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dilluns, 22 de juliol del 2013

Ni muerto ni vivo.

Viene el paisano de Vlad Drakul y Rajoy aprovecha la circunstancia para reaparecer procedente de... de ¿dónde? Pues quizá de la Transilvania. Reaparece en su naturaleza de muerto viviente o vivo muriente. El rito es, maldita sea, obligado: viene el afuereño y hay que hacerle los honores. Aprovechando que Van Helsing está en Moscú, explicando a los rusos lo que tienen que hacer para mitigar el paro en España, se mostrará en La Moncloa a responder a dos preguntas de periodistas españoles.

A propósito, ¿por qué dos preguntas? ¿Por qué no una y acabamos antes? O mejor, ¿por qué no ninguna? Que los periodistas le hagan todas al rumano quien, como buen hijo de la Dacia, será locuaz. De todas formas, nadie le mostrará una ristra de ajos o de crucifijos al presidente, que se las habrá amañado para pactar las preguntas con algún director fiel a la causa. Dada la notoriedad que se adquiere luego por cómo te ponen los colegas en las tertulias, sugiero que, para contribuir al desarrollo de las PYMEs, que tanto le preocupan, pacte la pregunta con el director de El berrido liberal de Pinganillo de Oreja. Seguro que le suben las ventas.

A lo mejor se le ha ocurrido al presidente que con una nueva comparecencia al compás del dos resolverá el lío en que se ha metido por ignorar una ley de hierro de la vida: cuanto más quieres evitar algo, más se te impone. Decretó toque de silencio en el campamento y la algarabía no cesa; quiso evitar el nombre de Bárcenas y se lo encuentra hasta en los semáforos; pretendió ocultarse y eso hace sus apariciones más espectaculares. Trataba de no comparecer y tiene que hacerlo varias veces, mal, arrastrado, sin elegancia, a regañadientes: una vez con el polaco, otra con el rumano, otra cuando finalmente decida a su libérrimo parecer si por plasma, en una rueda de prensa con guacamole o en una charla distendida a bordo de un avión; y otra, la cuarta, finalmente, cuando no consiga evitar la moción de censura.

Y dice este señor, con quien ya empiezan a sentirse incómodos en su partido, al menos los que no cobraron sobresueldos, que él no está para estas menudencias, sino para sacar a España de la crisis. Pero, en realidad, la crisis se llama Rajoy. Se lo han dicho ya en español, en inglés, en francés, en italiano y en las demás lenguas que no habla. El The Economist que, a veces, se parece al Private Eye;lo llamaba con elegancia británica chorizo. Está arreglando la marca España. Esa marca de la que han tenido que sacar a empujones a un señor que tuiteaba catalanes de mierda...no se merecen nada. Un señor diplomático de carrera. Si alguna vez es Cataluña independiente, sugiero que España mande como embajador a este genio. Seguro que los catalanes le dan el placet.

Una digresión. Es la segunda vez que nos insultan con eso de que Rajoy no está en política por dinero sino para arruinarse por su amor a España. Margallo lo expresó en los términos legionarios al uso entre los suyos: Rajoy pierde dinero por entregar su vida a España. Ya está bien con estos diplomáticos. En primer lugar, no es verdad. No se sabe cuánto dinero ganaría Rajoy de no dedicarse a la política porque eso no ha sucedido nunca. Lleva toda su vida en cargos públicos. Fue hacerse registrador de la propiedad, tomar posesión y calzarse su primer cargo público como presidente de la Diputación de Pontevedra y, desde ahí, con tesón, sin prisa, sin pausa, como el buey por el surco, ha llegado a presidente del gobierno. Y, en el camino, según los papeles de Bárcenas, fue cortando lorquianos limones redondos en sobres hasta que se puso de oro. Pero, en segundo lugar y aunque fuera verdad, que no lo es, ¿obligaba alguien a Rajoy a sacrificarse por España? ¿Se lo pidió alguien?  ¿Aznar es alguien? ¿Cuándo le dijo España a Rajoy que le consagrase su vida que, por lo demás, tampoco es tan apasionante? Si lo hizo fue porque quiso, porque le interesaba. ¿Por qué tenemos que estarle agradecidos? ¿Qué culpa tenemos los españoles de que no estuviera a la altura de la responsabilidad que, en su inconsciencia, se echó sobre los hombros? O, para decirlo en términos más llanos, estos ¿de qué van?

Haga lo que haga Rajoy, aparezca o desaparezca, los indignados le han preparado otro escrache para el día 26 en todo el país y tenga por seguro Rajoy que irá mucha gente. Más que a la vergüenza de las barbacoas de chorizos. Y ya han quedado todos y se han dado cita porque, en realidad, les da igual lo que pueda decir hoy este presidente zombie. Como le da igual a casi todo el país. En el fondo, lo que la ciudadanía está esperando escuchar es una sola palabra, dimito. Si no le gusta, si le amarga, si se le hace cuesta arriba, cámbiela por otra: Bárcenas.

Son la misma.

diumenge, 28 d’abril del 2013

La rueda de prensa del presunto


Rajoy, como se sabe, odia las ruedas de prensa. Odia dar explicaciones. Odia las preguntas. Por eso nunca ha asistido a una sola después del consejo de ministros de los viernes y siempre deja que sean los segundos y segundas quienes den la cara. Si por él fuera, jamás comparecería en público (de hecho, apenas pisa el parlamento) y, de tener que hacerlo, lo haría tras la pantalla de plasma. En cuanto a las entrevistas con otros políticos, en secreto, como ya ha hecho con Mas y con Urkullu. Sería el presidente secreto. En realidad, un proyecto de dictador de vía estrecha.

Pero nada de esto es posible cuando se encuentra con algún dignatario extranjero, de esos acostumbrados a responder de sus actos, dar explicaciones, decir la verdad, contestar las preguntas y tener un talante democrático y no de vendedor de crecepelo. Entonces todo su edificio de artificioso embuste, marrullería y arrogancia se viene abajo y se ve obligado a contestar las preguntas de la prensa. Es decir, los españoles solo pueden escuchar a su presidente hablando de las cosas que les conciernen cuando hay algún extranjero delante. Ya solo por tal desprecio, este sujeto merecería que lo mandaran a letrinas.

Estas prácticas típicamente franquistas dan lugar a veces a situaciones cómicas. El viernes, los tres ministros al quite dejaron claro que no habría creación de empleo antes del fin de la legislatura. Ayer, en Granada, Rajoy dijo que se crearía empleo al final de la legislatura. ¿Alguien cree que esto del empleo y el paro es una drama demasiado grande para andar frivolizando o diciendo mentiras sobre él? Pues que deje de creerlo. Se creará o no empleo antes de 2015 o después o lo que sea, según lo que interese decir en cada momento a este puñado de charlatanes irresponsables, encabezados por un presidente radicalmente deslegitimado para el cargo.

Todos sus farfulleos sobre los desequilibrios, las magnitudes, las medidas, etc, no merecen ni un segundo de atención. Lo único que es relevante en este caso es que el de Rajoy es el nombre que más aparece en los papeles de Bárcenas y el segundo que más pudo haber cobrado en negro, después de Padro Arriola. Mientras este asunto no esté aclarado y zanjado ante los tribunales, todo lo que haga Rajoy para desviar la atención será inútil. Un individuo sospechoso de haber cobrado dineros en negro por más de 320.000 euros no puede ser presidente del gobierno. Lo demás es farfolla. Su farfolla.

Salvado lo cual como, además de un presunto mangante, este hombre carece de luces, la rueda de prensa que no le quedó más remedio que soportar en Granada, luego de que los afectados por las hipotecas lo abuchearan a la entrada, fue una sucesión de chistes y majaderías.

Aseguró en un momento, e insistió en ello, en que él y su gobierno están interesados en decir la verdad. Pero lo cierto y evidente es que aún no lo han hecho ni probablemente lo hagan porque ganaron las elecciones mintiendo y es lo único que han hecho hasta hoy: mentir. Por eso, cuando los periodistas le preguntaron por el paro, empezó a mentir otra vez, como ya hemos visto, diciendo que se crearía a final de la legislatura, con tanta base para decirlo como para anunciar el nacimiento de un burro de tres cabezas. Dado que ni él cree sus trolas añade que "el gobierno sabe lo que hace", como si decirlo fuera equivalente a hacerlo cuando es obvio y patente que el gobierno no sabe lo que hace ni tiene ni la más cruda idea de hacia dónde tirar. Así quedó en evidencia el viernes cuando Sáenz de Santamaría, Montoro y Guindos evidenciaron que no tenían alternativa alguna al fracaso con el que, de hecho -quiera o no el zombi Rajoy- se ha cerrado ya la legislatura. Ni Dios ni la Virgen del Rocío saben cuándo volverá a crearse empleo en España, después del paso de estos inútiles carcundas por el gobierno.

A la vista de tan apasionante doctrina de que el gobierno sabe lo que hace, aunque sea evidente que no tiene ni idea, Rajoy asegura que no habrá crisis ni cambiará ministro alguno. Por supuesto. Hace bien porque tendría que empezar por él mismo que no solamente es el más inepto y embustero sino el que está más bajo sospecha de ser un corrupto.

La coronación del discurso del charlatán fue decir que, aunque la gente no lo vea, "estamos mejor que antes", que hace falta un "poquito de paciencia".

