diumenge, 25 de desembre del 2011

La justicia del Rey.

Contentísimos se han puesto los innumerables monárquicos y juancarlistas del Reino con el mensaje del Monarca. Tanto que algunos, me consta, se agarraron un entripado en la cena posterior y una media moña. Pues nada, hombre, a dormirla, a ver si en el día de hoy amanecen más despiertos. Estaban muy preocupados por el efecto que este mensaje pudiera tener, dada la incómoda situación en que se encuentra la corona con los presuntos garabatos del Duque de Palma, como vaticinaba Palinuro en su post de ayer, Esta noche hablo Yo. Pero ya se han tranquilizado.

¿Y qué ha dicho Juan Carlos para causar tanto alborozo? Que la justicia es igual para todos. Emocionado, El País saca un editorial exultante, hablando de la ejemplaridad real con un juego de palabras a propósito del pobre Urdangarin de comportamiento no ejemplar y, siempre más reticente y republicano, Público titula El rey sobre Urdangarin: "La Justicia es igual para todos". No puedo imaginar lo que dirán los diarios más oficialmente monárquicos, los fieles de toda la vida como Dios manda.

Todo esto muestra el bajo nivel crítico de los comunicadores y hacedores de opinión. Porque, ¿qué otra cosa podía decir el Rey? ¿Que la justicia no es igual para todos? Al afirmar este hecho, el Rey no está concediendo nada, no está haciendo nada que pudiera no conceder o no hacer. La justicia en España es igual para todos, lo diga el Rey o no, pues es la ley. Entonces ¿por qué subrayarlo, festejarlo y, en el fondo, agradecerlo? Porque en el espíritu servil que, por las razones que sean, caracteriza a buena parte de la opinión pública, existe siempre ese miedo a que el reinante o gobernante se salte el imperio de la ley. Sólo así puede explicarse que se hagan fiestas a alguien por decir una perogrullada.

La ley es también igual para Urdangarin quien parece que será imputado ya en los próximos días porque el aluvión de noticias sobre sus presuntos malabarismos de ladrón de guante blanco están colmando hasta la inenarrable paciencia de los españoles. El Rey lo ha dejado claro sin mencionarlo directamente. Pero aunque lo hubiera dejado oscuro, su yerno comparecerá ante la justicia si los jueces lo imputan y los jueces lo imputarán si creen que deben hacerlo.

No acaba ahí esta complacencia entregada a la bienamada monarquía sino que además se pasa por alto el hecho de que hay un caso en que el enunciado de "la justicia es igual para todos" es falso; precisamente en lo referente al Rey, que es inviolable y su persona no está sujeta a responsabilidad. O sea, la ley no es igual para todos. Es digno de consideración el argumento de que no se debe ser radical y sí admitir una insignificante excepción por tratarse de la Jefatura del Estado, pero no convence en absoluto. ¿Qué motivo real hay para que el Rey esté por encima de la ley?

El enunciado también es falso en otros flecos. En realidad, de hecho, hay enormes desigualdades ante la ley y la justicia. Está por ver que la igualdad ante la ley rija también para la infanta Cristina, cotitular de alguna de esas empresas sin ánimo de lucro con las que el matrimonio parece haberse forrado. Y también está por ver que lo sea para el propio Urdangarin. Todos coinciden en pedir celeridad en el procedimiento judicial para evitar juicios paralelos y mayor deterioro de la imagen de la Corona. Efectivamente de sobra se sabe que una justicia lenta no es justicia sino injusticia. Y no está bien que la padezca el Duque de Palma. Ni ninguno de los miles de justiciables del país que la sufren y son tan iguales ante la ley como Urdangarin. Es la enésima repetición de la célebre paremia de la Granja de animales, de Orwell: Todos los animales son iguales pero unos son más iguales que otros.

Tan bajo anda el nivel crítico de la opinión que nadie cuestiona que ese "tradicional" mensaje del Jefe del Estado se pronuncie en coincidencia con la máxima festividad de la iglesia católica, igual que en tiempos del Invicto. Nace Dios y con él viene la palabra del dios de la tierra. Queda por hacer en la tarea de separar la iglesia del Estado. Al lado de la imponente coyunda de esta fecha, que los ministros juren sobre la Biblia, que los crucifijos presidan las aulas, que los curas tomen las calles con los más variados motivos y digan al Parlamento cómo tiene que legislar, son acontecimientos menores.

dissabte, 24 de desembre del 2011

Esta noche hablo Yo.

Amargo cáliz. Tenía que salir Urdangarin a dar la cara. Claro que el pobre no puede. Como es sordo, no entendería las instrucciones en el plató. Además me corresponde; soy el Pater familias. Algunos dicen que reinar es fácil y lo hace cualquiera. A ver quién sale a decir a no sé cuántos millones de españoles que los tiempos son difíciles. Con el fondo de la bandera y las figuras del Belén que por lo menos serán de Salzillo, digo yo. La patria y el altar, lo más sagrado. A la misma hora unos agitadores han convocado caceroladas en las ciudades. Caceroladas para tapar mis palabras. Es lógico. Si llega la República será al son de sartenes y cacerolas, cosas del pueblo. Palabras de ánimo en el esfuerzo que todos los españoles hemos de hacer para superar la crisis. ¡Vaya crisis! Cuatro año de crisis y estos que vienen ahora pretenden prolongarla otro año. O sea, queridos vasallos, hay que seguir apretándose el cinturón. Y yo con Urdangarin en casa. La Reina me aconseja mucho, mucho tacto, no vaya a pasar lo de Grecia, su patria. Pero ella se larga a visitar a la pareja en Washington. Y yo me quedo a aguantar el chaparrón y escuchando todos los días al príncipe de Asturias al que le ha dado un sarpullido. Afortunadamente todos los políticos con algo de peso me apoyan lealmente. Do ut des. Mi real persona trajo la democracia; la democracia me debía una. Todos dicen que una cosa es un yerno (al fin y al cabo, un agnado) y otra la institución misma. Además, yo soy inviolable. Lo de la infanta anda algo más crudo, pero no creo la llamen a declarar ni como testigo. La mujeres no debían ser testigos pues no va con la etimología de la palabra. ¡Señor, Señor! Tenía que ser en diciembre. No podían los jueces esperar un mes y tirar del hilo en enero. Esto de dividir los poderes del Estado, que se le ocurrió a Carlos Luis de Secondat, fue una insigne torpeza. Porque yo ahora emitía una lettre de cachet y, ¡paf!, Urdangarin desaparecía. Missing, como se dice en español. Y a buscarlo. En fin, ¿qué diré, pobre de mí; a dónde iré, pobre de mí? Con lo mal pensado que es el personal. No puedo echarle la culpa a Zapatero; no cuadra. Si acaso, a la burbuja inmobiliaria. Pero, si lo hago, estos de ahora me bajan la asignación. Y habrá que pagar abogados. Encima, con este ojo que tengo a la virulé, enésima prueba de mi enemistad con las puertas. Bueno, puedo hablar de mi salud: la rodilla, el careto, un pulmón, el pie. Quita, quita, igual lo toman como una indirecta sobre los recortes de la sanidad. Como andan todos escocidos van a estar al acecho para hacer comparaciones odiosas y absurdas. Porque, aunque repartiera mis asignación entre todos los españoles, no iba a sacarlos de pobres. Tocarían a veinte céntimos por barba. Pero dicen que es el ejemplo, el símbolo, la apariencia lo importante. ¡Caramba! La sociedad tampoco es muy ejemplar que digamos. Los políticos, los empresarios, los banqueros, los sindicatos. Que alguien tire la primera piedra, como decía Cristo. Hablando de Cristo, hay que ver también qué cincinatti montaron este verano los curas con el Papa y los jóvenes; precisamente los jóvenes, con la que está cayendo. En fin, Cristo nace esta noche. Noche de paz, noche de amor, en que la familia recupera su hondo valor cristiano y augura un año en que volverá a ser lo que siempre fue de verdad. Y ya está, lo dejo aquí, no me acusen de meterme en política. Noche de amor, noche de paz. ¡Ah! Se acabó ETA, se acabó la pesadilla, la lacra del terrorismo y tampoco sigo por si piensan que respaldo a Rubalcaba en el guirigay de los socialistas. Además, con estos vascos nunca se sabe. ¡Pues no van los de Amaiur y piden que intervenga en ese avispero! Terminaré hablando de Europa, siempre muy socorrida, esa gran empresa, esa apuesta por los valores más altos de la civilización. Seguro que alguien pregunta si cotizan en bolsa y si yo he invertido en ellos mi fortuna. Definitivamente, conciudadanos, esta no es mi noche.

(La imagen es una foto de א (Aleph), bajo licencia de Creative Commons).

Negro y oro

Animado por un magnífico artículo de Félix de Azúa en El País, titulado Caballería de chispa y pedernal, me fui a ver la exposición sobre el toisón de oro de la Fundación Carlos de Amberes que, a pesar de ser empalagosamente monárquica, me cae bien porque está en la madrileña calle de Claudio Coello en la que nací. Cada cual tiene sus rarezas.

Así que el toisón de oro y la monarquía española. El valor de los símbolos. El mundo de la heráldica. Los colores, los signos, las figuras, los estandartes, los blasones, los emblemas, todo lo que permitía distinguir a los malos de los buenos, a los buenos de los mejores, a los mejores de los excelentes, a los excelentes de los sublimes, habitualmente un puñado en un tiempo en que los combatientes iban tan cubiertos por armaduras que no se distinguían sus rasgos personales. Los caballeros de la orden del Toisón de Oro, creada por Felipe el Bueno, duque de Borgoña en 1429 en el espíritu de las órdenes de caballería; segunda sola, según informa Miguel Ángel Aguilar, director de la Fundación, a la de la Jarretera inglesa. Está bien que sea el espíritu de la caballería originariamente entendida como militar, como las órdenes del Temple o de San Juan, Santiago, Calatrava, Montesa o Alcántara, todos guerreros. En la del Toisón de Oro, predominaba lo guerrero en Carlos el Temerario y Carlos I de España; luego ese afán militar desapareció y la orden adquirió un carácter de ostentación más pacífica, con Felipe II y los subsiguientes Austrias, que jamás combatieron en guerra alguna, al igual que los Borbones. Carlos III era más bien municipal, Carlos IV y Fernando VII se pusieron en manos del enemigo, Alfonso XIII se declaró neutral y no sigo.

