Todo en el PP es ahora simulación, engaño, trampantojo, ficción, fantasía, leyenda. Creíamos que Dolores de Cospedal había dado una conferencia de prensa esta mañana. Pero estábamos equivocados. No fue ella, sino su simulacro, como hubieran señalado Baudrillard y Deleuze. No, no fue ella, fue una sombra pasajera que nada tenía que ver con la aguerrida moza cazasociatas de hace tres meses. Había aprendido el procedimiento de su jefe, Rajoy, quien, en tesitura similar, decidió no comparecer en persona ante los periodistas -impertinentes máquinas de preguntar- y mandó por delante su imago, que leyó unas cuartillas a la canallesca, como el que arroja migas a las palomas.
No siendo jefa máxima, Cospedal no disfruta del blindaje televisivo y tuvo que presentarse ante la prensa esta mañana en carne mortal, como la Virgen del Pilar a Santiago el Mayor. Vacilaba, se contradecía, titubeaba, en definitiva, cantinfleaba sin poder evitarlo. Lógico: no es fácil salir en público a narrar una sarta de mentiras solo para cubrir las espaldas del principal beneficiario, el okupa de la Quinta del Tuerto, a quien no llega la camisa al cuerpo viendo que, en lugar de "escampar", el asunto Bárcenas toma las proporciones de una galerna.
El simulacro de Cospedal argumentó que los 400.000 pavos que el PP astilló a Bárcenas era un "finiquito presentado como una simulación". Otro simulacro. Bárcenas no cobraba un sueldo del PP. Cobraba una simulación de sueldo. El propio Bárcenas no veía a cobrar. Su simulacro se desplazaba desde Canadá a recibir la pastuqui que, al parecer, es lo único real en esta nueva historia de granujas y sinvergüenzas en que el PP ha convertido la política de este país. A todo esto, simular una relación contractual laboral es una falta muy grave. Hay que ser bastante tonto para encubrir un ilícito pretextando que se ha cometido otro. Pero los simulacros son así, imperfectos y con ningún contacto con la realidad.
Pero no se preocupe el simulacro de Cospedal. No pasará nada. Nadie dirá nada. Todo será ficción y mentira. Ayer, el juez tomó la única medida que tendrá efectos reales: retiró el pasaporte a Bárcenas. No obstante, también será parcialmente un simulacro mientras no se complemente con otras, como retirárselo también a toda la cúpula del PP sospechosa de cobrar pasta ilegal, empezando por Rajoy.