divendres, 26 de maig del 2017
Populismo 2.0
dilluns, 26 d’octubre del 2015
El fascismo simpático.
Han transcurrido treinta y cinco años desde que Bertram Gross publicó su famoso libro Friendly Fascism. The New Face of Power in America, pero su contenido y sus conclusiones son hoy tan vigentes como antaño. El autor caracterizaba con esta fórmula de fascismo simpático la revolución neoliberal y conservadora que arrancó en los Estados Unidos y el Reino Unido a fines de los años setenta y se consolidó en los ochenta durante los mandatos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. La teoría económica de matriz neoclásica, monetarista, centrada en la oferta, desreguladora, enemiga del consenso del Estado del bienestar se llamó Reaganomics en los EEUU y Thatcherism en el RU. Y está perfectamente retratada en esta expresión del "fascismo simpático".
dijous, 6 de novembre del 2014
De lo más alto a lo más bajo.
Palinuro lo dice hace lunas: los dos asuntos más importantes, los más graves y trascendentales para España son Podemos y la autodeterminación de Cataluña. Puede decirse que los dos fenómenos son muestras de dos movimientos profundos, uno de carácter popular, pero también nacional, y otro de carácter nacional pero también popular. Dos movimientos que no nos atrevemos a llamar revoluciones y tampoco son rebeliones porque ambos son pacíficos y democráticos. Podemos es el popular-nacional y el soberanismo catalán el nacional popular.
Y de estas cuestiones así tratadas, la soberanía, el radicalismo, la democracia, el liderazgo, el derecho a decidir, la nación, la independencia, que son las más altas que suelen ventilarse en los debates políticos, en España se pasa sin solución de continuidad a las más bajas: el pillaje de las arcas públicas, el cobro de sobresueldos, el fraude, el engaño, la malversación, el cohecho, la mamandurria, el enchufe, el caciquismo. Con las primeras, las más altas, se ocupan, según se ve, Podemos y el soberanismo catalán; de las segundas, las más bajas, viles, miserables, se ocupan los partidos dinásticos, especialmente el PP, partido de gobierno que más parece una banda de ladrones, presidido por un personaje que carece de parangón. Es el presidente un político profesional que alcanzó el poder recurriendo a la demagogia y la mentira, y lo mantiene mediante la represión, la censura y la ocultación . Su comportamiento personal es de cuestionada moralidad por cuanto parece incurso en las corrupciones que caracterizan a su partido: cobro de sobresueldos en B durante años, aceptación de pagos en especie, como trajes, viajes, etc., de la trama corrupta que se encargaba de la presunta financiación ilegal de su partido.
De lo más alto a lo más bajo. Mientras los dirigentes de Podemos y los soberanistas catalanes mantienen un nivel digno de discurso en el que se debaten cuestiones importantes para la colectividad, estos otros pájaros de la derecha, los del PP en los distintos niveles de gobierno, sin olvidar a los del PSOE en Andalucía, comparecen en público y consumen el tiempo del auditorio, jurando ser honrados, afirmando no haberse enriquecido, desmintiendo acusaciones de granujería que son una vergüenza, implicad@s, salpicad@s, directamente inmers@s en asuntos de latrocinio, mangoneo, expolio y robo que son la vergüenza de la colectividad.
dissabte, 25 d’agost del 2012
Estampas del verano. Mario Conde, el preso que no se esconde.
dimecres, 16 de novembre del 2011
Entre la reacción y la demagogia, pasando por el populismo.
Palinuro, que es poco indeciso, anunciaba su voto favorable al PSOE a mediados de septiembre pasado en un post titulado Porqué Palinuro votará PSOE. Ayer desgranaba el significado último del voto a la derecha en otro post titulado ¿Votar a Rajoy? en el entendimiento de que el voto al PP es un voto en favor del involucionismo en materia de derechos y políticas sociales y de la reacción en una política económica pensada para desmantelar el Estado del bienestar (empezando por la educación y la sanidad públicas) y retrotraer los derechos de los trabajadores a la época anterior a la contratación colectiva. Ciertamente los conservadores lo llaman de otro modo: al involucionismo, restauración de los acrisolados valores de una sociedad católica; al desmantelamiento del estado del bienestar, desregulación, racionalización, eficiencia y servicios públicos de calidad "sostenibles"; al retroceso en los derechos de los trabajadores, estímulos a la creación y sostenimiento de empresas.
