dilluns, 7 de desembre del 2015

Todo está en el aire.

La cábala es un método de razonamiento místico de origen judío, basado en fuentes ocultas y que, habitualmente, tiene respuestas para todo. Por eso, su uso se ha popularizado en forma plural, cuando decimos que hacemos cábalas, esto es, damos vueltas y revueltas a los datos, buscamos las relaciones más inverosímiles y tratamos de conseguir interpretaciones que nos sean favorables en el pasado, en el presente o en el futuro. Generalmente en el futuro, porque sobre lo otro es difícil hacer cábalas. Lo que fue, fue; lo que es, es; lo interesante es lo que será. Es el futuro cabalístico.

El informe de Público es tan llamativo que invita a las cábalas sin más. El meteórico ascenso de Ciudadanos cada vez parece más la resistible ascensión de Arturo Ui que resultó ser irresistible. Supongo que las similitudes se agotan en el título porque Arturo Ui era Adolfo Hitler quien, por cierto, verá desde donde se encuentre que en Alemania se reedita su libro, Mi lucha, prohibido hace setenta años. Desde luego, prohibir libros es absurdo. Lo malo no son los libros, sino sus autores y lectores. Ahí está el peligro, pero es un peligro contra el que no hay remedio porque depende de la capacidad de la gente para no dejarse engañar o sea, algo casi infinitesimal. C's se extiende como una mancha de aceite, casi como un movimiento al que las gentes se adhieren con una especie de revelación repentina, como la fascinación que ejercía el Mahdi en la guerra de los derviches.

Se trata de un fenómeno interesante. Un partido recién constituido en España (no así en Cataluña), sobre el que nadie sabe gran cosa de cierto en cuanto a organización, funcionamiento y financiación y dirigido por un personaje tanto más desconocido cuanto más se prodiga por los platós de televisión sube como la espuma en las preferencias de los ciudadanos. Por todo lo que en verdad sabemos de Rivera, pudiera ser un ciborg. A veces, en verdad, lo parece. Y, como tal ciborg está obedeciendo órdenes de alguien a quien no puede delatar porque no sabe quién es.

El ascenso de C's tiene a los demás partidos desconcertados. En el PP se hacen cruces, a lo que son muy aficionados, de ver cómo les pisa los talones un advenedizo que les ha robado su más vistoso gallardete para la campaña electoral: la unidad de España. Oír hablar de la unidad de España a uno de Pontevedra no tiene chiste; oír a uno de Barcelona es una pasada que la gente premia con votos a mansalva. En lo demás, la competencia entre C's y PP es cómica. Al lado del ciborg Rajoy parece todos los personajes de Bienvenido Mr. Marshall uno detrás de otro. A estas alturas es ya evidencia misma que el PP, en el mejor de los casos, necesitará de C's para seguir en el gobierno y C's decidirá quién lo preside con bastante más eficacia que la CUP en el caso de CDC.

Pero a quien más daño ha hecho C's ha sido a Podemos. Toda la promesa de innovación, ruptura, apertura de Podemos se ha deshecho como el azúcar en el agua con la llegada de C's. Si frente al ciborg, Rajoy resultaba repentinamente más viejuno que el abuelo Cebolleta, Iglesias queda relegado al rincón de los revoltosos, indolentes, poco de fiar. El ciborg vence a Rajoy en lo cibernético y a Iglesias en lo orgánico, tiene un lado humano mejor visto en una sociedad conservadora y teleadicta. En el fondo, el paralelismo entre Rivera e Iglesias es una variedad de la historia moralizante que narraba Hoggarth en el siglo XVIII, la doble biografía del buen y el mal aprendiz. Por supuesto, la gente siempre vota al buen aprendiz que, por su trabajo y tesón llega a gobernar la ciudad mientras que el malo acaba en el cadalso por su vida disoluta.

Verdad es que el autor del reportaje atribuye muy contento un verdadero triunfo a Podemos que consolida cuatro millones de votos y llega a 50 o 51 diputados. Pero esas cuentas salen sumando las diversas organizaciones que han confluido con los morados en diferentes naciones y nacionalidades. Y está por ver que esa suma pueda mantenerse en los trabajos parlamentarios como una unidad de acción entre fuerzas que querrán constituir grupos parlamentarios propios. Lo que cabe vaticinar más bien es cierto desbarajuste cuando Podemos pretenda que haya una unidad de voluntad en la acción de todos si ni siquiera la consigue fuera del Parlamento. Porque han confluido, no se han unido.

Y, por supuesto, las campanas doblan a difuntos por el PSOE, a quien muerde ciudadanos por un flanco tecnocrático y Podemos por otro izquierdizante. Tengo para mí que el PSOE ha entrado en un círculo vicioso, una espiral de destrucción de la que no acierta a salir. Es fácil de visualizar, pero nada fácil de remediar. Tras el desastroso resultado socialista en 2011, el más bajo de la historia democrática, se vaticina otro peor. En este momento caben dos actitudes (que son las que habitualmente se dan en todas las organizaciones complejas en procesos de extinción): la de quienes propugnan corregir el rumbo y evitar el desastre aquí y ahora. Para ello están dispuestos a cambiar lo que sea necesario... y posible. Y esto es un fallo porque si, por ejemplo, para enderezar el rumbo fuera necesario cambiar el secretario general, ello no sería posible por falta de tiempo y la derrota estaría así asegurada.

Pero también se da la actitud de quienes no creen que pueda evitarse el desastre aquí y ahora, dan la batalla por perdida (incluso algunos se alegran de ello porque así se cargan de razones para su revancha) y esperan a la derrota para ajustar cuentas y confiar la recuperación a las siguientes elecciones. El problema es que no está nada claro que el destino vaya a darles otra oportunidad de recuperarse y su abstención ahora es justo lo que termina con las expectativas de su organización. La siguiente vez será peor.

Realmente todo son cábalas, pero unas son más negras que otras. Como la magia.

Al servicio de Dios.

En el museo del Prado hacen tres por el precio de uno. Con la entrada de la exposición de Ingres puede verse también otra de Luis de Morales, llamado el divino Morales y otra de cristalería artística de Milán en el siglo XVII, llamada arte transparente que también está muy bien para los aficionados a estas piezas de lujo, vinagreras, salseras, jarras, joyas labradas en cristal de roca con procedimientos secretos en la época y con un espíritu ornamental sobrecargado y barroco, escasamente de mi interés.

El Divino Morales ya es otra cosa. No sabemos en dónde nació el pintor, pero pasó toda su vida entre Cáceres y Badajoz en el siglo XVI, el gran siglo del Imperio. No se movió jamás de la zona salvo alguna breve estancia en Sevilla, en Portugal y en Milán y aun el viaje a Milán no es muy seguro. Puede parecer demasiado sedentarismo o quizá falta de curiosidad... o de necesidad en aquellos años en que en España todo el que podía, se movía. No era el caso de Morales que estableció un taller para pintar retablos, altares, obra de encargo para conventos, monasterios e iglesias, cosa que hizo casi a ritmo de producción industrial. Extremadura era entonces muy rica, estaba en la ruta de la plata de América y bullía de cenobios y edificios eclesiásticos que actuaban como mecenas y clientes del pintor. De hecho, la última parte de la exposición está dedicada a la obra de Morales por encargo directo del obispo de Badajoz Juan de Ribera, más tarde canonizado. El artista estaba tan a su servicio que se le consideraba el pintor de cámara del prelado, quien gustaba de hacerse retratar en los retablos de tema piadoso. Algo frecuente en la pintura flamenca que solía incluir a los donantes en las alas de los trípticos. En Flandes los donantes eran religiosos pero también personalidades de la vida civil, aristócratas, banqueros, altos funcionarios, comerciantes, mientras que en España solo había, al menos en Extremadura, mecenas del clero. Esta diferencia revela mucho sobre las que se daban entre los dos países, culturas y sociedades que, con el tiempo, no han hecho sino aumentar.

Toda la pintura de Morales es sacra. Entre él y su taller debieron de pintar decenas de Vírgenes, Madonas, todas según el mismo o muy parecido modelo, pasiones de Cristo, descendimientos, piedades y otros momentos religiosos con predominio de temas atormentados que invitaran al arrepentimiento a los fieles. Prácticamente en serie. Para individualizar algo sus cuadros, Morales incluía algún trampantojo, por ejemplo una mosca sobre una gasa o el antebrazo del niño Jesús. Con tal afluencia de dinero de América y tanta riqueza en los conventos y monasterios, el taller sin duda prosperaba y se limitaba a producir lo que la clientela demandaba, pintura piadosa. Los compradores no querrían correr riesgos y pedirían modelos de éxito garantizado y el taller se acomodaba a un nivel bajo de exigencia.

Morales había absorbido algunas influencias a las que se mantuvo fiel toda su vida, casi sin desarrollarlas: sus madonas son todas figuras de Rafael tratadas con el sfumato de Leonardo y con poderosas influencias flamencas. Por ejemplo, de los cuatro tipos predominantes de vírgenes que producía (y siempre la Virgen con el niño): la Virgen de la leche (que es el emblema de la exposición), la del sombrerete o gitana, la Virgen con el niño escribiendo y la del huso, las del sombrerete o gitanas tienen siempre una fuerte impronta de Durero, visible en el peinado y el color del cabello. No sé si la Virgen del huso tiene alguna concomitancia con el mito de las tres parcas y el hilo de la vida, pero pudiera. Los Cristos de la pasión también son todos muy parecidos.

Las obras no producidas en serie (aunque sí, probablemente, por encargo) tienen más personalidad y en ellas el artista revela considerable maestría. Las influencias siguen siendo italianizantes y flamencas en paisajes y composiciones, pero tienen personalidad y atrevimiento. La resurrección de Cristo o la oración en el huerto son piezas de mucha calidad. Llama la atención un Varón de los dolores que aparece sentado con las piernas cruzadas y el mentón apoyado en el brazo en una actitud que recuerda la Melancholia de Durero. 

