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Ayer estuvo Rajoy en la Cinco a colocar su monserga. Él, como su exministra Mato, la Infanta, el marido de esta, la esposa de aquel, el consejero, su primo, el de la lotería, el de los terrenos, los trajes , los balnearios o los viajes a las Islas Afortunadas, no sabe nada de nada, no recuerda nada, no ha visto nada. ¿Caja B? No ha visto nunca una caja B, por lo tanto la caja B no existe. Recuérdese, todo el PP sigue al pie de la letra la doctrina filosófica del idealismo subjetivo. Si no percibimos la caja B, la caja B no existe. ¿El juez, el fiscal, la abogacía del Estado dicen que la caja B existe? Los habrán educado en las perniciosas teorías del materialismo más grosero. Si usted, entrevistador, dice que existe, la llevaría ese señor Be a erre ce ene a ese en su faltriquera. ¿Que con esa inexistente caja B se pagó la reforma de las sedes del PP en Palma, Logroño o Madrid? Imposible. Luego, esas sedes no existen. La sede de Génova no existe. El despacho de Rajoy en la sede no existe. Rajoy tampoco. Ya tal.
El presidente piensa haber encontrado un subterfugio lingüístico: nunca ha cobrado, dice, en sobres. Pero en su comparecencia parlamentaria en 2013 reconoció que en el PP se habían pagado sueldos adicionales, pluses, sobresueldos, para entendernos. Y no excluyó haberlos cobrado. Que fueran en sobres o en carretas de bueyes es indiferente. La cúpula del PP parece llevar veinte años cobrando sobresueldos, hasta cuando eran ministros. Y eso es lo inadmisible.
En otra televisión, el innombrable llama presunta delincuente a doña Esperanza Aguirre, que viene de batallar contra las hordas bolcheviques. Esta, cuya elegancia natural brilla sobre todo en las reyertas callejeras, puede lucir su ingenio advirtiendo de lo mal que se curan hoy los chorizos.
Es un nivel, ¿eh?