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Ahora ya está claro, ¿verdad? De superioridad ética, nada; de tolerancia, menos. De comprensión y comportamiento decente con l@s trabajador@s, menos que nada. El ERE del diario ha puesto ya en evidencia a los ojos de todo el mundo de qué pasta está hecho el personaje y qué juicio merece su gestión. Tras haber llevado Prisa -la empresa de Polanco- a la ruina por su incompetencia, aplica la vía más dura, inhumana de la reforma laboral para expulsar asalariad@s y aduce además razones (están "viej@s"; son muy "car@s") inmorales para dichas por un menda que tiene 64 años y se lleva a casa un millón de euros mensuales. Un millón de euros mensuales en una empresa prácticamente en quiebra. Debe de ser el mayor ejemplo de falta de principios éticos de los últimos años; la mayor vergüenza; o, mejor, la mayor desvergüenza.
Lo siento por tod@s aquell@s que, de buena fe, tenían El País por un referente de comportamiento humano, ético, democrático, progresista, tolerante. Bien claro ha quedado ya: la misma ñorda de las empresas capitalistas de siempre bajo el mando de un incompetente movido por la ciega codicia y que hace pagar a l@s trabajador@s las consecuencias de los desastres que organiza.
Pero, ¿qué esperaban? Todo en el personaje era impostura: no solamente no era buen gestor (como es hoy patente) sino que tampoco era progresista ni nada de lo que decía ser. Sin duda es académico; pero no por sus méritos reales, pues no tiene ninguno, sino por su capacidad para la intriga. Igualmente está a la vista su bajísimo nivel como escritor, articulista, ensayista y novelista. Basta con hojear sus insufribles productos. Pero parecía otra cosa porque, dado el poder de que disfrutaba vicariamente, casi nadie se atrevía a decir lo que hoy tod@s ven con meridiana claridad. No solo no se atrevía nadie sino que todo el mundo le bailaba el agua, hablaba maravillas de su inexistente talento y hasta le hacían críticas aduladoras y sonrojantes a sus escritos, críticas compradas al miedo y que hoy pudren las páginas de El País. ¿Acaso no se rodó una plúmbea película con ayudas oficiales sobre la novela que perpetró, La rusa? Y así todo. Así pasó por ser alguien intelectualmente quien, sin ser nadie, prosperó a la sombra de una empresa que otro puso en marcha con su esfuerzo, solo para hundirla en lo económico y dejarla al descubierto como un lamentable embuste. El último de la transición.
Toda la solidaridad de Palinuro con la redacción. Ninguna con el manojo de mediocres que ha medrado a la sombra de un hombre capaz de decir que un millón de euros de una empresa que está en la práctica ruina es "un sueldo dentro del mercado"; mediocres que tampoco se atreven a revelar en público en las asambleas de trabajador@s a l@s que van a despedir y rebajar el sueldo, a cuánto alcanzan los suyos.
(La imagen es una foto de micora , bajo licencia Creative Commons).