divendres, 1 de febrer del 2019

Proceso a Catalunya

Está bien la deferencia judicial hacia el MHP Quim Torra. Se le dará tratamiento de "autoridad de Estado" que, en esto de los protocolos, son los españoles muy mirados. Y se le asignará un lugar relevante. Sin duda no tanto como otro tribunal que sentó a M.Rajoy, por entonces presidente del gobierno, al ras de los mismos jueces. Que aún hay clases y clases. 

Al MHP Torra no le hace falta distinción protocolaria alguna. Donde esté él, estará la presidencia de la Generalitat, por aquella razón tan donosamente reproducida por Sancho Panza en el episodio de la porfía por presidir la mesa de los duques en la segunda parte: "Sentaos, majagranzas, que a dondequiera que yo me siente será vuestra cabecera". Los majagranzas, en este caso, son sus señorías.

Condición de autoridad de Estado se reconoce al supremacista, xenófobo, lepenizado Torra. De Estado español, bien entendido. El mismo Estado que sus señorías representan y en cuyo nombre, a veces personificado en el rey, administran justicia. El Estado reconoce al Estado. Pero el Estado reconocido por el Estado español, a su vez, solo se reconoce como Estado catalán. Torra es hoy el presidente del gobierno de la República catalana. Sí, esa que no existe, pero en función de la cual se mueve todo en el Estado español.

Y cuando digo todo, es todo: el rey, el gobierno, el ministerio de Asuntos Catalanes, el CNI, el Congreso, el Senado, la judicatura (a la vista está), los partidos, los medios, las cloacas del Estado, la milicia, el capital, los obispos (castellano hablantes), los toreros, todo. Hasta la intención de voto de un 40% del electorado.

El presidente de Catalunya, por tanto, asistirá al juicio a sus compañeros de ideología y partido, acusados por unos supuestos delitos que, como lo sólido en el Fausto, se desvanecen en el aire. Acusados, en realidad, de profesar el mismo credo político que el presidente: la independencia de Catalunya. Esta imagen es distinta según se proyecte al futuro o al pasado.

Al futuro: si la oleada reconquistadora nacional española llega al gobierno en cualquiera de sus posibles combinaciones, la ideología independentista sería declarada delito, prohibidas las asociaciones independentistas y encarcelados sus dirigentes. El juicio al propio Torra sería el paso siguiente, si no se hace nada por evitar la situación.

Al pasado: todos los presidentes de la Generalitat desde Macià (y a excepción de Maragall y Montilla) han sufrido exilio, prisión o ejecución o las tres cosas juntas, como Companys. En la actualidad, Pujol tiene problemas con la justicia, aunque no por razones políticas; Mas está embargado y Puigdemont en el exilio, ambos, sí, por motivos políticos. El siguiente en la lista es Torra.

Su presencia en la sala avala la dimensión política del proceso; del proceso judicial y del procés. Los encausados tienen una defensa fuerte de carácter político basada en la legitimidad de su propósito por medios democráticos y pacíficos. Completada con otra de ataque no menos fuerte a la falta de legitimidad del Estado español para enjuiciarlos. La prueba es, precisamente, el juicio por el que se instrumentalizan los tribunales (carentes de independencia) para resolver conflictos políticos que ningún tribunal del mundo podrá resolver salvo ordenando el exterminio de quienes considera "rebeldes".

Es un proceso a Catalunya, un proceso por rebelión; un proceso a los rebeldes que dan por vencidos. Y ninguno/a lo está. Antes al contrario, comparecen como acusadoras. Y allí está el representante de la República Catalana, de los ciudadanos catalanes, no del Estado español, ni del Estado en Catalunya, a dar fe del apoyo popular a los encausados y del abuso del juicio en sí mismo. 

Resulta que aun en la cárcel, los profetas desarmados no estaban desarmados. Tenían y tienen la palabra, el arma más poderosa cuando de ella se sirven la razón y la justicia. 

¡Qué papel está haciendo el PSOE en medio de un juicio político impresentable e inútil! Impresentable porque es un juicio de opinión. Inútil porque no servirá de nada a los efectos que los enjuiciadores  buscan. Al contrario: acelerará lo que quiere evitar.

dijous, 31 de gener del 2019

Los profetas desarmados

Aquí mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado Los profetas desarmados, en donde se compara la imagen de los profetas armados y desarmados de Maquiavelo con la situación del independentismo en Catalunya. La conclusión es que los profetas independentistas desarmados no tienen por qué padecer la triste suerte que les pronosticaba el florentino y que hasta pueden triunfar. Y, de hecho, triunfarán.

Aquí, el texto castellano:

Los profetas desarmados

Muy al comienzo de El príncipe, da cuenta Maquiavelo de sus cavilaciones sobre los profetas armados y los desarmados. Por su modo de ser y las circunstancias en que vivió, el florentino pensó que los armados eran preferibles a los desarmados, con independencia del valor de su causa porque son los que triunfan mientras que los desarmados corren a su perdición Como ejemplos escogió a César Borgia, el armado, y Jerónimo Savonarola, el desarmado. Savonarola murió en el cadalso; Borgia, en el campo de batalla. Algunos dirán que viene a ser lo mismo, pero el saber convencional tiene en menos la muerte por ejecución que en la guerra.

Desde entonces pasa por verdad incontrovertible: el profeta desarmado fracasará, como fracasó Trotski, según Isaac Deutscher, cuando quedó desarmado. Y, sin embargo, por entonces se daban ya signos de que aquella verdad incontrovertible no era tal. El Imperio británico hubo de arriar su bandera ante un profeta desarmado, Gandhi, que no había tocado un arma en su vida. Las sufragistas angloamericanas obtuvieron el derecho de sufragio por su lucha no violenta, aunque con alguna excepción aislada.

Y, con posterioridad, los profetas desarmados siguieron obteniendo victorias. Los afroamericanos en los EEUU consiguieron sus derechos civiles mediante una lucha no violenta, desarmada. El final del Apartheid en la Unión Sudafricana se consiguió cuando el Consejo Nacional Africano y el propio Mandela abandonaron la violencia y aplicaron una táctica radicalmente pacifista. Los insumisos en el Estado español ganaron desarmados el derecho a no estar bajo las armas.

Los dirigentes independendentistas catalanes tienen mucho de profetas desarmados, Puigdemont, Junqueras, Torra, todos y todas ellas. Son personas que luchan por el triunfo de su ideal independentista de modo democrático y estrictamente pacífico, no violento, desarmado. Unas están en la cárcel, otras en el exilio y otras en una especie de libertad vigilada en el interior.