En cuanto pasó de los burgundios a los austrias, a través del matrimonio de María de Borgoña con Maximiliano de Austria, el toisón se convirtió en atributo de la monarquía, del Imperio y, luego, de carambola, de la Monarquía hispánica que se identificó con él, con el símbolo, de tal modo que, cuando cambió la dinastía, pasó a los Borbones y hoy los monárquicos sostienen que es el signo distintivo de la monarquía española y no les gusta recordar que también lo es de los austrias del Imperio Germánico y después, del Imperio austro-húngaro. De forma que hoy hay dos órdenes distintas del Toisón, con grandes maestres distintos y que otorgan el distintivo por razones también distintas.

El toisón es el vellocino de oro que viene directo de la expedición de Jasón y los argonautas a la Cólquide para hacerse con el talismán entre aventuras sin cuento. Una empresa heroica, típica de la caballería andante, en la que participaron, entre otros héroes, Hércules, Castor y Pólux y Orfeo. Encaja bien en la mentalidad y puede decirse que el vellocino es una forma del Grial. ¿Por qué no? Nadie sabed qué forma tenía. Unos, los más, lo imaginan como una copa; otros, como un plato; otros como algo más viril. También podría ser un vellón. Pero el mito de Jasón tiene elementos escabrosos en la presencia de Medea, así que pronto se dio un intento católico de cristianizar la orden (al fin y al cabo era reconocida por una bula papal) refiriendo el carnero a la historia de Gedeón en la batalla contra los madianitas del Libro de los Jueces en la Biblia. Pero esta asociación tampoco es muy ejemplar ya que Gedeón indujo al pueblo a la idolatría contra la que había empezado luchando. Además, las historias no tienen color. La de Jasón es mucho más atractiva y ofrece la ventaja de que pone en escena a Hércules quien en tiempos de los últimos austrias españoles había sido declarado personificación de la monarquía hispánica que incorporó a su escudo las dos columnas del plus ultra borgoñón, do todavía están. En el Casón del Buen Retiro, en donde Zurbarán había pintado diez de los trabajos del héroe para solaz de Felipe IV, en un fresco de Lucas Jordán es el mismo Hércules quien entrega el vellocino a Felipe el Bueno, con lo que ya se sabe quién es el héroe de la dinastía española. Un héroe inmortal.

Con su amplio collar de eslabones en forma de B de Borgoña y el vellocino colgando, la joya es bella y muy vistosa. Ese oro resalta poderosamente sobre el negro riguroso del estilo borgoñón que impregnó la corte española prácticamente hasta la muerte de Carlos II. Severidad, autoridad, lujo. Los felipes raramente lucen otra joya, pues el toisón no es compatible con otras órdenes, es exclusiva, única, grande. Así que la exposición se convierte en un paseo entre retratos de los austrias y los borbones, originales y copias de Altdörfer, Durero, Van der Weyden, Pantoja de la Cruz, Rubens, Tiziano, Carreño, Anguisola, Goya, Velázquez, Vicente López, Moro y algunos otros. Lo que une todos los retratos es el toisón, lo que salta a la vista es el sempiterno toisón, el signo de la realeza hispánica, pero lo que los ojos ven son los rostros de los monarcas, los felipes, Carlos II, Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XIII, por ser prudents y citar algunos; rostros y biografías a los que viene grande la grande empresa. Y, con Isabel II, otra quiebra de la unicidad de la orden a empuje de los carlistas, que no renuncian a la ley sálica.

A la orden del toisón se ha atribuido una especie de misión europeísta, pues no en balde el grefierato sigue en Bruselas, si no me equivoco. Esa misión europea es el contrapunto de la original que comprometía a la orden a la reconquista de los Santos Lugares ya que el Rey de España es Rey de Jerusalén. Sin embargo, el Gran Maestre actual, Juan Carlos I, ha otorgado la orden a mahometanos como el Rey Husein de Jordania o Abdalá Bin Abdelaziz, de Arabia Saudita, con lo que la recuperación de la tierra santa quedará para momentos mejores.

Como buen símbolo cargado de historia, el toisón de oro es el centro de un mundo de leyenda, de miserias, fantasías y disparates, o sea, de propaganda. Alfonso XIII otorgó la orden a algún emperador exótico, como el del Japón, algún presidente de república; pero Juan Carlos, en línea de entender el toisón al modo de la legión de honor, ha incluido en el elenco algún literato (bien es verdad que don José María Pemán) y algún político leal, como Torcuato Fernández Miranda o Javier Solana y algún edecán. Además lo ha democratizado y feminizado, incluyendo varias reinas pues para eso lo portó sobre su generoso seno su tatarabuela la Reina castiza.

Es curioso contemplar cómo este símbolo de propaganda imprime su huella en las obras de arte. Los artistas siguen lo que los críticos después llaman "programas iconográficos" para ensalzar a sus mecenas. El arte es lo que va de añadido, lo que rodea el núcleo del mensaje del que el espectador quizá no sepa nada, es decir, el retrato de Carlos II por Carreño, el de Felipe II por Sofonisba Anguissola, el Carlos III, Carlos IV y Fernando VII de Goya. ¡Qué semblantes en los que está escrito el destino de este desgraciado país! ¡Qué arte que llega a lo profundo de la naturaleza humana! Y si esto es así con las obras de arte, con los objetos lo es más, las joyas (hay unas veneras del Toisón en pedrería que son alucinantes), las bruñidas armaduras, los yelmos, rodelas y celadas, los libros, las crónicas, las tallas. En todos figura el toisón. Tiene el valor de la marca Reino de España.

divendres, 23 de desembre del 2011

El debate en el PSOE. Otro manifiesto.

El debate precongresual del PSOE se anima. Está bien que se hagan declaraciones, se publiquen documentos, se fijen actitudes, se critique y se sea criticado. El ámbito público está para eso, para discutir. Y es bueno que la discusión esté llevándose en los medios; es más transparente y se anima en cierto modo a participar a todo el mundo. Lo que interesa es escuchar y sopesar argumentos, razones, adquirir información. Si, además, se cumple lo que es de esperar, la prueba de que es posible debatir en política sin insultar, la discusión puede ser ejemplar.

Se conoció ayer un segundo manifiesto en clara respuesta al del día anterior, titulado Mucho PSOE por hacer y que Palinuro analizó en un post titulado Rumbo al cambio. Los dos manifiestos coinciden en tres cosas: en ser firmados por ex-ministros y ex (y no ex) altos cargos del PSOE; en enjuiciar el gobierno de Zapatero; y en insistir en la necesidad de un debate de ideas antes que de personas. En lo demás hay interesantes discrepancias dignas de comentario. Su motivación, por ejemplo. Del primer manifiesto, al que ya se llama la plataforma electoral de Chacón, decía un diario malicioso que se notaba ser eso, "de la Chacón", porque su nombre aparecía en el código fuente del archivo que contenía el manifiesto. Sagacidad de la era digital. A todos se nos ve el pandero. A los del segundo manifiesto, también. Son prudentes y el nombre de Rubalcaba no aparece, pero es evidente, tanto por el momento de la publicación como por su texto explícito que se trata de un documento reactivo. Se nota, sobre todo, en su brevedad y concisión casi gracianesca: cuatro párrafos. Pero cuatro párrafos cargados.

Que los firmantes sean todos barandas o ex-barandas no es en sí mismo malo ni bueno. Hay gente escandalizada que pide escuchar a los militantes. Pero no se ve en qué impiden los firmantes de los manifiestos que se pronuncien los militantes como lo deseen, uno a uno, como grupos, como quieran. Es su derecho. Si no lo ejercen será porque no quieren. Pero esa no es razón para negar a los barandas el derecho a exponer sus argumento y mucho menos ad hominem sobre si quienes fueron responsables tienen hoy crédito o no, etc.

En el juicio sobre el gobierno de Zapatero los del segundo manifiesto insinúan cierta deslealtad en los del primero, como si quisieran desmarcarse, habiendo "estado allí". Me parece injusto. En primer lugar porque todo el mundo tiene derecho a desmarcarse de lo que le parezca siempre que lo argumente. En segundo porque, además, no se desmarcan. Al contrario, reconocen las virtudes del gobierno de Zapatero, especialmente en materia de democracia y ampliación de derechos sociales y cívicos, como hacen los del segundo.

Las discrepancias vienen en las críticas. Los del segundo manifiesto vienen a decir que no hay lugar a la crítica porque las medidas que se tomaron en política económica (que son el eje de la discordia), en realidad, no tenían alternativa. En último término, además, es muy pronto para emitir un juicio que fían a la historia. Y esto sí que es una afirmación tópica y absurda sobre la que los autores debieran reflexionar, sobre todo porque estamos, al parecer, en un debate de ideas. En primer lugar, negar la crítica actual aduciendo que pueda ser refutada por la historia es una forma de censura que no se puede defender. En segundo, suponer que la historia emite juicios únicos sobre los acontecimientos del pasado es ingenuo y falso. No hay una única opinión de la historia sobre nada, sobre las causas de la caída del Imperio Romano, sobre las del feudalismo, las de la primera guerra mundial, la guerra civil española, etc. Sobre nada. Tampoco la habrá sobre Zapatero, como no la hay sobre ningún personaje de la historia.

Los autores del segundo manifiesto hacen muy bien en subrayar la calidad del gobierno de Zapatero, que es grande, aunque no tan bien en omitir sus errores. Cosa inútil por cuanto los revelan sin querer. Por ejemplo, dicen los firmantes muy orgullosos, llevados de su cariño al ex-presidente que "Zapatero se mantuvo al frente de un gobierno legítimo y dio la cara hasta el último día de su mandato, para a continuación facilitar un traspaso ejemplar a su sucesor", (subrayado mío). Eso está muy bien, pero es falso. Zapatero no agotó su mandato sino que adelantó las elecciones. Un error que los firmantes pasan por alto seguramente de modo inconsciente. Palinuro lo ha dicho siempre: hay dos errores en la gestión de Zapatero que han costado carísimos a su partido: no reconocer la crisis cuando se produjo y adelantar las elecciones cuando le dijeron. ¿Que estos errores no empañan la buena valoración de conjunto de los gobiernos de Zapatero? Sin duda. Pero fueron errores y deben figurar junto a los aciertos. Ignorar los unos a cuenta de los otros (los errores o los aciertos) es la fórmula más segura para no entender nada.

