Todos recuerdan a Rajoy omnipresente en los medios, dando ruedas de prensa sin preguntas pero con respuestas contundentes: él sabía qué había que hacer, estaba dispuesto, contaba con el equipo necesario, tenía la chuleta en el bolsillo (aunque no entendiera su letra) y conocía muy bien la fórmula. Bastaba con llamarlo al timón de la nave y ésta enderezaría el rumbo.
Ganadas las elecciones todo el mundo lo recuerda curándose en salud en ruedas de prensa tan animadas como las anteriores, diciendo que no tenía una varita mágica. Ni varita mágica ni magia sin varita. No ha hecho nada que no hicieran sus antecesores y lo único nuevo, la subida de impuestos, es lo que negó y no tres veces, como Pedro, sino incontables. Montoro prometió un episodio del apocalipsis para el jueves y el jueves se despachó anunciando una futura fiscalización central de los futuros presupuestos de las futuras Comunidades Autónomas. Algo así como hablar del tiempo.
Sumamente descontentos con la inopia como política de Estado, los mercados de Canterville se han puesto a arrastrar cadenas por los pasillos, la bolsa se ha dado el consabido batacazo y la prima de riesgo ha pegado un salto de vértigo. Es decir, Rajoy no inspira confianza sino desconfianza en los mercados; exactamente lo que, según él, pasaba con Zapatero. Y todo el mundo lo recuerda en conferencias de prensa sin preguntas exigiendo perentoriamente la presencia del precito Zapatero en el Congreso, dada la excepcionalidad de la situación y para acogotarlo con la agravación de una crisis de la que lo hacía único responsable.
Ahora la situación también es excepcional; lo reconoce Sáez de Santamaria. Pero Rajoy no cuenta comparecer antes del mes de febrero. No ya en comparecencias sin preguntas sino en ausencias sin respuestas es donde se sabe que el presidente no cree necesario acudir al Parlamento. Era su costumbre cuando en la oposición: tan pronto había tormenta, Rajoy se retiraba como Carlos V a Yuste, pero sólo para retornar cuando escampaba a pedir la comparecencia urgente del presidente del gobierno. Que es lo que puede acabar haciendo ahora: pedir la comparecencia urgente de Zapatero a explicar su herencia
Al parecer, El 58% de los españoles se siente “engañado” por Rajoy. ¡Almas del Señor!