Una última observación respecto a la pintura religiosa católica.  El Concilio de Trento, la cumbre de la Contrarreforma, describió al dedillo el programa iconográfico de la Iglesia, lo que era y no era admisible en punto a imágenes en lugares de culto u oficiales en que hubiera pintura sacra. Ese programa era estricto y estaba ya en vigor en todo el mundo católico que utilizaba la pintura como un instrumento de propaganda en sociedades en que el analfabetismo era casi total y apenas había clases medias, comerciantes y burgueses, empeñadas en leer. El mensaje se transmitía a través de las artes plásticas, la pintura y la escultura. La imaginería española, Berruguete, Montañés, Salzillo, etc., forma un género aparte dentro de la escultura. Se distingue en sus materiales (madera, ya que se trataba de imágenes que se sacaban en andas para encender el fervor popular) y en su expresividad, casi caricaturesca, acentuando los sentimientos. En verdad, parte de la pintura del Divino Morales muestra una expresividad que pudiera pasar por influencia flamenca de no estar más cercana a la imaginería española. 

La observación se refiere al valor intrínseco de este arte al servicio de curas y frailes, hecho en serie, con un programa definido y que, aunque sea producido por artistas del talento de Morales, resulta frío y falso. No me parece que los protestantes que decretaron la desaparición de las imágenes de los templos, siguiendo criterios iconoclastas para fomentar la devoción como relación íntima con Dios y no como escenificación, perdieran gran cosa.

diumenge, 6 de desembre del 2015

Un gobierno contra otro.

Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat. En él se da por supuesto que en su asamblea del próximo 27 la CUP abrirá la vía a un gobierno catalán, seguramente presidido por Mas. De no ser así, habría que escribir otro artículo, pero espero no tener que hacerlo. El punto fundamental de este es que, a partir del día 27, la situación será exactamente la inversa de la que es ahora mismo: en Cataluña habrá un gobierno fuerte, con apoyo parlamentario y capacidad de acción y en España, de cumplirse los vaticinios de las encuestas, no habrá gobierno y el desastre actual tendrá que prolongar su incompetencia en funciones hasta que los distintos partidos consigan ponerse de acuerdo, cosa a la que los españoles no están acostumbrados por falta de práctica. O sea, que ríanse ustedes de la incertidumbre que ha habido hasta la fecha en Cataluña. En España, el desconcierto puede alcanzar proporciones épicas, de esas que invitan a los militronchos en los cuartos de banderas a soñar con hoy imposibles intervenciones.

Aquí, la versión en español:

¿Quién marca los tiempos?

Naomi Klein se hizo justamente famosa con su libro sobre “la doctrina del choque” en el que explica las vías por las que el capitalismo contemporáneo mantiene sojuzgado el mundo y preserva su tasa de ganancia. David Fernández, propone un “plan de choque” como contrapartida a la aceptación de un gobierno catalán presidido por Mas que puede salvar la situación y sacar a Cataluña del impasse. El mejor antídoto contra un veneno es ese mismo veneno. Todo es cuestión de proporciones. El choque depredador capitalista combatido con un choque regenerador anticapitalista.

¿Puede un hipotético gobierno catalán financiar ese “plan de choque” salvífico? Como siempre cuando se trata de números todo es discutible. Hay quien echa mano a la estadística –ciencia más triste aun que la economía- para probar que no hay posibilidad porque la caja no lo aguantaría. Y el juez Vidal, yendo por la vía ejemplarizante, propone que la CUP entre en el gobierno, en la cartera de Bienestar, para ver si puede estirar los recursos hasta hacerlos financiar milagros. Aun así, el asunto es opinable. Detrás de toda decisión de política económica hay siempre otra de política política. La cuestión es saber si querer es poder o no. Y la única manera de averiguarlo es ponerse manos a la obra. Adóptese el plan de choque y eche a andar un gobierno presidido por Mas, que se aproximan momentos cargados de incertidumbres y promesas y quien marque los tiempos tendrá más esperanzas de llegar a puerto.

Estamos en campaña para las elecciones españolas. Junqueras (ERC) afirma que serán las últimas a las que se presentará su formación. Sin duda, él bien lo quisiera, pero que suceda o no dependerá de muchos factores, entre otros la habilidad de esa misma formación para ganar el suficiente apoyo y hacerlo posible. En todo caso, por ahora, queda descartada la vía Claver en estas elecciones. Acuden todos los partidos independentistas o no con la acostumbrada excepción de la CUP. Y hacen bien porque la abstención enviaría una representación catalana a las Cortes más nutridamente española, o sea, de derechas, y no por ello Cataluña se libraría de tener que acatar las decisiones de un Parlamento de un ferviente nacionalismo español, compuesto ahora por una unión sagrada entre los camisas viejas del PP y los nuevos flechas de Ciudadanos a los que, mediando la necesidad, se unirían las camisas rojas del PSOE al grito pretendidamente garibaldino de la unidad de la Patria.

Está bien llegar al día 20 de diciembre sin que el gobierno central y sus chambelanes de la oposición sepan a qué habrán de enfrentarse en Cataluña. Eso quiere decir que no podrán utilizarla como motivo propagandístico en sus rivalidades sobre quién preserva más y mejor la unidad de España. Quién afina más en su capacidad para “seducir”, “atraer”, “disciplinar”, “amedrentar” y, en definitiva, someter a los catalanes.

Los tiempos, como siempre en todo conflicto, son decisivos. Quien los marque tiene mucha ventaja. Pasadas las elecciones españolas, se producirá la decisión de la CUP en asamblea, ya muy cerca del fin del plazo. Si, como todo parece indicar, hay un acuerdo de investidura del que sale un gobierno que permita evitar las elecciones anticipadas, auténtica guillotina de las aspiraciones nacionales catalanas, nos encontraremos en una situación que es justamente la inversa de la que tenemos ahora. El veneno se combate con veneno y donde antes había un débil gobierno en funciones frente a un poderoso gobierno central con mayoría parlamentaria absoluta, ahora nos encontraremos con un fuerte gobierno catalán basado en un pacto “de choque” y dispuesto a todo frente a un débil gobierno español en funciones y que, según sean los resultados del 20 de diciembre, puede encontrar más difícil constituirse que el catalán ahora.

Los últimos cuatro años de desguace del gobierno central español no solamente han arruinado el país, empobrecido a la gente, empujado a la emigración a los sectores activos, desmantelado el Estado del bienestar, esquilmado la seguridad social, aumentado el déficit público y condenado a la población a un futuro peor a corto y medio plazo sino que también han destrozado el armazón del Estado de derecho. Una práctica de corrupción, clientelismo, enchufismo y nepotismo sistemáticos por obra de un partido que es una asociación de acaparadores de rentas y expoliadores de lo público, de parásitos, ha hecho trizas el funcionamiento de las instituciones del Estado, desde los más augustos poderes públicos a la última pedanía. La administración no funciona por su cuenta sino a golpe de enchufe y favoritismo; los tribunales están politizados y el Constitucional carece de todo crédito por ser el brazo judicial de un gobierno corrupto. El Estado español no existe; es una carcasa temporalmente habitada en alternancia de gobiernos de uno u otro partidos dinásticos con sus redes clientelares, como en la primera restauración borbónica.

Pero ahora esa alternancia promete implosionar y el 21 de diciembre puede ser el Estado el que se encuentre en una situación mucho peor que el actual impasse catalán y no sea capaz de constituir un gobierno estable. De ser así, no podrá hacer frente a los requerimientos de un gobierno independentista con amplio apoyo parlamentario y popular.

Quien maneja los tiempos lleva mucho ganado.

Los tripartitos y la menina.

En una comparecencia en la Sexta, Rajoy afirma que el tripartito que propone Sánchez (PSOE, Podemos, C's) no conviene a España. Al margen de que sea cierto o no que el socialista haya propuesto tan claramente este tripartito y que sea o no bueno para el país, a quien no le conviene es a él, que se quedaría sin empleo. Y sin empleo muy bien remunerado por diversas vías. Los sueldos, los sobresueldos, los enchufes, el pago de los cuidados de su padre dependiente con cargo al erario, cosas en fin, de las que la gente no le pregunta en sus apariciones televisivas y que son la verdadera razón de su aferrarse al poder: la pastuqui para él y los suyos. Precisamente hay en marcha una campaña en change.org para exigir que Rajoy haga público su expediente secreto como registrador de la propiedad para que los ciudadanos podamos saber cuánto ha venido cobrando el presidente de los sobresueldos en los últimos años y por qué conceptos.

Por supuesto, nada de esto sería necesario si el tal tripartito se formara porque entonces serían los organismos legales correspondientes y los jueces los que dejarían en claro de una vez por todas lo que Rajoy lleva cuatro años ocultando: cuánto ha cobrado en los últimos veinte años, cuánto en concepto de sobresueldos pagados por Bárcenas, si es cierto o no que este le dio 25.000 euros en mano en sobre, como declara; si es cierto o no que la Gürtel le ha pagado trajes y viajes con su familia; si es cierto o no que ha estado haciendo mangas capirotes con su puesto de registrador de la propiedad y los emolumentos que ha recibido.

Efectivamente, está claro que ese hipotético tripartito no le interesa nada a él ni a sus seguidores y clientes en su partido, que también se quedarían en la calle, sin poder capturar rentas del Estado, cobrar comisiones, esquilmar el patrimonio público, enchufar a parientes y amigos. Por supuesto, ¿cómo va a parecerles bien ese tripartito? En su partido, esa organización de pintas para repartirse los dineros públicos, no les parece bien más que un posible gobierno de coalición PP - C's que deje las cosas como están para que ellos puedan seguir parasitando el Estado.

Con todo, no es el único tripartito  posible. Iglesias alerta de que hay en marcha una "operación menina", para investir a Santamaría como presidenta en lugar de Rajoy. Al margen de si el nombre está bien elegido y si, en vez de ser la "operación menina" debiera llamarse "operación Mari Bárbola" (esto es, la enana que también figura en primer plano en el célebre cuadro de Velázquez) el hecho es que la desaparición de este incompetente, manchado por la corrupción e incapaz de resolver la cuestión catalana seria un paso en la buena dirección. Que su substitución por la ratita hacendosa de la vicepresidencia, a la que tambièn se acusa de haber cobrado sobresueldos por valor de 600.000 euros sea un acierto es más problemático. No obstante, apunta en la dirección de otro posible tripartito: PP - PSOE - C's.