En resumen empieza muy bien el debate en el PSOE, muy animado. Hay interés. Que también haya intereses no es necesariamente malo. ¿Qué tiene de malo que Rubalcaba aspire a dirigir el PSOE y ser el candidato a la presidencia del gobierno? ¿Qué que lo haga Carme Chacón? ¿Qué que lo hagan otr@s? Hay sitio para todo en el debate. Recuérdese que junto al de ideas, hay que solventar el del método de la elección. ¿Quién elegirá al final? ¿Los delegados al congreso? ¿Todos los militantes, en primarias cerradas? ¿Todo el mundo, en primarias abiertas? Tendrán que encontrar una fórmula y justificarla.

Con todo lo esencial, en lo que coincide todo el mundo es en lo de debate de ideas. Lo malo es que no parecen por lado alguno. Es de esperar que alguien publique otro manifiesto o documento exponiendo el punto de vista socialdemócrata respecto a la refundación del capitalismo, la globalización, el Estado del bienestar, la Unión Europea, las políticas para mantener la cohesión durante la crisis, como consiguió hacer el gobierno de Zapatero, la idea de España, las relaciones de la iglesia y el Estado, etc. Un día de estos va Palinuro y cuelga uno en el blog. ¿Por qué no? Los afuereños también opinamos.

(La imagen es una foto de www.marxists.org, bajo licencia de GNU Free Documentation License).

dijous, 22 de desembre del 2011

El gobierno de Rajoy.

¿A dónde irá el buey que no are? El gobierno de Rajoy era tan previsible como su previsible presidente. La prensa dice que es un "gobierno de amigos". No iba a ser de enemigos; pero pudiera serlo de incómodos. La sorpresa no está en las personas que lo componen sino en las que no lo componen, en concreto los nombres más ligados al sector radical del PP, el adepto a la línea de Aznar. Quizá los más cercanos a éste sean Montoro y De Guindos, lo que no es moco de pavo al tratarse de los ministerios económicos. Pero es indudablemente un equipo de Rajoy quien se muestra así muy consolidado en el interior de su partido. La presencia de Ruiz Gallardón, pesadilla del sector llamado conspiranoico de la derecha, lo deja muy claro.

Es muy notoria asimismo la ausencia de González Pons, probablemente preterido en espera de que se aclaren sus relaciones con el ínclito Urdangarin e, indirectamente con la trama Gürtel. Es, pues, un gobierno relativamente amable, incluso pintoresco, gracias a la presencia del verboso Arias Cañete. El ascenso de Soraya Sáez de Santamaría, SSS, casi consagraría un duunvirato de no ser porque Sáez de Santamaría es mujer, aunque por sí sola una guardia pretoriana. Ya hay quien le ha afeado que haya renunciado a su derecho a la baja por maternidad por entender que se perjudica la causa femenina.

Seguro. En perspectiva de género el equipo de Rajoy es un retroceso con relacion a los de Zapatero. Con un veintiocho y pico de mujeres, incumple la vigente Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Es verdad que el PP la tiene recurrida en el Tribunal Constitucional y que algunos dicen que no está claro que afecte al gobierno en sí mismo. Pero, mientras esto se dilucida, hubiera sido de agradecer su cumplimiento. En el PP se piensa que los asuntos de género no tienen mayor importancia. Pero vaya si la tienen. Afectan a más de la mitad de la población. El argumento de que es irrelevante que se trate de ministros o ministras debiera, al menos alguna vez, demostrarse con un gobierno de mayoría femenina. Mientras esto no suceda el argumento será una falacia.

Claro que habrá quien señale que no hay que exagerar y que, si no se respeta la proporcionalidad de las mujeres en el consejo de ministros, a cambio, los madrileños van a ganar una alcaldesa y que vale por dos, puesto que responderá, es de presumir, al ideal de Aznar de la mujer-mujer.

No, las cuestiones de género no son prioritarias para la derecha. Ni otras de similar calado. La jura del cargo de Rajoy ante el rey, un crucifijo y una Biblia manifiesta que la cuestión religiosa tampoco será prioritaria. Lo que quiere decir que la iglesia católica volverá a días de gloria y, como potente lobby de la divinidad, pondrá en orden (tridentino) asuntos como la educación (adiós a la educación para la ciudadanía), el aborto como derecho (adiós, adiós), los matrimonios homosexuales (tres adioses), y el divorcio no cantará cuatro porque es derecho muy arraigado.

Pero, en fin, el gobierno tiene cien días de gracia, como rezan las convenciones democráticas no escritas. Además cuenta con una oposición constructiva y leal, muy diferente a la que su presidente practicó. Aunque parezca mentira en España, tierra bronca, desear que el gobierno, cualquier gobierno, acierte es de sentido común.

El cine sobre el cine.

Es tal el predominio gringo en el cine que a veces nos olvidamos de un cine europeo igual o mejor que aquel. Los efectos especiales, las 3D, el gore, el cine indi, las leyendas de género, Oeste, "negro", de guerra, siempre muy actualizados, no son todo en la vida.

The Artist (francesa, de Michel Hazanavicius, 2011) es inclasificable y única. Si acaso como de la familia del cine sobre el cine, algo así como las genialidades del teatro en el teatro o la novela en la novela. Pero rompe el molde. Hay algunos antecedentes notorios, el más famoso, Sunset Boulevard (Willy Wilder, 1950) que, además, coincide con The Artist en dramatizar el paso del dine mudo al sonoro, los talkies. Hay otros homenajes, aunque más alejados, como Las vacaciones de M. Hulot (Francia, Jacques Tati, 1953) y otras más recientes. Se recordará que en el Rififi (Francia, Jules Dassin, 1958) la larguísima secuencia del robo es muda, sin otro sonido que el de las cosas y las herramientas.

The Artist es mucho más que un homenaje al cine mudo: es una película muda del principio al final, contada (en alguna medida) con las técnicas del cine insonoro, incluidos los escritos intercalados imprescindibles. Es decir, la pelicula se cuenta a sí misma. Los protagonistas, él, el galán consagrado del cine mudo, que responde al abrumador nombre de George Valentin y ella, la principiante, llamada Peppy Miller, con un nombre casi de peli de los Keystone Kops. El actor consagrado que se hunde y la principiante que triunfa en gran medida gracias al consagrado. Habría algún parecido también con la historia (aunque en el teatro) de All About Eve, Todo sobre Eva (Estados Unidos, Manckiewicz, 1950) de no ser porque The Artist, muy en el estilo de las películas mudas, tiene un final almibaradamente feliz.

Pero eso es porque, además de un homenaje, la obra es una película muda. Que hay homenaje y referencia es patente a lo largo de la historia (por cierto, contada elegantísimamente, con un guión de ensueño). El montaje vertiginoso cercano al final, alternando el coche a toda velocidad con el revólver rinde no ya homenaje sino pleitesía al de la caballería del Ku-Klux-Klan y el asalto a la casa en Nacimiento de una Nación (Estados Unidos, Griffith, 1915).

La crisis del paso del mudo al sonoro (hacia 1927) se vive en el respectivo triunfo y fracaso de las dos películas, la hablada y la no hablada, que protagonizan ambos héroes, Valentin y Peppy, y se estrenan el mismo día, para mayor dramatismo. El hundimiento, el olvido, del ídolo caído y la aclamación de la estrella ascendente. Pero, obsérvese, sólo vemos escenas de la peli de Valentin (una increíble aventura en el África) pero no de Lágrimas de amor, de Peppy.

A partir de aquí, los estudios Kinograph dejan de producir cine mudo y triunfa del todo el sonoro (lo que la gente quiere, según el productor). Pero nuestra peli, The Artist, sin embargo, sigue siendo muda hasta un final en el que la mudez se rompe en otro fantástico homenaje a Fred Astaire y Cyd Charisse, en punteados de zapatos.

Pero es que esto plantea un problema de perspectiva muy curioso. De obedecer a un sentido documental de la narrativa, la peli tendría que haber pasado al sonoro en su último tercio, ya que llega a los primeros años treinta. Y no lo hace. Sigue muda. Es mucho más que una mera técnica de cámara subjetiva porque ésta, cuando se usa, configura un personaje más de la acción; sin duda es el ojo que ve a los demás, pero los ve reaccionando frente a él como un individuo de la historia, mientras que en The Artist no hay esta reacción frente a nadie porque toda la historia es subjetiva, está contada desde un no-sitio. Uno tiene una impresión de perder las referencias temporales análoga, salvando las distancias, a la que produce la contemplación de Las meninas. En fin, que es una gran película y tiene un montón de premios merecidísimos.

dimecres, 21 de desembre del 2011

Rumbo al cambio.

