dimarts, 5 de març del 2013

Un gobierno mudo, ciego y sordo.

Nadie del PP salió el lunes, cuatro de marzo, a dar la habitual rueda de prensa posterior a la reunión de la cúpula del partido. Silencio sepulcral. Los otrora desafiantes Cospedales, Florianos, Ponses, se han esfumado. Los no menos gárrulos Aguirre y Aznar parece habérselos comido la tierra. El partido ha enmudecido de modo clamoroso. Ley del silencio, decretada por Rajoy en enero. Omertà. El que hable se pierde. El único en romper el sigilo es Feijóo, desde Galicia, pidiendo explicaciones sobre Bárcenas, por quien dice sentirse engañado. Bárcenas, un nombre impronunciable en el PP y en el gobierno del PP, sobre el que ha caido anatema, entredicho, proscripción. El partido no habla y el gobierno, preguntado por las bravatas de aquel sobre Bárcenas, remite al partido. Las dos bocas, pues, la de Génova y la de La Moncloa, están mudas. Silencio total.

Un silencio paralelo a una ceguera absoluta. Además de mudo, el gobierno está ciego. No ve a Bárcenas, ni sus papeles, ni los jaguares en los garajes, ni los sobres, ni la Gürtel. Tampoco ve la protesta social creciente, la creciente desafección y cólera de la ciudadanía. No ve los sondeos ni los baremos, en donde cosecha juicios francamente devastadores. No ve los parados, ni la evasión fiscal. Por no ver, no ve ni el déficit y se inventa uno tres puntos y pico por debajo del real, por si cuela. Es un gobierno ciego a la realidad que se supone debe regir y parece que solo iluminado por la luz interior de le experiencia mística. La ministra Báñez, como el santo Job, sigue confiando en la intercesión de la Virgen del Rocío; la alcaldesa Botella impetra asimismo la ayuda del Cristo de Medinaceli que registra estos días colas más largas que las del INEM; la secretaria general del PP y la vicepresidenta del gobierno, Cospedal y Sáez de Santamaría, fueron a lucir peineta al Vaticano, también en solicitud de protección; el presidente del gobierno se presentó en persona a devolver el Códice Calixtino al apóstol Santiago con la intención de congraciarse con él para que eche una mano; el ministro del Interior, directamente iluminado por el Señor, pide que la religión (la suya, la católica, apostólica y romana) sea obligatoria en todo el sistema educativo, probablemente incluida la Universidad, que es donde la juventud se pierde; y el ministro de Educación, atento al quite y a las indicaciones de los obispos, también en contacto con su Dios, está tomando las medidas oportunas para que así sea por los siglos de los siglos.

Lo anterior no es un trozo sacado de una novela de Anatole France o de Eça de Queiroz o de Roger Peyrefitte, ni una farsa valleinclanesca, ni un escrito del marqués de Sade o un alegato de Voltaire. Es el espíritu mismo de un gobierno solo atento al criterio de su religión, creencia o superstición compartidas, pero ciego a la realidad de una sociedad abierta, democrática, tolerante, multicultural y plurinacional. Un gobierno empeñado en devolver España a una época de caciquismo y corrupción, como en los tiempos de la primera restauración y todo ello adobado con un discurso sedicentemente neoliberal que no pasa de ser nacionalcatolicismo, pero imposible de refutar porque, además de mudo y ciego, el gobierno es sordo.

No solamente no escucha. Probablemente ni oye los argumentos contrarios a sus políticas. No oye a los sindicatos, ni a los expertos, ni a las otras opciones políticas, ni instituciones financieras nacionales e internacionales, ni a los mandatarios de otros Estados, ni siquiera las indicaciones de los mercados que solicitan atemperar el rigor presupuestario con políticas expansionistas. El gobierno no oye nada pues está literalmente teledirigido desde Berlín. Es, en realidad, un encargado de negocios y podría ser un autómata. Pues no quiere o no puede hablar, ver u oír, Rajoy se ha echado en brazos de Angela Merkel, un angelus novus a su medida. Esta táctica minimalista, de huida y refugio, tiene un pequeño inconveniente: su corto plazo. Es año de elecciones legislativas en Alemania. Si Merkel las pierde o se ve obligada a una nueva coalición con los socialdemócratas, la voz de Berlín previsiblemente cambiará y Rajoy se verá en la enojosa situación de Rip van Winkle cuando, al despertar de su largo sueño, se encontró que todo había cambiado en torno suyo.

¿Tiene sentido un gobierno que no habla, no ve y no oye? Porque, ¿cómo gobierna ese gobierno? A la vista está.

(La imagen es una captura del vídeo de El País.

El contar de las historias.

Fui a ver la película de Pablo Larraín al haberme llegado recomendada por varias fuentes interesantes. Es una gran película. Todo en ella es grande, lo bueno y lo malo, y da que pensar. La historia narra los preparativos para la campaña del referéndum pinochetista de 5 de octubre de 1988 en el que -aquí no hay spoiler posible- ganó el NO a la continuidad de la dictadura por una holgada mayoría. El guión, aunque basado en una pieza teatral inédita y una novela publicada de Antonio Skármeta, trata de dar una visión de documental, de transportarnos a aquellos momentos no solo por la ambientación sino por la técnica misma del rodaje. Larraín ha desdeñado las cámaras de cine y ha empleado una de vídeo. Y consigue su propósito. La película recuerda mucho el Estado de sitio, de Costa Gavras, ambientada en Uruguay en 1972.

Efectivamente, la técnica, a veces algo irritante porque recuerda el technicolor de los años cincuenta, transmite una gran sensación de verosimilitud documental. Al fin y al cabo se narran dos hechos reales: la derrota de Pinochet en el plebiscito y el modo concreto en que se consiguió y que, según la tesis de la película, fue el carácter de la campaña mediática del frente del NO. Hay quien la ve, incluso, como una película de comunicación política, apta para demostrar un postulado de esta disciplina: que las campañas en positivo llevan ventaja sobre las negativas, las optimistas sobre las pesimistas, las alegres sobre las tristes.

En efecto, el argumento es que un joven creativo de media-marketing, formado en los Estados Unidos, proyecta una campaña rompedora de publicidad política que conseguirá dar la vuelta a las previsiones, haciendo que gane el NO. Para ello, tendrá que vencer la hostilidad y el obstrucionismo de otras fuerzas de izquierda del frente que se sublevan frente a la superficialidad, la trivialidad y hasta el comercialismo de la campaña. La ven, incluso, como una traición a la tradición, la memoria de los muertos, el dogma de la lucha, la importancia de la causa, etc. Pero vence, impone su criterio y este triunfa. ¿Así se explica la caída de Pinochet? ¿Mediante una ingeniosa campaña de marketing político?

Buenooooo. No sé. Supongo que la peli no quiere decir eso; pero es lo que dice. La misma película puede entenderse como un producto de marketing: se concentra en el objetivo al cien por cien, ignora todos los elementos adyacentes que puedan distraer la atención (como movilizaciones, protestas, etc) y es una historia simpática, alegre, afirmativa. Si se hubiera quedado en eso, en un documental positivo acerca de cómo la democracia triunfa a la larga sobre la tiranía, el bien sobre el mal, ambos hechos serían convincentes: la caída del genocida y la importancia de la campaña electoral, sobre todo de los vídeos proyectados diariamente por la televisión durante un cuarto de hora. Pero, probablemente para hacerlo más verosímil, Larraín ha introducido un elemento de ficción (que también puede haber sido real, pero eso es indiferente), quizá para humanizar a los personajes, sobre todo a René, el joven creativo que, de otro modo, parecería más un James Bond del márketing político.

Pero este elemento de ficción es el núcleo explicativo de esa incomodidad que produce el film. En esta historia hay una de amor, de matrimonio roto, de niño, de vida cotidiana que de pronto se ve invadida por el sobresalto de la trama, narrada e interpretada con un fuerte eco exterior, de pautas culturales o simbólicas exteriores. Más concretamente, estadounidenses. El relato recuerda mucho el prototipo del héroe solitario, enfrentado a un poderoso sistema, a fuerzas muy superiores a las suya, al final vence porque representa la razón o la verdad o la justicia. Como aquí. Ese recurso a las pautas culturales ajenas, la forma de contar la historia, no esta misma, desde luego, es el que delata la mirada exterior. Sin duda los autores e intérpretes son chilenos (excepción hecha de Gael García, que es mexicano) pero estructuran su narración bajo pautas exteriores, gringas. Por más cámaras de vídeo que se empleen la historia está narrada casi veinticinco años después e interpretada por gentes que solo pueden verla desde fuera.

Tiene gracia que la victoria en una campaña por una opción política y moral sea de quien la plantea del modo más mercadotécnico posible. Y más que gracia. Encierra un mensaje a todos los expertos en comunicación política y es el siguiente: el valor de lo positivo es tan grande que puede hacer ganar una opción por el NO (intrínsecamente negativa) a base de cambiarle el marco narrativo, el famoso frame de forma que, gracias a las melodías pegadizas, los colores vivos, las gentes alegres, los refrescos, las playa, etc, el NO aparezca enmarcado en las propuestas nuevas, originales, vivas, de futuro. De eso modo se deja al frente del SI en la incómoda posición de defenderse de la acusación de que, en el fondo, es un NO.

Pero esta visión es pobre. Lo interesante es el intento de contar una historia como si fuera una vivencia directa en tiempo real, transmitida por gente que está fuera. Había en Estado de sitio algo parecido, aunque infinitamente más tenue. La película, rodada en gran medida con actores franceses simulaba ser un documental de un episodio concreto de la lucha de los tupamaros en el Uruguay a comienzos de los setenta y estaba contada como un documental, con voces en off e indagaciones de todo tipo. Tras el desenlace, el film termina con un close up del rostro de un trabajador anónimo del aeropuerto de Montevideo que observa con atención cómo acaba de aterrizar un avión yanqui del que desciende un alegre funcionario estadounidense, el nuevo agente de la CIA que ha venido a sustituir a su predecesor, Philip Michael Santore, secuestrado y ejecutado por la guerrilla tupamara. Lo que más llama la atención de ese primerísimo plano del probable contacto tupamaro en el aeropuerto es el intenso color azul de sus ojos.

dilluns, 4 de març del 2013

La corrupción estructural.

