diumenge, 30 de juliol del 2017
Un mar de artistas
divendres, 3 de març del 2017
Arte en dos mundos y cuatro lenguajes
diumenge, 25 de setembre del 2016
Padre e hijo
diumenge, 28 d’agost del 2016
El tarot ilustrado
divendres, 30 d’octubre del 2015
Estética del artesano.
La exposición de la Fundación Juan March, de Madrid, sobre Max Bill (1908-1994) es la primera que se hace en España sobre este artista, natural de Winterthur (la ciudad en que se fabrican casi todos los relojes suizos) y es, por tanto, una ocasión única para contemplar una muestra muy condensada y completa de su variadísima obra. Una obra que se adentra en la pintura, la escultura (piedra y metal), el grabado, la arquitectura, el dibujo, el interiorismo, el diseño y fabricación de objetos (sobre todo, claro, relojes), muebles, la impresión e ilustración de libros, los carteles, la publicidad. Prácticamente no hay campo de las artes gráficas y plásticas que Bill no haya tocado. En los juicios sobre su persona se repiten expresiones como "hombre universal", "artista del Renacimiento", "personalidad polifacética". Todas ellas, muy ciertas, presentan un creador de gran actividad y capacidad de trabajo, de mucho tesón, digno discípulo de la Bauhaus, en la que se educó artísticamente, bajo la influencia de Walter Gropius y Moholy-Nagy, cuyas concepciones modernistas y decorativas están presentes en su obra.
dissabte, 25 de juliol del 2015
Don Quijote y el humor.
dijous, 12 de febrer del 2015
Mirada a la mirada.
dimarts, 18 de setembre del 2012
El padre de todos ellos.
(La imagen es una captura de la página web de Caixa-Forum.)
dijous, 7 de juny del 2012
Una historia de dos Cotarelos.
diumenge, 24 de juliol del 2011
El arte y la locura.
Ayer se clausuraba la exposición de la Fundación Juan March en Madrid, Picasso y la obra de arte desconocida, así que alcancé a verla por los pelos. Trece grabados que hizo el pintor malagueño en 1931 a petición de su amigo el marchante Vollard para ilustrar una edición del cuento de Balzac La obra de arte desconocida con motivo de su centenario ya que, aunque el cuento se integró en la Comedia Humana, había aparecido por primera vez en 1831.
Según parece Picasso quedó tan impresionado con el relato que, además de las ilustraciones, trasladó su taller al bulevar des Augustines, en donde Balzac había situado el taller de Pourbus que Poussin visita en el cuento. Si lo hizo, ello no lo llevó a abandonar lo que por entonces le bullía en la cabeza, los dibujos, aguafuertes, aguatintas de la Suite Vollard. Incluso se solapan temas. Una de las ilustraciones del cuento es de un minotauro en el estilo de la serie del Minotauro de la Suite. Y la mayoría de ellas se corresponde con el grupo de La modelo y el escultor de aquella, aunque aquí se trate de un pintor.
Lo que estas ilustraciones reflejan es el afán por celebrar el contenido del cuento, una parábola sobre la perfección de la obra de arte, el espíritu de la creación artística y su borrosa línea de separación de la locura, una reflexión filosófica sobre el arte en forma de narrativa literaria que recuerda mucho algunos de los relatos de Hoffmann, en especial los de Kreisleriana, con ese Johannes Kreisler que es una especie de alter ego del propio Hoffmann. En él, un Poussin principiante acude al taller del consagrado Pourbus (el tercero de la serie, el de los retratos de Enrique IV, protegido de María de Medicis) y se encuentra allí con el pintor alemán Frenhofer, un personaje creado al efecto por Balzac que dice haber sido discípulo de Mabuse y goza del incuestionable reconocimiento de Pourbus quien ve en él un maestro indiscutible.
Frenhofer hace una crítica despiadada del cuadro que acaba de terminar Pourbus, una María egipciaca (algo poco imaginable en Pourbus que era sobre todo retratista de reyes y nobles), esgrimiendo los dos términos antagónicos de toda estética: lo auténtico, lo verdadero, lo natural frente a lo simulado, falso, artificioso. Luego lo retoca mejorándolo mucho y habla de cómo él lleva diez años tratando de conseguir la obra de arte perfecta, un desnudo femenino en el que aún falta algún detalle final que, por más que lucha y se desvive, no consigue plasmar. Cuando por fin, luego de una intricada historia que en realidad no hace al caso, Frenhofer acepta que Poussin y Pourbus contemplen su obra, celosamente escondida durante diez años, estos no alcanzan a ver otra cosa que un conjunto de chafarrinones en el que apenas se divisa un pie exquisitamente pintado.
