dilluns, 15 de gener del 2007

La comunicación instantánea.

Es el signo de los tiempos y de lo que, al parecer, estamos más orgullosos. Tanto que, no hace mucho, preguntado Ted Turner, el fundador de CNN, cómo podía definir él el sentido de su empresa de TV mundial, respondió con una machada que es, al mismo tiempo, un sinsentido, pero que apunta a esa característica que define nuestra época, esto es, la simultaneidad, el tiempo real: "el día del fin del mundo, allí estaremos y lo daremos en directo".

Unxs alumnxs de la facultad de Políticas de la Complutense me han pedido que vaya a darles una charleta fuera de la actividad académica ordinaria y he escogido este asunto del carácter instantáneo de la comunicación. Tengo previsto comenzar con una curiosidad: eso de la información instantánea y en tiempo real ya se les había ocurrido a los griegos clásicos. Lo cuenta Esquilo al comienzo de La Orestiada. Cuando Agamenon retorna vencedor de Troya, Clitemnestra está esperándolo con las intenciones que conocemos. La esposa infiel se entera de la caída de Troya exactamente en el mismo momento en que se produce el hecho. ¿Cómo? La reina de Argos puso un centinela en cada uno de los picos más altos de la distancia que separa a Argos de Troya cerca de los Dardanelos, cada uno de ellos a la vista del siguiente. El último, a la de la ciudad asediada con la orden de encender una hoguera en el momento en que la viera caer. El siguiente centinela habría a su vez de encender otra cuando viera la del primero y así sucesivamente, hasta el último centinela ya a la vista de la guardia de Argos. He puesto las fogatas en el mapa más arriba ¿A qué velocidad, pues, se entera Clitemnestra de que ha caído Troya? A la de la luz. Comunicación instantánea en tiempo real, como la que dice Ted Turner, pero en el siglo VIII antes de Cristo. Es un bonito ejemplo, ¿verdad?