"EL País" se apuntó ayer un tantazo transmitiendo el primer debate a tres por TV en internet. Estilo gringo. Minimalismo en el escenario, turnos rápidos y moderación bastante eficaz, aunque sin perder de vista que los espectadores quieren escuchar a los debatientes y no al moderador.
El señor de los sobresueldos, presidente del gobierno se escabulló como siempre pretextando una reunión en París sobre el cambio climático. Como todo cuanto tiene que ver con él, era mentira porque a la misma hora del debate de El País estaba en Telecinco, en una entrevista con Pedro Piqueras, soltando sus habituales trolas y melonadas. Es decir, no se atrevió a ir al debate general porque sabe que lo laminan, pero contraprogramó para fastidiar un poco. Con escaso resultado pues hubo más seguimiento del debate a tres en internet que de su entrevista. Había propuesto enviar en su lugar a la ratita hacendosa de la vicepresidenta (con lo que, de paso, infería un desprecio a los otros debatientes) pero, con buen tino, El País se negó. Y no solo eso, además dejó vació el estrado que había de ocupar el presidente para que se notara su ausencia. Le faltó algo de ingenio, a juicio de Palinuro. Hubiera estado mejor una pantalla de plasma sobre el dicho estrado.
Faltaron IU y UPyD en el debate. La ausencia de la primera es verdaderamente escandalosa y Palinuro lo hizo notar en el post de ayer El debate viciado. Es injusto silenciar una voz que está presente en el Parlamento con 1.600.000 votos (UPyD, 1.150.000) y tiene solera en España. No hay ninguna razón válida en democracia para esta censura. Entiendo, no obstante, que está muy en el espíritu conservador y de derechas de El País, que no traga nada comunista. Pero no lo está y es muy vituperable en el de Sánchez e Iglesias, los dos candidatos de la izquierda. Una izquierda que transige con la censura y la negación de la libertad de expresión ajena. Que Alberto Garzón traiga los efluvios del viejo comunismo no es razón para silenciarlo. Quizá creen que, con ello, aumentan sus posibilidades. Una izquierda que ve sus posibilidades en acallar a otras izquierdas, en realidad, ni las tiene ni es izquierda. Dicho en plata: es una vergüenza que Sánchez e Iglesias se avinieran a censurar a Garzón.
En cuanto al debate en sí, pretendía ser útil para que el personal pudiera informarse y hacerse un juicio sobre las propuestas de cada uno, pero, al hacerlas a toda velocidad y ser muy dispares incluso dentro de los mismos bloques, era imposible detenerse en ellas, rumiarlas un poco, sopesarlas. Será preciso verlas sobre el papel para hacerse una idea del alcance de lo que defiende cada uno. Venían también entreveradas de alusiones personales cruzadas, pullas y algún calificativo mayor, con lo cual, la reflexión serena sobre los contenidos fue imposible.
Importancia también tuvo el lenguaje no oral, la actitud y hasta el atuendo de los tres. Sánchez, en el centro, con Iglesias a su izquierda y Rivera a su derecha, recibía los ataques de ambos pero esto solo quiere decir que los dos lo necesitan. Rivera, trajeado con corbata, Sánchez trajeado sin corbata e Iglesias sin traje ni corbata. Los tres tienen dominio del plató pero les faltan ideas, originalidad, innovación. Repitieron siempre que pudieron los topicazos que manejan sus respectivos partidos, pero no se les ocurrió nada original o de creación propia. Les faltó confianza en sí mismos.
Apenas terminado el debate varios periódicos incluían ya valoraciones sobre quién lo había ganado. Los que vi en Publico y El País, daban ganador indubitable a Pablo Iglesias, con Rivera y Sánchez por detrás y a una distancia considerable. Ignoro qué criterios utilizan los calificadores al puntuar fuera de su fidelidad a su respectivo líder. A mi juicio Sánchez fue quien estuvo mejor seguido, de no tan cerca por Iglesias y a distancia considerable Rivera a quien ni se le entiende lo que dice.
Por mi parte sigo en mis trece de votar a Podemos porque es la formación que más se aproxima al reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones que hay en el Estado, aunque eso mismo muy probablemente le va a costar lo suyo en votos. Los otros candidatos desbarrando en este asunto. El discurso de Rivera no se distingue del de Aznar. El de Sánchez tampoco y es aun más absurdo e infantil si cabe. Dijo haber hablado con constitucionalistas que le informaron de que ese derecho no se recoge en ninguna Constitución del mundo. Iglesias le apuntó el caso de Escocia, pero le faltó capacidad de articulación teórica de la cuestión: es verdad que ninguna Constitución recoge el derecho de autodeterminación de una parte de su población y territorio. Pero aun así, se ejerce porque es un derecho originario que no precisa reconocimiento. La Constitución del Canadá tampoco lo recoge y, sin embargo, los quebequenses votaron dos veces en referéndum de autodeterminación sin que se hundiera el mundo. El Tribunal Supremo Federal lo admitió en su día con el argumento impecable de que el tal derecho no existe en la Constitución del Canadá, pero si una porción apreciable de los quebequeses lo reclama, no hay más remedio que permitir su ejercicio. Tome nota Sánchez porque en Cataluña, más del setenta por ciento de la población quiere ejercerlo.
Por lo demás, no tengo una imagen ideal de la situación el 21 de diciembre, de forma que la previsión de resultado que menos me molesta es un triunfo de PSOE y Podemos y la formación de un gobierno de izquierdas.
Por mi parte sigo en mis trece de votar a Podemos porque es la formación que más se aproxima al reconocimiento del derecho de autodeterminación de las naciones que hay en el Estado, aunque eso mismo muy probablemente le va a costar lo suyo en votos. Los otros candidatos desbarrando en este asunto. El discurso de Rivera no se distingue del de Aznar. El de Sánchez tampoco y es aun más absurdo e infantil si cabe. Dijo haber hablado con constitucionalistas que le informaron de que ese derecho no se recoge en ninguna Constitución del mundo. Iglesias le apuntó el caso de Escocia, pero le faltó capacidad de articulación teórica de la cuestión: es verdad que ninguna Constitución recoge el derecho de autodeterminación de una parte de su población y territorio. Pero aun así, se ejerce porque es un derecho originario que no precisa reconocimiento. La Constitución del Canadá tampoco lo recoge y, sin embargo, los quebequenses votaron dos veces en referéndum de autodeterminación sin que se hundiera el mundo. El Tribunal Supremo Federal lo admitió en su día con el argumento impecable de que el tal derecho no existe en la Constitución del Canadá, pero si una porción apreciable de los quebequeses lo reclama, no hay más remedio que permitir su ejercicio. Tome nota Sánchez porque en Cataluña, más del setenta por ciento de la población quiere ejercerlo.
Por lo demás, no tengo una imagen ideal de la situación el 21 de diciembre, de forma que la previsión de resultado que menos me molesta es un triunfo de PSOE y Podemos y la formación de un gobierno de izquierdas.