Efectivamente, el PSOE tiene la famosa centralidad por la que suspira Podemos y podría entrar en ambas combinaciones de gobiernos. Este segundo tripartito es más áspero para las tragaderas de los sufridos militantes del PSOE porque sería una especie de gran coalición tiznada, además, con la demagogia y el oportunismo de Ciudadanos. Pero no es una hipótesis muy disparatada cuando se mete a Cataluña en el cuadro. Una hipotética DUI catalana o algo similar, podría ser justificación suficiente para que, pretextando una situación de emergencia, excepcional, una peligrosa sedición de una parte del territorio, el nacionalismo español cerrara filas en torno a la Una, Grande, Libre como un solo hombre. Pues bien claro ha dejado Sánchez en diversas ocasiones que, antes que obrero y socialista, su partido es español, que de referéndum de autodeterminación en Cataluña naranjas de la China y que, en lo tocante al artículo 2 de la Constitución es uña y carne con el PP. Y en muchas otras cosas, pero la territorial es ahora la importante.

Así que perpetuación del Sobresueldos u operación Menina o Mari Bárbola, lo que nos espera es un tripartito, pero no el que no gusta a Rajoy sino el que no gusta a cualquier demócrata.

Anhelo de perfección

En el museo del Prado, un acontecimiento: la primera retrospectiva de J. A. Dominique Ingres en España, país en el que no hay un solo cuadro del pintor, fuera de un boceto o algo así en poder de los duques de Alba. Probablemente por su carácter excepcional, la exposición fue inaugurada por la Reina Letizia. Debió de ser divertido ver a esta señora, de delgadez dicen que anoréxica, pasear entre las redondeces eróticas de los desnudos del autor de La gran odalisca. ¡Qué cosas tiene el protocolo!

La muestra trae unos cincuenta lienzos de los más famosos del autor, procedentes de medio mundo, especialmente del Museo del Louvre, y es un  repaso de toda su obra, desde sus primeros trabajos preparatorios para su objetivo del comienzo de conseguir el premio de Roma de la Academia hasta la los últimos poco antes de morir a la provecta edad de 87 años. Faltan algunos de los más célebres, como La fuente o la Apoteosis de Homero, pero el aficionado podrá contemplar muchas obras de universal aclamación, ejemplos únicos de una labor cuyo norte fue siempre alcanzar la perfección. Algunos de sus trabajos más conocidos le llevaron veinte años, realizaba innumerables bocetos preparatorios y es leyenda que, siempre que podía, al hacer los retratos, primero los pintaba desnudos y luego los vestía, de forma que los atuendos siempre están ajustados el cuerpo que visten.

Ingres es inclasificable. Su maestro Jacques-Louis David lo llevó a la vía del clasicismo y la pintura histórica, pero Ingres tiene su propio genio. Basta comparar algunos de los temas que los dos trataron. Por ejemplo, el episodio de Antíoco y Estratonice. El que se ve en la exposición es lo mismo que el de David, los mismos personajes y el mismo momento, pero son muy distintos. Ambos artistas, David y Ingres son de la era napoleónica. Los dos retrataron al emperador. Pero mientras David lo hizo a caballo, cruzando los Alpes y compartiendo la gloria con Alejandro y Aníbal, Ingres lo pintó una vez como Cónsul y otra como Júpiter sentado en trono. Los dos pueden verse en la exposición. Lo de Júpiter no es exageración. Napoleón reproduce la figura de Júpiter también pintada por Ingres, aunque no figura aquí, en su cuadro Júpiter y Tetis, cuando la náyade va a implorar al padre de los dioses por la vida de su hijo.

La pintura histórica, impregnada de clasicismo, muy común en la época, cultivada por artistas señeros como Meissonier y Vernet, dominaría el gusto del siglo hasta la irrupción de la primera vanguardia impresionista, ya en el último tercio. Pero en el caso de Ingres, ese clasicismo se mezcla de goticismo y revela un fondo romántico. Que yo sepa pintó dos escenas del poema de Ossian, ambas muy parecidas. Aquí encontramos una de ellas, el sueño de Ossian, una magnífica composición que representa al bardo imaginario durmiendo junto a su lira mientras el resto del cuadro se llena con las figuras de la supuesta epopeya gaélica que un poeta moderno se había sacado de la cabeza. La composición es extraordinaria como representación plástica del reino de la leyenda, como la ensoñación de una brumosa mansión de los héroes o Walhalla..

La pintura histórica bebe inevitablemente en fuentes literarias, otro de los fuertes de Ingres. El cuadro con el que acabó ganando el Premio de Roma, Los embajadores de Agamemnón ante Aquiles es una interpretación formalmente perfecta pero cargada de moralina heterosexual que la hace parecer amanerada aunque, en realidad, es divertida. Aquiles y Patroclo están dando la nota y entre los embajadores cunde el bochorno y el escándalo: Ayax retrocede asustado y Néstor no quiere mirar.  De la literatura, del Orlando furioso, procede el cuadro de Ruggiero y Angelica. Romanticismo a chorros por tema y violencia de la composición, así como el morbo de Angelica desnuda e inerme encadenada a la roca y vigilada por tremendo monstruo. Y de la literatura procede asimismo otro famoso lienzo, reproducido hasta la saciedad en nuestra época, Edipo y la esfinge, que da una interpretación del futuro rey de Tebas muy influyente luego en la pintura simbolista al estilo de Moreau. 

Los desnudos, los famosos desnudos, escándalos de su tiempo, ocupan una parte importante de la exposición, especialmente el de La gran odalisca, un hito en la saga de los desnudos femeninos yacentes que empiezan con Giorgione y llegan al día de hoy. De este se resalta que esté de espaldas y gire la cabeza para mirarnos. Claro, de no hacerlo, hubiera necesitado un espejo, que es de lo que se vale la Venus de Velázquez, otro de la serie. Menos se resalta, me parece, que el turbante de la odalisca es, precisamente, el de la Fornarina de Rafael, que también aparece en el retrato que Ingres hizo del otro pintor que, junto a David, forma el bagaje creativo de Ingres. Todos sus desnudos son rafaelescos. Pero tienen algo que los proyecta al futuro y los convierte en modelos de la pintura de Bouguereau, Cabanel o Gêrome, mucho más afectados.

La galería de retratos está bien representada con algunos de los más logrados y reconocidos, como el de la Condesa de Haussonville, que figura en la reproducción de reclamo. De todos modos, siempre encuentro mucho más interesante en este asunto los autorretratos. Hay tres extraordinarios, uno, al comienzo de su carrera, un joven lleno de proyectos y otro al final de ella, ya octogenario lleno de introspección. El tercero es un autorretrato de oportunidad: en el imponente cuadro histórico que representa a Juana de Arco en el momento de coronar a Carlos VII, esto es, la recuperación de la Francia de los Capetos y el nacimiento de la Francia moderna, se autorretrata como escudero de la doncella de Orléans. Si Boticelli se retrató entre los pastores que iban a adorar a Jesús, el Caravaggio presenciando el prendimiento de Jesús en el huerto de los olivos y Delacroix (la contrapartida de Ingres) acompañando a la libertad en las barricadas de la revolución de 1830, ¿por qué no iba Ingres a presenciar le sacré du roi 500 años antes?

En fin, muy interesante exposición. 

dissabte, 5 de desembre del 2015

¿Por qué vota la gente al PP y a Rajoy?

Pareciera un misterio casi tan insondable como el origen del ser. Los datos de todas la encuestas, relativamente variables, coinciden, en rotunda unanimidad, en dar por triunfador al PP de Mariano Rajoy que, a su vez, resulta ser el líder peor valorado. La unanimidad afecta a los dos puntos: la expectativa de voto del PP es la más alta y la valoración de su líder, la más baja. La acción colectiva no tiene por qué ser racional y muchas veces no lo es, como se ve en la paradoja de Condorcet. Pero explicar la irracionalidad de que la gente vote mayoritariamente por el candidato que menos valora no es fácil.

Muchos dirán que se trata de un caso de disonancia cognitiva de un sector mayoritario de la población. Pero eso no es explicar el problema, sino describirlo y no de modo totalmente justo. Otros sostendrán que se trata de un caso de masoquismo colectivo. Sin embargo,  a la gente no le gusta que la maltraten. Este comportamiento, que puede ser racional en el orden individual (hay quien goza tanto siendo azotado que hasta paga por ello), es poco probable en el orden colectivo. Hay poca gente a la que le vaya el látigo.

Entonces, ¿qué? La respuesta puede ir a buscarse en el célebre Discurso de la servidumbre voluntaria, un breve ensayo publicado póstumamente en 1574, aunque seguramente escrito veinticinco años antes, por Etienne de la Boétie, un amigo íntimo de Michel de Montaigne. Hay incluso quien dice que es obra del propio Montaigne. Tras identificar y condenar el absolutismo y la tiranía de modo magistral, el autor se pregunta cómo es posible que la gente obedezca de grado a los tiranos y halla una repuesta con tres niveles: a) las gentes nacen siervas y se las educa para eso con el pan y toros, que decía León de Arroyal y que hoy sería supermercado y televisión/fútbol; b) la violencia de la tiranía engendra miedo en los siervos y por eso hay legislación restrictiva, intimidante, como la Ley de Seguridad Nacional o la Ley Mordaza; c) el tirano se rodea de cómplices que, a su vez, se rodean de otros y estos de otros, hasta llegar a tejer una trama de intereses clientelares, de gentes que se benefician o esperan beneficiarse de su acción política.

