dissabte, 4 d’agost del 2012

El letargo del PSOE.


Un buen artículo de Odón Elorza en El País de hoy, titulado La regeneración y el reencuentro con la política formula lo que mucha gente piensa y también buena parte de la militancia del PSOE, aunque entre esta se dice con menor frecuencia a causa de los interesess creados, las alianzas de unos y otros y la necesidad de no significarse mucho en actitudes y juicios que puedan molestar a la dirigencia actual. Elorza, como alguna otra personalidad socialista de equiparable peso, no tiene por qué temer represalias, pero no es un caso generalizable. Entre los militantes, los simpatizantes y los votantes sigue reinando un ánimo de decepción y frustración muy similar al que imperaba en noviembre del año pasado. No lo digo yo, lo dicen todos los sondeos. A ocho meses de la más estrepitosa derrota del PSOE en los últimos 35 años, el partido no levanta cabeza. Al contrario, cada vez aparece más marcado por esa injusta equiparación que se le adjudicó con el PP de "PSOE y PP,. la misma mierda es", una igualdad que, si era difícil de refutar cuando se estaba en el gobierno aplicando políticas neoliberales, resulta absurdo que se padezca también en la oposición, cuando es más facil diferenciarse.
La dirigencia actual aparece ahora cómodamente instalada en una situación de inactividad casi abstencionista en la que no solamente no se ha acometido nada de lo que Elorza considera imprescindible para el propósito regeneracionista (singularmente la autocrítica de los errores del pasado) y no se han cambiado los rostros ni los mensajes sino que tampoco se hace oposición al gobierno más despótico, más tiránico, más antipopular e injusto que ha tenido España desde los tiempos de Franco. 
Sin duda, el PSOE recurre medidas arbitrarias del gobierno y se opone a ellas en el parlamento, aunque con escaso éxito pues, con su mayoría absoluta, el gobierno ignora la cámara. Es decir, hace una oposición democrática, civilizada, normal. Pero no son tiempos de normalidad. La brutalidad y el radicalismo con los que el PP está imponiendo su programa máximo prueban que ha entendido la oportunidad del momento y no va a desaprovecharla. Igual que de un manotazo se ha cargado todo el ordenamiento jurídico laboral para dar a los empresarios lo que pedían; igual que ha destruido el endeble equilibrio conseguido por el PSOE para una RTVE objetiva y de calidad y la ha convertido en una cuadra de sicarios y esbirros del partido; igual que deja a los niños sin escuelas y a los enfermos sin hospitales, trata el parlamento como si estuviera de adorno. 
No es cosa de que el PSOE se reduzca a la oposición extraparlamentaria para iniciar un proceso revolucionario, pero sí de que no puede seguir ignorando la cada vez más articulada y poderosa reacción de la calle ante las agresiones de un gobierno neofranquista y solo así conseguirá diferenciarse de su adversario ante los ojos de la gente.
Tampoco se trata de que Rubalcaba deje de sentar plaza de prudente ofreciendo cada día pactos y acuerdos al gobierno que este suele ignorar despreciativamente. Pero sí de que la política del PSOE no puede quedar reducida a ese espíritu de colaboración tan fácil de interpretar mal. Tiene que ejercerse continuamente, ser contraria a la del PP y difundirse por todas las vías para que la gente tenga conciencia de ella. En este terreno, en el de la formulación de una alternativa socialdemócratsa clara a las mentiras e injusticias del PP es en donde el PSOE tiene que empezar a ganar las próximas elecciones.
Por supuesto, no se trata de improvisar un programa en veinticuatro horas cuando no se ha hecho en ocho meses. Pero sí de empezar con la tarea, que no es fácil. Los últimos veinticinco años han sido de hegemonía neoliberal en Occidente a la que la socialdemocracia, por comodidad o carencia de ideas, se ha ido plegando hasta que ha llegado el momento de una crisis como la actual y el socialismo democrático se ha encontrado con que no tenía construcción  teórica propia válida y ha tenido que abordar aquella con las categorías intelectuales de su adversario. Y eso es lo que hay que empezar a cambiar. 
Si se admiten acríticamente los postulados filosóficos y antropológicos de la derecha en cuanto a la relación individuo-colectividad, los derechos fundamentales, la democracia, la relación entre el Estado y el mercado, el binomio libertad-igualdad, el valor de la personalidad, la solidaridad, la autoayuda etc, es claro que, llegado el momento, el PSOE no tendrá perspectiva sujficiente para presentar sus propias medidas concretas y tendrá que valerse de las de la derecha. Y ahí está el desastre.
Parece mentira que esto no se haya hecho ya, no digo en España sino en Europa a la vista del pavoroso fracaso del neolioberalismo, incapaz de resolver la crisis que él mismo ha creado y de frenar la degradación de nuestras sociedades a niveles de miseria. Por eso no valen ya las excusas y la socialdemocracia -el PSOE el primero, pues dispone de tiempo  libre en abundancia- tiene que revisar sus postulados doctrinales fundamentales, proponer una hipótesis explicativa del funcionamiento de las sociedades capitalistas con sus crisis, dibujar un orden justo, humano, libre al que orientarse estratégicamente y hacerlo de modo tal que pueda recuperar la hegemonia ideológica, perdida en favor de un pensamiento francamente pobre, elemental y falso, el neoliberalismo, una ideología en el sentido más mistificador del término.
Esa es la tarea.