dimecres, 21 de desembre del 2011

Rumbo al cambio.

Muy bien ese documento o manifiesto de "los treinta". No ha terminado la investidura de Rajoy y ya están los socialistas haciendo titulares con lo que muchos (entre ellos, Palinuro) vienen reclamando, esto es, un proceso de revisión, de autocrítica, un propósito de renovación. Tampoco ha terminado la contrainvestidura de Rubalcaba como líder de la oposición y ya tiene otra plataforma para animar el debate. Es bueno saber que nadie se rasga las vestiduras por ello. Tiene que haber discusión; cuanto más amplia, mejor. Y discusión de ideas. La socialdemocracia debe reconstruirse. Siete millones de votos numantinos lo reclaman

El documento pide un "cambio de rumbo" del PSOE. Lo pide cuando el navío ya se ha estrellado. Pero lo pide. Y, para hacerlo, comienza con una autocrítica. Oportuno y sensato. Una autocrítica sin complacencias es la base para recomponer un programa que, falto de renovación y negado por una práctica desafortunada, nadie sabe en dónde yace. Los firmantes, algunos de ellos ministros del gobierno saliente y casi todos cargos relevantes del PSOE, reconocen haberse "alejado de los ciudadanos" y como prueba citan el sabido hecho de que el gobierno tardara una eternidad en reconocer la existencia de la crisis. Ahí, dicen, empezaron a perder el crédito. Y no saben hasta qué punto. Aquella absurda obstinación en no reconocer la realidad sembró el desaliento entre su gente, la desconfianza y la irritación entre los allegados y dio armas inesperadas a la oposición. Y no porque nadie la denunciara. Al contrario, fueron cientos las voces que se alzaron. La que Palinuro tiene más cerca es la suya propia que estuvo avisando inútilmente de la gravedad de lo que se venía encima casi un año. Véase, en otros muchos, anteriores y posteriores, el post de 28 de agosto de 2008, hace más de tres años, titulado Siguen sin llamarla crisis en el que se decía, por ejemplo: No sé si el señor Rodríguez Zapatero y sus colaboradores perciben o no que en este terreno nadie les concede crédito alguno, que la gente no se fía y la prueba obvia es que, efectivamente, todo el mundo ha cortado el grifo de compras, nadie consume porque nadie está seguro de lo que pueda pasar.

Los firmantes del manifiesto creen haber detectado la causa de esta insensibilidad a los problemas de los ciudadanos en que los socialistas se "ensimismaron" en su partido y su tarea de gobierno. Y, lo que es más de aplaudir porque demuestra que quizá se llegue a alguna parte, dicen que "una lealtad mal entendida ha hecho que se omitieran críticas necesarias y ha evitado que ese pulso se transmitiera hacia la dirección de nuestra organización". Es verdad, pero se quedan cortos. Lo que ellos llaman prudentemente "lealtad mal entendida", otros lo llaman peloteo, clientelismo, enchufismo y cosas peores. No será la primera vez que Palinuro diga que uno de los aspectos más desastrosos y que más ha empañado la, por lo demás muy positiva, gestión de Zapatero ha sido su política de nombramientos, regida por criterios de amiguismo o incomprensibles que acababa rodeándolo de tiralevitas de los de muy bueno lo tuyo Presidente en el gobierno y en el partido.

Y ese ejemplo cunde en los escalones inferiores. Como todo partido, el PSOE tiende a la oligarquía y si no se la sacude, acaba colonizado por gentes que son la personificación del principio de Peter, y cuya única función es aplaudir al jefe, acallar a los disidentes y yugular toda iniciativa de renovación y de cuestionamiento de inercias y rituales normalmente interesados. Los firmantes creen que con sus 132 años de historia, el PSOE, representante del socialismo democrático, tiene fuerza suficiente para desprenderse del lastre y emprender eso, un nuevo rumbo. Sin duda.

