dilluns, 24 de novembre del 2008

Propaganda comunista.

Siendo yo un chaval, pues tendría unos diecisiete años, y como en casa había acceso a todos los libros prohibidos durante el franquismo, leí el de Constancia de la Mora Doble Esplendor que me causó grandísima impresión. Era una especie de autobiografía muy bien escrita de la autora, nieta de don Antonio Maura, republicana, que pasó la mayor parte de la guerra civil trabajando en la Secretaría de Prensa extranjera del Gobierno de la República, es decir, en un departamento de censura y propaganda, aunque entonces lo único que yo veía era que se trataba de una mujer de la alta sociedad, muy competente, que hablaba correctamente varias lenguas extranjeras y sabía tratar a los corresponsales extranjeros, cuestión crucial para la imagen exterior de la República. La autora, que había muerto años atrás, en 1950, me era familiar porque mi madre, que tenía sus mismas condiciones, fue colaboradora suya y me había hablado mucho de ella.

En esa edad, los diecisiete años, es fácil que a uno lo impresionen las lecturas pero este libro lo hizo como pocos. Todo en él me parecía extraordinario: la historia de una niña/jovencita de clase alta que hace un matrimonio más o menos convencional con un hombre de derechas pero luego aprovecha la ley de divorcio de la República para separarse y casarse con un republicano, Ignacio Hidalgo de Cisneros (con un pedigree similar al suyo), abraza generosamente la causa de la República, da todo por ella, se enfrenta a su familia, combate hasta el final y, por último pierde la guerra. Al leerlo me parecía estar leyendo la biografía de mi madre, cuya vida había sido hasta entonces idéntica. El libro tiene momentos magníficos sobre todo cuando se habla de las Brigadas Internacionales, y se habla mucho. Recuerdo que uno de los aspectos que más impresionó fue precisamente ése, que pareciera dirigido a un público internacional, que tratara del lugar de la República en el mundo y soslayara las eternas rencillas interpartidistas entre los republicanos que eran aburridas.

Confieso que no me llamó la atención que la autora no dijera en parte alguna que era miembra del Partido Comunista o que lo fuera su marido. Como tampoco que la interpretación general de la guerra y los conflictos en el campo republicano tuvieran la perspectiva comunista. Por aquel entonces no conocía a fondo otra salvo la de los vencedores que no me parecía aceptable en modo alguno.

Volví a leer el libro unos diez años después y ahí ya sí me di cuenta de que era, ante todo, un libro sesgado desde el punto de vista exclusivamente comunista, cosa que me chocó porque por entonces ya sabía que en la guerra había habido mucho conflicto interno en el bando republicano, no era oro todo lo que relucía y los comunistas ya no eran santos de mi especial devoción. Pero seguí estimándolo mucho, como uno de los primeros y más genuinos y conmovedores testimonios de la guerra civil, al tiempo que un documento sociológico-biográfico de gran interés. Y así siguió siendo hasta que hace un par de años leí un trabajo de Wilebaldo Solano en el que se decía que el lugar en el que Andreu Nin fue secuestrado, torturado y probablemente asesinado, era un chalet perteneciente a Constancia de la Mora en Alcalá de Henares. Eso me causó un gran impacto. Ya no podía preguntar a mi madre porque había fallecido, así que hice unas pesquisas y el resultado que obtuve era que Constancia de la Mora y su marido, Ignacio Hidalgo de Cisneros, probablemente estaban al tanto y aprobaban los crímenes de los agentes soviéticos en España y de sus coadyuvantes españoles. Hace poco, el 27 de abril de este año, saqué una reseña de la revista Viento Sur en la que se documenta el trágico destino del revolucionario catalán, en una entrada titulada En Salamanca o en Berlín. Por entonces ya tenía claro que alguien había estado jugando con mi buena fe, mi entusiasmo de la primera juventud. No sabía hasta qué punto.

Este año se ha publicado el libro Soledad Fox Maura (Constancia de la Mora. Esplendor y sombra de una vida española del siglo XX, Biblioteca de Historia, Espuela de Plata, Salamanca, 2008, 367 págs) que es una biografía de nuestra autora hecha al hilo de su propia obra, esto es, una especie de deconstrucción de Doble esplendor. Fox Maura ha hecho un magnífico trabajo historiográfico y ha sacado a luz a un personaje contradictorio, con luces y sombras, sin cargar en exceso sobre las unas o las otras. Pero un trabajo que modula por entero mi visión de Doble esplendor ayudándome a entender por fin un libro que había leído dos veces y que las dos veces me había engañado porque, como demuestra Fox Maura, fue escrito para eso, para engañar.

Fox Maura traza la biografía de Connie (el nombre familiar con que todos la conocían) desde su boda con Germán Manuel Bolín y Bidwell, un faitnéant andaluz, con el que tuvo la única hija que tendría en sus dos matrimonios. Por entonces era Connie una señorita de buena sociedad madrileña. Empieza a hacerse republicana cuando entra en relaciones con Ignacio Hidalgo de Cisneros (cuyas memorias, Cambio de rumbo también son de provechosa lectura si bien no ocultan que son las de un comunista a machamartillo). Según Fox Connie da a entender sin embargo que sus convicciones republicanas eran independientes de su encuentro con Hidalgo de Cisneros (p. 85). En 1936 la nieta de Antonio Maura ingresa en el Partido Comunista de España (PCE) pero de esto no se habla en sus memorias; como tampoco del ingreso simultáneo de su marido. En general Doble esplendor oculta la filiación comunista de casi todos los que lo eran dando a entender que en la guerra civil había fascistas de un lado y republicanos del otro con el añadido de algunos extremistas y provocadores (luego derrotistas, claro es) anarquistas, largocaballeristas o trostystas. Los comunistas no aparecen. De hecho, hasta oculta que el matrimonio Alberti era militante comunista (p. 108). Se habla mucho de la ayuda de la Unión Soviética a la República pero se da a entender que esa ayuda no traía condiciones políticas algunas (p. 97) cuando los soviéticos inundaron de propaganda y agentes la España republicana.

Connie se expresa en todo momento en términos muy duros contra el POUM pero ni ella ni Hidalgo de Cisneros en sus memorias mencionan a Nin (p. 154), lo que ya es raro. Y mucho más que tampoco hagan mención de otro caso de desaparición muy sonado por aquellas fechas y que los afectó de lleno porque conocían a la víctima, José Robles, un español repatriado que trabajaba con todas sus fuerzas a favor de la República y que probablemente, como Nin, fue asesinado por agentes soviéticos con ayuda española (p. 148).

¿Qué significado tiene todo esto? Fox Maura lo aclara: al fin de la guerra, Connie llegó a Nueva York, donde contactó con los gringos partidarios de la República, en especial su amigo Jay Allen, a quien conocía de los tiempos del Departamento de Prensa Extranjera, los veteranos de la Brigada Lincoln y trabó relaciones con los comunistas estadounidenses. En poco tiempo se decidió (quizá fue la propia Connie con sus instinto natural para la propaganda) que, para ayudar a la causa de la República en los EEUU y conseguir que estos se comprometieran a intervenir en España en contra de Franco, debía escribirse un libro que contara la vida de Connie ("aristócrata" desclasada que se alinea con la República) y levantara simpatías con la causa republicana. Pero era un libro para un mercado gringo, por tanto de él debía desaparecer toda referencia al comunismo y eso es lo que explica que Doble esplendor, que se publicó primero en Nueva York en inglés como In Place of Splendor saliera como un canto aséptico a la lucha de una república democrática contra el fascismo, perjudicada por la hipócrita política de no intervención de las potencias democráticas, especialmente los EEUU. Se trataba de crear mala conciencia. El libro fue un éxito; antes del año se habían hecho cinco ediciones; Eleanor Roosevelt, John Dos Passos, Ernest Hemingway lo presentaron o hablaron a su favor y hasta se comenzaron sendas adaptaciones al teatro y al cine que luego no se hicieron. Por supuesto hubo gente que supo ver de qué se trataba y denunció el caso. Así Leigh White que había estado en España en 1937 escribió una crítica en The Nation en la que acusaba a Connie de haber escrito un libro de propaganda comunista mal disimulada (p. 208). Pero esas voces quedaron anegadas en el general clamor laudatorio.

Sin embargo Doble esplendor es, a todos los efectos, exactamente eso: una pieza maestra de propaganda comunista en los EEUU para estómagos gringos. Soledad Fox afirma en esta obra que no fue Connie quien escribió el libro, sino que se limitó a relatar su vida a la escritora y periodista Ruth McKenney, también miembra del Partido Comunista, pero con mucho más oficio de escribir que la española, que fue quien redactó el texto, razón por la cual éste fue un éxito.

Prueba concluyente y definitiva de ello Fox no tiene, pero acumula tal cantidad de datos y pruebas colaterales que es imposible negar el hecho. Al presentar la obra como de la exclusiva autoría de Connie, el efecto que se perseguía aumentaba. "Sin duda", dice Fox, "al encubrir la participación de McKinney, no sólo fue objeto de mayor estima personal, sino que el mensaje de su libro resultó más eficaz al ser percibido como auténtico" (p. 193). ¿Auténtico? "El lector americano de In Place of Splendor (Doble esplendor) aceptó con entusiasmo que esta culta española admirara su idioma y lo hablara como una nativa" (p. 191).

Pero esto no era cierto. Para probarlo, Fox cita el siguiente párrafo del original: "none of the good correspondents suffered from Richard Harding Davis overtones. Now and then some new agency man-sent, as is the wont of news agencies, direct from the police beat in Hoboken, fancied himself a Knight of the Typewriter" y añade "Esto no está escrito por Constancia de la Mora, ni son éstas sus palabras retocadas por un editor de Harcourt, Brace & Co. Éstas son las palabras de una brusca neoyorquino (sic), como Ruth McKenney" (p. 190). No tengo la menor duda. Sobre todo, cuando se sabe que, con el éxito de In Place of Splendor, llegó el prestigio, la popularidad, el dinero, la invitaciones a conferencias y Connie acabó creyendo que era una escritora. Fox cuenta cómo, ya desde su exilio en México, se embarcó en la tarea de publicar otro libro en los EEUU sobre España cuyo original le fue rechazado por la editorial a causa de que su texto no era editable ni en el sentido inglés del término.

Fox acumula más pruebas: aporta conversaciones y textos escritos de Connie en los que reconoce una mayor o menor extensión de la autoría de McKenney. Si no hizo la confesión completa y pública fue, según da a entender Fox Maura, por vanidad y negra honrilla. ¿Y por qué no dijo nada la propia Ruth McKenney? Al fin y al cabo de todos los libros que escribió fue el más famoso y de que lo escribió ella no dudó jamás porque Fox cita una carta a su hija (de McKenney) en la que relata los libros que ha publicado e incluye In Place of Splendor. ¿Por qué no dijo nada? Aquí no cabe vanidad para el silencio y Fox no tiene respuesta. Yo aventuro una: el libro fue un plan del partido comunista para colocar en el mercado gringo una pieza de propaganda eficaz, McKenney y Connie eran las dos comunistas, por lo tanto, obedientes a lo que el "Partido" dijera. El Partido decía que había que mover la simpatía estadounidense en favor de la República ocultando la influencia comunista en ella. Y la pieza tenía que ser convincente. Que el éxito de tu propaganda se mida en que nadie sepa lo que has hecho habla mucho sobre la estructura moral de los comunistas pero eso sería materia para otro post. El caso es que McKenney y Connie se sacrificaban por "la causa" aunque cada una de forma distinta.

