diumenge, 27 d’agost del 2017
La creación es versatilidad
dimarts, 26 de juliol del 2016
El genio en su lámpara
En realidad, no es una sola vivienda, ya que Dalí fue comprando las casas de los pescadores adyacentes a la suya y así construyó su increíble palacio del arte enjalbegado por dentro y por fuera. El dato del espejo, que nos proporciona el competente y discreto guía que nos conduce por la fourmilière en español y francés, ya nos pone sobre la pista de un aspecto esencial: en la casa no hay un centímetro cuadrado vacío, sobre el que no se haya proyectado la intención del pintor para darle uno o varios significados, trazos, formas que a él le interesaran, excepción hecha de los suelos (con baldosas de época) y los techos con viguería de madera. De aquí sale esa sensación de abigarramiento en la angostura que muchos señalan y es obvia. No tan obvia resulta la afirmación también muy extendida de que la casa es un monumento al surrealismo y al kitsch entre otras cosas porque uno de los veneros del surrealismo es precisamente lo kitsch.
dimecres, 4 de novembre del 2015
Decache-toi, objet.
dimecres, 7 d’octubre del 2015
La obra de arte total (y dos).
dimarts, 6 d’octubre del 2015
La obra de arte total.
El Teatre Museu de Dalí en Figueres.
dissabte, 28 de febrer del 2015
Paseo por el amor y la muerte: Delvaux.
dijous, 8 de gener del 2015
No me rindo.
Nada, que Palinuro, como Bérenger, no se rinde.
dissabte, 9 de novembre del 2013
El sueño del surrealismo.
El surrealismo es una realidad que emana del sueño y, cuando se vuelve sobre este y lo interpreta, se interpreta a sí mismo como arte; se psicoanaliza y representa todo lo que la realidad ordinaria tiene refoulé.
divendres, 11 d’octubre del 2013
La herencia fantástica.
dimecres, 11 de setembre del 2013
El hijo del notario.
Es imposible dar razón en una crónica de ese denso mundo que la exposición muchas veces se limita apuntar. Solo cabe hacer algunas reflexiones sobre los aspectos que suelen llamar más la atención. Por supuesto, el cine en muy primer lugar, El perro andaluz y La edad de oro, capaces de sobrevivir en las inolvidables escenas oníricas de la peli Recuerda, de Alfred Hitchcock. Los otros surrealistas hablaban del subconsciente en la línea psicoanalítica. Dalí, que estaba muy orgulloso de haber conocido a Freud en Londres, en 1938, lo recrea. Tiene gracia ver a Gregory Peck e Ingrid Bergman, dos doctores muy serios, hablar de las paranoias de Dali, pensando que son propias.
No es extraño que Breton acabara por expulsar al bueno de Salvador del grupo surrealista. Me parece que se buscó una excusa típica, dando a entender que Dalí se hubiera comercializado y seguramente de ahí viene ese perverso anagrama que le dedicó de Avida dollars. Me parece injusto. A Dalí el dinero le parecía muy importante, como a todo el mundo. Pero, a diferencia de todo el mundo, siempre supo que tendría el que le hiciera falta y se dedicaba a despilfarrarlo. Breton perdió la oportunidad de dar una interpretación psicoanalítica de la expulsión: achacarla al destino del artista. Dalí es el eterno expulsado, el que no encaja en ningún sitio: lo expulsaron del colegio, de la Academia de Bellas Artes y hasta de su familia. Breton, en realidad, cumplía un designio.
Hay varias manifestaciones delÁngelus, de Millet que, como se sabe, fue influencia permanente a lo largo de la obra de un genio que siempre supo que lo era y, por tanto, jamás fue parco en reconocimiento a aquellos de quienes hubiera aprendido algo. Un hombre leal, caramba. ¿Qué mejor reconocimiento de influencia que el Autorretrato al estilo rafaelesco? Rafael, Miró, Picasso, mucho Picasso aparecen aquí y allá y también las influencias literarias y musicales que siempre reconoció, en el Busto de Voltaire que desaparece o la portentosa síntesis de la copa/cáliz de Tristán e Isolda.