En el fondo, por tanto, nada de disonancia cognitiva ni masoquismo. Para mucha gente, votar al PP, a cuyo presidente desprecia, es un buen negocio. Es lo más racional que se puede hacer a fin de forrarse, motivo por el que muchos, muchísimos, están en política. En realidad, el PP no es propiamente un partido político sino una asociación para capturar rentas del Estado y repartírselas entre los dirigentes y militantes. Tiene 800.000 afiliados, una cifra estratosférica para los límites de afiliación partidista, y la explicación obviamente es que estar afiliado al partido de la gaviota es un buen negocio pues se entra en la red de reparticiòn de sobresueldos, favores, enchufes, canonjías diversas y, con un poco de suerte, se puede conseguir un momio con cargo a fondos públicos y la posibilidad de enchufar a los parientes.

Esta estrategia es ganadora porque atiende a los intereses de una porción substancial del electorado, la más numerosa. Su eficacia, sin embargo, se basa en la unidad y la concentración del voto en una sola opción. Si aparece otra, como C's, podría empezar en la derecha una dinámica de fragmentación similar a la endémica que padece la izquierda y se rompería esa magia por la que una mayoría simple del 30% del electorado se convierte en una mayoría absoluta en el Parlamento.

Así que el jovencísimo señor De la Boétie estaba en lo cierto. Y más de lo que parece. Su explicación de la sociedad como una organización piramidal en la que los círculos superiores, una minoría, dominan a los inferiores, una mayoría, da en el clavo. Pero queda por averiguar qué se recomienda hacer a la gran mayoría que sufre el gobierno tiránico sin beneficiarse de él. Al respecto, De la Boétie es muy claro: la desobediencia civil, algo que trescientos años despues, volvería a aparecer con H. D. Thoreau y se expandiría poderosamente en el siglo XX.

Al no ver a los españoles proclives a la desobediencia civil, será bueno que se preparen para otra legislatura de gobierno de la derecha con mayoría absoluta. Si en despotismo monocolor o en alianza entre PP y C's está por ver. 

El arte del arte.

El año pasado, el Centro Nacional de Calcografía otorgó el premio nacional de artes gráficas 2014 a Miquel Barceló. El premio eran una exposición en el Centro, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y dos grabados de Goya. La exposición es esta; los grabados ya se los llevó.

Barceló expone unos coloridos gráficos de carteles de otras exposiciones suyas en los años ochenta y dos series de grabados más recientes, la serie Lanzarote, de 1999 y una tauromaquia de ahora mismo. Trae además una pieza singular, un libro "pornográfico" de 1993 hecho por un amigo suyo, Eugen Bavcar, un fotógrafo ciego, e ilustrado por él en hojas de papel braille, es decir, papel con protuberancias.

Pero lo importante de la exposición son las series mencionadas. La de Lanzarote, que empieza con un autorretrato desfigurado y sigue con otros temas favoritos del autor, como peleas de perros, son imágenes tremendas, algunas también "pornográficas". Si en los carteles hay aún alguna huella de Miró, en los grabados la hay de Bacon, Tapiès y el África. La larga estancia de Barceló entre los dogón en Malí, en donde posee un estudio, tiene una influencia enorme en su obra.

La serie de la tauromaquia se ha hecho para ilustrar un libro de Bergamín, la música callada del toreo, editado en Francia con el nombre de Soledad sonora. La serie es magnífica, con los alberos al sol desde perspectivas aéreas, casi como si fueran agujeros y vistos desde la parte trasera superior de un astado.  Ahí está Picasso pero hay mucho más que Picasso. Igual que en los demás trabajos hay mucho más que Bacon o Tapiès y en el conjunto de su vastísima obra, mucho más que Pollock, con quien se siente identificado, como con otros del Renacimiento o del barroco español. Más porque está él mismo, que es inconfundible. Este artista que se define como nómada, pues tiene estudio en París, Mallorca y Malí y ha viajado por doquier. Un nomadismo de lugares y de estilos.

En una entrevista que le hicieron con motivo de esta exposición y a preguntas de los periodistas sobre la tauromaquia, Barceló dictaminó que "el movimiento antitaurino es una estupidez". Añadió que nunca había conseguido que un antitaurino entendiera los toros. Es una actitud combativa pero poco relevante. Empezando por el modo de plantearla. La cuestión no son los toros, sino las corridas en donde los matan.

Pero es un planteamiento sin gran interés. En el fondo, la cuestión es si alguien contrario a las corridas de toros es capaz de admirar la fuerza, la creatividad, la originalidad, la crudeza de la tauromaquia de Barceló. Por descontado que lo es. El arte es una mirada, una interpretación estética de la realidad. No tiene función normativa para bien ni para mal. Lo que tampoco quiere decir que no pueda tenerla. Una gran cantidad de obras de arte de todos los tiempos predica opciones morales, pero se separa y vive por su cuenta a través de la forma. El arte idealiza las pasiones humanas, pero está por encima de ellas. 

Es perfectamente compatible apreciar la tauromaquia y estar en contra de la lidia. Si está es finalmente abolida, podrán seguir pintándose tauromaquias de memoria o simplemente será un tema que desaparecerá del programa de los artistas como lo han hecho tantas cosas, desde los autos de fe a las procesiones de gremios y corporaciones. 

La exposición desemboca en el gabinete en donde la Calcografía nacional guarda las planchas originales de las series de Goya Los caprichos, los desastres de la guerra y la tauromaquia. Esta exposición es permanente ya que la Academia de Bellas Artes es propietaria o depositaria de las planchas. Y es muy oportuno que esté abierta porque así el visitante puede ver los elementos goyescos en Barceló. 

Me llamó la atención que, en uno de los textos escritos para ilustrar los orígenes de los grabados de Goya, al tratar de la Tauromaquia, el autor se crea obligado a argumentar que quizá Goya estuviera denunciando la crueldad de las corridas de toros. No lo sé y me parece irrelevante. Goya puede haber sido un gran aficionado a la lidia, como quizá lo sea Barceló, pero eso no hace las corridas de toros más admisibles desde el punto de vista de la conciencia moral de la época. Cierto es, los aficionados a la "fiesta" no suelen convencer a los adversarios. Pero eso sucede también a la inversa, imagino y, en sí mismo, no quiere decir nada. Lo que hace inadmisible la lidia es el hecho de convertir en espectáculo el sufrimiento de un ser vivo. 

Pero las tauromaquias de Barceló y Goya son magníficas y tienen un impacto tremendo.

divendres, 4 de desembre del 2015

El tema del día.

El hundimiento del PSOE en todas las portadas y en todos los audiovisuales. El tema de todas las conversaciones en la corte. Amargo vaticinio con el que ha de lidiar Pedro Sánchez, al que está poniéndosele cara de perdedor. Basar las expectativas del PSOE en el tirón del liderazgo personal de Sánchez, confiando en su imagen ágil y juvenil frente a un acartonado y más bien vetusto Rajoy era buena estrategia. Hasta que aparecieron otras dos estrellas del rutilante firmamento político, mucho más rompedoras y nuevas, que han dejado al bueno de Sánchez en tierra de nadie. 

Si se atiende a la valoración de los políticos, resulta que el orden en que se encuentran contradice el de las opciones electorales, lo cual es muy curioso. Por ejemplo, el político peor valorado es Rajoy, sin embargo su partido tiene la más alta expectativa de voto, circunstancia de la que puede colegirse que los españoles votan mayoritariamente a los políticos en los que no confían. Tiene que haber un elemento de masoquismo hispano que seguramente se concreta en la idea de que los que mandan son unos sinvergüenzas  y los tenemos calados. Por eso los votamos.

En esto de las inclinaciones y tendencias también hay de todo. El segundo político en valoración, Garzón, ocupa el quinto puesto en expectativa de voto, es decir, el último porque UPyD no llega al 3% y se verá fuera del Parlamento. La gente aprecia a Garzón, probablemente por su gentileza y punto donquijotesco, pero no piensa en votarlo.

El número uno en valoración, Rivera, es tercero en intención de voto y subiendo. Ese primer puesto en valoración (4,98, casi un aprobado, el único) se explica por la imagen de acaramelado joven que proyecta. En el fondo, las estampas clásicas del mozo de buena familia, pegan. No hay necesidad de ir más hondo en el misterio de por qué los ciudadanos valoran tan alto y tienen intención de votar a este joven con pinta de broker de éxito, que ha tenido el acierto de bautizar su partido con el nombre de Ciudadanos. Quedan por aclarar misterios del pasado, como la financiación o la famosa campaña de Libertas, una asociación ultraderechista entre C's y el patrón de la ONCE, pero eso son menudencias.

Curioso es también el muy bajo índice de valoración de Iglesias, 3,87, ligeramente por encima de la de Rajoy, un 3,31, lo cual tampoco es muy difícil. Hasta Herzog, de UPyD, está por encima del de Podemos y eso que no lo conoce nadie. Se ve que los cuatro gatos que lo conocen lo valoran mucho, puede que hasta sean familia. En el caso de Iglesias lo conoce casi todo el mundo, aunque no tanto como a Mariano Rajoy. Los dos más conocidos son los peor valorados. En nuestra sociedad cuanto más te conocen, menos te quieren, aunque esta sabiduría no se aplica en el caso de Rivera el misterioso. 

El drama del PSOE tiene una dimensión especial. Si cae por debajo del resultado de 2011, que fue el peor de la historia, la era Sánchez podría tocar a su fin. Los mentideros sociatas hablan de un difuso anhelo, plan o deseo de que Susana Díaz se postule a la secretaría general, aunque habrá también escuderías de otra índole en las que quizá estén preparándose otros candidatos. No nos corresponde a los comentaristas apoyar a unos u otros, pero sí considerar los efectos de la decisión. Si el PSOE decide cambiar de secretario general, el cambio lo tendrá entretenido en los primeros tiempos de la siguiente legislatura, que es cuando se toman las medidas fuertes. Es decir, corre el peligro de deslizarse hacia la irrelevancia. Al fin y al cabo ha sido su situación en la X legislatura, la de mirones irrelevantes.

Todo el mundo miente.

