dilluns, 20 de juliol del 2015
Puta barata podemita. Ta-ta-ta.
dijous, 18 de juny del 2015
El nivel de la banda de ladrones.
dijous, 26 de març del 2015
El accidente.
dijous, 27 de febrer del 2014
Otra opción: meterse a puta.
Por ello España no tiene arreglo. Esos tipos, ladrones, parásitos, insultantes, fascistas, está ahí porque la gente los ha votado.
dissabte, 15 de juny del 2013
La monarquía bananera.
dimarts, 23 d’abril del 2013
¿Qué les pasa a los ultras en la TV?
dissabte, 6 d’octubre del 2012
Barbaridades.
diumenge, 24 de juny del 2012
El fascismo rampante
dilluns, 19 de desembre del 2011
Los trolls y los insultos en la red
La defensora del lector de El País, Milagros Pérez Oliva, dedicaba ayer su columna a los trolls y los insultos en la red. (Los "trolls" se apoderan del debate). Venía a cuento de que, al parecer, los comentarios del blog de Iñaki Gabilondo rebosan de insultos, injurias, amenazas, groserías. Digo "al parecer" porque, aunque miro a diario el videoblog del periodista, nunca los comentarios porque ya sé lo que voy a encontrar; lo que he dicho. Por lo demás, como todos los blogs, páginas web, todo lo que se asome a la red y abra la posibilidad de comentarios anónimos. Y cuanto más importante, interesante, oportuno o de mayor audiencia sea lo que se expone, más arrecia la grosería, el matonismo, la chulería, la infamia.
La defensora se queja amargamente de esta situación y lo mismo hace Gabilondo, quien lamenta que se pierda una ocasión de debate en profundidad. Me solidarizo con Iñaki que no sabe bien cómo lo entiendo. Siempre que haya anonimato habrá abundancia de enfermos mentales, envidiosos y sicarios a sueldo (básicamente los tres grupos mayoritarios de trolls) soltando su basura. Siempre será así, pues está en la naturaleza humana. Lo sabemos todos y está estudiado. La misma defensora cita una página de Timothy Cambell, ¡de 2006! en la que se analiza la figura del troll. Campbell hace sabias recomendaciones sobre cómo combatirlos y, en último término, confía en la habilidad del administrador.
Los trolls son, en efecto, muy conocidos. Véase (entre los muchos ejemplos posibles) una página de Ramón Redondo en la que se clasifican con bastante gracia los distintos tipos de trolls. Pérez Oliva lamenta que, a través de estas prácticas, padezca la calidad de los diarios. Se trata de una verdad a medias porque olvida que gran parte de la prensa se dedica precisamente a insultar, que hay columnistas en los medios escritos que no hacen sino insultar. Y mientras los periodistas sigan considerando que los medios que insultan y los que no insultan son iguales, no habrá nada que hacer y los trolls digitales seguirán alimentándose de la bazofia que leen en ciertos medios, oyen en ciertas radios y ven en ciertas televisiones. Los nombres los conoce todo el mundo.
Los remedios de Campbell no son tales. En primer lugar, ¿por qué hemos de perder el tiempo neutralizando psicópatas, envidiosos y sicarios? En segundo, no todo el mundo puede pagarse un administrador de la página.
No, frente a los insultos y los trolls sólo hay una solución y media. La media consiste en establecer un sistema de registro para evitar el anonimato y, además, contar con un administrador que filtre. Sólo es media solución porque los registros no son enteramente seguros, dado que suele ser posible identificarse en falso o, lo que es peor, suplantando a otra persona. Y los administradores tienen límites. Eliminar un troll que insulta y/o amenaza e relativamente fácil. Otros no lo son tanto. No es fácil expulsar al troll que Redondo llama tiquismiquis y tampoco a otro, más peligroso aun, que es el prolijo argumentador: sin insultar, sin vociferar, pretende enredar al autor de la página (y otros comentaristas) en discusiones sin fin, irrelevantes, cansinas. Si se los bloquea, se quejan de que se coarta su libertad de expresión. Y las buenas gentes que han padecido años de dictadura silenciosa se allanan a que los descendientes de quienes la ejercieron (o ellos mismos), vuelvan a monopolizar el debate público.
Hay que reconocerlo: el único remedio es cerrar las páginas a los comentarios. Es triste, cierto, pero tampoco tanto, no hay que exagerar; quien tiene algo que decir encuentra siempre en donde hacerlo en la red. Y es lo más eficaz. Palinuro aprovecha para recordar que tiene los suyos cerrados y así lo explica en su apartado correspondiente. Estaba harto de aguantar insultos, amenazas e impertinencias. El blog ha ganado y ha crecido en audiencia.
Palinuro (este Palinuro) nació en un país en el que los espacios públicos cerrados advertían que estaba "prohibido escupir en el suelo" o, si el espacio era abierto, que estaba "prohibido hacer aguas menores y mayores". Un país que se ha civilizado mucho, pero que parece haber retrocedido, al menos en lo que hace a los escupitajos y las aguas "menores". Basta con pasear por el centro de nuestras ciudades. Palinuro no puede evitar que nuestras calles parezcan escupideras pero sí que escupan en su blog.
(La imagen es una foto de jaywood_uk, bajo licencia de Creative Commons).
diumenge, 13 de novembre del 2011
La derecha insultante.
Afirma Javier Marías que tradicionalmente la derecha en España sólo dice estupideces. No seré yo quien enmiende la plana al ilustre novelista. Pero sí añadiré algo: desde luego, lo que hace la derecha es insultar a mansalva. Gallardón ha tenido que destituir a uno de sus altos cargos municipales porque "tuiteaba" en la red social del PP insultos a granel del tipo de Ya sé que la tele engorda, pero vaya culo tenia la Srta. Trini!!! (Jiménez) o urkullu ez de euzcadi porque ez jilipollaz, etc. Cierto, quien insulta se retrata, pero eso no es decir mucho. La reacción social a los insultos, que son insultos a la comunidad, debe ser contundente; como la de Gallardón o más. Un insultador es un maltratador de palabra (de momento) y no debe tener sitio en la vida pública.