Muy bien ese documento o manifiesto de "los treinta". No ha terminado la investidura de Rajoy y ya están los socialistas haciendo titulares con lo que muchos (entre ellos, Palinuro) vienen reclamando, esto es, un proceso de revisión, de autocrítica, un propósito de renovación. Tampoco ha terminado la contrainvestidura de Rubalcaba como líder de la oposición y ya tiene otra plataforma para animar el debate. Es bueno saber que nadie se rasga las vestiduras por ello. Tiene que haber discusión; cuanto más amplia, mejor. Y discusión de ideas. La socialdemocracia debe reconstruirse. Siete millones de votos numantinos lo reclaman

El documento pide un "cambio de rumbo" del PSOE. Lo pide cuando el navío ya se ha estrellado. Pero lo pide. Y, para hacerlo, comienza con una autocrítica. Oportuno y sensato. Una autocrítica sin complacencias es la base para recomponer un programa que, falto de renovación y negado por una práctica desafortunada, nadie sabe en dónde yace. Los firmantes, algunos de ellos ministros del gobierno saliente y casi todos cargos relevantes del PSOE, reconocen haberse "alejado de los ciudadanos" y como prueba citan el sabido hecho de que el gobierno tardara una eternidad en reconocer la existencia de la crisis. Ahí, dicen, empezaron a perder el crédito. Y no saben hasta qué punto. Aquella absurda obstinación en no reconocer la realidad sembró el desaliento entre su gente, la desconfianza y la irritación entre los allegados y dio armas inesperadas a la oposición. Y no porque nadie la denunciara. Al contrario, fueron cientos las voces que se alzaron. La que Palinuro tiene más cerca es la suya propia que estuvo avisando inútilmente de la gravedad de lo que se venía encima casi un año. Véase, en otros muchos, anteriores y posteriores, el post de 28 de agosto de 2008, hace más de tres años, titulado Siguen sin llamarla crisis en el que se decía, por ejemplo: No sé si el señor Rodríguez Zapatero y sus colaboradores perciben o no que en este terreno nadie les concede crédito alguno, que la gente no se fía y la prueba obvia es que, efectivamente, todo el mundo ha cortado el grifo de compras, nadie consume porque nadie está seguro de lo que pueda pasar.

Los firmantes del manifiesto creen haber detectado la causa de esta insensibilidad a los problemas de los ciudadanos en que los socialistas se "ensimismaron" en su partido y su tarea de gobierno. Y, lo que es más de aplaudir porque demuestra que quizá se llegue a alguna parte, dicen que "una lealtad mal entendida ha hecho que se omitieran críticas necesarias y ha evitado que ese pulso se transmitiera hacia la dirección de nuestra organización". Es verdad, pero se quedan cortos. Lo que ellos llaman prudentemente "lealtad mal entendida", otros lo llaman peloteo, clientelismo, enchufismo y cosas peores. No será la primera vez que Palinuro diga que uno de los aspectos más desastrosos y que más ha empañado la, por lo demás muy positiva, gestión de Zapatero ha sido su política de nombramientos, regida por criterios de amiguismo o incomprensibles que acababa rodeándolo de tiralevitas de los de muy bueno lo tuyo Presidente en el gobierno y en el partido.

Y ese ejemplo cunde en los escalones inferiores. Como todo partido, el PSOE tiende a la oligarquía y si no se la sacude, acaba colonizado por gentes que son la personificación del principio de Peter, y cuya única función es aplaudir al jefe, acallar a los disidentes y yugular toda iniciativa de renovación y de cuestionamiento de inercias y rituales normalmente interesados. Los firmantes creen que con sus 132 años de historia, el PSOE, representante del socialismo democrático, tiene fuerza suficiente para desprenderse del lastre y emprender eso, un nuevo rumbo. Sin duda.

Pero, para hacerlo, este inicio de autocrítica amplia y aireada en público, como cprresponde a la sociedad de la información y la comunicación, debe ser consecuente. Y no lo es del todo. Por ejemplo, los firmantes empiezan mostrando su justo orgullo por lo que el gobierno de Zapatero hizo en su primera legislatura. Ciertamente, España dio un salto importante como sociedad. Pero, a continuación, el documento se refiere a las medidas de política económica y de gestión de la crisis que iban en contra del ideario socialdemócrata tradicional. Y no queda claro qué se quiere decir, si que no debieron aplicarse (lo que es muy problemático, dadas las circunstancias) o que no se supieron compensar con otras más equitativas. Y, por supuesto, no falta quien asegura que no supieron explicarlas. Pero, siendo esto importante, no es esto lo más llamativo.

Lo más llamativo es que, tras la audacia y el acierto de las medidas de derechos civiles de la primera legislatura, vino un frenazo brusco en este campo y sólo en este campo, en la segunda. Son varias las leyes sociales y de desarrollo de derechos que los socialistas abandonaron sin explicación alguna. Un solo ejemplo: ¿quién con un sentido progresista mínimo de la existencia entiende que el gobierno de Zapatero, tras mantener todos los privilegios de la iglesia católica y subir su inicua asignación en el IRPF, archivara la Ley de Libertad Religiosa? En estos abandonos está el problema que los firmantes del manifiesto prefieren ignorar porque es difícil de abordar. Efectivamente, aquí nos movemos en el terreno de las ideas que es resbaladizo y suele asustar a muchos, especialmente a los que creen que la política consiste en administrar como hormigas los aspectos prácticos de lo que juzgan es la opinión mayoritaria del electorado. De los seguidistas, en una palabra.

Porque es relativamente fácil proponer medidas de política económica que suelen justificarse con consideraciones cuantitativas. Pero es mucho más difícil averiguar hasta qué punto claro y real es el PSOE partidario de la separación entre la iglesia y el Estado. Y no digamos ya de la alternativa monarquía/república. Tampoco quedan claras otras opciones menos vistosas pero muy significativas de actitudes o ideas, como el sistema electoral, los derechos de los extranjeros, especialmente los inmigrantes, los privilegios de los políticos, etc. ¿Puede alguien explicar porqué votaron en contra de volar en clase turista 19 eurodiputados socialistas españoles, entre ellos algún firmante del manifiesto?

Efectivamente, en este campo de las ideas, enojoso, poliédrico, difícil, está el meollo de la renovación de la izquierda. No sólo en el de las medidas prácticas que, cuando están ayunas de marco teórico, no pasan de ser remiendos en el mejor de los casos y puro populismo en el peor. El manifiesto recoge acertadamente esta preocupación y propugna la necesidad de acometer la renovación de ideas de la socialdemocracia pero, para no faltar a la costumbre, no formula ni una nueva. Anuncia que vendrán en documentos sucesivos. Es bueno que sea así. Pero, para que sea, es preciso que su gente no se cierre a la defensiva frente a las críticas constructivas que vienen del exterior. Algunos dicen, con algo de amargo cinismo, que es el único sitio de donde pueden provenir. Por cierto no hay nada más irritante que ver cómo cargos del PSOE rechazan de plano debatir propuestas porque pueden poner en peligro las fortunas electorales de su partido. Son los mismos que lo han llevado al desastre electoral del que ahora quieren reponerlo.

Es verdad que Europa es siempre lo más fácil ya que a todos se nos presume una vocación europeísta sin par. Pero resulta esperanzador que el manifiesto llame a la revitalización de la Internacional Socialista (Palinuro cree que sería más realista empezar con el Partido Socialista Europeo) para la articulación de una socialdemocracia a escala del continente. Es una necesidad perentoria porque sólo en ese marco se podrá articular una salida socialdemócrata a la crisis; una que propugne (y haga realidad) ese cambio del modelo productivo que la misma derecha bautizó como "refundación del capitalismo", sin intención alguna de ponerla en práctica.

El título del manifiesto, Mucho PSOE por hacer, es un hallazgo. A ver si se hace.

dimarts, 20 de desembre del 2011

Ironías del destino.

Durante la campaña de las elecciones europeas de 2009, en un acto multitudinario y apoteósico en la plaza de toros de Valencia, Rajoy comunicó al país, dirigiéndose a Camps, allí presente y ya imputado en la trama Gürtel que 'Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado'. Se le olvidaba otro posible lugar: lejos de ti que es en donde precisamente está ahora, lejos, lejísimos de Camps. Para éste hubo muchas más alabanzas en aquel acto de afirmación casi caudillista. Mayor Oreja, ditirámbico: Camps es el más honorable de todos los valencianos y españoles. Y Rita Barberá, alcaldesa y sibila valenciana: Cada segundo que te han hecho sufrir, Paco, será un voto al PP. Lo de Rita se ha cumplido; lo de Mayor Oreja está en entredicho.

Primera ironía. En el momento de mayor gloria de Rajoy que éste ha podido alcanzar gracias a la inestimable ayuda de Camps en su día, el ex-presidente de la Generalitat se encuentra en el de su mayor infierno. La investidura de Rajoy ha coincidido con la desvestidura de su patrocinador, quien va por la segunda semana de oprobio, sentado en el banquillo de los acusados y prácticamente sin esperanza alguna de salir airoso de la prueba. Las facturas, los tiques, las cajeras, los contables, los sastres, forman una comparsa bulliciosa que está tragándose al cabezudo de la fiesta. Este, Camps, se ha quedado sin recursos. Los malditos trajes, como una pesadilla shakesperiana lo han sentenciado. El otrora rutilante Molt Honorable es hoy una sombra de lo que fue. Y, cuando recaiga sentencia, probablemente ni sombra de su sombra será. Sería inexplicable que continuara en ese puesto del Consell Jurìdic de Valencia. Ya lo es ahora; tanto más si resulta condenado.

Porque está claro que el asunto de los trajes con ser menor no es una fruslería, como quería entender Rajoy, sino que tiene mucho fondo. Los trajes, los regalos, el compadreo de políticos y logreros de la Gürtel, eran la espuma de los días, de los años, de un gobierno que parece haber regido la Comunidad valenciana como una tómbola de caciquismo y enriquecimiento ilícito de algunos en detrimento del interés general. Así se vio también ayer con el cierre patronal de las farmacias valencianas, gravemente perjudicadas por los impagos de la Generalitat, entre ellas, irónicamente, la de la señora de Camps. En resumen, la Generalitat que firmaba contratos millonarios con Urdangarin, empleaba nueve millones de € (de los que casi tres se quedaron en los bolsillos gürtelianos) en festejar al Papa, compraba a precio de oro la Fórmula 1, la Copa de América y mil otros dislates cesaristas, ahora no puede pagar las farmacias ni la educación ni prácticamente nada de primera necesidad. Definitivamente, los trajes eran más que unos trajes; eran una época. La época del expolio.

Segunda ironía. La trayectoria ascendente de Rajoy se cruza con la descendente de Camps. El Rajoy que ayer todavía luchaba contra los suyos por mantenerse como candidato tiene hoy en su mano el gobierno entero de España. A una mayoría parlamentaria aplastante une la casi totalidad de las Comunidades Autónomas y de los ayuntamientos. Nadie hasta ahora había tenido tanto poder. Eso da seguridad.

