dilluns, 9 de gener del 2012

Ojo a los medios, chicos.

Los medios necesitan noticias. Viven de ellas. Cuanto más llamativas, truculentas, catastróficas, mejor. Si no las tienen, pueden caer en la tentación de crearlas o inventárselas o darlas de tal modo que acaben siendo lo que buscan. ¡Qué más quisiera El País y, con él, los demás, que en el PSOE anduvieran a tortazos, expulsándose mutuamente o escindiéndose, como si fuera IU! Sobre todo cuando el gobierno no es noticia pues su presidente ha decidido que las inaplazables urgencias de ayer pueden ahora esperar por si acaso los asuntos tuvieran la gentileza de resolverse solos, los mercados dejaran la deuda en paz, las agencias de calificación olvidaran el abecedario, la Gürtel fuera una invención de los tribunales y el amigo Urdangarin tuviera los millones supuestamente distraídos depositados en el Instituto para las Obras de Religión, para la conversión de los infieles.

Todo el mundo insiste en que los partidos deben ser democráticos en su funcionamiento interno, que sus órganos de dirección y sus liderazgos deben seleccionarse mediante elecciones y que la práctica de la unción o la designación es autoritaria y no deseable. Pero cuando un partido da ejemplo e inaugura un proceso democrático, muchos piensan que va a fragmentarse y, por falta evidente de cultura política, esperan (y, en el fondo, desean) que las elecciones se conviertan en un guirigay, en una pelea de gallos. Así se venden más periódicos.

El PSOE no debe caer en esa trampa. Ha de mantener un debate a fondo sin personalismos y sin agresividad. El hecho de pronunciarse por primarias abiertas indica voluntad de incorporar a la ciudadanía al proceso decisorio. Y la ciudadanía no quiere broncas.

Autocrítica de Rodríguez Zapatero.

En el Comité Federal de ayer, Zapatero pidió un debate ejemplar a los candidatos y autocrítica al partido. Él mismo había preparado un escrito con la suya pero, no queriendo restar protagonismo a los dos candidatos, renunció a leerlo en público y se lo envió a Palinuro, autorizándolo a darlo a la luz pública. Este es el texto literal del expresidente:

Compañeras y compañeros: en líneas generales el balance de las dos legislaturas de nuestro gobierno ha sido positivo a pesar de las circunstancias sumamente adversas. Aunque yo fui el presidente, el mérito es colectivo y debemos felicitarnos. Pero hemos tenido fallos; nos han costado las elecciones y es el momento de de considerarlos y hacer la oportuna autocrítica.

El talante. Trajimos un espíritu nuevo a la política española, bronca y crispada, animado de las concepciones del republicanismo cívico. Quedó patente nuestro compromiso con la democracia en medidas pensadas con ánimo de Estado antes que de partido. Lo más notorio fue la regulación de la RTVE con la cual ésta dejó de ser un aparato de propaganda del gobierno para convertirse en un medio público neutral y de alta calidad. También se vio en la política de nombramientos, en la que atendimos ante todo a la competencia y el interés general en vez del partidismo. Gracias a ese criterio fue presidente del Tribunal Supremo un católico a machamartillo como Carlos Dívar. Quizá nos pasamos un poco, como cuando indultamos a un banquero condenado por los tribunales de justicia. Lo atribuyo a ese prurito de la izquierda de no ser clientelistas como la derecha. Pero una cosa es que no nos confundan y otra pecar de excesivamente generosos o ingenuos. Admitido. No se debe imitar a la derecha pero tampoco darle más cancha de la merecida. Y mucho menos atizar estopa a los nuestros. Muchos de estos que han protestado por el trato recibido, en realidad, están escocidos por no haber sido nombrados nada. Desde luego la política de nombramientos no fue mi punto fuerte. Quizá fui demasiado presidencialista a fuer de seguro en mí mismo. Debe tenderse más al espíritu de equipo y a contar con tod@s; no sólo con l@s amig@s.

Los derechos civiles. Son mi mejor recuerdo. Lo hicimos de cine. Animados por el republicanismo avanzamos mucho en la igualdad de género, luchamos contra la violencia machista, profundizamos en las garantías del aborto, igualamos a l@s homosexuales en materia de derechos civiles, protegimos a los dependientes, consolidamos la educación para la ciudadanía y aprobamos la así llamada Ley de la Memoria Histórica. La sociedad española se puso a la vanguardia de las europeas en cuanto a la igualdad de derechos de los ciudadanos. No obstante, fallamos en el asunto de la Memoria Histórica pues la ambigüedad y falta de audacia de nuestra norma ha hecho que el asunto esté paralizado, que el único juez con valor para aplicarla en un sentido progresista se vea hoy ante los tribunales, y que sea la Argentina quien, para nuestra vergüenza, haya empezado a investigar los crímenes del franquismo. Algo parecido nos sucedió con la basílica de Cuelgamuros. Encomendamos el asunto a una comisión de expertos (ya he comprendido que esto no funciona nunca) que, al final, hace depender la solución de una decisión de la iglesia católica.

Autonomías. Conseguimos la reforma satisfactoria de los estatutos de muchas de ellas, pero tropezamos en Cataluña. Probablemente me precipité al afirmar que en Madrid se aprobaría el texto que enviara el Parlament, pero lo hice de buena fe, tratando de llegar a un acuerdo. No calculé el obstrucionismo del PP al embarrancarlo en el Tribunal Constitucional y no supimos desactivar el chantaje de la derecha al negarse a la renovación durante años, aunque me gustaría saber quién hubiera sido capaz de hacerlo, cuando Rajoy recorría España pidiendo firmas en contra del Estatuto que muchos consideraban en contra de Cataluña.

El terrorismo. Bien está lo que bien acaba y el terrorismo etarra se ha acabado en España. No reconozco error alguno en las negociaciones iniciadas en 2004 y abruptamente rotas por culpa de ETA en 2006. Si acaso otro exceso de buena fe. Pero no me arrepiento de él. El Estado jugó limpio; los terroristas, sucio. Por eso se desprestigiaron incluso a ojos de los suyos. Luego, nuestra acción antiterrorista fue decisiva y la lacra del terrorismo se ha acabado.

Crisis económica. Oigo a menudo que tardé demasiado en reconocer la gravedad de la crisis. Palinuro me lo ha dicho muchas veces. Es verdad, pero comprensible: me resistía a creer que la tormenta financiera alcanzara caracteres tan destructivos. Nos pilló, además, embarcados en políticas neopopulistas, con la inercia de la anterior coyuntura alcista, de bajar los impuestos, otorgar subvenciones como el cheque-bebé o los 400 euros de devolución a todo el mundo. No se debe ceder nunca a las tentaciones populistas. La izquierda lucha y conquista derechos, no dádivas, y menos debe otorgarlas cuando está en el gobierno. Una vez lamentablemente clara la situación de peligro excepcional de España adopté las medidas que eran obligadas para el interés del país. Tampoco me arrepiento. Esas medidas no significaron un giro neoliberal del PSOE, como dijeron quienes dicen situarse a nuestra izquierda, sino que venían impuestas por la necesidad. Fui libre de adoptarlas y las adopté en libertad porque ya Hegel dice que ésta, la libertad, es el conocimiento de la necesidad. Con ello sabía que perderíamos las elecciones. Así queda desmentida esa afirmación en un cable secreto del embajador de los Estados Unidos que filtró WikiLeaks en su día según el cual soy un político "cortoplacista" que sólo pienso en términos electorales. Sin embargo he de reconocer que las medidas de recortes atacaban a los más débiles y no hicimos lo suficiente por compensarlas exigiendo sacrificios a los más ricos: no tocamos las grandes fortunas, no aumentamos en el IRPF (ese que ahora sube el PP), no aligeramos sustancialmente la situación de los asfixiados por las hipotecas y no perseguimos suficientemente el fraude fiscal ni sus paraísos.

Política exterior. De nuevo balance positivo. Sacamos nuestras tropas del Irak, de una guerra injusta, ilegal, criminal, de rapiña. Hubimos de soportar la grosería y la falta de educación de un presidente Bush, acostumbrado a que sus "aliados" le laman las botas, y que sólo es capaz de entenderse con gente tan tosca como él. Pero afianzamos el principio de autonomía e independencia de nuestra política exterior que luego hemos ejercido con sujeción estricta a los mandatos de las Naciones Unidas. Mi propuesta de la Alianza de las civilizaciones sigue siendo válida. Es más, es la única forma razonable de administrar la multiculturalidad de nuestras sociedades. Pero no está el tiempo maduro para ella.