Paciencia en tanto te reprimen, te engañan, te roban, te echan a la calle y, encima, se ríen de ti mientras mandan a sus sicarios, regiamente pagados con el dinero de todos, a aporrearte.

Muy gracioso.

dissabte, 8 de desembre del 2012

dissabte, 10 de novembre del 2012

Reflexión sobre El País

Palinuro tuvo siempre una relación difícil y ambigua con El País; una relación con altibajos, momentos de colaboración, de amor, de distanciamiento, de frialdad, de enemistad, de todo. A veces era el diario el que pedía la colaboración; a veces era el propio Palinuro el que la ofrecía. Pero nunca hubo un trato fluido y duradero sino que siempre se interrumpía abruptamente. Unas veces era el periódico el que cortaba; otras, era Palinuro quien interrumpía. Ignoro qué razones tuviera el diario para su negativa. Sí sé en cambio las de Palinuro para la suya: la prepotencia (o lo que Palinuro juzgaba prepotencia) de El País, una actitud de insoportable superioridad moral, de permanente aleccionamiento, de hinchada soberbia. Algo así como "somos l@s únic@s civilizad@s y cult@s en este país de brut@s; somos demócratas y tolerantes en la patria del autoritarismo y la intolerancia; somos l@s mejores, l@s de nivel europeo en la tierra de la garrulería africana". Siempre atribuí ese insoportable complejo de alzarse como conciencia ética de España a la altanería, al engreimiento de Cebrián, y no se me escapaba que esa actitud impregnaba en gran medida el comportamiento de much@s mediocres de que el periodista había tenido la habilidad de rodearse y que son los que, al final, se han cargado el producto. Mediocres. Por supuesto, no tod@s pero sí, la mayoría de aquell@s con los que Palinuro tuvo que tratar. Por supuesto, en los años en que vivía Polanco, Cebrián, cuya única habilidad real ha sido ganarse la voluntad del empresario santanderino (tan buen negociante como mal conocedor de los seres humanos), era el gran muñidor. Sobre él recaía parte del poder que irradiaba Polanco y enfrentarse a él era muy peligroso. Tanto que prácticamente nadie lo hacía. Y mucho menos lo dejaba por escrito, como hizo Palinuro en alguna ocasión. Muy peligroso. Se te cerraban puertas y la gente que, en secreto, coincidía contigo, en público lo negaba y nadie te daba cuartel.
Ahora ya está claro, ¿verdad? De superioridad ética, nada; de tolerancia, menos. De comprensión y comportamiento decente con l@s trabajador@s, menos que nada. El ERE del diario ha puesto ya en evidencia a los ojos de todo el mundo de qué pasta está hecho el personaje y qué juicio merece su gestión. Tras haber llevado Prisa -la empresa de Polanco- a la ruina por su incompetencia, aplica la vía más dura, inhumana de la reforma laboral para expulsar asalariad@s y aduce además razones (están "viej@s"; son muy "car@s") inmorales para dichas por un menda que tiene 64 años y se lleva a casa un millón de euros mensuales. Un millón de euros mensuales en una empresa prácticamente en quiebra. Debe de ser el mayor ejemplo de falta de principios éticos de los últimos años; la mayor vergüenza; o, mejor, la mayor desvergüenza.
Lo siento por tod@s aquell@s que, de buena fe, tenían El País por un referente de comportamiento humano, ético, democrático, progresista, tolerante. Bien claro ha quedado ya: la misma ñorda de las empresas capitalistas de siempre bajo el mando de un incompetente movido por la ciega codicia y que hace pagar a l@s trabajador@s las consecuencias de los desastres que organiza.
Pero, ¿qué esperaban? Todo en el personaje era impostura: no solamente no era buen gestor (como es hoy patente) sino que tampoco era progresista ni nada de lo que decía ser. Sin duda es académico; pero no por sus méritos reales, pues no tiene ninguno, sino por su capacidad para la intriga. Igualmente está a la vista su bajísimo nivel como escritor, articulista, ensayista y novelista. Basta con hojear sus insufribles productos. Pero parecía otra cosa porque, dado el poder de que disfrutaba vicariamente, casi nadie se atrevía a decir lo que hoy tod@s ven con meridiana claridad. No solo no se atrevía nadie sino que todo el mundo le bailaba el agua, hablaba maravillas de su inexistente talento y hasta le hacían críticas aduladoras y sonrojantes a sus escritos, críticas compradas al miedo y que hoy pudren las páginas de El País. ¿Acaso no se rodó una plúmbea película con ayudas oficiales sobre la novela que perpetró, La rusa? Y así todo. Así pasó por ser alguien intelectualmente quien, sin ser nadie, prosperó a la sombra de una empresa que otro puso en marcha con su esfuerzo, solo para hundirla en lo económico y dejarla al descubierto como un lamentable embuste. El último de la transición.
Toda la solidaridad de Palinuro con la redacción. Ninguna con el manojo de mediocres que ha medrado a la sombra de un hombre capaz de decir que un millón de euros de una empresa que está en la práctica ruina es "un sueldo dentro del mercado"; mediocres que tampoco se atreven a revelar en público en las asambleas de trabajador@s a l@s que van a despedir y rebajar el sueldo, a cuánto alcanzan los suyos. 
(La imagen es una foto de micora , bajo licencia Creative Commons).

dimarts, 6 de novembre del 2012

Solidaridad con El País

Es decir, solidaridad con los trabajadores de El País, que son quienes personifican hoy los valores e ideales que el periódico representó durante años, en lucha con una dirección, tanto empresarial como periodística, que ha demostrado un comportamiento detestable no ya solamente en lo social y económico sino también en lo moral.
Las consideraciones empresariales y de cuenta de resultados están teñidas por los efectos de la crisis conjuntamente con las decisiones aparentemente erróneas que se han tomado en los últimos años y han llevado a la empresa Prisa a una situación límite. Pero es muy dificil desentrañarlas a causa de la actitud intransigente de la dirección que, probablememente por presiones de sus socios extranjeros, no admite alternativa alguna a su drástico plan de ajuste, hecho en las condiciones leoninas que permite la última reforma laboral del PP.
No obstante, lo más escandaloso de toda la peripecia quizá sea la actitud adoptada por la dirección y, en especial, su máximo responsable, Juan Luis Cebrián. Ninguna persona con un mínimo de decencia puede admitir las consideraciones que Cebrián, que tiene autoasignados unos ingresos de un millón de euros al mes, hace a la redacción. Afirmaciones como que los mayores de 50 años están viejos y sobran (cuando él tiene 64) o de que no podemos seguir viviendo tan bien, verdaderamente indican una sensibilidad moral similar a la de un guijarro, cuando no una prepotencia y un desprecio por la gente que supera lo decible.
La dirección actual de El País país, su cargos directivos (que, por cierto, parecen ser tantos como los trabajadores), unas gentes que no se atreven a declarar en público sus ingresos, han destrozado su espíritu originario y han hecho añicos la ilusion de una tradición. Entre los lectores esto caerá como un terremoto y en el suelo quedará la antorcha de un periódico democrático, liberal, progresista y de calidad. Salvo que los trabajadores consigan con su lucha que el diario enderece su rumbo. Ojalá.
El haberse planteado el conflicto en esos términos morales en los que la plantilla lucha contra la injusticia más obvia alimentada por la codicia, ha llamado a la conciencia de sus más ilustres colaboradores que han formado una especie de frente del "no", situándose del lado de los trabajadores, cosa que los honra y merece el aplauso de la gente de principios.
Y para aplauso, el que se merece Santos Juliá, quien ha causado baja como columnista en el diario con toda dignidad y gallardía. Hay cosas por las que una persona cabal no puede pasar. Y Santos ha demostrado ser una persona cabal.
Por último, en apoyo a la huelga de los trabajadores del periódico, se nos pide que tampoco visitemos su web. Palinuro no la visitará.

dilluns, 22 d’octubre del 2012

Cuestión de liderazgo: el PSOE y El País.