Eduard Puigventós López (2015) L'home del piolet. Biografia de l'assassí de Trotski. Barcelona: Ara Llibres. (620 págs.)
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El asesinato de Trotsky a manos del comunista catalán/español Ramon Mercader es uno de los acontecimientos contemporáneos sobre los que más se ha escrito. Hay memorias, ensayos, novelas, reportajes, películas para llenar una pequeña biblioteca. Se suma ahora esta biografía del asesino, que es la tesis doctoral en Historia del autor. Es un texto académico, minucioso, sistemático y una verdadera biografía, que narra desde el nacimiento a la muerte del biografiado y, por tanto, un documento que quedará como fuente de información para cuantos se sientan atraídos por el episodio en sí y por la personalidad del asesino. Porque 75 años después de aquel crimen en la casa de Coyoacán, México, D. F., el hecho sigue suscitando vivo interés y mucha curiosidad, como si todavía quedara algo por saber, alguna clave oculta, algún dato que permita interpretar algo tan peculiar como anodino a la par que misterioso, intrigante y revelador dentro de su vulgaridad y su miseria. Como si en el momento culminante, de todos conocido y mil veces relatado,  en que un hombre al servicio de la NKVD, entra en el despacho del viejo revolucionario comunista, último opositor de categoría a Stalin, y lo asesina hincándole un piolet de alpinista en la cabeza, hubiera un misterio oculto que todavía quedara por resolver.

Y, en efecto, así es. Este crítico, sin ir más lejos, que ha leído buena parte (no todo, ni mucho menos) de lo que se ha escrito sobre este asesinato, mantiene una teoría sobre el significado y el alcance del hecho que la lectura de la interesante biografía de Puigventós no ha desbaratado, aunque tampoco confirmado. En definitiva, se trata de un libro académico, una acumulación de datos y hechos, pero con escasa, por no decir nula, intención interpretativa. Y lo fascinante de esta archiconocida historia, precisamente, es su significado, si alguno tiene.

Pero no vamos a adelantarnos. Propondremos nuestra interpretación al final, tras dar cumplida cuenta del libro en comentario que, efectivamente, es una magnífica biografía de corte clásico.

Ramon Mercader nació en Barcelona en 1913. Uno de los cinco hijos del acomodado matrimonio de Pau Mercader y Caridad del Río Hernández. La relación familiar fue tormentosa y terminó en divorcio no sin que antes Pau hubiera recluido a su mujer en un manicomio en 1924/1925 en una cura de desintoxicación de drogas, aunque no esté claro de si realmente se trataba de eso o de apartar a Caridad de las relaciones con elementos anarquistas y radicales catalanes de la época. La mujer no debía estar del todo bien porque tuvo un intento de suicidio en 1928 ya en Francia. Siempre se ha dicho que la acción de Mercader fue movida por su madre, que ejercía una enorme influencia sobre él. Y tal cosa queda atestiguada en el libro de Puigventós en varias ocasiones, aunque no con la fuerza de convicción que cabría esperar. De hecho, tras entrar en la cárcel mexicana convicto y confeso Mercader, la madre se esforzó por sacarlo de diversas formas (interfiriendo asimismo en los intentos en igual sentido de la NKVD que quiso recurrir al soborno (p. 455)) sin conseguir otra cosa que empeorar sus condiciones (p. 477). A partir de ahí las relaciones materno-filiales se deterioraron y, en los últimos años de Caridad, ya casi ni se hablaban (p. 527).  

La juventud de Mercader coincide con la guerra civil y, sobre todo, la guerra civil dentro de la guerra civil en Barcelona en 1937, achacada sobre todo a los anarquistas y trotskistas por los comunistas españoles, entre los cuales se contaban los Mercader, madre e hijo que, habiendo contactado con un agente de la NKVD, el bielorruso Nahum Isakovich Eitingon se pusieron incondicionalmente al servicio de Stalin a su través (p. 83) y del jefe de la organización en España, Alexandr Orlov, uno de los responsables directos del asesinato de Andreu Nin (p. 99). Fue la época en que la III Internacional, al servicio de Stalin, ordenó el exterminio de los trotskistas en todo el mundo como agentes de Hitler y Franco, trola que los Mercader jamás cuestionaron. Tras ser herido en el frente de Aragón, Ramon Mercader pasa a Francia, en donde se pierde su pista un tiempo y el autor opina que estaba siendo adiestrado por Eitingon en la incorporación de una personalidad falsa, el belga Jacques Mornard, sin que de momento se pensara utilizarlo como asesino de Trotsky (p. 174).

Puigventós intercala aquí un documentado capítulo sobre la trayectoria de Trotsky, desde su comienzo en la revolución de 1905 hasta su exilio en Alma-Ata primero, Prinkipo después y el comienzo de su errar por el mundo, siempre perseguido por los esbirros de Stalin: Francia (en donde, al parecer, la NKVD asesinó a su hijo Lev Sedov, tras haber asesinado antes a su nieto Serguei en Rusia), Oslo y, por último, México. El trasfondo, la biografía de Trotsky como comisario de asuntos exteriores (paz de Brest-Litovsk), jefe del ejército rojo, enfrentamiento con Stalin y maniobras de este en contra de los bolcheviques (Kamenev, Zinoviev, Bujarin, Radek, etc.) hasta exterminarlos a todos. El destino de Trotsky. 

En París, Jacques Mornard/Ramon Mercader seducirá a la joven y entusiasta trotskista Sylvia Ageloff, estadounidense de origen ruso, y, tras muchas peripecias, valiéndose de ella, que tenía acceso irrestricto a Trotsky, ya en México, conseguiría llegar hasta él y asesinarlo. En toda esta parte de la vida del revolucionario ruso, ya al final, tiene mucha importancia la rama trotskista en los Estados Unidos, en donde había un Comité de Defensa de León Trotsky y donde también se formó una comisión, presidida por el filósofo John Dewey para examinar las acusaciones de los soviéticos que, por supuesto, llegó a la conclusión de que todas eran maquinaciones de Moscú (p. 215).

El libro concentra el foco sobre este último año de la vida de Trotsky, 1940, para relatar el episodio del primer atentado que sufrió el exiliado a manos de los comunistas mexicanos dirigidos por el pintor David Alfaro Siqueiros. Trotsky tuvo bastante relación con el muralismo mexicano, era amigo de Diego Ribera e incluso tuvo un romance con la mujer de este, la también pintora Frida Kahlo, pues, entre otras cosas, residió una temporada en su casa antes de trasladarse a la de la vecina calle Viena, en Coyoacán, en donde murió y en donde está hoy enterrado junto a su mujer, Natalia Sedova. Este crítico conoce muy bien la casa pues la ha visitado varias veces, siempre en busca de alguna clave que le permitiera entender el crimen que en ella se cometió.

La decisión de asesinar a Trotsky la toma (o la transmite) Eitingon en junio de 1940 en compañía de Caridad Mercader y Ramon (p. 323). Por aquel entonces el Partido Socialista de América, de James Burnham y Max Schachtman se había escindido a raíz de la ocupación rusa de Polonia, Bielorrusia y Ucrania entre la minoría (para la que la URSS había dejado de ser un Estado obrero) y la mayoría, con Trotsky, según la cual la URSS seguía siendo un Estado obrero, aunque hubiera ocupado aquellos países. Burnham y Bruno Rizzi, (en La burocratización del mundo 1939) decían que la URSS había visto una "revolución" de los administradores (la famosa doctrina de Burnham de la managerial revolution)  y le había pasado como a la revolución francesa: había reemplazado una forma de dominación por otra (pp. 334/335). Jacques Mornard que, por entonces se llamaba, Frank Jacson, repentinamente convertido al trotskismo e interesado en esta polémica concreta, se ofreció a escribir un artículo sobre este asunto y enseñárselo a Trotsky. Se titulaba Tercer campo y frente popular (p. 338). Así llegó hasta él y, mientras Trotsky leía la pieza (cuya primera versión no le había gustado nada), lo asesinó. Leonid Eitingon y Caridad Mercader lo esperaban en un auto a poca distancia de la casa, pero tuvieron que irse cuando las cosas se complicaron (p. 373).

El proceso por el asesinato fue largo y estuvo lleno de altibajos y paradojas. Entre otros ejemplos de incidentes y dilaciones, el abogado defensor, Octavio Medellín Ostos, trató de obtener la nulidad de las actuaciones porque, no constando interrogatorio de dos policías que estuvieron en el lugar de los hechos, no se podía saber si, como sostenía la defensa, en realidad el asesinato fue en defensa propia de Mercader, pues fue atacado por Trotsky (p. 430). Siguió siendo Jacques Mornard aunque, según explica Julián Gorkín, su identidad era un secreto a voces, como lo prueba que fuera a verlo a la cárcel Sarita Montiel con su marido, el comunista Juan Plaza (p. 423). La verdadera identidad de Ramon Mercader no se conoció hasta 1950 (p. 445), pero él siguió siendo Jacques Mornard.

El libro vuelve a cambiar de perspectiva cuando Mercader sale por fin de la cárcel en 1960, habiendo cumplido veinte años de prisión, con un pasaporte a nombre de Jacques Mornard, aunque ahora su nacionalidad decía ser checoslovaca (p. 497). Tras una breve escala en Cuba, ya por entonces comunista, Mercader llegó a la Unión Soviética, en donde lo recibió el jefe del KGB,  Alexandr Nicolaievich Shelepin (p. 501). Poco después, el 8 de junio de 1961, se le concedió la medalla de héroe de la Unión Soviética, la Orden de Lenin (p. 503). Al fin al cabo, la NKVD condecoró en 1941 a seis personas que habían tenido directamente que ver con el asesinato de Trotsky, entre ellas, Caridad Mercader, y con el acuerdo de Beria y Stalin (p. 457) 

Mercader seguía siendo un comunista fiel. Las autoridades le dieron un buen piso en una zona residencial y acceso a las tiendas y servicios para cargos importante y extranjeros. Los de PCE también lo acogieron bien y, vista su formación, que había profundizado en la cárcel,  le dieron trabajo en la redacción de la obra colectiva Guerra y revolución en España, 1936-1939 que había de exponer la participación de los comunistas en la guerra civil,  pero su nombre acabó por no aparecer en la redacción final por discrepancias con la dirección del proyecto (p. 513). Para los comunistas españoles, como para los soviéticos, Mercader era un héroe y, al mismo tiempo, un personaje incómodo porque, al fin, era un asesino. El propio Mercader acabó por no sentirse a gusto en la URSS, por distanciarse de su partido, aunque sin articular críticas. Fueron  los años de las purgas en el PCE (Líster, Claudín, Semprún) (p. 532) que dejarían huella. Aunque había adoptado dos niños junto con su esposa, la mexicana Roquelia Mendoza Buenabad, con quien se casó estando aún en la cárcel, suspiraba por marcharse, en concreto a Cuba. 