Según el saber convencional, como profetas desarmados, van de cabeza al fracaso. ¿Qué puede un puñado de civiles frente a un Estado armado, que tiene monopolio de la violencia y cuenta con sus ejércitos, policías, tribunales, cárceles, medios de comunicación, ideólogos, etc?

Aparentemente, poco; o nada. El Estado desprecia la fuerza de su adversario por saberlo desarmado y trata de humillarlo y ofenderlo, para lo cual empieza por insultarlo a través de sus políticos e intelectuales de pesebre: Puigdemont es un fugado, un cobarde y un traidor; Junqueras, un iluminado autoritario; Torra, un supremacista suicida. De los demás, no se hable. Es la mentalidad colonial: la prensa inglesa o la sudafricana trataban a Gandhi o Mandela de ratas venenosas o fanáticos sin límites. La oligarquía nacionalista española, la de la pasta en Suiza, no iba a ser menos con los odiados catalanes. Así que, ¿qué esperan poder hacer?

Mucho, pueden hacer mucho. Por de pronto quizá no quepa seguir considerándolos como desarmados. Quizá suceda que los tipos de armas cambian. En el caso de los dirigentes independentistas, del movimiento en su conjunto, el dominio de las redes, analógicas y digitales y su imbricación da una ventaja notable al independentismo en el campo de la comunicación política, en la construcción de un relato que se difunde en la opinión pública: una comunidad nacional que lucha democráticamente y pacíficamente por su derecho a constituirse en tal mediante la autodeterminación que un Estado neofranquista le prohibe hacer.

Hay, asimismo, un elemento decisivo que blinda al independentismo frente a cualquier ataque institucional del unionismo, y es el apoyo popular. El profeta desarmado aparece legitimado por una voluntad popular de la que el Estado carece. El Estado armado con todas sus armas descubre que no puede imponer un gobierno en contra de la voluntad de los gobernados por mucho que el catalanófobo gobierno actual emplee recursos públicos y propagandistas reaccionarios del españolismo, como Borrell o Lozano para acallarla.

El apoyo del pueblo unido es el arma del profeta desarmado. Y su triunfo es seguro.

El Estado pasa al ataque

Acababa de escribir mi artículo para elMón.cat
sobre los profetas desarmados y, como si el Estado lo hubiera leído, despliega zafarrancho de combate. La batalla es de comunicación, de hegemonía, de relato. Los independentistas van a aprovechar la farsa judicial montada para denunciar ante la opinión pública internacional este esperpento inquisitorial en que unos jueces españoles aplicarán el derecho penal de su régimen a sus enemigos políticos. Un juicio ideológico e inquisitorial.

El Estado considera función suya lanzar sus aparatos ideológicos (financiados con el dinero de todos, incluidos los independentistas) al combate contra el independentismo. El ministro de Asuntos Catalanes, Borrell, no tiene empacho en sostener en público en el extranjero que las imágenes de la brutalidad policial el 1-O son falsas y que no hubo 1006 heridos, sino dos. Lo más desagradable de este hombre no es que niegue hechos evidentes, sino que reduzca la cantidad de perjudicados con intención aviesa de ultrajar: dos heridos en Catalunya, cuatro indios muertos en Norteamérica. Es detestable

Esa lucha por dominar el relato exterior echa mano de tácticas de guerra sucia. El profesor de Ciencia Política, Gabriel Colomé, firma artículos con doctrina oficial española sobre el procés, en contestación a otros que publican independentistas y, en los mismos medios que estos. Su función es clara: negar que haya presos políticos, que España no sea un Estado de derecho, que el proceso del 1-0 es impecable jurídicamente hablando, que el referéndum del 1-0 (que da pie a la causa penal) fue ilegal y que los indepes en Catalunya no son mayoría. La habitual papilla gubernativa para justificar lo injustificable. Hasta aquí, en principio, nada que objetar. Cada cual cree o profesa las tonterías que más le plazcan. La cuestión es que el autor de estas en concreto firma como profesor de Ciencia Política y no como asesor del ministro de Asuntos Catalanes, el catalanófobo Borrell, que es lo que es ahora. El asesorado, a su vez, recomienda en tuiter a la gente que lea los brillantes artículos del profesor. Un exquisito juego sucio.

El independentismo tiene una adorable tendencia a enmarañarse en quisicosas. Viene de antiguo. De los tiempos de la Lliga, si no de antes. Las de ahora no son para menos y, como las vivimos nosotros, nos parecen montañas. Pero son las quisicosas de siempre que no pueden desviar la atención de la necesaria unidad hacia el objetivo común. 

Si esto no fuera suficiente, recuerden todos, dirigentes y dirigidos, que la alternativa es la "batalla final" que, al parecer, predica Aznar en la intimidad de un puñado de poderosos empresarios: 155 perpetuo revisable, suspensión de la autonomía, fin de la escola catalana y de los medios de comunicación públicos. El programa de VOX. El de siempre de España para Catalunya.

Los profetas desarmados no están desarmados. Tienen un pueblo detrás. Un pueblo impaciente.

dimecres, 30 de gener del 2019

El holograma de la independencia

La República catalana es analógica y digital. Muy digital. El MHP Puigdemont hace amplio uso de las redes y las videoconferencias. Ahora, el vicepresidente Junqueras, cuya presencia en las redes es forzosamente menor, por razones carcelarias, intensifica la vertiente digital y realiza una importante declaración política mediante holograma y personas interpuestas. El holograma está muy bien elegido porque transmite un contenido no solamente político sino vital, del conjunto del tiempo y vida de Junqueras.

Lo personal es político y lo político personal. Una de las originalidades de esta revolución catalana en la que coinciden perspectivas muy diversas es que afecta a los órdenes colectivos e individuales, personales. Y los mezcla. Eso da al independentismo una autenticidad sin parangón con ninguna otra propuesta de acción colectiva en España o Catalunya. Cuando Junqueras relata sus orígenes, su familia, su barrio, su escuela, las gentes con las que creció, luce raíces. Cuando, además, reitera el objetivo independentista, democrático y pacífico, cierra el círculo de una imagen completa del independentismo que él lidera junto con los demás profetas desarmados. Cada uno en su estilo y con su bagaje.

El marco histórico referencial es claro: Gandhi y Mandela. Quienes se burlan de esta pretensión solo hacen lo que hacían quienes iban contra Mandela y Gandhi: encarcelarlos, reírse de ellos, difamarlos. Y conseguirán lo mismo que ellos. 

Importantes por añadidura las reflexiones en profundidad de Junqueras que, además de mostrar su dimensión humana, interpelan a todos/as quienes comparten sitio en el barco hacia la libertad. Aplaudo el rechazo al ánimo de derrota, al derrotismo. Que solo se hable de derrota como sinónimo de rumbo a la independencia. No ha lugar a prometer que no nos rendiremos. Eso se da por supuesto.