La iglesia católica. En este campo de la religión no hemos estado muy afortunados, si bien tampoco hemos sido tan catastróficos como sostiene Palinuro. Hay que tener en cuenta no solamente la inmensa fuerza de la organización eclesiástica y sus apoyos en la sociedad sino también la gran cantidad de beatos y meapilas que pululan entre nosotros. No me gusta citar nombres, pero todos los conocen. En cualquier caso, es verdad que no nos atrevimos a denunciar el Concordato de 1953, claramente inconstitucional, ni los ignominiosos Acuerdos con el Vaticano de 1979. No tocamos ninguno de los privilegios del clero y, de hecho, incrementamos al 0,7 la casilla de la iglesia en el IRPF, verdadero expolio a todos los ciudadanos, al tiempo que jamás llegamos a ese mismo 0,7 del PIB en Ayuda Oficial al Desarrollo, a pesar de ser un compromiso de hace veinte años. Por último es asimismo cierto que dejamos morir nuestro proyecto de Ley de Libertad Religiosa. Las vociferantes y multitudinarias manifas de la jerarquía católica nos acobardaron. En este campo Palinuro exagera pero, en verdad, cedimos ante la iglesia. Sugiero a las compañeras y compañeros que no cometan nuestro error.

He hecho una autocrítica justa; no complaciente pero tampoco masoquista. Espero sirva de base para parte del debate de ideas que habrán de llevar adelante los dos candidatos.

(La imagen es una foto de Luis Jáspez, bajo licencia de GNU Free Documentation).

diumenge, 8 de gener del 2012

¿Saben lo que hacen?

La encuesta de Metroscopia de hoy en El País da una idea inquietante de lo que piensan los ciudadanos sobre las primeras medidas del gobierno de Rajoy. No es un pensamiento muy solidario ni tampoco muy coherente. La mayoría aprueba los recortes pero rechaza la subida del IBI y del IRPF. La conclusión es de un egoísmo casi infantil: se apoyan los recortes porque, hasta ahora, están circunscritos a sectores concretos de la población (los jóvenes, los dependientes, los jubilados) con los que la mayoría no se identifica. Pero rechaza las subidas de impuestos porque esas sí le afectan.

No obstante las medidas en su conjunto no merman el apoyo al gobierno. Un 60 por ciento de la población piensa que Rajoy sabe lo que hace, frente a un 80 por ciento que, como señala el mismo diario, pensaba que Zapatero improvisaba. Rajoy haría bien en consultar a ese 60 por ciento de la población sabedor de que él sabe lo que hace, por lo menos para enterarse a su vez. Porque la subida de impuestos, que coloca a España en tercer lugar en la Unión Europea en presión fiscal, sólo tiene dos explicaciones: o bien estaba preparada de largo tiempo y el gobierno queda como un mentiroso redomado puesto que tanto Rajoy como sus gentes se hartaron de decir que no habría subida de impuestos, o bien esa subida es una improvisación, mayor y más grave de las que haya podido poner Zapatero en práctica.

Esta cuestión viene a demostrar una injusticia clásica: si la izquierda improvisa, paga por ello; si lo hace la derecha, gana puntos en el apoyo popular. Quizá sea una muestra del estilo churchiliano de los conservadores que siempre los ha empujado a preparar muy concienzudamente sus improvisaciones. Sucede con otros fenómenos, por ejemplo, la corrupción, que aniquila a la izquierda pero no pasa factura a la derecha.

Con todo, de lo que nadie parece dudar es de que las medidas ya adoptadas llevarán al país a la recesión en 2012, a una mayor destrucción de empleo, a más recortes y más desmantelamiento del Estado del bienestar. Pero nada que no esté sucediendo en Europa. El predominio de la derecha en la Unión, ese Jano bifronte o Hermafrodita francoalemán, con su rígido, dogmático neoliberalismo encuentra terreno abonado en España con un gobierno dispuesto a comportarse como le ordenen, un poco como el anterior, pero más a la brava.

El recetario neoliberal es una verdadera catástrofe en la que, cuanto más decisivas son las medidas, menos tardan en fracasar a la vista de todos, sobre todo de los vigilantes mercados y sus temibles killers, las agencias de calificación. Los economistas más señalados advierten hace tiempo que las políticas restrictivas son contraproducentes. Pero nadie parece escucharlos, ni siquiera esos políticos que, de vez en cuando hablan de "refundar el capitalismo" o instaurar una tasa sobre las transacciones financieras.

En estas circunstancias, con cuatro años de mayoría absoluta conservadora por delante, la esperanza para la izquierda es que en las próximas elecciones presidenciales francesas gane el Partido Socialista. Las elecciones alemanas serán a fines de 2013, pero la actitud del gobierno podría variar si, además de cambiar la orientación política de Francia, la Democracia Cristiana sigue perdiendo terreno en los estados federados.

La esperanza en el interior reside en la recomposición del PSOE tras el batacazo de noviembre. Parece que va por buena vía. La socialdemocracia cuenta con dos buenos candidatos. Los dos discursos, el de Rubalcaba y el de Chacón, suenan bien y de momento no difieren en nada. Lo presumible es que el candidato triunfador(a) lo sea por un margen pequeño de votos. Desde ahora debe estar claro que el perdedor(a) cerrará filas en torno al ganador(a) para dedicarse tod@s a construir una buena alternativa socialdemócrata. Entre otras cosas porque es muy probable que el candidato del PP contra el que haya de batirse dentro de cuatro años el/la del PSOE no sea Rajoy sino Ruiz Gallardón.

(La imagen es una foto de Gobierno de España, La Moncloa y está en el dominio público).

Este Sherlock no es Holmes.

No sé por qué me perdí la primera versión de Sherlock Holmes que hizo Guy Ritchie en 2009. Hice muy mal porque, seguramente, de haberla visto, me habría ahorrado ver esta secuela que es verdaderamente aburrida. Retiro en parte lo dicho en un post anterior sobre la 3D. Sin duda se impondrá pero sería muy de agradecer que los directores dejaran de abusar de los efectos especiales que acaban convirtiendo todas las películas en series de Chuck Norris. O bien, que hagan dos versiones de cada peli, una para los amantes del 3D y otra para el común de los mortales.

Esta versión cuenta con los personajes de Conan Doyle, Sherlock, el doctor Watson, el malvado Moriarty, su ayudante el coronel Sebastian Moran y el hermano de Sherlock, Mycroft, que se comportan de un modo muy distinto a los originales de las novelas. En realidad, todo el espíritu de la obra es ajeno al de las historias del famoso detective. Éste es un hombre eminentemente cerebral, dotado, como todo el mundo sabe, de un poderoso intelecto deductivo y una extraordinaria clarividencia, a la que ayuda su consumo de cocaína a veces hasta por vía intravenosa. No es un hombre de acción, aunque sí es buen boxeador, pero suele estar metido en aventuras extrañas. De hecho hay un caso que Sherlock resuelve sin moverse de su habitación en Baker Street, solamente atando cabos con las historias que le cuenta Watson. Ritchie, en cambio, teje un relato trepidante, de violencia que no cesa, explosiones, bombazos, tiroteos, cañoneos, palizas, torturas, precipicios, trenes a toda velocidad (¡ay la maldita 3D!) en el que los diálogos son fulgurantes y no hay tiempo para labor alguna de metódica deducción.

Nada que ver con la tranquilidad de Sherlock que, además, es de familia. Sabemos que Mycroft es aun mejor que su hermano menor (según él mismo reconoce el alguna ocasión), pero es tan indolente e incapaz de esfuerzo físico alguno que, pudiendo ser mejor detective que Sherlock, no ejerce y dedica su vida a su misteriosoo quehacer de alto funcionario del gobierno británico. Aquí lo interpreta el gran Stephen Fry que probablmente sea lo mejor de toda la película.

Lo más llamativo es la presentación de un Sherlock Holmes, interpretado por Robert Downey, que no recuerda en nada al detective; ni siquiera en la edad y mira que es fácil de resolver esta cuestión. Era mucho más convincente Peter Cushing. La ambientación está sobrecargada, un poco al estilo de Sweeney Todd. Pero lo peor es la trama. Tomando pie en que Moriarty, ese Napoleón del crimen, según Sherlock, dirige una organización internacional, Ritchie monta un relato en el que se mezclan los anarquistas, los espías y el peligro de una guerra europea para contar una historia que tiene elementos de Batman y de 007.

Sólo el final es verdadero aunque no en la escenificación. En La solución final, Sherlock y Moriarty mueren al caer por la cascada de Reichenbah, en los Alpes suizos. Y está bien que haga reaparecer a Sherlock para poner un signo de interrogación en la palabra "Fin" del relato de Watson. Es lo que le pasó a Conan Doyle: el público no aceptó que matara al héroe y presionó para que lo resucitara, cosa que el novelista se vio obligado a hacer. Siempre me ha llamado la atención que nadie quisera que también resucitara Moriarty. Es un caso en que no se cumple el principio de Barrabás.