Los académicos y teóricos desconfían del concepto de liderazgo pero, como a la fuerza ahorcan, han tenido que rendirse a la evidencia de que los sistemas políticos democráticos necesitan dosis de este factor. Los sistemas políticos y todo empeño del común. En toda empresa humana colectiva es siempre imprescindible alguien que muestre energía, dedicación, visión de futuro, que sepa agregar esfuerzos y orientarlos, que no decaiga en momentos de flaqueza y no se embriague en los de vigor. Se necesita siempre un líder que señale el camino y una colectividad que lo siga en una relación de mutuo respeto democrático. El lider se impone a la colectividad, pero con el consentimiento de esta. Es un Churchill, un Roosevelt, un Adenauer, un De Gaulle. Un lider democrático.
El problema del liderazgo suele ser su sucesión. El lider es irrepetible y, quienes vienen detrás es fácil que no estén a la altura de lo que recibieron. No es que los líderes tengan tendencia a rodearse de gente vulgar, segundones sin personalidad y meros pelotas (o algo peor), aunque algo de esto hay. Es que las relaciones de poder son así. No todo el mundo tiene madera, empuje, garra de lider. La mayoría es de espíritu sumiso y mediocre y sirve más para ser liderada que para liderar.
El ejemplo del último acto en el paulatino hundimiento del PSOE es suficientemente ilustrativo. Y, por cierto, ofrece un curioso paralelismo con el hundimiento de PRISA. Ambas organizaciones, el partido y la empresa conocieron sus mejores momentos, su mayor gloria, su preponderancia y se ganaron el respeto y la admiración generales cuando estuvieron dirigidos por dos hombres que, cada uno en lo suyo, eran líderes natos, dos leones en el sentido de Pareto, que vivieron rodeados de zorros, siempre en sentido paretiano que, al final, acabaron quedándose con sus empresas.
Felipe llevó el PSOE a su momento de mayor esplendor en los años 80 y cosechó tres mayorías absolutas, cosa que no ha hecho nadie. Nadie después de los zorros y las medianías que heredaron su partido fue capaz de igualarlo. No lo consiguió Zapatero con sus entecas mayorías relativas y mucho menos Rubalcaba que solo cosecha fracasos. El destino de los líderes: hacer una obra que sus secuaces, faltos de su carisma y personalidad se limitan a desguazar, aunque invocando siempre la inmarcesible personalidad del fundador al que, en el fondo, envidian.
Lo mismo con Polanco: llevó PRISA al cénit, fundó y mantuvo El País, probablemente el mejor periódico en español del mundo, gracias a sus dotes de empresario audaz, hombre de personalidad, de fuertes y claras convicciones, duro, correoso e inteligente. Un empresario de los que hay poquísimos. A su lado, un segundón, Cebrián, que, como Rubalcaba con Felipe, creció a la sombra del lider, se convirtió en su alter ego, predicó su filosofía, se identificó con él y esperó pacientemente a poder sustituirlo, momento en el que puso en práctica sus obtusas ideas y en un plazo record consiguió hundir la empresa de su patrocinador poco más o menos como Rubalcaba ha hundido y sigue hundiendo el PSOE. Por lo menos cabe decir que en este segundo caso no se da esa repugnante muestra de codicia personal que marcará para siempre la personalidad de Cebrián, capaz de cobrar un millón de euros mensuales de la empresa que, en cierto modo, heredó, de la que era responsable y que ha dejado en la ruina.
Cuando un líder desaparece o se retira sustituirlo no es fácil y su empresa suele entrar en aguas turbulentas. Pero es forzoso hacerlo ya que, en caso contrario, al quedar vacante el liderazgo, la acción colectiva embarranca en la peleas de corrala de las mediocridades que quedan al mando de los departamentos inferiores. Como se ve claramente hoy en el PSOE y en El País, en donde se consolidan los elementos más paniaguados, tiralevitas y pelotas de la cofradía y expulsan a quienes tengan algo que decir.
El País necesita un Polanco y el PSOE un Felipe. Y ninguno de los dos puede conseguirlo. Polanco está muerto y Felipe ya no es el lider de los ochenta sino alguien muy distinto, minado por la complacencia, la inacción y la sumisión a la política del espectáculo y cuya presencia ya no estimula a nadie sino que genera melancolía.
Es una pena en ambos casos. El País fue un periódico extraordinario que no es hoy sombra del de entonces, poblado como está de gentes agradecidas a la magnanimidad de una jefatura tan incompente como ella. El PSOE, lo mismo, sometido a una subclase de militantes acríticos y burócratas cuasi profesionalizados que entran y salen de los cargos del partido en los del Estado y viceversa sin aportar nada, sino todo lo contrario, a la necesaria revitalización de un programa socialdemócrata claro, único que puede sacar a España de la involución que la está sometiendo la carcunda gobernante.
(La imagen es una foto de Merche_Falagán, bajo licencia Creative Commons).

dimecres, 10 d’octubre del 2012

Las imposturas de Cebrián.

Impresionado por el naufragio de El País, ese símbolo de la prensa libre de calidad durante la transición y de la transición misma, la entrada de Palinuro de hoy iba dedicada a este asunto. Pero, según iban pasando las horas, seguía pensando en esta cuestión e iba calentándoseme la sangre cuando consideraba el comportamiento de Cebrián a lo largo del proceso. ¡Un millón de euros mensuales por hundir una de las empresas más emblemáticas del país! Un acto de saqueo y pillaje desvergonzado, mucho más desvergonzado que las granujerías de las cajas de ahorros porque se ha hecho en nombre de los ideales de convivencia democrática y regeneración ética de nuestro país, de lucha contra la corrupción y otras lacras crónicas en España.
Y según iba indignándome con el recuerdo de las veces que este pavo, Cebrián, se ha manifestado en público, siempre el más listo, el más brillante, el más honrado, luchador y decidido, mientras ocultaba este comportamiento ruin, miserable, de apandador, se me venía a la cabeza la persona de Polanco. Menos mal que tanto este como Javier Pradera se han muerto antes de que la realidad haya puesto en su sitio a quien, finalmente, ha resultado ser un impostor. Porque, mientras Polanco vivió, Cebrián se limitó a medrar a su sombra, ser su alter ego, imitarlo en todo con tanto éxito que parecía que estuviera animado por un espíritu parecido al del león de Santillana. 
Pero no era así: fue morirse Polanco y desplegarse un plan de saqueo de PRISA en beneficio de Cebrián y los cebrianes de turno que ha acabado arruinando una empresa un día puntal del buen hacer periodístico, con consistencia intelectual, para convertirlo en una aventura ruinosa, mero hacinamiento de mediocres apesebrados que han tejido una tupida red clientelar y de enchufismo de la que, por cierto, no queda enteramente libre el PSOE que siempre ha mantenido una relación subrepticia de amistad con este diario muy conveniente para influir en él, en su línea y hasta vetar a autores y personas no gratos a los burócratas al frente del partido. Y todo esto gracias a que, pendientes de sus intereses personales, los mediocres (que forman la mayor parte de esos increíbles 450 altos cargos de una empresa que tiene 450 trabajadores ordinarios, un alto cargo con su alta paga por cada trabajador), le han seguido la corriente y han mantenido la superchería y la impostura de que Cebrián, cuando menos, fuera un buen administrador. Bien claro se ve ahora que su gestión ha hundido el grupo PRISA, lo ha descapitalizado, arruinado y ha enviado a mucha gente al paro. Si lo ha hecho por mera incompetencia o con aprovechamiento y malicia, como supone Palinuro, se averiguará si, como puede pasar, acaban interviniendo los tribunales. En todo caso lo que está claro es que no se trata de la única impostura de este hombre que ha vivido de ellas.
Siendo director de El País, es decir un hombre poderoso, en cuya mano estaba publicar (y remunerar) colaboraciones escritas de los académicos que, en la mayoría de los casos, se morían de ganas de verse en los periódicos, maquinó un proyecto con Luis María Anson, entonces director del ABC para hacerse miembro de la Academia, gracias a su común influencia. Anson es un hombre insoportablemente pretencioso y cursi pero, cuando menos, es culto; tanto como bastantes académicos o, incluso más. Pero Cebrián, no. No es culto (al contrario, es bastante ignaro), ni escribe bien, ni tiene virtud alguna para ser académico salvo su poder para publicar o no a sus colegas. Es un académico sin méritos. Una de sus imposturas.
La otra hace referencia a su condición de ensayista y literato. Cualquiera que haya leido algún texto de nuestro hombre sabe que, como ensayista, es vulgar, sin método ni chispa y, como literato, lo mejor es que se olviden sus intentos. Y eso que ha gozado de unos medios de difusión y publicidad como no los ha tenido nadie nunca en España. En el colmo del peloteo institucional, alguien rodó una película (subvencionada, claro) sobre su novela La rusa, casi tan mala como el libro. Otra impostura.
Por último, la gran relevancia social que obtuvo mientras actuó a la sombra de Polanco y que consolidó luego cuando, libre del protectorado del jefe, pudo dar rienda suelta a sus desatentadas ideas, lo han configurado como hombre público influyente e importante en los círculos internacionales. La última impostura. No tiene absolutamente nada que decir de su cosecha personal sobre ninguno de los problemas que aquejan al mundo actual. Ni posee influencia ni poder alguno como no sea el de abrir o cerrar las páginas de El País a unos u otros autores, según sus preferencias personales, ideológicas, estilísticas y de pura presencia.
La ruina de El País es obra exclusiva de Cebrián, cuyas imposturas que muchos veníamos exponiendo desde hace tiempo, quedan hoy a la vista de todos.
(La imagen es una captura de dilmarousseff, bajo licencia Creative Commons).

Paistanic.