El libro de Fox Maura sigue los pasos de Connie cuando ésta se traslada a vivir a México, concretamente a Cuernavaca. En esa última parte de su existencia, aunque la española trataba de seguir silenciando su condición política (entre otras cosas para mantener la amistad con Eleanor Roosevelt, que tan útil le era), trabajó como agente comunista directamente al servició soviético como colaboradora del embajador ruso en México. Prácticamente todos sus conocimientos y amistades no comunistas habían ido dándose cuenta de la situación y rompiendo con ella. Fox incluye una carta de Juan Ramón Jiménez sobre Doble esplendor que no deja lugar a dudas (p. 108) y sostiene que los recuerdos de Burnet Bolloten, Fischer, Barea o Prieto coinciden en que era demasiado partidista e intransigente (p. 133). Acabó rompiendo con su amigo Jay Allen y con Mrs. Roosevelt. Pero ella siguió fiel a sus ideales comunistas. En 1944 publicó un artículo en Soviet Russia Today, llamado Young Spain in the USRR de clarísima propaganda, hablando de lo magníficamente que estaban allí los niños españoles refugiados (p. 277). En el caso de su hija Luli, que había ido en 1937 y no salió para México hasta 1945, es posible, aunque dudoso. Lo digo porque, una vez llegada a México, se casó y nunca más volvió a pisar la Unión Sovietica. La última en darse cuenta con disgusto de la condición comunista de Connie fue su amiga Mary Wallner O'Brien, una millonaria gringa, vecina suya en Cuernavaca y con quien estaba viajando cuando se produjo el accidente de carretera que costó la vida a Connie con cuarenta y cuatro años. Mary O'Brien dejó un manuscrito, Adiós, Connie, depositado en la Universidad de Nueva York y que ha sido muy útil a la autora para ilustrar los últimos tiempos de la vida de Constancia de la Mora Maura.

Ahora me explico por qué me gusta tanto Doble esplendor, que he empezado a leer por tercera vez, ésta en el original inglés de su verdadera autora, Ruth McKenney: porque está muy bien escrito. Es una pieza de propaganda comunista perfectamente unilateral pero con muy buen estilo. Igual que el Acorazado Potemkin es una desvergonzada pieza de propaganda comunista pero también una película extraordinaria o, por irnos al otro lado, Nacimiento de una nación es una pieza de propaganda racista y del Ku-Klux-Klan y una obra de arte.

No guardo rencor a Constancia de la Mora por haberme engañado (y, conmigo, a muchos más); al fin y al cabo, la primera víctima de aquel complot comunista fue ella misma que hubo de fingir ser capaz de escribir lo que no era capaz de escribir, cosa que acabó arruinando su existencia. Por supuesto, queda por averiguar cuánto sabía Connie de los asesinatos comunistas, los casos de Nin, Robles, etc. Fox Maura duda de que ella e Hidalgo de Cisneros no estuvieran al tanto, pero no dice más. Por eso queda por averiguar pues no es asunto menor ni mucho menos.

Descanse en paz Constancia de la Mora Maura.

diumenge, 23 de novembre del 2008

Sigue el pillaje de la derecha.

Tengo dicho que la política de privatizaciones es una política de pillaje y expolio de los bienes del común con la finalidad de favorecer a los intereses privados del capital. No es corrupción en el sentido jurídico, sino moral. Así como la izquierda (sobre todo los sociatas de los últimos gobiernos del señor González) metía la mano en la caja, la derecha prefiere regalar la caja entera para que la empresa privada meta la mano en ella cuando quiera legalmente. Un despojo a la comunidad de los bienes públicos, del común (que según viejo refrán de la tierra de mis antepasados es de ningún) sufragados con el dinero de todos en beneficio de los amigos de los gobernantes. Esto la señora Aguirre lo borda: aparte de querer aterrizar en Cajamadrid como si fuera un predio, según cuenta El plural, también pretende privatizar (es decir, expoliar a la comunidad) el suministro de agua de la Comunidad de Madrid. Teniendo en cuenta que ya tiene muy avanzada la privatización de la sanidad pública, puede decirse que los planes de pillaje de este grupo de privateers neoliberales van a pedir de bolsillo.

La izquierda debiera dar una batalla enconada porque el gobierno de la señora Aguirre es un ataque sistemático al Estado del bienestar y porque está jurídicamente ganada. La derecha puede privatizar (como la izquierda, en su caso) empresas públicas mercantiles; pero no puede privatizar servicios públicos que atienden a derechos de los ciudadanos. En el caso del suministro de agua, la Ley de bases de Régimen Local en su artículo 25, 2, L) concede al municipio competencia en "suministro de agua y alumbrado público" (amén de otros servicios) por lo que el abastecimiento de agua es un derecho de los ciudadanos que no puede caer en manos privadas que no lo garantizan. Así que ya puede el señor Ruiz Gallardón impugnar la Ley de Presupuestos de la CA de Madrid.

Lo mismo sucede con la privatización de la sanidad, que es un ataque directo a la Constitución cuyo artículo 43, 2 dice que: Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios, de modo que las medidas de la señora Aguirre de privatización de la sanidad son inconstitucionales y hay que impugnarlas. Luego se verá si el órgano correpondiente las anula sin más (como debiera) o los aprovechados neoliberales encuentran alguna argucia, como distinguir entre "propiedad pública" y "gestión privada" para saquear las arcas públicas.

Insisto en que son las formas de corrupción de la derecha, más sutiles que las de la izquierda pero mucho más dañinas por cuanto aquellas pueden ser delitos instantáneos pero éstas generan situaciones de hecho, continuadas en el tiempo que permiten y provocan injusticias y latrocinios patentes. Un ejemplo cualquiera de los muchos que cabe poner: el gobierno (central o autonómico) neoliberal privatiza un servicio público (por ejemplo, suministro de agua o recogida de basuras), es decir, priva al conjunto de los ciudadanos de un capital y se lo entrega a una empresa privada poniendo a su frente, como hizo el señor Aznar con la Telefónica, a algún amigo o cliente. Luego no es infrecuente que la empresa privada agradezca el favor empleando en suculentos cargos con gruesos emolumentos a quienes participaron antes en la tarea de privatización. ¿En dónde está empleado hoy día el señor Zaplana?

Hay que parar este asalto sistemático de los bienes públicos con la excusa de que es gestión más eficiente (o sea, más eficaz y más barata al mismo tiempo) lo que es falso y la prueba es que no han aportado ni una prueba de lo contrario, entre otras cosas porque no existen. Existen las contrarias: hoy día el servicio público de correos funciona cien veces mejor que las empresas de mensajería, las fuerzas de seguridad del Estado son mil veces mejores que todas las empresas de vigilantes jurados, lo que queda de la sanidad pública es un millón de veces mejor que la mejor clínica privada y lo mismo vale para transportes, enseñanza, etc. La Comunidad de Madrid bajo gobierno de estos insaciables neoliberales tiene que parar sus ansias de rapiña antes de que arramblen con todo, dejándola sin patrimonio, recursos ni capital. Claro que a lo mejor es lo que se merecen los madrileños por dar mayoría aboluta a esta columna de aprovechados que van a sus negocios y los de sus amigos.

(La imagen es una foto de Chesi Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XVI).

El paso a dos.


(Viene de la entrada anterior, titulada Vlam).

Vlam me acompañó a la habitación que solía yo ocupar en donde había instalado un ordenador al que enchufó el pen drive y me dejó, deseándome buenas noches y diciéndome que lo que quería que leyera para darle mi opinión lo encontraría como una carpeta titulada "El paso a dos". El estaría más o menos por allí y cuando quisiera, podríamos hablar. Del escrito o de cualquier otra cosa. Parecía risueño, tenía la mirada cálida y acogedora. Le pregunté que si había acceso a la red y me dijo que sí, que jamás se le ocurriría dejarme desconectado porque eso es hoy día lo peor que puede hacerse con alguien. Bueno, de siempre ha sido lo peor. De siempre me parecieron terribles aquellas historias de los tiempos medievales en las que algún pobre infeliz desaparecía en las mazmorras del señor feudal, secular o eclesiástico, y nunca más volvía a saberse de él. Me ponía en su lugar y pensaba cómo se sentiría uno encerrado en una lóbrega mazmorra, sin luz, sin contacto alguno con el exterior. Y eso forzosamente, claro, pues de ser voluntario tiene otro cariz, ya se sabe.

No, no, los fozosos, los desaparecidos de las edades oscuras. Porque siempre ha habido desaparecidos, gentes que ayer estaban ahí y hoy ya no están. La principal causante de las desapariciones repentinas es la muerte, la otra cara de la vida, tan inevitable como ésta e igual de incomprensible si bien la una por el comienzo y la otra por el final. La segunda causa de los desaparecidos son los desaparecedores que nunca escasean en la aventura de la civilización. La diferencia entre los desaparecidos de la Edad Media y el absolutismo y los de hoy es que los de hoy son mucho más numerosos: ya casi no se usan las mazmorras por su escasa rentabilidad. La nuestra es la época postindustrial pero ya desde la industrial podían desaparecer campos enteros de fútbol rebosantes de personas. Desaparecidos y desaparecientes en masa. En mitad de la selva en el Congo. Que esto de la desaparición es a lo que dio respuesta en el siglo XVII el importantísimo derecho, fundamento de todo lo demás que ha venido después, de habeas corpus, esto es, que existes, que estás ahí, que ocupas un espacio, que por lo menos eres un semoviente, que no puedes desvanecerte en el aire como si fueras humo por mucho que sepas que en realidad el aire es el elemento esencial y que puedes irte en él. Pero no que te lleven. No que te aíslen de modo radical, te sellen todo acceso al exterior y en tiempos de internet que son revolucionarios en esto de la comunicación. Le agradecí la atención de dejarme acceso a la red y me dijo que si quería que me subieran algo de comer. Pero eran más de las cinco de la madrugada y no estaría bien molestar a alguien.

En realidad quería dormir así que, apenas se fue Vlam, apagué la luz, me dejé caer sobre la cama y cerré los ojos. Pero no pude conciliar el sueño. ¿Cómo iba a hacerlo con la absurda conversación que acababa de tener con mi amigo el supermillonario? Que además tampoco era tan absurda. Al fin y al cabo en la vida apenas se hace otra cosa que preguntarse por su sentido o fabularlo. La idea que parece se nos viene a todos a la cabeza es la de que somos (al menos uno mismo; que lo sean los demás ya es otra cantinela) producto de otra cabeza, una superior, que nos imagina, nos crea y, luego, nos da órdenes porque vive pendiente de nosotros. Al menos es lo que dice creer muchísima gente que acata dioses aunque sean distintos e impartan órdenes contradictorias. Luego estamos los que no creemos en dioses, pensamos que no hay más vida que ésta y que no tiene sentido alguno salvo el que cada cual quiera darle a su leal saber y entender. Pero hasta nosotros, aun no creyendo en dioses, podemos admitir lo del gran cerebro que me concibe a mí, cuyo personaje soy. Ese gran cerebro puede concebir más "yoes" y es lo que hace. Todos los "yoes" podemos reconocernos genéticamente similares y eso es probablemete cuanto tenemos en común: el hecho de ser producto de otro cerebro que a su vez....

