Estupendo libro este de José Manuel Lechado (El mal español. Historia crítica de la derecha española, Hondarribia, Hiru, 2011, 480 págs). Ya el título encierra una ambigüedad, ignoro si querida o no, que coincide con su espíritu, porque no significa lo mismo según se tome "mal" como sustantivo y "español" como adjetivo o "mal" como adjetivo y "español" como sustantivo. Son dos significados en órdenes completamente distintos pero ambos claros en los valores que presuponen. Ciertamente el título anuncia y el libro trata del mal que es propio de España, específico suyo, lo genuinamente español.
No es una historia en un sentido académico de investigación historiográfica sino un relato que podríamos llamar militante, interpretativo del devenir de España según un enfoque de izquierda y de carácter divulgativo. La lectura trae al ánimo el eco de la tradición arbitrista, al menos la de la segunda hornada, la regeneracionista. Recuerda El problema nacional de Macías Picavea y se inserta en la tradición de Los males de la patria, de Lucas Mallada. ¿En qué se parecen? En que todos buscan una explicación para la decadencia de España porque todos coinciden en que está en decadencia. Lechado la da ya prácticamente por liquidada y augura su implosión a lo largo del siglo XXI en las unidades previsibles de Cataluña, País Vasco, Galicia y quizá otras menos previsibles.
Es decir, el libro está en la tradición arbitrista por el hecho de buscar y haber encontrado la causa de la postración de España que reside en la fabulosa incompetencia de sus clases dominantes, su falta de patriotismo, de sentido nacional, su egoísmo, su cortoplacismo, su ignorancia, su grosería y, en definitiva, su estupidez. Todos epitetos que se encuentran en el texto y no son los únicos. El autor dice estar indignado y escribe con verdadera pasión, pero muy bien, con un estilo elegante, culto, conversacional, que atrapa al lector desde el principio y le hace leer la obra de corrido, como si fuera una novela. Cosa que en buena parte es, una especie de gran novela dickensiana cuya protagonista, una infeliz España, vive una vida de humillación, miseria y explotación que dura quinientos años a manos de quienes tradicionalmente no han sabido sino desgobernarla a causa de su egoísmo y su estulticia.
Mi alto juicio sobre el libro no procede solamente de su estilo sino, sobre todo, de su contenido con el que estoy de acuerdo. España no ha conseguido cuajar como nación ni como verdadero Estado por la inutilidad, el carácter antinacional de su clase dominante tradicional y la cobardía y cortos vuelos de las políticas burguesas liberales. La vieja tesis marxista (Lechado parece orientarse mucho en la historia a través de la obra de Tuñón de Lara) de la especificidad de España por no haber hecho la revolución burguesa emerge de nuevo aquí y, si no la principal, sí es una de las causas de la ruina nacional que, después del 98, culmina con el franquismo del que la IIª restauración no es más que una prolongación plana y pobre de espíritu.
Al propio tiempo, también la izquierda española (que no es objeto del libro pero sobre la que se habla mucho) ha probado ser consistentemente inepta, si bien es cierto que se le reconocen condiciones más difíciles y, en función de la ideología del autor, se le atribuyen intenciones nobles. Todo lo cual no impide que el resultado de su acción haya sido siempre desastroso, como también lo es el de la derecha si bien no para ella misma que suele prosperar en el desastre que sistemáticamente provoca. La izquierda en cambio queda afectada por el desastre de su acción y se hunde con él.
En definitiva, la tesis del libro es que España es un fracaso como Estado prácticamente desde su fundación que sitúa en 1492, no sin dejar de recordar que ese hecho portentoso del nacimiento de España como Estado, dependió de una pura contingencia. Si Fernando el Católico, viudo de Isabel y casado en segundas nupcias con Germana de Foix, veintitantos años más joven que él, hubiera tenido con ella descendencia masculina, no habría habido unión de Castilla y Aragón ni, por lo tanto, España. El caso es que el Estado ya nace con mal pie, empieza por expulsar a los judíos y adopta luego a lo largo de los siglos y como si fuera una maldición todas las decisiones equivocadas que se puedan adoptar en el orden interno y en el internacional porque no se adoptan en interés del Estado sino de la clase de señoritos cortijeros, nobles estirados. inútiles y empobrecidos, burgueses ennoblecidos que lleva siglos administrándolo como si fuera su cortijo; en interés de la sempiterna derecha, cruz con la que parece tener que cargar España a lo largo de su triste historia igual que los suizos con la de ser un país montañoso o Finlandia la de ser frío.
Lechado resume su tesis de la incompetencia general del país en una observación absolutamente cierta que se repite a lo largo de la obra: el ejército español no sirve para nada porque jamás ha ganado una guerra (pp. 150, 308) como no sea contra su propio pueblo. Pero para eso sí sirve. Y por ello mismo, ha sido un molesto protagonista de la vida política española en todo el siglo XIX y buena parte del XX con dos dictaduras, una de ellas de cuarenta años. A esta continua injerencia militar en la política, característica española que heredarán las "naciones hermanas", dedica el autor bastante atención, centrándola luego en el "africanismo" del ejército. Resulta curioso que otros países hayan conocido épocas de llamado "militarismo" (por ejemplo, el Japón) , pero el término no se haya aplicado nunca a España a pesar de la continua presencia de militares en la política. Quizá se deba ello a que, en el espíritu del libro, los militares españoles no sirvan ni para establecer su propio régimen.
Todo esto forma parte la historia que se cuenta y que lleva su ironía al extremo de detectar que es el triunfo máximo y omnímodo de la clase dirigente en el franquismo precisamente el que causa "la desaparición de España como nación y como Estado soberano en sentido político, económico, social y cultural." (p. 291). No se anda luego el autor con circunloquios a la hora de enjuiciar los acontecimientos posteriores: la transición fue un "bonito remate de la victoria de 1939" (p. 348), el "felipismo" que es "corrupción más sometimiento al capitalismo internacional más conservadurismo político socialdemócrata de 1982 a 1996 y terrorismo de estado." (pp 397/398) ha "acabado con la izquierda" (p. 399). Aznar significa "patrioterismo castellano, catolicismo a ultranza, sueños imperiales, chulería, derroche y culto al líder" (p. 409). Finalmente, la situación es calamitosa pues el PP y el PSOE son inindistinguibles, dos agencias de colocación (...) encargadas por turnos de la gestión del protectorado español" (p. 431). Lo del "protectorado español" tiene su miga.
Discrepo de la igualación entre el PP y el PSOE (aunque es evidente que ese riesgo -para el autor una realidad patente- existe) y de la evaluación final del "felipismo" así como de la valoración negativa que hace de los matrimonios de homosexuales pero, en todo lo demás, suscribo por entero un libro de lectura muy recomendable.