E inevitables. Hace unos días, la señora Aguirre se mostraba indignada por la comparación entre Trump y Hitler que había hecho la alcaldesa de Madrid, Carmena. Podía haberle citado la célebre Ley de Godwin y hubiérmos terminado antes. Pero quizá ambas políticas no estén familiarizadas con dicha ley. La propia Aguirre, que tan indignada se muestra con la comparación de Carmena, publicaba en 2014 un artículo, El populismo, en el que comparaba a Podemos con los nazis. Más aun: con el totalitarismo en general, con los nazis y los comunistas al mismo tiempo. Hasta se lucía con una amalgama poco frecuente equiparando a Joseph Goebbels con Willy Münzenberg, el genio de la propaganda de la IIIª Internacional.
En mitad de esta pelea sale Der Spiegel, comparando a Trump con los yijadistas. De inmediato se han levantado voces de protesta por doquier. Alguien de la UE sostiene que la portada "carece de gusto", lo cual es evidente e insulso al mismo tiempo. Otros son más agresivos: ataque a la democracia, demagogia, antiamericanismo. El Bild Zeitung ha sido el más agresivo contra Der Spiegel. La caricatura, por cierto, es de un cubano refugiado en los EEUU. Hay quien, con algo más de vista, razona que esos ataques de la prensa son los que Trump necesita para seguir hostigando a los medios. Pero tampoco es convincente. Trump seguirá siendo hostil a los medios porque es un gobernante autoritario que no tolera la crítica ni la discrepancia.
Curiosa es la furia y unanimidad de la reacción en contra. Estas no pueden originarse en el contenido de la imagen en sí, porque es más suave que la que publicaba el Daily News en noviembre de 2015 con la misma idea. El peligro no está en el mensaje, sino en su difusión. El Daily News es un periódico neoyorquino, Der Spiegel es el Titanic de las revistas alemanas, respetada y difundida en el mundo entero. Hace más daño.
La comparación de Trump con Hitler sin duda apunta el presumido totalitarismo de aquel. La comparación con la Yijad pretende señalar al supuesto extremismo, el integrismo del presidente.Las imágenes tienen la fuerza, el impacto de lo visual, inmediato, directo. No son una narración. La narración se lee después.
Las críticas a estas comparaciones (la de Carmena, la de Der Spiegel) se concentran en el "mal gusto", la exageración, la mala fe. Incluso, si se nos apura, en la famosa "amalgama" estalinista que la señora Aguirre practica con fruición. Si embargo, si se razona un poco, se verá que el contenido de los argumentos y las medidas ya en vigor de Trump revelan precisamente el espíritu intolerante, excluyente, xenófobo, racista que animaba y anima a los otros téminos de la comparación. Si piensan de forma parecida y dicen cosas parecidas será porque se parecen.
Pero hay más en la historia. Estas comparaciones se justifican invocando la experiencia. Pero invocan solo parte de ella. Si ampliaran la visión cundiría más la alarma. Nadie creyó al principio que un tipo como Trump consiguiera la nominación republicana y todos se reían de él. Fue nominado. Nadie después creía que pudiera ganar las elecciones a Clinton y seguían riéndose de él. Las ganó. Al principio, en España, durante la República, nadie se tomaba en serio a la Falange y aquello acabó como acabó. En Alemania muy pocos se tomaban en serio al vociferante Adolf Hitler en los años veinte. Y pasó lo que pasó. Si, cuando se reacciona, es tarde, ¿no es razonable anticiparse a los desastres?
Trump tiene una pulsión evidentemente antiliberal y antidemocrática. La opinión general es que las centenarias instituciones democráticas de los EEUU mantendrán a raya esa pulsión y el Estado de derecho prevalecerá. Pero ¿y si no lo consiguen? Las instituciones son humanas y débiles, especialmente ante el factor humano.
Según parece, desde la llegada de Trump, se han disparado las ventas de 1984, de Orwell. La conexión de sentido es clara. Pero todavía hay otra más clara aun y que me extraña no se haya reeditado ya, la novela de 1935 de Sinclair Lewis, Aquí no puede pasar, en la que cuenta el acceso al poder de una especie de nazi yanqui, Berzelus "Buzz" Windrip, que establece un régimen totalitario tras ganar las elecciones a Roosevelt.
Según parece, desde la llegada de Trump, se han disparado las ventas de 1984, de Orwell. La conexión de sentido es clara. Pero todavía hay otra más clara aun y que me extraña no se haya reeditado ya, la novela de 1935 de Sinclair Lewis, Aquí no puede pasar, en la que cuenta el acceso al poder de una especie de nazi yanqui, Berzelus "Buzz" Windrip, que establece un régimen totalitario tras ganar las elecciones a Roosevelt.