Y se le nota. No tiene prisa. A su natural cachaza añade ahora la cautela de no precipitarse para no lamentar después. Es obvio que tiene un magnífico asesor de comunicación. Hizo en su comparecencia de ayer lo mejor que podía hacer: ser él mismo, seguir sin desvelar sus planes en concreto porque, aunque esto pueda poner nervioso al auditorio, especialmente a los periodistas que se quejaban de la falta de mordiente (¿Y un mes de silencio para esto?), de la ausencia de noticias, paradójicamente manda un mensaje de seguridad hacia el exterior. España es un país serio, señores, los gobiernos se alternan mediante elecciones, se lo toman con calma, no como en Italia en donde lo hacen en conspiraciones histéricas de pasillo y casi a mamporros.

Rajoy ha comparecido como estadista, ha fijado el objetivo último, reducir 16.500 millones de gasto público y ha tranquilizado a los más débiles, los pensionistas. Los demás tendremos que prepararnos aunque en qué medida lo decidirá el hoy investido cuando conozca el déficit y tenga todos los datos. Ha desgranado dos o tres pequeñeces más, como la pedrea, y ha cerrado el discurso en espera de la archisabida investidura, sin decir nada que alguien no supiera. Lo que tiene su mérito luego de año y medio de silencio.

Puede parecer extraño que en un sistema parlamentario salga investido un presidente que no sólo no presenta su gobierno sino que tampoco explicita su programa. En realidad responde a la idea inconsciente que anida en Rajoy, muy frecuente en la derecha, dado su carácter autoritario; la de que él no es un presidente del gobierno al uso, el recambio de otro sin más; no. Él es el hombre providencial a quien el pueblo por aclamación mayoritaria ha elevado al puente de mando del Estado en peligro, dándole carta blanca con el fin de que saque al país de la crisis como sea. Como sea, pues nadie, nadie en la opinión ni en el parlamento ha exigido conocer sus medidas antes de votar. Faltan los cien días de rigor. Rajoy, sin soltar prenda, como siempre, viene marcando los terrenos. Sólo hay uno que se le escapa, el del único poder del Estado que no controla, el judicial. Le falta el terreno de la Gürtel, su amigo el hoy irónicamente abandonado Camps, que pueden convertirse en su peor pesadilla.

En esta legislatura la mayoría del PP hará casi irrelevante lo que diga la oposición. Y eso ya empezó a verse ayer. Rubalcaba dejó claro que el PSOE hará una oposición leal y constructiva, cosa que se da por descontada. Estuvo correcto y atinado porque es buen parlamentario. Y puso la línea roja en el estado del bienestar. Pero la situación de éste es tal que esa línea roja no es nítida y el PSOE, a falta del debate de ideas que todos piden y nadie inicia, no tendrá fácil contrarrestar las medidas nocivas pues tampoco tiene claro qué terreno pisa.

Por lo demás, la intervención de Rubalcaba debe leerse también en clave de la actual competencia por la secretaría general del partido. Pasada la investidura, los socialistas harán bien en despejar esa incógnita.

(La imagen es una captura de un vídeo del PP que se encuentra en You tube).

dilluns, 19 de desembre del 2011

¡Viva España!

También podría titular este post Retrato de la España eterna, como Dios manda. Más largo y dice lo mismo. ¡Viva!

La España de los nobles parásitos, capaces de arrancarse por sevillanas a los ochenta años y de insultar a los jornaleros de sus tierras a los cuarenta. La de los logreros que viven de la estafa en connivencia con políticos corruptos que roban lo que pueden pero no pagan ni sus trajes. La de los defraudadores del fisco a bolsillos llenos, como ese Urdangarin quien parece haber cometido (presuntamente) todos los delitos del código penal, si bien de cuantía mayor, porque siempre hay clases. La de los miembros de la una Casa Real que viven opíparamente a costa del contribuyente (hijos, nietos del monarca) sin realizar ninguna función de utilidad a la colectividad. La de los obispos que quieren que la ley de Dios vuelva a guiar las decisiones públicas. La ley de su dios. Su ley. La de los empresarios ineptos, incapaces de emprender nada, de innovar, de crear riqueza, que sólo fían sus beneficios a hundir los salarios de los trabajadores y eliminar las prestaciones sociales, con el fin de apoderarse de todo el dinero para su vida de lujo. La de los banqueros que viven de expoliar las entidades que regentan hasta que las arruinan. La de los políticos a quienes no bastan los privilegios que tienen y se comportan como caciques, esquilmando el erario público.

Hoy comparece Rajoy en la sesión de investidura. Según noticias, hará un discurso realista en el que hablará de que hemos de prepararnos para tiempos duros, pero no explicará las medidas que piensa tomar. ¿Para qué? A un país que aguanta todo lo anterior no hace falta explicarle nada.

¡Viva España!

Los trolls y los insultos en la red

La defensora del lector de El País, Milagros Pérez Oliva, dedicaba ayer su columna a los trolls y los insultos en la red. (Los "trolls" se apoderan del debate). Venía a cuento de que, al parecer, los comentarios del blog de Iñaki Gabilondo rebosan de insultos, injurias, amenazas, groserías. Digo "al parecer" porque, aunque miro a diario el videoblog del periodista, nunca los comentarios porque ya sé lo que voy a encontrar; lo que he dicho. Por lo demás, como todos los blogs, páginas web, todo lo que se asome a la red y abra la posibilidad de comentarios anónimos. Y cuanto más importante, interesante, oportuno o de mayor audiencia sea lo que se expone, más arrecia la grosería, el matonismo, la chulería, la infamia.

La defensora se queja amargamente de esta situación y lo mismo hace Gabilondo, quien lamenta que se pierda una ocasión de debate en profundidad. Me solidarizo con Iñaki que no sabe bien cómo lo entiendo. Siempre que haya anonimato habrá abundancia de enfermos mentales, envidiosos y sicarios a sueldo (básicamente los tres grupos mayoritarios de trolls) soltando su basura. Siempre será así, pues está en la naturaleza humana. Lo sabemos todos y está estudiado. La misma defensora cita una página de Timothy Cambell, ¡de 2006! en la que se analiza la figura del troll. Campbell hace sabias recomendaciones sobre cómo combatirlos y, en último término, confía en la habilidad del administrador.

Los trolls son, en efecto, muy conocidos. Véase (entre los muchos ejemplos posibles) una página de Ramón Redondo en la que se clasifican con bastante gracia los distintos tipos de trolls. Pérez Oliva lamenta que, a través de estas prácticas, padezca la calidad de los diarios. Se trata de una verdad a medias porque olvida que gran parte de la prensa se dedica precisamente a insultar, que hay columnistas en los medios escritos que no hacen sino insultar. Y mientras los periodistas sigan considerando que los medios que insultan y los que no insultan son iguales, no habrá nada que hacer y los trolls digitales seguirán alimentándose de la bazofia que leen en ciertos medios, oyen en ciertas radios y ven en ciertas televisiones. Los nombres los conoce todo el mundo.

Los remedios de Campbell no son tales. En primer lugar, ¿por qué hemos de perder el tiempo neutralizando psicópatas, envidiosos y sicarios? En segundo, no todo el mundo puede pagarse un administrador de la página.

No, frente a los insultos y los trolls sólo hay una solución y media. La media consiste en establecer un sistema de registro para evitar el anonimato y, además, contar con un administrador que filtre. Sólo es media solución porque los registros no son enteramente seguros, dado que suele ser posible identificarse en falso o, lo que es peor, suplantando a otra persona. Y los administradores tienen límites. Eliminar un troll que insulta y/o amenaza e relativamente fácil. Otros no lo son tanto. No es fácil expulsar al troll que Redondo llama tiquismiquis y tampoco a otro, más peligroso aun, que es el prolijo argumentador: sin insultar, sin vociferar, pretende enredar al autor de la página (y otros comentaristas) en discusiones sin fin, irrelevantes, cansinas. Si se los bloquea, se quejan de que se coarta su libertad de expresión. Y las buenas gentes que han padecido años de dictadura silenciosa se allanan a que los descendientes de quienes la ejercieron (o ellos mismos), vuelvan a monopolizar el debate público.

Hay que reconocerlo: el único remedio es cerrar las páginas a los comentarios. Es triste, cierto, pero tampoco tanto, no hay que exagerar; quien tiene algo que decir encuentra siempre en donde hacerlo en la red. Y es lo más eficaz. Palinuro aprovecha para recordar que tiene los suyos cerrados y así lo explica en su apartado correspondiente. Estaba harto de aguantar insultos, amenazas e impertinencias. El blog ha ganado y ha crecido en audiencia.

Palinuro (este Palinuro) nació en un país en el que los espacios públicos cerrados advertían que estaba "prohibido escupir en el suelo" o, si el espacio era abierto, que estaba "prohibido hacer aguas menores y mayores". Un país que se ha civilizado mucho, pero que parece haber retrocedido, al menos en lo que hace a los escupitajos y las aguas "menores". Basta con pasear por el centro de nuestras ciudades. Palinuro no puede evitar que nuestras calles parezcan escupideras pero sí que escupan en su blog.

(La imagen es una foto de jaywood_uk, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 18 de desembre del 2011

Dios salve al Rey.

El caso Urdangarin es tan escandaloso que hasta las formas se han perdido, y eso que estamos entre altezas. De ser palafreneros ya habrían empezado los mojicones. Nadie respeta la presunción de inocencia del Duque de Palma. Ni su suegro, cuya casa ha calificado su comportamiento de poco ejemplar y ha querido arrojarlo a las tinieblas exteriores. Y si la Corona lo trata de poco ejemplar, las gentes del común, más dadas al recio castellano, lo tildan de cosas subidas de tono, de estafador, ladrón y sinvergüenza, por ejemplo. El ágora virtual que es la red, hierve. Si no se me cree, váyase a google y tecléese "Urdangarin ladrón": 170.000 entradas hace unas horas. Por supuesto, siempre presunto; tan presunto como el poco ejemplar de la casa Real.