Ni un paso atrás, y no solo porque el denuedo y el arrojo nos lleve hacia delante, sino también porque atrás solo está el abismo. Basta con verlo... mirando hacia atrás. El proyecto está delante y, como lo dibuja Junqueras, lo comparte el independentismo entero. El mensaje es positivo. Es de victoria y dicho por un hombre a quien piden años y años de cárcel por el mismo motivo que invocaba el fiscal italiano que pedía la condena de Gramsci: "hay que impedir que este cerebro funcione en los próximos veinte años".

En el auditorio estaba Carles Riera. Y en el barco.  Fuera del auditorio, pero también en el barco, el MHP Torra presidía un acto de apoyo a los presos políticos. A mil y pico kilómetros, Puigdemont, igualmente en el barco, se ofrece a declarar por videoconferencia desde Bruselas. Podría aclarar por qué se juzga a unas personas por un supuesto delito del que él es responsable en primer lugar. 

No, esto no lo para nadie.

En el análisis del discurso de Junqueras, se hace hincapié en que formula dos opciones, como si fueran alternativas: vía unilateral y referéndum de autodeterminaación. No son alternativas, sino coincidentes. La vía unilateral y la del referéndum acaban en lo mismo, un referéndum de autodeterminación con o sin el acuerdo del Estado español.

dimarts, 29 de gener del 2019

La novena ola

El punto de ruptura ha alcanzado la calle. Ha saltado de los intercambios políticos y los procesamientos judiciales a una convocatoria de huelga general para los próximos 5, 6 y 7 de febrero. Huelga general en Catalunya, convocada por la Intersindical-CSC, con reivindicaciones puramente económicas y sociales, como mandan los cánones. ¿La coincidencia de los días de huelga con el previsible comienzo de la farsa judicial en Madrid? Pura casualidad sin sombra de malicia alguna.  

Eso, naturalmente no quiere decir que los independentistas no se hayan apresurado a darle su apoyo, todos a una, desde JxCat hasta la CUP, pasando por ANC y Ómnium. No he visto a los CDR, pero esos están siempre de oficio para las movilizaciones. Es decir, enésima reiteración de la unidad indepe, por si alguien tenía dudas.

Una huelga general de tres días en Catalunya, un paro total de una sociedad totalmente movilizada. Una situación nueva, quizá sin precedentes, en un contexto interno catalán y español también insólito. Habrá que prepararse para adaptarse a las novedades. Está claro que esa República, cuya implementación se pide tan insistentemente al govern, se hace mediante estas decisiones, que cuestionan democrática y pacíficamente el injusto orden constituido. El resultado, imprevisible.

Dicho está: oficialmente Catalunya para contra una reforma laboral antipopular del PP que el gobierno de la izquierda no ha tocado y por otras reivindicaciones económico-sociales no menos importantes. El apoyo de los partidos y las asociaciones añade una dimensión política sobrevenida e indiscutible en una sociedad que vive la cruel anomalía de tener a sus representantes democráticamente elegidos/as en la prisión o en el exilio, sus instituciones intervenidas de hecho y su programa político enjuiciado en un proceso político inquisitorial. 

Si la huelga anunciada es la primera señal de la novena ola, considérese que es respuesta al trato humillante, represivo, colonial que la oligarquía castellana está dispensando a Catalunya. 

Son la catalanofobia y la arrogancia de los dos últimos gobiernos españoles del PP y el PSOE los que han convertido el conflicto entre España y Catalunya en un abismo infranqueable.

Y ¿saben por qué? Porque, si bien los catalanes reconocen a los españoles el derecho a no ser catalanes, los españoles no reconocen a los catalanes el derecho a no ser españoles.

dilluns, 28 de gener del 2019

Ritmos cambiados

Los dos países que mal conviven en el Estado español, sus dos gobiernos y parlamentos, sus opiniones públicas, están en ebullición política aunque a muy diferentes temperaturas. En Catalunya, la mayoría independentista reafirma el objetivo estratégico unitario, aunque con las lógicas diferencias tácticas. La unidad, sea previa o posterior a las citas electorales, se considera clave para conservar y aumentar incluso esa mayoría.

La mayoría independentista que Sánchez niega siempre contra toda evidencia empírica y venga o no a cuento. Lo que demuestra cierta fijación poco normal que lo lleva a convertir la mayoría en minoría, pues, si no se es mayoría se es indefectiblemente minoría frente a alguna hipotética mayoría de todos los demás. Lo hace con el mismo desparpajo con que el juez Llarena convierte en violencia activa la violencia pasiva o los palos que se reciben en palos que se dan. 

En Catalunya la lucha por la independencia, prácticamente generalizada, se encenderá más con el proceso político contra el independentismo, disfrazado de farsa judicial. Se crean órganos como el Consell, se fundan movimientos como la Crida, se adoptan decisiones parlamentarias y de gobierno que cuestionan permanentemente el marco autonómico en el que el Estado quiere moverse. El govern es un órgano beligerante. En especial en el orden exterior, en el que se da la gran batalla por la hegemonía del relato. El independentismo cuenta con la ventaja de la internacionalización de su causa, apoyada en su carácter democrático y escrupulosamente no violento. 

Si el Estado consiguiera incitar al independentismo a la violencia, cosa que trata de hacer con incontables provocaciones, podría ahorrarse el nuevo ridículo al que se apresta con ssu haabitual arrojo el ministro de Asuntos Catalanes, Borrell, en su nueva y generosamente financiada con fondos públicos campaña de propaganda española en el exterior expresamente dirigida contra Catalunya.

Y nada más. La parte española de la dualidad es deprimente. Acerca de las perspectivas de ese permanente diálogo que los socialistas andan ofreciendo generosamente da una idea el hecho  de que el presidente Sánchez tenga que negar que dialogar con los indepes sea una humillación. Parece una broma. España sigue anclada en los usos de los dramas del honor del siglo XVII. Lo llaman Estado democrático de derecho, pero es una comedia de corral. 

Avui a Girona

A la meva ciutat, on ens sentim, servidor i la meva família a casa. No com a casa, sinó a casa. 

Es tracta d'un acte setmanal públic reclamant l'alliberament del presos i preses politiques, es a dir, personnes inocents penalment. Aquesta vegada és el 67 dilluns de protesta, més d'un ayn. Ningú podrà dir que no hi ha determinació tossudament alçada fins a aconseguir l'alliberament dels presos i preses politiques, i del país sencer.

Avui a les 19 hores a la Plaça del Vi.

Per la llibertat dels presos i preses politiques! Us volem a casa!

diumenge, 27 de gener del 2019

La Crida es lo que dice ser

Sagaces críticos de todo el arco ideológico atisban el monstruo convergente en la Crida. Unos con preocupación, otros con maligna alegría. Ayer se dio escasísimo margen a la duda: uy, uy, uy. Si anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, es Convergència.