Bueno, eso y la posibilidad de comunicarnos que es lo que hace este mundo algo más vivible. Podemos comunicarnos porque podemos "vernos", cuando menos saber que "estamos ahí", que no desaparecemos, que tenemos cuerpo. Y para que esto se cumpla, tenemos que estar siempre a la vista, como en el panopticon de Bentham, que tanto partido le dio a Foucault. Una prueba más de la ambigüedad de todo lo humano ya que esa "panavisión" que es muestra de represión absoluta para unos, es garantía de seguridad y libertad para otros. Para que la libertad foucaultiana pueda darse a base de escapar al control del poder, de "no ser vistos" debe darse antes la seguridad de que, si queremos, seremos vistos, porque estamos, no hemos desaparecido. Y para estar todos a la vista ha de haber un gran ojo que todo lo vea. Los judíos creen que Dios todo lo ve; y si lo creen los judíos, también los otros dos pueblos del libro. Dios todo lo ve. Que se lo pregunten a David y Betsabé. Para los que no creemos en dioses y por tanto tampoco en Dios, la cosa se traslada al tiempo: el tiempo todo lo revela aunque a veces, cuando lo hace, ya nada importa. Y quienes no creemos ni en el tiempo podemos ir a la imaginación literaria y su archiconocida figura de Gran Hermano. Si será conocida que hasta tiene un programa de televisión que está entre los más vistos, si es que no es el rey del visionado. El Gran Hermano, es el Gran Ojo, que todo lo ve.

Y de pronto abrí los míos porque supe que la lucecita azul del stand by del ordenador que Vlam me dejó sobre la mesa estaba mirándome. Lo hacía fijamente, sin titilar y parecía estar enviándome una orden muy clara. Me senté a la mesa, encendí el trasto y me puse a navegar. Anduve por algún periódico, fui a ver cómo iban las acciones en bolsa, aunque no tengo un solo euro invertido en ese mágico pandemonium de codicia e inteligencia, miré un trailer de una peli, despaché correo electrónico que llevaba atrasado, fui a ver qué interpretaban en radio clásica y, como era algo sinfónico, me puse los auriculares y me quedé enganchado a la música mientras seguía dando tumbos por la red, prolongando el momento en que pinchara en el archivo "El paso a dos" en el pen drive. Hasta me di una vuelta por el blog Palinuro, que es el mío y es donde salen estas crónicas del viaje a ninguna parte, a ver cómo iba ésta. Y no iba mal. Los grabados de Klinger son curiosísimos. Tocaría ahora soltar una teórica sobre "el" o "la" internet, que el ámbito hispanohablante, dando una prueba más de su unidad esencial, no se ha puesto de acuerdo sobre el género de la cosa. Que internet es el nuevo mundo, la nueva dimensión que hay que ir colonizando poco a poco, la nueva tierra de la libertad, el ágora universal de la especie. El gran ojo, la gran plaza pública. Allí donde todos estamos ante todos en pelota picada, como nuestras madres nos parieron. El gran ojo nos ve a todos y no sólo en sentido interior sino en el puro exterior. Traten Vds. de esconderse al ojo de Google. Así, aquella revolución del siglo XVII, empeñada en darnos carta de existencia corporal como individuos que no pueden desaparecer se vio superada con nuestra útima revolución no del "sacerdocio universal de los creyentes" sino como la "corporeidad universal de los creyentes". Lo hemos perfeccionado mucho. Por eso ahora ya casi no hay delitos de secuestro de individuos. Ahora desaparecen colectivos, masas, muchedumbres. Lo cual nos pone nerviosos a todos porque uno nunca sabe de fijo si no lo incluirán en algún grupo en contra de su voluntad y lo tratarán consiguientemente.

Pero por más que dejara vagar mi imaginación y anduviera entretenido en los vericuetos de internet, sabía que aquel archivo estaba esperando por mí y que no podría eludirlo. Que no quería eludirlo. Al fin y al cabo me había desplazado a X*** en busca de algo que no sabía qué era pero que me había impulsado a montar en el tren. Pinché en "mis documentos". El pen drive se llamaba "Confesión" y abría varias carpetas, una de las cuales se titulaba "El paso a dos" que, a su vez, abría una serie de archivos con el título general de Capítulo y luego la numeración. Obviamente los capítulos del libro o la novela o lo que Vlam estuviera escribiendo. Del Capítulo I al XXIV y todos con el mismo color excepto el número V que venía en rojo. Enseguida averigüé porqué: todos los demás ficheros estaban encriptados y pedían contraseña. Sólo el V se abría libremente. Estaba claro que Vlam quería que leyera el capítulo V de su libro, pero ningún otro. El capítulo V se titulaba "Por dónde se empieza". Y me dispuse a leerlo.

(Continuará)

(La imagen es el segundo grabado (Acción de la serie Historia de un guante (1894), Julius Klinger.

dissabte, 22 de novembre del 2008

Por fin, el dream team.

Todos los hipócritas dicen que odian citarse a sí mismos pero que lo hacen porque...ponga aquí el lector la excusa que quiera, pues hay varias pero la cosa suele ser pura vanidad. En mi caso también. Sólo que yo lo confieso. La posibilidad de que el señor Obama llevara de vicepresidenta a la señora Clinton o al revés la traté (cierto que con grados distintos de (in)credulidad) cuando menos en tres entradas en mi cobertura de las primarias estadounidenses, hélas aquí: EEUU: la pugna sigue, Sigue la incertidumbre, Hasta el último momento. Al final parece que efectivamente cuaja el dream team si bien con una estructura diferente: la señora Clinton va de ministra de Asuntos Exteriores ("Secretario de Estado" se llama en los EEUU, como en España antaño cuando se llamaba "ministro de Estado") porque la Vicepresidencia está en manos del señor Biden de quien, por cierto, casi nadie recuerda que también fue candidato a la nominación demócrata al comienzo de las primarias y que llevaba años intentado serlo, veinte en concreto.

¿Es un acierto o no? Mi amigo Félix me envía un artículo del New York Post, un tabloide neoyorquino, titulado DC'S SMALL CHANGE, que empieza felicitando al matrimonio Clinton porque, dice, "parecen haber ganado las elecciones a pesar del resultado oficial del cuatro de noviembre" ya que casi todos los nombramientos de Mr. Obama son de personal de Clinton incluida, según se sabe ya de página del New York Times, la señora Clinton herself. Según este diario el señor Obama está rompiendo su promesa de cambio con la "vieja política" (como diría Ortega) pero, al ser un tabloide estadounidense, termina con una nota de cordura diciendo que es pronto para juzgar y que hay que seguir viendo.

Por supuesto, pero el nombramiento de la señora Clinton es un acierto por toda la banda: interior y exterior. Mr. Obama se rodea de dos excandidatos a la presidencia de los EEUU cuya función en los próximos ocho años será entrevigilarse y entrecontrolarse porque ambas quieren ser presidentes y facilitar el gobierno de Mr. Obama. Well plaid, Oby! Ambos son mucho más peligrosas fuera que dentro y, si todo sale bien, el resto del mundo ganamos administración demócrata por dieciséis años. Dabuten. Serán lo que todos queramos (meapilas, los señores Biden y Obama; wasp la señora Clinton y, de no ser católico, según amable puntualización de anónimo lector, también Mr. Biden; ingenuo al estilo de when the saints go marching in el señor Obama; ex-primera dama la señora Clinton) pero son preferibles a los republicanos de aquí a Lima. Sobre todo a Lima.

(La imagen es una foto de Shaul Hanuka, bajo licencia de Creative Commons).

Perfecto: a la cárcel por ruidoso.

Según puede leerse en El País, "La Audiencia de Barcelona ha condenado a cuatro años y un día de prisión a Gabriel Alejandro Fernández, el propietario del bar 242 de la calle Entença de Barcelona, por los ruidos procedentes de su local, que estuvo funcionando ilegalmente como after hour, por lo que acumuló 32 denuncias de los vecinos".

Perfecto, me parece perfecto y quien lea el artículo completo verá que la Audiencia ha sido muy benigna con un menda que estuvo meses torturando a docena y media familias que no podían dormir y necesitaron asistencia psiquiátrica. No obstante es una buena medida y hay que seguir por ese camino. Nuestro país, un país de energúmenos inciviles e incultos que creen que cuanto más ruido metan más graciosos son, o más hombres, o más guapos o qué se yo, tiene que ir aprendiendo modales y lo que no se aprenda en las escuelas, que se aprenda en la cárcel, que es en donde deben estar todos los imbéciles que arman ruido con desprecio hacia la tranquilidad pública.

Los lectores de Palinuro saben que ésta es cruzada especialísima en este blog como pueden comprobar si van a las etiquetas de la derecha y ven que, con la de hoy, hay once entradas sobre este vicio nacional. Nada: el sujeto ese cuatro años y un día al talego y que se dé con un canto en los dientes. Yo le hubiera mandado al trullo los quince años que pedía el fiscal. Y a ver si cunde el ejemplo y se afina un poco más. Por ejemplo: ¿por qué hay que soportar que todos los bares en Madrid tengan la TV puesta a toda pastilla cuando no la mira nadie? ¿No es de cretinos?

(La imagen es una foto de furiousgeorge81, bajo licencia de Creative Commons).

Caminar sin rumbo (XV)

Vlam

(Viene de una entrada anterior titulada Reencuentro).

Vlam se hizo a un lado y me dejó pasar al vestíbulo del hotel que yo conocía tan bien de años antes; conocimiento que me resultaba útil por cuanto el local apenas había cambiado. Un salón esmirriado con un mostrador de algún material plástico, de esos que parecen sobados enseguida, una lámpara de mesa con tulipa ya muy pasada y un pasillo de moqueta con calvas a la izquierda que llevaba a un ascensor renqueante que parecía un gabinete modernista pero incómodo. Había estado muchas veces allí. Luego supe que Vlam ya no lo ocupaba. Desde que se casó con la mujer que yo conocí y empezó a tener hijos, la familia se había trasladado a algún barrio superlujoso de mansiones de envidia amarillenta pero nunca supe en dónde ni llegué a conocer la casa porque fue por entonces cuando nuestras relaciones sufrieron un brusco corte que, como todos los cortes e interrupciones en el convivir de las gentes, podía entenderse como responsabilidad del uno, del otro, de los dos o de ninguno o incluso, según se mire, de las cuatro instancias a la vez pues el ser humano es un ser milagroso. Es el único milagro que hay sobre la tierra que está empeñado en demostrar que los milagros no existen; o sea, empeñado en demostrar su propia inexistencia. Claro, no todos. Quienes profesan algún tipo de religión creen en milagros, en muchos, pocos, uno solo, pero milagro, o sea algo incomprensible a la razón humana que además barrunta (aunque no lo confiese) que es incapaz de comprenderse racionalmente a sí misma. El caso es que, aunque no conociera la mansión en la que Vlam y su familia habitaban, él, Vlam, se encontraba allí, en el viejo hotel llamado Luz de Oriente y había quedado claro que estaba esperándome o eso me dio a entender, diciendo que era su personaje. El reencuentro después de tantos años prometía y que se produjera en aquel lugar, el vestíbulo un poco raído, parecía lo lógico, lo natural, lo que debía ser entre nosotros pues ¿qué sabía ni quería saber yo de su familia? Mucho mejor en tierra de nadie que era tierra suya. Dejé la mochila en el sofá de la derecha como lo hacía siempre cuando llegaba para una breve estancia y pensé que me preguntaría qué hacía allí, por qué me había presentado de repente, qué quería. Lo daba por hecho y sólo me intrigaba en qué tono lo haría. Podía estar irritado, gratamente sorprendido, perplejo, indeciso, receloso, y eso era lo que trataría de averiguar al escucharlo.