El aparatoso, lamentable, naufragio de El País, tiene a la profesión periodística en suspendido ánimo y a la casta política preparando el abordaje del pecio que quede. Hay un resplandor de extraña premonición en el horizonte: justo cuando la Constitución de 1978 pasa por sus peores momentos hace aguas el que fuera (junto al extinto Diario 16) su único baluarte en momentos de zozobra. Es la España de la transición, la de la segunda restauración, la que parece presta a abandonar la escena. Los dos partidos dinásticos solo reúnen una intención de voto del 50%.
Tampoco hay que exagerar, viene a decirse. Solo es un ERE. La empresa continúa, igual que lo hizo El Mundo hace un tiempo. Sí y no. Sí porque, en efecto, la empresa dice querer continuar; no porque ya no es la misma empresa y porque no está claro por qué y para qué y hasta cuándo pretende continuar. Pero sobre todo no porque El País, para mucha gente, es más que una empresa, es una forma de vida, un modo de enfocarla, un auxiliar importante en el proceso de socialización. Una leyenda viva. Y eso es lo que está quedando destrozado con esta lenta cuanto sórdida agonía.
Decir El país es decir Juan Luis Cebrián, sobre todo desde el fallecimiento de Polanco padre. A partir de ese momento, la identificación entre el periódico y la persona de Cebrián, que ya fue fuerte desde el comienzo, se hizo indiscutible. En la medida en que los complicados tejemanejes de los órganos directivos de estas empresas y sociedades son inteligibles para el común de los mortales, la imagen que emergía era la de que Cebrián tomaba las decisiones estratégicas del grupo PRISA. Y esas decisiones han llevado al grupo a la situación en que se encuentra, siendo la responsabilidad exclusiva, por decisión propia, del primer director del diario. Aquí se rompe un mito que se había conservado indiscutido desde los tiempos de Polanco: el de que Cebrián era un buen gestor. No lo es, no lo ha sido y el resultado a la vista está.
Pero en esta confesión de ineptitud que hay en el ERE de El País (aplicado, por lo demás, en las condiciones de la reforma laboral actual) resalta un dato que deja anonadado a cualquiera, el sueldo de Cebrián de 11 o 13 millones de euros en un año. ¡Caramba! Esto pasaba en las cajas, que están todas en manos de presuntos mangantes, pero no en El País, conciencia honesta del país. ¿No? Taza y media. Parece que el periódico tiene una cantidad de altos cargos equivalente a la de trabajadores ordinarios. Los primeros, sin embargo, cobran una pasta que ni siquiera osan hacer pública mientras que los segundos, mileuristas o poco más, tienen que encajar el ERE. 
No, no es un asunto normal. Es un cataclismo de autoconfianza de un sector importante de la intelectualidad española. La fragmentación del ídolo de barro. Como empresa, El País, el grupo PRISA, parece responder a los mismos criterios de enchufismo, clientelismo y corruptelas que las cajas o cualquier otro lugar en que una casta de privilegiados pueda hacer lo que le dé la gana.
Sobre todo un cataclismo porque, además del mito de Cebrián buen gestor se rompe en añicos el de Cebrián intelectual crítico, comprometido con la democracia y la regeneración ética del foro. Que levante la mano quien no haya leído algún sermón cebrianesco sobre los anteriores aspectos. ¡Cuánta regañina moralizante! ¡Cuánto desdén intelectual! Sobre todo con los presidentes del gobierno. En el verano de 2011 publicó un artículo poniendo a Zapatero de botarate y exigiendo elecciones anticipadas, hablando implícitamente en nombre de los sectores más avanzados y progresistas de la sociedad.
Todo eso hay que contraponerlo ahora sobre el trasfondo de un hombre que dice que un millón de euros al mes es un salario dentro de los usos y costumbres del mercado. No un saqueo de una empresa sino una retribución condigna y equitativa, una que era mil veces el salario de bastantes empleados de la empresa en cuestión. 
Palinuro es consciente de que Cebrián es persona que genera muy extendida animadversión y se afirma en su idea de que gran parte de esta está movida por la envidia. Pero no toda. Hay en la actitud del primer director un elemento torcido que nada ni nadie puede enderezar. Asignarse una retribución disparatada en una empresa en dificultades una de las cuales es lo disparatado de las retribuciones de los cargos directivos, no es compatible con ningún criterio ético de ningún tipo.
Hay un elemento final que Palinuro encuentra especialmente deplorable y es el hecho de que, en su obra ensayística, Cebrián insista desde hace años en que los periódicos de papel no tienen salida, están condenados a desaparecer. Eso lo decimos muchos otros también desde hace años. Pero, en el 99,99% de los casos no somos responsables de la edición de uno de ellos, del más importante. Con este dato, el asunto aparece en toda su cruda realidad: ¿cómo va a dirigir bien una empresa alguien que no cree en ella? Palinuro tiene especial debilidad por quienes luchan desinteresadamente por causas en cuyo triunfo final no creen. Pero cuando se entera de que eso se hace por un millón de euros al mes, ya no lo tiene por lucha sino por saqueo. Lo que da la auténtica dimensión de Cebrián.
Los trabajadores le piden que devuelva cuando menos parte de los millones. No se sabe si lo hará o no, pero lo que no podrá devolver jamás es la fe en un modo de gestionar la empresa de acuerdo con criterios de eficiencia y equidad.

dimarts, 11 de setembre del 2012

La televisión y la calle.

En la inenarrable entrevista de RTVE1 ayer a Rajoy en la que seis periodistas curtid@s apenas atinaron con las preguntas verdaderamente importantes, María Casado, la sustituta de Ana Pastor, le preguntó algo así como si le preocupaba que mucha gente se sintiera irritada o frustrada (no recuerdo qué verbo empleó) por sus medidas, a lo que el presidente respondió que por supuesto, pues sería un irresponsable si no le preocupara.
Esa pregunta y esa respuesta resumen en cierto modo la situación actual y el resultado que se pretende tenga esa entrevista, la primera que concede Rajoy a la RTVE1 una vez la ha conquistado, purgado de sus elementos más "perniciosos" y convertido en un territorio amigo en el que nadie lo pondrá en aprietos. Me parece, incluso, que es la primera vez que Rajoy acude a la RTVE1 en años pues le tenía declarada la guerra desde los tiempos zapateriles. La entrevista vino a ser una manifestación de que, a pesar de encontrarnos en mitad de una crisis gravísima, vivimos en el mejor de los mundos, gracias a su esclarecida guía, su rumbo fijo, su tesón y responsabilidad. ¡Cómo no iba a preocuparle la irritación o la frustración de la gente! ¡Si sabrá él cómo está la calle!
Pues debe de saberlo tanto como el IVA de los chuches. La calle está en estado de indignación permanente, casi de insurrección social. En el plazo de breves días, la gente ha pitado en un par de ocasiones a Dolores Cospedal, una madre ha lanzado una fiambrera a la cabeza a Esperanza Aguirre, la multitud ha abucheado e insultado atronadoramente a la alcaldesa Ana Botella en la Cibeles en el acto final de la Vuelta ciclista, unos agraviados por las preferentes han pitado en la calle a Feijóo y en Valencia otros ciudadanos han lanzado huevos a Alberto Fabra. Estos hechos son inconexos, no están preparados ni coordinados por nadie pero, en su repetición y coincidencia, testimonian un grado alto de irritación entre la población contra los gobernantes del PP.
El carácter duro, arbitrario, despótico de algunas medidas del PP levantan oleadas de indignación. Y tiene que ser así. No es fácil que la población comprenda que quien cobra dos elevadísimos sueldos públicos elimine el salario de los diputados. Sí lo es que reaccione pitando y abucheando ante el carácter irremediablemente provocador de la actitud de Cospedal.
En la televisión, el presidente fue un doctor Pangloss que incluso vaticinó que revertiría las desagradables decisiones que se había visto obligado a tomar por culpa de la desidía y la incompetencia de Zapatero a quien no mencionó ni una vez por el nombre; que volvería a bajar los impuestos y el IVA. La única de los periodistas que formuló preguntas de fondo, Anabel Díez, de El País, le espetó en un par de ocasiones, como de paso, que había hecho lo contrario de lo que anunció y lo desconcertó preguntándole si, por ello, no creía que debía solicitar un voto de confianza en la cámara. Díez podía haber coronado la pregunta recordando el caso del actual gobierno japonés que ha convocado elecciones anticipadas por haber incumplido un punto de su programa electoral.
Respuesta casi segura de Rajoy: "Mire usted, los japoneses y nosotros somos muy distintos porque España y Japón son dos países muy diferentes. Yo respeto mucho a los japoneses, oiga, pero ellos son ellos, ya sabe, muy suyos, y nosotros somos nosotros, muy nuestros. Claro que no pediré el voto de confianza, eso es absurdo." Lo último no es lo que pudo haber dicho sino lo que dijo en realidad. ¡Pedir un voto de confianza por haber hecho lo contrario de lo que prometió en el pograma electoral! ¿En qué cabeza cabe?
En fin, qué entrevista. Qué nivel. Hubo un momento sublime, cuando el presidente explicó al periodista del ABC y, a través de él, a millones de españoles qué sucede cuando ingresas 1.000€ pero te empeñas en gastar 1.500.
Diez meses después de tomar el mando, Rajoy comparece ante la opinión a informar de que le corresponde adoptar una decisión de enorme importancia para 47 millones de españoles que debe sopesar cuidadosamente, razón por la cual, todavía no la ha tomado.
Es lo que se llama el liderazgo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

