Cuando llegue a tierra, Palinuro piensa hacerse comentarista de portadas. Según él, es una profesión con mucho futuro.
- "Y tanto", dice mi otro yo, "¿no te das cuenta de que la portada es lo primero que capta el ojo, la primera impresión?
- "Y muchas veces la última".
- "Exacto. Por eso las portadas son un arte, una techné, algo que hay que cuidar mucho porque lleva carga de profundidad. Luego, cuando los lectores, o sea, los que sigan leyendo, vayan a los relatos, ya irán predispuestos y distraídos porque se perderán con la publicidad, otras noticias, etc. La batalla se gana o se pierde en la portada".
- "¡Cuanto sabes, Pali!", me rindo a la evidencia."Por eso es preciso interpretarlas."
- "Bien deducido, ojo de águila. A ver, toma esta de El País. ¿Qué ves?"
- "Lo mismo que tú, imagino".
- "¿No te parece que traduce una indecisión del portadista? Hay un juego diabólico entre la imagen y el texto. La imagen que, en principio, domina, exhala fuerza, triunfo, plenitud, belleza. El texto augura flaqueza, derrota, apocamiento, sordidez. ¿Con qué nos quedamos? El portadista nos pasa la patata y que cada cual decida entre:
- Voz primera: en las más negras horas de la nación esta encuentra bálsamo con la victoria de la hija de la Patria.
- Voz segunda: el gran triunfo de Belmonte está ensombrecido por la lamentable situación de su país y el negro futuro que espera al deporte.
- "Y tú, Pali, ¿qué dices?"
- "Para mí domina el texto, porque afecta a la nación, pero eso no quiere decir que no valore la hazaña de Belmonte. Tengo mis opiniones".
- "Suéltalas".
- "Pues verás, hombre de Dios, esa foto es una maravilla porque retrata la maravilla de la juventud, la fuerza, el triunfo y sobre todo, la sinceridad. Nada en ese rostro avisa doblez, al contrario, todo en él irradia verdad, realidad. Estoy aquí, soy yo, lo he conseguido; y esta plata es de ley. Por cierto, envío afusiva felicitación a la nadadora catalana".
- "Siempre has sido bien educado, Pali".
- "Vale. Vamos al texto. Pasaré por alto todas las negras connotaciones de más recortes, más ajustes, más reducciones y más mentiras. Pero me quedaré con una que quintaesencia el estilo de Rajoy. Al tanto: ¿cómo otro rescate cuando según el gobierno no ha habido ni uno? No es un asunto menor, pero tampoco esencial en mi razonamiento. Como es una cuestión de nombre y no de hecho, no es un dato; pues todo depende de lo que se llame rescate, carece de mayor interés. Yo lo llamo rescate; usted puede llamarlo filifurcio. Y al revés. Hay algo peor en ese texto, más dañino y, como siempre, acecha en la letra pequeña. Ahí se dice que Rajoy tomará una decisión (si pedir o no pedir el rescate) cuando conozca las condiciones anejas a este segundo rescate/filifurcio. Razonable, ¿verdad? Sin embargo todo el mundo recuerda a Rajoy en sede parlamentaria, al presentar sus medidas restrictivas, abominando de ellas; no le gustaban, las detestaba, pero no quedaba más remedio, no había alternativa, no tenía otra opción. Pero sí parece tenerla pues, en caso contrario, carece de sentido reservarse el derecho a tomar una u otra decisión según la información de que se disponga, lo cual, por cierto, es una perogrullada. Ese texto es lo contrario de la foto porque no es un ser, sino un parecer, un simular que se está en condiciones de imponer condiciones cuando no es cierto".
- "Está bien la interpretación", dije, "pero tampoco has inventado gran cosa. El ser y el parecer son la realidad y la ficción".
- "Cierto, no pretendo nada más. Es una modesta interpretación pero puede descubrir si la ficción es de buena o de mala fe, si es creación o es mentira, entendiendo por tal simplemente pensar y hacer lo contrario de lo que se dice".