Pero no hay muchos Gallardones en el PP. León de la Riva, el alcalde insultador de Valladolid, del PP, llamó el otro día "payaso" a un ciudadano que cuestionaba las altísimas retribuciones de los cargos municipales; el mismo León de la Riva que hablaba de los morritos de Leire Pajín sin haber tenido la precaución de mirarse antes los suyos en un espejo. Si nadie en su partido explica al regidor que insultar no es una competencia del alcalde habrá de pensarse que condona los insultos.
Un candidato del PP malagueño, llama a los parados que reciben ayudas en su tierra "barrigas agradecidas", uno de esos insultos colectivos que los andaluces suelen soportar de muchos españoles al norte de Despeñaperros. Ahora también al sur, en boca de alguien del PP que no respeta a sus paisanos ni deslumbra por su inteligencia. ¿O los candidatos de los partidos no tienen barrigas? Y teniéndolas, ¿no son agradecidas? La suya en concreto, ¿es desagradecida con los que lo han puesto de candidato?
Francisca Pol Cabrer, militante del PP, consideró necesario dimitir de todos sus cargos públicos por haber colgado en Facebook un fake de la ministra Chacón con un pecho al aire y un comentario insultante: Lo que tiene que hacer una ministra del PSOE para ganar votos. En verdad el feminismo lo tiene muy crudo en un país en el que quien más insulta a una mujer por ser mujer es otra mujer. Eso es la derecha y eso es una mujer de derecha; algo que da vergüenza.
La política es y debe ser una actividad universal en la que intervengan todos los ciudadanos, desde los más refinados a los más patanes. Pero el tono en que se realiza ha de guardar las formas en civilizado término medio. Sería insoportable (y falsa) una política versallesca, pero también lo es una de rufianes; y no menos falsa. Insisto: el insulto es maltrato; de palabra, pero maltrato. Y debe tener la sanción que le corresponde como maltrato. Las instancias del PP no pueden consentir que la pauta de la oratoria de sus cargos la establezca su frente mediático que, por su grosería y zafiedad, es una partida de la porra.
No todos en el PP insultan, se dirá. Y es verdad; pero casi todos los que insultan están en el PP. Si éste no quiere que la ciudadanía asimile derecha a insulto tiene que condenar toda manifestación insultante de sus cargos y sancionarlos. La política del insulto no es democrática y, de no cortarse de raíz, a partir del 20-N, si gana las eleciones el PP, esto no habrá quien lo aguante. El insulto político se hace a la persona, pero se dirige al partido, a la ideología, a las ideas. Y si insultar cuando se está en la oposición es detestable, hacerlo cuando se está en el gobierno es peligroso.
(La imagen es una de las famosas tallas en alabastro de Xavier Messerschmidt, titulada El picudo, entre 1770 y 1783.)
dilluns, 24 d’octubre del 2011
Idiotas.
Faltó tiempo a González Pons para twittear sus diculpas por haber insultado a los votantes socialistas llamándolos "idiotas". Dice que no es verdad que insultara al PSOE pero que, de todas formas, retira lo dicho. Encomiable actitud, aunque mejor hubiera sido no irse a la gruesa. Palinuro también cree que no quería insultar a los socialistas. Su formulación exacta fue: no hay ningún español tan idiota que quiera la continuidad de lo que nos ha dado el PSOE durante este tiempo. No es un insulto actual sino diferido; esto es los socialistas, los españoles en general, no son muy idiotas... salvo que voten al PSOE. A partir del 20-N la nación tendrá el elenco de idiotas del reino: todos los votantes del PSOE. Los demás no serán tan idiotas como los socialistas pero, obviamente, a tenor de lo dicho, también serán idiotas; no tanto como los sociatas, pero idiotas al fin y al cabo. Claro que no quería insultar. Es su forma natural de expresarse y bien claro deja en qué concepto tiene a los españoles.
De lo anterior se sigue que lo menos idiota que pueden hacer los restantes idiotas es votar al PP. ¿Por qué? Porque lo dice él, González Pons. Si fuera del PSOE, cosa difícil de imaginar, la gradación de idiotez se invertiría pero seguiría manifestándose. Porque González Pons tiene razones profundas y muy convincentes para justificarse. Resulta imposible que la gente no entienda la sucesión de los hechos que tan galanamente expone: Felipe González, deuda y cinco millones de parados; Aznar, superávit y prosperidad; Rodríguez Zapatero, deuda y cinco millones de parados. Lo que viene ahora, créannos bajo palabra ya que el programa no parece por parte alguna, es superávit y prosperidad de nuevo.
Es irritante que la gente no vea por los ojos de González Pons y no entienda la verdad de su mensaje, tan claro y sencillo como una viñeta de Roberto Alcázar y Pedrín. Que se empeñe en juzgar de forma distinta el legado de González y de Aznar y que, en cuanto a Zapatero, se obstine en reconocer que la crisis que su gobierno ha tenido que gestionar era exterior (crisis financiera) y heredada (burbuja inmobiliaria) y, no obstante, hasta la fecha, hemos salido bastante bien parados, dentro del desastre general que a la vista está en Grecia, Irlanda, Portugal e Italia.
Más irritante aun es que la misma gente se empeñe en atribuir el fin de ETA a la gestión del gobierno de Zapatero y especialmente a Rubalcaba, en lugar de pedir el procesamiento de éste por colaboración con banda armada y de ver que la derrota de ETA es una trampa pactada con el gobierno, según ilustra todos los días del año Mayor Oreja que de idiota no tiene nada.
