Supongo que el Salvados de ayer habrá tenido gran audiencia, aunque se dé en mitad de un puente. De hecho desembocó sin solución de continuidad en un programa de Ana Pastor con seis políticos de partidos parlamentarios que se pusieron a largar como cotorras sobre lo que se acababa de ver y escuchar. Cada uno encerrado en su discurso, tanto que podían ahorrarse la presencia en directo enviando un pen drive.
El Salvados estuvo muy bien. Gran trabajo de Évole dando voz de entrada a la militancia, incluida la andaluza, que parecía una delegada de Díaz. Y mejor aun la entrevista. Évole aprieta, pero no atosiga. Y Sánchez estuvo tranquilo, mezcló sentimiento y razón y salió airoso rumbo a su nueva empresa.
De ahí el título del post. El borrón fue el repaso al pasado hasta el día de las horcas caudinas. La cuenta nueva, el propósito de Sánchez de postularse a la SG.
El borrón quedó bastante patente. Desde el primer momento hubo una movilización de las empresas, los bancos y sus medios de comunicación para impedir un gobierno de izquierdas. Que esta campaña obtuviera éxito con la ayuda de Podemos al no votar la investidura de Sánchez es materia discutible. No es discutible, sin embargo, la campaña. Y menos lo es que estuviera encabezada por el grupo Prisa, Cebrián, González, con el ladino apoyo de Rubalcaba, para forzar el gobierno del PP con la abstención del PSOE. La beligerancia de El País ha sido absoluta, cerrada. Se ha valido de todo, de las ambiciones de la señora Díaz, la vanidad mandarinesca de Felipe González y las astucias de Rubalcaba, que lleva una temporada casi tan presente en los medios como los de Podemos pero también contra Sánchez. Palinuro venía comentándolo hace días, en un post titulado Previsiones felices y otro, Como Dios manda. Había que destruir a Sánchez al precio que fuera. ¿Razón? Por fin ya no duelen prendas y se hace público y patente: Cataluña. Con un objetivo grabado a fuego: de independencia, nada. El mensaje puede estar llegando de las habituales altísimas esferas de la Monarquía y la cuartelería, o tal cosa asegura el Diario 16, que el PSOE ha entregado el gobierno al PP por presiones de la Casa Real y círculos políticos y militares.
Parte del borrón fueron los juicios de Sánchez sobre los diversos compañeros de su partido que se le han enfrentado y se la han jugado: Díaz, González, Rubalcaba, Madina, Hernando. Asuntos de interés humano y cuestiones personales internas que afectan poco a la cuestión general. Esta es la cuenta nueva del título. Sánchez ha anunciado su intención de presentar su candidatura a la SG en primarias con un programa de reconstrucción del PSOE. Cada cual en su estilo. Díaz habla de la necesidad de coser el partido; Sánchez levanta la bandera de una causa. Por eso anuncia que cogerá su coche y se recorrerá España al tiempo que ha abierto una web de enganche que, según mis noticias, ha estado tumbada unas horas con uno de esos ataques de denegación de servicio. Vaya el flamante candidato tomando nota. Eso sin contar con que sus adversarios le criticarán la web por revestir un carácter plebiscitario.
En realidad, la candidatura de Sánchez debe descansar sobre una clara exposición de sus intenciones como SG y como candidato a la presidencia del gobierno. No habiendo funcionado el juego de la ambigüedad del primer intento de investidura, la nueva propuesta habrá de diferenciarse de la anterior y, a cambio, es de esperar, contar con una actitud menos rígida de Podemos y los indepes catalanes. Flexibilidad a cambio de comprensión.
Sánchez ha lamentado no haber entendido en un primer momento el significado de Podemos. Igualmente ha cambiado su concepción nacional española, reconociendo España como nación de naciones. Es un cambio apreciable que hay que sostener y no rechazar sin más con maximalismos poco oportunos. Ya se sabe que la opción por un gobierno de izquierda con Podemos es una necesidad táctica. Para Podemos también. Esta mentalidad tan poco española debe abrirse paso: carece de sentido pedir a un aliado una coincidencia programática absoluta porque, si se diera, ¿para qué iban a aliarse? Uno no se alía con uno mismo.
Lo de Nación de naciones también necesita un repaso. Magnífico que Sánchez haya dejado de lado el nacionalismo español único con el que comenzó su mandato al grito de ¡más España! a poca distancia realmente del ¡Santiago y cierra España! Está muy bien, desde luego, pero es insuficiente. La expresión nación de naciones es grata, antigua, suena bien, pero solo será posible bajo el consentimiento de las naciones que la componen y como este está por ver, la definición más acertada de España será la de un Estado plurinacional. Hay diferencias apreciables entre ambos conceptos y conviene que Sánchez se familiarice con ellas. Esa confusa previsión de resolver el asunto votando pero sobre una propuesta concreta de reforma de la Constitución se puede entender de muchas maneras. Pero no se debe rechazar sin más porque, sin ella ni ninguna otra fórmula viable, estaremos peor.
La candidatura de Sánchez quiere aparecer amparada en el apoyo de la militancia. Por eso precisa dejar bien claro su programa que consiste en buscar una salida a la crisis del sistema por la izquierda y con propuestas innovadoras. Justo lo que más temen los oscuros poderes de los despachos y los medios a su servicio.