Pero no abrió la boca. Seguía mirándome con un brillo tenue en el fondo de una pupila hosca y oscura. No daba la impresión de estar sorprendido en absoluto lo que, en cambio, me sorprendía a mí. Hasta que me di cuenta de que el que tenía que explicar qué hacía allí, por qué estaba seguro de que lo encontraría sabiendo que vivía en otra parte era yo. Entonces lo miré desconcertado, él me devolvió la mirada con un gesto de complicidad, dando a entender que entendía que hubiera entendido y me recordó que al recibirme me dijo que era (más exactamente, "que eres") mi personaje. ¿Su personaje? ¡Qué cosas ha de oír uno a veces de los demás! Sobre todo de los que son personajes de uno, porque nadie estará creyendo aún que este viaje a ninguna parte vaya teniendo lugar en un territorio distinto del de la más salvaje fantasía. Así que le digo que siempre ha sido un bromista, pero las cosas de la realidad y la existencia hay que tomárselas en serio.

- No voy a ponerte en un aprieto-, me dice Vlam- preguntándote por qué hay que tomarse en serio las cosas de esas dos venerables damas, doña realidad y doña existencia.

Tampoco iba yo a contestar. Hay preguntas necias. ¿Por qué? Me parecía obvio: porque si no te las tomas en serio te aniquilan. Claro que ya veía de inmediato la pregunta siguiente con ecos taoístas: ¿y qué tienes en contra de la aniquilación? Excusado decir que aquí hablaba de aniquilación por aplastamiento y destrucción más que por inmersión en lo sublime nirvanático o cualquier otra ilusión. En lugar de ello soy yo quien le dice a Vlam que él es mi personaje. Y nada lo demuestra mejor que el hecho de que, como yo quiera, lo silencio, le quito el uso de la palabra, hasta lo expulso del relato, como le sucedió a Luzbel por un empeño parecido. No hace falta decir que yo mismo me contesto diciendo que esa es exactamente la situación en que Unamuno pone a su personaje Augusto Pérez en Niebla que se le sube a las barbas al modo pirandelliano. Y hace bien. Y si lo hace don Miguel, yo, lo mismo. Es fascinante este asunto de la creación y la invención, que se puede hablar a muchos niveles. Aunque don Miguel lo mata. Yo no necesito llegar a tanto. Mientras pienso lo anterior miro a Vlam del que sé de muy cierto que no va a pronunciar palabra aunque con la mirada muestre que entiende perfectamente la situación, tanto que me veo obligado a dejarlo hablar porque tengo curiosidad de qué pueda decirse ante una amenaza de silencio, de retirar el uso de la palabra que, como cualquiera comprende en una civilización basada en el logos es como retirar la condición humana. ¿No es la excomunión que la Iglesia aplica en casos especiales, como relapsos, pecadores contra la fe, etc, no es, digo, ex-comunicación, fuera de la comunicación, del habla, vaya?

Toma Vlam la palabra (con mi permiso, no se olvide) para decir que él como personaje, puede salirse del relato...

-Eso será si yo quiero...

-Y aunque no quieras. Es una amenaza que puede cumplirse igual que la de callar al personaje.

- Pero bueno; eso será si yo lo decido.

- Claro, hombre, los dos somos el mismo. Cada uno de nosotros es producto del otro. Sólo que en el caso de que el personaje se vaya del relato el asunto es peor.

- ¿Por qué?

- Evidente, porque se lleva el relato con él. Y te quedas agarrado al lapiz como narrador y pensando cómo pueda ser posible algo así de un modo bastante torpe porque en la literatura todo es posible. Si no, no sería literatura. Por eso, yo acepto ser tu personaje pero tal cosa para mí no es relevante; tu verás lo que haces. Lo relevante es que tú también eres personaje mío y aquí la cosa se pone interesante.

No hace falta decir que encontré el discurso de Vlam bastante incomprensible. Más o menos como es él. Toda su vida tan seguro, tan firme, definiendo a los demás. Hay gente que marca el camino y gente que lo sigue y al revés no funciona; hay quien dice lo que hay que hacer y quien espera que le digan qué debe hacer; hay gente que habla y gente que escucha; gente que tiene ideas y gente que es ideada, hablada, definida, clasificada, etiquetada, despachada y consumida. Francamente, creo que era una vía muy prometedora, una bonita cadena de imágenes, pero no me dejó seguir pensando. Estaba claro que quería aprovechar la ventaja de mi desconcierto.

- Y no te molestes en hablar en primera persona, que no se la das a nadie. ¿No fui yo quien te franqueó la entrada saludándote como personaje mío? Siendo tú, soy yo. Pero esto pertenece al oscuro campo de la razón. ¿No te he puesto a viajar por ninguna parte? ¿No soy yo quien se lee los relatos que periódicamente vas haciendo, de acuerdo con mi instrucción de que enviaras informes de lo que ves, sientes, padeces, piensas, vivas o mueras y quien decide lo que sale, lo que no y cómo?

Un poco absurdo, no; muy absurdo sonaba aquello en el vestíbulo del Luz de oriente pero tenía que admitir que no tanto si se mira con los ojos de la literatura. No estoy seguro. O sí. No sé. Al fin y al cabo, los informes o apuntes o notas del viaje a ninguna parte ahí estaban y era él quien las leía y él quien... Bueno, él; vamos a ver: yo. Yo.

- Pero alma de cántaro- me dijo Vlam, dándome una palmada en la espalda mientras tomaba mi mochila y hacia ademán de acompañarme a mi cuarto- ¿Es que no llevo dos días esperándote? ¿Cuándo decidiste tú venir a verme? Cuando yo lo decidí. En verdad, lo tengo aquí todo escrito- y me mostraba un pen drive-; míralo cuando quieras. Tengo copias. Tú no decidiste nada. De pronto te encontraste metido en un tren en dirección a la ciudad de X*** sin saber por qué; a ver el mar: ja. Luego supiste que venías a verme. Y aquí estamos. ¿Quieres saber algo más?

Me encogí de hombros mientras caminaba hacia el ascensor. De lo que estaba seguro era de que Yo estaba allí, lo que sucedía era que empezaba a pensar en él, o sea en el Yo, como algo de lo que se habla en tercera persona, al estilo de Rimbaud. Y eso, según como se mire, puede no ser tranquilizante.

- Bueno, hombre, te quería por aquí para resolver un problema que se me ha planteado con esa novela que ya sabes que llevo años escribiendo, la novela de mi vida, la gran narración de las tierras del sin fin. Llevo meses dándole vueltas y me he dicho que lo mejor sería preguntarte directamente qué harías tú en la situación en que te he puesto.

Pues no sonaba mal del todo. En el fondo, qué voy a decir: a los autores lo que nos gusta es ser personajes. Por eso los creamos, porque, como nadie nos crea a su vez lo hacemos nosotros sólo por el placer de vernos en ellos. Todos los personajes de todas las novelas están relacionados con el autor. Entiendo que crear un personaje que crea un personaje y que el personaje segundamente creado sea el que crea al primero, eso sí que es el ciclo del eterno retorno. Estaba intrigado por saber en qué situación me había puesto Vlam en su novela, aunque al mirarme en el espejo del camerín del armatoste me sorprendí preguntándome si de verdad creía que Vlam estuviera escribiendo novela alguna.

(Continuará)

(La imagen es un grabado de Julius Klinger, Lugar, primero de la serie Historia de un guante).

divendres, 21 de novembre del 2008

¿Olvidar? Nunca.

Como todo el mundo, el señor Rodríguez Zapatero tiene días buenos y días malos. No tanto por lo que el día le hace a él como por lo que él hace al día que, caso de que sea uno malo, nos lo amarga a todos. Ayer se descolgó con unas declaraciones negándose a ampliar la a todas luces insuficiente Ley de la Memoria Histórica cosa que ya está mal de por sí (volveré sobre ello algo más abajo) y metiéndose en un pantano metafísico que El País titulaba así: Zapatero elogia el olvido en pleno debate sobre la memoria histórica. Sostiene el presidente del Gobierno, siempre según este diario, que "todo lo que sea que eso esté en el olvido, en el olvido más profundo de la memoria colectiva de la sociedad española, será un buen dato. Los residuos irán desapareciendo, aunque hay gente que tiene más disponibilidad a olvidar, y otros tienen algo menos". La cuestión es bastante absurda. Da la impresión de que el señor Rodríguez Zapatero cree que el olvido es un acto voluntario del espíritu humano, como si la mayor o menor predisposición a olvidar fuera cosa de querer o no querer hacerlo. Eso debe de ocurrirle probablemente porque confunde olvido con perdón, como le pasa a bastante gente. Pues no señor, no son lo mismo: el perdón es voluntario; el olvido, no. ¡Qué más quisiéramos muchos que poder olvidar las amarguras, fracasos, dolores, frustraciones o actos vergonzosos por los que hayamos pasado en la vida! Pero olvidar no es un acto voluntario. Por eso muchos buscan ayuda en el alcohol. Perdonar es otra cosa. En efecto hay quien perdona con más facilidad que otros. Los católicos tienen en el perdón una de sus máximas obligaciones y está claro que raramente la cumplen. Basta con repasar la historia de la Iglesia y ver el comportamiento de los curas.

Además, ¿quién le dice al señor Rodríguez Zapatero que olvidar sea bueno? En el caso concreto que nos ocupa, la dictadura del delincuente Francisco Franco y sus cómplices, los años de asesinatos, terror y dictadura no deben olvidarse nunca. Al contrario, hay que mantener vivo el recuerdo y trasmitir de generación en generación el mensaje de que esa vergüenza, esa atrocidad, esa canallada no debe repetirse. Por la misma razón por la que ningún alemán medianamente demócrata dirá jamás que haya que olvidar los años del nazismo. Eso sólo lo dicen los nazis en Alemania y, en España, los franquistas. O sea que el señor Rodríguez Zapatero ha metido la pata bien metida. Y lo ha hecho por una motivación vergonzosa: que le dejen en paz, que no le mareen, que tiene cosas más importantes en que pensar, que él ya hizo una Ley de la Memoria Histórica que, como suele pasar en España, se acata pero no se cumple, cosa que a él ya no le atañe. Una lástima porque quien había empezado muy bien haciendo que se aprobara aquella ley, que era un paso en la dirección adecuada corre ahora el peligro de que no se le reconozca este mérito y de que, al contrario, se le tilde de obstrucionista... cuando menos.