Y es que a la traída y llevada gente (a los españoles en general) le ha dado por informarse en todas partes, a tontas y a locas, sin la correspondiente guía espiritual ahora que la información está al alcance de todos, en lugar de consultar un medio serio y de referencia, como La Gaceta de los negocios animada, como está, por el compromiso de la veracidad según Mariano Rajoy quien tampoco es idiota.
(La imagen es una foto de Partido Popular de Melilla, bajo licencia de Creative Commons).
diumenge, 24 d’abril del 2011
El decálogo de Fernández Vara y la esvástica del lejía.
Fernández Vara es digno sucesor de Rodríguez Ibarra en Extremadura. Como éste acostumbra a decir las cosas de modo claro, directo y correcto. Su decálogo de buenos usos democráticos sería estupendo si esto en lugar de España fuera la República platónica gobernada por los filósofos reyes. Los principios y normas que enuncia aunque algo desordenados y mezclados vienen a coincidir con los requisitos que establece Habermas para que se dé la acción comunicativa que lleve a una comunidad ideal de habla, que es la sublimación de la democracia. Una comunidad ideal. Aplausos a un político capaz de remontar el vuelo sobre la corrala de gallináceas del resto.
Pero de momento aquí, en esta España real, la causa de la separación entre la Iglesia y el Estado tiene escaso futuro si los prohombres políticos que debieran propugnar la laicidad siguen expresándose en términos mosaicos. El propio titular de Público lo señala al hablar con ironía de Los diez mandamientos, según Fernández Vara. ¿Por qué diez y no once u ocho, teniendo en cuenta que podría haber más o que algunos se repiten? Porque la moral cívica española gira en torno al Decálogo. Son las tablas de la Ley y pesan tanto que hasta quienes se supone son críticos se adaptan a las formas casi sin pensarlo.
Pero lo determinante es qué grado de seguimiento tienen las tales tablas, que es muy bajo. El catolicismo es una religión de laxa moral que tiene establecido el perdón de los pecados como una actividad rutinaria, muy cómoda para que quien peca el lunes quede limpio como la patena el martes y pueda volver a empezar. Así tómese el más importante precepto de Fernández Vara, que hay que decir la verdad, coincidente con el mandamiento mosaico que prohíbe mentir y con el postulado de veracidad de Habermas. La verdad. Ahora cotéjese con el incidente de la foto de los legionarios que sostienen la imagen del Cristo de la buena muerte, uno de los cuales lleva una esvástica tatuada en el brazo. Es el caso que la Gaceta ha publicado la foto de los legionarios sin la cruz gamada en una noticia titulada "orgullosos de nuestra Semana Santa". Orgullosos pero borran un distintivo antiquísimo, que ya se encuentra en la primitiva civilización irania sin duda porque lo relacionan con el uso que de él hicieron los nazis, lo que creen deben ocultar por si la gente establece alguna relación entre el orgullo, la Semana Santa y el nazismo. Y eso revela mala conciencia por faltar a la verdad y al ejemplo del Invicto. En sus primeros y heroicos tiempos Franco se hacía retratar gustoso con la esvástica en lugar bien prominente, nada de un miserable tatuaje entre unas ondas al estilo japonés que a saber si no son del Imperio del sol naciente. Estos neofranquistas vergonzantes dicen estar muy orgullosos, pero pierden el tafanario ocultando las pruebas de su amor por la dictadura.
Todo sea por el mandato de verdad o veracidad al que Fernández Vara quiere se someta la política pues empieza por otorgarle un gran valor. No le arriendo la ganancia aunque, si le sirve de consuelo, le recordaré que la democracia es grande precisamente por su capacidad para aguantar los berridos de estos nostágicos de la tiranía. En todo caso, es muy gratificante escuchar a un político hablando con mesura de cosas esenciales para la convivencia de los españoles en lugar de oírlo soltando improperios. Pero temo que van a responderle con improperios.
dilluns, 3 de gener del 2011
La civilidad politica de Cascos.
Cascos, el hombre de quien Felipe González decía que razonaba con el apellido, motivo por el cual probablemente la otra lumbrera del PP, Esperanza Aguirre, lo considera un cerebro privilegiado, pide ahora civilidad política porque dice que lo han insultado, vejado, maltratado en su partido.
No entiendo el motivo por el que muchos políticos recurren a esta práctica de añadir el adjetivo "político" a determinados sustantivos salvo que quieran quitarles su significado. Parece como si cuando se dice de alguien que carece de "vergüenza política" no se estuviera llamándolo desvergonzado sin más; cuando de otro que no tiene "coraje" o "valor políticos" no se está llamándolo cobarde. Es decir en boca de los próceres el adjetivo "político" sirve para desnaturalizar el sustantivo calificado, incluso para negarlo. Y eso en el mejor de los casos. En el peor el uso del calificativo no sirve literalmente para nada porque no añade ni quita nada al sustantivo. ¿En qué varía "civilidad" porque se la califique de "política"? En nada. Aunque Cascos lo ignore no existe una civilidad política, como no existe la civilidad económica o la jurídica o la literaria. Hay civilidad o no y eso es todo. Nuestro hombre, por tanto, pide que lo traten con civilidad. Es lógico: a nadie gusta que lo traten con incivilidad porque todos tenemos nuestro orgullo y nuestro sentido de la dignidad.