La cuestión no es el nombre sino la cosa en sí y ésta, disfrácese de lo que se quiera, es involución y reacción. Como lo es también el recurso a la abstención a la que, al parecer, es más proclive la izquierda que la derecha. Porque, como están las circunstancias, abstenerse de votar equivale a propiciar la victoria del PP.
Corresponde ahora considerar el significado del voto a las terceras opciones de ámbito nacional, singularmente IU y UPyD. Por supuesto no se trata aquí ni por asomo de negar la legitimidad de estas propuestas. IU tiene perfecto derecho a presentarse como una opción de izquierda transformadora, cual suele calificarse a sí misma. Se trata de ponderar las consecuencias objetivas de esa pretensión y éstas se reducen a una, la más evidente e importante: en buena medida (no en toda) ese voto debilita al PSOE y reduce sus posibilidades, contribuyendo de hecho a la victoria conservadora.
IU ha realizado una campaña muy agresiva hacia el PSOE. Es una campaña que tiene bastante de demagógica porque presenta las medidas coyunturales tomadas por el gobierno como un abandono radical de sus políticas socialdemócratas a las que contrapone un programa keynesiano de intervencionismo público sabiendo que no será necesario comprobarlo en la práctica porque las posibilidades de que IU constituya gobierno son remotísimas. Casi todo el discurso de IU ha ido contra el PSOE, al que presenta como idéntico al PP, olvidando que éste gobierna en Extremadura gracias a sus votos. Por supuesto el PP ni el PSOE han hablado de IU en la campaña, lo que hace tanto más llamativa la agresividad de la última.
Dado que los sondeos vaticinan unánimes una sonora derrota del PSOE, IU cree verse en la situación de recuperar el voto que considera "prestado" a los socialistas y, también, por qué no, el de los genuinos socialistas desencantados. Sueña con un reultado que reproduzca el desmoronamiento que conoció la UCD en las elecciones de 1982. Es poco probable que tal cosa se produzca; pero no imposible y, sin embargo, aunque se produjera, hay pocas dudas de que el hundimiento del PSOE aumentaría una mayoría absoluta de la derecha. Parece ser una apuesta oportunista del "ahora o nunca" y de aprovechar las horas bajas del que, en el fondo, es visto como el verdadero adversario de IU. Por eso, yendo al órdago, Cayo Lara pide el voto a los electores socialistas.
Y por eso también, obnubilada por la perspectiva de arrinconar al PSOE, IU no repara en medios, ni en la posibilidad de que estos no sean del todo aceptables. Así, esa consigna del cartel de Cayo Lara de ¡Rebélate! copia la de Ciutadans de Albert Rivera en las elecciones autonómicas de 2010. La coincidencia no es casual ni inocente. Además de pedir el voto dentro del sistema partidista a los electores de otro partido (lo que, de producirse el ansiado sorpasso, supondría una reproducción del bipartidismo actual que tanto se critica), IU quiere presentarse también como la voz de la protesta cívica, muy enfrentada a los partidos tradicionales que es la que se atribuye la organización Ciudadanos. Más en la línea, la exclamación ¡Rebélate! tiene obvias connotaciones del movimiento 15-M, es como una especie de señuelo por el que se da a entender que IU será igualmente la voz de esa explosición de indignación que se ha manifestado en España y fuera de España en los últimos tiempos. El momento es tan prometedor y la oportunidad tan evidente que se juega con todas las barajas.
La cuestión para la federación de IU se planteará el 21-N si, como es probable, sus expectativas no se cumplen; incluso si no le da para constituir grupo parlamentario propio, porque el voto minoritario está muy fragmentado.