Por fin se sabe que el Rey estaba al cabo de la calle de las andanzas y presumidas fortunas del yerno. Tendría que haber sido muy negado para no preguntarse de dónde había sacado el matrimonio seis millones del ala para pagar un palacete en Pedralbes, sin contar otras fruslerías en Mallorca. Sabiendo, además que, para Rey Midas, ya está él. Y no sólo sabía sino que hizo lo que pudo para ocultarlo, para que nadie lo supiese. Encomendó a un cortesano asesor "externo" que pusiese orden en el desbarajuste empresarial del yerno. Pero no debía de haber solución porque no se hizo nada. La idea de montar una fundación no era posible. ¡Ya el propio Urdangarin manejaba una ONG sin ánimo de lucro!

Al final se decidió que el matrimonio pusiera tierra (y un océano) por medio y se radicara en Washington, que debe de ser una de las ciudades más aburridas del mundo. No era un exilio sino una especie de expatriación que no trataba tanto de evitar la acción de la justicia, si se interesaba por el deportista/conseguidor, como de impedir que éste siguiera con sus lucrativos negocios. Pues no parece que el Duque esté muy al corriente del mundo en el que vive, quizá porque vive pendiente de las cuentas de resultados de sus otras empresas, las que sí tienen ánimo de lucro, como Airzoon, que es algo así como "pájaro", en la que también figura su esposa y, según tengo entendido, aunque no sé en condición de qué, dos de sus hijos de poquísimos años de edad.

Si uno sabe de un delito y no lo denuncia (que es un deber), uno se convierte como mínimo en encubridor y comete otro delito. Pero la Casa Real ha hecho más que no denunciar un posible ilícito del que tenía cabal conocimiento, ha intentado ocultarlo; es decir no solamente no ha colaborado con la justicia sino que la ha obstaculizado. Lo que es otro delito más. Se puede entender que un padre no quiera denunciar a su hija. Pero el rey es rey antes que padre. De todas formas, tampoco debe preocuparse mucho ya que en su artículo 56, 3, la Constitución dice que "la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad."

Pero ¿es eso aceptable en una democracia, sobre todo tratándose de presuntos delitos de corrupción? Obviamente, no. O sea, lo menos que cabe esperar es un debate sobre el asunto. Que no es menor: ¿puede una comunidad moderna estar regida (aunque sea a título honorífico) por una persona que no es responsable de sus actos? Y aquí es donde va a resurgir la opción republicana.

El país se ha llenado de monárquicos, todos ellos muy oficiosos, dispuestos a explicar a los vientos que las supuestas fechorías del yerno en nada afectan al suegro y mucho menos a la institución que tan dignamente representa. Abundan los salvatestas coronadas en el PP y en el PSOE y, desde luego, en los estamentos de orden, incluida la iglesia de Cristo, cuyo reino no es de este mundo pero es reino; no república, caramba. El debate monarquía-república, dicen, está trasnochado; no es importante hoy, dicen; no interesa a los españoles, dicen; sólo sirve para desviar la atención de los problemas realmente importantes, dicen; es cosa del pasado, dicen, y hay que mirar el futuro, dicen. Como si pudiera verse.

De las dos infantas cabe decir que no han tenido buen ojo a la hora de escoger a sus maridos. Pero el caso Urdangarin no es solamente un problema matrimonial (si es que lo es) ni tampoco privado; es un problema de Estado. Porque las actividades supuestamente delictivas del Duque deportista se han realizado en connivencia con dos presidentes de comunidades autónomas, Matas en Baleares y Camps en Valencia, que a su vez están imputados en otros asuntos de corrupción. Por si fuera poco, en los acuerdos relativos a Valencia (ya se sabe, vender la realización en esa Comunidad Autónoma de unos juegos olímpicos europeos que aún no existían), intervino González Pons, portavoz del PP, azote del gobierno socialista y probable ministro en el primer gobierno de Rajoy. El caso Urdangarin es asunto de Estado, de gobierno, de Comunidad Autónoma, de todo.

El caso Urdangarin, metáfora de un tiempo de corrupción generalizada, presidida por la aventura de la Gürtel, con la que está relacionado, es una amenaza a la precaria legitimidad de la monarquía española. El Rey puede obstinarse en seguir. Al fin y al cabo lo nombró Franco, quien murió de viejo en la cama y no va a ser él menos que su mentor. Pero quizá haga más por la fortaleza de la institución que representa aceptando la jubilación que, tratándose de un rey, es una abdicación y, tratándose de un plebeyo, dimisión.

Ya se sabe: King never dies, el rey nunca muere.

dissabte, 17 de desembre del 2011

Indignación y/o resignación.

La crisis está sacando a luz las miserias, las vergüenzas, las canalladas de un sistema mundial que prácticamente todos rechazan pero nadie cree que pueda cambiar. La humanidad ha avanzado mucho en general y todo tiempo pasado fue peor. Pero lo actual enciende la sangre y encrespa el ánimo. Africa es el continente de los horrores para millones de seres humanos. En América Latina están algo mejor pero son millones igualmente los que padecen las consecuencias del subdesarrollo. En la China mil millones viven bajo un régimen tiránico productivista que no respeta sus derechos humanos. En la India es el sistema económico el que hace que esos derechos sean papel mojado para otros casi mil millones que viven en una sociedad de castas. En Europa son cientos de millones que viven un proceso de empobrecimiento galopante y miran con miedo un futuro que amenaza con ser mucho peor. De Rusia no hace falta hablar y en los Estados Unidos las cosas no habian estado tan mal desde 1929.

De pronto se oye un grito: ¡indignaos! Surge la indignación y se propaga como la pólvora. Primavera árabe, spanishrevolution, la ocupación de Wall Street. Todo manifestación callejera que sólo en los países árabes ha dado lugar a alteraciones institucionales. En el resto, la cuestión es si la indignación del 15-M que, en parte, es una indignación contra la resignación, puede ir más allá de ésta. En el futuro no se descarta nada; pero las indicaciones del presente no son halagüeñas. La misma aparición de los Anonymous apunta al carácter del movimiento y sus limitaciones. La idea es que la resistencia al sistema surge espontáneamente, es anónima, no tiene estructura, no se puede reprimir y golpea en donde duele. Pero esa es la idea. La realidad es que un movimiento anónimo está abierto a todo, incluso al contramovimiento. Que sea además un fenómeno de la red deja el problema en donde estaba al principio. Actuar en la red es hacerlo en los nervios del sistema. Pero éste es muy complejo. Nada hace tanto daño a Anonymous como ese vídeo en Youtube en el que anuncia que aniquilará Facebook el 5 de noviembre... pasado.

Es la complejidad lo que cuenta. La complejidad de la globalización que no es una palabra, sino una realidad. El mundo está metido en sí mismo como nunca antes. Así descubre que los actores mundiales ya no son sólo los Estados nacionales (y, de estos sólo algunos, pues los demás eran "actuados") sino que se añade todo tipo de entes, religiones, empresas privadas, organizaciones internacionales, delictivas, terroristas o de socorro humanitario. A veces los más importantes Estados muestran su impotencia, por ejemplo cuando Sarkozy pierde los nervios porque las agencias de rating bajan la calificación de la deuda francesa. La globalización es un campo de batalla con fuego cruzado en el que no se respeta nada.

Entre tanto, la política, la actividad de los partidos, los debates, las opciones electorales siguen planteándose en términos domésticos que son ficticios pues en los Estados no rige hoy el principio de soberanía interna. Grecia e Italia tienen gobiernos directamente nombrados por los mercados. Portugal y España también, aunque por intermedio de los electorados que han entendido perfectamente el mensaje de la resignación. La soberanía siempre fue una ficción; pero ahora es una quimera.

En la divisoria izquierda/derecha en las políticas nacionales la derecha lleva las de ganar porque es ella la que gestiona la globalización según sus criterios neoliberales. La izquierda, enredada en la ficción de las políticas nacionales, no tiene discurso para la globalización que considera un proceso objetivo, ajeno ante el que hay que pronunciarse, no como algo que pueda hacer ella misma, gestionar ella misma. Por eso se desdobla en dos grupos: los partidarios de adaptarse, como uno se adapta al tiempo y los partidarios de combatirla, como uno lucha contra una plaga. No es dificil de entender que la izquierda es parte de la globalización misma; que ella no lo vea es otra cuestión. La que explica porqué no tiene discurso sobre ella. Y, sin embargo, es el que hay que construir porque es en ese terreno en el que se juega el porvenir de sus ideales.

Ahí tiene que darse el debate de las ideas que todos reclaman. Pero, para que suceda, hay que empezar por organizarlo. El Partido Socialista Europeo, la organización más amplia de la izquierda europea, podía convocar un congreso para debatir un programa común para Europa, primero aoordado por los socialistas y puesto luego de nuevo en debate en otro congreso al que acudan las demás izquierdas que lo estimen pertinente. Si eso se hace, seguro que salen propuestas alternativas a la gestión de la crisis en el orden europeo y global.

(La imagen es una foto de tasteful_tn, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 16 de desembre del 2011

Empredadores.

Entre los grandes empresarios españoles y los europeos hay un punto de identidad: todos quieren maximizar sus beneficios. Lo demás, son diferencias. Los españoles tratan de maximizarlos a costa de lo que sea, sin escrúpulos, despojando de sus derechos a los trabajadores si se puede; los europeos no tanto o mucho menos.

Los empresarios europeos empiezan a trabajar y arriesgar con márgenes de beneficios entre el tres y el cinco por ciento; los españoles no se mueven por menos del quince al veinte por ciento. Y garantizados: los europeos arriesgan; los españoles, no. Los europeos invierten en investigación, innovación y desarrollo (i + i + d); los españoles, no. Basta con echar una ojeada a los registros de patentes; en dónde se trabaja bajo licencia y en dónde no.

Los empresarios europeos hacen honor a su nombre y emprenden; los españoles, no. Van a lo seguro (o lo que creen seguro, que tampoco son unas águilas), como el ladrillo; pero no abren líneas nuevas de producción. Un ejemplo: España es el único país europeo importante que carece de coche propio de fabricación nacional. Todo lo que se produce es bajo licencia ajena; hasta el Seat. Y si hay alguna innovación suele ser promovida y amparada con dineros públicos.

