En su discurso en el Reina Sofía, Iglesias, que ya tiene maneras de candidato a presidente del gobierno, interpeló directamente a Rajoy pidiéndole elecciones anticipadas y no mencionó siquiera al PSOE. Cuando se piden elecciones anticipadas uno quiere ganarlas y cree que puede hacerlo. Oposición frontal al gobierno. Elecciones anticipadas es lo primero que pidió el PP nada más perder las de 2008. Porque siempre se actuará en oposición al gobierno sin compromiso alguno. Igual que Podemos: quiere quemar etapas; llegar cuanto antes a la confrontación electoral y sustituir a los que mandan. Frente a esto, el PSOE sigue ofreciendo un aspecto desmadejado. En Baleares, en una convención de su partido, Sánchez aseguró que el PSOE es el que mejor sabe cómo ganar a la derecha y que es al PSOE a quien el PP verdaderamente teme, aunque no se ve por qué pues no pide elecciones anticipadas ni presenta moción de censura. Y si tanto le temen, es incomprensible que la señora Aguirre, entrevistada en Salvados (ver más abajo) no lo mencionara y, en cambio cerrara contra Podemos.
A su vez Podemos tampoco lo menciona, pero carga contra el PP. Aquí alguien está descolocado y da la impresión de ser Sánchez.
No obstante, el discurso de Iglesias tuvo también una faceta muy digna de mención y fue su duro ataque a IU, ahora que esta se ha escindido por enésima vez. La crítica señalaba que “se vive muy cómodo en el 12% siendo un partido bisagra del PSOE, siendo fiel a tus principios, sabiendo que vas a ser minoritario". Es una crítica al apoltronamiento, la indolencia, los intereses creados de IU. Pero tiene un elemento muy característico que habla más del crítico que del criticado y se observa en esa indirecta referencia a Max Weber.
Cuando el PSOE ganó las elecciones de 1982 traía en la mochila una promesa de convocar un referéndum para sacar a España de la OTAN. Al llegar al poder, sin embargo, los socialistas empezaron a ver las cosas de otro modo. Gobernar no era discursear en la oposición sino que implicaba tomar decisiones en una sociedad conflictiva, sometida a presiones de todo tipo, tanto internas como externas. En poco tiempo cambiaron de parecer y lo que en un principio iba a ser un referéndum para sacar a España de la OTAN se convirtió en otro para dejarla dentro de ella.
Los socialistas justificaron este giro de 180º echando mano de la famosa distinción de Max Weber en El político y el científico entre la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción. La disyuntiva es clara: llegas al poder imbuido de tus convicciones pero, luego, la realidad te obliga a hacerlas a un lado porque se espera que aceptes la responsabilidad que implica gobernar y lo hagas con el más amplio beneplácito posible.
Pero esa observación reza siempre para quienes están en el poder. No se predica de quienes todavía están luchando por llegar a él. Y, sin embargo, es ahora el caso con Podemos, que critica la fidelidad de IU a las convicciones por entender que es un subterfugio para la inacción y, en consecuencia, hemos de entender que él ejerce la ética de la responsabilidad, es decir, las convicciones pasan a segundo plano. Da la impresión, sin embargo, de que el ataque tiene otra finalidad, en concreto, evitar toda fusión entre IU y Podemos a fin de que este no pierda votos de los electores que, siendo de izquierda, no votarían nada relacionado con el comunismo. De ahí el refugio en la ambigüedad y la renuncia a hablar de la organización territorial del Estado, la Iglesia, la República o la oposición izquierda-derecha.
Al margen de si es más o menos justo acusar de pereza y conformismo a quienes ponen por delante sus convicciones a su conveniencia, queda por considerar si la prevalencia de la "responsabilidad" sobre los principios y las convicciones no nos deja en el pragmatismo y el relativismo más absolutos. ¿Quién ha dicho a los de Podemos que la falta completa de principios que no sean ganar conduce a algún sitio distinto de la justificación del poder por sí mismo y de su ciega reproducción también en interés de sí mismo, con olvido de las gentes en cuyo nombre se decía actuar?
Al margen de si es más o menos justo acusar de pereza y conformismo a quienes ponen por delante sus convicciones a su conveniencia, queda por considerar si la prevalencia de la "responsabilidad" sobre los principios y las convicciones no nos deja en el pragmatismo y el relativismo más absolutos. ¿Quién ha dicho a los de Podemos que la falta completa de principios que no sean ganar conduce a algún sitio distinto de la justificación del poder por sí mismo y de su ciega reproducción también en interés de sí mismo, con olvido de las gentes en cuyo nombre se decía actuar?