La Ley de la Memoria Histórica es muy pacata; ya lo dijo Palinuro en su día. Pero es, lo que tiene su importancia. Porque ahora se podrá conseguir o no que se amplíe en sede legislativa pero lo que está claro es que las autoridades administrativas no podrán escurrir el bulto y seguir como hasta ahora, sin hacer nada, ante las crecientes demandas de que se localicen las fosas, que se exhume a los asesinados, que se les dé sepultura y también que se busque a los niños que los franquistas (esos grandes defensores de la familia, directos antecesores de la señora Aguirre, diga ella lo que diga) arrebataron a sus padres antes o después de asesinarlos, para entregárselos a sus secuaces.

Porque eso es lo que aquí se está poniendo en marcha, un movimiento de recuperación de la memoria histórica que, como dice Marcos Ana, "ya no hay quien lo pare". Es una pena que el señor Rodríguez Zapatero que lo puso en marcha acabe arrollado por él. Pero eso pasa mucho en las revoluciones: los que las inician son los primeros en sucumbir a ellas. Es un movimiento general basado en que la España que vivió cuarenta años aterrorizada se ha sacudido el miedo y ahora habrá que sacarlo todo: los asesinatos, las torturas, las violaciones, los secuestros de niños, todo, para que el país por fin se psicoanalice.

Los fuerzas que se oponen a esta oleada son muchas: todos los beneficiarios y descendientes de beneficiarios de aquella barbarie que duró años, todos los reaccionarios, los curas, la mayor parte de los jueces, la audiencia de la COPE y, vaya por Dios, el señor Rodríguez Zapatero. Pero será inútil porque decenas, cientos de miles de víctimas y allegados a las víctimas hacen suya ya la frase que hoy recoge Público en una crónica sobre unos descendientes de fusilados en Zaragoza: llegaremos hasta donde haya que llegar y lo mismo que se dijo ayer en el Círculo de Bellas Artes en la presentación del manifiesto de apoyo al juez Garzón: que no haya ley de punto final en España y que si hay que recurrir a la jurisdicción internacional o extranjera se hará. Porque, en efecto, tendrá gracia que haya que reiniciar la causa de Garzón a iniciativa de algún juez foráneo. Cosa tanto más sencilla cuanto que sin duda instarán a ello las personas interesadas en España-. Porque, aunque no se lo crean los jueces españoles y todos los que en este país tratan de evitar que se haga justicia a las víctimas, la jurisdicción penal universal es ya un hecho y a ver cómo paran las diligencias judiciales que se inicien en otro país para esclarecer los crímenes contra la humanidad cometidos por los franquistas, esos que según la señora Aguirre no tienen nada que ver con su partido que fue fundado por un ministro de Franco que aún está en activo y sentado en un escaño en un Senado que él contribuyó a mantener cerrado durante cuarenta años.

Todavía no he leído el último auto del juez Garzón. Lo haré en el finde. Pero me reafirmo en lo ya dicho: con independencia de cuál sea el destino judicial de esta aventura, la vía política está abierta y por ella vamos a ir en tromba a hacer justicia a todos los represaliados de la guerra civil y la dictadura. A devolver a nuestro país la dignidad que todavía tiene secuestrada en cientos de fosas comunes en su territorio. Es una pena que el señor Rodríguez Zapatero, que tuvo la valentía de poner el proceso en marcha, en lugar de continuar dirigiéndolo pretenda ahora frenarlo.

(La imagen es una foto de Raúl A., bajo licencia de Creative Commons).

Las manos blancas de Calderón.

En el teatro Pavón, do se aloja temporalmente la Compañía Nacional de Teatro Clásico mientras le reparan el chiringuito vienen poniendo con un éxito aceptable Las manos blancas no ofenden, una obra muy infrecuente de don Pedro Calderón de la Barca, en versión de Eduardo Vasco. Es una comedia ligera de equívocos y enredos con las que normalmente no se asocia al austero dramaturgo español y tal debe de haber sido la razón por la que el director ha decidido ambientarla no en el siglo XVII, que es cuando se escribió (hacia 1640) sino en el XVIII de forma que los personajes son figurines del rococó. No me parece un acierto porque resulta demasiado amanerado pero al ser una pieza tan ágil, viva, complicada y estar tan bien llevado el resto de la dirección, acaba uno por olvidarse. El acompañamiento musical está muy logrado, salvo cuando se superpone a los diálogos con lo que no se disfruta de lo uno ni de lo otro, porque consiste en composiciones de la época (siglo XVIII), en concreto una partitura de Manos blancas no ofenden del valenciano José Herrando.

La obra recoge los elementos típicos del género de enredo en el Siglo de Oro: relaciones de padres e hijos, naufragios, rivalidad por el amor de una hermosa mujer, celos, amor, venganza y, claro es, cuestiones de honor, si bien aquí en tono ligero, en variantes de ese refrán de manos blancas no ofenden, cuya última aparición estelar en la historia de España está ligada al famoso episodio de la "bofetada de Calomarde". Que es asunto tomado a la ligera se echa de ver en que, al tratarse de "manos blancas", la supuesta ofensa no exige ya ser lavada con sangre como, antes de saber que tenía ese cariz, exigía enérgica Serafina, la hermosa heredera por cuya mano porfían los varios galanes que se dan cita en la obra. Subrayo que es Serafina quien insiste en que el ofendido mate al supuesto ofensor porque me parece un punto interesante en la interiorización del código masculino del honor por un carácter femenino.

Además de la agilidad de la dirección -que permite a Vasco suprimir el intermedio, de forma que nos tragamos la obra de una sentada- apenas si hay escenografía, lo cual es muy de agradecer y hace que el alarde de ringorrangos de los figurines sea más pasable. Los actores son todos muy buenos y, para mi gusto, los mejores son Pepa Pedrocha (Lisarda) y Miguel Cubero (César).

Es el caso que sobre estos dos últimos recae la parte más compleja de la obra, porque son los dos que interpretan papeles de travestidos que es probablemente el elemento más característico de las comedias de enredo del Siglo de Oro y, en concreto, Cubero que riza el rizo pues interpreta un carácter masculino que ha de disfrazarse de mujer (Celia) para luego retornar a su condición viril pero teniendo que soportar la prolongación del equívoco respecto a su sexo real.

Sobre este asunto de los disfraces y las imposturas en el teatro clásico se ha escrito mucho. Es un recurso muy utilizado porque permite ambigüedades y confusiones subidas de tono (atracción entre personas del mismo sexo, por ejemplo) que abrían una línea de metadiálogo con los espectadores y permitían sortear las rígidas convenciones morales de la época.

En parte apoyada en la cuestión del travestismo -que es la columna vertebral de la obra- y en parte en la razón que congrega a los galanes en escena, que es optar a la mano de la bella Serafina, se me vino a la cabeza El mercader de Venecia y ya no me abandonó hasta ahora. El travestismo tiene en ella importancia capital y la procura de la mano de la hermosa Porcia por la que rivalizan los pretendientes, también. No menor cosa es el hecho de que el travestismo sirva para enderezar un entuerto de amoríos en el que cada cual anda enamorado/a de quien "no debe" de forma que al final el "verdadero" amor se ve recompensado y el torticero frustrado. Y aquí el cuento de Calderón, a su vez, recuerda mucho el episodio de Cardenio, Fernando, Luscinda y Dorotea que interrumpe la locura de Don Quijote en Sierra Morena. Por cierto que este don Quijote aparece citado expresamente en un parlamento de la criada Nise a Lisarda a cuenta de los disfraces:

¿No basta
que de uno en otro disfraz
hoy de resuscitar tratas
la andante caballería,
que ha mil siglos que descansa
en el sepulcro del noble
don Quijote de la Mancha?

¡Mil siglos! Qué grande es el Quijote.

dijous, 20 de novembre del 2008

La murga aguirriana.

Doña Esperanza Aguirre leyó hace diez años en Jean-François Revel (un autor que le hizo comprender la realidad, hasta entonces confusa en su cabeza) eso de que la izquierda alardea de una falsa superioridad moral y ya no lo ha soltado de forma que va repitiéndolo por ahí a quienes quieren escucharla y animando a defender sus ideas "sin complejos" y a dar la batalla por ellas. Siempre batalla, guerra, confrontación, conflicto y no sólo con la izquierda sino con la dirección de su partido, con el señor Ruiz Gallardón, con todo lo que rechiste.

Ahora se ha buscado un congreso de Nuevas Generaciones de Madrid que se celebrará en Las Rozas, organizado por su acólito Pablo Casado, un vehemente seguidor de la preclara guía, un jovenzuelo que según El País y con los tiempos que corren arremete contra las políticas igualitaristas de Papá Estado. Sí, sí, como suena. Ahí es donde en presencia del señor Aznar doña Esperanza, haciendo honor a su nombre, abrirá la esperanza de un futuro brillante en santa cruzada contra el socialismo gobernante cuyo gran mentor y antecedente fue, como todo el mundo sabe, don Francisco Franco Bahamonde, caudillo de España por la Gracia de Dios, cuyo mortalicio celebramos hoy con gran alivio.

Pero la señora Aguirre y sus seguidores no dan tregua ni cuartel, están siempre a la carga, apoyan las medidas más autoritarias, más represivas, más carcundas y son de una pronunciada agresividad. Creen además que deben incrementar su apuesta en su acción por cuanto el partido de la derecha, el PP, parece haber caído en manos abúlicas, flojas, sin pegada, lo cual explica que a pesar de la crisis que hay la intención de voto del PP sea inferior a la del PSOE. La culpa es de la confusión, el indiferentismo, la inacción de la dirección de Rajoy. Si la organización siguiera el pendón de la señora Aguirre con la contundencia de su verbo y su rapidez de acción, el panorama sería muy distinto.

¿De verdad? Me parece que no. Me parece que si el PP se apunta al neoliberalismo extremo que simboliza la señora Aguirre y que todo el mundo considera no solo que ha sido un fracaso planetario, desde los EEUU hasta Alemania, sino que lo ha vinculado ya con delincuencia va de cabeza a la catástrofe porque bajará a los niveles de voto de la Alianza Popular de Fraga. Ya nadie ignora que en esta crisis han influido mucho comportamientos ilegales, claramente delictivos en las más altas esferas financieras mundiales de las que los tribunales irán dando cuenta en el futuro. Es decir el neoliberalismo como opción político-económica ha fracasado en la opinión pública mundial y eso es cosa que no niega ni el señor Bush. Lo hace el señor Aznar por él pero con modesto resultado.

Este no es el momento más favorable para andar por ahí repitiendo como loros las consignas antiestado, promercadocado, más privatización, más desregulación porque todo el mundo acepta que han sido estas recetas las que han traído la crisis. El espíritu de la opinión pública no está mucho por seguir aplicando políticas de catástrofe. Lo que sucede es que los neoliberales españoles son más españoles que neoliberales lo que quiere decir que no son capaces de darse cuenta de cuándo conviene y cuándo no modelar el discurso. Aprendieron a pie juntillas la vieja consigna de los antiguos izquierdistas y trostkystas (Norman Podhoretz, William Kristol, etc) de que había que dar la batalla a la izquierda en el terreno de las ideas, arrebatarle la hegemonía ideológica y echarla del terreno de debate, imponerse por las bravas. Y hacerlo además aplicando todo el programa neoliberal. El neoliberalismo es un fanatismo similar al comunismo pero con el signo cambiado: donde los comunistas dicen todo Estado dicen los neoliberales nada Estado, donde el nada mercado de los comunistas viene el todo mercado de los neoliberales.