El genio ve lo que los demás no ven; pero eso pasa también con el loco y lo angustioso es que la separación de ambas condiciones, genialidad y locura, no está clara. Picasso recoge la idea de que el genio siempre aparece como un loco a ojos de sus contemporáneos cuando en realidad es un profeta, alguien que vive en un tiempo futuro, el héroe de las vanguardias que, sin embargo puede cerrar el bucle hacia la locura, como prueban los casos de Hölderlin, Van Gogh, etc. El cuento de Balzac sintetiza las obsesiones románticas con el arte y en algún momento apunta a la imposible solución de sus dilemas al exponer que en la creación artística hay siempre un anhelo de ser como Dios, el creador supremo. Es decir, toda obra maestra es un desafío lanzado a la divinidad, como el de Lucifer; algo pues divino y diabólico al mismo tiempo. Como han hecho otros antes y después de él, Picasso no se identifica con Poussin sino con Frenhofer porque el también era considerado como una especie de loco desde los tiempos del cubismo por gentes sin duda muy cuerdas y que incluso pasaban en su día por conocedoras del arte.
divendres, 6 de novembre del 2009
La trastienda de la creación.
La Fundación Juan March he tenido la gran idea de montar una exposición de dibujos de Caspar David Friedrich, muy útil para entender el arte de este hosco y solitario pintor del silencio, de la soledad, la trascendencia y la visión panteísta de la naturaleza. Son como treinta piezas, normalmente carboncillo con alguna cuarela sobre temas sacados directamente del natural. Como hay que verlas con una luz muy demediada para atender a las necesidades de conservación de los dibujos el efecto es así doblemente "friedrichiano": aquí están las imponentes rocas, los acantilados, los árboles esqueléticos en mitad del monte pelado, los cielos nublados del Báltico alemán en la isla de Rüge, los prados, los setos, las casas en los bosques. Son trozos, momentos de la naturaleza reproducidos con celosa exactitud y espíritu científico porque Friedrich no era un pintor de paisajes del natural. Toda su obra paisajística (que es como decir casi toda su obra) la creó en su estudio, valiéndose de sus recuerdos y de estas piezas que iba coleccionando y clasificando luego con mucho cuidado porque las insertaba en sus obras mayores, a veces en diversas ocasiones (cosa que sucede con algunas figuras humanas encuadradas en paisajes) con lo que parece que nos estuvieran diciendo: "vosotros que creíais que me he inventado estos paisajes, que no pueden existir en parte alguna, aquí los tenéis con elementos fidedignamente copiados de la realidad".
En sí mismos los dibujos no son gran cosa porque su función es la de bocetos, medios que remiten a un fin distinto y que son los cuadros luego pintados, los cruceros en el monte durante el crepúsculo, las figuras humanas de espaldas, como precediéndonos en la contemplación de algún misterioso paisaje. En algún sitio de la exposición se cita una expresión crítica e irónica de Friedrich sobre esos otros pintores tan sabios que tantas teorías conocen sobre la naturaleza y entre los cuales reconocía no estar. Las doctrinas de Friedrich se desprenden de sus cuadros que es como si hablasen porque reflejan una concepción simbólica, romántica de la naturaleza y los paisajes están siempre concebidos con unas luces que parecían sobrenaturales y que, sin embargo, como se ve en esta exposición, los había sacado de la naturaleza misma.
Otro de los puntos fuertes de la exposición son los estudios minuciosos que Friedrich había hecho para fundamentar su peculiar sentido de la perspectiva, esto es, el llamado "punto de vista del ojo" que es el que hace que los cuadros estén siempre a nuestra altura y se conviertan en una especie de ventanas que nos incitan a entrar en el paisaje.
Los dibujos de Friedrich se conservan como oro en paño. Lo son.
divendres, 30 d’octubre del 2009
Deconstruyendo el constructivismo.
El Reina Sofía tiene una exposición sobre Rodchenko y Popova que, con el título de definiendo el constructivismo muestra las dificultades que a veces surgen a la hora de bautizar correctamente lo que se expone. Porque el constructivismo que, en sentido estricto, es el nombre que toman las vanguardias artísticas rusas cuando, hacia 1919, deciden poner el arte al servicio de la Revolución, debe realmente poco a Aleksandr Rodchenko y a Liubov Popova. La exposición, sin duda, está muy bien y es muy nutrida pero la mayoría de la obra expuesta (cuadros de Rodchenko sobre todo) es del periodo anterior al constructivismo. No es que esté mal, tampoco, pero resulta algo monótono porque la obra rodchenkiana de la época (entre 1917 y 1919) muestra sobre todo variaciones sin límite de temas suprematistas (bajo la directa influencia de Malevich) y abstracto (bajo la de Kandinsky) a base de bidimensionalidad de rayas, planos, curvas y colores simples cuyo objetivo meramente decorativo hace que la muestra frise en el aburrimiento.