Pero, ¿puede Cascos pedir civilidad a los demás? En sus años de secretario general de un PP en la oposición, igual que en los que estuvo como vicepresidente del Gobierno y ministro de Fomento, Cascos fue un broncas, una máquina de insultar, agredir y vituperar a todos los que no se plegaban a las directrices de su jefe Aznar, de quien era fiel servidor. En sus años de vida pública no dejó de actuar como un jayán tabernario arremetiendo contra los órganos del Estado de derecho o presionando a los tribunales. Es célebre su barbaridad dirigida al Tribunal Supremo con motivo del proceso de los GAL cuando lo amenazó con que se desprestigiaría si no fallaba de acuerdo con "el veredicto de la opinión pública" (El País, 29 de septiembre de 1995). En román paladino y por si hiciera falta: si no fallaba de acuerdo con lo que él quería.
El mismo Cascos que sostenía en sede parlamentaria en febrero de 1998 que la etapa del gobierno socialista había sido una época de "anormalidad democrática". El mismo que decía que los GAL eran "terrorismo de bodeguiya" (El Mundo, 30 de septiembre de 1996), acusando así directamente al presidente del Gobierno socialista no ya sólo de ser el famoso Mr. X, (en lo cual coincidía entonces con su aliado Anguita y ahora con los seguidores de éste, que lo repiten siempre que pueden) sino de ser "el abecedario completo" (Diario 16, 6 de agosto de 1995).
Reclama ahora para sí "civilidad política" un hombre que calumniaba a diestro y siniestro. Igual que Cospedal acostumbra a calumniar al Gobierno socialista acusándolo sin prueba alguna de haber montado un "Estado policial", Álvarez Cascos decía del general de la Guardia Civil Rodríguez Galindo que tenía "grabados a todos los ministros del Interior" (Diario 16, 30 de septiembre de 1996). ¿Pruebas? Ni una. Es el mismo Cascos que decía del general Sáez de Santamaría cuando éste se mostró dispuesto a declarar sobre la guerra sucia de todos los gobiernos que carecía de "catadura moral" porque era un "estómago agradecido" (El Mundo, 27 de enero de 1996).
Pasado de la oposición al Gobierno, Cascos siguió insultando, agrediendo a sus adversarios, calumniándolos. Supongo que nadie habrá olvidado aquella sucia (y falsa) campaña que orquestó el primer gobierno de Aznar -y repitió Cascos por toda la geografía nacional- de que los socialistas habían perdonado trapaceramente 200.000 millones de pesetas en Hacienda a los amiguetes (El País, 30 de enero de 1997). Ni uno de ellos pidió jamás perdón por esta y muchas otras afrentas. Cuando aquel gobierno de Aznar se embarcó en la aventura de intentar amordazar PRISA y encarcelar a Polanco y Cebrián en base a una acusación falsa tramitada por un juez prevaricador, Cascos llegó a decir algo tremendo, algo que lo retrata. Según Ernesto Ekaizer, que lo dijo entonces un par de veces por la radio, esto: "Polanco no puede ganar. Y si, para que no gane, hay que cambiar las leyes, se cambian las leyes". Debe recordarse esta barbaridad, como la del supremo, como tantas otras para que no se olvide qué tipo de gente ha llegado a gobernar este país y pretende volver a hacerlo.
Podría seguir acumulando ejemplos de la "civilidad política" que Cascos se gasta con sus adversarios pero, como muestras las anteriores serán suficientes para que todo el mundo entienda porqué Miquel Roca hablaba de "comportamientos fascistoides" (El País, 11 de septiembre de 1995), refiriéndose al "general secretario" y El País llegó a llamarlo "nazi" (El País, 5 de febrero de 1997).
Conste que Palinuro es partidario de que se trate con civilidad a un supuesto fascistoide y nazi. Pero sin olvidar de quién se está hablando. En concreto de alguien a quien Josep Borrell retrató a la perfección al decir que: "estamos hartos del insulto y de la actitud mezquina del matón de barrio que sólo sabe gargarizar con palabras gruesas porque le falta la inteligencia de la razón" (El País 16 de abril de 1998).
(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia de Creative Commons).
dimarts, 28 de desembre del 2010
Floresta hispánica.
El señor Carlos Fabra se libra de cuatro quintas partes de la posible condena por cuanto el órgano judicial competente ha decidido que los supuestos delitos han prescrito. El asunto pasa, pues, del campo jurídico al moral y político, elásticos por naturaleza. La prescripción no es una absolución, dicen unos; pero tampoco es una condena, dicen los otros. Y, entre tanto, rige la presunción de inocencia. Para la quinta parte restante de la imputación seguramente Fabra tendrá una estrategia defensiva que supondrá triunfante. Desde luego será todo legal pero ¿es justo? Y si la justicia no hace justicia, ¿qué hace?
El alcalde de Valladolid es un hombre atípico. Sus excesos verbales escandalizan con frecuencia y a veces lo obligan a cantar la palinodia. Pero se recupera enseguida y formula un cálculo electoral que equivale a otro exceso verbal. Es su propio partido quien se cree obligado a desautorizarlo: no habrá efecto bumerán, dice González Pons. Pero es una desautorización a futuro y el propio Pons sabe que sí puede haber un efecto bumerán. Lo que le fastidia no es que lo haya, sino que el alcalde lo invoque y se jacte de ello. Esas cosas se hacen pero no se dicen, salvo que se sea un bocazas.
Terminó de hablar el Borbón al amor del portal de Belén y comenzó a hacerlo el Papa el día de Navidad. En el Angelus de ayer decía que lo que los niños necesitan es el amor de una madre y un padre. Lo que no sea eso, al parecer, no es familia. ¡Qué poco mundo ha visto Benedicto XVI! A su vez, el obispo de Alcalá sostiene que en los matrimonios católicos hay menos violencia "doméstica", lo que quiere decir que los matrimonios no canónicos son más dados a ella. Según lo que se entienda por violencia; si partimos de un concepto que englobe los abusos de menores, creo que el máximo índice de violencia se da en colegios, catequesis y parroquias católicos; lo tienen el Papa y sus obispos metido en casa. Y lo ocultan hablando mal de los demás.