La banda sonora es notable y, en la medida en que, entre el estruendo de los bombazos, pueden escucharse un par de arias de Don Giovanni y La trucha, de Schubert, resultan deliciosos.

dissabte, 7 de gener del 2012

La ética es de otro planeta

La prima de riesgo se dispara en toda Europa de nuevo y llega a los 400 puntos en España. "Bueno", piensa Rajoy, "mientras la italiana esté en 530 hay margen". En Bruselas no confían en las medidas españolas en contra del fraude fiscal. "Y eso", sigue diciéndose Rajoy, "que no les hemos dicho que recaudaremos menos que los sociatas". Fabra tiene que renegociar la Fórmula 1 que Camps colgó del cuello de los valencianos a cambio de una pila de millones de euros. "¿Yo dije que haría con España lo que Camps con Valencia? También dije que no subiría los impuestos. ¿Y qué? Las palabras se las lleva el viento". Euskadi y Cataluña ya se han declarado en rebeldía preventiva frente a la intención expresa del gobierno de fiscalizarles los presupuestos. "Ya avisé a Montoro de que eso iba a levantar ronchas. ¡Menudos son los españoles! Sobre todo los que dicen que no son españoles".

Vistas las cuestiones con esta holgura y este distanciamiento, es lógico que el presidente del gobierno asista a la Pascua Militar. Vestido de chaqué, el atuendo que más aproxima al hombre a la figura del pingüino y le da la cómica solemnidad del pájaro bobo, presenció esa ceremonia de lustre castrense que parece sacada de un álbum de fotos sepia de otro mundo u otra era. Allí volvió a oírse hablar al Rey de principios éticos, con esta manía suya de mentar la soga en casa del ahorcado. El Rey decía "ética" y el auditorio escuchaba "Urdangarin".

Pero podía escuchar muchas otras cosas. La ética tiene indignada a gran parte del país. Nadie entiende cómo pueden cobrar millones de euros los directivos de las entidades financieras que las han llevado al desastre. Y tampoco cómo pueden hacerlo los que no las han llevado al desastre. El sueldo de 2,4 millones de euros de Rato en Bankia, teniendo en cuenta que el banco no es suyo y que está ahí por una decisión política, es también desmesurado y falto de ética.

Los miles de millones de euros que se lleva la iglesia católica merced a una serie de privilegios manifiestamente inconstitucionales son otras tantas bofetadas a la ética. En un tiempo de empobrecimiento y angustia generales en el que todo el mundo padece recortes, la iglesia está exenta y de ella no sale ni un mínimo gesto de solidaridad. Las obras de Cáritas están ya en su presupuesto.

Nadie entiende tampoco por qué los políticos siguen siendo una casta privilegiada, con la fabulosa capacidad de fijar ellos mismos sus ingresos, desde el último alcalde hasta los primeros parlamentarios. Y con el dinero de los contribuyentes a los que se les bajan los salarios y se les suben los impuestos. Es una falta de ética evidente.

Y no sólo hay un problema de ética en el país. Lo hay también de competencia. La idea de que en democracia cualquiera puede llegar a presidente del gobierno o de comunidad autónoma es encantadora pero no conviene ponerla en práctica. El caso de la Comunidad valenciana viene aquí a punto. Valencia ha estado gobernada en los últimos años por unas personas juzgadas y/o ya condenadas por delitos, con un pavoroso déficit ético. Pero también lo ha estado por gentes de una incumpetencia rayana en la estulticia, Según parece, Canal Nou, la televisión pública de la Comunidad, órgano de propaganda del gobierno autonómico y su partido, negoció los derechos de retransmisión del la Fórmula 1, según dice El Plural por 22 millones de euros de forma no exclusiva, en valenciano y para el territorio de la Comunidad. Es decir, 22 millones del ala por el derecho a retransmitir lo que otros podían retransmitir y para una audiencia bajísima. Eso no es negociar, sino hacer el primo. Aunque como lo hacen con dinero ajeno no duele. No dolerá, pero estas cosas debieran ir a los tribunales. Si uno no sabe hacer las cosas, pero las hace y causa un grave quebranto al bien común, debe responder por ello.

(La imagen es una foto de Gobierno de España. La Moncloa en el dominio público.

divendres, 6 de gener del 2012

Publicidad y propaganda.

La información de este post, así como la imagen, proceden de lainformación.com según la cual Facebook desvela el verdadero precio del metro de Madrid.

Comparar los precios de los billetes del metro de Madrid y otras capitales europeas en términos absolutos no quiere decir nada, como sabe todo el mundo, incluidos quienes difunden esta información claramente falsa que toma a los ciudadanos por imbéciles. Hay que comparar teniendo en cuenta el salario mínimo en dichas capitales. Si se hace así las cantidades resultantes son las siguietes:

Salario Mínimo Precio Billete (% PB/SM)
España 600 € 1,50 € 0,25
Francia 1.309 € 1,70 € 0,12.
Holanda 1.317 € 2,60 € 0,19.
Noruega 2000 € 3,61 € 0,18.

Es decir, en Madrid el metro cuesta el doble que en París y bastante más que en Copenhague u Oslo. ¿Cómo se puede tener tanto morro y mentir de esta forma?

Quien quiera protestar, puede hacerlo en la columna de la derecha. Es una campaña de Actuable pidiendo la retirada de publicidad por ser engañosa. En realidad, propagandística.

El presidente ausente.

Todos recuerdan a Rajoy omnipresente en los medios, dando ruedas de prensa sin preguntas pero con respuestas contundentes: él sabía qué había que hacer, estaba dispuesto, contaba con el equipo necesario, tenía la chuleta en el bolsillo (aunque no entendiera su letra) y conocía muy bien la fórmula. Bastaba con llamarlo al timón de la nave y ésta enderezaría el rumbo.

Ganadas las elecciones todo el mundo lo recuerda curándose en salud en ruedas de prensa tan animadas como las anteriores, diciendo que no tenía una varita mágica. Ni varita mágica ni magia sin varita. No ha hecho nada que no hicieran sus antecesores y lo único nuevo, la subida de impuestos, es lo que negó y no tres veces, como Pedro, sino incontables. Montoro prometió un episodio del apocalipsis para el jueves y el jueves se despachó anunciando una futura fiscalización central de los futuros presupuestos de las futuras Comunidades Autónomas. Algo así como hablar del tiempo.

Sumamente descontentos con la inopia como política de Estado, los mercados de Canterville se han puesto a arrastrar cadenas por los pasillos, la bolsa se ha dado el consabido batacazo y la prima de riesgo ha pegado un salto de vértigo. Es decir, Rajoy no inspira confianza sino desconfianza en los mercados; exactamente lo que, según él, pasaba con Zapatero. Y todo el mundo lo recuerda en conferencias de prensa sin preguntas exigiendo perentoriamente la presencia del precito Zapatero en el Congreso, dada la excepcionalidad de la situación y para acogotarlo con la agravación de una crisis de la que lo hacía único responsable.

Ahora la situación también es excepcional; lo reconoce Sáez de Santamaria. Pero Rajoy no cuenta comparecer antes del mes de febrero. No ya en comparecencias sin preguntas sino en ausencias sin respuestas es donde se sabe que el presidente no cree necesario acudir al Parlamento. Era su costumbre cuando en la oposición: tan pronto había tormenta, Rajoy se retiraba como Carlos V a Yuste, pero sólo para retornar cuando escampaba a pedir la comparecencia urgente del presidente del gobierno. Que es lo que puede acabar haciendo ahora: pedir la comparecencia urgente de Zapatero a explicar su herencia

Al parecer, El 58% de los españoles se siente “engañado” por Rajoy. ¡Almas del Señor!

dijous, 5 de gener del 2012

El affaire y los affaires del Duque.


Los monárquicos siguen diciendo que el asunto Urdangarin es privado y no afecta a la Corona. Pero la está triturando a ojos de la ciudadanía porque no es un asunto privado. De ser ciertas las imputaciones de malversación de caudales públicos, falsedad documental, fraude a la Administración y prevaricación, lo ponen en relación ilícita con cargos públicos en Baleares y Valencia, a su vez procesados por otras cuestiones. En el monumental lío que está saliendo a la luz acerca de cómo el Duque amasaba la pastuqui, siempre presuntamente por supuesto, una cosa queda clara: lo hacía en su condición de yerno del Rey y miembro de la Casa Real. Llamar a eso asunto privado es llamar charca al Océano Pacífico. La Corona tiene una responsabilidad en todo ello y así lo ha aceptado implícitamente con las atropelladas y confusas medidas que ha venido tomando.


En realidad, sin embargo, la responsabilidad de la Corona procede de algo distinto pero evidente: el Rey era conocedor de la situación prácticamente desde el principio. Y todo lo que hizo fue tratar de taparla, quizá de detenerla, desde luego de ocultarla. Eso puede ser comprensible humanamente. Pero no tiene defensa política. El comportamiento del Rey es reprochable. Quizá no jurídicamente por ser legal, pero si moralmente.


