¿Así que unos mercenarios querían acribillar a tiros al señor Morales y otros altos dignatarios bolivianos? No me extraña. Eso de atentar y asesinar presidentes del Gobierno y Jefes de Estado, sobre todo si son de izquierda, no es raro en el continente, si bien tampoco tan común. El caso de Allende viene en seguida a la memoria, pero no hay muchos más. Claro que tampoco ha habido muchos más dirigentes de izquierda. En los Estados Unidos sí que no es cosa insólita. Los presidentes Lincoln, Garfield y Kennedy podrían dar buena prueba de ello o el señor Reagan, al que casi se llevan por delante. De ellos Lincoln y Kennedy eran todo lo más de izquierda que puede llegar a ser un presidente gringo. En fin, que si hubiera un atentado contra el señor Obama, extrañaría tan poco como el del señor Morales. Puede que menos. Hay muchos orates en los EEUU que creen que un negro en el gobierno de la Nación es un insulto o un sacrilegio, y están armados. A veces los atentados los organiza un gobierno de la región. Por ejemplo, según parece, mercenarios y agentes más o menos a sueldo de los EEUU han atentado varias veces contra el señor Fidel Castro. El magnicidio no es algo tan sorprendente en América y, desde luego, es muy grato saber que, en este caso, ha fracasado y el presidente Evo Morales sigue vivo.
Por cierto, los españoles no somos los más adecuados para tratar con condescendencia esto de los magnicidios en tierra ajena, como si los indígenas de allende los mares fueran más proclives al atentado a fuer de incivilizados. El propio Reino de España muestra una de las tasas de magnicidos más altas del mundo En poco más de un siglo, entre 1870 y 1973 murieron en España en atentado cinco presidentes del Gobierno: el General Prim, don Antonio Cánovas, don José Canalejas, don Eduardo Dato y don Luis Carrero Blanco. Y, si no es por los dioses justicieros, en 1995 hubiera muerto de parecida forma don José María Aznar que aún no era presidente del Gobierno pero le faltaban meses para serlo. Por cierto, ninguno era de izquierda propiamente hablando. Todo un record.
(La imagen es una foto de Alain Bachellier, bajo licencia de Creative Commons).