Desde la cárcel, en la que lleva de esta vez más de un año a pesar de que en su día se dijo que, si se lo detenía, "ardería Euskadi", Otegi ha concedido una entrevista al Wall Street Journal en la que dice que ETA está dispuesta a abandonar la violencia pero que, añade el periódico de Murdoch, muchos españoles son escépticos al respecto. Muchos no; todos. Incluidos los etarras. El día 28 de diciembre no es el más indicado para que la izquierda abertzale haga la enésima declaración sobre las intenciones de un grupo de pistoleros al que no controla y que, en el fondo, sigue mandando, cuándo por lo que dice, cuándo por lo que calla. Ha pasado el tiempo de las declaraciones de Otegi, que son irrelevantes. Ha pasado el tiempo de las declaraciones. Sólo se esperan hechos
Antes de seguir en esta parte de la entrada lean, si no lo han hecho ya, el artículo de Felipe González en El País de hoy, titulado Carlos Andrés Pérez, homenaje al amigo. A continuación se trata de contestar a dos sencillas preguntas: ¿cuántos presidentes y expresidentes pueden escribir una necrológica así de otro mandatario extranjero y hacerlo, de modo espontáneo, en horas? ¿Cuánto poderoso y expoderoso puede hacer un canto a la amistad y resultar conmovedor? Ahí se ve la fibra de que están hechos los hombres.
(La imagen es un cuadro de Ignacio Zuloaga hacia 1911, titulado Torero)
dijous, 18 de novembre del 2010
De lo soez.
No se han apagado los ecos del griterio público al conocerse las preferencias eróticas de Sánchez Dragó en los años ochentas y el modo en que las relata cuando el amable público se desayuna con unas apreciaciones de Salvador Sostres en materia de jovencitas que dejan a Sánchez Dragó a la altura de un monaguillo. Sexismo trufado de un racismo increíble.
Afirma la señora Aguirre para desentenderse del episodio que se trata de una "conversación privada". Ya se sabe que lo "privado" manda en el universo conceptual neoliberal. Una conversación privada en un plató de televisión pública, con micrófonos y público presente. Es decir, para que sea pública una conversación tednrá que hacerse en la Plaza de San Pedro durante la bendición urbi et orbi. Además, si se mira el vídeo más abajo, se verá que no es una conversación sino un soliloquio de Sostres interrumpido con recriminaciones por Isabel San Sebastián.
Lo malo de estos exabruptos es que no son privados sino públicos y, además, muy frecuentes. Hay un machismo ostentoso en la derecha. Si no lo manifiesta Sostres lo hace el alcalde de Valladolid y, si no, lo hace Aznar metiendo un bolígrafo en el escote de una periodista. Un machismo mezclado, como es lógico, de agresividad verbal. Suelen ser los rijosos los que, además, insultan e injurian sin parar sobre todo a los adversarios políticos o a todos aquellos que presuman cercanos a los adversarios políticos, por ejemplo,
los artistas, sistemáticamente tildados de "titiriteros" y "estómagos agradecidos". Por supuesto, sus propios "estómagos agradecidos" son agradecidos, sí, pero no estómagos: son cerebros. Bien a la vista está. En esto rivalizan políticos y comunicadores de la derecha, ¿o no fue Rajoy quien, en la primera legislatura de Zapatero llamó a éste de todo, desde "incompetente" a "bobo solemne" pasando por infinidad de dicterios? Repetidamente, machaconamente. Y si lo hacía el mando, ¿cómo no sus huestes partidarias o mediáticas? Así el país sufre un nivel de debate público de calidad moral e intelectual bajísima. Y que esto suceda en medios privados tiene un pasar pues cada cual gasta su dinero en lo que le place. Que suceda en medios públicos, sostenido con dinero público es otro cantar. ¿Por qué han de soportar los votantes socialistas que, con el dinero de sus impuestos, se pague a profesionales del insulto para que injurien sus valores, sus ideas y a las personas que los encarnan?
La agresividad verbal, la violencia verbal, los insultos, las injurias, las procacidades, vienen fundamentalmente de la derecha. De vez en cuando la izquierda también recurre a esa táctica, como en el caso de los tontos de los cojones del alcalde Pedro Castro. Pero esto sí que son ejemplos aislados. No recuerdo caso alguno de socialista que haya hecho un comentario como el de los morritos del alcalde de Valladolid. Y qué mala uva destila ese término, "morritos". En realidad no es frecuente que en la izquierda se escuchen comentarios, bromas, chanzas sobre la apariencia física de las gentes, especialmente las mujeres, de la derecha. No me consta que nadie trate o haya tratado a Soraya Sáez de Santamaría o a María Dolores de Cospedal como los conservadores han tratado a Bibiana Aído o a Leire Pajín, con cuyo apellido han hecho chistes varias luminarias de la derecha. En fin, en su conjunto se trata de un caso de eso que antes se llamaba "mala educación". Hay gente a la que han enseñado pautas morales obvias como que no se insulta pero lo han olvidado; en otros casos, probablemente, ni se les ha enseñado.
Por eso es tan importante la corrección política de la que todos estos maleducados hacen chirigota sin parar. Les parece algo ridículo que se pretenda emplear un lenguaje que tenga en cuenta la gran variedad y pluralidad de nuestras sociedades y sea respetuoso con ellas. O que se piense que el debate público no ha de ser necesariamente un griterío de rufianes. Les parece cosa de maricones y nenazas.
(La imagen es una foto de sroemerm, bajo licencia de Creative Commons).
dimecres, 27 d’octubre del 2010
Escabrosidades.
Cualquiera que observe la escena pública española dará fe, supongo, de que está llena de insultos, procacidades, groserías y fantasmadas. Convendría, por el bien común, apaciguar algo los ánimos. No digo que todo el debate público haya de hacerse con guante blanco porque la espontaneidad tiene también su sitio. Pero no hasta llegar a la zafiedad o la agresión verbal. Con todo, hay variaciones.