Pero la cuestión es ¿qué se quiere decir al traer Convergència a cuento? Aun aceptando que la antigua organización fuera un nido de ratas corruptas, ¿se quiere por ello excluir a sus votantes del independentismo si dicen ser independentistas?

Eso es imposible. La gente vota lo que quiere y quiere independencia. ¿Será entonces que se sospecha que el discurso catalanista de la derecha, tradicionalmente pactista, volverá a serlo? De momento, esta derecha independentista ha probado con hechos la veracidad de sus dichos. Es más, aunque en su ánimo estuviera ceder, que no lo está, la situación creada por la respuesta represiva del Estado no tiene ya retroceso. Catalunya no puede aceptar esa farsa judicial contra el independentismo y, por supuesto, menos una sentencia condenatoria. El Estado no puede dejar de procesar y condenar, incluso aunque eso sea su suicidio. Catalunya no uede cejar en el camino a la independencia. El Estado no puede aceptarlo. La crudeza de esta ruptura fue el contenido del discurso de Torra ayer.

Dígase que la aparición de un movimiento de este tipo, que se ufana de ser de personas y no de partidos, representa un competidor incómodo en los apoyos electorales, pero no se ponga grauitamente en duda la honorabilidad o fiabilidad de un sector indispensable del independentismo. Porque, además de injusto, es inútil. 

El congreso ha aprobado la línea política ya anunciada: la Crida no es un partido, aunque deba pasar por tal por imperativo legal. Nace además con fecha de caducidad: la institución de la República catalana independiente. Se define como organización instrumental y transversal. Pero tan peculiar que su inspirador no ocupa cargo alguno en la organización que ha puesto en marcha, pero sí proyecta en él un factor de liderazgo legitimatorio en la figura de Puigdemont, a quien todos los independentistas, empezando por el accidental presidente de la Generalitat, reconocen como legítimo presidente de la Generalitat. Pueden ustedes llamarlo como quieran: bonapartismo, caudillismo, liderazgo democrático, carisma. Yo me atengo a mi símil gaullista. Es un liderazgo democrático, popular y nacional.

Los partidos acogen la iniciativa con silencio glacial y solo se observa revuelo en la derecha independentista, en donde se dan los previsibles movimientos de corrientes y pareceres.

Cada cual dibuja el escenario de sus preferencias: unos ven un triunfo de la Crida con votos sueltos y procedentes de otros partidos; de unos más que de otros, desde luego. Otros una transferencia del voto conservador a la Crida y un mantenimiento del mapa electoral como está a fecha de hoy. 

Pero en una situación en la que la hegemonía del independentismo depende de un puñado de escaños, las decisiones que se adopten en este respecto deben meditarse mucho. Tengo para mí que, en unas elecciones catalanas, el voto indepe será mayoritario y holgadamente mayoritario. Cómo se distribuyan y cómo se expliquen después los resultados, será harina de otro costal. 

Demà a Girona

A la meva ciutat, on ens sentim, servidor i la meva família a casa. No com a casa, sinó a casa. 

Es tracta d'un acte setmanal públic reclamant l'alliberament del presos i preses politiques, es a dir, personnes inocents penalment. Aquesta vegada és el 67 dilluns de protesta, més d'un ayn. Ningú podrà dir que no hi ha determinació tossudament alçada fins a aconseguir l'alliberament dels presos i preses politiques, i del país sencer.

Demà a les 19 hores a la Plaça del Vi.

Per la llibertat dels presos i preses politiques! Us volem a casa!

Avui a Amer

Yesssssir, a Amer, no more, no less. Per participar a una xerrada-homenatge al MHP KRLS i, de passada, a la seva familia que tant ho merita (segur que em deixo algun feble) i, de passada, al incansable Mingo Berrio, genius loci de primera categoria.

Es descobrirà el mural amb el retrat d'KRLS fet per el Bicman (Jordi Magrià) geni de la tècnica, capaç de fer art amb un humil belígrafo.

I després sentirem i veurem al MHP, fill de la terra, per vidéoconferència. La nostra República es analógica i digital. El president Puigdemont és un consumat usuari de les NNTT. Per cert, una prova més com la tecnologia és neutral per si mateixa: la videoconferència, el plasma, que va servir a M. Rajoy per fugir dels periodistes i de la gent, serveix a Puigdemont per hi apropar-ho. Tot depèn del que es digui, no de com es digui. Les NT serveixen per cavar avencs o per tendir ponts.

L'acte vol difondre l'idea i realitat del Consell de la República. Cal tenir una eina per projectar la República a l'exterior i fer-ho de forma democràtica, representativa, gairebé assembleària. I digital. La catalana és una revolució de nou tipus, on les xarxes són essenciales.

Ens veiem a Amer!

dissabte, 26 de gener del 2019

La Crida

Hoy mismo, congreso fundacional de la Crida per la República en el Centre de convencions internacionals de Barcelona. 

De la Crida; no del Consell. A veces, para saber lo que son las cosas, es bueno empezar por saber lo que no son.

La Crida no es el Consell. Del Consell hablaremos mañana y otros días, porque anda necesitado de debate público.

Tampoco es un partido político. ElMón.cat así lo reconoce, pero dice rendirse a la evidencia de está inscrito como partido y se comporta como tal y no queda más remedio que llamarlo partido. Sí y no. Para ahorrarnos discusiones, dígase otro ejemplo de partido fundado por 4.000 personas. 

Es, sí, un movimiento ideado y alentado por Puigddemont que tira de su legitimidad como presidente in pectore de la República, de general reconocimiento. Tengo dicho que hay un eco del episodio del general De Gaulle cuando, desde el exilio londinense levantó bandera por la Francia libre, entonces ocupada por los alemanes como France combattante. El lider que simboliza la lucha por la independencia en el exterior, simboliza el país; no un partido.

Se dice que hay una carencia de especificaciones ideológicas en el programa de la Crida. Claro. No es un partido político. No quiere gobernar la República Catalana. Quiere materializarla. Luego, ya se verá quién la gobierna y quién no. Es un movimiento con un solo objetivo: conseguir la independencia y contar para ello con el máximo apoyo social posible. Nada más y nada menos. 

Se dirá que son cantos de sirena y que, llegado el momento de haberse constituido la República catalana, nadie podrá impedir que Puigdemont presente su candidatura a la presidencia con la Crida como partido. Es posible, pero, por ahora, irrelevante. Conseguida la República, el objeto social de la Crida desaparece. Pero la Crida no tiene por qué. De ella será lo que sus miembros quieran y en el derecho de todos ellos está que así sea. Como en el de Puigdemont de presentarse. 