Probablemente también eran legales esas asesorías y consultorías de grandes firmas que, según El País, pagaban cientos de miles de euros al Duque por actividades de carácter etéreo. Pero resulta irritante y es inmoral cuando esas mismas empresas u otras similares están poniendo gente en la calle y rebajando los salarios ya exiguos de los que trabajan. El espectáculo de este paladín del balonmano apaleando cientos de miles de euros conseguidos de modo supuestamente fraudulento, comprando palacios con hipotecas alucinantes, llevando el dinero a paraísos fiscales mientras el gobierno suprime las ayudas a la juventud o deja sin cobertura a los dependientes enciende la sangre.


(La imagen es una foto de Antonio Zugaldia, bajo licencia de Creative Commons).


Renovación y apertura del PSOE.

La candidatura de Carme Chacón es ya segura. Ha empezado la renovación del PSOE. No porque se presente ella, sino porque hay dos candidatos y hasta es posible que aparezca alguno más. Hay donde elegir y la libertad de elección es la esencia misma de la democracia. Eso y el juego limpio que es de esperar observen tanto los órganos del partido como los candidatos pues tienen más puntos en común que de discrepancia. Es por la discrepancia por la que se presentan a elección, pero sin olvidar los puntos en común. No son las primeras primarias en el PSOE. Además se lo deben a la militancia y a los votantes que han dado pruebas de notable fidelidad no a un(a) dirigente sino al partido.

Las discrepancias son las que han de debatirse públicamente, las ideas diferentes, los puntos de vista distintos. Estas cuestiones afectan al futuro del partido y del país, a su presente y a su pasado y ninguna que merezca la pena debe soslayarse. La crítica no es deslealtad y todo puede criticarse pues es autocrítica. Nadie se llame a escándalo y no se personalice. Las medidas del último gobierno de Zapatero eran obligadas, bien claramente está viéndose ahora que la Comunidad Autónoma de Valencia está en quiebra con un gobierno del PP de veinte años. Pero hay otras cuestiones debatibles. Unas se hicieron bien; otras, no. Es preciso ver cómo van a mejorarse. Del futuro debe hablarse asimismo. Hay que preparar un programa socialdemócrata para España en Europa.

Y también ha de hablarse del presente, de lo más inmediato, es decir, las propias primarias. Una vez éstas aceptadas en congreso como cuestión de principio, hay que ponerlas en marcha, decidiendo los asuntos concretos. El primero es el del valor de los votos. La propuesta de Palinuro es todos el mismo: un militante o votante, un voto. El argumento en pro de la "ponderación" (es decir, desigualdad) del voto tiene más inconvenientes que ventajas. Lo siguiente es cómo se vota. Lo ideal sería hacerlo por internet, pero no hay garantías de que no se convierta en un pandemónium. Lo más práctico es depositar el tradicional voto en la tradicional urna. A continuación ha de determinarse día y lugar. El día habrá de ser un festivo nacional (o varios laborables seguidos a partir de las siete u ocho de la tarde) y para lugar, los que el PSOE establezca que no podrán ser muchos, lo cual implicará una molestia más para los votantes. Por último dejo a los especialistas del PSOE, que los habrá, la cuestión de cómo establecer el censo y controlarlo, que no es menuda.

Muy posiblemente la cantidad de votantes efectivos será bastante baja. La mayoría de los del PSOE es electorado de partido y aceptará el candidato que elijan los demás. Hasta puede haber votos en blanco de gente que se acercará a votar pero sin pronunciarse por ninguno de l@s aspirantes. Pero la mayoría de los electores votará por uno u otra candidat@. El PSOE comienza bien su renovación pues la comienza democráticamente.

dimecres, 4 de gener del 2012

Sobre Público.

Siempre que desaparece un periódico hay una pérdida; material para quienes dependen de él y espiritual para quienes lo leen. Ya sé que Público no ha desaparecido aún y que, habiendo pedido concurso voluntario de acreedores, hay alguna probabilidad, quizá lejana, pero alguna, de que remonte y se mantenga. Ojala, pero el panorama luce muy oscuro y el propio director, Jesús Maraña, en una carta que parece un obituario, Las razones de Público, viene a dar por supuesto el fin.

En estas circunstancias no es infrecuente escuchar peregrinas teorías por las que se echan las culpas del fracaso a los más extraños poderes del averno. Asistí al fin de Diario 16 y el fugaz intento de El Independiente en los años 90 y en ambos casos hubo gente que achacó el cierre a los malvados tejemanes del gobierno socialista de entonces, furibundo enemigo de la prensa crítica. Público, más realista o más sincero, culpa a la crisis económica y al impacto de internet en la prensa escrita. Ambos factores han tenido una gran influencia en el descenso abrupto de los ingresos por publicidad, que son una fuente nutricia de la prensa de papel.

Los periódicos pueden ser y son muchas cosas en nuestra sociedad; pero, sobre todo, son empresas y como tales deben generar beneficios o tendrán que cerrar, exactamente igual que todas las empresas en el mercado. Que a su vez es muy competitivo, como todos los mercados. De nada sirve a una empresa en apuros engañarse sobre su causa; de nada a la abocada al cierre creer que éste venga dado por algo distinto que las consecuencias de sus decisiones. Si una empresa cierra es porque sus responsables tomaron decisiones erróneas en determinadas circunstancias; las circunstancias obligan a la decisiones, pero no son la causa de que sean las equivocadas.

Por eso es de agradecer que Público no recurra a la teoría de la conspiración y señale las circunstancias y condiciones objetivas del mercado, que hacen inviable el proyecto emprendido. Pero no añade, como debiera, el proyecto emprendido en la forma en que se gestionaba. Es decir, no se cuestionan las decisiones, ni se examinan, con lo cual es imposible saber la causa real del fracaso. Eso es especialmente perceptible en la citada carta de Maraña, en la que no hay ni un atisbo de crítica a las decisiones adoptadas. Con ánimo constructivo y por si acaso la recuperación fuera posible, a mí se me ocurren dos, que no tienen por qué ser las únicas ni siquiera las verdaderas; pueden ser erróneas; pero si no se enuncia ninguna es imposible conocer las ciertas.

Las dos a que me refiero son de formato y de orientación política. Maraña sostiene que se intentó hacer un periódico para la izquierda. Es posible que sea un antiguo y esté equivocado pero me da la impresión de que la izquierda no se identifica con productos algo chillones o un punto chabacanos sino que prefiere presentaciones más austeras acompañando a contenidos de mayor valor y calado, tratados con mayor profundidad. Eso de la estética postmoderna está bien para los fanzines, pero no para un diario que la gente quiere leer. Público salía a competir con El País, no con el resto del kiosco y la comparación lo dejaba en mal lugar.

El aspecto de la orientación política también me parece esencial. Dice Maraña en su artículo que se intentaba hacer un periódico para la "izquierda plural", que es una expresión típica del discurso de IU, o sea, del Partido Comunista. Pero me temo que eso es discutible. Cierto que Público es un periódico de izquierda pero, sobre todo, del ámbito de IU que, insisto, es en realidad el Partido Comunista más o menos camuflado. Sin duda es crítico con la derecha, pero también lo ha sido y es con el PSOE y en el tono habitual en la izquierda comunista: el PSOE ha traicionado a su electorado, a sus ideales socialdemócratas; en realidad, no se diferencia del PP y es el segundo partido de la derecha. Y eso día tras día y en la mayoría de los columnistas. En principio, no hay nada en contra de esta decisión; el periódico es muy libre de dirigirse a quien estime pertinente, pero esa no es izquierda "plural", salvo que se parta de la idea de que los socialistas no son de izquierda, que es un hallazgo ya tradicional de los comunistas.

Maraña reconoce haber fracasado en la captación de lectores en la proporción que hubiera garantizado la supervivencia del diario. Parece muy probable. Ahora basta con un cálculo sencillo: IU tuvo aproximadamente 1.700.000 votos en las últimas elecciones; el PSOE casi siete millones. Está claro en dónde se encuentra la bolsa mayoritaria de lectores de izquierda. Pero es imposible convencerlos de que lean un producto en el que se los maltrata y viene a decirse casi continuamente que el PSOE es la derecha y que la "verdadera" izquierda está en otra parte. Insisto, es una decisión políticamente irreprochable (con independencia de que a mí me parezca falsa), pero empresarialmente desastrosa.

Esta es una crítica al modo en que se ha gestionado la empresa; no a la forma en que ha hecho su trabajo el personal que, me consta, ha sido espléndido. El error garrafal ha estado en la eleción del target del producto, como dicen los de marketing. Y era un error bien sencillo de detectar y de corregir. Bastaba con no emborracharse con los halagos de los amigos y no creer que los aplausos de los seguidores eran los de toda la posible audiencia; y bastaba, sobre todo, con leer la orientación general de los comentarios que daban una idea muy clara de quiénes consideraban que aquella era su casa y quiénes estaban ausentes. Participaban mucho los de la izquierda "verdadera" y se enzarzaban con los trolls de la extrema derecha; pero apenas había comentarios de socialistas. Y en los medios, como en la música, entender los silencios es vital.

dimarts, 3 de gener del 2012

El gobierno en la sombra y los paraísos fiscales.