Noblesse n'oblige pas, parece haberse dicho el monarca, muy a la borbónica manera, y se ha quitado del medio en un momento crítico para el país. Como hicieran sus antepasados, Carlos IV y Fernando VII, que se fueron con el francés. O su abuelo, quien emprendió el camino del exilio motu proprio. Como hizo él mismo cuando se presentó en el Sahara, siendo Jefe del Estado interino o algo así, a garantizar a la guarnición que España entera estaba detrás de ella; la misma España que luego le dio la espalda, firmando unos acuerdos francamente lamentables con Marruecos. El pretexto es una operación de cadera que lo tendrá postrado de dos a seis meses. Plazo elástico. Clara precaución por si el lío nacional se prolonga en el tiempo o se resuelve milagrosamente. Pero no sé si la Jefatura del Estado puede estar en sede vacante (a imagen y semejanza del solio de San Pedro) tanto tiempo. Esta situación no está prevista y convendrá tomar alguna decisión. Tendrá que sustituirlo su sucesor, el príncipe Felipe, pero en calidad ¿de qué? Algo así le sucedió al Rey un verano del 74 en que Franco fue ingresado en el hospital, como si fuera un ensayo general de muerte por ver si las llamadas "previsiones sucesorias" funcionaban. Repuesto, Franco recuperó el mando y es claro que a lo mismo aspirará Juan Carlos. Pero, de momento, se ha quitado del medio cuando caen chuzos de punta.

Los papeles de Bárcenas revelan una situación terrible de la cosa pública. De ser cierto lo que en ellos se contiene, el PP lleva años haciendo adjudicaciones irregulares a cambio de cuantiosos donativos de las empresas no menos irregulares que, al parecer, se utilizaban luego para financiar las elecciones y el funcionamiento del partido y para gratificar tan generosa como arbitrariamente con sobresueldos a un cogollo de dirigentes del partido entre los cuales aparece el nombre de Rajoy. Es una situación tan escandalosa que el país no puede pasarla por alto sin más, ni plegarse a la inaceptable actitud del gobierno de proceder as usual. Es insostenible desde todos los puntos de vista. Revela una actitud instrumentalizadora y patrimonializadora de la administración pública en colusión con un puñado de empresarios en contra del interés general y en beneficio de esos empresarios (licitaciones de millones de euros), del partido y personal de algunos de sus dirigentes. No se puede confiar la gestión pública en manos de quienes presuntamente la aprovechan para delinquir.

Esa confabulación entre los empresarios y el partido es la clave de la falsedad del discurso neoliberal de la derecha. Ambas partes dicen que solo la privatización, la confianza en los empresarios (ahora llamados también "emprendedores", que tiene una connotación más romántica), la abstención del Estado y la desregulación nos sacará de la crisis. Ambas, igualmente, coinciden en demandar sacrificios, austeridad, contención y resignación de la ciudadanía como forma, dicen, de arrimar el hombro en estas terribles circunstancias. Y ambas, asimismo, se entienden para hacer lo contrario de lo que predican: las empresas y los empresarios parecen vivir (y opíparamente, por cierto) de estafar al contribuyente con la ayuda activa del Estado. ¿Cabe un comportamiento más repugnante? El Estado no solamente no se abstiene sino que está colonizado por las empresas. Toda la política de privatización de la sanidad pública está movida por esta ambición de lucro empresarial a costa de los ciudadanos a los que se expolia sin que exista un solo estudio que demuestre la superioridad de la sanidad privada sobre la públic. Los que hay demuestran lo contrario.

Cuando se habla de colonización empresarial del Estado (presente de forma palpable en la justificación de las reformas del sistema educativo en pro de una mayor eficiencia mercantil) no debe quedar fuera la gran empresa nacional, la Iglesia. Comparada con la iglesia vociferante y militante de la época zapateril esta parece un remanso de paz. Sus privilegios se han mantenido intactos, pues no consta que a los curas se les haya suprimido la paga de Navidad, y la jerarquía no ve motivos para salir narrando agravios y planteando nuevas exigencias. Ya lo hacen los gobernantes por su cuenta. El ministro de Justicia está dispuesto a satisfacer todas las demandas de los obispos en cuanto al aborto y ya veremos qué pasa con el divorcio. El de Educación les ha entregado la enseñanza en España, se ha cargado la Educación para la ciudadanía y ha vuelto a meter la religión en los programas de estudio. Aun así, a la Iglesia le parece poco y por eso ha movilizado al hermano lego que tiene en el gobierno, el ministro Fernández Díaz, para exigir que la religión no solo no sea una María, sino que sea troncal y valga lo que la química o la lengua. O más, si cabe. Al fin y al cabo, todo depende de Dios.

Por supuesto, tampoco puede faltar la banca a la cual ha sido necesario rescatar con ingentes sumas de dineros públicos porque estaba en una situación calamitosa. Solo el hundimiento (por supuesta estafa) de Bankia suele aducirse como explicación de la agudeza de la crisis en España. Un mundo en el que la mala gestión estaba entreverada de corrupción a todos los niveles: créditos a fondo perdido, malversaciones, apropiaciones indebidas, créditos a proyectos suntuarios de las administraciones públicas en los que robaba todo el mundo, subvenciones clientelares, autoasignación de pluses, pagas y pensiones estratosféricas.

¿No es acaso obvio ya, no solo que la crisis es en verdad una estafa, sino también quiénes son los beneficiarios y cómo lo han hecho y están haciéndolo? Gestionadas por un partido presuntamente corrupto, las instituciones no cumplen sus funciones. El conjunto del sistema está bloqueado, pendiente de las incidencias procesales de estos portentosos casos de corrupción, el de Bárcenas y el de la Gürtel que, al parecer, están entrelazados y tienen atrapados, como en una tenaza, al gobierno y su partido.

Quizá no sea muy gallarda su actitud pero el Rey ha hecho bien con el mutis, antes de que el torbellino de la corrupción arrastre la corona merced a esa figura antaño retrechera y hoy macilenta de Urdangarin. Porque al pringue de la corrupción general del país, el Rey añade uno propio, peculiar, familiar, zarzuelero que, además, presenta aristas sentimentales escabrosas, también en la mejor tradición borbónica.

Hay que ver cuán polifacética es la familia que el pío ministro Fernández Díaz llama natural. Por cierto, cómo cambian los tiempos; antaño, lo natural era pecaminoso para la Iglesia, como se ve en la designación de hijo natural que, si era de abolengo, podía llamarse "bastardo". La familia como Dios manda -que es lo que el ministro quiere decir- se adapta a la perfección a las vías corruptas. El espectáculo español probablemente fuera menos español de no aparecer en el baile los maridos tarambainas, las esposas lelas, los yernos pillastres, los primos, las nueras y, por supuesto, las amigas entrañables, admirable complemento de la institución natural.

diumenge, 3 de març del 2013

Nueve razones por las que Rajoy debe dimitr.

La única salida que queda en la enmarañada situación política española, con el fracaso continuado del gobierno en todos los frentes, es la dimisión inmediata de Mariano Rajoy.  La moción de censura sería laminada por la mayoría absoluta de la derecha. No obstante debe presentarse por decoro político y porque permitiría que, al menos por una vez, los ciudadanos supieran cómo están las cosas de verdad y no según la propaganda del gobierno. Pero solo la decisión de Rajoy de quitarse del medio, la única compatible con los usos civilizados, las pautas morales de la sociedad y hasta el buen gusto, puede abrir un proceso de regeneración democrática en el país. Las razones para la dimisión del presidente son claras:
  • 1ª.- Mintió en la campaña electoral de 2011 e incumplió luego su programa de gobierno.
  • 2ª.- Ha arruinado y deprimido más España salvando a los bancos a costa de los ciudadanos.
  • 3ª.- Ha hecho crecer el paro, la emigración, los desahucios y los suicidios.
  • 4ª.- Mantiene un gobierno de ineptos y corruptos que ya deberían haber dimitido hace tiempo.
  • 5ª.- Él mismo está bajo sospecha al no aclarar fehacientemente si recibió o no dinero ilegal.
  • 6ª.- Tampoco explica cuál sea su situación real e ingresos de su plaza de registrador.
  • 7ª.- Nombró tesorero a Luis Bárcenas y amparó sus actividades durante años.
  • 8ª.- Amparó el presunto saqueo sistemático del erario público a través del PP y la Gürtel.
  • 9ª.- Mintió al afirmar que Bárcenas no tenía nada que ver con el PP desde 2010.
Un país no puede estar gobernado por un hombre y un partido sometidos al chantaje de un presunto delincuente.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Peor que nunca.

Todos los datos económicos de 2012, el primer año íntegro de Rajoy en el gobierno, han ido a peor. Si la herencia recibida de Zapatero era mala -como ha aducido machaconamente el PP- la gestión de la derecha con mayoría absoluta la ha hecho buena. Ya quisiéramos hoy estar como en 2011, cuando había 600.000 parados menos, el déficit era del 9% del PIB y no del 10% como ahora, el crecimiento era positivo (de un 0,4%) en lugar de negativo (-1,4%) y el consumo final aún crecía (+ 1,2%) en lugar de decrecer (- 1%). Incumpliendo todo su programa electoral y aplicando uno contrario (o sea, como dice Rajoy, cumpliendo con su deber), el gobierno ha empeorado la situación en todos los frentes y ha hundido el país en la depresión más de lo que ya estaba.