Pero eso ya no se mantiene. Los neocons han perdido las elecciones en los EEUU y están en desbandada. Sus políticas han sido un desastre, y todos, absolutamente todos, empezando por Mr. Greenspan, han ido a refugiarse en brazos del "Papá Estado" de ese lumbrera del momento, señor Casado.

Claro, esto es lo que hay. Si uno fuera neoliberal estaría ahora prudentemente callado, tratando de comprender qué nos ha pasado y cómo resolvemos la papeleta y volvemos a contar algo en política. Pero eso sería uno y sus amigos. La señora Aguirre tiene otros registros mentales. Cree que lo suyo es convertir la retirada en un buen ataque. Hay estrategas que lo recomiendan. Lo que sucede es que no se barrunta qué tipo de argumentos pueden amplearse para sostener que a) el neoliberalismo es moralmente superior a la izquierda; y b) que, además de moralmente superior, es un éxito económico.

No voy a molestarme en intervenir en esa sinsorgada de la "superioridad moral de algo sobre algo". Además estoy seguro de que la señora Aguirre no pregona la superioridad moral del neoliberalismo sobre la izquierda porque lo que muestra la experiencia es que quienes hacen bandera de su superioridad moral son unos granujas. Normalmente, ¿eh? A lo mejor alguno es simplemente tonto. Me quedo en lo del éxito económico.

Todo el mundo echa la culpa de la crisis actual a las políticas neoliberales y además de eso se está viendo que tales políticas fueron verdaderos fraudes, estafas, pura rapiña de las élites financieras mundiales. Eso deja mucho rastro. Porque ¿que son las políticas de privatización de la señora Aguirre en Madrid? Puro pillaje. Igual que los comunistas cuando nacionalizaban un bien simplemente se lo arrebataban a su legítimo propietario, los comunistas neoliberales, cuando privatizan algo despojan a la comunidad de un recurso, un bien, un capital y se lo entregan a la empresa privada. Luego, con la habitual ingeniería gestora de la derecha, la amalgama de servicios públicos gestionados por la iniciativa privada serán negocios fabulosos para ésta que podrá siempre socializar sus pérdidas y privatizar sus beneficios y todo ello exprimiendo rendimiento de capital fijo e infraestructuras que no han costado nada.

El neoliberalismo es puro expolio de la riqueza nacional en provecho de los ricos. Ese discurso puede tener algún porvenir en tiempos de bonanza porque a la gente le encanta escuchar el aullido del lobo, del fuerte, del predador por una especie de recurso a una barata proyección que le haga sentirse alguien en la vida. Pero en tiempos de crisis el aullido del lobo espanta a los propios lobos. Por eso está doña Esperanza Aguirre predicando sola en el páramo castellano mientras sus compañeros de partido tratan de que no los identifiquen con este discurso a sangre y fuego.

(La imagen es una foto de Chesi Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

Sarko/Bruni/Berlusconi.

No todo ha de ser la peste de la señora Aguirre, que no para quieta, pues es presa de una actividad frenética y siempre metiéndose con alguien. Aprovechemos para sonreir un poco

Divertido juego de palabras. Gracias, Pilar
.

La democracia y sus achaques.

El número de noviembre de la revista Sistema(Madrid, noviembre de 2008, 144 págs.) a cuyo consejo de dirección pertenezco, si bien es una pertenencia casi honorífica porque todas las fatigas de dirigir las soporta José Félix Tezanos al habla con Elías Díaz, trae una serie de interesantes trabajos sobre cuestiones de teoría y práctica democrática.

Leonardo Morlino (¿Regímenes híbridos o regímenes en transición?) hace una propuesta de tipificación de los regímenes que no son enteramente democráticos ni enteramente autoritarios y que reciben muy variados nombres en los estudios, entre otros los latinoamericanos de democraduras y dictablandas, aunque este de dictablanda es nombre propio para los españoles ya que fue el que, muy ingeniosamente (aunque no sé si acertadamente a la vista de los resultados) se puso al gobierno del general Dámaso Berenguer, para distinguirlo del del dimitido general Primo de Rivera, Gobierno que tenía el encargo de organizar la transición a la normalidad constitucional, cosa que no logró. Por comodidad expositiva, tras repasar los índices de democracia Morlino se queda con el de Freedom House y el puñado de países que agrupa bajo la denominación de "parcialmente libres", entre los no libres y los libres. El PNUD tiene un índice similar ("democracias", "autocracias" e "intermedios") aunque basado en indicadores muy distintos a los de Freedom House. Sería interesante cruzarlos. El caso es que estos regímenes pueden tener orígenes muy distintos, esto es, venir de un sistema autoritario o de una democracia liberal entre otras formas, todas las cuales resultan en tres tipos: a) democracia protegida (cuando algún factor de poder interno o externo condiciona el gobierno); b) democracia limitada (cuando faltan alguno(s) factores esenciales a la democracia según la clásica definición de Dahl) y c) democracia sin ley. La evolución de unos en otros es la que se ve en la figura más arriba. Morlino pone nombres propios a los tipos, según podemos ver en la tabla de la izquierda. La inmensa mayoría de los regímenes híbridos son democracias sin ley. Y por útimo arriesga una predicción acerca de cómo serán estos casos. Porque no hay que olvidar que el campo específico de Morlino es el estudio de las condiciones de cambio y mutación de los regímenes políticos. Así que la clasificación para el "sesquidecenio" 1991-2006 (cuya imagen no reproduzco porque se me sale de la entrada) determina cinco posibilidades: "estabilización" (que, he de entender, es punto de partida), "en transición hacia la democracia", "en transición hacia el autoritarismo", "incertidumbre en el contexto autoritario" e "incertidumbre en el contexto democrático". La definición de autoritarismo que emplea es la de Linz. Para terminar por su orientación neoinstitucionalista, Morlino concluye que "En última instancia, lo que cuenta en los regímenes híbridos no es tanto la existencia de un legado o de actores con capacidad de veto sino "simplemente" la ausencia más o menos señalada del Estado. Cerca de la mitad de los regímenes híbridos es el resultado de la carencia de algunas instituciones." (p. 18) Proféticas palabras si tomamos el orden internacional por un régimen híbrido. Por lo demás repárese en la retórica de la pregunta en el título del trabajo (¿Regímenes híbridos o regímenes en transición?) y digo que es retórica porque se plantea como una disyuntiva falsa ya que son ambas cosas).

Manuel Montobbio de Balanzo (Nuevos paradigmas para la gobernanza global. Democracia-desarrollo-cultura-paz) aborda el problema de las vías por las que pueda darse una globalización de la democracia o democracia global pues no hace cuestión de la disyuntiva aunque sea claro que no es distuntiva baladí. Es un trabajo esencialmente normativo y a veces con enunciados simbólicos si no directamente poético-metafóricos como cuando dice que hay que explicitar los requisitos para conseguir esa gobernanza global y ello es porque lo que le importa es un "sistema de gobernanza global que permita la navegabilidad y navegación de la nave espacial Tierra destino futuro" (p. 24) . "Nave espacial Tierra destino futuro" suena a novela de Arthur C. Clarke. Por lo demás el trabajo destila optimismo. Señala que la abundancia de casos y estudios de transiciones ha dado lugar a una especie de subdisciplina que es la "transitología". Sí, eso se oye por ahí. De todas formas el autor está interesado en averiguar las etapas (no necesariamente cronológicas; son conceptuales) que puedan llevar a la democracia cosmopolita de David Held. Son las bases de los nuevos paradigmas: el cuarteto democracia-desarrollo-cultura-paz. Ha de entenderse que cada una de estas etapas tiene un brillante desarrollo teórico en el trabajo, que apunta a las interpretaciones más avanzadas de estos conceptos. Así, democracia (un derecho democrático cosmopolita al interior y al exterior), desarrollo (concepción de Amartya Sen de desarrollo como expansión de la libertad), cultura (multiculturalismo), paz (paz positiva). Uno lo suscribe por entero. La duda es si estos conceptos pueden convivir. Si el multiculturalismo es posible en paz o, lo que casi nadie quiere reconocer, si la paz es compatible con el desarrollo, dado que, hasta la fecha, por absurdo que parezca, lo que ha hecho progresar a la humanidad han sido las guerras. Aunque reconozco que aquí puede alguien enunciar la teoría de la "paz democrática".

Manuel Herrera Gómez y Rosa María Soriano Miras (El cambio social: aproximaciones a su estudio) traen un interesante trabajo que pretende encontrar una solución al dilema holismo/individualismo metodológico en la explicación del cambio social. Creen haberlo hecho con la teoría que proponen como la concepción relacional del cambio social que implica modificacioness teóricas de calado en tres campos distintos en la teoría del conocimiento: a) cambio en la concepción de la causalidad (del naturalismo al culturalismo); b) cambio en la concepción del tiempo (que será intersubjetivo en tres registros: intencional, simbólico y relacional); c) visión diferente de la contingencia (como relación entre determinismo e indeterminismo) (pp. 53/57). Así acuñan su definición de cambio social, que se produce cuando "las relaciones propias y específicas de una entidad social se forman con cualidades distintas de las precedentes, en función de una nueva relación originada entre los tres registros del tiempo (intencional, relacional y simbólico)." (p. 58) Ponen los autores el ejemplo del tránsito de la modernidad a la postmodernidad en perspectiva relacional (p. 60/65). Y, luego, como si quisieran remachar el clavo, repiten la definición cuando buscan el cambio social "como la emergencia de realidades sociales activadas por sujetos en relación en un contexto" (p. 64). Y de nuevo insisten, como si no se fiaran de su fuerza de convicción, al decir que su teoría relacional del cambio social "no confía el Verstehen ni a los estados subjetivos de los individuos ni a las modalidades estructurales, sino que entiende dicha comprensión como una acción recíproca". ( p. 65) Simpatizo y coincido con este punto de vista pero no puedo dejar de preguntarme: ¿qué tipo de teoría es esta relacional? ¿Superación del dilema holismo/individualismo? ¿Negación de él? Incluso cabe preguntarse si puede existir como tal y ello no sólo por la máxima escolástica del Tertium non datur sino por la propia naturaleza del objeto. ¿Qué tipo de sustancia es una relación? Claro, los más avisados dicen: substancia lingüística, por eso la acción es comunicativa. Pero ¿basta la comunicación para explicar el cambio social? El entendimiento relacional es complejo pero no supera los dos términos del dilema sino que los presupone.

Ignasi Brunet Icart, Francesc Vallas Fonayet y Ángel Belzunehui Eraso (Pobreza, exclusión social y género) aportan perspectiva de género a una zona de investigación en la que todavía no es habitual: el estudio de la pobreza que sufre un giro grande cuando se pone en relación con la perspectiva de género y se advierte el carácter estructural secular de la violencia sobre las mujeres en la sociedad patriarcal que garantiza el mantenimiento de la opresión capitalista sobre ellas (p. 77). En este territorio se han dado dos aproximaciones a la relación entre empobrecimiento y exclusión : a) la visión clásica de los años setenta que todavía se emplea en los análisis internacionales de la "feminización de la pobreza" y b) la visión más actual de involucrar la perspectiva de género porque hoy se sabe que es el género el que determina la división del trabajo (toda ella) y sus consecuencias (p. 80). No hay ensoberbecimiento en la idea por cuanto quienes la sostienen reconocen que el concepto de género viene internamente fragmentado (las mujeres negras frente a las mujeres blancas, etc) (p. 71) . El deterioro actual del trabajo tiene un fuerte componente de género (p. 83). Así concluyen los autores: "Concentración, feminización, descualificación son, actualmente, las principales características de los empleos a tiempo parcial, y ello en un contexto en el que la norma social de empleo keynesiana de integración y cohesión social va siendo sustituida por una norma de empleo precarizada y favorecedora de la vulnerabilidad" (p. 84).