Rajoy parece decidido a aplicar en el gobierno su táctica de la oposición: no está ni se le espera. Las agrias advertencias, las palabras gruesas, las admoniciones quedan para los segundos, que lo bordan. Cadenas de malas noticias presentes (estamos en la ruina) y futuras (el jueves volverá a tronar Júpiter) y más futuras (en marzo sube el IVA). La sensación es de alarma, de toque de generala. Cada cual a su puesto. Y eso en medio de llamadas a la responsabilidad y el sacrificio y de intensos rumores acerca de que las grandes fortunas están ahuecando el ala rumbo a los paraísos fiscales.

Por eso es imprescindible que Rajoy comparezca y explique lo que está haciendo y lo que está pasando. Para tranquilizar, que está la opinión muy soliviantada viendo cómo se aplica el torniquete a la gran mayoría mientras un puñado de privilegiados anda apaleando millones, más o menos legalmente. Políticos, empresarios, banqueros y arribistas de varios pelajes hacen mangas capirotes con auténticas fortunas mientras la gente lo pasa mal. Que el célebre Urdangarin también estuviera en el circuito de los paraisos fiscales, como afirma el fiscal de la causa, es muy lógico con el espíritu de este sistema, pero puede acabar provocando un estallido.

También es posible ver el asunto con ánimo sufrida y resignadamente español: ¿qué sucede? Que una minoría detentadora del capital y los medios de producción, incapaz de aumentar la productividad de las empreas ha decidido conseguirla reduciendo los ingresos de todos los asalariados hasta el límite del pauperismo; que vuelve a sonar el frufrú de las sotanas por los pasillos de los palacios orientando la acción del gobierno y la legislación para recristianizar esta díscola España en donde hasta los gays pueden casarse; que vuelve a haber un gobierno como Dios manda, capaz de congelar la tasa de reposición de todos los funcionarios excepto los de la polícia. Porque, para los neoliberales, gobernar es guardar el orden.

La Web del candidato.

Bien, bien; hay que estar en la red. La ciberpolítica es la política de hoy. Es inmediata, veloz, abierta, múltiple, directa. Los debates, las críticas, las propuestas y hasta las movilizaciones se dan en la red, que es el foro público por excelencia. Y ¡sin censura! No hay más restricciones que las que cada cual quiera imponer en su página, por ejemplo para quitarse de encima los trolls y los que insultan. Pero es en su página; no en la ajenas. La red está viva. Ha absorbido los medios de comunicación tradicionales que cada vez toman un aspecto más digital. Sus colaboradores fijos se han hecho blogueros. La edición en línea de todos los periódicos se actualiza al minuto, es continua y, a su lado, la impresa resulta anticuada y no sirve ya ni para las tertulias. La red lo conecta todo y los usuarios pueden escuchar el último discurso del presidente en su móvil o en una tableta y mandar acto seguido una opinión en tweet que puede convertirse en un trending topic y alterar la política nacional.

Desde que los árabes norteafricanos pusieron en marcha una revolución en varios países islámicos que, en substancia, es la misma pero diversificada por peculiariades lugareñas (también llamadas "nacionales"), se ha terminado el debate sobre la eficacia "real" de lo virtual. La ciberpolítica es real. Saca a la gente a la calle y se hace notar en unos lugares con más intensidad que en otros. El movimiento 15-M es ciberpolítica porque se hace a través de las redes sociales. Puede decirse que, hasta ahora, ha tenido un efecto muy moderado si lo comparamos con la primavera árabe aunque en modo alguno desdeñable. Pasada la primavera, llegado el invierno, ahí siguen unos y otros. Quizá el 15-M no haya encontrado aún una forma eficaz de transformar la realidad, aparte de las ocupaciones de espacios públicos, pero no por ello deja de reflejar un malestar muy generalizado en la sociedad, oscuro, profundo; una sensación de que el modelo en que vivimos ha fracasado y una urgencia por encontrar salidas que no pueden consistir en la vuelta a formas anteriores todas ellas también fracasadas pues nos han conducido a esta situación. Y ahí sigue.

Hace muy bien Rubalcaba en abrir su página web. Lo extraño es que no la tuviera. Y conviene que sea plenamente 2.0, interactiva, flexible y muy "currada", como dicen los internautas que detectan de inmediato si una página se actualiza y se renueva o no. El secreto de la red es la renovación y, si ese es el problema del PSOE, habrá unidad de miras entre la página y el propósito al que quiere servir. De momento parece un poco rígida, pero seguro que mejorará. Lo que no puede ser es que se abra una página o una cuenta en una red y no se atienda o, incluso se cierre, como hizo Gallardón con su cuenta de twiter, cerrada al pasar las elecciones.

Es más, sería recomendable que el candidato abriera un blog (que no lo tiene o yo no he sabido encontrarlo) y se diera de alta en twitter. De hecho no sé si ya lo estará. Lugares en los que la gente pueda consultar en tiempo real sus opiniones sin intermediarios en el momento. La confianza, que el PSOE dice querer recuperar de los españoles, se basa en el conocimiento; y el conocimiento gana con la inmediatez.


Por cierto, he puesto un gadget en la columna de la derecha que permite cambiar el tamaño de la letra del blog por si alguien tiene problemas para leerlo.

dilluns, 2 de gener del 2012

La corte de los negocios.

A ver si lo hemos entendido bien: durante los veraneos, cuando la familia real al pleno ocupaba el palacio de Marivent en Mallorca para pasar unas merecidas vacaciones, el yerno despachaba sus asuntillos, millón va, millón viene, debajo de las reales narices de don Juan Carlos I. Al menos, es lo que dice hoy El País, esto es, que Urdangarin negoció en el Palacio de Marivent contratos con el Gobierno balear.

Jaume Matas, ex ministro de Aznar, presidente entonces del Govern de Baleares y actual imputado en diversas causas penales, se paseaba por el palacio sin que el Rey lo supiera, como si fuera incognito o como si entrara al modo de Garu Garu, el atraviesamuros. Y, si el Monarca lo sabía, no preguntaba por el motivo de las visitas, suponiendo quizá, que Matas iba a jugar al Monopoly con el Duque de Palma. A lo mejor el Rey no se lo encontraba por los pasillos porque estaba dedicado a algún asunto de Estado, como las regatas de veleros. Y a su regreso nadie le decía que el señor Matas había venido de visita.

Saltó Matas, marchándose a los Estados Unidos, como haría luego también Urdagarin, de donde lo reclamó la justicia, como ahora ha hecho con el yerno. Vinieron otros gobernantes, pero Urdangarin siguió con sus actividades en Palacio hasta 2008, fecha en que ya la Corona tenía conocimiento de que esas tales no eran ejemplares. Y el Rey ¿no sabía nada? Es verdad que los palacios son muy espaciosos, tienen muchas puertas y no debe esperarse que el Rey conozca a todos los que al cabo del día se acercan a Marivent con los más diversos cuidados. Pero, caramba, el presidente del Govern no es el fontanero o el chico de la tintorería y no es en absoluto verosímil que el Monarca ignorara su presencia.

Sin contar con que, es de suponer, el propio Matas pediría ser recibido por el Rey para participarle con entusiasmo isleño que, gracias a los buenos oficios de su yerno, se correría en la isla una etapa del tour de France, noticia que tendría que haber levantado las suspicacias no ya del Rey sino de la mona Chita que en paz descanse.

La clase política, los medios de comunicación, el establishment en pleno, están en pie de guerra en defensa de su señor natural, en defensa de la Monarquía, que no se puede verse afectada por los negocios privados del yerno. Negocios privados que se despachaban en Palacio, pared con pared con el Monarca. Es imposible que no afecte a la Corona, cuyo prestigio está muy mermado sobre todo ahora que se sabe que las cuentas reales reveladas valen tanto por lo que muestran como por lo que no muestran. El Rey ha revelado su "salario", pero no ha contabilizado en él un montón de partidas procedentes de no sé cuántos ministerios cuya función es ayudarlo a llegar a fin de mes.

En estas circunstancias los republicanos debiéramos suscribir un manifiesto pidiendo que se conceda una oportunidad a la República, un referéndum para decidir la forma de Estado. Es una deuda que tenemos con el último sistema legítimo, destruido por las armas y, al mismo tiempo, una obligación de proponer para nuestro país una forma política que juzgamos menos absurda y más acorde con el espíritu de la época.

(La imagen es una foto de Antonio Zugaldia, bajo licencia de Creative Commons).

Lo que importa es ganar.