En todo caso, las elecciones se juegan entre la reacción y la demagogia. ¿Y el populismo del título? Eso reza con UPyD. Este reciente partido, tan personalista en su imagen, tiene una considerable carga populista con ecos del fascismo de la vieja escuela. Ese frecuente discurso de Rosa Díez de que no es de derechas ni de izquierdas tiene un indudable tufo joseantoniano. No son imaginaciones de Palinuro sino del dirigente ultra Ricardo Sáenz de Ynestrillas quien, en su blog La batalla de las ideas, propugna la abstención pero, si ésta no procede, pide el voto para UPyD como también hace Vargas Llosa por cierto. Ynestrillas dice que UPyD es lo que más se parece a la Falange Auténtica. Sé que éste no es el argumento de Vargas Llosa (aunque no sepa cuál es su argumento en verdad), pero sí es expresamente el de Sáenz de Ynestrillas. Y de Falange, Sáenz de Ynestrillas sabe mucho.
(La imagen es una foto de PP Madrid, bajo licencia de Creative Commons); la segunda, un cartel electoral de IU con Cayo Lara; la tercera, otro de Ciutadans para las elecciones autonómicas de 2010.
dimecres, 20 de juliol del 2011
El corrupto caciquismo valenciano.
José Antonio Piqueras es un académico, un concienzudo historiador, con una apreciable obra, y un intelectual comprometido con el espíritu democrático de una sociedad abierta en un Estado de derecho de orientación progresista. Un género en franco retroceso en nuestras universidades. En esta ocasión presenta un estudio riguroso, plenamente documentado en fuentes incuestionables, del estado de la democracia en la Comunidad Autónoma valenciana (José Antonio Piqueras/Francesc A. Martínez/Antonio Laguna/Antonio Alaminos (2011), El secuestro de la democracia. Corrupción y dominación política en el España actual, Madrid, Akal, 255 págs.). Es una radiografía meridiana de una realidad y un tiempo (los gobiernos de mayoría absoluta del PP en el antiguo Reino de Valencia) apoyada en tal cantidad de pruebas y datos que imagino la obra servirá de referencia en cantidad de trabajos posteriores.
Piqueras forma un equipo con dos profesores de periodismo y un catedrático de Sociología Matemática para dar una imagen completa, compleja, muy bien trabada, de una realidad que pone los pelos de punta. Y el momento de la aparición no puede ser más oportuno: la noticia del procesamiento de Camps por presunto delito de cohecho impropio forma el contexto más adecuado a esta obra. Y, como la realidad siempre supera la ficción, incluso la muy adusta y documentada de la academia, el colofón sería (y puede que sea) una comunidad autónoma presidida por un menda embustero y delincuente.
Piqueras explica que la Comunidad Autónoma valenciana está gobernada sobre dos principios estructurales, la corrupción y el clientelismo que, por supuesto, son complementarios. Quien dice la una, dice lo otro. En cuanto a la corrupción, el autor ha seguido hasta en sus menores detalles las peripecias de colusión entre empresas de la trama Gürtel y la administración autonómica, las maquinaciones, las falsedades, las licitaciones manipuladas. Todo un cuadro de una administración entregada a la tarea de saquear las arcas públicas en provecho de una trama delictiva y beneficio de personas concretas en puestos políticos; una retahíla de enchufados, parientes, recomendados, todos en un baile del do ut des, de favores y contrafavores, una verdadera mafia.
En cuanto al clientelismo, basta mencionar el caso paradigmático, que también recuerdan algunos de los otros autores, del presidente de la diputación de Castellón, Carlos Fabra. Desde la Restauración hasta la democracia actual, pasando por el franquismo, siempre ha habido un Fabra en la Diputación. Una dinastía de este tipo, siendo plebeya, sólo puede perpetuarse a base de contar con suficientes relaciones clientelares. El clientelismo, por lo demás, reproduce incluso el régimen de cesantes de la Restauración, sólo que dentro del PP. Los campsistas han laminado a los zaplanistas, grupos clientelares, perfectamente caracterizados por el término unamuniano de fulanistas. ¿Diferencias entre los seguidores de Zaplana (aupado en uno de sus primeros puestos de mando con la ayuda de una trásfuga del PSOE desde entonces enchufada del PP) y los de Camps? Ninguna salvo las gentes concretas a quienes benefician con su forma corrupta de entender la política.