En fin, quien se canse de contemplar Las tentaciones de San Antonio o La metamorfosis de Narciso, entre otras muchas, que levante la mano. Que la levante quien no vaya buscando relojes blandos, cuerpos cajoneras, hormigas o panes. Y por supuesto, los españoles se quedan petrificados, literalmente petrificados delante de la premonición de la guerra civil viendo que, en efecto, es de 1935 y, por lo tanto, una verdadera premonición. Una en la que se ve a Goya.
La relación de Dalí con Gala -abrumadoramente presente en su obra- era, por lo menos extraña. Su sexualidad, de la que habla mucho, no menos. Tiene uno la impresión de que Gala fuese la substituta de la madre, tempranamente perdida y de la que él era muy dependiente. Mírese El gran masturbador. Una especie de pansexualidad anima muchas de sus obras que se abren al espectador pero lo envuelven, lo atraen, lo absorben, lo penetran, lo hacen suyo, se proyectan en él. Luego, cuando lo dejan partir de nuevo al encuentro con la realidad, encontrarse un teléfono cuyo auricular es una langosta dorada es lo más normal del mundo.
dimarts, 15 de novembre del 2011
A tortas con la realidad.
El museo Reina Sofía alberga una exposición interesantísima sobre el Locus Solus (publicado en 1914), la obra más importante de Raymond Roussel. En realidad es una exposición sobre toda la literatura (y lo poco que se sabe de su vida) de este insólito escritor que se llama Impresiones de Raymond Roussel, haciendo un juego de palabras con el título de su otra obra más famosa, publicada en 1907, Impresiones de África; un juego de palabras que seguramente habría gustado a Roussel, maestro en ellos, el amo del boliche, porque con ellos construye sus obras.
La exposición es una feliz idea que no sé si se ha puesto en práctica con anterioridad (Palinuro no tiene noticia de ello) y es compartida por nuestro museo y el de Serralves, en Oporto. Impresiona ver al vivo la multiplicidad de pruebas de la gran importancia de la obra de Roussel para el surrealismo y las posteriores aventuras de vanguardias literarias, como el Colegio de la Patafísica en París en los años cincuenta, o la revista Locus Solus, de la escuela poética de Nueva York en lo sesenta. Se conoce esa influencia; muchos la mencionan: Breton, Éluard, Dalí, Perec. Y no sólo en la vanguardia literaria sino en otros campos como la pintura (la exposición trae cuadros de Delvaux, De Chirico, Dali o Max Ernst) y hasta de disciplinas científicas, como la etnografía, a través de la obra de Michel Leiris quien se tomó las Impresiones de África como una clave de la realidad. Pero una cosa es conocerla e imaginarla y otra verla toda junta, un majestuoso zafarrancho de manuscritos, cuadros, ediciones antiguas de las obras de Roussel, máquinas de todo tipo, construcciones oníricas, artefactos, vídeos y hasta la la filmación de la escenificación de Impresiones de África que se representó en el teatro Antoine, en París, en 1912, supongo que en la versión de Rostand.
La primera pieza que saluda al visitante es una reproducción a tamaño presumiblemente natural de ese enorme diamante lleno de agua en la que nada una extraña ninfa, Faustina, (si no recuerdo mal su nombre), y en la que hay diversos objetos que, con cometidos especiales, cuentan historias refinadas y siempre muy alambicadas. Es decir, la exposición pretende recrear esa alucinante visita que el sabio Mateo Canterel regala a sus visitantes en ese lugar único, ese Locus Solus salido todo él de la cabeza de Roussel. Y a fe que lo consigue. La exposición trasmite muy bien el espíritu originalísimo, algo desequilibrado, maniático, convencido de su propia genialidad de este hombre que nació rico en París, vivió casi tan aislado como un eremita, viajó por todas partes del mundo (aunque sin mirarlas), se arruinó poniendo en práctica sus invenciones y terminó sus días probablemente suicidándose en Palermo en 1933.
