dimarts, 9 de novembre del 2010

Fuego en el Sahara.

Todo lo que tiene que ver con el Sahara es muy cercano a los españoles por razones obvias. Tan obvias que uno de los grupos que se ha personado en El Aaiún con ánimo de auxiliar a los saharauis maltratados por los marroquíes y han conseguido que los maltraten a ellos también comprendía dos parlamentarios del PNV y una de Aralar; es decir nacionalistas que, por lo común, sostienen no ser españoles. Esa cercanía de sentimiento arranca desde luego del hecho de que el Sahara fue colonia española, posteriormente designada "provincia" por el general Franco.

Pero sobre todo arranca de la mala conciencia de los españoles por el modo en que el país cedió el territorio a Marruecos, sin consultar con los saharauis y sin defenderlos, firmando unos vergonzosos Acuerdos de Madrid que venían a sancionar la imposición marroquí por medio de la marcha verde, una de esas mareas humanas que organizan los musulmanes al estilo Mahdi, invocando a Alá y al profeta en este caso empleados a fondo ante el peligro de que se celebrase un referéndum de autodeterminación en el Sahara auspiciado por la ONU. Esa mala conciencia cristaliza en una generalizada simpatía de la población hacia el Frente Polisario y una muy extendida disponibilidad de la gente para acoger niños saharauis en las vacaciones de verano.

La raíz, sin embargo, es más profunda. Consiste en la amarga comprobación de que España prácticamente no existe en el escenario internacional. Hassán II lanzó la Marcha Verde el 6 de noviembre de 1975, con Franco agonizante, en medio de un vacío de poder en España. Aun en el caso de que el entonces Príncipe de España, ante la urgencia del momento, hubiera tomado el poder y decidido defender el Sahara como lo había prometido es muy dudoso que hubiera podido hacerlo porque los Estados Unidos, principales valedores de Marruecos en este contencioso no lo hubieran permitido. Los Acuerdos Tripartitos (España, Marruecos, Mauritania) se firmaron el 14 de noviembre de ese año por presiones de los EEUU, con el Jefe del Estado español prácticamente en el otro mundo y sin que su sucesor estuviera por completo en éste.

Marruecos ha incumplido prácticamente todas las cláusulas de los Acuerdos Tripartitos, incluidas las secretas y, por supuesto, las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, al estilo israelí. De hecho la táctica que viene aplicando en el Sahara desde 1975 es israelí de cabo a rabo: incumplimiento de las resoluciones de la ONU; dilaciones bajo cualquier pretexto; hostilidades esporádicas contra la población autóctona, selectivas o no selectivas; asentamientos de colonos en los territorios ocupados; continuas negociaciones continuamente rotas o incumplidas.

El Acuerdo preveía que será respetada la opinión de la población saharaui, expresada a través de la Yemaá, cosa que no se ha hecho. Bastante le importaba la Yemaá a Carlos Arias Navarro, por entonces presidente del Gobierno español y firmante de esos bochornosos acuerdos. Pero España no puede tomar medidas drásticas contra Marruecos porque carece de margen de maniobra y los Estados Unidos no lo permitirían, haya o no haya OTAN. Recuérdese cómo el Tratado bilateral España-EEUU de 1953 prohibía que la primera empleara las armas transferidas por los States en un conflicto con Marruecos, por lo que hubo que pelear en Sidi Ifni con el armamento de la guerra civil.

El valor estratégico de Marruecos para los EEUU es muy superior al de España porque es similar al de Israel, esto es, una cabeza de puente en mitad del Islam; aunque, por supuesto, el compromiso gringo con Israel es muy superior en todos los órdenes al que tiene con Marruecos. Con todo está claro que el principal actor forastero en el conflicto del Sahara son los Estados Unidos, factor decisivo en el hecho de que España no cuente. Es como cuando los ingleses y los franceses trataron de recuperar por la fuerza el canal de Suez en 1956 y los EEUU los obligaron a retirarse. No hay política autónoma de España en relación con Marruecos que, sabiéndolo, mantiene una actitud de colaboración/enfrentamiento, no permitiendo que se olviden los contenciosos que tiene con Al-Andalus

Aceptando el hecho de la hegemonía de los Estados Unidos en la región, la ONU nombró como comisionado para asuntos del Sahara (pendiente de descolonización) a James Baker quien, tras las correspondientes diligencias, salió de allí con dos planes. Con el primero no tuvo éxito pero sí con el segundo que preveía una autoridad saharaui durante cinco años para preparar un referéndum de autodeterminación con dos posibles soluciones: a) el Sahara integrado en Marruecos con una amplia autonomía; b) independencia del territorio.