La Crida es un movimiento por la independencia que solo quiere la independencia, como condición necesaria para que todo el mundo pueda después desarrollar en libertad sus proyectos personales, colectivos, de asociaciones o de partidos. Incluidos quienes formamos parte de la Crida.

Demà, Amer

Yesssssir, a Amer, no more, no less. Per participar a una xerrada-homenatge al MHP KRLS i, de passada, a la seva familia que tant ho amerita (segur que em deixo algun feble) i, de passada, al incansable Mingo Berrio, genius loci de primera categoria.

Es descobrirà el mural amb el retrat d'KRLS fet per el Bicman (Jordi Magrià) geni de la tècnica, capaç de fer art amb un humil belígrafo.

I després sentirem i veurem al MHP, fill de la terra, per vidéoconferència. La nostra República es analógica i digital. El president Puigdemont és un consumat usuari de les NNTT. Per cert, una prova més com la tecnologia és neutral per si mateixa: la videoconferència, el plasma, que va servir a M. Rajoy per fugir dels periodistes i de la gent, serveix a Puigdemont per hi apropar-ho. Tot depèn del que es digui, no de com es digui. Les NNTT serveixen per cavar avencs o per tendir ponts.

L'acte vol difondre l'idea i realitat del Consell de la República. Cal tenir una eina per projectar la República a l'exterior i fer-ho de forma democràtica, representativa, gairebé assembleària. I digital. La catalana és una revolució de nou tipus, on les xarxes són essenciales.

Ens veiem a Amer!

divendres, 25 de gener del 2019

El delegado

En sus Ensayos Políticos, David Hume dejó dicho, siglos antes de que los neoliberales descubrieran el Mediterráneo, que según una máxima política establecida "debe considerarse a todo ser humano como un bribón" Y, si se trata de políticos, apaga y vámonos.

Pero no muy lejos. Se han lucido los analistas, comentaristas y tertulianos, con Sánchez a la cabeza, que trataban al presidente Torra de "supremacista", "racista" o "Le Pen". Son gentes que no saben lo que dicen o, si lo saben, mienten bellacamente. Están tan poco acostumbradas a tratar con intelectuales no políticos al frente de los gobiernos, que no saben cómo reaccionar. Y reaccionan acusando al otro de lo que son ellas.

La doctrina de Hume, y la de los graznidos neoliberales son falsas. Como es falsa la afamada teoría de la "paradoja del común", que presupone un egoísmo ciego en los seres humanos. Es imposible que sea un bribón una persona que se compromete con una causa de modo desinteresado y hace lo que dice. Desde el principio explicó Torra que él es una especie de delegado o sustituto provisional del legítimo presidente Puigdemont, que su interés fue y es investirlo. Igualmente desde el principio afirmó su voluntad de gobernar hacia la independencia de forma democrática y pacífica. Pero hacerlo.

Añade ahora que, si no consigue su objetivo de la independencia, se retirará y, en todo caso, no piensa presentarse a las elecciones, cuando sean. Entre tanto, labor de gobierno, como también dijo en su momento, de "ataque a un Estado injusto", el español. No descarta una nueva DUI y no aceptará una sentencia condenatoria de los presos políticos. No quiere perpetuar un régimen, sino librarse de él. Para los políticos profesionales, cuyo horizonte es de ambición personal en la conservación del cargo, este comportamiento es incomprensible; como todo lo incomprensible, peligroso; como todo lo peligroso, criminalizable. 

Alguien  así no es un bribón. Es una buena persona tratando de hacer realidad un anhelo de independencia al que ha dedicado su vida, como se la ha dedicado su generación; su sociedad entera. La política catalana está planteada en unos términos que la política española no puede entender.

Está bien que, a pesar de sus pataletas anticatalanas, el gobierno entre por el aro de la negociación política con el independentismo, aunque no lo llame así. Y está mejor que la responsabilidad recaiga sobre la ministra Calvo, con exclusión del catalanófobo Borrell. La misión de la ministra Calvo de encontrar una solución política para el conflicto es una misión imposible. Sobre todo, acompañada por la farsa judicial del proceso 1-O.

No hay más solución que el referéndum pactado. Lo que cabe negociar son las formas.

dijous, 24 de gener del 2019

Independencia y dependencia

Aquí mi artículo del miércoles de elMón.cat, titulado La izquierda española y catalunya. Repaso a este drama de la izquierda española que no tiene modo de entenderse con la izquierda independentista catalana, ni de recuperar su perdida condición de izquierda en España. No quiere ser nacional-española, pero no se atreve a ser nacional-catalana, y se queda en el limbo, un lugar quizá adecuado a su bisoñez, pero harto incómodo pare estos hijod de lo audiovisual, porque es como no estar en ninguna parte.

En fin, aquí, la versión en castellano:

La izquierda española y Catalunya

La vida política se acelera siempre en periodo pre-electoral. En el caso de la izquierda el movimiento pasa a frenesí. Las listas electorales traen todas negociaciones, pactos, secreteos, bambalinas. Y, por supuesto, siempre al grito de que lo importante no son las listas, sino los principios. El único principio válido consiste en cómo asegurarse un puesto de paga pública para los próximos cuatro o cinco años.

En Madrid Podemos se ha fracturado a lo largo de la sempiterna línea entre la tradición comunista o neocomunista y la más proclive a la socialdemocracia, mejor o peor envuelta en discursos populistas. Podemos surgió con dos objetivos: arrebatar la hegemonía de la izquierda al PSOE y dar voz al movimiento 15 M. No ha conseguido ninguno y el resultado es la vuelta al eje comunismo-socialismo democrático de toda la vida del bipartidismo que se quería combatir.

Ese bipartidismo se convierte en monopartidismo cuando aparece la cuestión catalana. Mirando a Catalunya, izquierda y derecha en España son lo mismo. A los efectos catalanes, la salida de Errejón con su discurso nacional-popular pero, en definitiva, nacional español, debilita el sector de Podemos partidario de un referéndum pactado de autodeterminación (que tampoco es mucho) y que ya debe de quedar reducido a Pablo Iglesias, pues Carolina Bescansa también es partidaria del discurso nacional-español.

En Catalunya, la izquierda no independentista acaba de aprobar un documento programático, sin mención a la independencia ni a la República y en el que se limita a pedir una autodeterminación pactada. Mientras llega el pacto, a verlas venir. Por si esto fuera poco, los comunes de Colau han impuesto una forma autocrática de composición de listas, con ignorancia de elecciones primarias y recurso al viejo procedimiento de nombrar a dedo a quien quiere el jefe o jefa.