Fue el propio Fidel Castro quien ordenó que lo autorizaran a ir a vivir allí. La familia lo hizo sin problemas. Al llegarle el turno a su vez, cayó enfermo y estuvo hospitalizado, no pudiendo salir de inmediato. Hubo sospechas de que lo habían envenenado (p. 544). Por último recibió permiso para salir de la Unión Soviética en agosto de 1974. En Cuba le asignaron un chalet en la colonia Miramar, barrio residencial (p. 546). Allí vivió, rodeado de comodidades, complementadas con un trabajo más o menos ficticio de "asesor" en el Ministerio del Interior, a donde iba cuatro horas todos los días. Hasta el final hizo vida bajo el nombre de Ramón López (p. 549). Murió de un cáncer de huesos o de las complicaciones derivadas de él y, lógicamente, resurgió la teoría del envenenamiento, por lo demás poco probable (p. 565). Está enterrado en Moscú.

El autor añade algunas reflexiones finales sobre Ramón Mercader. En su opinión, no fue escogido al azar para su tarea de asesino sino porque en él coincidían elementos que lo hacían idóneo, entre ellos el hecho de ser de lengua española (p. 580) y de estar totalmente entregado a la causa comunista.

Justamente aquí es donde, a modo de colofón, el crítico apuntará su interpretación. ¿Qué sentido tenía, qué beneficio para la oligarquía estalinista asesinar a un hombre huido de la URSS, a más de 10.000 kilómetros, exiliado, derrotado, rechazado de todas partes y que no podía hacer daño alguno? ¿Por qué exponerse a la condena mundial con un crimen cuya autoría intelectual acabaría descubriéndose y acumulando más desprestigio sobre la Unión Soviética como una dictadura cruel, vengativa y sanguinaria? ¿Tanta fuerza tenía el odio de Stalin, su inquina particular hacia una personalidad mucho más brillante que la suya y con una ejecutoria de revolucionario auténtico?

El crítico sostiene que este asesinato quizá pueda explicarse recurriendo a consideraciones sociales y políticas, sin olvidar, por supuesto, los factores personales. Y la primera de todas es el valor simbólico del hecho. Trotsky tuvo siempre fuerza y personalidad propia en la revolución soviética. Sus relaciones con Lenin eran más de igual a igual que las de los bolcheviques, empezando por el propio Stalin. De hecho, en la escisión de 1903, Trotsky se unió a los mencheviques y, al comienzo de la revolución de 1917, es claro que las famosas Tesis de abril, de Lenin, que impulsan la revolución hasta la toma del Palacio de Invierno, siguen la teoría trotskista de la revolución permanente. Trotsky, en realidad, era otro Lenin. Mientras él viviera, a pesar de Kronstadt y a pesar de todo, el espíritu soviético original subsistiría y serviría como espejo en el que podría observarse la degeneración del comunismo estalinista. Solo eliminándolo personalmente se apagaría la luz bolchevique, se legitimaría la dictadura de Stalin y su doctrina del socialismo en un solo país se impondría a la vigencia de la revolución permanente. Por descontado, esa eliminación serviría para dar una lección en el interior de la Unión Soviética y terminar de aterrorizar a cualquier núcleo de oposición que se organizara.

Con su piolet, Ramon Mercader no acabó solo con la vida de Leon Trotsky, sino con su símbolo y su doctrina.

Por supuesto, tiene razón Puigventós al decir que Mercader no fue escogido por casualidad. La influencia de la madre, Caridad Mercader, fue decisiva. Una de las conclusiones de las abundantes pruebas psicológicas y psiquiátricas a que se sometió a Ramon fue que tenía un fortísimo complejo de Edipo (p. 411). No obstante, el mismo autor reconoce que, entre las filas comunistas de entonces se hubieran encontrado abundantes voluntarios para llevar a cabo aquel crimen. Recoge una idea de Teresa Pàmies, comunista estalinista de primera hornada y esposa de Gregorio López Raimundo, el secretario general del PSUC, en el sentido de que, en aquella época cualquier militante comunista se hubiera prestado a la misión de matar a Trotsky (p. 381). El más alto honor de un comunista era obedecer ciegamente las órdenes del camarada Stalin.

La historia se complica extraordinariamente por su origen en el curso de la guerra civil española y su involucración con las actividades del PCE, la NKVD y la Unión Soviética, un sórdido mundo de maniobras oscuras, agentes dobles, espionaje, denuncias, ejecuciones extrajudiciales, secuestros, fusilamientos, juicios farsa, torturas, desapariciones, purgas, expulsiones: la historia del comunismo "realmente existente". Informa el autor de que la investigación de la vida de Ramon Mercader fue difícil porque, como dice Leonardo Padura, (el autor de  El hombre que amaba a los perros),  es una historia en la que todo el mundo miente (p. 584). Un rasgo característico de las muchas otras historias que afectan a los comunistas de la mayor parte del siglo XX, desde la del espía Willy Münzenberg a la de la deposición de Dubcek tras la primavera de Praga, pasando por las fosas de Katyn, la huida de Victor Kravchenko o la destitución de Gorbachov. Historias en las que todo el mundo miente.

dijous, 3 de desembre del 2015

El desplome de Podemos.

Sanchez, que no consigue alcanzar al PP en intención de voto después de cuatro años de gobierno absolutamente desastroso, trata de recuperar los que le absorbió Podemos hace unos meses apelando al voto útil: el PSOE el único que puede parar al PP y al PP más Ciudadanos. Exactamente el mismo voto útil que invoca Podemos para tirar de los votos del PSOE, garantizándoles que solo votándolos a ellos se asegurarían un Partido Socialista más a la izquierda. La pelea entre ambos partidos es la plasmación del sempiterno cisma de la izquierda que ya aburre a las ovejas: los socialdemócratas frente a los comunistas o los nombres que ahora lleven. El PSOE no pasa de veintialgo por ciento y Podemos no llega. En realidad, los dos se desploman. Se desploma la izquierda.

En el caso de Podemos, el desplome es bastante obvio. La caída empezó ya cuando, a raíz del triunfo en las elecciones europeas de mayo de 2014,  empezó a vender la piel del oso antes de cazarlo. Luego vino la castaña de las elecciones catalanas, en donde QWERTY (Podemos más EUiA-EV) tuvo menos votos que los de los segundos solos. Después vinieron los mediocres resultados de las elecciones siguientes y ahora raro es el sondeo que los sitúa en el 15%, habiendo estado en una intención de voto del 28% hace diez meses.

¿Que puede haber pasado? A juicio de Palinuro, varios factores han contribuido a este fenómeno de contracción del que, según parece, también se beneficia C's. En primer lugar la sobreexposición mediática de su líder, Iglesias. Más que intervenir en los medios como político que aporta información, genera debate y acaba pidiendo el voto,  lo hace como showman. No hay inconveniente en que un dirigente de un partido que aspira a ser presidente del gobierno, sea al mismo tiempo, presentador y entrevistador en televisión. Pero es muy difícil que el electorado, en el que abunda una especie de sentido de la conveniencia pacata, se lo tome en serio y no acabe pensando que es un chisgarabís, probablemente el nombre más adecuado para quienes hacen infotainment.

En segundo lugar, el modo en que se ha gestionado la relación con IU. Muchos de Podemos vienen de ella, incluso los dirigentes, pero su comportamiento personal mutuo deja mucho que desear. A fuerza de querer separarse de IU, cuyo abrazo considera como la mordedura de una serpiente, Podemos ha tratado a sus dirigentes de modo humillante e insultante, en especial a Alberto Garzón. El juego sucio contra IU se advirtió ya en el hecho de que Garzón no fuera invitado al debate en internet de El País y ni el PSOE ni Podemos tuvieran valor para objetar e impedir esa clara discriminación. Después, habiendo comprendido que una victoria obtenida con juego sucio no tiene valor, Iglesias pidió la participación de Garzón, en una enmienda que tampoco lo tiene ya.

El programa se ha ido moderando tanto en un año que no parece el mismo. Comparado con el de IU, efectivamente, es de centro, por decir algo y no solamente ambiguo e impreciso. Mientras Podemos no declare abiertamente su republicanismo será una formación propia del régimen : el postfranquismo y su cohorte de propagandistas al servicio de la restauració, como el PSOE; esto es, partidos dinásticos. Solo Garzón habla de República en la corte borbónica y tiene su mérito. Y solo él reconoce sin ambages el derecho de autodeterminación de los catalanes. 

Empieza a estar claro que mucho voto que se fugó de IU y del PSOE y se fue a Podemos puede estar volviendo al redil en ambos casos. Para este viaje no hacían falta alforjas, realmente. Y todo retorno de "voto pródigo" será descenso de Podemos. Habrá quien diga que el voto útil es, en efecto, el PSOE o IU, pero, desde un punto de vista de izquierda, lo más sensato que cabe hacer es votar por cualquiera de las tres opciones de la izquierda con el expreso mandato de ponerse de acuerdo después de las elecciones.

Indepen... ¿qué?

Nadie está por encima de la ley dice, muy sentencioso, un hombre que está acusado en sede judicial de haber cobrado sobresueldos de procedencia dudosa; uno que, según parece, costea la dependencia de su padre con dineros públicos que niega a los demás dependientes; uno cuyo partido está literalmente plagado de corrupción; que hace con la ley lo que le da la gana cuando le da la gana porque, con su mayoría absoluta en el parlamento, puede permitirse el lujo de ignorarlo  de forma que su función es convertir en leyes con aplauso los proyectos que se le ocurren al jefe, cuando y como se le ocurren. El último ejemplo: el gobierno ha reformado por ley sin consenso alguno, con los solos votos de sus diputados, el estatuto del Tribunal Constitucional para ponerlo más a su servicio.

