Avergonzado quizá El País por haber censurado al candidato de IU en su último debate, Alberto Garzón, y por haber intentado silenciar y escamotear una fuerza política que tiene representación parlamentaria con un apoyo de 1.600.000 personas, envió una periodista, Elsa García de Blas, a hacerle una entrevista que se publica hoy en el diario. Ignoro cuál sea el estilo de García de Blas entrevistando y no puedo, por tanto, afirmar si lo que me parece una actitud como de fastidio o enojo por verse obligada a hacer algo es justo o no. A lo mejor resulta que se trató de una iniciativa de la propia periodista que enmendó así la plana al diario.
Porque, insisto, la ausencia de Garzón del debate del lunes no tenía justificación alguna desde un punto de vista democrático. Y, lo cual es peor, el hecho de que Sánchez e Iglesias, beneficiarios directos de la censura a Garzón, no la cuestionaran y no obligaran a El País a enmendar el yerro todavía es peor. Que esto lo haga la derecha, bien Rajoy, bien el joven flecha que encabeza C's está en la naturaleza de las cosas. Que lo haga la izquierda no tiene pase. Que es repugnante, vaya. Si a estos supuestos izquierdistas no les importa censurar a quien, por su punto de vista y discurso, puede hacerles sombra cuando no son nadie, ¿qué no estarán dispuestos a hacer si llegan al poder? ¿Encarcelar a los discrepantes?
En fin. Garzón aprovechó bien el cuarto de hora aproximado que dura la entrevista, muy digna de ver y escuchar. Se entiende por qué el periódico no quiso darle audiencia y por qué los dos sedicentes izquierdistas Sánchez e Iglesias, tampoco lo quieren cerca y con la gente pudiendo comparar los respectivos discursos.
Muchas de las cosas que dice Garzón en la entrevista son puro sentido común de la izquierda. Dos llaman especialmente la atención de Palinuro y despiertan su simpatía: una República federal (por fin, alguien que se atreve a hablar de república durante la segunda rastauración) y el derecho de autodeterminación de los catalanes. De República, Podemos y el PSOE no hablan por puro miedo a perder votos. En cuanto al derecho de autodeterminación de los catalanes, rechazado por Sánchez con un talante de "una, grande, libre", Iglesias lo reconoce a regañadientes, pero no ofrece garantías completas de realización.
Garzón sostiene en la entrevista que él y su organización se han quedado solos en el ámbito de la izquierda porque los otros dos, el PSOE y Podemos, prefieren situarse en el centro, que es en donde están los votos. Pues sí, es verdad. Pero, si esto es así, si los votos están en el centro, no se entiende por qué el se obstina en un discurso izquierdista. ¿Para perder las elecciones, quizá?
Es pintoresco, sin embargo, que dentro del Partido Comunista, que es el núcleo de IU y de la opción de Garzón, un grupo de viejos guardianes de la fe marxista-leninista haya publicado un manifiesto que, bajo el título escasamente original de Los comunistas en la encrucijada ataca la campaña de Garzón y la orientación que está dándole porque, sostienen los firmantes, está entregado en alma al espíritu de Podemos y no respeta las tradiciones y viejas glorias del comunismo de toda la vida, ese que no ha ganado elecciones democráticas nunca en ninguna parte. No parecen darse cuenta de que son precisamente esta admoniciones dogmáticas y sectarias las principales responsables de que Garzón no consiga el apoyo electoral que merece si fuera capaz de librarse de la tutela intelectual de estos burócratas, especialistas en hablar de la revolución proletaria, sin ser capaces no ya de traerla sino de atisbarla.
Es pintoresco, sin embargo, que dentro del Partido Comunista, que es el núcleo de IU y de la opción de Garzón, un grupo de viejos guardianes de la fe marxista-leninista haya publicado un manifiesto que, bajo el título escasamente original de Los comunistas en la encrucijada ataca la campaña de Garzón y la orientación que está dándole porque, sostienen los firmantes, está entregado en alma al espíritu de Podemos y no respeta las tradiciones y viejas glorias del comunismo de toda la vida, ese que no ha ganado elecciones democráticas nunca en ninguna parte. No parecen darse cuenta de que son precisamente esta admoniciones dogmáticas y sectarias las principales responsables de que Garzón no consiga el apoyo electoral que merece si fuera capaz de librarse de la tutela intelectual de estos burócratas, especialistas en hablar de la revolución proletaria, sin ser capaces no ya de traerla sino de atisbarla.