Los empresarios españoles parasitan cuanto pueden el Estado del que maldicen, y hacen negocios con el BOE a la vista, refugiados en las subvenciones, los incentivos, las exenciones fiscales, las mamandurrias; los extranjeros, no o mucho menos. Los españoles tienen un poderoso grupo de presión en forma de confederación (CEOE) que disfruta de cuantiosas subvenciones públicas legales y, si pueden, ilegales, pero descalifican a los sindicatos por subvencionados y a los sindicalistas por parásitos. Los extranjeros, no; estos buscan siempre la conciliación con el mundo del trabajo; los españoles buscan la confrontación y la imposición.

Los empresarios españoles ocultan capitales ingentes en paraísos fiscales. El último ejemplo, presunto, por supuesto, el del empresario Iñaki Urdangarín. Los empresarios europeos, que también lo hacen, lo hacen mucho menos y los pillan mucho más. Los empresarios españoles evaden cifras astronómicas de impuestos, miles de millones de euros, según diferentes cálculos, lo cual da lugar a esa indignante situación de que la cantidad media de impuestos que pagan los trabajadores sea superior a la de los empresarios (y profesiones liberales), que es sangrante; los empresarios europeos tienen una mucho mayor conciencia fiscal.

Los empresarios españoles pretenden explotar a los trabajadores, pagarles salaríos ínfimos, despedirlos libremente, negarles seguridades contractuales, sujetarlos a la incertidumbre y mantenerlos indefensos frente a las arbitrariedades de la jefatura. Los empresarios extranjeros, que también tienen esta tendencia, se moderan mucho más. Incluso cuando los españoles piden imitar a los extranjeros lo hacen en detrimento de sus propios trabajadores. La petición de vincular los aumentos salariales a la productividad, como en Alemania, pasa por alto que la productividad es un factor que depende sobre todo de la acertada práctica empresarial; que en Alemania es alta y en España, baja.

En resumen, los empresarios españoles no merecen ese nombre, ni el de emprendedores, sino algún otro, todavía pendiente de formular como se hará cuando quede clara la peculiar peripecia del anterior presidente de la patronal, Díaz Ferrán, experto en concursos de acreedores. No existe un criterio objetivo respecto a qué sea la buena actividad empresarial (la que crea riqueza), a pesar de que hay facultades universitarias dedicadas al estudio de la ciencia empresarial. Tampoco existe, que yo sepa, una escala de categoría y calidad de los empresarios europeos, aunque hoy día se mida el rendimiento de prácticamente todo. No obstante, no es exagerado aventurar que, si existiera, los empresarios españoles ocuparían lugares modestos. Ni siquiera descuellan como financiadores de empresas benéficas o culturales, como podrían hacerlo ya que invierten poco o nada en la modernización de sus negocios. No, no se merecen el nombre de empresarios, al menos en el registro de los ciudadanos a los que la colectividad deba estar agradecida.

A pesar de ello, están todo el día predicando, diciendo a la gente lo que tiene que hacer que es básicamente someterse a sus dictados de explotación. Y lo hacen con pretensiones dogmáticas, haciendo pasar por conclusiones razonables un mazo de topicazos y prejuicios que tratan de favorecer sus intereses y lesionar los de la colectividad. El último ejemplo, el de los irritantes propósitos del jefe Juan Rosell sobre los funcionarios. No es preciso detenerse a demostrar que sus presupuestos y conclusiones son falsos, pues ya lo han hecho voces más autorizadas que la de Palinuro, como la de Juan Torres López, catedrático de Economía aplicada, en un post en su blog Ganas de escribir, titulado En España no sobran funcionarios sino defraudadores y los dirigentes patronales que los encubren.

Como esto no se oculta a los empresarios, conviene indagar los designios por los que hacen tan desconsideradas reclamaciones y que son: a) acabar con los restos del Estado del bienestar, privándolo de personal que lo gestione y aprovechándose de los caudales que así se ahorrarán; b) suprimir el viejo principio de la intervención reguladora y redistributiva de los poderes públicos, vinculado a la idea hegeliana del Estado como incorporación de la eticidad. Nada de eticidad; en la sociedad, que rija la ley del más fuerte; c) eliminar funcionarios y no sólo los de la caricatura de los manguitos sino tambièn en otros órdenes vinculados a la vigilancia de la legalidad en la actividad mercantil, inspectores de Hacienda, abogados del Estado, jueces, fiscales, sobre todo los anticorrupción, etc. A cambio, deben ampliarse los funcionarios de prisiones y los cuerpos de seguridad, para contener a la chusma; d) incrementar el paro -que es el medio ideal de chantaje, casi terrorista de los empresarios sobre los trabajadores- porque permite forzar el descenso generalizado de los salarios y el aumento de las jornadas, hasta llegar a esa situación ideal de una fuerza de trabajo dispuesta a laborar todo el día por nada; e) suprimir la base de seguridad en el empleo de un colectivo que tradicionalmente la ha tenido a cambio de sus bajos salarios y someterlo a la situación de precariedad e inseguridad en que tiene a los trabajadores del sector privado cuando debiera ser al revés, esto es, consolidar y asegurar la posición de estos; f) amedrentar a los trabajadores públicos sometiéndolos a la arbitrariedad de los políticos de turno y restablecer la institución de los cesantes, que tanto propicia el caquisimo y la corrupción, práctica inveterada del empresariado español, como puede verse en el caso de la Gürtel.

En una sociedad ilustrada, avanzada, integrada y moderna, el capital es una relación social (Marx) y la propiedad cumple una función de interés general (Papa León XIII), es decir, la actividad empresarial se hace un contexto de responsabilidad social en el que el conjunto de la colectividad tiene derecho a pedir cuentas a los empresarios del uso que hacen de sus favorables condiciones; porque la propiedad no es absoluta, sino que está sujeta al interés social. Y en el entendimiento, además, de que serán tratados como ellos tratan a los demás y medidos con la misma vara.

Se entiende porqué Palinuro propugna que, así como los empresarios se arrogan el derecho a juzgar sobre la calidad del trabajo y el rendimiento de los funcionarios y los trabajadores en general, la sociedad haga lo mismo con el trabajo de los empresarios. Que si los funcionarios y trabajadores son despedidos, los empresarios incumplidores sean expropiados. Y, cuando delincan, cosa nada infrecuente, que vayan a la cárcel y el Gobierno no los indulte. Es un principio de justicia.

(La imagen es una foto de Izquierda Unida, bajo licencia de Creative Commons.

El deporte como tocomocho.

¡Sapristi! No contento con vender a Matas (presuntamente, claro) una etapa del tour de Francia en Mallorca, Urdangarín, según dice Público, vendió a Camps unos Juegos Europeos que aún no han nacido. Y ambos genios de la gestión pública, al parecer, pagaron millonadas por dos invenciones similares a un tocomocho, avaladas sin duda por el prestigio deportivo internacional del Duque y no, faltaría más, por su condición de familiar del Rey, aunque sea agnado. Menos mal que al agnado no le dio por vender al uno la Cibeles y al otro la Torre del Oro. Se las hubieran comprado.

Hay quien dice que este episodio, cuya esencia hunde sus raíces en la gloriosa tradición hispana del lazarillo de Tormes y el Buscón, llamado don Pablos, no afectará en nada a la Monarquía. Pues será porque los Borbones son franceses, porque el caso es demoledor. La Monarquía está en un brete. Y lo que quedaba a los políticos es que la gente descubra que, además de estafadores, son estafados. Porque en este tipo de estafa siempre hay uno que se pasa de listo y otro que lo hace de tonto.

dijous, 15 de desembre del 2011

Tirar de la Gürtel.

¡Qué gran error fue adelantar las elecciones! Si no se hubiera cometido, a estas alturas, a cuatro meses de la votación en su tiempo previsto, la gente conocería el auténtico alcance de la Gürtel, se enteraría de cosas que probablemente influirían en su voto. Y eso que lo que está sabiéndose del proceso de Valencia, deliberadamente circunscrito al asunto de los trajes, en beneficio de Camps, apenas es un adelanto de lo que vendrá a continuación. En los miles de páginas de lo que promete ser un juicio devastador para el PP, se encuentra la verdad de su supuesta implicación en la trama de expolio de los caudales públicos. Al rendirse a la presión de la prensa afín al PP, Zapatero privó a los electores de la posibilidad de acudir a las urnas con una información contrastada en sede judicial sobre la forma de gobierno de la derecha. Ese ha sido su gran error estratégico en alguna medida causante de la derrota electoral del PSOE.

Porque ese juicio de Valencia es un espectáculo bochornoso. Entre conversaciones telefónicas inenarrables, declaraciones falsas, silencios reveladores, mentiras, contradicciones, pruebas incontrovertibles y pruebas imaginarias se entrevé un mundo de corruptelas, compadreos, caciquismo, clientelismo, sobornos, etc., y todo a costa de los contribuyentes que, en algún momento, recordarían que también son votantes. Es tal la aparente ciénaga de la política conservadora en Valencia -que ya apunta en dirección a Madrid, calle Génova, 13- expuesta a la luz pública que alguno de los procesados puede dar la nota.

Con la tensión que se respira en el proceso la figura de el curita y su guardarropa de lance han pasado a segundo plano. Queda la impresión de que este peculiar personaje es en realidad un pardillo que se limitaba a vestir de pollo pera mientras otros se llenaban los bolsillos o es un redomado perillán que oculta su parte alícuota en este expolio generalizado de las arcas públicas en algún secreto lugar. Es de esperar que los valencianos estén tomando nota de la altura moral de sus gobernantes, en especial ahora que, al parecer, sintonizan canales de televisión libres y no ese Canal Nou al servicio del gobierno que cosecha un hercúleo 1,7 por ciento de la audiencia a un precio prohibitivo.

Y ¿qué decir del esperado debut judicial de don Vito Correone? Repeinado, elegante, trajeado aunque sin corbata (prenda que quizá no se permita a los reclusos por temor a que se ahorquen), se ha encerrado en un silencio total, lacónicamente justificado con consideraciones de estrategia procesal.