O sea, el nadie está por encima de la ley quiere decir que nadie está por encima de mi ley, excepto yo, claro, porque es mi ley, dado que la hago y deshago cuando me da la gana. La ley es mi voluntad y esto quiere decir que aquí se hace lo que yo quiero. Esa es la filosofía profunda del presidente de los sobresueldos cuando requiere a los independentistas catalanes que se atengan a la ley. A su ley.

El encargado de transmitir este mensaje es un órgano político desprestigiado y carente de crédito como el Tribunal Constitucional que se encuentra en tan penosa situación porque el PP se empeña en utilizarlo como su brazo jurídico y, para colmo, el partido del gobierno ha puesto de presidente a un militante de ese mismo partido. 

El Tribunal Constitucional, a una velocidad de relámpago, que contrasta con su lentitud de paquidermo en otras causas, ha tomado una medida de anulación por razones políticas y en una sentencia política que ya ha tenido respuesta en sede política en el Parlament de Cartaluña de que el proceso independentista no se ralentiza ni se frena. 

Los políticos parlamentarios españoles, especialmente los de derechas, han blandido la espada flamígera de la ley, como San Miguel, para expulsar del edén independentista a los autores de la declaración. Rivera cree que esa declaración es una "barbaridad jurídica y política", un juicio típicamente atolondrado entre quienes no saben de qué va. Lo mismo que Fernández Díaz, el ministro del Interior que condecora vírgenes. Rivera por un lado, con Inés Arrimadas de acompañante, pide a Mas que se vaya a su casa cuenta habida de la sentencia, como si esta, en lugar de ser un auto, fuera una orden de desahucio.

La Generalitat sostiene que esta sentencia no altera el proceso soberanista. Es decir, plantea una vía de hecho frente a otra de derecho. Y, de ese modo, se tiene un conflicto en paralelo. Para el hecho, el derecho es injusto; para el derecho, el hecho es delictivo. Esto no se puede resolver ya  así como así con alguna forma de negociación que sirva para desactivar las cargas que se han ido poniendo en los últimos años. Nadie ha querido ver que en España había un problema de encaje de naciones. Las consecuencias se pagan cuando las naciones deciden aplicar la llamada "doctrina Sinatra", es decir, ir cada una por su lado. 

Y es entonces cuando el incompetente responsable de este desaguisado dice que no es responsable del desaguiado que ha organizado. 

dimecres, 2 de desembre del 2015

Habla el ausente.

Avergonzado quizá El País por haber censurado al candidato de IU en su último debate, Alberto Garzón, y por haber intentado silenciar y escamotear una fuerza política que tiene representación parlamentaria con un apoyo de 1.600.000 personas, envió una periodista, Elsa García de Blas, a hacerle una entrevista que se publica hoy en el diario. Ignoro cuál sea el estilo de García de Blas entrevistando y no puedo, por tanto, afirmar si lo que me parece una actitud como de fastidio o enojo por verse obligada a hacer algo es justo o no. A lo mejor resulta que se trató de una iniciativa de la propia periodista que enmendó así la plana al diario.

Porque, insisto, la ausencia de Garzón del debate del lunes no tenía justificación alguna desde un punto de vista democrático. Y, lo cual es peor, el hecho de que Sánchez e Iglesias, beneficiarios directos de la censura a Garzón, no la cuestionaran y no obligaran a El País a enmendar el yerro todavía es peor. Que esto lo haga la derecha, bien Rajoy, bien el joven flecha que encabeza C's está en la naturaleza de las cosas. Que lo haga la izquierda no tiene pase. Que es repugnante, vaya. Si a estos supuestos izquierdistas no les importa censurar a quien, por su punto de vista y discurso, puede hacerles sombra cuando no son nadie, ¿qué no estarán dispuestos a hacer si llegan al poder? ¿Encarcelar a los discrepantes?

En fin. Garzón aprovechó bien el cuarto de hora aproximado que dura la entrevista, muy digna de ver y escuchar. Se entiende por qué el periódico no quiso darle audiencia y por qué los dos sedicentes izquierdistas Sánchez e Iglesias, tampoco lo quieren cerca y con la gente pudiendo comparar los respectivos discursos.

Muchas de las cosas que dice Garzón en la entrevista son puro sentido común de la izquierda. Dos  llaman especialmente la atención de Palinuro y despiertan su simpatía: una República federal (por fin, alguien que se atreve a hablar de república durante la segunda rastauración) y el derecho de autodeterminación de los catalanes. De República, Podemos y el PSOE no hablan por puro miedo a perder votos. En cuanto al derecho de autodeterminación de los catalanes, rechazado por Sánchez con un talante de "una, grande, libre", Iglesias lo reconoce a regañadientes, pero no ofrece garantías completas de realización. 

Garzón sostiene en la entrevista que él y su organización se han quedado solos en el ámbito de la izquierda porque los otros dos, el PSOE y Podemos, prefieren situarse en el centro, que es en donde están los votos. Pues sí, es verdad. Pero, si esto es así, si los votos están en el centro, no se entiende  por qué el se obstina en un discurso izquierdista. ¿Para perder las elecciones, quizá?

Es pintoresco, sin embargo, que dentro del Partido Comunista, que es el núcleo de IU y de la opción de Garzón, un grupo de viejos guardianes de la fe marxista-leninista haya publicado un manifiesto que, bajo el título escasamente original de Los comunistas en la encrucijada ataca la campaña de Garzón y la orientación que está dándole porque, sostienen los firmantes, está entregado en alma al espíritu de Podemos y no respeta las tradiciones y viejas glorias del comunismo de toda la vida, ese que no ha ganado elecciones democráticas nunca en ninguna parte. No parecen darse cuenta de que son precisamente esta admoniciones dogmáticas y sectarias las principales responsables de que Garzón no consiga el apoyo electoral que merece si fuera capaz de librarse de la tutela intelectual de estos burócratas, especialistas en hablar de la revolución proletaria, sin ser capaces no ya de traerla sino de atisbarla.

Acuerdo o acuerdo.

Que tiene que haber acuerdo en el bloque independentista es obvio. La decisión de la jornada de debate de la CUP el domingo sobre la investidura de Mas fue negativa y a Palinuro le pareció muy bien como muestra de coherencia. Pero la coherencia sola no nos lleva a un acuerdo y la prueba es que ahora se convoca una asamblea con una finalidad similar, aunque no idéntica: seguir negociando para buscar un entendimiento y evitar lo que nadie quiere, esto es, elecciones en marzo. Está fijada para el próximo 27 de diciembre, lo que también es acertado porque pospone el posible acuerdo a las elecciones españolas del 20 del mismo mes. ¿Por qué es acertado que sean posteriores al 20? Por dos razones: para que el acuerdo no sea munición en la campaña de las elecciones del Estado y para tener el resultado de estas en Cataluña, que podría ser revelador, significativo y dar una pista.

Pero, llegados al 27 de diciembre, la cuestión será qué tipo de acuerdo se alcanzará. Según Baños, el domingo pasado no quedó todo cerrado, sino abierto; lo que quiere decir que puede llegarse a algún tipo de entendimiento satisfactorio para ambas partes o no. De darse el primer caso: un acuerdo satisfactorio para ambos que permita desbloquear la situación y avanzar en la hoja de ruta, Palinuro volverá a aplaudir. Pero de no darse y no alcanzarse una fórmula cada cual podremos dar nuestra libre opinión.

Palinuro piensa que, en esas circunstancias, lo más sensato es investir a Mas por diversas razones. Unas son más subjetivas y personales que otras. El hombre se lo ha ganado, ha impulsado el proceso hasta aquí y es posible (y probable) que sufra represalias, incluso aunque ahora dejara de tener responsabilidad en él. Es merecedor de una voto de confianza y la parte de venganza que pueda tener la negativa (si alguna tiene) no es de recibo. Se entiende la venganza, pero no sabría justificarla. Todos los enunciados que sirven para excluirlo sirven igual para incluirlo. Por ejemplo, cuando se dice que Mas no es el proceso. Efectivamente, no lo es y, por tal motivo, aquel no quedará afectado por la investidura ni por la no investidura. En resumidas cuentas, el empecinamiento de JxS en Mas equivale al de la CUP en el no-Mas igual que la posible cesión de la una equivale a la de la otra. Así las cosas, ambos tienen razón, pero reina la sinrazón. Algo que recuerda el famoso dicho de Carlos V: "Mi primo Francisco I y yo estamos de acuerdo: ambos queremos Milán."

Por supuesto lo anterior es subjetivo y tiene muchos elementos sentimentales. Menos subjetiva y  sentimental es la circunstancia de que, habiendo llegado hasta aquí, el proceso entra en aguas procelosas merced a la inminente anulación de la declaración de independencia mediante sentencia del Tribunal Constitucional que vendrá acompañada de la exigencia de acatamiento y obediencia a las veintiuna personas a las que este órgano se ha dirigido nominatim. Puedo entender todos los escrúpulos del mundo a la hora de investir a Mas o dejar de investirlo. Entiendo bastante menos que, por ellos, Cataluña carezca de gobierno capaz de hacer frente a una situación de emergencia. Porque, cuando comience esta, el objetivo no serán solamente las veintiunas personas mencionadas y el Parlament como institución. También entrarán los ayuntamientos que aprueben mociones adhiriéndose a la declaración de independencia. Y el conjunto de la sociedad civil.

No puede haber no acuerdo. Claro que también cabe decir que vengan las elecciones en marzo y salga el sol por Antequera. Y el sol saldrá por Antequera. Y, puestos ya en Antequera, no puede ignorarse el riesgo de que, en el límite, se rompa una de las dos partes del bloque. O las dos.

dimarts, 1 de desembre del 2015

Un debate interesante.

"EL País" se apuntó ayer un tantazo transmitiendo el primer debate a tres por TV en internet. Estilo gringo. Minimalismo en el escenario, turnos rápidos y moderación bastante eficaz, aunque sin perder de vista que los espectadores quieren escuchar a los debatientes y no al moderador.

