidad del PCE”. Y para apostar por la visibilidad del PCE no participan en las elecciones bajo sus siglas y sus emblemas sino que lo hacen arropados en las de Izquierda Unida. Se ocultan pero dicen que quieren ser vistos. ¿Está claro?
diumenge, 24 d’agost del 2008
El viejo galápago.
El País de ayer traía una entrevista con Santiago Carrillo que no es que esté mal (al contrario, la periodista es incisiva y lo foguea a preguntas) pero deja escapar un montón de cuestiones, probablemente por desconocimiento de la entrevistadora. Escuchar al señor Carrillo equivale a escuchar a un protagonista de momentos históricos de los que ya sólo quedan escasísimos supervivientes y, como quiera que a sus noventa y tres años probablemente ha perdido todos los respetos humanos y muchas de sus inhibiciones (o quizá no, vaya uno a saber), cabría tratar de sonsacarle algo más que el manido episodio de Paracuellos del que ya está claro que no va a decir nada.
El señor Carrillo no sólo vivió la guerra. También vivió la postguerra, el exilio, los líos del Partido Comunista de España, del que fue Secretario General desde 1960 a 1982 y la transición. Es un superviviente del estalinismo, lo que no es moco de pavo. Se me ocurren muchos asuntos para preguntarle pero los reduciría a cuatro para que cupieran en una entrevista cómo ésta y para que diera su versión ahora: qué pasó exactamente con Francisco Antón, el joven amante de Pasionaria y cuál fue su actitud en los tiempos más duros del estalinismo; qué sabía él de las actividades de Julián Grimau contra el POUM en Barcelona en 1937 y si, de paso, tiene algo que decir sobre la muerte de Nin; qué opina ahora también de la versión que dan Claudín y Semprún de su expulsión del PCE en 1964 según la cual los expulsaron por defender lo que luego pasó a defender el partido que los había expulsado; a qué acuerdos llegó con Suárez para conseguir la legalización del PCE en 1977 y cuál fue la intervención del Rey.
Asuntos que son historia; han pasado más de veinticinco años del más reciente. Nadie tiene por qué sentirse ofendido o herido si sale a la luz algo que antes no se supiera.
(La imagen es una foto de My Web Page, bajo licencia de Creative Commons).