Correa es tan mudo como en su día fue sordo Iñaki Urdangarín. Según Libertad digital, el duque de Palma se libró de la mili en los noventa alegando sordera total. De ser cierta esta información y como antiguo soldado que pudo también librarse de la mili (y por razones reales) pero no lo hizo, Palinuro recupera su desprecio por quienes recurren a falsedades para librarse de un deber que descargan sobre los demás.

El alud de informaciones sobre el Duque de Palma, aterrorizado como tiene a su regio suegro, dibuja un presunto profesional de la estafa. Por si fuera poco también Libertad digital revela que Urdangarín se valió de de una ONG para niños con cáncer para evadir capitales a Belice. Ciertamente, si alguien es capaz de estafar a la colectividad, también lo hará con sus sectores más indefensos. Es un estilo profesional. Lo mismo hizo Roldán quien, entre otros desmanes, expolió una organización de huérfanos de la Guardia Civil.

La Gürtel es proteica. Camps parece haberse entendido con Iñaki Urdangarín en detrimento de los intereses generales que debiera proteger y el Duque, ya armado caballero de la orden de la Gürtel, según dice hoy El País, se llevó un buen pellizco por ayudar a Ruiz Gallardón a que fracasara la candidatura olímpica en Madrid. La Gürtel cada vez semeja más una de esas macabras danzas medievales en las que una hilera de ciegos cogidos de la mano camina hacia el abismo dirigida por otro ciego. Sólo que aquí el ciego es un mudo.

¡Qué gran error fue adelantar las elecciones!

La guerra total de la patronal.

Juan Rosell, presidente de la patronal española, husmeando que van a gobernar los suyos, pide que se despida a los funcionarios como se hace con los trabajadores en las empresas, sobre todo ahora que los despidos van baratos. Gran idea que Palinuro comentará mañana. De momento brinda otra que hace pareja con ella: despedir a los funcionarios que hagan mal su trabajo... y expropiar a los empresarios que hagan mal el suyo. Expropiarlos cuando hagan huelga de inversiones y cuando exploten a los trabajadores. Expropiarlos y meterlos en la cárcel cuando evadan capitales. Expropiarlos y meterlos en la cárcel cuando estafen a Hacienda. Sería equitativo. Mañana seguiremos.

(La imagen es una foto de Izquierda Unida, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 14 de desembre del 2011

Los trajes emponzoñados.

Gran parte del país está siguiendo la comparecencia de Camps y Costa en el proceso por el presunto delito de cohecho impropio. El comienzo de la Gürtel. Y es un espectáculo lamentable. Resulta comprensible que, al verse en esta situación, un hombre que lo ha sido todo en Valencia y mucho en España, ante cuyo despacho hacían cola poderosos empresarios y hasta los por entonces miembros de la familia real, el gran conseguidor para su tierra, el líder carismático que ganaba (y gana) elecciones por mayorías abrumadoras, piense que está siendo objeto de una conspiración satánica.

Pero lo cierto es que Camps está en donde está porque así lo ha querido él. Pudo no haberse relacionado con los amiguitos del alma; pudo haber reconocido que lo de los trajes fue un patinazo; pudo haberse declarado culpable y se habría ahorrado este juicio un poco esperpéntico en el que todas las pruebas lo incriminan y ninguna lo exonera. Pero le pudo su soberbia. En el clima de impunidad que había generado con su forma de gobernar creyó que todo le estaba permitido y que podría evitar o torcer la acción de la justicia y se encerró en una actitud mezcla de ataque, desprecio y disparate, que es la que ostenta ahora en sede judicial y todo ello adobado con mentiras a las que, como le recordó el juez, tiene perfecto derecho.

Desde el principio sostuvo que las acusaciones eran un montaje y es lo que sigue diciendo tan sin pruebas hoy como ayer. Decía y dice que está deseando aclararlo todo, pero se calla que hizo lo imposible para no hacerlo. Pasó dos años negándose a contestar las preguntas de los periodistas y sigue sin contestar las de la acusación popular.

Y ¿por qué no contesta? Porque, dice, no quiere "politizar" el juicio y esa acusación tiene una motivación política. Pero su defensa es puramente política, no jurídica, y hasta sus insidias contra el juez que preside llevan tinte político. Y no se hable del trato a las fiscales, a las que sólo falta que acuse de obedecer órdenes de Ferraz.

Los disparates son de igual jaez. Palinuro ha sostenido siempre que este hombre no razona como el común de los mortales, que la presión psicológica a la que seguramente está sometido por este ridículo asunto de los trajes le hace desbarrar y no medir el alcance de sus palabras. Dice que sus conciudadanos quieren que vaya bien vestido. Esta presunción puede ser cierta o no. Más parece que sus conciudadanos querrán que gobierne bien; no que vista bien. Pero, además, no se da cuenta de que, al formularla, justifica el juicio que rechaza con tanta indignación. Porque de lo que se trata es de averiguar hasta dónde estaba dispuesto a llegar para cumplir ese supuesto deseo de sus conciudadanos. ¿Al delito?

Esos trajes tienen tanta ponzoña para Camps como la túnica que tejió Deyanira para Hércules, impreganada con la sangre del centauro Neso.

La imagen es una captura del vídeo de Público.

El arte y la burocracia

Ya, ya sé que todo el mundo se ha hecho lenguas de la exposición del Hermitage en el Prado que estará hasta el veinticinco de marzo. En efecto, es una recopilación de piezas magníficas de ese magnífico museo ruso. Hay pintura, escultura, trajes, una variedad de objetos, joyas con deslumbrantes piedras preciosas y bastantes adornos de oro (algunos trabajos de las tribus escitas) que atraen mucho al público porque el oro siempre atrae. También abundan las explicaciones sobre el Hermitage como museo y la propia ciudad de San Petersburgo. Lo único que no queda claro es el motivo de la exposición porque no guarda unidad temática alguna. Los cuadros, que son el grueso de la exhibición, pertenecen a todas las épocas, países y estilos. Al no haber unidad temática se ve que el verdadero tema es el propio Hermitage. De lo que se trata es de traer a España una especie de muestra del contenido inmenso de aquel museo.

Al ser una muestra se pensaría que han venido las piezas más destacadas. Pero no es así. Se exponen obras maestras, sin duda, como esa Mujer con sombrero negro (1908) de Kees van Dongen que sirve de reclamo y algunas otras. Pero también hay bastante pintura mediocre cuya justificación, al parecer, es que detalla aspectos del Hermitage o de San Petersburgo. En algún sitio he leído que el Prado y el Hermitage tienen un acuerdo que los obliga a montar exposiciones periódicas y así resulta que ésta es la contrapartida a otra que hubo hace unos meses en San Pertersburgo llamada El Prado en el Hermitage en la que los rusos pudieron admirar unos sesenta cuadros del Prado, que tiene miles.

Es decir, son exposiciones montadas con criterios burocráticos, en cumplimiento de compromisos y están orientadas a ensalzar la grandeza de los museos y su historia más o menos azarosa. Enterarse de cómo se creó y fue creciendo el Hermitage es interesante y también lo es recordar esa ciudad tan sorprendente, el fruto más oriental del despotismo ilustrado, una traslación del espíritu occidental al borde del Neva, en medio de sus noches blancas. Tanto el uno como la otra tienen mucho que contar pero, al final, su historia es la de la violencia, la rapiña, la explotación y la tiranía. Sin duda es saludable no olvidar que las mejores colecciones de arte se erigen sobre mares de sufrimiento. Pero, como exposición artística, con perdón, es bastante insatisfactoria.

De entrada ¿qué criterio se ha seguido para seleccionar las obras? ¿Por qué está Tiziano pero no Giorgione, por qué Caravaggio y no Leonardo? Obviamente, criterios de conveniencia, burocráticos. El Hermitage es una de las mejores pinacotecas del mundo. Podrían aprovecharse estos compromisos para hacer exposiciones temáticas. Por ejemplo, dada la enorme abundancia de impresionismo que alberga, una que lo trajera todo juntamente con sus influencias en los artistas rusos. Pero esa es otra historia.

Así que, puesto a sacar partido a lo que se le muestra, el espectador, con todo, tiene mucho en donde elegir porque hay obras deslumbrantes y, al no tener contexto, se pueden apreciar mejor en sí mismas. Por ejemplo, un curioso San Sebastián de Ribera de un manierismo exquisito y casi pecaminoso en un pintor español. O el momento culminante en la historia de Esther y Mardoqueo, pintado por Rembrandt, un prodigio de estudio de la culpabilidad en el rostro de un hombre. Los atributos de las artes y sus recompensas, de Chardin es una delicia, como el trampantojo en un cuadro de un almuerzo de Velázquez. Caben también sorpresas: nunca había reparado en que el autorretrato de Soutine que se muestra recuerda mucho a Bacon.

Y algún curioso encuentro: el estupendo retrato del embajador Piotr Ivanovich Potemkim, de Godfrey Kneller. Este Potemkim se hacía retratar por donde pasaba porque el Prado tiene otra imagen del personaje por aquellas fechas, pintado por Carreño de Miranda. El hombre es el mismo, su posado prácticamente idéntico, los lujosos atavíos siendo distintos, son muy similares: la pompa y circunstancia de un plenipotenciario ruso en una corte occidental que debía de verlo con auténtico asombro. Los dos cuadros permiten apreciar diferencias entre los pintores bien marcadas. Los dos subrayan el exotismo del embajador, su aspecto asiático, pero el inglés lo anima, lo hace más cercano, valiéndose de la luz, mientras que el español, en tonos más apagados fía la impresión al imperio de la actitud. Es bueno saber qué rostro tenía aquel ministro de Catalina II, la autócrata discípula de Voltaire, el que le ponía aldeas de cartón piedra al borde de la carretera en sus viajes a Crimea para qué viera qué felices eran sus súbditos. Con tanto éxito que aun hoy, en algunas partes del mundo (por ejemplo, en Inglaterra), cuando alguién quiere montar un incidente falso en un proceso judicial, fabricar unas pruebas, inventarse unos hechos, se dice que está haciendo un Potemkim.

Porque no se le ha ocurrido, pero Camps mejoraría su defensa si, en lugar de afirmar que está siendo objeto de un montaje tremendo, que es una vulgaridad, asombrara a sus jueces diciendo que todo es un tremendo Potemkim.