¿Cómo se ha llegado a esa situación? Porque el PP ha conseguido articular un discurso muy popular en Valencia y ha enganchado con las masas, como demuestra Alaminos en su capítulo. Documenta empíricamente la transferencia del apoyo electoral del PSOE al PP a través de tres etapas (1986-1990, 1991-1995 y 1996-2000), coincidentes con el predominio del PSPV, la intermedia de transición y las mayorías absolutas del PPCV que, según observa, no han hecho sino incrementrarse con la transitoria moderación de 2004. Eso se ha conseguido elaborando un discurso de gran aceptación en dos ejes de fractura, el de la ideología o el pragmatismo y el del nacionalismo o regionalismo. El PP se dibuja así como un partido atrapalotodo, pragmático y regionalista, capaz de exprimir hasta la última gota de jugo de la concepción de lo nuestro frente a lo ajeno, el socialismo o el catalanismo. Hasta la propia corrupción, omnipresente, acaba en cierto modo tolerada. Un discurso tan potente que hace que la gente ignore la manifiesta incompetencia gestora de Camps y su equipo. Aunque el autor no lo dice, cabe recordar que esta identificación del todo (Valencia) con la parte (populares valencianos) es la metonimia fascista típica.
Este discurso con tanta audiencia consigue imponerse merced a una política de medios de comunicación partidista, manipuladora, censora, que es la que analizan Martínez y Laguna en sus dos trabajos. Entendiendo perfectamente la importancia de los medios a la hora de propiciar al electorado, Zaplana en primer lugar y posteriormente Camps, han intentado imponer un verdadero régimen de medios al estricto servicio del partido en el poder. El grado de partidismo pro PP del Canal Nou es conocido. De hecho, este canal no dio la noticia de que Camps tendrá que comparecer como acusado ante un jurado popular. La manipulación, el engaño, la abierta mentira (algo en todo similar a lo que hace Telemadrid), junto a la provocación y la propaganda es el modelo televisivo valenciano. Todo eso con el dinero de los mismos contribuyentes a los que se estafa de forma tan elegante como ruinosa ya que la audiencia de esta televisión está ligeramente por encima del siete por ciento. En realidad se trata de un aparato de agit-prop con unos periodistas pagados espléndidamente por contribuir a este coro que canta las excelencias de un gobierno de corruptos. El control de los demás medios, radio y prensa (a través de subvenciones y publicidad institucional) es igualmente asfixiante.
Ese control, unido a la existencia del discurso propio, permite a los medios recurrir sistemáticamente a la agenda setting e imponer de ordinario sus "marcos" discursivos,(frames) en la visión de Lakoff. Por otro lado, el PSPV, atrapado en sus contradicciones y luchas internas y en una situación discursiva muy incómoda, no es un adversario que deba preocupar a la derecha. Esta tiene todavía bastante cuerda porque siempre puede echar mano de socialistas desafectos o que dependen de ella para su supervivencia económica con los que sembrar la rivalidad y el desconcierto en el otro campo, como se muestra con el lamentable caso de Antonio Asunción quien, al parecer, se ha prestado a una maniobra de provocación y escisión movida desde la derecha.
En Valencia se ha consolidado una cultura política caracterizada por el populismo, la corrupción, la delincuencia organizada, el panem et circenses, el saqueo del erario público, el abuso de poder y la aniquilación del adversario.
Algo que, con el tiempo, puede extrapolarse al conjunto de España.
dimecres, 15 de desembre del 2010
Arde Italia.
El estado de alarma en que vive España se prolonga hasta mediados de enero. De los ribetes políticos de esta decisión ya se encargarán las tertulias, todas de derecha, de informar. Será a base de insultar a Zapatero por hacer lo que ellos, los tertulianos, aplauden. Mano dura. En cuanto a los ribetes filosóficos, puede echarse el estado de alarma en el saco del estado de excepción permanente del debate teórico-político contemporáneo a lo Alain de Benoist o Giorgio Agamben, que no sé si encajará en ese estado de excepción permanente con el que, según Zapatero, ha acabado el estado de alarma, lo que no deja de tener su ironía.
En todo caso, en estado de alarma, España es una balsa de aceite comparada con Italia, en donde no hay estado de alarma probablemente porque hasta ahora se ha mantenido el estado de excepción permanente que es la peculiar forma de gobierno de Silvio Berlusconi. Una forma que cabe calificar de cleptocrática porque en ella parte importante de la labor del ejecutivo y el legislativo consiste en blindar al primer ministro frente a la acción de la justicia por un rosario de presuntos delitos. Otra parte importante se va, al parecer, en jolgorios y fiestas que traen reminiscencias de la Roma escandalosa bajo los doce césares de Suetonio. Cleptocracia y commedia dell'arte. El resultado de la moción de censura de ayer parece un espectáculo de Arlequín, Polichinela, Tartaglia, Pantalone, dottore, Colombina, etc.