Los miembros de la plataforma soberanista que aun quedan en Podem, están abocados a la separación si quieren sobrevivir. La cuestión es: si para formar un enésimo partido de la izquierda, que tiene por la unidad el mismo respeto que por los principios o para sumarse por fin ya sin dudas al bloque independentista.

La izquierda no independentista es izquierda española y no puede concebir la independencia de Catalunya. Está dispuesta a proponer una España plurinacional, que suena un poco al “café para todos”, en clave progresista, pero no la independencia de una parte. Eso no se permite. Por ello, los comuns probablemente con ánimo de eliminación de ambigüedades han decidido dejar clara su oposición a la independencia con una propuesta que, sin duda, les resulta convincente: la de una especie de confederación, por supuesto, en una España plurinacional, es decir, un ser mitológico cuyo truco consiste en llamar “Constitución” a un Estatuto de autonomía.

El nacionalismo español sostiene contra toda evidencia que Catalunya está dividida, fracturada por el hecho de que en su seno haya partidarios y adversarios de la independencia. Pero esto es falso. Todas las sociedades están internamente divididas por este tipo de cuestiones (el Brexit en el Reino Unido, la inmigración en Suecia, el muro en los EEUU) pero eso no quiere decir que las sociedades estén fraccionadas y en conflicto. Como no lo está Catalunya.

El que está fraccionado, fragmentado y sin solución es el unionismo español y, dentro de este, el de la izquierda no independentista o izquierda española, reducido al miserable sucursalismo del PSC o a la dimensión exclusivamente barcelonesa y municipal de los comuns, incapaces de ofrecer alternativa alguna válida a España o a Catalunya que no sea asegurar sus poltronas municipales para los próximos cuatro años.

Pero lo más asombroso de todo es que, frente a este marasmo del unionismo de derecha o de izquierda, el independentismo, capaz de forjar una unidad a escala nacional, no sea capaz de forjarla a escala municipal.

Las dos almas del independentismo

Venga, va, no todo ha de ser cavilar sobre las grises portadas de los periódicos. Metamos algo de color. No todo sobre la frenética actualidad, sino sobre el reposado pasado, el paso del tiempo, la experiencia. No todo ha de ir en serio o a la brava. Hágase lugar a la broma y el donaire.

Dos almas se observan en el independentismo concebido como proyecto en el curso de un conflicto que metafóricamente (solo metafóricamente, ¿eh?) cabe ver como una guerra. En ella se materializan dos tácticas, correspondientes a las dos almas, que son viejas conocidas de todos los tratadistas de la guerra, desde el venerable Sun Tzu. Una es la de desgaste del adversario, la de evitar la batalla frontal y atacarlo en retaguardia, con guerrillas, hasta propiciar su derrota por agotamiento. La otra es la de presentar batalla en todo momento, sin reparar gran cosa en condiciones materiales, fiada en la audacia del mando y la fuerza numérica y moral de los combatientes propios.

Son dos tácticas distintas en el combate que reflejan dos temperamentos distintos y dos formas distintas de encarar la vida. La primera se llama táctica fabiana, de Quinto Fabio Máximo, Cunctator, el vencedor de Aníbal. La otra carece de nombre convenido, aunque podría llamarse táctica "napoleónica" en virtud de la respuesta de Bonaparte a la cuestión de cómo planeaba las batallas: D'abord, on s'engage; puis, on voit. De entrada, se ataca; luego se mira.

No hace falta ser más explicíto. Las dos tácticas son, desde luego, legítimas. Llamarlas "legítimas" es un poco necio por que son necesarias e inevitables y decir que lo inevitable es legítimo es gastar palabras. Hablar como los políticos.

Son dos puntos de vista, dos temperamentos, fabianos vs. napoleónicos. Los dos tipos ideales que dialogan a lo largo de los siglos: los fabianos triunfan ¿o no es un triunfo derrotar a Aníbal? Los napoleónicos, también ¿o no es un triunfo convertir una revolución en un imperio que difundió los valores revolucionarios por Europa? Sí, dicen los fabianos, pero el imperio napoleónico fue un breve fulgor y, si hablamos de España, ejem, ejem. Bueno, la república que Fabio Máximo salvó tampoco iba a durar mucho. Los reinos, las repúblicas, duran lo que duran. Y, en cuanto a España, en efecto, ejem, ejem.

Lo importante es que esas dos almas del independentismo no solo no se enfrenten sino que se alíen, que se unan en una acción común. La unidad es casi un imperativo categórico. La unidad de la diversidad. Hay quien opina que, sin menoscabo de la unidad de objetivo, la diversidad de procedimientos (caso de las listas electorales) fortalece el proyecto independentista en lugar de debilitarlo puesto que maximiza sus votos. Es una conclusión que contradice una verdad aceptada convencionalmente hace más de 2.500 años: que la unidad hace la fuerza. Sienta el principio Aristóteles al observar que el bronce es una aleación más fuerte y más dura que sus componentes, cobre y estaño.

dimecres, 23 de gener del 2019

El lance del recurso

Eso de "la tensión interna del bloque independentista" debe de ser un macro en el procesador de texto de El País. Todo lo que pasa en la vida contribuye a reavivar (macro). En este caso no hay duda: un recurso contra una decisión de un órgano amigo no es una decisión amistosa. Según el recurrente, es un mero trámite, para cumplir un requisito de futuras apelaciones. La pelea parece ser sobre si se informó con la debida antelación y a quién había de hacerse. 

Menudencias, pero, por si se dispara la especulación sobre la "tensión interna", etc., aparece la CUP sancionando la iniciativa del recurso de Puigdemont. La CUP ejerce una función como de fedataria pública de izquierdismo e independentismo cabal. Cuando hay alguna confusión en el campo indepe, muchos miran a ver qué dice la CUP para reorientarse. La autoridad le viene de estar siempre hablando de la acción social y realizándola, que es un modo sencillo de ganarse la confianza de la gente.

La amalgama de organizaciones de izquierda, que simboliza esa "unidad popular" que lleva en el nombre y por la que suspira Podemos, apoya el recurso del presidente burgués, etc. Cierto que con la habitual reprimenda, pero apoya y sanciona.

El revuelo del recurso  era de esperar. Los medios, entusiasmados con la tensión interna. Los políticos de la derecha haciendo mofa. Hasta los del mismo viaje, algo amoscados, aunque no quieran reconocerlo.

Sin embargo es un lance perfectamente legítimo, un cumplir el expediente. Una especie de gambito en la partida que el presidente Puigdemont mantiene con el Estado español. Paralela a la que juegan los presos/as políticos procesadas en la farsa del proceso 1-O. Paralela a la que se juega en el Parlament y paralela a la actitud de resistencia que manifiesta tozudamente la población catalana y resistencia pacífica.

