El País y Bankia han organizado una jornadas que han llamado Encuentro financiero internacional Bankia 2012 y en las que han participado destacadas personalidades de distintos campos, algunos muy previsibles, como el presidente del gobierno, el ministro de Economía, el lider de la oposición o Rodrigo de Rato, y otros algo menos, como Ana Botella quien sin embargo estará a cuenta de la cuota que haya podido imponer Bankia.
Lo más llamativo es que el evento esté organizado por Bankia y El País. El diario es una empresa y resulta lógico que se trate con banqueros; pero la empresa también es un diario y debiera mostrar más sensibilidad hacia otros sectores no tan del establishment. Es verdad que han tenido el olfato de invitar a Barrabés (de Barrabés internet), a Sebastián Muriel (de Tuenti) y al notable cibergurú Enrique Dans. Pero el resto es una capilla bancaria. Veinte varones y tres mujeres. Es representativo y no es representativo al mismo tiempo.
Cebrián ha pronunciado una conferencia, de la que da cumplida cuenta El País. En ella ha puesto en evidencia el desconcierto que reina en Europa, en donde no se reconoce que la crisis, lejos de ser económica es política, revela falta de liderazgo político y (supongo) falta de declarada voluntad de actuar mancomunadamente pues no hay una acción unitaria del ente politico Europa. Eso es lo que el conferenciante echa en falta, como se sigue del hecho de que reclame políticas comunes en el exterior, en defensa, económica y fiscal, impulso a los eurobonos, que el BCE actúe como prestamista de último recurso.... Si la Unión pudiera hacer eso casi sería ya una federación.
El asunto es más complejo de lo que parece. No faltan orientación ni medidas políticas. En realidad las medidas económicas son medidas políticas, responden a orientaciones y decisiones políticas. Por tanto, no faltan medidas políticas. Europa no está desgobernada. Faltan otras medidas políticas, otro gobierno de la Unión. El gobierno neoliberal, las políticas neoliberales no han fracasado una vez, sino dos. Fracasaron al provocar la crisis y han fracasado de nuevo al no saber restañarla como se prueba por el hecho de que Europa entre en su segunda recesión en tres años.
Pero aquí aparece la verdadera dificultad: que no hay políticas de recambio, alternativas. El discurso neoliberal se ha impuesto como verdad incontrovertible y frente a él solo se dan quejas, lamentos y propuestas deshilachadas, sin un plan general o sistema, sin eso que se llama un "proyecto". Y no los hay porque la izquierda socialdemócrata no ha considerado oportuno reunirse para tratar de sacar adelante un programa europeo de acción contra la crisis. Al contrario, los partidos socialdemócratas se han encastillado en la defensa de lo que consideran sus intereses nacionales yendo, una vez más, contra su supuesto postulado internacionalista o, cuando menos, europeísta. Algo que recuerda aquel fatídico 4 de agosto de 1914 en que los diputados socialdemócratas alemanes votaron a favor de los créditos de guerra. Cebrián se pregunta si podremos financiar el Estado del bienestar. La socialdemocracia tiene que explicar cómo.
Si la socialdemocracia, la única izquierda que puede, no pone en marcha un programa político para Europa, sobre todo un programa político que aplauda tan nutrida representación bancaria, ¿de qué medidas políticas podemos hablar? En el plano de las ideas políticas parece razonable propugnar un regreso a alguna forma de keynesianismo (el truco consiste en ponerle un "neo" delante: neokeynesianismo) para una Europa capaz de resistir el dumping social de la China con el aumento de la productividad. En el plano de las realidades políticas, tiene que haber una posición común de la socialdemocracia sobre Europa ya que es la única pues la derecha no está interesada en hacerlo. En todo caso esa respuesta no puede estar pendiente de imponderables como que Hollande gane las próximas presidenciales francesas y el SPD las siguientes legislativas alemanas.