Berlusconi ha salvado su gobierno con la ayuda de cinco tránsfugas, dos de Italia dei Valori, de Antonio di Pietro, el famoso fiscal de mani pulite, uno del Partito Democratico, la izquierda para entendernos, y dos de Futuro i Libertà, el partido de Gianfranco Fini, hasta ahora coaligado con Berlusconi. Lo irónico es que los dos primeros partidos eran firmantes de la moción de censura. Y lo sangriento, esos dos de la Italia dei Valori que presuntamente se han pasado a Berlusconi merced a otros valori. Última y amarga enseñanza para di Pietro. Porque la votación era muy reñida, era la ocasión de echar, por fin, a Berlusconi. La prueba es que fueron a votar hasta las parturientas. Una de ellas en una silla de ruedas.
Aunque en el Senado la votación fue más o menos normal, dado que el Gobierno tenía la mayoría asegurada, en la Cámara de los Diputados la cosa se caldeó, sus señorías llegaron a las manos, la bancada del gobierno hacía pedorretas a una frustrada oposición. Todo como en una película de Comencini con Alberto Sordi. El Gobierno sobrevive por un puñado de presuntos tramposos pero no alcanza la mayoría absoluta por lo que puede quedar legislativamente paralizado. Si bien tratándose de Berlusconi nunca se sabe. Su idea es que las instituciones y órganos del Estado deben ser infinitamente maleables en sus manos, como los consejos directivos de sus empresas. Y no se anda con circunloquios: lo que le molesta, lo compra; lo que no puede comprar, trata de hundirlo.
Berlusconi es quien mejor simboliza la política postmoderna, la política sin política, sin valores, sin estrategias, sin proyectos, sin ideología, salva una mezcla primitiva de nacionalismo, chabacanería, conservadurismo y cinismo. Todo ello con una actitud agresiva hacia cualquier tipo de oposición. Y funciona. Esos dos diputados de Italia dei Valori son la prueba viviente de la verdad de una antropología pesimista y negativa. Tangentopoli è tornata y precisamente frente a di Pietro.
Pero la farsa del Palazzo Madama y del Montecitorio incendió Italia entera. En Roma, después de una manifa de cientos de miles, ha estallado la violencia, con cientos de heridos, detenidos, coches incendiados y destrozos de todo tipo. Los violentos, los antisitema y bla, bla, bla. En otras ciudades italianas, Turín, Génova, Bari, Nápoles, Palermo, Bolonia, Florencia, Venecia, la situación está también alborotada. Es un estallido, una protesta espontánea de diversos sectores sociales que coinciden en su aversión a Berlusconi. Recuérdese que es el único país en que los ciudadanos se manifiestan al grito de No Berlusconi Day. Pero en Roma se han dado los choques más violentos. En el video puede apreciarse una pequeña muestra
Ha habido escenas impresionantes. La Repubblica trae una secuencia de fotos de un policía a punto de ser linchado empuñando la pistola. Realmente hay una sensación de frustración y hartazgo con este menda (al que ya partieron la boca hace un par de meses) que cada vez aflorará en brotes más violentos a la vista de cómo un tangentopolita en estado puro ha corrompido todas las instituciones y convertido Italia no sólo en un bazar de truhanes, sino en el hazmerreír de Europa. Estoy seguro de que hasta sus aliados europeos habrían acogido con un suspiro de alivio un triunfo de la moción de censura para que se fuera il coglione.
Pero ahí sigue. Y la pregunta se plantea ahora a la izquierda: ¿cómo, habiéndose llegado a este extremo de depreciación de la actividad pública, de degradación de la democracia, es incapaz de presentar una alternativa ganadora? Porque está silente como un guijarro de río. A la izquierda le sucede lo contrario que a la derecha, como es lógico: cuando no tiene nada que decir, enmudece; a diferencia de la derecha que cuanto menos tiene que decir, más vocifera.
