dimecres, 12 d’octubre del 2016

El NO de las bases

El desbarajuste del PSOE nos interesa a todos. Todos somos lo que los ingleses llaman stakeholders en el asunto. Lo son desde luego los militantes, también los votantes y simpatizantes, los no votantes y hasta los "antipatizantes". El PSOE es un puntal del Estado, partido de gobierno, con amplia experiencia y larga historia, el más antiguo del sistema político. Interesa a todos y todos podemos opinar con igal derecho. Excluir a los de fuera en un partido democrático no es práctica aceptable. ¿Quiénes son los "de fuera" y quién lo determina? ¿Lo son los ciudadanos en general? ¿Los simpatizantes? ¿Los votantes? A lo mejor resultan ser hasta los militantes. Es lo que suelen pensar las oligarquías y algo así parece suponer la junta llamada Gestora en medio de la borrasca que ella misma ha provocado.


En este momento parece haber tres corrientes en el PSOE, como siempre: la dirección, constituida mediante un golpe de mano y empeñada en que el PSOE haga presidente del gobierno a Rajoy; un sector muy numeroso y creciente de la militancia que está organizándose y planteando que se respete el NO es NO del CF; y un sector intermedio de neutrales o equidistantes que se lamentan por la unidad partidista rota como Boabdil por la pérdida de Granada y pide recomponerla, generalmente cargando contra la víctima del atropello, que fue Sánchez. Innecesario decirlo, Palinuro, que no es militante y solo ocasionalmente simpatizante del PSOE apoya la segunda opción. Es un derecho democrático fundamental de la militancia hacerse oír. De ahí las campañas que se han iniciado en change.org (hay varias), la de Twitter con hastags como #Decide, #QueNadieDecidaXTi, #ConsultaALaMilitancia, #DeTodosDepende, las de otros grupos, la del alcalde de Jun. En este momento hay en marcha una rebelión de las bases.

La cuestión en litigio es confusa, deliberadamente confusa, porque mezcla dos conflictos: el interno del PSOE en las luchas por el poder, la secretaría general, los puestos, etc y el externo de si se mantiene el NO es NO. El primero, el interno, los tejemanejes,  si Susana Díaz es una trepa ambiciosa o una líder esclarecida; si Sánchez, en el fondo, es un simple o un político honrado de los que ya no hay; si los barones son los "cuerpos intermedios" que juzgan en los asuntos de tiranicidios o unos vulgares caciques atentos a sus territorios. Todo esto interesará a los afectados y quizá a los militantes, pero al resto del personal le es indiferente. Lo que la ciudadanía quiere son partidos de trayectoria clara y, a ser posible, limpia, bien organizados, unidos, capaces de formular un programa viable con unidad de voluntad.

El segundo conflicto, el de la abstención está muy claro. Todo el mundo sabe que Sánchez cayó al haber levantado la sospecha de estar en tratos con el maligno separatista y sus tontos útiles de Podemos. Es posible que este juicio de intenciones sea cierto, pero no deja de ser un juicio de intenciones. Cualquiera puede formular otro y achacárselo igualmente a Sánchez, por ejemplo, que una actitud dialogante con el independentismo pueda dar buenos resultados, quién sabe.

Si hay un movimiento de rechazo en las bases del PSOE, la Gestora está obligada a prestar atención y buscar una fórmula de entendimiento. Se dirá que el CF no tiene por qué escuchar una opinión que nadie ha pedido en tanto no haya que elegirlo de nuevo. A su vez las bases pueden decir que su opinión es vinculante pues el CF pretende revisar una decisión trascendental con la que ellas estaban de acuerdo y hacerlo por un procedimiento torticero.

En el fondo, el asunto es más complejo de lo que  se deduce de lo anterior. La abstención del PSOE no solo abre el camino a un gobierno del PP, sino a un fracaso seguro. Justo en el momento en que el país necesita un gobierno sólido, capaz de encontrar una salida a la cuestión catalana, se inviste uno en minoría, debilitado e inseguro porque pasará más tiempo defendiéndose en los tribunales que gobernando. Un gobierno organizado y sustentado por un partido que es una presunta organización delictiva. Y ese gobierno mancado querrá resolver la cuestión catalana por los medios que le son familiares: el enfrentamiento, la represión. Abstenerse es condenar a todos a cuatro años más de este dislate de una gente cuya idea de país se llama Gürtel.

En manos de las bases está que el PSOE no se haga cómplice de la presunta delincuencia organizada.