diumenge, 2 de setembre del 2012

Que dimita la realidad

Hoy, domingo, con tiempo soleado en toda España y ánimo festivo, me disponía a comentar un artículo de Francisco Marhuenda en el comic que dirige, llamado, ignoro por qué, La Razón, y en el que entre otros dislates de pura propaganda se leen mentiras como ruedas de molino del tipo de cuando gobiernan los socialistas emprenden una limpieza, como sucedió en 1982 ó 2004, en la que no sólo los que han colaborado sino los que creen desafectos son enviados a los peores destinos. Decir esto con lo que han hecho sus amigos en RTVE (aunque no se hayan acordado de él para darle algún chollo) prueba que se tiene el rostro de hormigón.
De pronto cayó en mis manos la 1ª entrevista que concede Rajoy a cuatro periódicos (Il Corriere della Sera, Bild am Sonntag, Le Journal du Dimanche y ABC), es decir, prensa conservadora de tercera regional, como es él, lo que me hizo dudar en mi propósito original. ¿Para qué iba a perder el tiempo con el monaguillo, el perrillo faldero de Rajoy, teniendo negras sobre blanco las mixtificaciones de su amo? Tuve que sopesar:
Verdad es que el ABC, el Bild, etc., no son verdaderos periódicos, sino panfletos de la derecha con la misma ética y profesionalidad periodísticas que pueda tener un calabacín. Pero La Razón no es mejor, sino mucho peor, pues no pasa de ser un puñado de páginas impresas cuya única función es respaldar una portada de colorines que colgar diariamente en los quioscos; es decir, en sentido literal, un pasquín.
Bueno, pensé entonces, pero Rajoy es un político, mientras que Marhuenda es un periodista. Falso de nuevo: Marhuenda es un militante del PP, hombre de Rajoy a cuyo servicio estuvo cinco años y al que el partido ha encargado ahora dirigir el comic La Razón como podía haberle encomendado reconquistar Gibraltar.
Así, que pensándolo bien y pudiendo hablar del jefe antes que del subordinado, me decidí por esto, no sin cierta desazón porque el artículo de Marhuenda, titulado nada menos que Defendamos la democracia, además de estar escrito en la pintoresca prosa marhuendesca, contiene mentiras desvergonzadas de esas que prueban que Dios no existe porque, si lo hiciera, ya hubiera mandado al averno a descarados embusteros como este, capaces de afirmar que "Un terreno en el que la izquierda se siente muy cómoda es la agitación en la calle", como si los españoles fuéramos todos imbéciles y no recordáramos esas calles de Madrid llenas día tras día de obispos, señoras de Serrano, falangistas, pijos de discoteca, franquistas, mayoresorejas y pacomarhuendas, clamando a causa del aborto, ETA, los gays y el sursum corda.
Con todo, es mejor el señorito. Más divertido, si cabe y, claro, de más alcance. Marhuenda estará dolido de que Rajoy conceda su 1ª entrevista a la competencia pero es de suponer que él es el primero en saber que el ABC es un periódico malo, pero es un periódico; no un pasquín. El ABC cumple con el jefe. El entrevistador, Bieito Rubido, director del panfleto de la derecha, lame literalmente el suelo que pisa Rajoy y es tal su entusiasmo por el jefe y su entrega a la causa común que, a veces, en vez de hacer las preguntas, da las respuestas y son tan del PP que hasta Rajoy tiene que matizarlas.
En sí misma, la entrevista carece de todo interés porque se limita a dar pábulo a la ingente cantidad de desvergonzadas mentiras sobre las que Rajoy construye su acción de gobierno; mentiras preventivas; mentiras justificativas; mentiras explicativas; mentiras declarativas; mentiras y más mentiras, que es lo único que fabula este peculiar gobernante, falso, escurridizo y convencional.
Pero hay dos momentos, al comienzo y al cierre de esta entrevista, modelo de peloteo sin tapujos, que delatan al entrevistado y la lamentable situación en que tiene al país en el que, al parecer, nadie se levanta a decirle que carece de toda legitimidad para actuar al haber basado su acción en la mentira sistemática y mantenida.
Al comienzo, se arranca Rajoy diciendo que «Quien me ha impedido cumplir mi programa electoral es la realidad». Es decir, confiesa, la realidad lo ha forzado a hacer lo contrario de lo que prometió. Eso, en román paladino, se llama mentir, engañar a la gente, estafarla. Y la prueba de que es así es que, mientras los japoneses convocan elecciones anticipadas por haber faltado a un solo punto de su programa electoral, este menda no solo no hace tal cosa sino que, en frase final, se muestra convencido de que cumplir con su deber lo llevará a ganar las próximas elecciones. Más claro es imposible: su deber consistía en mentir a la gente para usurpar las elecciones (pues unas elecciones que se ganan a base de mentiras son una usurpación) y seguir mintiendo para conservarse en él mientras se hace que la crisis la paguen los de abajo. Cualquier persona con dignidad, honor y orgullo hubiera dimitido al encontrarse en esta situación de embustero redomado y ya tenido por tal en todas partes, de fuera y dentro de España. Él, no; el piensa que quien debe dimitir es la realidad.
Si eso le hará o no ganar las elecciones (incluso si llega a ellas y no lo echan antes en su propio partido) está por ver.

dilluns, 6 d’agost del 2012

El espíritu de la democracia.

El rasgo principal de la democracia es que encierra múltiples significados. Para Aristóteles era el gobierno de los pobres. Para Rousseau, la identidad entre gobernantes y gobernados. Otros autores la veían como el gobierno de la masa, una amenaza a la libertad individual, por ejemplo, Kant. También son variados los requisitos que se le exigen. Prevalece el principio de la mayoría, mayoría a la que ha de llegarse mediante elecciones con sufragio universal. También se pide garantía de las minorías frente a una hipotética "tiranía de la mayoría". Esto presupone la igualdad ante la ley. A veces los requisitos de la democracia son los del Estado de derecho, el primero de todos, el imperio de la ley. Probablemente todas estas determinaciones sean necesarias para que haya democracia aunque quizá no sean suficientes cada una por separado.
No existe concepto nítido de democracia; el que hay es difuso. Muchos afirman que la democracia no es un concepto sino un espíritu, una forma de ser. Cosa que suele aplicarse a otras convicciones políticas, por ejemplo, el liberalismo del que también se dice que no es tanto una ideología como un modo de ser. Igualmente, el fascismo sostenía y, supongo, sostiene, ser un estilo.
Me gusta pensar en la democracia como eso, mucho más difuso aun, que suele llamarse cultura o sea, un espíritu; el espíritu democrático. Y me gusta asimismo identificarlo con el espíritu caballeresco pues estoy convencido de que este representa el estadio más alto de la civilización y la moral en concreto. Ciertamente, no todo en el espíritu caballeresco es encomiable. Sus presupuestos socioeconómicos son odiosos y su concepción de la mujer, inaceptable. Ambas deficiencias, sin embargo, afectan a otras culturas y espíritus
El caballeresco está basado en la lealtad y el juego limpio, el fair play que son los componentes de la nobleza y obedece a una serie de mandatos claros: no se miente nunca; jamás se ataca a los más débiles; siempre se cede la iniciativa al adversario; se garantiza la igualdad de medios y condiciones; no se combate con desigualdad de medios cuando la desigualdad nos favorece; no se ataca al anemigo caído; no se hacen trampas. Se entiende la razón por la que propugno pensar en el espíritu democrático en términos caballerescos.
Toda la operación de desembarco de ideólogos conservadores en RTVE y la purga de periodistas independientes no tiene nada que ver con el juego limpio. Aunque el Guardian, dé la noticia diciendo que el gobierno despide a los periodistas críticos con las medidas de austeridad, no parece que estos periodistas hayan criticado más a este gobierno que al anterior y nadie se planteó echarlos entonces.
Tampoco es fair play -aunque pueda ser legal- cambiar las reglas del juego en mitad de la partida por un acto de fuerza. El cambio de la ley que regulaba la elección del presidente de RTE para poder imponer el candidato propio sin tener que consensuarlo con nadie es juego sucio. Ambas medidas, la purga de periodistas y la invasión de RTVE, por lo demás, son elementos de un proyecto más ambicioso al que definitivamente cabe considerar como el mayor ataque del gobierno a los principios del juego limpio. Controlar por entero los medios públicos de comunicación para adoctrinar con ellos a la población, no permitir que los críticos o disidentes se hagan oír, monopolizar el mensaje y no dejar hablar a los demás, no tiene nada que ver con el juego limpio. Nada que ver con la democracia. Es un acto despótico y tiránico. Eso lo sabe todo el mundo. Incluido el gobierno.

diumenge, 5 d’agost del 2012

La derecha y la TV: censura y manipulación.

La derecha no cree en sus creencias, no piensa sus pensamientos, no siente sus sentimientos. No es sincera. Si lo fuera, si creyera de verdad lo que dice, no necesitaría poner los medios de comunicación públicos a su estricto servicio, encomendando su dirección a unos sectarios a sueldo sin escrúpulo alguno, con el encargo de convertirlos en maquinaria de agitación y propaganda de su partido. Como ya lo es Telemadrid, una basura al servicio incondicional del PP y en concreto de Esperanza Aguirre, con unos comunicadores espléndidamente pagados para mentir y tergiversar sin pausa.
Si la derecha fuera sincera, habría respetado la norma heredada de los socialistas de escoger al presidente de RTVE mediante una mayoría cualificada del Congreso, lo que obligaría a un nombre de consenso. Pero eso no puede permitírselo el PP porque sabe que necesita mentir, engañar y manipular pues ni él mismo cree en lo que dice. Por eso le viene muy bien disponer de los presupuestos públicos para comprar comunicadores apesebrados, cuyo negocio es servir a su amo con la lacayuna fidelidad con que los periodistas lamían las botas del criminal Francisco Franco.
La situación es análoga a la de la dictadura pero peor porque en aquella no hacía falta disimular. Todo el mundo sabía que los medios de comunicación decían lo que Franco ordenaba y ni Dios rechistaba. Ahora hay que hacer un paripé democrático y aguantar que, si te pasas de embustero, de chulo, de difamador o de mero imbécil, te pueden llevar a los tribunales y hasta es posible que estos fallen en tu contra, como le sucedió al inenarrable Urdaci.
Los que desembarcan ahora son todos Urdacis y su firme voluntad, convertir la RTVE en el NODO hasta arruinarla como ya han hecho con Talemadrid y Canal Nou.
Es curioso. Como su espíritu es el fascismo que también pretenden inocular de tapadillo en la enseñanza, todavía no se han enterado de que, en el mundo de internet, ese intento de manipular los medios públicos y hacerlo tan desvergonzadamente ya no funciona y se volverá en su contra. Entre tanto, sin embargo, quienes miran la televisión ya pueden prepararse para aguantar un medio con una categoría a la altura mental de quienes se disponen a hacerla, es decir, de los protozoos
(La imagen es una foto de terminallychll, bajo licencia Creative Commons).

dissabte, 4 d’agost del 2012

El ser y el parecer.

