Con razón se niega Rajoy como gato panza arriba a pronunciar el nombre de Bárcenas. Bárcenas es más que un nombre: es un conjuro, una invocación al maligno, una blasfemia contra la Providencia, la puerta abierta al abismo, la sima sin fondo de la corrupción que amenaza con tragárselo todo. En Bárcenas parecen confluir todas las tramas: Gürtel, las sociedades con Sepúlveda. Todavía estamos a tiempo de que aparezca el inevitable Urdangarin, el apañado sportsman. Y Bárcenas es también el tesorero del PP durante largos años bajo la presidencia de Rajoy.
Esta doble condición de presunto delincuente de enmarañados vuelos y tesorero del PP hace que el caso Bárcenas sea tan peligroso. Durante años puede haber estado mezclándose lo institucional con lo delictivo. Se trata de un caso de Estado. Supera todo lo visto hasta la fecha y tiene literalmente contra las cuerdas al presidente del gobierno, cuyo nombre figura en una relación de beneficiarios de dineros irregulares, ahora en poder de un notario. Hoy declara Bárcenas ante el juez y, aunque solo se le interrogará por la cuenta de Suiza, no es impensable que salga algo más a relucir para consumo interno. Algún periodista, de esos generalmente bien informados, implica a Aznar en el caso Bárcenas. El expresidente estará ya preparando la correspondiente querella contra Federico Quevedo, que es el periodista, pero el asunto en sí, el enunciado de la posibilidad, es perfectamente imaginable. En principio, todos podemos estar implicados en el caso Bárcenas, aunque unos más que otros.
PEP. La banca suiza tiene a Bárcenas conceptuado como una Persona Expuesta Políticamente. En definitiva, un corrupto designado con un eufemismo dentro del sistema científico que aplica dicha banca para administrar los dineros, sea cual sea su procedencia, pero estando debidamente informada de ella. El PEP abarca todo tipo de rapiñas, malversaciones, cohechos, extorsiones y saqueos hechos por personalidades políticas con cargo institucional o de partido. Hasta de blanqueo de capitales se trata aquí, un negocio fabuloso, con unas comisiones regias. Por más que Rajoy se oculte los fines de semana y fiestas de guardar, la situación en que el presidente del gobierno aparece mezclado con una trama delictiva y no se defiende de las acusaciones no es sostenible. En cierto modo, él mismo es también una PEP.
Es evidente que Rajoy no quiere ni oír hablar de dimisión. Pero, en realidad, no tiene otra salida y, cuanto más tarde, será peor.
Sigo con interés la campaña de Beppe Grillo en Italia. Mira por dónde un antisistema típico va a tener presencia parlamentaria apreciable. A través de un partido político de nuevo cuño, el Movimiento 5 Estrellas, cuyo programa es, en gran medida, sistematización del del 15-M aquí, con alguna peculiaridad, como la revisión de los pactos lateranenses. Hay cosas coincidentes y otras discoincidentes pero lo esencial es mostrar que el movimiento antisistema puede actuar a través de las instituciones.
La condición de cómico, caricato, bufón o payaso de Beppe probablemente tiene asombrada y quizá indignada a la germánica Merkel, de quien en último término dependemos hoy todos los europeos. Pero no hay remedio: Beppe Grillo y el Movimiento 5 Estrellas tendrán considerable respaldo electoral y será preciso escucharlos. Lo cual no está de más pues hablan en nombre de una proporción creciente de la población. Como en España. Solo que aquí carecemos de un Pepito Grillo.