Eso en lo económico. En lo político, la situación es calamitosa. El prestigio de las instituciones está bajo mínimos (excepción hecha del poder judicial, único baluarte en pie del Estado del derecho) y el de los partidos y los políticos que las gestionan bajo mínimos de los mínimos. La corrupción se ha enseñoreado del conjunto de la vida social: los políticos (fundamentalmente del PP, incluido el presidente del gobierno), muchos empresarios y hasta allegados a la Casa Real están presuntamente inmersos en oscuras tramas delictivas en las que se apalean millones de euros mientras la ciudadanía pasa necesidades y no figuradas, sino bien reales: desahucios a miles, empobrecimiento general, emigración forzosa, cantidad creciente de suicidios. Para tapar todo lo cual el gobierno y sus medios -que son muchos pues incluyen los públicos- recurren a la mentira de forma tan sistemática que han perdido todo su crédito. Así, el penúltimo embuste de Rajoy, el del déficit al 6,7% del PIB (en donde se escamotea el adicional 3,3% del rescate de la banca, que sí se contabilizaba en el cálculo de la era Zapatero) ya no produce ni escándalo. Todo el mundo da por supuesto que Rajoy no habla y, cuando habla, miente.

La sociedad está reaccionando con una movilización sostenida, intensa y muy numerosa. Las mareas -ahora extendidas también a Portugal- mantienen un clima de conflicto social que, a pesar de su carácter pacífico, a veces toma aires violentos. Pero no por la predisposición de los manifestantes sino, habitualmente, por la actividad provocadora de la policía. Porque, junto a la mentira sistemática, el otro medio de que se vale el gobierno para hacer frente a las oleadas sucesivas de indignación ciudadana es la represión con hostigamientos policiales, detenciones arbitrarias, montajes acusatorios, cargas indiscriminadas y una continua criminalización de las acciones de protesta.

La mentira y la represión pueden contener de momento la ira de la ciudadanía, pero no frenar el deterioro de las instituciones. Un ochenta por ciento de los votantes del PP cree que Bárcenas chantajea al PP y, en concreto, a Mariano Rajoy. En ningún país del mundo se toleraría un gobierno cuyo presidente esté sometido al chantaje de un presunto delincuente. En verdad es una situación límite que, sin embargo, no parece afectar a Rajoy, cuyo pundonor no es vigoroso, razón por la cual no piensa en dimitir para bochorno de toda la ciudadania. La corrupción Bárcenas/Gürtel, pues ahora empiezan a unirse procesalmente, no es un caso aislado, ni una excepción, ni un accidente. Parece ser una norma de comportamiento del PP que este traslada a las instituciones; es una corrupción estructural. No es posible gobernar en estas circunstancias y lo que el gobierno debería hacer sería dimitir y convocar nuevas elecciones para que, ahora sí, con suficientemente información, el electorado pueda decidirse con conocimiento de causa. No engañado, como lo fue en las elecciones de 2011.

Pero pinta mal para elecciones. Según los datos de Metroscopia en El País de hoy la intención de voto es del 24,3% para el PP y del 23,1 para el PSOE. Cantidades raquíticas. El PP pierde veinte puntos con respecto al resultado de 2011 y el PSOE, agarrénse, cinco y medio y eso que su resultado de 2011 era el peor de su historia reciente. Entre los dos suman el 47,4% del voto, no llegan al 50%, tambièn la más baja de la historia, que muestra una media del 75,1% de 1982 a 2011. Ignoro si esto anuncia un fin del llamado bipartidismo o solo es muestra del hartazgo de la ciudadanía con los dos partidos dinásticos.

Aparentemente, la situación no tiene salida. Pero la política consiste en encontrar la salida a situaciones que no la tienen, solución a problemas que parecen irresolubles. Claro que para eso hacen falta políticos. No burócratas.

La vida como es

La Fundación Telefónica ofrece una exposición (la segunda que hace, me parece) de fotografías de Virxilio Viéitez (Soutelo de Montes, Pontevedra, 1930-2008) de un enorme interés.

Viéitez no era un fotógrafo con pretensiones. Carecía de formación. Solo tenía entusiasmo. Pasó toda su vida en en Soutelo de Montes, excepto una breve escapada a Palamós, en donde aprendió fotografía y revelado e hizo un curso por correspondencia y otra más breve aun en A Coruña, a cumplir el servicio militar, cuando los gorros de los sorches llevaban borlas. Era un hombre de origen muy modesto que ejerció con pasión el oficio de fotógrafo de encargo. Durante su larga vida fotografió a sus vecinos y gentes de lugares aledaños delante de una sábana blanca, sus fiestas, sus entierros (hacía fotos publicitarias también de féretros para una empresa de pompas fúnebres), sus primeras comuniones, sus bodas y bautizos. Cuando se implantó el DNI, fue el encargado de acompañar a los policías para hacer las "fotos del carnet" y era tan profesional y meticuloso que igualmente lo contrataban las compañías de seguros para documentar fotográficamente los accidentes de coches. Por supuesto, como buen free lancer estaba siempre dispuesto a prestar sus servicios cuando alguien quería perpetuarse estrenando coche, vestimenta, noviazgo o celebrando cualquier evento. Prefería siempre la fotografía al aire libre pero trabajaba igualmente en interiores.


Nuestro hombre no tenía vocación artística. Mas era tal su amor al oficio que, en muchas ocasiones, sus fotos son obras maestras. La creación que surge del desconocimiento del arte, cual una especie de don divino. Algunos supìeron reconocerlo. Como documenta la exposición, Cartier-Bresson lo consideró uno de los suyos e incluyó una de sus fotos en una antología. Viétez desarrolló un ojo para el realismo, en paralelo con el realismo norteamericano de la época y la nueva objetividad alemana, aunque en feliz desconocimiento de ambos. Lo suyo era una profesión, un medio de ganarse la vida cuando esta era muy dura. Dominaba la técnica, pero no le importaba la estética ni otros refinamientos. Sus fotos a veces no están bien enfocadas, tienen defectos de luz, muchas veces de encuadre, no cuida los planos y no le importa que se vea a quienes sostienen la célebre sábana. Lo que le importa es cumplir un encargo, documentar un hecho. Por eso son fotos reales, como de reportero de la vida misma. Son el crudo testimonio de una época que queda así minuciosamente retratada en una serie de testimonios en los que el mensaje es el de los protagonistas que, casi siempre nos miran directamente a los ojos, sin mediación estética alguna que pueda distraer la atención. Supremo don del artista: presentarnos la realidad que él ve como la que es. Y vaya si lo era.

La exposición se concentra en los años de 1950 a 1980. Durante ese tiempo Viéitez trabajó incansablemente, yendo de un sitio a otro en donde lo llamaran y para lo que lo llamaran, con su cámara a cuestas. Debía de ser un tipo similar al fotógrafo ambulante que aparece en Arroz amargo, en una sociedad muy parecida. Y acopió una ingente cantidad de material, parte del cual todavía está sin positivar y que cabe considerar como un documento antropológico y etnográfico de primera magnitud. Porque las muestras no vienen por unidades, sino por decenas y cientos. Son muchas las familias retratadas ante la sábana blanca, muchos los niños, los y las adolescentes, los viejos, las parejas, los comercios, los coches. Con esa documentación cabe hacer una sociología de la cultura de un pueblo gallego de horizontes limitadísimos (hay una foto deliciosa en la que se ve una excursión a Villagarcía de Arousa, todo un acontecimiento) y ritmo vital pausado. Y, por supuesto, proyectarla universalmente, como sucede siempre que se pinta un rincón concreto del planeta: que este se reconoce en él.

Con todo, las modestas fotografías de Viéitez que pilló las postrimerías de la miseria de la postguerra, muestran luego la aceleración de las transformaciones de los años sesenta y setenta, los cambios de las costumbres, el desarrollo, los tonteos de l@s adolescentes, la moda ye-yé, las minifaldas, los guateques, una paulatina pero repentina riqueza y bienestar que venía a superponerse como una pátina sobre el fondo indeleble de la cultura campesina, con sus pautas tradicionales. Los teóricos empezaban a hablar de sociedad del consumo, sociedad del ocio, a una población acostumbrada a trabajar de sol a sol. Una gente que muestra adoracion por los nuevos trastos, radios, motos, coches de indiano, con los que tiene un trato supersticioso. Los objetos van invadiendo la escena pero, en el fondo de esta, aparece siempre esa mirada incrédula, resignada, socarrona y desconfiada de las generaciones de mujeres campesinas acostumbradas a trabajar la tierra mientras los hombres están a emigrar y los niños crecen bajo el cuidado de las abuelas y los curas. Las generaciones que han visto coexistir la yunta de bueyes tirando del arado con los pantalones campana, muy al estilo del Dúo dinámico, que haría furor en Soutelo de Montes, y los nuevos coches seat, y han tenido que adaptarse a unos tiempos nuevos, más rápidos y más inseguros. Como pasa siempre.

Viéitez no exploró el color, aunque sus trabajos son igualmente espléndidos, porque se había acostumbrado a ver el mundo en gama de grises.  Era aquel un mundo gris y anodino que interrumpía su rutinaria existencia justo para la fotografía. Prácticamente todos los trabajos de nuestro hombre son posados. Posados en sentido estricto o interrupciones de algún evento para hacer un posado colectivo improvisado. Pero en todos los casos, las fotos están cargadas de significado, tienen sentido, nos interpelan; en su simplicidad, nos llevan a ellas, nos hacen preguntarnos qué estarían pensando las personas retratadas, los que velan los entierros, las jóvenes endomingadas, los amigos de parranda. Es la reproducción mecánica de este abigarrado caleidoscopio la que nos transmite el sentido de una época. La vida como fue. Como es.

dissabte, 2 de març del 2013

Las mentiras de Rajoy.