Pero, para hacerlo, este inicio de autocrítica amplia y aireada en público, como cprresponde a la sociedad de la información y la comunicación, debe ser consecuente. Y no lo es del todo. Por ejemplo, los firmantes empiezan mostrando su justo orgullo por lo que el gobierno de Zapatero hizo en su primera legislatura. Ciertamente, España dio un salto importante como sociedad. Pero, a continuación, el documento se refiere a las medidas de política económica y de gestión de la crisis que iban en contra del ideario socialdemócrata tradicional. Y no queda claro qué se quiere decir, si que no debieron aplicarse (lo que es muy problemático, dadas las circunstancias) o que no se supieron compensar con otras más equitativas. Y, por supuesto, no falta quien asegura que no supieron explicarlas. Pero, siendo esto importante, no es esto lo más llamativo.

Lo más llamativo es que, tras la audacia y el acierto de las medidas de derechos civiles de la primera legislatura, vino un frenazo brusco en este campo y sólo en este campo, en la segunda. Son varias las leyes sociales y de desarrollo de derechos que los socialistas abandonaron sin explicación alguna. Un solo ejemplo: ¿quién con un sentido progresista mínimo de la existencia entiende que el gobierno de Zapatero, tras mantener todos los privilegios de la iglesia católica y subir su inicua asignación en el IRPF, archivara la Ley de Libertad Religiosa? En estos abandonos está el problema que los firmantes del manifiesto prefieren ignorar porque es difícil de abordar. Efectivamente, aquí nos movemos en el terreno de las ideas que es resbaladizo y suele asustar a muchos, especialmente a los que creen que la política consiste en administrar como hormigas los aspectos prácticos de lo que juzgan es la opinión mayoritaria del electorado. De los seguidistas, en una palabra.

Porque es relativamente fácil proponer medidas de política económica que suelen justificarse con consideraciones cuantitativas. Pero es mucho más difícil averiguar hasta qué punto claro y real es el PSOE partidario de la separación entre la iglesia y el Estado. Y no digamos ya de la alternativa monarquía/república. Tampoco quedan claras otras opciones menos vistosas pero muy significativas de actitudes o ideas, como el sistema electoral, los derechos de los extranjeros, especialmente los inmigrantes, los privilegios de los políticos, etc. ¿Puede alguien explicar porqué votaron en contra de volar en clase turista 19 eurodiputados socialistas españoles, entre ellos algún firmante del manifiesto?

Efectivamente, en este campo de las ideas, enojoso, poliédrico, difícil, está el meollo de la renovación de la izquierda. No sólo en el de las medidas prácticas que, cuando están ayunas de marco teórico, no pasan de ser remiendos en el mejor de los casos y puro populismo en el peor. El manifiesto recoge acertadamente esta preocupación y propugna la necesidad de acometer la renovación de ideas de la socialdemocracia pero, para no faltar a la costumbre, no formula ni una nueva. Anuncia que vendrán en documentos sucesivos. Es bueno que sea así. Pero, para que sea, es preciso que su gente no se cierre a la defensiva frente a las críticas constructivas que vienen del exterior. Algunos dicen, con algo de amargo cinismo, que es el único sitio de donde pueden provenir. Por cierto no hay nada más irritante que ver cómo cargos del PSOE rechazan de plano debatir propuestas porque pueden poner en peligro las fortunas electorales de su partido. Son los mismos que lo han llevado al desastre electoral del que ahora quieren reponerlo.

Es verdad que Europa es siempre lo más fácil ya que a todos se nos presume una vocación europeísta sin par. Pero resulta esperanzador que el manifiesto llame a la revitalización de la Internacional Socialista (Palinuro cree que sería más realista empezar con el Partido Socialista Europeo) para la articulación de una socialdemocracia a escala del continente. Es una necesidad perentoria porque sólo en ese marco se podrá articular una salida socialdemócrata a la crisis; una que propugne (y haga realidad) ese cambio del modelo productivo que la misma derecha bautizó como "refundación del capitalismo", sin intención alguna de ponerla en práctica.

El título del manifiesto, Mucho PSOE por hacer, es un hallazgo. A ver si se hace.