Interesante manual este (Ismael Crespo, Antonio Garrido, Ileana Carletta, Mario Riorda (2011) Manual de comunicación política y estrategias de campaña, Buenos Aires, Biblos, 265 pp), escrito al alimón por cuatro especialistas en comunicación política y campañas electorales. Tienen autoridad suficiente para abordar unos campos tan vastos, cambiantes, variopintos y bulliciosos como los del título. Y lo hacen con espíritu pedagógico, de modo sistemático, como un manual, un vademecum al que se supone puedan recurrir quienes trabajen en campos tan competitivos, en los que hay que estar a la última si se quiere permanecer en el mercado.

Con este finalidad, el libro cuenta con numerosas ilustraciones, gráficos, cuadros, recuadros, sinopsis que ayudan a la comprensión del texto, aunque es tal su profusión que, a veces, la dificultan. Pero está bien porque en la mayoría de los casos aportan datos o cuentan anécdotas que se pueden incrustar en otros discursos ya más dirigidos a fines prácticos, como conseguir que salga elegido un candidato o planificar una campaña electoral.

Porque esta es la finalidad de la obra, entender el estudio de las campañas electorales y la comunicación política como disciplinas prácticas aplicadas a un fin determinado. Es lo que llama Habermas comunicación estratégica y, de hecho, estrategia y estratégica son términos abundantemente empleados en la obra (están incluso en el título), aunque también en exceso pues muchas de las veces que se habla de "estrategia" fuera más adecuado hacerlo de "táctica".

La primera parte del libro está dedicada a las campañas electorales. Para los lectores europeos tiene el inconveniente de que está orientada a América, esto es, a elecciones presidenciales que, en el viejo continente, salvo contadas excepciones, no se dan. El tema se subdivide en cuatro grandes cuestiones: la eficacia de la estrategia de la campaña electoral, los contextos electorales y las tendencias de voto, las estrategias de lanzamiento de candidaturas y las elecciones primarias y un interesante capítulo sobre el liderazgo. No obstante, algunas de las cuestiones tratadas tienen relevancia para Europa; por ejemplo lo relativo a las segundas vueltas, lo de las elecciones primarias o lo referente a cómo y cuándo presentar una candidatura.

En todo caso, lo interesante de la obra es el análisis de las elecciones presidenciales en los distintos países latinoamericanos. Y lo primero que salta a la vista es la enorme importancia que tiene el modelo estadounidense, que es el que se estudia con mayor detenimiento y se analiza pormenorizadamente. Porque si en Europa algunos (sobre todo los franceses) se quejan de la "americanización de la política" (queriendo decir "yanquización"), en la misma América, el asunto va de soi. Las distintas estrategias o tácticas se estudian desde un punto de vista del marketing. De lo que se trata es de "vender" un candidato en unos contextos y circunstancias determinados. Y lo interesante de la obra es, precisamente, el análisis de los últimos. Se elige un presidente, con o sin vicepresidente, hay tendencia al bipartidismo, se esperan candidatos del "sistema", pero puede haber "afuereños" (outsiders los llaman los autores), como Fujimori en su día.

El tono de las campañas suele ser muy personal. Y aquí encaja el mencionado capítulo sobre el liderazgo. Una reflexión interesante sobre algo que es esencialmente inefable como es el carisma. El liderazgo se tiene o no se tiene pero no creo que se pueda adquirir. Lo que se puede hacer, como hace el capítulo, es analizar los rasgos, las condiciones de los líderes ya probados, algo al estilo de las crónicas De viris illustribus para ejemplo y emulación de generaciones posteriores. El hecho es, sin embargo, irrefutable: el liderazgo ayuda a ganar elecciones.

La segunda parte del libro, dedicada a la comunicación política toca a su vez diversos aspectos de distinto rango pero todos ellos muy actuales: los mensajes de la campaña, su carácter positivo o negativo, la retórica en la campaña, los debates electorales y las cibercampañas. El estudio de las campañas positivas y negativas nos ahorra consideraciones morales porque analiza fríamente las ventajas e inconvenientes de ambas. Suena un poco raro pero no tiene porqué. Así son las cosas. Si Pepsi-Cola pudiera demostrar que Coca-Cola está hecha con arsénico, lanzaría una campaña planetaria.

El capítulo de la retórica está muy bien traído. Poner nombre a los recursos que emplean los oradores es buena cosa para entender el lenguaje político y no sólo en elecciones sino siempre. Porque los políticos, en realidad, están siempre en elecciones. Algunos de los tropos, la metáfora, la sinécdoque, etc., no era necesario mencionarlos; otros, decididamente sí. De todos los que se valen los políticos el que encuentro más detestable es la anáfora.

El último capítulo, la cibercampaña, es un acierto. Las campañas electorales se libran cada vez más en el ciberespacio y en las redes sociales, todo el mundo lo sabe y es bueno que vayan extrayéndose conclusiones. Palinuro está además encantado de que los autores dediquen unas cuantas atinadas reflexiones a los blogs.

diumenge, 1 de gener del 2012

¡Feliz año nuevo!

Pase que mintieran durante la campaña electoral y que hayan subido el IRPF cuando dijeron que no lo harían. Pase que dejen a los jóvenes sin ayuda al alquiler; que aumenten el IBI; que congelen el salario mínimo; que alarguen la jornada de los funcionarios, pero no su sueldo; que aplacen un año las ayudas a los dependientes; que suban un uno por ciento las pensiones; que aprueben la ley Sinde; que sigan mintiendo al afirmar que hay un déficit real superior al previsto sin hablar del de las Comunidades Autónomas en las que gobiernan. Pase hasta que llamen violencia en el ámbito familiar a la violencia de género.

Pero lo que no puede pasar es que, habiendo retrasado hasta después de las elecciones andaluzas en marzo las medidas más gravosas del "ajuste", hayan sido incapaces de aplazar el anuncio de estas una semana a efectos de no amargar las uvas en sentido literal a los españoles. No es que sean neoliberales, conservadores y hasta reaccionarios; es que tienen mala uva y carecen de tacto, elegancia y educación.

Si hubieran retrasado hasta después de Reyes por ejemplo las malas noticias, aparte de mostrar cierta sensibilidad, habrían dado la impresión de que las estaban trabajando; no de que las tuvieran preparadas de antemano pero no lo dijeron. Habrían dado la impresión de no ser unos mentirosos contumaces.

¡Feliz año 2012! Que los dioses nos tengan de su mano.

Para quienes sientan curiosidad, la imagen de la cabecera es una estampa de Katsushika Hokusai, titulada Aldea de Sekiya en el río Sumida (1830-32).

(La imagen del post es una foto de Avodrocc, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 31 de desembre del 2011

¿Qué esperaban?

El gobierno se ha apresurado a decir que esto es sólo "el inicio del inicio". El país se enterará de verdad de lo que le viene encima después de las elecciones andaluzas porque, como siempre, la derecha antepone sus intereses de partido (ganar en Andalucía) a los de España. Como siempre.

Una vez pasadas las elecciones andaluzas que a lo mejor ganan también por las mismas razones por las que el presunto delincuente Camps ganó las de Valencia y que no califico por no ser necesario, vendrán las verdaderas medidas duras. Ya estas adelantan bastante la orientación general del Gobierno: la crisis la pagarán las clases medias y bajas en toda su extensión a través de todo tipo de congelaciones, recortes, aumentos de precios, aplazamiento o supresión de prestaciones sociales, eliminación de subsidios, subidas de tasas, cobros por servicios que antes no se pagaban y la medida estrella por ahora, la que pasaron toda la campaña diciendo que no tomarían pues eso era cosa de los socialistas: la subida de impuestos que, por descontado, también cargará más sobre los estratos medios.



Efectivamente, eran los socialistas los que iban a subir los impuestos; ellos, no. Repito la pregunta: ¿que esperaban? No digo ya qué esperaban los que han votado al PP porque está claro que esperaban lo que su partido está haciendo y, si no es así, con su pan se lo coman.

La pregunta es ¿qué esperaban todas esas almas críticas que, hastiadas con el "derechismo" del PSOE en el gobierno, se fueron a la abstención con lo que pusieron a Rajoy en La Moncloa? ¿Esperaban que Rajoy cumpliera lo que prometía en la campaña cuando era obvio que no pensaba hacerlo, no lo pensó jamás, que ocultaba su programa porque quería llegar al poder como fuera, incluso engañando, para hacer la política del capital, los banqueros y los empresarios en detrimento de todos los demás? ¿Creían los abstencionistas que iba a ser de otra manera?

¿Qué esperaban los que, buscando hundir al PSOE a toda costa decían que el PSOE y el PP "la misma mierda es"? ¿Qué esperaban? ¿Que de verdad el PP iba a ser tan moderado defensor del Estado del bienestar y de la cohesión social como, a pesar de todo, lo fue el PSOE? ¿Creían de verdad que el PP y el PSOE son lo mismo? Porque, si es así, habría que proponer un test de imbecilidad cuya primera pregunta fuera esa: ¿cree usted que el PP y el PSOE son lo mismo? Hay gentes que, al parecer, lo decían pero no lo creían. Si lo aseguraban era porque aspiraban a substituir al PSOE, dejar que se colapsara y ponerse en sus zapatos. Básicamente son los que dieron ese 1.600. 000 votos a IU que, al proporcionar la mayoría absoluta al PP, son literalmente como si no existieran porque no sirven para nada en el Parlamento. Como, gracias a la inteligente política electoral de la izquierda, no sirve ningún otro voto que no sea del PP en la cámara.

