También podría titular este post Retrato de la España eterna, como Dios manda. Más largo y dice lo mismo. ¡Viva!
La España de los nobles parásitos, capaces de arrancarse por sevillanas a los ochenta años y de insultar a los jornaleros de sus tierras a los cuarenta. La de los logreros que viven de la estafa en connivencia con políticos corruptos que roban lo que pueden pero no pagan ni sus trajes. La de los defraudadores del fisco a bolsillos llenos, como ese Urdangarin quien parece haber cometido (presuntamente) todos los delitos del código penal, si bien de cuantía mayor, porque siempre hay clases. La de los miembros de la una Casa Real que viven opíparamente a costa del contribuyente (hijos, nietos del monarca) sin realizar ninguna función de utilidad a la colectividad. La de los obispos que quieren que la ley de Dios vuelva a guiar las decisiones públicas. La ley de su dios. Su ley. La de los empresarios ineptos, incapaces de emprender nada, de innovar, de crear riqueza, que sólo fían sus beneficios a hundir los salarios de los trabajadores y eliminar las prestaciones sociales, con el fin de apoderarse de todo el dinero para su vida de lujo. La de los banqueros que viven de expoliar las entidades que regentan hasta que las arruinan. La de los políticos a quienes no bastan los privilegios que tienen y se comportan como caciques, esquilmando el erario público.
Hoy comparece Rajoy en la sesión de investidura. Según noticias, hará un discurso realista en el que hablará de que hemos de prepararnos para tiempos duros, pero no explicará las medidas que piensa tomar. ¿Para qué? A un país que aguanta todo lo anterior no hace falta explicarle nada.
¡Viva España!