(La imagen es una foto de rogimmi, bajo licencia de Creative Commons).
divendres, 1 d’octubre del 2010
El golpe del Ecuador.
Ya tenemos en marcha uno de esos confusos golpes de la nueva escuela, al estilo del de Honduras. Todo el mundo invoca la institucionalidad al tiempo que se cometen atropellos con su legítimo gestor en ese momento, el Presidente. Parece que se ha sublevado la policía y una parte de los militares, aunque no el mando supremo que sigue leal a la Constitución. El Presidente está en algo parecido a un secuestro. El motivo de la sublevación es una ley de la Asamblea por la que se aplican a las fuerzas del orden unas medidas de austeridad como las que venimos soportando en Europa hace un par de años.
En algún sitio se dice que Correa está pensando en disolver el Parlamento, facultad que tiene reconocida en el Constitución. Pero esa misma Constitución condiciona tal facultad de disolución a que se ejerza antes del tercer año de mandato y creo que Correa va por el cuarto.
Si de lo que se trata es de que el Presidente se vaya, éste siempre puede dimitir. Pero cuesta creer que vaya a hacerlo cuando no tiene porqué y menos porque lo pidan unos funcionarios sediciosos. Alternativamente la Asamblea Nacional puede destituirlo mediante juicio político en casos específicos y siempre dentro de los tres primeros años de la legislatura. Pero ¿por qué habría de hacer la Asamblea tal cosa cuenta habida de que en ella están los partidarios de Correa?
Parece bastante claro que lo único que cabe hacer aquí es que el ejército leal reduzca a los sediciosos y restablezca el poder civil, es decir, vuelta a la normalidad. Luego ya se hará justicia. Por cierto que la reacción internacional ha sido ejemplar y enardecedora. Todo el mundo ha pedido el restablecimiento del legítimo mandatario y el fin de esa especie de astracanada ilegal. Los países de la Unasur apoyan al Presidente unánimemente.
Los más cautos, los Estados Unidos, que se limitan a decir que "siguen de cerca" el asunto. Por una vez da la impresión de que no están detrás de los golpistas. Porque está claro que se trata de un golpe de la derecha. Así lo ha dicho el ministro de Exteriores. Otra cosa es que como golpe esté bien organizado. La presencia en el Brasil del líder de la oposición de la derecha, Lucio Gutiérrez, suena un poco a fabricación de coartada: yo no estaba allí, por tanto no tengo nada que ver con los hechos. Coartada prefabricada que no engaña a nadie y pone de manifiesto la ambigüedad habitual a la derecha que juega a la democracia pero no hace ascos a la posibilidad de llegar al poder por algún otro medio y eso mientras, como hace Gutiérrez, acusa de "dictador" al Presidente democráticamente electo; que la derecha, de allá o de acá, anda siempre con la lengua tan suelta como su lealtad al Estado de derecho.
El sólido frente internacional de rechazo es una garantía de que los golpistas no van a ir muy allá en un contexto exterior hostil. El problema realmente está en el interior: ¿qué hacer ahora con unos funcionarios de policía que se han sublevado contra el gobierno legítimo? Y ¿cómo mantener el orden cuando los encargados de hacerlo respetar son los primeros en saltárselo y comportarse como delincuentes?
Actualización a las 08:00
Parece que, en efecto, el ejército ha cumplido con su obligación y ha liberado al Presidente. Encomiable rapidez. Ahora, me temo, habrá de ser el propio ejército el que se encargue de las tareas de orden público mientras las autoridades legítimas deciden qué hacer con semejante cuerpo de policía y los militares que lo secundaron. Hubiera sido un golpe de Estado parecido al de la guardia pretoriana. Algo sin sentido y, al propio tiempo, una señal de advertencia acerca de cómo van estrechándose los márgenes de acción en nuestras sociedades según avanza la crisis y van tomándose medidas de austeridad que, como en este caso, chocan con estatutos corporativos consagrados que se resienten. Realmente hubiera tenido que escribir sobre Irlanda, en donde la situación de crisis provocada por las políticas neoliberales (que algunos que parecen tener serrín en la cabeza siguen preconizando como solución) está a pique de derivar en algo similar a lo del Ecuador.