Es fama: el presidente del gobierno de España no ha dicho una sola verdad desde el ya lejano momento de su toma de posesión. Incluso se ha jactado de ello, llegando a formular una de sus empingorotadas sentencias, tan falaces como sonoras. Reconoce no haber cumplido su palabra pero, dice, ha cumplido con su deber. Implícito, cómo no, va que cumplir con el deber es algo superior a cumplir la palabra. Tiene su mérito, al menos en el reino de la desvergüenza, disfrazar la felonía de probidad. ¿O no es cierto que el primer deber de un hombre es cumplir su palabra? "Es la realidad", añade, la que le ha obligado a incumplir. Y ¿con qué otra cosa ha de habérselas uno sino es con la realidad? ¿O se hacen las promesas y se da la palabra pensando en un mundo de fantasía?

Esa condición de embustero sistemático de Rajoy queda patente cada vez que habla. En la foto lo vemos explicando en sede parlamentaria que el déficit de 2012 es del 6,7% del PIB, siendo así que los fementidos socialistas lo habían dejado en un 9%. Otra trola de caballo porque el cálculo ofrecido no incluye el déficit de la ayuda a la banca que eleva el total a más de 10% del PIB. Lo sabe todo el mundo. El propio Rajoy sabe que lo sabe todo el mundo pero no importa. Él lo dice y lo repite impertérrito. No ignora que nadie lo cree y le da igual, pues si justifica la mentira por el sentido del deber, también se puede mentir sobre los datos objetivos. Y eso es lo que hace.

La mentira como forma de gobierno no es aceptable. Emponzoña de tal modo la vida pública que llega a adquirir caracteres irrisorios. El vídeo en el que Cospedal tartamudea y balbucea incoherencias sobre el inexistente finiquito de Bárcenas debe de ser lo más ridículo que se haya visto en mucho tiempo; superior a los dislates de Floriano sobre Sepúlveda, otro presunto mangante a sueldo del PP que se lo paga del dinero de los impuestos de todos los españoles, si no lo hace con los fondos de las donaciones ilícitas de los empresarios.

La mentira sistemática, permanente, no solo degrada el funcionamiento de las instituciones (en las que da igual lo que se diga, pues todo es falso) sino que, además, enreda al mentiroso en una red de embustes sobre embustes de donde no le es posible salir. En varias ocasiones ha afirmado Rajoy que "ese señor" (por Bárcenas) hace más de dos años que no tiene nada que ver con el partido. Sin embargo, en la demanda por despido improcedente presentada por el innombrable, se hace constar que estuvo cobrando 21.300,08 euros hasta enero de 2013. Si el PP paga 21.300 euros a alguien que "no tiene nada que ver con el partido", los que tengan que ver, probablemente nadarán en la abundancia. De hecho, así parece haber sucedido gracias a los sobres barcénigos que, como maná caían del cielo de la corrupción directamente en los bolsillos de muchos altos cargos entre ellos, supuestamente, los de Rajoy.

Otra nueva mentira, por tanto. El personaje está completamente desacreditado. Diga lo que diga, no lo cree nadie. Ni los suyos, algunos de los cuales están sorprendentemente callados, como Aznar o Aguirre. Añádase a ello la circunstancia de que a más de un mes de la revelación de los "papeles de Bárcenas", en donde aparece el nombre de Rajoy como receptor de dineros ilegales, este no haya procedido judicialmente contra el acusador, limitándose a un desmentido que, como siempre, se desmiente a sí mismo, aquel "todo es falso excepto alguna cosa que han publicado los medios", que deja todo en el aire.

Este baile de la mentira no puede continuar. No es posible seguir con una sociedad en estado de movilización permanente en contra de un gobierno carente de legitimidad, de crédito y de autoridad. Un gobierno y un partido que han estado presuntamente gozando de suculentos ingresos ilegales mientras imponían duros sacrificios a los demás. Y no uno o dos de sus cargos sino el conjunto del partido como tal.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Chinoiserie

Lo fui dejando, lo fui dejando y al final casi me quedo sin ver la exposición del ICO sobre Ma Yansong. Así me encuentro hoy dando cuenta de una muestra que cierra mañana, día 3. Cosas que pasan. Porque la exhibición, la primera mundial, según creo, de este joven arquitecto chino es una ocasión única. Y un prodigio. El ICO ha reunido treinta piezas entre maquetas y dibujos que dan cuenta de algunas de las obras ya realizadas por Yansong al frente de su estudio MAD Architects, de las que no pasaron de maqueta, de las que están en curso de realización y de las proyectadas para el futuro. Futuro es término adherido a toda la obra de este sorprendente creador. Por ejemplo, las dos Torres absolutas de la foto, erigidas en la ciudad de Mississauga, Ontario, Canadá, de 170 y 150 metros respectivamente, dos moles que parecen estar moviéndose en sentido helicoidal. El mismo Yansong habla de futurismo en sus frecuentes explicaciones teóricas, probablemente enlazando con el futurismo de comienzos del siglo XX, el de Marinetti y sus amigos. Solo que aquí el futuro tiene una forma visible porque se trabaja con proyectos en forma de maquetas. Hay así una del proyecto de lo que iba a ser la torre más alta del mundo, para la ciudad de Guangzu (o como se escriba), de 800 metros. En el ínterin ya ha sido superada por otra muy famosa en Dubai. También cabe admirar una maqueta, audazmente llamada Pekín 2050, que reorganiza por completo la ciudad, desde la Plaza de Tiananmen hasta los hutongs (que son como distritos) en torno suyo.

Yansong tiene una idea clara de la arquitectura como un arte, como lo que ha sido siempre, desde que el hombre comenzó a construir. Un arte especial que, por razón de sus dimensiones ha solido tener carácter institucional, público, bien sea religioso, civil o militar. Prácticamente todos los monumentos arquitectónicos hasta el siglo XIX son pirámides, iglesias, catedrales, palacios, castillos, alcázares, alguno de proporciones colosales como, precisamente, la gran muralla china. Y todos son heraldos de grandes principios, ideas, religiones, culturas, pensamientos colectivos. A partir del XIX, se abre camino la arquitectura civil y es la época de los rascacielos y los grandes arquitectos, desde Lloyd Wright a Alvar Aalto, pasando por Le Courbusier o Mies Van der Rohe y la prestancia de la arquitectura como arte a través de la Bauhaus que implantó un estilo desbordado a otras artes como el diseño o la pintura. El propio Ma Yansong rinde homenaje en algún momento a Van der Rohe y él mismo es escultor y diseña mobiliario interior tan sorprendente como los edificios en los que se ubica y que son el resultado de la confluencia de tres factores: arte, tecnología y paisaje.
En el caso de Yansong esa voluminosidad adquiere proporciones sorprendentes puesto que no solamente construye edificios gigantescos, sino conjuntos arquitectónicos en los que pueden habitar decenas de miles de personas como esa serie de edificios en forma de hilera de colinas en Baihai, China, en 2008 o el prodigio que se presentó en la bienal de Venecia del mismo año, la sorprendente Chinatown móvil que se instalará en las afueras de Roma y es lo que su nombre indica, un barrio chino completo, pero del siglo XXI, con capacidad para 15.000 personas con sus comercios, viviendas, parques, zonas deportivas, etc. Los arquitectos, por razón de su arte, han influido siempre en el paisaje urbano o natural. Pero Yansong es un arquitecto de planificación urbana completo.

La exposición se titula Entre la modernidad (global) y la tradición (local) para poner de relieve cómo este joven artista de treinta y tantos años, residente en Pekín, deja su impronta en los cinco rincones del mundo. Tiene un aspecto "moderno", el de la globalización, y otro "tradicional", el propiamente chino. La China y el Japón, han influido de siempre en Occidente, al menos desde los tiempos del Millón, de Marco Polo allá por el siglo XIV. En el XVIII y comienzos del XIX la impronta china en arte era muy fuerte y se la conocía como chinoiserie. Se nutría sobre todo de pintura y grabados, porcelanas, lacas, mobiliario, aunque también de filosofía y literatura. Todo ello venía a ser como excursiones por reinos exóticos que hacían aportaciones a la civilización occidental, pero sin competir o sobreponerse a ella. En la medida, sin embargo, en que la arquitectura sigue siendo heraldo de tradiciones culturales, políticas, religiosas colectivas, nacionales, la de Yansong supone un reto extraordinario porque su obra, que se expande por el mundo y gana concursos internacionales, tiene una esencia profundamente china. Muchos críticos señalan, además, la influencia taoísta en la arquitectura de nuestro autor. En el Tao el hombre se hace uno con el cosmos y el edificio con el paisaje.

Además del elemento tradicional, Yansong es consciente de que su obra es el vehículo de expansión de la nueva China. De hecho, la Chinatown móvil es una figuración de la mayor de las cinco estrellas de cinco puntas de la bandera de su país, la que simboliza el Partido Comunista Chino. La China es una sociedad dinámica, que acumula las ventajas y desventajas del comunismo y el capitalismo al mismo tiempo (no como la rusa, que lo hizo consecutivamente) y, sin embargo, está muy integrada y basa su solidez en una acelerada serie de conquistas tecnológicas. Al lado de los ferrocarriles chinos de alta velocidad, los europeos son lentos. Y los chinos pueden levantar edificios de cientos de metros de altura en menos de tres meses. Siglos tardaban en construirse las catedrales. Si esos edificios, esas verdaderas ciudades en burbujas que surgen como los hongos después de la lluvia, son del estilo de Yansong, gráciles, hermosas, integrales, perfectamente adaptadas al paisaje a pesar de su tremenda audacia, estables y seguras, protegidas de los terremotos cuando son elevadas, ¿cómo no se va a imponer la China mundo adelante?
(La imagen es una foto de r2hox, bajolicencia Creative Commons).

divendres, 1 de març del 2013

Dos zombies

Los dos partidos dinásticos, pilares de la restauración democrática borbónica (siempre que ambos adjetivos sean compatibles) están pasando por muy malos momentos. Concentrados en resolver sendas crisis internas, tienden a olvidar que todo lo interno en los partidos tiene consecuencias externas, impacta sobre la sociedad. La prueba: los índices de valoración ciudadana. Estas turbulencias, además, traen causa en buena parte de las personas de sus máximos dirigentes, que no parecen estar a la altura de las circunstancias. Nueva prueba: sus índices de valoración son ínfimos. Con ello anulan una de las vías tradicionales de solución de problemas en los partidos, la del liderazgo. Ninguno de los dos lo tiene o, si lo tiene, lo ejerce en la dirección equivocada. Rajoy en la del silencio. Rubalcaba en la del nacionalismo español.