Y aburrido es precisamente lo que no es el constructivismo.
Cuando arranca el constructivismo propiamente dicho, cuando los artistas de la época, Rodchenko, Popova pero, sobre todo, Maiakovsky, Tatlin, Malevich, Lissitzsky, Ekster, Penson, etc ponen manos a la obra de emplear el arte al servicio de la revolución en tiempos de zozobra, con la guerra civil o el comunismo de guerra, cuando fundan el grupo LEF (Frente de Artistas der Izquierda), junto al Proletkult, se produce una explosión de creatividad artística que se manifiesta sobre todo en la arquitectura, el cine (Eisenstein, Pudovkin, Vertov), la cartelística, el diseño gráfico y comercial (que había de experimentar un ligero renacimiento con la NEP, pronto aplastado por las colectivizaciones), la fotografía y otras artes aplicadas. Lo que sucede, sin embargo, es que la aportacion de nuestros dos artistas, Rodchenko y Popova es escasa por varias razones: ninguno de los dos, pintores, encajaba bien en los nuevos medios expresivos cuyo símbolo por excelencia sería la célebre torre de Tatlin (a la derecha) en homenaje a la IIIª Internacional que habría de erigirse en Petersburgo (luego Leningrado) pero que, irónicamente para un movimiento llamado constructivismo, jamás llegó a construirse. Popova, además, murió muy pronto (en 1924, el año de la muerte de Lenin) y Rodchenko, aunque intentó probar mano en diversos medios, como los montajes fotográficos al estilo del alemán Herzfeld (que luego "britanizaría" su apellido en Heartfield), los carteles al de Maiakovsky o los diseños industriales, no fue muy productivo. Por aquellos años desempeñó puestos burocráticos de gestión artística, lo que le permitió viajar (son célebres sus Cartas de París) y teorizar sobre arte pero no crear. Vino luego el invierno estalinista y el imperio indiscutible del "realismo socialista", un estilo que, sin duda, tiene sus encantos para quien sepa vérselos, pero no coincide en nada con las revueltas aspiraciones de aquella vanguardia compuesta de suprematistas, futuristas, abstractos, vorticistas y otros pecadores. Rodchenko, como otros muchos artistas tuvo que plegarse a los nuevos tiempos y , si bien siguió pintando pintura abstracta hasta su muerte en 1956, lo hizo en un prudente segundo plano, sin mayor relevancia pública.
De esa otra producción, del regreso al figurativismo en carteles como el que incluyo aquí a la izquierda que es un anuncio de libros (política cultural de la Revolución), la exposición tiene muy poco. Resulta así que, desde luego, cabe definir el constructivismo como esa feliz coincidencia de dos vanguardias, la artística y la política, en los primeros años de la revolución bolchevique, con un cine, una fotografía, un teatro, un diseño gráfico (obsérvese que todos son medios que tratan de vehicular mensajes a auditorios de masas) realmente rompedores. Pero, a su vez, la aportación de los dos artistas que la muestra singulariza a este agitado mainstream es escasa y subordinada a la esclarecida dirección de sus amigos y compañeros que, por dedicarse a otros géneros artísticos (por ejemplo, el caso del teatro de Maiakovsky) tuvieron mucha más iniciativa.
Aun así, la exposición merece mucho la pena si uno redefine la "definición" porque, entre otras cosas, contiene dos piezas muy difíciles de encontrar, ambas de Rodkenko: un proyecto de kiosko con una curiosa estampa, muy dentro del constructivismo tatliniano y una sala de lectura de un club de cultura proletaria que sí se construyó, aquí lo encontramos en sus dimensiones reales y produce (al menos a mí me la produce) una sensación de melancolía, de lo que pudo ser una revolución que se dejó inspirar por artistas a los que más tarde persiguió y machacó.
diumenge, 20 de juliol del 2008
La fuerza de la ironía.