Cuando llegue a tierra, Palinuro piensa hacerse comentarista de portadas. Según él, es una profesión con mucho futuro.
- "Y tanto", dice mi otro yo, "¿no te das cuenta de que la portada es lo primero que capta el ojo, la primera impresión?
- "Y muchas veces la última".
- "Exacto. Por eso las portadas son un arte, una techné, algo que hay que cuidar mucho porque lleva carga de profundidad. Luego, cuando los lectores, o sea, los que sigan leyendo, vayan a los relatos, ya irán predispuestos y distraídos porque se perderán con la publicidad, otras noticias, etc. La batalla se gana o se pierde en la portada".
- "¡Cuanto sabes, Pali!", me rindo a la evidencia."Por eso es preciso interpretarlas."
- "Bien deducido, ojo de águila. A ver, toma esta de El País. ¿Qué ves?"
- "Lo mismo que tú, imagino".
- "¿No te parece que traduce una indecisión del portadista? Hay un juego diabólico entre la imagen y el texto. La imagen que, en principio, domina, exhala fuerza, triunfo, plenitud, belleza. El texto augura flaqueza, derrota, apocamiento, sordidez. ¿Con qué nos quedamos? El portadista nos pasa la patata y que cada cual decida entre:
  • Voz primera: en las más negras horas de la nación esta encuentra bálsamo con la victoria de la hija de la Patria.
  • Voz segunda: el gran triunfo de Belmonte está ensombrecido por la lamentable situación de su país y el negro futuro que espera al deporte.
- "Y tú, Pali, ¿qué dices?"
- "Para mí domina el texto, porque afecta a la nación, pero eso no quiere decir que no valore la hazaña de Belmonte. Tengo mis opiniones".
- "Suéltalas".
- "Pues verás, hombre de Dios, esa foto es una maravilla porque retrata la maravilla de la juventud, la fuerza, el triunfo y sobre todo, la sinceridad. Nada en ese rostro avisa doblez, al contrario, todo en él irradia verdad, realidad. Estoy aquí, soy yo, lo he conseguido; y esta plata es de ley. Por cierto, envío afusiva felicitación a la nadadora catalana".
- "Siempre has sido bien educado, Pali".
- "Vale. Vamos al texto. Pasaré por alto todas las negras connotaciones de más recortes, más ajustes, más reducciones y más mentiras. Pero me quedaré con una que quintaesencia el estilo de Rajoy. Al tanto: ¿cómo otro rescate cuando según el gobierno no ha habido ni uno? No es un asunto menor, pero tampoco esencial en mi razonamiento. Como es una cuestión de nombre y no de hecho, no es un dato; pues todo depende de lo que se llame rescate, carece de mayor interés. Yo lo llamo rescate; usted puede llamarlo filifurcio. Y al revés. Hay algo peor en ese texto, más dañino y, como siempre, acecha en la letra pequeña. Ahí se dice que Rajoy tomará una decisión (si  pedir o no pedir el rescate) cuando conozca las condiciones anejas a este segundo rescate/filifurcio. Razonable, ¿verdad? Sin embargo todo el mundo recuerda a Rajoy en sede parlamentaria, al presentar sus medidas restrictivas, abominando de ellas; no le gustaban, las detestaba, pero no quedaba más remedio, no había alternativa, no tenía otra opción. Pero sí parece tenerla pues, en caso contrario, carece de sentido reservarse el derecho a tomar una u otra decisión según la información de que se disponga, lo cual, por cierto, es una perogrullada. Ese texto es lo contrario de la foto porque no es un ser, sino un parecer, un simular que se está en condiciones de imponer condiciones cuando no es cierto".
- "Está bien la interpretación", dije, "pero tampoco has inventado gran cosa. El ser y el parecer son la realidad y la ficción".
- "Cierto, no pretendo nada más. Es una modesta interpretación pero puede descubrir si la ficción es de buena o de mala fe, si es creación o es mentira, entendiendo por tal simplemente pensar y hacer lo contrario de lo que se dice".

dilluns, 2 de juliol del 2012

La inquisición capitalista.

La organización Hazte oír, dedicada al activismo cristiano y conservador, ha lanzado una campaña para presionar a las empresas a fin de que estas retiren la publicidad de un programa de la 6ª llamado Sexta columna por considerar que en él se vilipendia la Iglesia y se ofende a los cristianos. Según parece algunas empresas ya han retirado la publicidad: cervezas San Miguel, Ariel, Braun, Securitas Direct y otras están pensándolo. Las que lo hagan estarán adoptando una decisión empresarial en función de un criterio ideológico, lo cual no suele ser recomendable.
Los de la ideología contraria, sobre todo contraria a toda forma de censura, también tenemos un medio de responder a ese activismo de la derecha: dejar de comprar los productos de empresas que imponen la censura ideológica. Hay más cervezas en el mercado y más productos de limpieza. El inconveniente de esta estrategia radica en que es mucho más difícil movilizar la voluntad de cientos de miles, quizá millones, que la de un consejo de administración de una empresa. Pero es la única vía que hay de hacer comprender a estos carcundas que no están legitimados para tomar decisiones empresariales por móviles ideológicos.
Por esto en la izquierda pedimos control democrático de las empresas. De trabajadores y consumidores.
(La imagen es una foto de Habladorcito, bajo licencia Creative Commons).


dissabte, 30 de juny del 2012

La brigada de agitprop desembarca en RTVE.

Palinuro lleva una temporada pensando en escribir un librete que se llame algo así como Se puede vivir sin ver la tele y hasta supone que podría ser un éxito de ventas. Cree que lo comprarían todos, aunque pocos lo confesaran. Igual que sucede con la TV. Nadie reconoce mirarla de seguido (otra cosa, claro, es echarle una ojeada de vez en cuando) y, sin embargo, el Estudio General de Medios dice que el consumo de TV en España es de 238 minutos por persona y por día. Es decir, cada español pasa cuatro horas diarias delante del televisor. La sexta parte de su vida. ¡Y dicen que no la ven! Sobre todo los sectores cultos y avanzados de la sociedad, algo abochornados por la ordinariez, la zafiedad y la estupidez que destila el medio. Pero ellos, como los otros: cuatro horas diarias.
De momento la TV es el medio de comunicación más poderoso que hay y desde el que cabe adoctrinar con mayor eficacia a la población: adoctrinarla, manipularla, engañarla, desinformarla. No hay nada parecido en la sociedad, salvo internet y cuando se consolide y haya abolido la "brecha digital" .Más del 85% de los españoles reconocen formarse su opinón política a través de la TV.
A esta conclusión han llegado también en el PP, en donde han decidido no andarse con remilgos y cargarse la legislación de la época de Rodríguez Zapatero, romper las reglas del juego que obligaban a consensuar los cargos para garantizar que la TV fuera objetiva y no estuviera al servicio del partido en el gobierno. ¡Leyes blandegues y seudodemocráticas! Lo mejor es imponer unilateralmente los esbirros ideológicos del partido que eliminarán todo resquicio de objetividad e independencia y convertirán el medio en una caja de mentiras al servicio del PP.
Dos conclusiones se extraen de la caradura con que la derecha ha asaltado la RTVE. La primera la candidez del PSOE, quien creía que la derecha iba a respetar las reglas democráticas de juego. Esto de la ingenuidad en política empieza a parecer sospechoso porque siempre acaba beneficiando a la derecha, suscitándose la pregunta: el PSOE ¿es un partido de izquierda o su función es torcer esa izquierda y permitir que la derecha gobierne también cuando pierde las elecciones? La TVE, el caso Dívar, la renuncia al laicismo, etc, ¿son muestras de ingenuidad y debilidad o vías deliberadas por las que el PSOE regala parcelas del poder a la derecha en detrimento de los intereses de sus propios votantes?
La segunda conclusión es el afán totalitario del PP: copa (con CiU) todos los puestos del consejo de administración y los cargos con incondicionales y sectarios y se apresta a hacer de la tele la máquina de mentiras y propaganda que necesita, siguiendo el ejemplo de Telemadrid, un comité de propaganda del PP pagado con el dinero de todos los españoles. Por eso ha puesto al frente de los informativos a un pavo, un Somoano que ha sacado de los de Telemadrid; o sea un siervo seguro. El tal Somoano se presenta como autor de un panfleto que pasa por ser tesina de Máster de la Universidad Autónoma de Barcelona sobre la estrategia del PP para ganar las elecciones, un escrito falto de toda calidad teórica y empírica, un prontuario de consignas de la falsedad y la manipulación . Un hombre a tono con el fiel criado del PP al que este ha confiado la presidencia de la TVE, González Echenique, que no sabe nada de audiovisuales, pero tiene muy claro que su función es que el PP gane las próximas elecciones. Para eso los han puesto a todos ahí.
Los televidentes van a tragarse tres años y medio de NODO franquista a cuyo lado las memeces de Urdaci van a resultar muestras de agudo ingenio.
Creo que Palinuro, al final, escribirá el libro.
(La imagen es una foto de oddsock, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 18 de juny del 2012

Ya no quedan mentiras.