En sus manifestaciones públicas el escritor Pérez-Reverte emplea unos calificativos de grueso calibre, insulta de forma directa y con frecuencia muy hiriente. Llamar perfecta mierda (o perfecto mierda, que no lo he entendido bien y de ambas formas puede decirse) al ministro Moratinos es cruel. Y la crueldad es siempre indeseable sobre todo para con quien no puede defenderse por razón del cargo. Porque si viviéramos en la época que tan felizmente recrea en sus libros el autor, en que existía la costumbre del duelo, dado que estos insultos son ofensas al honor y dado asimismo que, según moral calderoniana, las manchas del honor sólo se lavan con sangre, correspondería a Moratinos mandar los padrinos a Pérez-Reverte. Y yo en su lugar elegiría arma de fuego porque en arma blanca el autor de El maestro de esgrima está muy versado. Como sea que hoy no hay lugar a duelos y, aprovechando la feliz circunstancia de que ya no es ministro, si Moratinos llamara mierda imperfecta o, para que no se sienta capitidisminuido, mierda pluscuamperfecta a Pérez Reverte quedaría la cosa bastante compensada aunque a un nivel lamentable.
En un nivel aun más bajo, el alcalde de Valladolid, De la Riva, al insulto (menos contundente que los de Pérez-Reverte, más diluido, con empleo incluso de la ironía) añade la grosería y la rijosidad. Los "morritos" de la ministra Pajín digamos que lo inspiran. Dado que el señor De la Riva es ginecólogo uno cavila qué le dará a pensar la visión de partes más íntimas de la anatomía de sus clientas y si, cuando no está en público o hablando por la radio, la cosa se queda en pensamiento.
La grosería del alcalde no puede siquiera entrar en el terreno del honor como los insultos de Pérez-Reverte porque no hay duelo posible entre un hombre y una dama. Por definición, desde el origen de los tiempos y con ejecutoria de la moral caballeresca está establecido que ningún caballero puede jamás ofender a dama alguna y, si lo hace, deja de ser caballero para convertirse en un rufián. Cabe pensar que también esta moral caballeresca es machista y tendrá que cambiar a medida que avance el feminismo. Es posible pero, de momento, sigue siendo uno de los pilares de nuestra educación moral y sentimental... salvo que no se tenga educación, claro, como es el caso. El SMS o lo que sea que Rajoy ha mandado a este rufián solidarizándose con él lo pone a su nivel: el de quien ignora que un caballero no ofende jamás a una dama.
Y cuando de damas se habla, también de damiselas y emerge el escritor Sánchez Dragó que, según parece, presume en un libro reciente de haber follado con dos chavalas de trece años (supongo que japonesas) en Tokio allá por los años sesenta con lo que, siempre según se lee en la prensa, el posible delito ha prescrito. De inmediato se ha armado una de campeonato en que se acusa a Dragó de todo, de pedofilia, de pederastia, corrupción de menores, abuso, qué sé yo. No hay rincón del país en el que no se pida que lo echen de todas partes, que se convierta en una especie de apestado.
Desde luego que en lo relativo a las lolitas reina la ambigüedad que impregna la novela de Nabokov o los cuadros de Balthus y donde hay ambigüedad, hay hipocresía. La más evidente es que el asunto del sedicente delito no es tal porque si las dos chicas tenían los trece años cumplidos y en lo que hubiera sexualmente no medió engaño alguno, según el código penal español, no hay delito. Según el japonés, tampoco. En España y el Japón yacer con moza de trece años cumplidos no es delito si media consentimiento. Pero provoca escándalo que probablemente en muchos casos oculta pura envidia. Si no no se explica de dónde sale luego tanto pederasta, empezando por el clero.
Lo más sorprendente de Dragó no es que en el libro presuma de habérselo hecho con dos ninfas sino que, a la vista de la que se ha montado, haya pretendido rectificar achacándolo todo a una "anécdota trivial" hecha literatura. Con el escándalo Dragó tiene ya vendido el libro y quienes no lo compren no dejarán de curiosear las páginas calientes en las grandes superficies. Lo que no se entiende es esta especie de arrepentimiento vergonzante y cobarde que viene a decir poco más o menos, que es una fantasía que le contó a su interlocutor como si fuera un hecho o algo así. No sé qué valor pueda tener un libro especie de confesiones en el que se cuentan trolas.
Si el asunto no es delito, no es delito y todo lo demás es opinable. La opinión está muy en contra de las relaciones de adultos/as con chicas/os de trece años. Pero esa misma opinión sabe que su opinión es muy versátil. Las edades en que las chicas entran en relaciones sexuales y se casan han variado bastante; en el mundo musulmán suelen ser muy bajas para los gustos cristianos... actuales; hace un par de siglos las jóvenes cristianas, incluso las reinas, podían llegar al matrimonio aún impúberes. Hoy en España son 13 años. La edad de las lolitas dragonianas.
O sea que, estando dentro de la ley, Sánchez Dragó puede hacer lo que quiera y como quiera y no tiene porqué inventarse subterfugios o historias. Le gustan las chicas muy jovencitas. Bueno, según parece a su interlocutor, Albert Boadella, le tiran más las mujeres de cincuenta años, más tipo dueña, probablemente. Están en su derecho. También habrá mujeres a las que les gusten los hombres tipo Sánchez-Dragó o Boadella, y si yo tuviera que objetar a algo sería al modo de describir los gustos. Eso de los pechitos como capullos y el chochito rosáceo pues, en fin..., baboserías de viejos verdes.
(La imagen es un grabado de Katsushika Hokusai, El demonio de los celos gigantes, de 1831.
divendres, 22 d’octubre del 2010
Siete puntos para el alcalde del PP de Valladolid.
