Estoy de acuerdo con los señores Durán i Lleida y Rodríguez Zapatero (no recuerdo si alguien más lo hizo notar) en que el pleno extraordinario de ayer no debió haberse celebrado. Pero, una vez que fue forzoso hacerlo, a instancias de quien iba a salir de él lindamente vapuleado, no queda si no reconocer una vez más que el Parlamento es el pivote de la democracia, el ágora contemporánea. Y ahí, en ese ámbito público, coram populo, no oí a nadie mantener las acusaciones de que el Gobierno se hubiera rendido ante ETA, que hubiera aceptado la autodeterminación (de la que, por cierto, soy partidario, aunque en otras circunstancias, claro) o la entrega de Navarra, es decir, ninguna de las infamias y falsedades con que la derecha y sus medios ha bombardeado a la opinión durante meses. Y tampoco se mencionaron los "compromisos" del Ejecutivo con ETA, que anteayer traía Gara.
Digresión oportuna: hasta la fecha tenía a Gara por un periódico serio. Al informar de unos "compromisos" del Gobierno que éste niega, Gara está obligado a probar sus asertos o quedar como falsario. Que diga qué "notario" puede testificar de esos compromisos y que lo haga. En caso contrario es claro que la información de anteayer era un embuste para torpedear al gobierno de Rodríguez Zapatero con las técnicas típicas del amarillismo .
Al pleno se llegó por la pertinacia del PP. De él salió el señor Rajoy literalmente desollado y con tantas posibilidades de convertirse en el próximo presidente del Gobierno de España como Fray Gerundio de Campazas, a quien se parece en la garrulería. Los genios que desde los medios lo han asesorado, (los señores Zarzalejos, Ramírez, Jiménez, etc) diciéndole primero que presentase una moción de censura, luego que plantease la cuestión de confianza y, por último, que exigiese este pleno donde ha quedado reducido a cenizas, merecen un premio. Menudo ojo el suyo y qué bien conocen y aquilatan los mecanismos democráticos.
Porque el debate sirvió para lo contrario de lo que estos estrategas habían previsto: el Congreso renovó su confianza en el Gobierno sin que éste tuviera necesidad de pedirla y se reafirmó en su decisión sobre las negociaciones que el señor Rajoy pidió expresamente se revocara. No solamente no obtuvo ninguno de sus deseos sino que quedó claro que sólo cuenta con sus diputadxs -eso sí, permanentemente dispuestxs a la bronca- lo que en un sistema parlamentario, estructuralmente orientado a los pactos, los acuerdos, las alianzas, evidencia clara ineptitud para la vida política. Es obvio, tras el debate, que en este país cuentan todos los grupos parlamentarios, hasta los minúsculos, excepto el del PP, por deméritos propios.
Porque en sus intervenciones, el señor Rajoy no se privó de ningún golpe bajo, ni siquiera de los que le devolvían una y otra vez en forma de tortazos bien sonoros. Su insistencia en hacer de adalid del Pacto por las libertades y contra el terrorismo, que fue obra del PSOE y, en concreto del señor Rodríguez Zapatero cuando estaba en la oposición, precisamente con la suya como Vicepresidente del Gobierno (el famoso "conejo de la chistera") no es fácil de entender, sino como masoquismo. Y su reiteración en el error, que dio la oportunidad al señor Rodríguez Zapatero de lucirse una y otra vez con su ritornello de la lealtad del PSOE y la deslealtad del PP cuando en la oposición el uno o el otro, carece de toda explicación, ni por la vía patológica. ¿Qué decir de un político que, cuando quiere mostrar talla de dirigente esgrime como arma el triunfo de su adversario? Pues lo dicho en algún otro post anterior: Ubu. (Muy bonita la ilustración de Lugné-Poe. Ubu Roi, de 1922).
Cuando no cargaba las armas del contrincante con balas dum-dum contra él mismo, el señor Rajoy recurría a la consabida táctica del espejo en la que su valedor, el señor Aznar, es consumado maestro, consistente en denunciar muy enfadado al otro por hacer lo que uno está haciendo. El señor Rajoy tronó contra el señor Zapatero acusándolo de ser culpable de todos los males y fracasos: de la tregua, de la no tregua, de la kale borroka, de las "impertinencias" de Otegi y de la bomba de Barajas...sólo para concluir en tono ofendido que, para el PSOE, el PP es culpable de todo.
Pero donde el señor Rajoy rizó el rizo y se deslizó por la pendiente del despropósito y la barbaridad fue en su frase sobre las bombas, cuya torpeza sólo es comparable a su brutalidad autoritaria y su desprecio por la verdad: Si usted no cumple, le pondrán bombas y si no se las ponen es porque ha cedido, que provocó contundentes respuestas del Presidente y de López Garrido.
En resumen, después de casi tres años de desleal oposición, en los que se ha utilizado el terrorismo como arma política bajuna, se han propalado patrañas sin cuento, se ha intoxicado a la opinión a través de los medios adictos, este pleno innecesario ha dejado en absoluta evidencia que el PP está solo en su política de confrontación, sin esperanzas de imponer ni uno solo de sus puntos de vista, automarginándose de las grandes decisiones parlamentarias, rechazando toda nueva iniciativa y, como se le dijo ayer à plusieurs reprises sin esperanza de ganar las próximas elecciones. Todo un exitazo, sí señor.
Nueva digresión pertinente: a la hora de hablar de los medios de comunicación y su influencia sobre unos u otros políticos, ¿alguien ha visto que un solo medio le diga al presidente del Gobierno lo que tiene que hacer, como se lo dictan al detalle al señor Rajoy los estrategas citados ut supra en sus editoriales o sus alocuciones radiofónicas?
Conclusión, desde el principio de la legislatura, no habiendo aceptado la derrota electoral, el PP concentró todos sus esfuerzos en conseguir unas elecciones anticipadas. Para ello supeditó todo, literalmente todo, los intereses generales, las víctimas, el consenso, el equilibrio territorial, a la tarea de debilitar al gobierno de "Bambi", del "incompetente", del "presidente por accidente", del "bobo solemne" y el resultado a la vista está: el señor Rodríguez Zapatero sale crecido y se permite el lujo de ser magnánimo, el Gobierno goza de saneado apoyo parlamentario, la oposición conservadora carece de eficacia y su alternativa es bien amarga: mantenerse en la irrelevancia testimonial o participar en el consenso que fortalece al gobierno al que quiere derribar. Si eso no es para poner un cero a quienes hayan diseñado esta estrategia, ¿para qué es?
Por no cumplirse, no se cumplirá ni la última canallada que alguien (se admiten apuestas acerca de quién) puso en circulación por los SMS en los últimos días: "Zapatero entró por Atocha y saldrá por Barajas. Pásalo". Pasado. No entró por Atocha ni saldrá por Barajas. Pleno al pleno.