Además de los recortes que ya se han aprobado y los muchos más duros que llegarán tras las elecciones andaluzas, además de la política antisocial y de la evidencia de que todo cuanto dijo la derecha en la campaña era mentira (cosa por lo demás clara ya entonces), además de todo esto y de la aprobación sin más de la Ley "Sinde" (que el otro gobierno no aprobó) hay en marcha una merma general de derechos de todo tipo de la población. Tiene que acabarse este desmadre de que los trabajadores quieran trabajar, los pobres comer, los enfermos curarse, lo escolares aprender algo, los inmigrantes algún derecho, los homosexuales casarse, las mujeres estar protegidas, etc. Se acabó la broma; todo eso es demasiado caro.

Los que no votaron al PSOE, el único partido que podía parar esta arremetida, ¿qué esperaban? Es cierto que el PSOE cometió errores garrafales pero, aun con errores garrafales, está a una distancia sideral del PP, sobre todo de este PP con mayoría absoluta gracias al suicida y demencial comportamiento electoral de la izquierda. Todos los que hablaban de la "derechización" del PSOE ya pueden ver en dónde está la derecha de verdad. Los que invocan el caso de Islandia para afear la "cobardía" del PSOE y dicen que el hecho de que ese país cuente sólo con 300.000 habitantes es irrelevante olvidan que, al estar fuera de la Unión Europa, tiene una margen de acción que España no tiene.

¿Qué esperaban todos los que ahora se rasgan las vestiduras? Pues es recomendable que se dejen algunas sanas porque aún no ha empezado el baile.

Victoriana.

Cary Fukunaga, Jane Eyre, 2011.-

Las novelistas inglesas de fines del XVIII y el XIX, Jane Austen, las hermanas Brontë, George Elliot (Mary Ann Evans), como las mujeres libertinas e ilustradas francesas del XVII y XVIII Mme de Sevigné, Mlle. de Scudéry, Mme. de Châtelet, Mme de Staël, son tradiciones muy peculiares desconocidas en otros lugares y constituyen casi géneros literarios y epistolares en sí mismas. Y entre ellas sobresale el caso de las Brontë, Charlotte, Emily y Anne. Hijas de un modesto pastor de la Iglesia de Inglaterra cuya mujer falleció tras dar a luz seis hijos, recibieron una cuidada si bien no lujosa educación en un severo espíritu metodista. Las tres murieron jóvenes. Únicamente Charlotte pasó de los treinta años y falleció a los 39, dejando cuatro novelas, una de ellas Jane Eyre. Emily sólo escribió una, Cumbres borrascosas, y Anne dos, una de ellas, La inquilina de Wildfell Hall, considerada una de las primeras novelas feministas y un ataque a la sociedad victoriana tan escandaloso que su propia hermana, Charlotte, prohibió que se reeditara a la muerte de la autora.

Las tres novelas mencionadas son obras maestras, siguen leyéndose hoy y conocen muchas adaptaciones al cine y a la TV. Sólo de Jane Eyre debe de haber más de veinte. Y con razón porque son extraordinarias. Las tres hermanas lo eran (asimismo un solo hermano que tuvieron, Branwell, quien las retrató en el cuadro de la derecha antes de morir a los 31 años alcoholizado y adicto a las drogas) y en los estrechos márgenes que la sociedad victoriana permitía a las mujeres, tuvieron unas breves pero agitadas existencias, unas relaciones muy estrechas entre sí y dejaron obras cumbre de imaginación y calidad literaria.

La prolongada era victoriana ejerció una fuerte impronta sobre la literatura de forma que, en realidad, hablamos de novelas victorianas queriendo con ello decir algo más que "novelas escritas durante la época victoriana". Muchas de las novelas victorianas se ven como ataques al espíritu y las instituciones del tiempo, singularmente la fundamental, la familia. Es fácil de entender porque la época era tan estricta, rígida, artificiosa y opresiva que bastaba su mera descripción para que el resultado fuera una crítica.

Es más o menos lo que sucede con Jane Eyre, la novela autobiográfica de Charlotte, una pieza literaria de primer orden, creadora de un personaje, Jane, que goza de proyección universal. La historia, una especie de Bildungsroman, tiene un elemento gótico muy fuerte. Y no sólo gótico; incluso hay un episodio de un aproximado vampirismo. Desde que Polidori publicara su narración El vampiro, la primera del género en los años veinte, los vampiros frecuentaron la literatura hasta la llegada de Bram Stoker. El argumento es encendidamente romántico pero está encajado en un rígido mundo de valores victorianos. La propia Jane Eyre es una heroína cuya vida está marcada por unos principios de sujeción de la mujer que no comparte y contra los que se rebela (es el elemento de feminismo que se le subraya) pero, al mismo tiempo, representa valores victorianos en estado puro. Jane es un personaje denso, activo, que lucha por afirmarse en condiciones de igualdad a los hombres pero lo hace invocando los valores típicamente victorianos de independencia económica, autoayuda y trabajo productivo con el que ganarse la vida.

La peli de Cary Fukunaga narra la historia de modo aceptable, recogiendo todos los elementos de los conflictos que se plantean, aunque a veces le puede el texto literario y en un par de ocasiones los diálogos son prolijos e innecesarios y en otras no atina a explicar del todo las peripecias porque el guión deja algo que desear a fuerza de deslavazado. Plantea el relato con un larguísimo flashback que desestructura la narración tanto que se ve obligado a repetir escenas para que el espectador pueda saber en dónde está.

Pero a cambio ha traducido muy bien en imágenes el mundo mental de la autora. Los exteriores -y hay muchos- son extraordinarios y las ambientaciones imponentes; las mansiones, las residencias, los carruajes, los jardines. Los personajes están muy bien caracterizados, sobre todo los hombres, que eran los que se le daban bien a Brontë. Lo que ya no es tan claro es que se ajusten a sus papeles. El más logrado, a mi entender, St. John Rivers, el del primo pastor que quiere ser misionero en la India, aquí casi figura secundaria cuando en la obra es un elemento crucial pues, al pedir en matrimonio a Jane, fuerza en esta un proceso de introspección que la hace encontrarse a sí misma y definirse como persona al negársele como esposa pero ofrecérsele como hermana. Rochester está bien, pero no acaba de encontrar el punto. Y el caso más llamativo es el de Jane, interpretado por Mia Wasikowska. Es muy buena actriz y borda el papel, pero es demasiado guapa. Jane tiene un semblante vulgar, anodino (plain es la expresión que usa), que es lo que explica las continuas distinciones entre la belleza exterior y la interior. Pero el rostro de Wesikowska es muy bello y, al presentarla sin maquillaje, sin acicalar, aun lo es más, lo que no se compadece con la historia.

De todas formas, la narración es tan poderosa, la autobiografía de Charlotte Brontë (quien tuvo que publicarla con seudónimo masculino, así como sus hermanas, incluida una antología poética de las tres) atrapa de tal modo que de cualquier forma en que se cuente es apasionante. Fukunaga puede haberse hecho un lío con el argumento (por cierto mucho más simple y lineal que el de Cumbres Borrascosas que, según una de las frecuentes leyendas sobre las Brontë, también es obra de Charlotte) pero refleja el mundo mental de Jane Eyre y hace que esta se manifieste en su mezcla de moral victoriana y antivictoriana al mismo tiempo, lo que da a la obra su gran atractivo.

divendres, 30 de desembre del 2011

Naturalmente: primarias abiertas.

Palinuro está encantado de que tanto el candidato ya postulado, Rubalcaba, como la candidata in péctore, Carme Chacón, se hayan pronunciado por unas elecciones primarias abiertas, "a la francesa". Podrían haber dicho "a la norteamericana" en muchos lugares desde hace tiempo. Dar a los ciudadanos la posibilidad de influir en quién sea el próximo secretario general del PSOE es muy democrático, muy buen comienzo para una etapa de renovación. El PSOE no pertenece a nadie, no a un individuo ni a una oligarquía, ni a un grupo de barones. Pertenece a toda la sociedad española. Ya lo dice su nombre, es un partido español y es natural que los españoles puedan decir algo sobre las decisiones que luego los afectarán.

Preocupado por la imagen de tumulto que el PSOE pueda proyectar con estas elecciones, Rubalcaba recuerda que "no es un movimiento social". Sin duda quiere marcar distancias con el 15-M. Es claro que el PSOE no es un movimiento, pero tampoco es sólo un partido, sino algo más. Y en ese algo más caben sus votantes.