Su observación no es únicamente "sexista" sino una grosería, una falta de respeto
Y de educación. ¿Nadie le ha enseñado que no se hacen comentarios insultantes sobre los rasgos físicos de las personas?
- ¿O sólo los hace cuando las personas son del PSOE?
La grosería es especialmente repulsiva por tratarse de una señora a quien un caballero no debe ofender jamás. Un caballero.
¿Piensa el grosero que la grosería se lava pidiendo disculpas como el que ha pisado a alguien sin querer?
El comentario sobre el "dibujo animado” corona la grosería de imbecilidad.
Por último, este alcalde, ¿se ha mirado en un espejo?
(La imagen es un busto de Franz Xavier Messerschmidt en alabastro, titulado El lascivo y esculpido hacia 1780).
dimarts, 13 d’octubre del 2009
Berridos.
Dice el señor Rodríguez Zapatero, bendito sea su talante, que los berridos, mugidos, rebuznos y pitadas con que lo reciben todos los años las elegantes turbas fascistas en el desfile del 12 de octubre forman parte del ritual. Era lo que le faltaba al dichoso 12 de octubre, festividad que siempre ha tenido connotaciones desagradables para hacerse del todo odiosa: que se convierta en un minuto orwelliano del odio. Aunque aquí, al tratarse de España y de su proverbialmente estúpida derecha, el minuto acabe siendo sesenta.
El señor Rodríguez Zapatero debe saber bien de lo que habla porque es el mismo comportamiento de que hace gala ocasionalmente la bancada popular en el Parlamento: broncas, abucheos, denuestos y algunas coces cuando el ambiente se caldea y a los conservadores les sale el pelo de la dehesa.
En el caso del desfile de marras resulta claro que es ponérselo a huevo a los fachas: zona bastante nacional, media mañana de un día de fiesta, desfile de militares a los que sería ideal incorporar a alguna asonada y, enfrente, casi como un muñeco de pim-pam-pum el representante máximo del espíritu comunista-masónico, radical izquierdista, separatista, anticlerical, pervertido que se ha apoderado de España. El bobo solemne, el vendepatrias, el incompetente, el traidor a las víctimas. Zapatitos. ¿Cómo se van a privar? ¿Cómo no van a venir a berrear lo que puedan cuando, como se recordará, para los más meapilas de ellos, Zapatero es el Anticristo? Es su forma de hacer política: aprovecharse de los símbolos nacionales (el 12 de octubre, insisto, no es trigo del todo limpio pero, mientras se limpia o no es un fiesta de todos) para sus objetivos políticos, de forma desagradable, chulesca, amenazadora y asnal.
(La imagen es una foto de CaptPiper, bajo licencia de Creative Commons).
diumenge, 1 de març del 2009
¿Por qué insultan?
Todo el mundo sabe que el discurso político español está trufado de insultos y que los políticos y comunicadores españoles son de insulto fácil y frecuente. Mucho más que en otras latitudes. Y dentro de esa costumbre general del insulto, la injuria y hasta la calumnia, la derecha se lleva la palma con creces. La derecha española y españolista porque las derechas nacionalistas, al estilo de CiU y el PNV no suelen recurrir al insulto; al contrario, los reciben de sus correligionarios mesetarios. Y en cuanto a la izquierda, por cada alcalde de Getafe que llama "tontos de los cojones" a los votantes del PP o por cada comunicador que, como la señora Maruja Torres, los llama "gilipollas", hay diez políticos y comunicadores del PP barbotando insultos contra los votantes, los militantes del PSOE, los políticos y comunicadores de la izquierda, o contra las gentes sin más en quienes ellos suponen esas tendencias, día y noche, sin parar, desde sus columnas de prensa, espacios radiofónicos o programas de televisión. En la foto puede verse al señor Luis Herrero, periodista y europidutado del PP, llamando "golfo" al juez Garzón en un programa de Telemadrid dirigido por el señor Sáez de Buruaga que es un prodigio de manipulación. Este señor Herrero es un insultador compulsivo. Hace poco, desde los micrófonos de la COPE llamaba "cabrón con pintas" al mismo juez Garzón. Quien desee escucharlo en su salsa insultona (no es espectáculo agradable), que eche una ojeada al vídeo a continuación.
No se crea que el señor Herrero es lo más injurioso que hay en lo pagos de la derecha. La COPE es una máquina de insultar y vilipendiar, El Mundo hace lo mismo, el grupo Intereconomía no se dedica a otra cosa en sus distintas variantes. Insultos, ofensas, injurias sistemáticas. ¿Hace falta recordar la batería de insultos que el señor Rajoy dedicó al señor Rodríguez Zapatero durante los cuatro años de la legslatura anterior? Bobo solemne, Bambi, incompetente, irresponsable, antojadizo, indigno, cobarde, perdedor complacido, traidor a los muertos, inútil, maniobrero, chisgarabís, sectario, vacío, insensato, frívolo, incapaz, acomplejado... Y con el señor Rajoy, casi todos los cargos de su partido y los plumillas que tiene repartidos por la prensa afín, desde La Razón a Libertad digital.
La pregunta es: ¿por qué insultan? ¿Por qué son tan agresivos, tan broncas, en definitiva, tan insoportables? La respuesta no es difícil: porque no solamente no son demócratas ni respetuosos con el Estado de derecho (ya que éste último requiere, cuando menos, respetar el derecho al honor de los demás, cosa que, por ejemplo, el señor Jiménez Losantos no hace, como se acredita con reiteradas sentencias judiciales en su contra) sino que ni siquiera son políticos. Que no quieren que haya política, que prefieren la dictadura, en una palabra, y por ello llevan el debate siempre al terreno de la provocación, para desestabilizar cuanto puedan y acabar con la democracia y el Estado de derecho. Ambos, democracia y Estado de derecho son reivindicaciones de la izquierda, no de la derecha. Por supuesto, ésta protesta siempre con grandes aspavientos y de modo bien sonoro su fe en la democracia, dado que hoy no es posible ganar elecciones diciendo que no se cree en ella. Pero su compromiso democrático es inexistente.