Los profetas del desastre están ahora mudos o, en el mejor de los casos, rezando jaculatorias con trémula voz mientras intentan desviar la atención a otros asuntos que no los hagan aparecer tan majaderos como son.
Estuvieron tres años y medio acosando el gobierno de Zapatero desde dentro y desde fuera, sin darle un minuto de respiro, sin ayudarlo en nada; al contrario, boicoteando sus esfuerzos, desprestigiándolo en el exterior y arremetiendo contra él en el interior sin parar. Lo identificaron con la catástrofe, con que España no tuviera la confianza de los mercados, con la ruina, con la incapacidad, el despilfarro y el endeudamiento impagable. Lo atacaron sin miramientos, culpándolo de todo lo imaginable e inimaginable.
Tuvieron el apoyo y entusiasta colaboración de la banca, la iglesia, los empresarios y todos los sectores carcundas de la sociedad en la tarea de derribar el gobierno. Y, finalmente consiguieron el de El País que, mediante un artículo incendiario de Cebrián publicado un 18 de julio, conminó a Zapatero a adelantar las elecciones y este, probablemente ya abrumado y a bout de souffle, cometió el error de ceder y, en efecto, adelantar las elecciones de marzo de 2012 a noviembre de 2011, en lo que quizá fuera el mayor desatino de su mandato. Y los hubo sonados.
Desde el momento del anuncio de adelanto, la tormenta arreció. Los mercados olisquearon la debilidad política de España y comenzó el asedio en serio. En lugar de hacer causa común con el PSOE en defensa de la "gran nación", la derecha intensificó su ataque contra el gobierno dentro y fuera de España. Quería derribarlo incluso al precio de que España se hundiera, según hemos sabido después sin que Montoro, el ministro que apuntó esta canallada, lo haya desmentido. Todos a una, iglesia, banca, medios, empujando, acabaron consiguiendo su propósito: el PSOE perdió hasta su sombra en las elecciones y en La Moncloa se instaló un flamante gobierno del PP con una inexpugnable mayoría absoluta.
¿El resultado? A la vista está seis meses después: todo era mentira. La crisis y las calamidades de España no eran culpa de Zapatero ni de su forma "insoportablemente liviana" de actuar, según pedante comparación de Cebrián, sino de los problemas estructurales de la economía española, agravados por la irresponsabilidad de Aznar y la incompetencia y corrupción de los gobiernos del PP. Todavía en los primeros meses consiguieron disimular el asunto acumulando más mentiras y echando la culpa a la "herencia recibida". Pero eso también se ha acabado. Ahora, con la prima de riesgo asomándose a los 600 puntos básicos (el doble que con Zapatero) ya está claro que la derecha no tenía fórmula, ni plan, ni siquiera propósito alguno de enderezar la situación. Que no tenía ni idea de cómo estaba el país o qué hacer con él. Sólo quería echar a los socialistas para ocupar el poder, repartirse las prebendas, enchufar a su allegados y amigos, extender la corrupción de Madrid y Valencia a donde se pudiera y dar satisfacción a las pretensiones más codiciosas y reaccionarias de la iglesia católica. 
Y El País es en buena medida responsable de esta catástrofe. Ahora, con España al borde de la bancarrota, gobernada por un irresponsable aun peor que Aznar, que se oculta de la opinión en su país e irrita a sus socios, de los que depende, con bravuconadas propias de un jayán de taberna, se han acabado las excusas. Los franceses han elegido con sentido común; los griegos, con bastante miedo. Pero ninguno de los dos sirve ya a estos incompetentes para ocultar el desastre que han organizado. 
Y ahora, ¿qué? Porque ya ni elecciones anticipadas pueden convocarse, pues no hay alternativa, ya que el rump PSOE que ha quedado tras las elecciones ni siquiera es capaz de articular un discurso inteligible y las otras fuerzas políticas (no mejor provistas en materia ideológica) son testimoniales.
Es la consecuencia de entender la política al modo de la derecha política y mediática y sus circunstanciales aliados, como confrontación a muerte en tierra quemada.
(La imagen es una captura de El País de hoy)

divendres, 11 de maig del 2012

El PP y la represión de los derechos.


Artículo aparecido hoy en "Público".


La deriva autoritaria.
                                                Ramón Cotarelo

El gobierno del PP ha dado suficientes pruebas de un talante estricto, incluso autoritario en el modo de enfrentarse a las manifestaciones públicas que los ciudadanos hacen en ejercicio de sus derechos constitucionales, sean manifestaciones, concentraciones, huelgas o deliberaciones. Asimismo ha manifestado en diversas ocasiones una voluntad de endurecer el tratamiento legislativo de estos actos a fin de castigar con mayor contundencia las conductas que puedan considerarse ilegales a raíz, precisamente, de esos cambios legislativos. La tendencia es a simplificar, a tratar como cuestiones de orden público las manifestaciones de la conflictividad política y social que se da siempre en toda sociedad compleja, sin mayores distingos ni miramientos. Es la vieja idea conservadora de que la paz social solo se consigue mediante una política represiva, sin pararse a pensar si pueden tomarse otras medidas que desactiven los conflictos sin necesidad de abrir la cabeza a la gente.
Esta ya prolongada crisis a la que no se ve final ha sido un cataclismo económico y social. Ha empobrecido al conjunto de la sociedad, ha abocado al paro a una quinta parte de población activa, incide negativamente sobre la estabilidad y la formación de familias, aniquila las expectativas de futuro de la juventud, despoja a sectores enteros de prestaciones que les son vitales, profundiza las desigualdades a extremos clamorosos, etc. Todo ello, no es de extrañar, genera una conciencia colectiva de desánimo, nerviosismo, resistencia, protesta, indignación que es perfectamente comprensible. Las autoridades no pueden ignorar que no es lo mismo policiar una sociedad tranquila, integrada, satisfecha que otra en turbulencia, polarizada y muy tensa.
Los previstos actos de mañana, 12-M, convocados por el movimiento 15-M, se han encontrado en la delegación del gobierno con un muro no ya de falta de comprensión o simpatía, sino de clara dureza y hasta hostilidad. Casi da la impresión de que las restricciones al derecho de manifestación impuestas por Cifuentes sean una especie de provocación para que el 15-M desborde los cauces pacíficos y se pueda justificar la represión para la cual ya se han hecho abundantes y públicas provisiones, con miles de agentes sobre el terreno.
Es absurdo proceder de este modo. Lleva a la confrontación. Pero no hay duda de que es lo que se busca. Así se entiende la afirmación de Aguirre que condena el “tomalaplaza” con el argumento de que se trata de una “privatización” de un espacio público. Debe de ser lo único a cuya privatización se oponga la presidenta de la Comunidad.
Además del derecho de manifestación, en la deriva autoritaria general, el gobierno de la Comunidad restringe o suprime el de libertad de expresión. El cierre de la plataforma que permite emitir a “TeleK” y dos o tres canales críticos más es un atentado también contra el derecho a la información y a la pluralidad informativa. Lo que la derecha quiere son canales como Telemadrid, literalmente al servicio del gobierno autonómico y de su partido con el dinero de todos los contribuyentes. Esta situación, por cierto, no tiene nada que ver con el liberalismo.
Por todos estos motivos, entre otros, es necesario que publico.es sobreviva y se estabilice como plataforma de un pensamiento y una información críticos. Solo la pluralidad de fuentes garantiza la libertad de elección del público que, como los liberales de verdad saben bien, es el requisito de la libertad a secas.

dimarts, 1 de maig del 2012

Periodismo y democracia.