Es de esperar que el Congreso apruebe el procedimiento de primarias abiertas. Queda por saber si habrá más candidat@s. Una vez sabido lo que corresponde es fijar el día de la votación lo antes posible y entre tanto llevar adelante sendas campañas electorales de juego limpio entre los candidatos, de neutralidad del aparato del partido y de debate de ideas. La izquierda es democrática y la socialdemocracia del siglo XXI tiene que encontrar su camino.

La imagen es una foto de Irekia, bajo licencia de Creative Commons).

De señores, siervos y gandules.

Las Cortes Generales casi se vinieron abajo de la ovación. A excepción de los de IU, PNV y UPyD, el resto de los diputados, representantes del pueblo soberano, puesto de pie se fundió en un aplauso de dos minutos, en muestra de cerrado apoyo a la Monarquía en sus horas bajas. ¡Viva el Rey! gritaban. ¡Vivaaaaa! se respondían a sí mismos. Orondo y satisfecho, el Rey se dejaba aclamar.
Salvo honrosas excepciones, como Público, la prensa se deshacía en ditirambos y elogios a la Casa Real, a la ejemplaridad, la transparencia de que había dado muestra (sin estar legalmente obligada a ello, decían los plumillas) al publicar sus ingresos. ¿Ejemplaridad? ¿Transparencia? El Rey da a conocer -ya veremos en qué medida y con qué detalle- sus ingresos públicos -no los privados-a los 33 años de la aprobación de la Constitución y 40 días antes de que su yerno se siente en el banquillo de los acusados por una ristra de presuntos delitos cometidos, al parecer, al cobijo de su figura.
Para Palinuro eso no es ejemplaridad ni transparencia, sino hacer de necesidad virtud. El juicio de Urdangarin será sonado y dará una imagen bastante negativa de la Casa Real a ojos de los ciudadanos. ¿Cabía que ésta siguiera ocultando la cuantía de sus ingresos? No, claro. Lo ha hecho tarde y a regañadientes y de modo enrevesado, sin computar todos sus ingresos procedentes de diversos ministerios. Sólo un espíritu servil puede ver ejemplar y digno de encomio un comportamiento que no es sino el cumplimiento de un deber moral y también juridico pues es falso que la Corona no esté obligada a revelar sus ingresos por el hecho de que aún no haya una ley específica que así lo ordene. No la hay específica, pero la hay general. El Rey es un funcionario público; lleno de privilegios, prerrogativas, títulos y grandezas, pero funcionario y sus ingresos, como los de todos los funcionarios, deben ser públicos y estar a disposición de quien quera consultarlos. Así que aquí no hay nada ejemplar. El Rey trae 33 años de retraso.
Y los revela porque no tiene otro remedio, porque habiendo averiguado hasta dónde llegaban las andanzas del yerno (no haya duda de que el Rey es la persona mejor informada de la situación procesal del Duque de Palma), ha comprendido que es la única forma de que el vendaval de esta imputación no se lleve por delante la Monarquia. Y eso está todavía por ver, cuando se apague el eco de esos atronadores aplausos con que los vasallos han regalado los reales oídos.
La trascendencia del procesamiento de Urdangarin viene dada por ser el imputado quien es, no por otra razón. Delitos como la malversación de caudales públicos, la falsedad documental, el fraude y la prevaricación los ventilan los tribunales todos los días, especialmente en España. Dice el abogado defensor que la imputación se debe al clamor popular. Efectivamente este clamor se da y es lógico que se dé, pero los jueces le imputan delitos concretos, no clamores. No es inteligente cuestionar el procesamiento poniendo en cuestión la independencia de los jueces y su probidad profesional. Si los jueces fueran volubles, venales, influibles, ¿cabe alguna duda de que las influencias de la Casa Real se hubieran hecho sentir?
El clamor popular viene y seguirá viniendo por ser Urdangarin quien es, por estar casado con quien está casado y ser yerno de quien es yerno. Por su posición en la vida. Los Reyes, los príncipes, las realezas tienen varias misiones simbólicas; una de ellas es dar materia para las revistas del corazón porque eso satisface un natural deseo del pueblo llano de hacerse ilusiones de príncipes azules, de olvidarse de lo anodino de su vida, de vivir vicariamente la de los señores, los grandes, los famosos, las celebridades. Es el peaje que la opinión pública les ordena pagar para hacerse perdonar sus vidas de boato, su dolce far niente, sus existencias de gandules y zánganos de lujo. De forma que cumplen poblando las páginas de papel couché. Pero no se les espera en las de crónicas de los tribunales por delitos de estafas propios de chorizos sino, si acaso, por tormentas matrimoniales y otros apasionamientos que también seducen al gentío. Al cruzar esa línea roja, Urdangarin ha desplegado a los ojos del común una vida de parásitos insaciables que, además de obtener una pastuqui de los presupuestos del Estado y de conseguir unos salarios de cine merced a sus enchufes, no pareciéndoles eso suficiente, se apropian al parecer ilícitamente de los caudales del común y los usan para los más fastuosos caprichos mientras millones de personas en España malviven como pueden.
Claro que hay un "clamor popular", señor abogado, y a él debieran unirse sus voces porque también es su dinero el que este presunto gandul a quien defiende se ha apropiado; supuestamente, claro. Más de seis supuestos millones de supuestos euros.

dijous, 29 de desembre del 2011

Señoras bien de derechas.

Los peores enemigos de la igualdad de género, de la emancipación de las mujeres son algunas, muchas, mujeres. Las que aceptan de grado su posición subalterna tradicional, las que implícitamente justifican los privilegios del machismo imperante y así contribuyen a perpetuar el orden patriarcal; las cipayas de este. Son las peores porque, con su discurso de la servidumbre voluntaria, deslegitiman la lucha de sus congéneres por alcanzar la plena condición ciudadana y la igualdad de derechos con los varones. Las más visibles son las mujeres acomodadas, de clase alta, por ser las que tienen más acceso a la esfera pública, pero las hay en todos los estamentos sociales, también entre los más pobres. Su oposición a la emancipación femenina nace de inveterados prejuicios y estos están liberalmente repartidos entre toda la población.

Dado que las conquistas del feminismo, por el que la derecha no ha movido jamás un dedo, han cristalizado en leyes e instituciones que la sociedad ha acabado aceptando y no es posible derogarlas o aniquilarlas, las señoras bien de derechas tratan de vaciarlas de contenido, de inutilizarlas reformulando la terminología que les es propia, retorciendo el lenguaje para confundir la cuestión. Saben que el nombre define la cosa y por eso tratan de cambiárselo. Apenas sentada en la poltrona, la ministra Ana Mato ya ha llamado violencia en el entorno familiar a lo que la ley misma llama violencia de género (Ley Orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género). La intención es transparente y consiste en desactivar la ley, retornar al camino de la sumisión frente a la violencia machista. Más o menos en el espíritu de esa otra señora bien de derechas que acaba de estrenarse como alcaldesa de Madrid y que, al interpretar el cuento La cenicienta, se extasiaba diciendo que esta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar..."

La mala jugada de Mato en contra de las mujeres víctimas de la violencia machista ha levantado una ola de protestas en una sociedad que ha visto cómo en un año caían sesenta de ellas asesinadas por sus parejas y ex parejas, en sus casas, en los parques, en el campo, en mitad de la vía pública y que por lo tanto sabe que la violencia no se da solo en el entorno familiar sino en todos los entornos porque es violencia de género, machista, que sólo cabe combatir teniendo esto muy presente. Vista la contundencia de la respuesta, Mato ensayó un línea de defensa afirmando que "el nombre es lo de menos". Vieja y socorrida falacia. Si el nombre fuera lo de menos, ¿por qué cambiarlo? Porque no es lo de menos sino lo de más. Los delitos deben estar correctamente tipificados con un nombre que no quepa desdibujar o difuminar.

Como el sofisma nominalista no coló, el ministerio de Ana Mato emitió ayer una nota de prensa en la que se califica el último asesinato de una mujer por su ex compañero sentimental de "violencia de género"; pero en el cuerpo del texto vuelve a hablar de violencia en el entorno familiar. Quieren restar importancia a esta lacra, diluirla en un problema de "familia", en definitiva, desproteger a las mujeres. Por eso insisten en cambiarle el nombre.

Hace un tiempo, en un libro de Pilar Urbano sobre la Reina Sofía, esta, que es quintaesencia de las mujeres bien de derechas, de las damas como Dios manda, decía a la periodista que no se opone a que los homosexuales se junten (olvidó decir que no se opone ahora pues ya no puede evitarlo) pero que no llamen "matrimonio" a esa unión. Efectivamente, los nombres importan, son decisivos, sirven para reconocer derechos. Torcerlos, cambiarlos, ayuda a recortar, a mermar esos derechos pues, por fortuna, ya no es posible negarlos de raíz. Que es lo que las señoras bien de derechas quieren hacer con los que protegen a las de su sexo.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).