No, no están a la altura de las muy difíciles circunstancias. Los dos llevan toda su vida en política, han hecho de ella su profesión. Han ocupado multiplicidad de puestos; han sido diputados, varias veces ministros de diversos ministerios, vicepresidentes, siempre en cargos de segundones desempeñados con mejor o peor fortuna. Ambos ambicionaban ser presidentes del gobierno. Uno lo consiguió a la tercera; el otro fracasó en la primera. Dos personas, una misma experiencia vital, ambos acaban pareciéndose. Son muchos años de reuniones, consejos, votaciones, interpelaciones, negociaciones. Probablemente se conocen el uno al otro de memoria y hasta quizá se aprecien en la intimidad. Pero los dos parecen haber llegado de sobra al máximo nivel de su incompetencia peteriano, o sea, del principio de Peter. Cada uno por su lado, dan la impresión de ir con la lengua fuera por detrás de los acontecimientos y con comportamientos no enteramente previsibles. Semejan zombies. Cada uno en su estilo.

Rubalcaba ha tropezado con el derecho de autodeterminación. Su empeño en ignorar esta cuestión no funciona; no porque haya gente en el PSOE que recuerde cuando el partido propugnaba el derecho de autodeterminación del que ahora reniega, que la habrá, sino porque el sector catalán no está dispuesto a renunciar a él. A veces las cuestiones de principios que se arrojan por la puerta vuelven a entrar por la ventana. La reacción de Rubalcaba ha sido autoritaria, amenazando con revisar la relación entre los dos partidos, multando a los diputados díscolos, incluida la demediada Chacón. No es muy elegante y, además, plantea otra cuestión de fondo, en concreto esa práctica de la disciplina de voto que viene a ser una forma de corrupción moral de la democracia. Como era de esperar, la dureza de la reacción provocó una más dura contrarreacción: el PSC se reafirma en el derecho de autodeterminación. Ya está la escalada en marcha. Y, por supuesto, Rubalcaba, un hombre francamente conservador, oye con agrado las soflamas patrióticas de Guerra, quien pide la ruptura con el PSC y la organización de una sucursal catalana del PSOE. De llegarse a esto, el porvenir del socialismo pinta negro. Rubalcaba no es hombre de este tiempo. Está hecho a otro, de menos calle y más despacho, más negociación y apaño y menos ruptura de la que ahora se precisa. Debe dejar paso a gente capaz de propuestas imaginativas en materia de reforma de la Constitución, incluida la Jefatura del Estado, la relación del Estado con la Iglesia y la organización territorial. Ciertamente esto equivale a un proceso constituyente que puede hacerse mediante una Convención ya que, de todas formas, el país se halla en una situación de desgobierno.

Rajoy está atrapado en la enorme tela de araña de la corrupción en el PP con el agravante de aparecer como personalmente implicado en ella, sea o no cierto. Su reacción ha sido tan autoritaria como la del otro: ha decretado la ley del silencio. No solamente se prohíbe mencionar a Bárcenas sino que tampoco puede hablarse de su circunstancia. La creencia es que se trata de un episodio pasajero. "Escampará", dice Rajoy como quien habla de una tormenta de verano. Pero el asunto Bárcenas no es un caso aislado sino una estructura presuntamente delictiva, permanente, en la que se entreveraban el partido, las administraciones públicas y las empresas. El contenido de los papeles no deja lugar a dudas: una supuesta máquina de expoliar las arcas públicas transfiriendo su contenido a las privadas mediante donativos ilegales. El escándalo Bárcenas es un asunto de Estado y, a su lado, está la peripecia del presidente del gobierno, nombrado en los papeles como beneficiario de unos pagos ilegales mientras él y los suyos pasan la vida pidiendo e imponiendo privaciones a los demás, uno de los comportamientos más repugnantes que existen. Él se ha encerrado en un silencio ofendido, ha trazado una línea protectora y, detrás de ella, sus segundos, la secretaria general, los portavoces, están siendo literalmente triturados en su empecinamiento por negar la evidencia misma. Cospedal ha hecho ya tantas veces el ridículo por salvar la cara al jefe que ha perdido el poco crédito que le quedaba. Y Rajoy no ha ganado un adarme de él. Rajoy no puede gobernar, no tiene libertad de movimiento. Su inveterada tendencia a la mentira ya no le sostiene ni el tiempo de pronunciarla. Minutos después de anunciar el triunfo del déficit de 2012 en 6,7%, todo el mundo sabía que había escamoteado el rescate a la banca -que sí contaba en el cálculo de déficit de Zapatero- y que, por lo tanto, la cifra real era de más del 10%.

Así que, con ánimo constructivo, a uno se le ocurre que los dos políticos podían presentar su dimisión al unísono. Sus partidos, en estado de asombro, tendrían que reaccionar y, probablemente, ponerse de acuerdo. También correspondería al Rey trabajar un poco, aunque da la impresión de que tampoco está en su mejor momento, tratando de salvar el honor de la Casa Real en unas aventuras que empezaron en el octavo mandamiento y se están desplazando peligrosamente al séptimo con toques de décimo. A lo mejor el Rey se animaba con el momento y abdicaba, como ha hecho el Papa, más o menos.

El sentimiento trágico de la vida de los españoles nos impide ver los momentos alegres de la existencia. En Italia, el país de la commedia dell' Arte se lo toman de otro modo. Si allí estuvieran, como aquí, sin gobierno, sin oposición y sin Jefatura del Estado, no saldría un Beppe Grillo, sino dos por lo menos. En casa, ya ven ustedes, ni uno. Bueno, se me ocurren vari@s, pero lo son sin saberlo y eso no tiene mérito.

(La primera imagen es una foto de Rubalcaba38. La segunda, una de Partido Popular de Melilla, ambas bajo licencia Creative Commons).

dijous, 28 de febrer del 2013

Este es el problema.

El problema del golpismo. La permanente amenaza de intervención militar, de la que España no parece ser capaz de liberarse. La última asonada fue en 1981 pero, desde entonces, ocasionalmente, se oye el refunfuñar de algún alto mando del ejército. Suelen ser de la reserva, pero eso no les resta significado; al contrario, se lo añade, pues la situación de reserva pareciera aligerar en los militares el deber de obediencia. El más reciente, ese general exjefe de la infantería de marina quien sugiere la posibilidad de intervención militar en Cataluña. Y con un razonamiento bien curioso. "La Patria", dice, "es un sentimiento, mientras que la Constitución no es más que una ley". Obsérvese el desprecio por la ley. Es imposible explicar a una persona así que la ley prevalece sobre el sentimiento, que si no fuera por eso la sociedad sería imposible pues cada cual se tomaría la justicia por su mano. Imposible de todo punto. Imposible explicarle que sus sentimientos, por muy nobles que se le antojen, no son superiores a los del vecino, quizá opuestos a los suyos. Imposible incluso mostrándole el ejemplo de Gran Bretaña en donde la eventualidad de la independencia de Escocia no ha suscitado ni un murmullo entre el alto mando del ejército. A propósito, va a ser muy difícil explicar por qué lo que puede hacerse en el Reino Unido, no puede hacerse en España. Explicar con razones, no con el cornetín de órdenes.

Por eso, lo más recomendable es aplicar la legislación constitucional vigente y sancionar un comportamiento que está fuera de ella, pues pretende dar autonomía al ejército frente al poder civil. Y este es un asunto no negociable: el Estado de derecho se basa en la supremacía de la ley, incluso en el ejército. Esa propuesta de que la patria está por encima de la ley es inadmisible porque quiere decir que el sentimiento de patria del general y sus amigos prevalece sobre la ley, manifestación de la razón y de la voluntad colectiva. Es posible que el poder político civil requiera la acción de las fuerzas armadas, pero eso no puede ser por decisión de estas, sino de aquel, que la tomará en el contexto de un debate político. Y habrá que ver cómo la justifica en un contexto europeo en donde no se aceptaría una solución militar en España.

La Patria es lo que dice la Constitución. Este es el nudo de la doctrina del patriotismo constitucional que todo el mundo invoca si bien no respeta. En el entendimiento de que la Constitución puede decir otra cosa. Las descripciones de España han cambiado mucho en las Constituciones de los siglos XIX y XX. La descripción actual podría cambiar si así lo decidiera una  mayoría de los españoles pacífica y democráticamente. La Constitución puede reformarse y, si llegara a admitir el derecho de autodeterminación, como muchos propugnamos, este se ejercería a su amparo con todas las consecuencias, sin que los militares tengan nada que decir. Ningún orden político puede sobrevivir con un actor tomando decisiones que influyen en las de los poderes del Estado o las condicionan. En todo caso, el ejército podía aprender de la Iglesia, otro agente que condiciona la acción de los poderes del Estado, pero lo hace sigilosamente, en el secreto de los despachos o las sacristías en donde obtiene pingües beneficios, superiores a los de los militares. Pero no es el espíritu de estos, más aficionados a andar a tambor batiente.

dimecres, 27 de febrer del 2013

Yolanda.

