Los últimos acontecimientos de los trajes que el Bigotes regalaba al Curita presumiblemente a cambio de un tratamiento de favor en la adjudicación de contratos de la administración, hicieron olvidar que este presumido petimetre además es inspirador de una de las mayores majaderías que se hayan visto en este país y se han visto ya algunas, en concreto, la de impartir la asignatura de Educación para la ciudadanía en inglés. Algún observador rousseauniano podría pensar que la decisión era un homenaje a la antigüedad de la cultura inglesa en estos asuntos de la ciudadanía y los derechos de las personas a la que honraba haciendo que la materia se implantara en la lengua en que están escritos la Magna Charta y el Bill of Rights, pero no es así sino que la estúpida decisión respondía al intento del político valenciano mejor trajeado de boicotear una decisión del Parlamento nacional. Probablemente la adoptó en conciliábulo con la señora Aguirre, otra política que entiende que su trabajo no es gobernar en interés de los madrileños sino boicotear las decisiones del Gobierno central. Por fortuna y siendo algo más despierta, la señora Aguirre se limitó a fomentar la llamada "objeción de conciencia" respecto a la materia, olvidándose del requisito de que se imparta en inglés.
Éste último es el que ahora ha desestimado el Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJV) que entiende que la motivación de la idea es confusa, contradictoria e incongruente, forma elegante de calificar una solemne memez. Incidentalmente, el mismo Tribunal también ha declarado nula la pretensión de la Generalitat valenciana de autorizar la objeción de conciencia respecto a la asignatura. Como es lógico. ¿Qué es eso de declarar la objeción de conciencia siempre que una ley no nos guste y basada exclusivamente en un hipotético derecho a desobedecer la norma impunemente? Eso es confundir la objeción de conciencia con la delincuencia.
Como conclusión de este episodio que parece de cabaret, me he quedado pensando si es justo que los políticos adopten medidas manifiestamente absurdas sólo con ánimo de boicotear las decisiones de otras instancias, hagan perder el tiempo a todo el mundo, mantengan paralizadas las instituciones sólo para irse de rositas, sin afrontar responsabilidad alguna por un fiasco que ha tenido unos costos considerables en la Comunidad valenciana, desde las tareas de organizar la oposición al atropello hasta la decisión del TSJV .
¿Por qué no subasta el Curita sus trajes para compensar con el importe a la Administración autonómica por los gastos absurdos en que incurre a causa de sus delirios?
(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).