dimecres, 29 de febrer del 2012

El ministro gárrulo.

Empieza a convertirse ya en aburrida costumbre. Al comenzar el día de los sufridos ciudadanos del país, lo primero que encuentran es alguna de esas declaraciones del ministro de Cultura en las que, con la petulancia, suficiencia e impudicia que lo caracterizan, lanza algún disparate con el obvio deseo de llamar la atención y hacer titulares. La garrulería de este hombre empieza a ser insoportable. Ayer sobre el sistema educativo en su conjunto, con las habituales soflamas reaccionarias de la derecha; antes de ayer sobre los toros.

Justamente ayer también me hizo llegar mi amigo Miguel Ángel Quintanilla, colega en el extinto Consejo Editorial de Público el ultimo artículo que ha escrito y no sabe si se publicará o no en Público.es. Es estupendo, ágil e inteligente y, como me gustó mucho, le pedí permiso para publicarlo en Palinuro cosa que hago raramente. Me lo dio de inmediato y he aquí la brillante pieza que Palinuro suscribe de la cruz a la fecha:


PROVOCADOR


Miguel Ángel Quintanilla Fisac


No conozco ningún ministro de ningún gobierno de España, desde la instauración de la democracia, que haya conseguido, en tan poco tiempo, hacer tantas declaraciones desafortunadas como las que ha hecho el ministro de educación del actual gobierno de Rajoy.

Recién estrenado, ya anunció que desaparecía la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que sería sustituida por otra de Educación Cívica. ¿Puro virtuosismo léxico? No, una simple provocación, que torpemente pretendió justificar con engañifas.

También se ha apresurado a suspender los temarios que están estudiando miles de opositores a plazas de profesor en la escuela pública. No le gustaban al señor ministro los temas recientemente introducidos y decidió acabar con tanta modernidad: volvamos a los temarios de hace veinte años. Mucho mejor. ¿Un error, una imprudencia, una improvisación? No, una simple provocación.

Pero no es bastante. El ministro también ha decidido en estos días que el sistema de becas para estudiantes debe ser revisado profundamente: menos becas a los pobres y más a los listos. ¿Nadie le ha explicado que sin un sistema público de ayudas para compensar las desigualdades sociales, no puede prosperar una sociedad moderna? ¿Otra ligereza de alguien acostumbrado a la banalidad de una tertulia? No, otra provocación.

Igual que la de negar la financiación de los campus de excelencia de las universidades. Sólo eran préstamos blandos, pero de ellos dependían importantes proyectos de mejora del sistema universitario público. Lo que pasa es que seguramente el señor ministro no lo sabe y, si lo sabe, le da igual.

Y la guinda, el otro día en el Parlamento. Contestando a una pregunta de la oposición, al señor ministro debió entrarle un calentón y acusó a los socialistas de ponerse del lado, no de los estudiantes que protestaban en Valencia contra los recortes en educación, sino del de los agitadores violentos. Y se quedó tan pancho. Hay quien pretende que pida disculpas por lo que ha dicho e incluso que tal ofensa a una fuerza política democrática se borre de las actas del Congreso. No estoy de acuerdo. Es mejor que quede constancia para la historia. De lo contrario dentro de unos años nadie creerá que hubo una vez en nuestro país un ministro como este, del que lo único que se puede esperar ya es que le cesen pronto.

(La imagen es una foto de La Moncloa, en el dominio público.Commons).