Que la causa político-inquisitorial contra el independentismo era una farsa era obvio desde el comienzo. Ahora se ha hecho obvio también en sede judicial, a la vista de las pruebas presuntamente manipuladas por la Guardia Civil, sobre las que descansa todo el proceso. Visto lo cual solo corresponde anular toda la causa y liberar a los presos/as políticas.

La finalidad del recurso es facilitar la vuelta de Puigdemont como presidente electo de la Generalitat, a una Catalunya sin presos ni exiliadas políticas.

dimarts, 22 de gener del 2019

Punto de ruptura

Todo el mundo invoca el mandato 1-O, aunque no claramente su contenido. Cosa para recordar pues pedía consolidar la independencia y la república.

La situación de poder dual de hecho tiende a estabilizarse. El gobierno se escandalizó con la pretensión catalana de reuniones de igual a igual al más alto nivel, como si de dos Estados se tratara. Alguna ministra echaba humo por las orejas. Pero es lo que está pasando en realidad, aunque no se diga. El gobierno las llama "comisiones bilaterales", dentro de la normalidad de Sánchez ; y el Govern, mesas de diálogo bilateral, dentro de la normalidad de la situación de poder dual de hecho. Lo normal en España es llamar a las mismas cosas con nombres distintos.

Pero esta situación tiende a perpetuarse. El mandato de República-independencia sigue en pie, sin límite de tiempo. Hay que ver si nos conformamos con menos. A la rutina diaria, siempre autonómica, por mucho que insistamos en que las reuniones bilaterales son de igual a igual, se une el hecho de que estamos en periodo electoral. Elecciones europeas y municipales.

Las necesidades del momento, las conveniencias del día, las listas electorales, los pactos de aquí y de allí hacen olvidar el objetivo estratégico. Desde luego hay que atender a estas cuestiones, pues si no se lucha por la representación, te la impone el adversario. Pero esas cuestiones no pueden servir para olvidar el mandato del 1-O. Este no puede conseguirse si no es avanzando en el camino a la República independiente. Hasta el punto de la ruptura. Se trata de que no haya violencia, pero ruptura ha de haber.

Por eso, la investidura de Puigdemont está en la línea del citado mandato. Lo de condicionar la decisión a su efectividad es una inconsecuencia, ya que la única forma de saber de la efectividad de una investidura es realizándola. Pedir una garantía previa de efectividad es una forma de acatar el marco autonómico.

Al margen del resultado de los intrincados procedimientos judiciales puestos en marcha por el presidente en Bruselas, está claro que la la República catalana tiene que investir a su presidente o sea, renovar su investidura, que fue interrumpida mediante el golpe de Estado, ese sí, del art. 155. Es verdad que investir a Puigdemont es cosa de voluntad. De voluntad de ruptura porque, a continuación, se plantea la cuestión de qué hará el legítimo presidente de la Generalitat republicana, si ejercer su autoridad en el exilio o retornar al país, a tomar posesión física del cargo.

No se me ocurre un punto de ruptura más claro.

dilluns, 21 de gener del 2019

El famoso "relato exterior"

La hegemonía del relato exterior independentista saca de quicio a los unionistas. El ministro de Asuntos Catalanes; Borrell, solo tiene ojos, oídos, boca para Catalunya. Su misión es épica, de reconquista. No solamente quiere combatir la hegemonía del relato independentista, sino la misma Leyenda Negra. 

Emplea todo tipo de recursos públicos para cortocircuitar la acción exterior de la Generalitat: mantiene premios en metálico para el mejor artículo en Europa sobre España, o sea, contra Catalunya; financia y difunde doctrinas unionistas en ponencias académicas, a modo de briefings para las embajadas; las rearma políticamente a base de PWPs; apadrina obras de gran impacto en contra de la leyenda negra.

Recientemente ha explicado el uso del cuerpo diplomático a modo de cosacos del Don, para reventar actos de Torra o, por lo menos, escrachearle un poco. El último episodio, a cargo de un cónsul en San Francisco, ha hecho más por la causa indepe que el discurso del propio Torra.

No es delirio catalanófobo de Borrell; es política de Estado. Borrell hereda ese pacto de la vergüenza por el que Margallo acordó enviar tropas españolas a los países bálticos (con cargo al erario español) para que los bálticos no le armen follones internacionales con la autodeterminación. Triste lógica la del tramposo: tiene que pagar para que no le saquen los colores. Y ahora resulta que esas tropas son catalanas. Es un espíritu que recuerda algo la idea de Trump de que el muro lo paguen los mexicanos, aunque parece que con más éxito. Es verdad que los ministros españoles gustan de enviar efectivos militares al extranjero con los más variados motivos. Fernández Díaz, el de Interior, enviaba pelotones de guardias civiles, policías, militares y monjas a Lourdes a bailar la yenka. Pero este envío de tropas tiene un fuerte aroma colonial. 

El Estado sirve para esto, para dedicar infinidad de recursos públicos a torpedear la acción exterior de la Generalitat que, a su vez, también ha de emplearlos para contrarrestar el torpedeo. Esta confrontación permanente no es un negocio para nadie y las estrategias de desgaste, un error. 

Catalunya mantiene la hegemonía de su relato exterior porque su causa goza de simpatía en los medios y la opinión internacional más movilizada que apoya una lucha de liberación de una minoría nacional. Le ayuda sobremanera la fosca imagen internacional de España, incapaz de convencer de que se trata de un Estado democrático de derecho. Y menos con explicaciones como las del cónsul de Frisco o las declaraciones de aquel otro ministro que aseguraba en directo en la BBC que las imágenes de la represión policial el 1-O eran falsas. Y se lo decía al que las había tomado. 

Es imposible hablar de Estado de derecho con presos y exiliados políticos.

Y con gente en la cárcel por dibujar chistes o hacer canciones.

diumenge, 20 de gener del 2019

La Estatución

Podemos se deshace en cumplimiento del destino de faccionalismo y personalismo comunistas que lleva en su seno. En esta penúltima trifulca al uso de la "verdadera" izquierda, juega también un papel confuso el pulso de las generaciones. Las de Carmena y Errejón puentean a los gallos del corral. La cosa promete y, como se ventila en los muy sesgados medios, pronto se llenará de episodios chuscos.

Podem en Catalunya, que pasó hace un tiempo una crisis a raíz de la salida de Dante Fachín, creo recordar, aparece fiel aliada de Catalunya en comú, el partido de Colau y más gente. Y es, cómo no, un partido de orden.

Los comunes han decidido clarificar su posición contraria a la independencia mediante un documento programático aprobado por el Consell Nacional que, es de suponer, será la máxima autoridad entre congresos. Una especie de ideario o programa de acción que pretende eso, clarificar, acabar con la ambigüedad que les viene caracterizando. Y lo han hecho de forma sutil, taimada, ambigua.  Hay que interpretar.