El 1º de febrero de 1980 dos criminales, Emilio Hellín Moro e Ignacio Abad Velázquez, secuestraban, torturaban y asesinaban de tres disparos en la cabeza a una chica de diecinueve años. Se llamaba Yolanda González, era vasca y vivía en Madrid, en donde estudiaba formación profesional y militaba en un grupúsculo trostkista. El frío relato de los hechos en Wikipedia da una idea de la época y ayuda a comprender el espíritu de la transición: los militantes de Fuerza Nueva andaban asesinando gente, como habían hecho -ellos u otros de la misma vena- con los abogados de Atocha, con la connivencia, cuando no la activa ayuda de la policía.

Hoy, treinta y tres años después de aquel crimen, nos enteramos de que el ministerio del Interior tiene contratado al asesino de Yolanda como asesor o instructor o adoctrinador de la policía y la guardia civil. Tras haber cumplido de forma bastante accidentada una parte de la condena original, el sujeto ha mudado de nombre y, entre otras, realiza las colaboraciones señaladas y alguna más para ocasionales autoridades del PP. Aquí se plantea la cuestión de qué sucede con los delincuentes cumplidos y su reinserción social. Seguramente. Pero el delito de Hellín, sobre ser especialmente odioso, tiene unos elementos de ideología política imposibles de ignorar. El asesinato de Yolanda fue un crimen político, un acto de terrorismo típicamente político. Que yo sepa, Hellín no ha pedido perdón ni mostrado arrepentimiento por el crimen cometido. ¿Acaso esas exigencias se plantean únicamente a los etarras o proetarras? Con tanta mayor razón aquí porque no existe garantía ninguna de que el Hellín de extrema derecha no aproveche su posición para orientar ideológicamente las actividades de la policía o, incluso, para cometer una nueva fechoría. La muestra de arrepentimiento tampoco sería una garantía, pero es de todo punto exigible.


Hellín fue contratado por el ministerio en 2006. Entonces era responable de Interior Rubalcaba. Quiero creer que el ministro socialista no sabía a quién se contrataba para la instrucción de la policía. No me cabe en la cabeza que lo supiera y no dijera nada. Y, si es así, ya está tardando en comparecer en público a decirlo. ¿O le parece bien contratar a un criminal fascista que no se ha arrepentido?

Veintiséis años después de su muerte, Yolanda fue asesinada de nuevo en su memoria por quien la había matado y quizá con la connivencia de quienes entonces lo ayudaron.

La mentira y la ley del silencio.

La rueda de prensa de Maria Dolores de Cospedal el lunes pasado ocupará un lugar destacado en la historia de la cantinflería nacional. Corona una serie de cómicas apariciones de destacados dirigentes del PP: la de Rajoy a través de la pantalla de plasma, las de Floriano explicando las relaciones laborales de Sepúlveda y Bárcenas con su partido, las de Pons diciendo cualquier cosa.  Todas ellas evidencias de cuán difícil es sostener la mentira en nuestra sociedad mediática abierta cuando la realidad en forma de contundentes respuestas de Bárcenas la refuta acto seguido. Pero, hasta ahora, la aparición estelar es la de Cospedal. El Intermedio del Gran Wyoming la ha sacado dos días seguidos y era imposible tener la risa. Tanto que bordeaba la compasión. Debe de ser muy duro verse en unas circunstancias tan ridículas.

Lo sabemos tod@s: Bárcenas tiene al gobierno y al partido rehenes de su estrategia procesal de salvación. No les da cuartel y los obliga a improvisar reacciones, excusas, explicaciones falaces, contradictorias, absurdas. Contrastan estos patéticos vídeos con los que se veían hace mes y medio, cuando esos mismos líderes comparecían en público duros, contundentes, negando de la cruz a la fecha y profiriendo amenazas en todos los tonos: acusaciones, denuncias, demandas, querellas prácticamente contra el conjunto de la ciudadanía; los mismos que ahora aparecen confusos, titubeantes, azorados, casi gimoteando. Los mismos, claro es, menos Rajoy quien ha desaparecido, como suele, oculto en La Moncloa, sin dar la cara, esperando, como dice él, que escampe. Fino olfato, astuta estrategia pueblerina ante una tormenta apenas iniciada.

Todavía es mayor el contraste con los vídeos de hace apenas seis meses en los que unos dirigentes del PP seguros de sí mismos, triunfantes, cargaban contra la herencia del PSOE y anunciaban medidas duras, drásticas, recortes, rebajas, reducciones, sacrificios. Parapetados tras una mayoría absoluta parlamentaria abrumadora, producto de unas elecciones en las que el PSOE quedó triturado, ignoraban olímpicamente la oposición, daban la vuelta a sus promesas electorales y se proponían "salvar España" en aplicación de su programa ultramontano máximo.  

¿Qué ha sucedido de ayer a hoy? Que los papeles de Bárcenas -cuyo alcance desconocen los asustados miembros del partido y del gobierno- dan por veterana la mentira que viene de bastante atrás. El PP podría haber estado infringiendo la ley en materia de donaciones de empresas hace veinte años. Y no solo infringiendo esta ley, sino empleando el resultado de las infracciones en cometer otras en cuanto a la financiación de las campañas electorales o en cuanto a las apropiaciones indebidas de una serie de cargos de la máxima responsabilidad en el partido y en el gobierno. El escenario evocado por esos papeles es tremendo: donaciones por valor de cientos de miles de euros a trueque de adjudicaciones públicas irregulares por millones. Posibles entregas de servicios hospitalarios a cambio de donaciones al partido de las que, además, se repartían presuntamente jugosas porciones a diversos dirigentes cuyos nombres están consignados en los papeles barcénigos. Entre ellos, el de Rajoy Brey.

El PP puede haber estado veinte años reclamando rectitud y honradez a los demás y exigiendo a voz en grito dimisiones en cuanto un cargo público de otro partido hubiera cometido la sombra de un desliz al tiempo que practicaba lo contrario y vivía en un clima de expolio, saqueo y aprovechamiento ilícito personal sin parangón en la historia reciente de España. Es decir, según los tales papeles, una oficina de cobros y pagos en dinero sucio, una verdadera maquinaria de delinquir. Ya dijo Palinuro hace una fechas que el escándalo Bárcenas es un asunto de Estado. Esto no escampa ni puede escampar porque, a su luz, el PP más parece una asociación de malhechores que un partido político.

¿Cuál es la respuesta del partido y de los poderes públicos? La ley del silencio. Rajoy no da explicación alguna, no habla y, cuando lo hace, no menciona el nombre de Bárcenas. Floriano asegura que el PP ya no hablará más del precito, lo cual es absurdo porque, habiendo llegado las cosas hasta aquí, serán los tribunales quienes le obliguen a hacerlo. Pero la intención es clara: silencio, censura, a callar porque, según se habla, las cosas aparecen más turbias. Como en las dictaduras: todo el mundo punto en boca. Pero eso es imposible. Hay una pregunta en el aire: ¿cómo iba a ignorar el presidente del PP lo que hacía su tesorero, a quien él nombró y apoyó sin dudar durante años? Las dos conclusiones alternativas son igualmente incómodas: o sabía y es un truhán o no sabía y es tonto.

En cualquier caso este gobierno no puede seguir. Su partido lleva demasiado tiempo, según parece, engañando a la sociedad

(La imagencorresponde al vídeo de baderasaca, colgado en You Tube).

dimarts, 26 de febrer del 2013

El derecho autodeterminación.

Hoy se debate en el Congreso una propuesta de resolución presentada por CiU, IC y ERC en favor del derecho a decidir de los catalanes que Palinuro llama derecho de autodeterminación (DA) en honor a la claridad, la brevedad y la realidad última de la cosa y porque no se debe a consigna de partido alguno. La propuesta, por supuesto, no saldrá adelante y las alineaciones parecen claras. Frente del no: PP, PSOE, UPyD; Frente del : CiU, IC, ERC, PSC, PNV, Amaiur, BNG, Geroabai. Algunos otros no tengo claro qué harán (y eso si no me he equivocado en los anteriores), por ejemplo, IU, CC, Compromís, aunque tiendo a situarlos en el sí.

De todas formas, la cuestión llevará poco tiempo y se pretenderá que pase sin alharacas, en aplicación de la tradicional actitud española de infravalorar el conflicto de naciones en España. La abrumadora mayoría del Congreso, los votos del PP y del PSOE, dejará claro una vez más que no hay una cuestión catalana y mucho menos, como pretenden algunos radicales, una cuestión española. No, señor. España es una nación, y punto. Eso no se discute. Es indiscutible, piensan al alimón Rajoy y Rubalcaba.

Sin embargo, la cuestión existe y se encona con el tiempo. Cierto, ciertísimo, España tiene problemas perentorios, que no admiten aplazamiento. El más evidente, cómo salir de la crisis. Pero el de su forma de Estado también lo es. Para los nacionalistas españoles esto es falso y se niegan siquiera a debatir sobre el DA. Para los nacionalistas catalanes y vascos esto es cierto y plantean de continuo la cuestión autodeterminista. En política, como en la guerra, es vital escoger el campo de batalla, es decir, llevar la iniciativa. En estos momentos, la iniciativa es del nacionalismo no español, pues el español está encastillado en un no rotundo sin horizonte posible de negociación.

Eso es el nacionalismo español en su mejor conciencia organicista. La Patria es un cuerpo y ninguna parte de ningún cuerpo puede autodeterminarse. Punto de nuevo. El problema, sin embargo, lo tiene la izquierda dentro del nacionalismo español. Y no por ser la izquierda. Un estudio del modo en que esta ha tratado la cuestión nacional a lo largo de la historia demuestra, creo, la suficiente confusión para sostener todas las asociaciones posibles, desde el internacionalismo más cosmopolita al más acendrado patriotismo del terruño. No, el problema no le viene a la izquierda por ser izquierda sino porque parece ser la corriente en la que se concentran las gentes con mayores inquietudes socio-políticas y más conciencia crítica.