Roussel es uno de esos autores mucho más apreciado y celebrado por sus pares, por otros literatos, que por el público en general. Todas las escuelas tienen sus códigos internos en los que se reconocen y Roussel formó ya desde el principio parte del del surrealismo. Man Ray, que lo descubrió y Marcel Duchamp que probablemente se inspiró en él para sus ready mades, lo pusieron en circulación entre los surrealistas quienes lo adoptaron como maestro junto al Lautréamont de los Cantos de Maldoror, otro también más valorado por los demás artistas que por el público. Es lógico pues ambos son autores difíciles, sobre todo Roussel, quien tenía a gala construir relatos difíciles. Por ejemplo, una obra posterior, Nuevas impresiones de África es un largo poema de más de 1200 versos alejandrinos en los que se van introduciendo paréntesis, paréntesis dentro de los paréntesis, que llevan a nuevos paréntesis dentro de los paréntesis, etc que sólo se deshacen al final pero obliga a estar haciendo navette con el texto. No resulta, pues extraño, que el primer libro que se escribiera sobre nuestro autor y el único que yo conozca sobre el conjunto de su obra sea el de Michel Foucault.
El propio Roussel, cavilando sobre la originalidad de su estilo y las dificultades que podría acarrear dejó una especie de confesión como obra póstuma, Cómo escribí algunos libros míos (edición original, 1935) que es con el que arranca Foucault en su audaz interpretación del casi impenetrable universo rousseliano. El libro da claves y, al mismo tiempo, es una obra más de Roussel, pensada como póstuma, como uno de sus bucles. ¿Cómo no entender que este libro postrero sea la aplicación que hace a su caso del descubrimiento que Canterel muestra a sus asombrados visitantes mediante el cual muertos ilustres (como Dantón, por ejemplo) y no tan ilustres reviven narrando el episodio decisivo de sus vidas? En Locus Solus esto se consigue empleando una sustancia descubierta por Canterel, la resurrectina y una especie de principio vital también de su cosecha que se llama vitalium o algo así. Y eso es lo que hace consigo mismo Roussel, volverse a la vida contando los episodios más importantes de ella: sus dos libros principales, esos jardines en los que las palabras dibujando infinitos arabescos, permiten ven formas en ellos, realidades que inmediatamente engasta el autor en historias que fabula y parece haber ido encontrando en los lugares más ignotos: leyendas, viejos cuentos populares, episodios inventados en vidas reales, etc.
Los surrealistas se quedaron enamorados de la desenvoltura con que Roussel había abolido la realidad en beneficio de concepto. ¿Cómo no iba a fascinarlos que en Impresiones de África aparezca una máquina que pinta sola y el Cómo escribí... se pudiera leer mediante otra máquina? Entre las dos se encuentra la escritura mecánica. Entre la imagen y el sonido, la palabra escrita y todo ello sin padecer las deficiencias de la condición humana, obra de máquinas, que abolirían ese capricho burgués que es el arte. Así resulta que un joven miembro del Colegio de la Patafísica, el argentino Juan Esteban Fassio, inventaría una máquina para leer Nuevas impresiones..., de la que habla Cortázar en La vuelta al día en 80 mundos, mientras elucubra sobre otra máquina para leer Rayuela. Desde luego, la influencia de Roussel es profunda y muy extensa.
Breton y los suyos trataron de atraerlo a sus posiciones políticas comunistas, pero eso era inimaginable en un rico excéntrico al que el mundo no interesaba en absoluto, vástago de una familia adinerada que se trataba con Marcel Proust o Cocteau, que vivió una vida de lujo en la que el teatro -que se hacía en la propia casa- estaba muy presente. Roussel era, además, homosexual y esa condición le ocasionó serios disgustos, lo que seguramente lo haría aun más retraído. En algún número de Surrealismo al servicio de la revolución apareció algún escrito suyo, pero eso fue todo lo que se acercó a la política. Su tiempo, la realidad circundante, no le interesaban sino solamente la recreación del modo en que los seres humanos los viven, los crean mediante las palabras. Pero no una recreación mediante la observación, la descripción, la imitación o el análisis sino mediante la combinación aleatoria de los significados de esas mismas palabras. O sea, Roussel escribía como pudiera hacerlo una máquina, sometido a unas leyes que él mismo se daba.
Es difícil resistirse a la tentación de ver en Locus Solus una especie de metáfora de un mundo que ese mismo año, 1914, se sumergiría en la guerra más destructiva de la historia... por entonces, que diría el propio Roussel. Y en el conjunto de la obra rousseliana el impacto del nuevo maquinismo en una desbordante tradición literaria y artística europea que creía haber llegado a un punto más allá de la realidad, a una realidad superior.