dimecres, 16 de gener del 2019

Si la montaña no viene a Mahoma...

Vaya con estos infieles catalanes. Infieles han de ser, y pecadores/as contra la Santísima Trinidad pues, como se sabe, el cardenal Cañizares ha declarado que la unidad de España es obra del Espíritu Santo. No es un terreno propicio para negociación alguna. Te descuidas y te salen con que ya Cristo arrojó a los mercaderes del templo. Y ya se sabe quiénes son los mercaderes aquí.

A pesar de todo, véase a los dos consellers catalanes erre que erre en el AVE a Madrid, a condicionar los PGE a la aceptación de una mesa de diálogo como la que propone el fugado Puigdemont. Es un viaje contra el tiempo, porque, ya antes de abordar el tren, el gobierno ha contestado negando la petición por boca de la ministra de Hacienda, Montero, que rechaza de plano la mesa de negociación. Una respuesta asaz veloz, más rápida que la pregunta, como en el cuento chino del tigre más rápido que sus rayas. 

Aun así, los dos dirigentes se verán con la vicepresidenta del gobierno, a escuchar la anunciada negativa de su boca. Y se volverán a casa con otro "no" a negociar un asunto que importa sobremanera a los catalanes, por el cual tienen presos y presas políticos en las cárceles, exiliados y exiliadas, represaliados de toda forma y condición.

Los indepes están empeñados en hacer normal una situación de hecho que se da de dos poderes en Catalunya. Algo muy difícil porque la parte española niega toda base de legitimidad a la pretensión de la catalana de igualdad de trato. 

El problema es que esa negativa solo puede mantenerse mediante la forma extrema de poder, que es la violencia. Y la violencia no es la solución. Ni siquiera la violencia institucional. Las cárceles no están para encerrar a ciudadanos y ciudadanas por sus opiniones políticas.