Porque esto de la nación es cosa muy complicada, bastante irracional y que, por lo tanto, requiere mayor capacidad de distanciamiento y objetividad, condiciones imprescindibles si se quiere debatir civilizadamente y no insultarse. Tómese el DA. En principio hay tantas y tan válidas razones a favor como en contra, es decir, ninguna en contra ni a favor. La autodeterminación es una voluntad política de una colectividad que comparte el imaginario colectivo de ser una nación. ¿Cómo negarlo? En nombre de una nación más poderosa. Pero ¿es el poder la base de la razón? Los cínicos dirán que sí, los otros, que no. En realidad, no hay derecho a negar el derecho de autodeterminación.

Muy complicado. El grupo parlamentario socialista se partirá hoy en la votación. Nadie sabe si esto será o no el comienzo de una andadura que termine en la escisión ni, en realidad, importa mucho. Antes bien, la cuestión es ¿por qué motivo rechaza hoy el PSOE el DA? Porque lo rechaza de plano. Otra cosa es si todo el PSOE o solo la dirección o mitad y mitad. El rechazo oficial es total, sin fisuras. No. Pero ¿por qué? No se invocará, espero, el carácter esencial, ahistórico, predeterminado, sempiterno de la nación española. Me consta que en el PSOE hay mucha gente que ve España como una realidad histórica, cambiante y que puede desaparecer, como ha sucedido antes con otras naciones y Estados. No, no es este el razonamiento.

Tampoco creo que sea ese argumento simplificador y falaz según el cual reconocer el DA es aceptar la independencia de la población que lo ejerza. El DA es una opción, no un resultado; no está predeterminado. Implica la libertad de elección de un pueblo que lo es porque tiene conciencia de tal. Reconocerlo no es fácil pero la nación que lo haga tendrá el legítimo orgullo de decir que sus partes componentes lo son por voluntad propia y no a la fuerza que, por cierto, es el elemento generador de esa otra nación, la española, que ahora se arroga el derecho a reconocer o no derechos a las demás, con una incoherencia verdaderamente pasmosa.

No. El móvil real del PSOE es electoral. Lo afirma él mismo, aunque en términos más edulcorados, cuando habla de recuperar la confianza de la mayoría de hacer realidad su naturaleza de partido de gobierno. Y para ser gobierno, fuerza es contar con el apoyo de la mayoría. Por lo menos, diez u once millones de votos. Por eso, se piensa, los españoles no votarán a favor de un partido que contemporice con el separatismo. Sin embargo, si el voto en el Congreso se divide hoy se habrá dado paso a esa imagen: el PSOE convive con un fuerte sector catalanista al que no controla parlamentariamente.

Rubalcaba y Rajoy rivalizan en españolidad. Ambos coinciden en que no hay más sujeto político en España que el pueblo español como ellos lo conciben, esto es, intensamente patriótico y fiero enemigo de toda veleidad separatista. Si tan seguros están, ¿por qué no admiten un referéndum a escala del Estado en que se pregunte a la gente si estaría o no a favor del DA de las naciones en España y si, aun no estándolo, se lo reconocería a aquellas zonas del país en que la población se hubiera mostrado mayoritariamente a su favor? Puestos a recuperar la iniciativa, a determinar el campo de batalla, esta es la solución: una proposición diferente y superior a la de la consulta en el ámbito estrictamente catalán, que engloba esta y, al tiempo, la respeta.

¿Está seguro el PSOE de que perdería las elecciones con esta propuesta? Seguro, en todo caso, parece que sucumbirá si se obstina en la hostilidad cerrada al DA, porque perderá Cataluña y es muy difícil para los socialistas ganar en España si no lo hacen en Cataluña.


(La imagen es una foto de Paco Rivière, bajo licencia Creative Commons).

dilluns, 25 de febrer del 2013

La simulación Cospedal.

Todo en el PP es ahora simulación, engaño, trampantojo, ficción, fantasía, leyenda. Creíamos que Dolores de Cospedal había dado una conferencia de prensa esta mañana. Pero estábamos equivocados. No fue ella, sino su simulacro, como hubieran señalado Baudrillard y Deleuze. No, no fue ella, fue una sombra pasajera que nada tenía que ver con la aguerrida moza cazasociatas de hace tres meses. Había aprendido el procedimiento de su jefe, Rajoy, quien, en tesitura similar, decidió no comparecer en persona ante los periodistas -impertinentes máquinas de preguntar- y mandó por delante su imago, que leyó unas cuartillas a la canallesca, como el que arroja migas a las palomas.

No siendo jefa máxima, Cospedal no disfruta del blindaje televisivo y tuvo que presentarse ante la prensa esta mañana en carne mortal, como la Virgen del Pilar a Santiago el Mayor. Vacilaba, se contradecía, titubeaba, en definitiva, cantinfleaba sin poder evitarlo. Lógico: no es fácil salir en público a narrar una sarta de mentiras solo para cubrir las espaldas del principal beneficiario, el okupa de la Quinta del Tuerto, a quien no llega la camisa al cuerpo viendo que, en lugar de "escampar", el asunto Bárcenas toma las proporciones de una galerna.

El simulacro de Cospedal argumentó que los 400.000 pavos que el PP astilló a Bárcenas era un "finiquito presentado como una simulación". Otro simulacro. Bárcenas no cobraba un sueldo del PP. Cobraba una simulación de sueldo. El propio Bárcenas no veía a cobrar. Su simulacro se desplazaba desde Canadá a recibir la pastuqui que, al parecer, es lo único real en esta nueva historia de granujas y sinvergüenzas en que el PP ha convertido la política de este país. A todo esto, simular una relación contractual laboral es una falta muy grave. Hay que ser bastante tonto para encubrir un ilícito pretextando que se ha cometido otro. Pero los simulacros son así, imperfectos y con ningún contacto con la realidad.

Pero no se preocupe el simulacro de Cospedal. No pasará nada. Nadie dirá nada. Todo será ficción y mentira. Ayer, el juez tomó la única medida que tendrá efectos reales: retiró el pasaporte a Bárcenas. No obstante, también será parcialmente un simulacro mientras no se complemente con otras, como retirárselo también a toda la  cúpula del PP sospechosa de cobrar pasta ilegal, empezando por Rajoy.

Persona Política Expuesta, categoría 3.

Con razón se niega Rajoy como gato panza arriba a pronunciar el nombre de Bárcenas. Bárcenas es más que un nombre: es un conjuro, una invocación al maligno, una blasfemia contra la Providencia, la puerta abierta al abismo, la sima sin fondo de la corrupción que amenaza con tragárselo todo. En Bárcenas parecen confluir todas las tramas: Gürtel, las sociedades con Sepúlveda. Todavía estamos a tiempo de que aparezca el inevitable Urdangarin, el apañado sportsman. Y Bárcenas es también el tesorero del PP durante largos años bajo la presidencia de Rajoy.

Esta doble condición de presunto delincuente de enmarañados vuelos y tesorero del PP hace que el caso Bárcenas sea tan peligroso. Durante años puede haber estado mezclándose lo institucional con lo delictivo. Se trata de un caso de Estado. Supera todo lo visto hasta la fecha y tiene literalmente contra las cuerdas al presidente del gobierno, cuyo nombre figura en una relación de beneficiarios de dineros irregulares, ahora en poder de un notario. Hoy declara Bárcenas ante el juez y, aunque solo se le interrogará por la cuenta de Suiza, no es impensable que salga algo más a relucir para consumo interno. Algún periodista, de esos generalmente bien informados, implica a Aznar en el caso Bárcenas. El expresidente estará ya preparando la correspondiente querella contra Federico Quevedo, que es el periodista, pero el asunto en sí, el enunciado de la posibilidad, es perfectamente imaginable. En principio, todos podemos estar implicados en el caso Bárcenas, aunque unos más que otros.

PEP. La banca suiza tiene a Bárcenas conceptuado como una Persona Expuesta Políticamente. En definitiva, un corrupto designado con un eufemismo dentro del sistema científico que aplica dicha banca para administrar los dineros, sea cual sea su procedencia, pero estando debidamente informada de ella. El PEP abarca todo tipo de rapiñas, malversaciones, cohechos, extorsiones y saqueos hechos por personalidades políticas con cargo institucional o de partido. Hasta de blanqueo de capitales se trata aquí, un negocio fabuloso, con unas comisiones regias. Por más que Rajoy se oculte los fines de semana y fiestas de guardar, la situación en que el presidente del gobierno aparece mezclado con una trama delictiva y no se defiende de las acusaciones no es sostenible. En cierto modo, él mismo es también una PEP.

Es evidente que Rajoy no quiere ni oír hablar de dimisión. Pero, en realidad, no tiene otra salida y, cuanto más tarde, será peor.

Sigo con interés la campaña de Beppe Grillo en Italia. Mira por dónde un antisistema típico va a tener presencia parlamentaria apreciable. A través de un partido político de nuevo cuño, el Movimiento 5 Estrellas, cuyo programa es, en gran medida, sistematización del del 15-M aquí, con alguna peculiaridad, como la revisión de los pactos lateranenses. Hay cosas coincidentes y otras discoincidentes pero lo esencial es mostrar que el movimiento antisistema puede actuar a través de las instituciones.

La condición de cómico, caricato, bufón o payaso de Beppe probablemente tiene asombrada y quizá indignada a la germánica Merkel, de quien en último término dependemos hoy todos los europeos. Pero no hay remedio: Beppe Grillo y el Movimiento 5 Estrellas tendrán considerable respaldo electoral y será preciso escucharlos. Lo cual no está de más pues hablan en nombre de una proporción creciente de la población. Como en España. Solo que aquí carecemos de un Pepito Grillo.