Dejamos a nosa terra galega con harto dolor de nuestro corazón y nos trasladamos a Teruel, capital del mudéjar, en el ánimo de participar en unas jornadas de la Fundación Aragón XXI sobre las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en la comunicación política, y de dejarnos caer después por la Expo de Zaragoza. Pero antes visitamos algunas exposiciones en A Coruña de las que me gustaría dejar cumplida cuenta y así iré haciendo en sucesivas entregas. La primera fue una de dibujos de Castelao, de su época de as cousas da vida, que recogen sus aportaciones satíricas, costumbristas, críticas, un poco amargas, para las publicaciones de los años veinte, más o menos contemporáneas de su época macabrista del olho de vidrio.
En el fondo de mi educación, no galleguista, pero sí de culto familiar al galleguismo de mi abuelo Armando hay dos gallegos que ocupan un lugar preferente: Rosalía y Castelao; la poética de la primera, cuyos versos rezuman la magia de un paísaje exterior que reproduce la melancolía del interior y el valor, la crítica, la sátira y sobre todo la ironía fatalista del segundo con sus dotes de publicista que participó activamente en la guerra civil del lado republicano y le costó morir en el exilio.
Los dibujos de Castelao son siempre de trazo limpio y simple, en la línea modernista con claras aportaciones expresionistas. Me recuerda mucho a Bagaria con algunos toques de Penagos y la influencia de las vanguardias de la época, singularmente la catalana de los Rusiñol y Casas, la más abierta a Europa. Eso en cuanto a la forma. En cuanto al fondo Castelao reedita aumentada la tradición ilustrada española de crítica al atraso de la patria a causa de sus defectos de gobierno y organización, a causa de la desigualdad, los abusos, el caciquismo, la desidia económica, la desorganización hacendística, la incuria administrativa, la mano alta del clero. Se refleja así un panorama de abandono y decadencia cuyos resultados son la miseria, la ignorancia, la opresión y, como único modo de escapar a todo ello, la emigración, recurso muy típico de la Galicia de su tiempo y que tanto contrasta con la situación actual de la inmigración en España. El dibujo de la derecha (Aprende, Xan, de 1923) del señoritingo cacique que habla español mientra que el otro fala galego, casi parece una continuación del "vuelva Vd. mañana" de Larra, socialmente empeorado. Toda la serie de as cousas da vida se lee como un largo lamento del regeneracionismo español y específicamente el gallego de cuya profunda esencia resignada y fatalista da cuenta el autor con ironía, a veces dramática, a veces festiva pero siempre con carga social.
Al estallar la guerra civil Castelao se radicalizó, como si el conflicto le hubiera insuflado una nueva fe en la posibilidad de revertir aquel secular e injusto estado de cosas que llevaba años denunciando. Por ello, aunque Galicia cayó pronto en las garras de los sediciosos, él siguió la lucha y puso su fogosa publicística y su arte al servicio de la República y de la denuncia de las barbaridades de los fascistas. Algunas de sus obras más célebres y de mayor fuerza (por ejemplo, A derradeira lección do mestre que nadie me quita de la cabeza que inspiró la magnífica La lengua de la mariposa) datan de esta época. No están en la exposición que sólo versa sobre los fondos de As cousas da vida que tiene la Caixa Galicia, a quien hay que felicitar por esta exposición, pero aprovecharé la primera oportunidad que tenga para dar cuenta de ellas.
dimecres, 17 d’octubre del 2007
Goya perenne.
La exposición presenta una serie de obras bajo el título común de El sueño de la razón cuyo hilo conductor es una reinterpretación y actualización de algunos disparates, caprichos y desastres goyescos y también, cuando menos, una pintura del genio de Fuendetodos, como la que ilustra la tarjeta de invitación y que es una versión de Cronos devorando a sus hijos, con el muy significativo título de "Para comérsela" (2002). Las técnicas del lápiz y el carboncillo trasmiten una minuciosa y cruel expresividad.
Los dibujos de Lipton son estremecedores y está muy bien considerada como surrealista en la medida en que reproduce la realidad en una clave onírica o absurda pero siempre con una fuerte carga crítica.El estupendo dibujo de la derecha, de título "Espejito, espejito" (2002), que recuerda vagamente a La dama de Shangai tiene mucha profundidad y no sólo de campo mediante el juego del espejo que se reproduce hacia dentro sino filosóficamente por lo que ese reflejo hace en la imagen que reproduce, que se va avejentando a medida que se aleja. La vinculación entre la imagen y la vejez y el paso del tiempo traen a la memoria El retrato de Dorian Gray. A su vez el título de la obra (que imagino será original pues no creo que los responsables de la exposición se atrevan a bautizar las piezas según su Minerva) enlaza con el cuento de Blancanieves y la madrastra donde lo que ésta quiere conseguir del "espejito" es la confirmación de ser la más bella. En definitiva, la locura de ir a mirar en el espejo lo que somos y encontrarnos siempre con lo que querríamos ser.