¿Pruebas? Muy sencillo: ¿en dónde estaba la derecha durante la Dictadura? En el Gobierno del dictador. ¿Partidos clandestinos de la derecha durante la Dictadura? Ni uno. Un par de cenáculos y grupos de amigos monárquicos y pare usted de contar. ¿Persecuciones de la Dictadura a la derecha por oponerse a ella? Ni una. Nada parecido al Partido Comunista de España, que tenía las cárceles de Franco perpetuamente a rebosar de presos políticos; nada al PSOE, también presente, aunque mucho menos activo que los comunistas. La derecha nacional española jamás se opuso ni resistió a la Dictadura sino que, al contrario, colaboró y se identificó con ella. Era ella misma. La derecha no necesitaba partidos políticos porque su partido político era la propia Dictadura con cuya ideología de "no se metan en política" de Franco comulgaba entonces y comulga ahora.
La derecha se organiza como partido político cuando se acaba la Dictadura y España toma un rumbo democrático, y la organiza un ex-ministro franquista que, en un primer momento, llega a tener a su lado hasta otros seis ministros de Franco. El puro sentido común dice lo demás: ¿a qué aspiraban esos viejos franquistas? ¿A qué podía aspirar Fraga? A volver a la Dictadura a la que tan fielmente habían servido, cuando no era necesario argumentar ni razonar las posiciones porque los adversarios estaban todos en la cárcel o bajo tierra.
¿A qué aspiran ahora? Pues a lo mismo. ¿A qué, si no? Por supuesto, no pueden decirlo con claridad. No pueden decir que prefieren la dictadura a la democracia porque no está el horno para bollos ni los cuarteles para filigranas y, aunque la Iglesia parece a punto de caramelo y volvería encantada a hablar de "cruzada", sin fuerza militar no es posible acabar con la democracia y hay que ganar elecciones. Pero cada vez que barbotan sus sartas de insultos e injurias, cada vez que el señor Baltar llama "mariconazo" a un adversario, cada vez que el señor Fabra dice que va a mear en la sede de IU, cada vez que se lanzan de lleno a la agresión, utilizan la vieja táctica de la extrema derecha de la provocación, a ver si el otro salta y se puede dar una patada al tablero democrático con la excusa de que la política es "irrespirable" que todos los políticos insultan, etc, etc. Mentira, todo mentira. La política no es irrespirable, sino que la hacen ellos irrespirable; los políticos no insultan; son ellos quienes lo hacen.
Así que quede claro: ¿por qué insultan? Porque no son democrátas, no lo han sido jamás, no tienen respeto por el Estado de derecho y prefieren la dictadura, en donde viven mucho mejor.
Una última e incómoda pregunta a todos esos/as conversos/as de la izquierda a la derecha que coadyuvan hoy a sostener el clima de agresividad, enfrentamiento y ataque al espíritu dialógico de la democracia: ¿qué creen que pasaría con ellos si esta derecha agresiva, insultante, injuriosa, antidemocrática, consiguiera sus objetivos reales, no los simulados? ¿Creen que les perdonarían su pasado en atención a los servicios prestados hasta la llegada de la nueva regeneración nacional de la España una, grande y "libre" con la que sueñan?
dimecres, 14 de gener del 2009
La pendiente del insulto.
La señora Montserrat Nebrera ha ofrecido unas aclaraciones en su blog Montsenebrera.cat.blog que no aclaran absolutamente nada sobre su lamentable falta de respeto a la ministra de Fomento y a todos los andaluces a cuenta del acento de la ministra que le parecía "de chiste". Según la señora Nebrera no se refería al acento sino al "tono" de la ministra que se le antoja chulesco y barriobajero. Como se ve, lo está arreglando. Cualquiera que haya escuchado las declaraciones de la citada señora sabe que en ellas anidaba el más rancio prejuicio antiandaluz, la actitud despreciativa y de prepotencia de mucha gente que se nutre de esos estereotipos de chistes groseros de sobremesa. Por cierto, tómese nota asimismo del adjetivo "barriobajero" muy revelador de una mentalidad determinada. Hará muy bien el PP expedientando a su militante catalana porque es necesario poner coto a estas actitudes bochornosas que envenenan la convivencia. Los políticos deben dar ejemplo de trato civilizado y respetuoso.
¿Y los periodistas? La pendiente del insulto es muy pronunciada y, cuando uno comienza, no es raro que otros se lancen detrás y, al final, el tono de la comunicación pública sea detestable e insufrible. Según leo en El Plural, en su columna habitual en Abc, el señor Antonio Burgos, que tiene una acrisolada trayectoria como insultador, de lo que doy fe pues he tenido que sufrir algunos denuestos suyos, llama a la señora Nebrera catalana de mierda. Espero que la cita de El Plural sea fidedigna porque no he conseguido encontrar la columna del señor Burgos en Abc. En ese catalana de mierda se condensa asimismo mucho prejuicio y cliché anticatalanes profundamente desagradables. Tanto la señora Nebrera como el señor Burgos son dos pruebas vivientes del lamentable nivel del debate público en España y hacen cierto eso de que los insultos califican más a quienes los profieren que a los posibles insultados. No sé si la ministra insultada es o no muy chistosa pero está claro que maldita la gracia que tiene el chiste de la señora Nebrera. Esta señora es, sí, catalana, pero no tiene más mierda encima que la que salga de la boca del señor Burgos.