Matía José Añón y Pablo Miravet (La Unión Europea y la integración social y política de los inmigrantes) presentan un buen balance de lo conseguido hasta la fecha en la UE en materia de integración de inmigrantes. La política europea de inmigración se plantea en el Tratado de Amsterdam (1997). La Comisión Europea acuña el concepto de "ciudadanía cívica" en noviembre de 2000 (p. 91), concepto que abordó con una visión holística, si bien sólo alcanzó a configurarlo como una situación intermedia entre el estatus del inmigrante y el ciudadano europeo de pleno derecho (p. 93). Otros órganos como el Consejo Económico y Social han dado una interpretación más avanzada o amplia por cuanto desvinculan el acceso a la ciudadanía de la UE de la necesidad de adquirir la nacionalidad de un Estado (p. 95). Pero esta interpretación más novedosa no ha tenido reflejo alguno en las normas y políticas de la UE, es un puro discurso (p. 96). En el aspecto normativo la UE se ha mantenido en sus trece con la Directiva de reagrupación familiar o la Directiva 2003/109 del Consejo de 25 de noviembre de 2003 sobre la definición del estatuto de nacionales de terceros países residentes de larga duración (p. 97). La propia Comisión ha reconocido en sus informes anuales que el balance de las políticas de integración es decepcionante (p. 100). La ciudadanía europea quedó restrictivamente definida en el Tratado de la Unión Europea de 1993 pero desde entonces el Tribunal de Justicia ha dado pasos hacia una interpretación más amplia y política de esta ciudadanía (p. 102). Los autores expresan su esperanza de que la actual redacción del artículo 8 del Tratado de Lisboa que dice que "la ciudadanía de la Unión se añade a la ciudadania nacional sin sustituirla" (p. 104), al substituir a la de 1993 que hacía a la ciudadanía de la Unión complementaria de la del Estado, permita avanzar hacia el establecimiento de una nacionalidad de la Unión independiente de la de los Estados (p. 105). Es dudoso pues ellos mismos admiten que habría que reformar los Tratados. O sea, que no podría imponerse sigilosamente.

Enrique Pastor (Ciudadanía, democracia y política social municipal) da cuenta de un trabajo empírico sobre participación política en materia de política social municipal en la región de Murcia con interesantes conclusiones. La teoría actual de la democracia suele valorar mucho las intenciones de participación política que tratan de alcanzarse normalmente en los Consejos e Institutos Municipales de Servicios Sociales que suelen operar en los municipios y en donde se facilita dicha participación (p. 114). Sin embargo, la política de participación ciudadana ha dependido mucho de la estructura, dinámica y voluntad del sistema político local (p. 114). Es la entidad local la que cuenta a la hora de implementar los procesos de participación (p. 115). Ésta se caracteriza por su pragmatismo, su generalismo y su pluralismo y tiende a contar con un número reducido de asociaciones prescindiendo de los individuos, de los colectivos sociales no organizados, etc, lo cual reduce la participación (pp. 116/117). Todo lo determina la autoridad, que canaliza la demanda de participación política según sus criterios (p. 121). El modelo de Consejos e Institutos no ha cumplido los objetivos de participación que se prometieron, no ha producido una profundización democrática y tiende a tratar a los ciudadanos como meros usuarios (p. 124) "Los Consejos e Institutos favorecen procesos de interacción entre los actores pero no garantizan por sí mismos, y de forma automática, una democratización en la construcción de las políticas sociales en el ámbito local, ni viceversa" (p. 126).

dimecres, 19 de novembre del 2008

Blogorismos de desánimo.

Desánimo 1º: la Universidad.

Se nos cae la cara de vergüenza (o debiera) con esa noticia de que la Universidad española es la última de una lista de diecisiete países desarrollados. Como más bajo no se puede caer (que, no crean, es un consuelo) a lo mejor se aprovecha la situación para hacer algo, para rebotar, para ponerse en pie.

Ahora habrá dos líneas de planteamientos, como si los viera con las dos almas de la Universidad. Según una, la individualista, la Universidad española no existe, sino que hay equis universidades españolas (por cierto, públicas y privadas) y lo que se ha de hacer es evaluarlas por separado (cosa que ya se hace, tengo entendido) y así podrán tirarse los trastos a la cabeza, que en eso de discusiones estériles tiene la raza celtíbera la gloria de la palma. En la otra línea, la colectivista, habrá plena coincidencia, plena sociedad o colectivo en decir que falta dinero, mucho dinero y que sin financiación aquí no se hace nada.

En principio ambas reacciones son correctas: falta dinero (las universidades españolas carecen de medios en todos los sentidos o los tienen muy escasos) y conviene que se las evalúe por separado. Pero esas dos conclusiones no eximen a la comunidad universitaria de darse por enterada de la lamentable situación y de tomar medidas al respecto, de reaccionar. Por ejemplo, podían convocarse unas jornadas sobre regeneración de la universidad que estuvieran abiertas al público, con un debate lo más amplio y positivo que pueda darse en la red. De ese modo la Universidad se volcaría más a la sociedad y utilizaría más los medios que todo el mundo utiliza, en lugar de encerrarse en la torre de marfil que, de todas formas, tampoco es de marfil si no de duro hueso.

(La imagen es un fresco de Ambrogio Lorenzetti, la Alegoría del Buen Gobierno, de mediados del siglo XIV, que se encuentra en el Palazzo Communale de Siena.


Desánimo 2º: los "hijos de puta."

"Hijos de puta" llama el señor Bono a los de su partido en presencia de tres diputados del PP, y dice que está de broma. Tres de los más duros y agresivos diputados del PP (por ejemplo, el señor López-Amor, que fue Director General de TVE ¡con Aznar!), y dice que va de broma y que nada más lejos de él que el ánimo de injuriar.

Claro que no. Se cuenta de Churchill que en cierta ocasión en que estaba mostrando la Cámara de los Comunes a un joven e inexperto diputado, le dijo señalando las bancadas: "Ya ve, joven, aquí nos sentamos nosotros y ahí se sientan ellos". "Entendido Sir Winston: nosotros aquí y ahí el enemigo". "Se equivoca joven: el enemigo lo tiene Vd. aquí". Viene a ser la misma anécdota, una vez protagonizada por un caballero y otra por uno que no lo es.

Porque lo que más molesta es que se siga utilizando el término "hijo de puta" como un insulto o una injuria que trata de aniquilar al hijo en la honra de la madre y toma además a las putas en un sentido nefando mucho más injusto que si se dijera, pongamos por caso, "hijo de Bono". Sobre la caridad cristiana de la expresión ya no digo nada, salvo que el señor presidente del Congreso de los Diputados se lleve el retrato de la madre Maravillas a su casa, que falta le hace.

(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).


Desánimo 3º: las fosas.

No he leído aún el auto de inhibición del señor Garzón y no es probable que lo haga. Tiene como ciento cincuenta páginas en PDF. Este Garzón escribe más que el Tostado y a velocidades sorprendentes que mi trabajo no me permite seguir. Doy pues por supuesto que acierta jurídicamente al inhibirse y lo lamento porque pienso que la causa de la justicia en este caso gana más con él que sin él, empezando por el hecho de que si está en el mundo es gracias a él. Lo lamento porque al dar traslado de la parte alícuota correspondiente de la causa a cada órgano judicial territorial competente la cosa se pondrá como siempre en España, que unos se empeñarán en su responsabilidad hasta las pestañas y otros se llamarán andana. Y queda viva la cuestión de la calificación del delito. Como no he leído el auto ignoro si la inhibición en los órganos jurisdiccionales territoriales competentes implica una calificación distinta del delito que ya no sería crímenes contra la humanidad.

Pase lo que pase, la piedra está lanzada a la charca, las aguas se agitan, las ranas croan. Y además se politiza a pasos agigantados con la nieta de Negrín impugnando la decisión de la Audiencia Nacional de paralizar las exhumaciones y acusando directamente a algunos magistrados, y las asociaciones de la memoria histórica en pie de protesta. Corresponde al Parlamento tomar una decisión política (por ejemplo explicando cómo se aplica la correspondiente Ley de la memoria histórica) en un caso que es un caso de justicia política; un tipo de justicia que se ha hecho en todas las guerras ideológicas modernas (civiles o no) excepto en España.

¿Es o no diferente?

(La imagen es una foto de sagabardon, bajo licencia de Creative Commons)


Desánimo 4º: el perro mundo.

Menos mal que los tres genios de las Azores tomaron una medida heroica, una decisión que cambió el curso de la historia en la senda preclara de ¡Guerra al terrorismo! que predicó en su día el señor Bush, hoy "Pato Cojo" (pueden ver que he puesto un cuenta atrás para que se vaya Bush en la columna de la derecha; los invito a ponerlo en sus blogs y güebpeichs) con el fin de hacer el mundo más seguro. Sí menos mal. De no haber sido así a saber cuánta gente moriría en Bagdad día sí día no, cuantos soldados estadounidenses (American lives dice siempre Mr. Lameduck demostrando que las Un-American lives le importan un comino), cuántos de otros países "aliados", aunque fuera mejor llamarlos "liados".

Sí, sí, gracias a esa clarividente decisión y al empeño puesto por los tres belicosos adalides en mentir a la ciudadanía del mundo (por su bien, claro es), hoy éste es un lugar más seguro. Basta con mirar a Tijuana, fronteriza con San Diego (EEUU) en la que en un año han muerto 650 personas en balaceras; o sea, 2/3 de los muertos causados por ETA en cuarenta años. Cambien Vds. el foco, llévenlo al África, Eritrea, Somalia, Sudán o al Congo. ¿Acaso no se trata de situaciones en que o no hay imperio de la ley ni Estado de derecho ni Estado a secas ni falta que hace?Lo que hace falta son mercados y allí los hay muy buenos de armas cortas y ligeras y minas antitodo, en garantía de la seguridad, no hay duda.

Gracias a la previsión de aquellos inolvidables dirigentes la falta de imperio de la ley en partes amplísimas del planeta se adorna con el renacimiento de la piratería en alta mar, algo que se creía más eliminado que el paludismo y que si sobrevivía era en pequeñas aventuras en navegación de cabotaje; ahora y siempre gracias a los tres timoneles, te puedes encontrar un navío corsario en aguas internacionales capaz de secuestrar un petrolero, al que considera obviamente res nullius lo que anima mucho los negocios y va a dar un impulsito al precio del carburante. Piratas en el Océano Índico. El mundo es cada vez más seguro, ciertamente.

(La imagen es una foto de dioboss, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 18 de novembre del 2008

El bucle perverso.