Este dibujo es una interpretación del muy famoso capricho de Goya Hasta la muerte, que reproduce una escena de como de farsa que enlaza el esperpento goyesco con la pintura medieval de género moralizante: la vieja casquivana que busca en el espejo y hasta ve contra toda evidencia que conserva la lozanía y tersura que perdió hace decenios.
Dejo aquí el capricho goyesco para que se vea que la señora Lipton se ha buscado una buena inspiración.
Es una imagen clásica. Repárese en las expresiones de los tres circunstantes.
dimecres, 4 de juliol del 2007
Los dibujos de Bagaría y el misterioso Cravan.
La Fundación Mapfre tiene en marcha en Madrid una exposición con dibujos de Bagaría, el hombre que con su estilo inconfundible se encargó de ilustrar la actualidad política a través de sus viñetas en los periódicos españoles del primer tercio del siglo XX, en especial, El Sol. Para quien conozca los entresijos de la política de la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera y la República, estos dibujos son una fuente de regocijo porque incorporan una visión fresca, desinhibida de los acontecimientos del momento, las vicisitudes de la Primera Guerra Mundial, la guerra del África, el desastre de El Annual, el informe Picasso, etc.
El periodismo gráfico, generalmente considerado de importancia menor, tiene muchas veces una calidad y una resistencia muy superiores a su hermano de género, el periodismo literario. Al día de hoy, confieso que lo primero que miro del periódico, después del repaso a los titulares, son las viñetas de sus dibujantes o las cartas de los lectores. Así como cada diario tiene los dibujantes que le van, también en él escribe un tipo de lectores. Pero en el caso de los dibujantes, pueden llegar a impregnar el periódico, a darle parte de su estilo. Piénsese en Mingote en el Abc o Peridis y El Roto en El País
Bagaría había empezado su vida artística en Barcelona de la mano de Santiago Rusiñol, de quien nos dejó fantásticas caricaturas. Su trazo seguro, limpio y elegante es bastante típico de la época y se da un aire a las creaciones de Penagos y, en mayor medida porque, además, coincidía en cierto modo con su visión de crítica social, a Castelao. Pero su carácter inquieto y su deseo de más amplios horizontes hicieron que se trasladara pronto a Madrid y se metiera de lleno en la justa política de gobiernos entrantes y salientes, crisis ministeriales y conflictos sociales de los últimos años de la alternancia, para entrar de inmediato en combate con la censura que estableció el general Primo de Rivera. La censura obligó al dibujante a aguzar su ingenio para comunicar su generalmente poco acomodaticio punto de vista. Y es conocido que fue en esa permanente lucha contra la censura en donde dio con alguna de sus más celebradas fórmulas, como los famosos dibujos "de almohadón" o su viaje a Marte, un planeta sospechosamente igual a la España de Primo de Rivera. De ambas líneas de expresión hay bastante representación en la exposición de Mapfre. Y también la hay de las célebres caricaturas del autor.
Por su parte, Arroyo ha hecho varias versiones también del estado en que supone él que debió de quedar Cravan cuando se enfrentó a Jack Johnson, por entonces campeón del mundo en 1916, en la plaza de toros de Barcelona. Cravan resistió cinco asaltos y se embolsó una bonita suma.
A mi vez, me emociona especialmente que Arroyo haya trabajado la figura de Cravan, un interesantísimo personaje de comienzos del siglo XX, poeta y boxeador, bohemio y editor de una revista literaria, Maintenant, en la que publicaba sus producciones, muy en la línea dadaista y luego surrealista. Arthur Cravan que, en realidad, se llamaba Fabian Avenarius Lloyd, estaba lejanamente emparentado con Oscar Wilde, a quien él llamaba familiarmente "tío" y con quien llegó a presumir de haber estado en contacto, aun después de que se le diera por muerto, siendo así que ambos no llegaron a conocerse.
Arthur Cravan, hombre culto, viajado, refinado, dotado para las artes, llevó una vida aventurera en Europa y América, se casó dos veces, en sus últimos tiempos residió en México, de forma tan bohemia como había vivido hasta entonces y se supone que se ahogó navegando por el Golfo de México en un trayecto que pretendía hacer hasta Venezuela, a reunirse con su mujer que un tiempo después, daría a luz a una hija póstuma.