Esta va de libro.

Palinuro acaba de publicar un nuevo libro en Akal, Rompiendo amarras. La izquierda entre dos siglos. Una visión personal, que somete al juicio público. Es de política. Tiene dos partes más de ensayo y una tercera de vivencias personales. Pero el título es justo pues todo él es visión personal.

Esto de escribir y publicar libros tiene su punto de vanidad.  En casos extremos algunos autores no resisten la tentación de hablar de su obra antes de darla a la luz. A veces,  incluso, antes de empezar a escribirla. De otros se sabe que pasaron la vida hablando de ella, sin llegar a publicarla. Hacen bien, hay que aprovecharse porque, una vez el libro en la calle, ya tiene poco sentido hablar de él, pues son los demás quienes lo hacen.  Es el famoso habent sua fata libelli.

Enmudecido el autor, por hablar su libro por él, relevado de la tarea de aprovechar cualquier momento para sumergirse en el mundo que lleva meses componiendo, se siente vacío. El espíritu fáustico no conoce reposo. Consulta aquel en su interior si tiene fuerzas para acometer otra tarea. Y descubre que sí. Salvas circunstancias externas e inesperadas, el próximo libro de Palinuro será un ensayo sobre los nacionalismos en España. Quizá se llame Discurso a la nación española, pero no es seguro porque es imitado de los Discursos a la nación alemana, de Fichte. Me anima a ello que el vídeo de La Tuerka en el que Palinuro expone sus ideas sobre los nacionalismos en España y la autodeterminación tenga más de 74.000 visitas.


diumenge, 24 de febrer del 2013

Dimita ya, Cifuentes.

De todas las imágenes que he visto de las manifas de ayer y la brutalidad policial, tanto de la de sus agentes uniformados (pero sin la placa de identificación) como de los provocadores de paisano, la más indignante es esta. Chicos y chicas de rodillas, con las manos en la cabeza, expuest@s en situación humillante al público y custodiad@s por sujetos fuertemente armados y protegidos. Una vergüenza que solo se explica mediante recurso al sadismo de las fuerzas de represión. No basta con prevenir los disturbios -si los hay y no es la misma policía quien los ha provocado- y detener a sus causantes. También hay que ofender y humillar a la gente que pase por allí, tengo o no que ver con los hechos. Hay que tratar de despojarla de su dignidad, obligarla a estar de rodillas para escarmiento de los circunstantes. Como cuando se exhibía a los reos en la picota pública. Si esto fuera una democracia y no el cachondeo de ladrones, sinvergüenzas y fascistas que es, ya se habría identificado a los responsables de este atropello para castigarlos como se merecen.

¿O no es un exceso de los polícias, sino una orden deliberada del mando, de esta Cristina Cifuentes que es un ser pérfido, dispuesto a hacer carrera por la vía de los abusos? ¿Es ella quien ha ordenado que se tenga de rodillas en la plaza pública a los detenidos, como si esto fuera Afganistán o algo asi? ¿Es ella la sádica? ¿Se divierte y disfruta después viendo como se maltrata, se humilla, se quiere arrebatar la dignidad a unos seres humanos? ¿Y por qué no se va a una Sex-shop, se compra un látigo y unas botas de cuero y ejerce su pasión sin disfrazarla de política de orden público?

En un país cuyas fuerzas del orden tienen en nómina como asesor, profesor y adiestrador a un asesino ya condenado por los tribunales, no sería de extrañar.

Entre fascistas anda el juego.

Golpe de Estado

La gran marea ciudadana de ayer en todas las ciudades españolas ya no se deja minusvalorar con cuantificaciones de asistencias, que si 25.000, 250.000 o dos millones. Es una inmensa multitud que ha salido a la calle a protestar contra eso, contra lo que llama un golpe de Estado financiero implementado por un gobierno embustero, ineficaz y bajo fuerte sospecha de corrupción. Un gobierno que está promoviendo una verdadera involución en todos los órdenes. Está rompiendo los consensos básicos, dice Rubalcaba. Se entiende lo que quiere decir: el gobierno está tomando medidas más allá de la mera gestión del orden social, medidas que afectan a la estructura misma de ese orden social, de ese modelo, como se dice. La expresión no es feliz por cuanto tales consensos jamás fueron explícitos. Es mucho más claro hablar de medidas anticonstitucionales. Con independencia de si uno quiere reformarla o no, la Constitución incorpora todos los consensos reales. La acusación es que las medidas son materialmente anticonstitucionales. Es decir, respetan el tenor literal del Constitución pero la vacían de contenido. Es una mutación constitucional, un ataque a la constitución material del país.

Frente a esta situación la gran marea tiene un enorme significado. Es una respuesta del conjunto de la sociedad civil, esa que invocan permanentemente los neoliberales. Y lo es porque a las manifestaciones en las que concurren los trabajadores, los sindicatos, los parados, los pensionistas, se añade el estado de práctica resistencia de estamentos profesionales enteros, como el sanitario, el educativo, el judicial y el de los funcionarios en general. Pero, para que ese significado se plasme en la realidad, precisa la acción de un poder político que haya sido receptivo. Y no es el caso. Todo lo contrario: el poder político español es claramente hostil a ese significado.

El gobierno entiende la mayoría absoluta conseguida el 20-N de 2011 como un cheque en blanco por cuatro años. En democracia esto nunca es así y menos aun si ese gobierno ha roto todas sus promesas. Pero esta consideración vuelve a ser simbólica y convencional. El poder dispone del monopolio de la violencia y no se cuida poco o mucho de si es legítimo. Sin duda da respuesta a la movilización ciudadana en dos terrenos al mismo tiempo, el de la ideología y el de la violencia. El primero lo tiene muy descuidado. El intento de deslegitimar la gran marea comparándola con el 23-F de Tejero es tan estúpido que no lo puede mantener ni quien lo formula. Pero revela un carácter, una forma de ver la realidad autoritaria dominante en las autoridades que de democracia tienen solo una pátina.

La verdadera respuesta del gobierno a las manifestaciones, allí donde este se esmera, es la represión. Pero no solo la represión en el juego habitual de la acción-reacción, sino algo más brutal al tiempo que más refinado y que no solamente trata de reprimir sino también de amedrentar, incluso aterrorizar. El hostigamiento permanente de los ciudadanos por la policía, las identificaciones arbitrarias, las cargas injustificadas, las actividades de los agentes provocadores apuntan claramente al objetivo de criminalizar las movilizaciones y asustar a los ciudadanos. Dificultar o impedir el ejercicio de los derechos constitucionales y reprimirlo con medidas sancionadoras que abren procedimientos administrativos y judiciales cuando otro ministro de esta cuerda los ha sembrado de tasas es tiranizar a la población de hecho.

En esta situación, ¿cuál ha de ser la respuesta de la ciudadanía? ¿Cuál la de la oposición? Recuérdese que, salvo circunstancias excepcionales, el sistema solo admite cambios mediante elecciones cada cuatro años. La gran marea, en el fondo, aspira a ser una de esas circunstancias excepcionales, consiguiendo la convocatoria de un proceso constituyente. Pero es un sueño pues no se arbitran los medios para hacerlo realidad. En este asunto en concreto es más verosímil una excepcionalidad por la vía penal. No es impensable que a raíz de los papeles de Bárcenas haya una imputación al presidente del gobierno. Eso sí que seguramente obligaría a cambiar la presidencia, aunque pudiera no ser el caso tampoco. De hecho en el gobierno hay vari@s ministr@s que en cualquier país democrático del mundo habrían dimitido catorce veces.

Entre tanto, ¿qué hacer? Las mareas parecen decididas a seguir y a mantener la beligerancia frente al poder político. El PSOE, por su parte, se ha embarcado en una tarea de reflexión para, según parece, dotarse de un cuerpo nuevo de doctrina en una conferencia política en octubre próximo. Una especie de recapitulación de la acción del partido y hasta del mismo partido. Un intento de hacer una oferta más acorde con los tiempos, para lo cual se propone recabar información de la sociedad civil. Precisamente de esa que vive movilizada, pero con la que no parece tener mucho contacto. Recaba información, sí y no está mal. Pero la mejor manera de informarse es participando y no solo acopiando información para destilar después una teoría. Interaccionando con el movimiento según se produce. 

Y ahí es donde la ausencia del PSOE es clamorosa. La práctica inexistencia de la oposición socialista, que no consigue quitarse de encima el injusto sambenito de PPSOE, se hizo patente en el debate sobre el estado de la nación. La intervención de Rajoy fue tan vacua, ambigua y falsa como siempre. La de Rubalcaba más centrada, moderada y de nivel europeo. Pero anodina. El CIS levanta acta del resultado: el socialista ha perdido el debate frente a Rajoy ¡por 26,9 puntos!. Puede parecer injusto, pero esto interpela directamente a Rubalcaba. La gente lo quiere menos que a su adversario.

Sin duda un partido es más que su líder, sobre todo uno tan antiguo como el PSOE. Pero es también su líder en una época como esta caracterizada por dos notas especialmente negativas para la actual dirección socialista: de un lado, es la era mediática y en ella la imagen cuenta mucho; de otro, por ser mediática, es también la de la hemeroteca. Aparte de un serio problema de imagen, Rubalcaba lo tiene de crédito por cuanto fue ministro en los gobiernos de Zapatero, sobre todo en el segundo, en los que el PSOE hizo unas cosas y dejó de hacer otras por las que ahora se autocritica. Ciertamente, es encomiable que el secretario general reconozca los errores pasados y se arrepienta de ellos. Pero recuérdese que, según Spinoza, el arrepentimiento no es una virtud, porque no nace de la razón.