Es el nombre que se me ocurre para designar ese curioso rasgo de la crisis financiera global, consistente en que cada vez que las autoridades políticas y económicas anuncian medidas para hacerle frente, las bolsas reaccionan a la baja y la crisis se agrava; y a más contundencia y mayor alcance de las medidas, más bajadas de las bolsas y mayor agravamiento. Supongo que es lo que los teóricos de sistemas llaman un ciclo de retroalimentación negativo, pero ese nombre carece de encanto. "Bucle perverso" es más gráfico, aunque haya que explicarlo. Y explicado queda. Recuérdese: anunció la Casa Blanca el famoso plan de los 700.000 millones de bucks y al día siguiente hubo un descalabro en las bolsas; se comprometieron los europeos reunidos en París a una batería de contundentes medidas para tranquilizar, asegurar, garantizar, etc, etc y un día después los parqués (como dicen los entendidos, que llevan un tiempito sin entender nada) se vinieron abajo; se reunió la crême del poder económico mundial en Washington, anunció estar dispuesta casi a refundar el capitalismo y ayer hubo desplome generalizado y el Citigroup, el mayor banco del mundo, anunció 53.000 despidos, mientras menudeaban las peticiones de salvamento de otros bancos menos vistosos. A lo mejor hay que dejar de hacer declaraciones que son contraproducentes, trabajar más en sigilo y confiar en que el capital financiero, tan dado a la especulación, se calme un tanto. Porque de seguir así a la próxima reunión que se convoque para tranquilizar a los mercados a lo mejor tiene que ir el Papa como representante de Dios en la tierra a hacer un milagro. Pues la situación es grave y quizá estemos en puertas de un pánico generalizado. Ayer decía el flemático El País que el temor a las quiebras bancarias y los desplomes de las bolsas han llevado a algunos ahorradores a sacar sus fondos para volver a guardarlos en el colchón. Habrá que hacer algo antes de que ese "algunos" se convierta en "todos".


(La imagen, que muestra la sede de Citibank, es una foto de teufel, bajo licencia de Creative Commons).

Si la cara es el espejo del alma...

Estoy seguro de que, además de alegrarse hasta el píloro por la detención de este menda, muchos, muchísimos españoles hemos estado un buen rato contemplando su rostro, quizá tratando de descifrar en él qué pueda mover a una persona a cometer (supuestamente, claro; principio de presunción de inocencia hasta el final) actos tan sanguinarios, crueles y odiosos. Lejos de nosotros asociaciones lombrosianas sobre la relación entre rasgos fisonómicos y condición criminal, máxime cuando lo que uno ve es el careto de un chaval de unos treinta años, con un corte de pelo a la moda, barba rasante y un arete en el lóbulo de la oreja izquierda (lóbulo, lóbulo, dirán los lombrosianos, ahí hay una pista criminógena), como los que encuentra uno con frecuencia por la calle, especialmente en el País Vasco. Quizá sea el gesto de dureza y cierta amenaza en la mirada. Porque ¿qué puede impulsar a alguien a matar a sangre fría y a quemarropa a dos seres humanos inermes? Supuesto que el autor haya sido él, el señor Txeroki tendrá tiempo para averiguarlo en primera persona ante un espejo en una celda en los próximos treinta o cuarenta años, mientras se pregunta de qué le haya servido.

Caminar sin rumbo (XIV).

Reencuentro.

La verdad es que, además de pasar unos días al borde del Mediterráneo, corriendo el riesgo que comporta este mar de sugerir a los escribas vehementes tonos lírico-mitológicos, llegué a la ciudad de X*** con la intención de visitar a un viejo amigo a quien había tratado mucho en los años de la Universidad. Era por entonces un joven alto, bien plantado, guapo, con un éxito arrollador entre las chicas, extrovertido, amante de los deportes por las mañanas y las francachelas por las noches, dedicado al estudio en los tiempos que estas actividades le dejaban libre, así como Churchill cuenta que pasó unos años en Oxford estudiando en el poco tiempo que le quedaba libre entre regata y regata. Vlam, que así llamaremos a mi amigo, había ingresado en la Academia militar pero la dejó para seguir carrera civil. Tenía un carácter autoritario y valoraba mucho la disciplina, razón por la cual, quizá, se hizo rojo de inmediato y participó en las luchas estudiantiles de finales de los sesenta y primeros setenta. Tuvo sus más y sus menos con la policía y el famoso Tribunal de Orden Público y finalmente, en el postrer año de la carrera, por influencia de la última de una larga serie de novias, se apartó de la mística del combate, se dejó crecer el pelo, se agarró al Lobo estepario (¡qué traducción, Santo Dios!), se metió en el cuerpo todo tipo de substancias alucinógenas y se pasó a la mística de la contemplación.

Me acuerdo de que, por aquel tiempo, en unas vacaciones que pasamos en Katmandú, lugar de peregrinación obligada de los hippies de antaño, como La Meca lo es de los muslimes o Moscú lo era de los buenos comunistas, contemplando ambos las estrellas en una noche diáfana, hablamos largamente sobre los méritos y deméritos de la opción entre vida activa y vida contemplativa, como correspondía. Los dos éramos de canon. La acción, razonábamos, es ciega y la contempación, insulsa. ¿Qué nos quedaba? La "no-acción" y la "no-contemplación", decía él, que estaba muy empapado de budismo, especialmente zen, la nada, la sumisión en y a la nada. El Tao, añadía, mezclando cosmovisiones con alegría de neófito. Quería yo sacarlo de lo que me parecía un marasmo y le argumentaba que, en realidad, toda acción es contemplación y toda contemplación implica acción, cambio, mutación, como explica el principio de indeterminación de Heisenberg. Pero llegados a ese momento ya no obtenía respuesta de mi amigo que se sumía en un silencio y quietud que tal pareciera iba camino del Nirvana. Lejos estaba yo de suponer que, en uno de sus inexplicables giros, al terminar los estudios, Vlam se haría cargo del pequeño negocio hotelero de su padre en la costa, con la intención de convertirlo en un gran complejo turístico y hacerse multimillonario.

- Todo es mierda -me dijo al comenzar su nueva andadura- porque somos mierda y a la mierda volveremos. Y como el símbolo supremo de la mierda es el dinero, me voy a meter en él hasta las cejas.

Y así fue. En los años siguientes continuamos viéndonos con regularidad. Pasaba por casa en sus viajes a la capital, o bien iba yo a la suya en X***, cosa que me era fácil porque, aunque había prosperado más allá de todo lo imaginable, seguía viviendo en el pequeño hotelito que había heredado de su padre y que se llamaba Luz de Oriente, y allí me dejaba una habitación. Cuando él venía podía traer un Jaguar de fabricación exclusiva o cualquier otra extravagancia; ello si no llegaba en su jet privado. Me invitaba a comer en locales exclusivos y carísimos y hablaba sin parar de sus negocios, sus planes de expansión por el mundo entero, sus relaciones con los magnates de las finanzas, los políticos, las hermosas mujeres que adornaban las mesas y las camas de los triunfadores planetarios y se reía -bueno, nos reíamos- cuando le recordaba los años en que andaba descalzo poco menos que cantando el Hare Krishna.

Un día, ya bien en la cuarentena, se casó y sus visitas a la capital se espaciaron. Cuando venía hablaba mucho de su mujer, de la que estaba enamoradísimo y a la que se empeñó en presentarme pues decía, y tenía razón, que era una belleza. Fue en una noche en la que arrendó un local de lujo para nosotros solos y se la pasaron los dos bailando y follando como locos hasta el amanecer, cuando yo ya me había quedado sopa vencido por el champagne y el cansancio. Me despertó para decirme que no tenía arreglo, que era un frustrado y un fracasado y todo porque me había negado a que me acompañara una amiga de su mujer, hermosísima también por cierto, porque por entonces llevaba yo bastantes años casado y era fiel a la mía, con la que tenía dos hijos.

Al poco tiempo empezaron a llegar los suyos, las visitas mutuas se distanciaron más. Ya sólo hablaba de sus cuatro retoños pequeños (aquella beldad había resultado muy fértil), largas parrafadas que yo escuchaba con resignación cuenta habida de que los míos estaban a punto de entrar en la Universidad. Él lo tenía todo pensado. Se había mudado a vivir a una mansión en un barrio de lujo. La montaña de dinero que había hecho serviría de base para que sus cuatro hijos llegaran aun más lejos, más alto, más rápido. Tendrían que comprender que el mundo era suyo porque él lo había puesto a sus pies y ellos habrían de tratarlo a patadas, como Dios manda. Los ricos eran pura mierda, las clases medias mierda de quiero y no puedo y los pobres daban asco. La sociedad, la civilización no eran más que rotundos fracasos y como nadie podía ya retirarse a contemplar la vida debajo de un árbol porque no te dejan en paz, había que seguir y seguir a ritmo y tempo crecientes hasta que toda la mierda estallara de una vez y que, cuando ello sucediera, nos pillara en la cumbre. Recuerdo que le dije entonces que eso sonaba a nuestra conversación en Katmandú sobre la vida activa y la contemplativa treinta años antes. Me miró como si no me viera, como si fuera transparente y, al levantarse para salir, mientras el maitre le hacía zalemas, se giró hacia mí, sujetando su abrigo, y me dijo que había empezado a escribir sus memorias pero que se había dado cuenta de que eran tan disparatadas que había cambiado de género y las memorias se estaban transformando en una novela en la que, sonríó con malicia, "tú sales mucho".

Fue la última vez que lo vi. Pasaron quince años con el contacto interrumpido. Se entenderá por qué de pronto, en mi viaje a ninguna parte, se me había ocurrido ir a hacer a Vlam una visita como las de antaño. Siempre nos habíamos llevado bien, aun siendo tan distintos; yo guardaba muy buen recuerdo de él y estaba muerto de curiosidad por saber qué se hizo de aquella novela. Sigo las novedades literarias y no había visto nada suyo en aquellos quince años. Ni en los anteriores. Se comprenderá mi interés.

Eran las cuatro de madrugada cuando llegué a la puerta del hotel Luz de Oriente que estaba cerrado y con las luces apagadas. Pero no lo dudé un momento, sino que llamé al timbre y esperé; volví a llamar y esperé; tenía que estar allí, sabía que estaba allí; volví a llamar y volví a esperar. Por fin se abrió la modesta puerta de cristal que ocultaba el interior con una cortinita fruncida estampada de flores, y en el umbral, imponente, hosco e impaciente, estaba Vlam.

- ¿Qué desea? Está completo -e hizo ademán de cerrar de nuevo.

- Vlam -le dije-. Soy yo. ¿No me reconoces?

- No.-Y la puerta se cerró de golpe, dejándome perplejo, sin saber qué hacer, si aporrear el cristal hasta romperlo, volver a llamar, dar gritos, resignarme y regresar por donde había venido, sentarme en la acera, tumbarme a dormir allí mismo o llamar a un guardia. Estaba confuso, indignado, azorado, furioso, triste. ¿Cómo que no me reconocía? Era evidente que sí, que me había reconocido. ¿Qué signicaba aquello? En ese momento la puerta volvió a abrirse, Vlam se hizo a un lado, invitándome a pasar mientras decía:

- Claro que te reconozco, capullo. Eres mi personaje.

(Continuará)

(La imagen es un grabado al aguafuerte y aguatinta de Julius Klinger, El filósofo).