El señor de los sobresueldos, presidente del gobierno se escabulló como siempre pretextando una reunión en París sobre el cambio climático. Como todo cuanto tiene que ver con él, era mentira porque a la misma hora del debate de El País estaba en Telecinco, en una entrevista con Pedro Piqueras, soltando sus habituales trolas y melonadas. Es decir, no se atrevió a ir al debate general porque sabe que lo laminan, pero contraprogramó para fastidiar un poco. Con escaso resultado pues hubo más seguimiento del debate a tres en internet que de su entrevista. Había propuesto enviar en su lugar a la ratita hacendosa de la vicepresidenta (con lo que, de paso, infería un desprecio a los otros debatientes) pero, con buen tino, El País se negó. Y no solo eso, además dejó vació el estrado que había de ocupar el presidente para que se notara su ausencia. Le faltó algo de ingenio, a juicio de Palinuro. Hubiera estado mejor una pantalla de plasma sobre el dicho estrado.

Faltaron IU y UPyD en el debate. La ausencia de la primera es verdaderamente escandalosa y Palinuro lo hizo notar en el post de ayer El debate viciado. Es injusto silenciar una voz que está presente en el Parlamento con 1.600.000 votos (UPyD, 1.150.000) y tiene solera en España. No hay ninguna razón válida en democracia para esta censura. Entiendo, no obstante, que está muy en el espíritu conservador y de derechas de El País, que no traga nada comunista. Pero no lo está y es muy vituperable en el de Sánchez e Iglesias, los dos candidatos de la izquierda. Una izquierda que transige con la censura y la negación de la libertad de expresión ajena. Que Alberto Garzón traiga los efluvios del viejo comunismo no es razón para silenciarlo. Quizá creen que, con ello, aumentan sus posibilidades. Una izquierda que ve sus posibilidades en acallar a otras izquierdas, en realidad, ni las tiene ni es izquierda. Dicho en plata: es una vergüenza que Sánchez e Iglesias se avinieran a censurar a Garzón.

En cuanto al debate en sí, pretendía ser útil para que el personal pudiera informarse y hacerse un juicio sobre las propuestas de cada uno, pero, al hacerlas a toda velocidad y ser muy dispares incluso dentro de los mismos bloques, era imposible detenerse en ellas, rumiarlas un poco, sopesarlas. Será preciso verlas sobre el papel para hacerse una idea del alcance de lo que defiende cada uno. Venían también entreveradas de alusiones personales cruzadas, pullas y algún calificativo mayor, con lo cual, la reflexión serena sobre los contenidos fue imposible.

Importancia también tuvo el lenguaje no oral, la actitud y hasta el atuendo de los tres. Sánchez, en el centro, con Iglesias a su izquierda y Rivera a su derecha, recibía los ataques de ambos pero esto solo quiere decir que los dos lo necesitan. Rivera, trajeado con corbata, Sánchez trajeado sin corbata e Iglesias sin traje ni corbata. Los tres tienen dominio del plató pero les faltan ideas, originalidad, innovación. Repitieron siempre que pudieron los topicazos que manejan sus respectivos partidos, pero no se les ocurrió nada original o de creación propia. Les faltó confianza en sí mismos.

Apenas terminado el debate varios periódicos incluían ya valoraciones sobre quién lo había ganado. Los que vi en Publico y El País, daban ganador indubitable a Pablo Iglesias, con Rivera y Sánchez por detrás y a una distancia considerable. Ignoro qué criterios utilizan los calificadores al puntuar fuera de su fidelidad a su respectivo líder. A mi juicio Sánchez fue quien estuvo mejor seguido, de no tan cerca por Iglesias y a distancia considerable Rivera a quien ni se le entiende lo que dice.

Por mi parte sigo en mis trece de votar a Podemos porque es la formación que más se aproxima al reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones que hay en el Estado, aunque eso mismo muy probablemente le va a costar lo suyo en votos. Los otros candidatos desbarrando en este asunto. El discurso de Rivera no se distingue del de Aznar. El de Sánchez tampoco y es aun más absurdo e infantil si cabe. Dijo haber hablado con constitucionalistas que le informaron de que ese derecho no se recoge en ninguna Constitución del mundo. Iglesias le apuntó el caso de Escocia, pero le faltó capacidad de articulación teórica de la cuestión: es verdad que ninguna Constitución recoge el derecho de autodeterminación de una parte de su población y territorio. Pero aun así, se ejerce porque es un derecho originario que no precisa reconocimiento. La Constitución del Canadá tampoco lo recoge y, sin embargo, los quebequenses votaron dos veces en referéndum de autodeterminación sin que se hundiera el mundo. El Tribunal Supremo Federal lo admitió en su día con el argumento impecable de que el tal derecho no existe en la Constitución del Canadá, pero si una porción apreciable de los quebequeses lo reclama, no hay más remedio que permitir su ejercicio. Tome nota Sánchez porque en Cataluña, más del setenta por ciento de la población quiere ejercerlo.

Por lo demás, no tengo una imagen ideal de la situación el 21 de diciembre, de forma que la previsión de resultado que menos me molesta es un triunfo de PSOE y Podemos y la formación de un gobierno de izquierdas.

dilluns, 30 de novembre del 2015

Tot plegat, cal seguir.

Lo típico de la realidad es lo mucho que se parece a sí misma. Lo que es real, lo que es auténtico y verdadero, persevera, se esfuerza y empecina en seguir siéndolo. Lo real es contumaz. Lo imaginario, lo ficticio, es voluble, cambiante, tornadizo, como el soplo del aire. Quizá por eso sea el dominio de la poesía y la creación y tiene su grandeza. Lo real también puede cambiar, pero es siempre ello mismo. Y también tiene su grandeza. Pero hay que saber apreciarla.

Ayer, al conocerse el "no" de la CUP a Mas, mucha gente perdió la paciencia al descubrir que, lejos de adaptarse a las necesidades y circunstancias, los cupaires hacían lo que habían anunciado desde el principio, esto es, que eran ellos mismos. Quienes se contuvieron después del segundo "no" hace un par de semanas, pensando que la CUP mantendría la frase para fingir coherencia pero que, al final, se avendría a lo que se imponía como una necesidad de supervivencia del independentismo se llevaron un chasco y probablemente pasarán a engrosar los batallones de insultadores o los sumidos en la amargura. El propio Palinuro que, malgré tout, tiene en gran estima a Mas y su trayectoria y le hubiera parecido razonable investirlo, debió rendirse a la evidencia de que cuando alguien  dice lo que piensa y hace lo que dice es un ejemplo encomiable. La evidencia de que la CUP es la CUP precisamente por estas cosas, por no ceder. Porque las acusaciones a esta organización asamblearia son conocidas: fanatismo, inflexibilidad, chantajismo y otras más. Pero nadie, en cambio, puede acusarla de oportunismo, posibilismo o fariseísmo. Son lo que son, como la realidad; lo que dicen ser. Y por eso tienen el prestigio intacto que nadie les niega. Por eso despiertan admiración incluso entre sus peores adversarios que, en el fondo quisieran ser como ellos, pero no pueden. Por eso también Palinuro les profesa simpatía. La CUP es la única nueva política que hay en el Estado.

Son como un bulldozer. No quieren tener en cuenta consideraciones de conveniencia, oportunidad o beneficio bajo cuerda. La acusación más frecuente es la de que el dogmatismo los hace sacrificar lo posible a lo perfecto y así labran su desgracia y la de muchos otros. Suelen formularla quienes dicen que, para hacer política, cambiar la realidad, imponer el ideal, hay que mancharse las manos. Los mismos que no han encontrado nunca la forma de evitar que las manchas de las manos lleguen al corazón.  

Bien, ahí están las cupaires, guste o no, manteniéndose fieles a la palabra dada. Parece mentira, ¿verdad? Los seres humanos no somos otra cosa que la palabra que damos, y alcanzamos la dignidad cuando nos atenemos a ella. Pero esto es justamente lo más infrecuente. Lo normal, lo que todo el mundo entiende y, al parecer, acepta, es que llegue un sinvergüenza, diga que la realidad no le permite cumplir su palabra y haga lo contrario de lo que prometió. Incumplir la palabra es aceptable; cumplirla, no. Y ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Está claro: degenerando. Y una de las formas de degeneración más frecuente es la de querer torcer la palabra dada con el argumento de que mantenerla beneficia al enemigo.

La situación ahora es la que es. Los cupaires han votado por mayoría seguir negociando sin Mas. No es cosa de ponerse nerviosos ni desaprovechar la ocasión, ni tirar el niño con el agua sucia. El objetivo sigue siendo el mismo: la República catalana independiente; las posibilidades, también. Y cuando se dijo que iba a ser difícil, ¿acaso se pensó que esa dificultad no empezaría por la casa propia? Algunas alternativas quedan descartadas; otras pueden explorarse. Al fin y el cabo, la frecuente acusación a los cupaires de que no parecen entender que el logro del objetivo debe pasar por encima de cualesquiera otras consideraciones puede dirigirse a todos los demás. 

La situación ha quedado clara y no hay sino avanzar, abriendo nuevos caminos. La CUP no se opone, como afirman muchos de sus ofendidos adversarios, a la independencia, sino a una forma específica y concreta de alcanzarla, pues no les parece auténtica. Si los otros interlocutores están tan dispuestos a conseguirla como dicen, también podrán encontrar formas alternativas. Nada se ha acabado y nunca ha sido más cierto que, cuando una puerta se cierra, otras se abren. 

Es preciso seguir, continuar hasta el final so pena de ser destruidos. Pero el camino no es único.

P.S. (A tenor de una observación de un amable lector). Otra cosa, por último, es contabilizar los porcentajes del voto de la asamblea en donde aproximadamente un 30% de delegados ha votado por investir a Mas. Esto podría inducir una ruptura en el grupo de diputados de la CUP (no una división táctica pues ese grupo representa una voluntad única previa de la organización), lo que lleva este debate a otro terreno, a un previsible fracaso de la CUP en aras del realismo de la vieja política, escenario que no contemplo.