Los periodistas han convocado concentraciones en toda España el día tres de mayo en defensa de su profesión, de sus condiciones laborales, de su estatus y sus derechos. Más o menos como todo el mundo en los tiempos que corren. Pero los periodistas han querido singularizarse, como puedan haber hecho l@s profesor@s, l@s funcionari@s o los gays. No hay constancia de que hayan sido objeto de alguna medida contraria especial como puedan haberlo sido los otros. Pero los periodistas compensan esta aparente falta de motivación sublimando su importancia y sosteniendo que el periodismo es un puntal básico de la democracia. Lo cual es cierto pero quizá no en los términos estrictos en que los periodistas lo plantean.
La Asociación de la Prensa de Madrid ha hecho público un decálogo de reivindicaciones que dan contenido a las concentraciones convocadas. Esto del decálogo ya revela cierta proclividad mosaica, que no es moco de pavo pero, si lo leemos con atención, veremos que, además, contiene enunciados de muy diversa naturaleza, alcance y admisibilidad. Todos los que se refieren a un ejercicio digno de una actividad laboral jurídicamente protegida y dignamente retribuida son aceptables sin más. Aunque no sin dos matices. En primer lugar, la actividad periodística, con su fuerte carga intelectual e ideológica, se ejerce en el marco de empresas privadas a las que el Estado y mucho menos la corporación periodística no puede obligar más allá de la legislación vigente. En segundo lugar, la llamada "profesión periodística" es un concepto tan indeterminado que requiere reflexión. Periodistas son el redactor que solo escribe crónicas de tribunales y el figura que únicamente firma columnas de opinión. ¿Son iguales?  Formalmente sí, materialmente no, y eso en la materialidad más material de las materialidades, en el dinero que cobran. Da la impresión de que la "profesión periodística" tiene un amplia base de mileuristas o nimileuristas y una reducida cúpula o cogollo con retribuciones fantásticas, superiores a las de los alcaldes. Una colectividad con una de las brechas salariales probablemente más profundas.
Pero hay más. Una de las reivindicaciones es la lucha contra el intrusismo, cuestión que se da por averiguada y, sin embargo, a poco que se la examine no es aceptable sin más. Porque ¿qué se entiende por intrusismo en la profesión periodística? Si lo que se dice es que nadie pueda ocupar un puesto en la redacción de un medio con una tarea concreta sin tener la titulación y facultación oportunas, el asunto es dudoso pero puede aceptarse por mor de la concordia. Si lo que se dice es que, para publicar artículos en los periódicos (esporádicos o permanentes), para hablar por la radio o aparecer en la tele, por ejemplo en debates y tertulias, hace falta dicha titulación el asunto es irrisorio. Viene a ser como si los licenciados en Bellas Artes dijeran que nadie que no tenga su titulación puede pintar o componer música; como si los filósofos sostuvieran que no cabe filosofar sino se es licenciado en filosofía; como si los politólogos reclamaran titulación correspondiente para ser diputado. Por intrusismo se entiende aquí que, quienes tienen algo que decir o comunicar acceden a los medios de comunicación con independencia de su titulación. Por ello, se dice, hay que impedir ese acceso de modo coactivo. Esto no es más que un ataque a la libertad de expresión, justificado en una hipotética e inadmisible competencia ténica. ¿O es que los periodistas (que ya se consideran con evidente hipérbole "garantes" del derecho de la gente a la información) creen que la libertad de expresión empieza y acaba en ellos? ¿O que los demás pueden expresarse pero solo si lo hacen a través de ellos?
Este asunto del "intrusismo" tiene un reverso (que siempre va con él) todavía peor y mucho más dañino, en concreto, el corporativismo. Dada su tradición fascista, nadie se atreve a reivindicarlo claramente pero es evidente que se practica de modo implícito, sin decirlo. Es como cuando las compañías pactan los precios, siempre en detrimento del cliente, como ya vaticinó A. Smith. Aquí se pactan las contrataciones pero se hace mediante gentlemen agreements corporativistas. Una ojeada a todos los programas de debates y tertulias de política en  radios y televisiones permite ver que el predominio de periodistas es abrumador, superior al 90 por ciento, como si el resto de la sociedad no tuviera nada que decir o no interesara que lo dijera. Las comparecencias audiovisuales se complementan luego con el reparto de columnas en los medios escritos. Hay periodistas que trabajan para media docena de programas y medios, repitiendo lo mismo en todos ellos que, además, es pura opinión, sin información. Esta claro que la práctica corporativista va en detrimento de los intereses de la clientela que seguramente consisten en acceder a debates y tertulias de mayor nivel que el que ofrece la mayoría. Sobre todo teniendo en cuenta que muchos de esos periodistas astros tienen una adscripción partidista tan evidente que, en realidad, son políticos en los medios o, como se decía antaño, los "intelectuales orgánicos" de los partidos de la sociedad del espectáculo y lacomunicación.
Es curioso, además, que los corporativistas, a su vez, practiquen sistemáticamente el intrusismo.Por ejemplo, leo que muchos periodistas se autotitulan analistas políticos. Dentro de la mentalidad corporativista, la pregunta obligada es si quienes se llaman tal cosa están facultados para ello, si tienen una titulación específica o se han apropiado sin más del nombre.
En fin, no me preocuparía mucho. Internet está dejando ya muy atrás estas cuestiones. En el ciberespacio la información es universal, libre, gratuita. ¡Ah! se dice, pero el trabajo del periodista consiste en "procesar" esa información. Este anglicismo de "procesar" es muy cómodo porque no se sabe qué quiere decir; si se traduce al castellano, de lo que se trata es de interpretar la información y ahí encuentra el periodista una competencia ilimitada. Pretender limitarla no es de recibo. Así que hay que sobrevivir tratando de ser los mejores en un mercado libre, no intervenido ni controlado por corporaciones, alianzas, asociaciones, gremios o mafias.
Viene aquí al caso el intento de muchos medios de reconstruir su negocio imponiendo suscripciones a los productos digitales. Puede que funcione, hasta cierto punto, y no es seguro. Lo que los diarios venden es el tiempo de la información (ser los primeros), pero eso ya carece de valor. Entre el primero y el segundo en dar una información median segundos. Resulta entonces que lo que se pretende vender es la interpretación pero en esto la red es la mar océana y los internautas, cada vez más avezados, navegan los siete mares.
(La imagen es una foto de DonkeyHotey, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 27 d’abril del 2012

El periodismo en el ciberespacio.

Hace años que los augurios para la prensa de papel son muy negros. Y no solo para la prensa, para todo el papel impreso, los libros, las postales, las felicitaciones, las cartas. Con el paso del tiempo los augurios se han confirmado y ennegrecido. No está lejos el momento en el que la gente mire el papel impreso como miramos hoy los pergaminos, con una mezcla de ternura e incredulidad. Como siempre que cunde la zozobra y el temor, se multiplican las reuniones, los seminarios, las jornadas, los actos colectivos para intercambiar opiniones y ver si se esbozan ideas nuevas que permitan la supervivencia (ya que no un nuevo amanecer) en condiciones muy adversas. Pero las ideas nuevas en defensa de lo caduco son tan difíciles de encontrar como la aguja en el consabido pajar.
Ayer se produjo uno de estos eventos en Madrid, convocado por una asociación internacional de estudio sobre medios, el Paley Center for Media en colaboración con PRISA, con el fin de dar el enésimo repaso a la situación y a la forma de hacer frente a la invasión digital. Relevantes personalidades de la prensa escrita llegaron a la conclusión de que esta solo podía sobrevivir en el ciberespacio comprometiéndose a producir un periodismo de calidad. Pero ¿qué quiere decir "periodismo de calidad"? Sin duda no se refiere a cuestiones técnicas o tecnológicas sino al contenido intelectual de la actividad. El fondo del razonamiento es sencillo pues viene a reformular la diferencia entre el aficionado y el profesional. Frente al "ciudadano reportero", la superioridad del que lo hace profesionalmente. Pero esto no es tan fácil. Por ejemplo, en nuestro país pasan por periodismo, incluso por periodismo de calidad y de referencia, productos muy diversos que van desde la prensa seria a manifestaciones más o menos acabadas de prensa amarillista o tendenciosa, pasando por algún que otro caso de periodismo basura, sin que parezca haber un criterio generalmente compartido de discernimiento.
La otra variante del mismo argumento es que los periodistas son precisos para aquilatar el torbellino de la información que circula por las redes sociales, pero eso es absurdo porque, en primer lugar, no puede hacerse en términos prácticos y, en segundo, aunque se pudiera, convendrá aquilatar antes al periodista que ha de aquilatar esa realidad digital en efervescencia. A cualquiera se le ocurre ahora mismo media docena de nombres de periodistas de renombre, de esos que tienen hoy posibilidades de encaramarse a la presidencia de RTVE y que no son otra cosa que comisarios políticos de la derecha y que, en realidad, son empleados orgánicos de esta como puedan serlo la mucama o el chófer.
En realidad estos argumentos parten de una confusión que los invalida. Confunden supervivencia de la prensa con supervivencia de la prensa de papel, lo que implica un error de visión grave. Toda la prensa de papel tiene ediciones digitales y, si se hubiera descubierto un procedimiento de hacer rentable un periódico online, algunas cabeceras hubieran cerrado ya la edición de papel. Y por debajo de las palabras están los hechos. Supongo que más de uno pensó ayer que tenía gracia cómo los mandarines de El País peroraban en la jornadas internacionales mientras los trabajadores de la empresa se les agitaban porque hay en ciernes un ERE muy nutrido, despidos y otras medidas para tratar de mantener a flote el diario. Lo mismo está sucediendo con El Mundo, otro generador de pérdidas. Es posible que otros sigan el sendero que inició Público hace unos meses. La prensa escrita como empresa no funciona y cada vez funcionará menos a medida que la publicidad siga migrando hacia la prensa digital. Los periodistas, como todos los profesionales, tienen que reinventarse en una situación que lo exige de inmediato, tendrán que adaptarse a un entorno solo digital y tendrán que aprender a hacer rentables productos en el ciberespacio en dura competencia con consumidores que también son periodistas por la misma razón por la que Gramsci partía de la idea de que todos somos filósofos porque todos tenemos una concepción de la vida. Luego, la filosofía sistemática era otra cosa. Lo mismo puede estar pasando con el periodismo, que quizá sea otra cosa distinta incluso de lo que se empeñan en hacer los profesionales.

(La imagen es una foto de TORLEY, bajo licencia de Creative Commons).