El razonamiento es retorcido. Comienza deslumbrando con una fórmula brillante, una propuesta insólita: una Constitución dentro del Estado español. Ahí es nada: Constitución, Estado, magnas palabras; prueba de que tratamos asuntos serios, graves.

A continuación se expone cómo se llevará a cabo esa propuesta: mediante un referéndum pactado con el Estado. Esto se entiende fácilmente y hace coincidir a los Comuns con los independentistas: un referéndum de autodeterminación pactado con el Estado en el que los comunes propondrían esta fórmula intermedia entre la autonomía y la independencia. ¿Por qué no? Los indepes preferimos un referéndum binario: independencia sí o no. Pero, cambio de que haya referéndum, nadie objetará a negociar opciones siempre que una de ellas sea "independencia".

¿Y si el Estado se niega a pactar referéndum alguno? Mejor dicho, ¿y si se sigue negando a pactar referéndum alguno? Porque negarse, ya lo ha hecho y en ello está. No es un secreto para nadie que no hay posibilidad de que el Estado español pacte un referéndum de autodeterminación si no es a la fuerza. Por eso la propuesta de los comunes tiene trampa: condicionan su fórmula a un referéndum pactado porque saben que no se pactará jamás. Se elimina la ambigüedad. Los comunes rechazan la independencia. Paladinamente.

Porque ¿qué se propone entre tanto, mientras se consigue el referéndum pactado? ¿Se propone acudir a la unilateralidad, proseguir la DUI, ya proclamada en sede parlamentaria, el 27 de octubre, cuando Coscubiela mostró en público su voto negativo? De ningún modo. Se propone esperar gestionando mientras tanto los asuntos cotidianos en el marco autonómico que los dioses nos han dado. La ambigüedad ha quedado definitivamente aclarada: los comunes solo aceptarán la independencia si se la impone la mayoría del electorado en un referéndum en el que ellos van a votar otra cosa. ¿Está claro?

Por eso se queja amargamente la plataforma soberanista del partido. Aparte de señalar que la declaración, programa, ideario o lo que sea se ha aprobado en un órgano sin previa consulta a las bases, los soberanistas detectan ausencias reveladoras en el documento: no se habla de República Catalana, ni del mandato del 1-O, ni de independencia. Es natural: Catalunya en Comú no quiere la independencia, ni deja de quererla si se la imponen democráticamente. Lo extraño es que los críticos no lo vieran antes.

En cuanto a la brillante propuesta, tiene aspectos divertidos. No lo llaman confederación porque no los tilden de alucinados, pero es lo que es. Y su inconsecuencia queda patente por cuanto no especifican si la Constitución será monárquica o republicana. No lo hacen por no pillarse los dedos. Prefieren pillarse la lengua.  Obviando este pequeño detalle, queda por averiguar en qué se distinguiría una Constitución de un estatuto de autonomía  fuera de en el nombre; cuál sería su garantía frente a una intervención arbitraria del poder central, de las acostumbradas. Esa garantía solo puede darla la independencia y, por tanto, de lo menos que se está hablando es de Confederación.

Queda a la imaginación del lector el tipo de reforma constitucional preciso para transformar el reino de España en una confederación.

Pero, en fin, esta es la propuesta y cada cual tiene derecho a formular la que estime pertinente.

Hay un sector del independentismo proclive a entenderse con los comunes. Estos lo animan, poniendo el acento en las cuestiones sociales de la izquierda. El problema es que ese entendimiento solo puede hacerse con merma del objetivo independentista. Un problema sin solución porque la independencia es la única estrategia de supervivencia. El Estado no va a ceder ni el mínimo necesario para que los partidarios del entendimiento puedan justificar el aplazamiento del objetivo sumándose a la estrategia de la espera.

Recuérdese el mito de Pandora: la esperanza es lo último que se pierde. Lo único que quizá deba aquí ahora aclararse es esperanza ¿de qué? Los comunes lo dicen claramente: esperanza de seguir como estamos. Los indepes partidarios de entenderse con esta gente ¿qué esperanza tienen?

dissabte, 19 de gener del 2019

El extremeño furioso

Podría dar para una novela ejemplar de no ser porque de ejemplar no tiene nada.

¡Qué barbaridad, qué desatino, qué modo de dar una patada al tablero de la transición, el 78 y los verdes prados del Edén! ¡Qué forma tan descarnada de imponer un orden en beneficio propio por la fuerza bruta!

Conste que no estamos para menudencias. El Parlamento extremeño está en su muy legítimo derecho de decidir lo que le parezca. Sin duda. Y el catalán. Los extremeños quieren aporrear a los catalanes; los catalanes quieren echar al rey de los extremeños. ¿Por qué unos sí y otros no? Los Parlamentos son soberanos; todos. No es esa la cuestión.

Tampoco lo es que el presidente de Extremadura, Fernández Vara, fuera en años más mozos, militante del PP, lo cual es evidente ahora. Son cosas de los partidos y si los socialistas piensan que este transferido los representa, es asunto suyo. Pero tampoco es la cuestión aquí.

Como tampoco lo es el juicio de todo tipo que merezca una decisión de este jaez que trata de perjudicar a una fuente de ingresos propios.

La cuestión es que, con toda la legitimidad y legalidad del mundo, el Parlamento extremeño ha hecho añicos cualquier posibilidad de entendimiento en el Estado español, ha puesto el conflicto en términos de todo o nada. Y ha dejado patente la condición colonial de Catalunya sometida a intervención arbitraria de la metrópoli o dictadura de la mayoría. Algo estúpido porque, con ello, se legitima el derecho de autodeterminación que se negaba en un principio por no tratarse de una colonia. 

Y resulta que sí se trata de una colonia porque solo como una colonia se puede gobernar un territorio en contra de la voluntad de la mayoría de sus habitantes. El ataque a la nación catalana activa el derecho de esta a la legítima defensa recurriendo de un lado a la acción popular y de otro a la opinión internacional. La metrópoli tiene la batalla perdida. La decisión del Parlamento es el canto del cisne del artilugio autonómico del 78. 

En el volumen III de su Historia de los heterodoxos españoles, Menéndez Pelayo termina un agudísimo juicio crítico sobre Donoso Cortés, ilustre extremeño de Valle de la Serena y, por tanto, pacense, de este modo: "Todo es en él absoluto, decisivo,magistral; no entiende de atenuaciones ni de distingos; su frase va todavía más allá que su pensamiento; jamás concede nada al adversario, y, en su afán de cerrarle todas las salidas, suele cerrárselas a sí mismo."