(La imagen es una foto de Adalbertop, bajo licencia de Creative Commons).diumenge, 25 de gener del 2009
Para comprender UPD.
Leo que la señora Rosa Díez reparte mandobles en todas direcciones y considera una desgracia que coincidan a la vez el peor Gobierno y la peor oposición. Es un misterio por qué lo considera "una desgracia"; debiera felicitarse por ello puesto que así, llegado el momento, la gente acudirá en masa a votarla a ella y a su formación política que son los únicos que, al parecer, saben qué es lo que hay que hacer.
Yendo ya hacia el año de la legislatura, es razonable reflexionar sobre qué significa la presencia de UPD y de la muy activa señora Díez. Y no es difícil: es la presencia del populismo. Un populismo que empieza por el nombre de la formación, UPD, que rehúye el término "partido". Los partidos son la bicha de los populistas, empeñados siempre en que ellos hablan en nombre del pueblo y no de una miserable facción. Así empezó también el señor Fraga, fundando algo que se llamó "Alianza Popular". Alianza, Unión... la idea es siempre la misma: que no los asimilen a un partido. Aquella Alianza mutó luego en una Coalición Democrática y sólo al final, habiendo aceptado las convenciones democráticas y aferrados al éxito del Partido Popular Europeo, los conservadores admitieron el odiado término. UPD, no. Ellos no son un partido; son la Unión, el Pueblo, el Todo. En fin...
O la Nación. UPD nace como un issue party o partido monotemático: la defensa de la nación española frente a los nacionalismos disgregadores. Es un tema que, en efecto, cuenta con amplio respaldo electoral en España, donde hay cierto hastío ante lo que se ve como quejas, agravios, reclamaciones y atropellos permanentes de aquellos nacionalismo periféricos. Se configura así como un partido nacionalista en defensa del supuestamente agredido pueblo español. Su segunda raíz populista.
Pero ese carácter monotemático no es suficiente para diferenciar a UPD de un mero grupo de presión. Si, como sucede de hecho, funciona como partido, la gente quiere conocer qué piensan UPD y la señora Díez, que es la única que habla, de los demás asuntos que pueblan la vida política. Y aquí es donde de nuevo sale la, tercera, veta populista: el partido se define a contrario de los otros dos nacionales con una negación dual: no vale la derecha ni tampoco la izquierda. UPD no es de derecha ni de izquierda. Como casi todos los populismos y dejo ahí la comparación por no encontrarme con i soliti ignoti. ¿Y cómo se puede no ser de derecha ni de izquierda? Lo primero que uno piensa es: siendo de centro. Pero UPD rechaza expresamente el discurso centrista que es siempre moderado y circunspecto en tanto que ella, la Unión, tiene puntos de vista muy radicales en el monotema como reformar la Constitución y los estatutos de autonomía que sea necesario para retrotraer el Estado de las Autonomías a una fórmula menos centrífuga. El populismo no suele ser de centro sino que se considera por encima de la divisoria izquierda/derecha. Así es UPD: está por encima, al margen de la división tradicional y los partidos tradicionales no la entienden.
Y es que hay poco que entender porque en los demás asuntos programáticos que no son la Nación Española reina la más alegre de las indeterminaciones, como en los buenos populismos. Por ejemplo, sostiene la señora Díez que el PSOE está llevando una política económica fracasada. ¡Cáspita! Teniendo en cuenta que la política económica del PSOE es en lo esencial la misma que la de los demás países avanzados, incluidos los Estados Unidos, resulta que según la señora Díez todo el mundo se equivoca... menos ella, es de suponer. Sería bueno que, a su vez, expusiera las líneas maestras de una política económica que no fracase. Pero no haya cuidado porque nunca sucederá; los populistas no suelen tener propuestas positivas concretas en nada.
A su vez, la crítica de la señora Díez al PP no es más afortunada sino que es una mera e inadmisible argumentación ad hominem (aunque se trate de un partido), diciendo que está "cargado de complejos y de hipotecas y que no es alternativa de nada". Es como si alguien dijera de la señora Díez que está cargada de ambición personal, de narcisismo y de resentimiento contra su viejo partido cuando no sólo no consiguió que la eligieran para la Secretaría General sino que obtuvo una cantidad ridículamente baja de votos.
(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, con licencia de Creative Commons).