Apenas lo había aprobado el Consejo de Seguridad de la ONU cuando ya Marruecos anunciaba que rechazaba el plan pues no acepta la independencia del Sahara como una opción. A continuación, Bush Jr., en perfecta sintonía con su protegé anunciaba que la independencia no era una opción y que los saharauis se conformaran con la autonomía dentro de Marruecos. El mismo Bush que iba del brazo de Aznar a la guerra del Irak. Ventajas del ser emperador de entrambas Indias.

Por lo demás, el llamado conflicto del Sahara lleva camino de enquistarse en una situación de dos colectividades enfrentadas, una con todos los medios y la otra con ninguno, salvo los que pueda conseguir de Argelia, y condenada a languidecer en condiciones miserables en campos de refugiados en su propio país. Como los palestinos en Palestina, así los saharauis en el Sahara. Tal es el resultado de la desastrosa gestión colonial de España en la zona que lega un conflicto por dejadez y cobardía en su momento.

Honra mucho su actitud a los ciudadanos que están saliendo a la calle en todas partes a protestar por la situación del Sahara y por la falta de implicación del Gobierno en el conflicto. Pero no parece que estas movilizaciones vayan a surtir grandes efectos ya que España no es un actor relevante en la zona, carece de posibilidades reales de presión diplomática (al contrario, en algunos aspectos es ella misma rehén de la diplomacia marroquí) y no puede ni soñar con el empleo de la fuerza militar.


(La imagen es una foto de Jaysen bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 8 de novembre del 2010

La entrevista a Felipe.

Sobre la entrevista a Felipe González que publicaba El País ayer.

Felipe y Jose Antonio son los dos únicos políticos del siglo XX a los que la gente llama por su nombre de pila. Las razones, me malicio, son discordantes. A José Antonio lo querían, quienes lo querían, por decir las cosas ordinarias en términos extraordinarios y a Felipe por decir las extraordinarias en términos ordinarios.

Se admiten apuestas acerca de cuánto van a tardar los debeladores del felipismo y defensores de Patria eterna en pedirle las cuentas que él mismo prevé por su decisión de no volar la jefatura colectiva de ETA, es decir, de no haber hecho de GAL: cuántos asesinatos de inocentes se habrían evitado.

Las apuestas se doblan a que alguien va a acusarlo de ser el "autor intelectual" de esos asesinatos y se triplican a que alguien más presenta una querella criminal por inducción al asesinato o por complicidad o por negligencia; por lo que sea. Querían procesarlo por ser Mr. X y ahora querrán procesarlo por no serlo. Precisamente porque sigue gozando de tanta popularidad hay gente que le tiene verdadera inquina. Felipe provoca verdadera inquina personal a derecha y a izquierda, con admirable equidad. Eso se llama envidia.

Sin contar con que la decisión por el "no" probablemente además de moral también fue acertada desde el punto de vista práctico. Francia no es Auckland, en donde los servicios secretos franceses volaron el Rainbow Warrior con absoluta profesionalidad, si cabe hablar así, y España, a su vez, no es Francia ni de lejos. Tosquedad y falta de pericia asesina. Si se tratara de dar una paliza en un cuartelillo ya sería otra cosa. Pero volar un inmueble en jurisdicción ajena, por la noche, a cientos de kilómetros suena un poquito a Flash Gordon. Aunque por la boca muere el pez.

Es un hallazgo eso de que en la lucha por el poder, como en el iceberg, las cuatro quintas partes son subterráneas excepto en el caso del Vaticano en que todo es subterráneo. Claro que si es un iceberg no son subterráneas sino sumergidas y que si todo está sumergido, tampoco se trata de un iceberg, sino de un submarino. Muy oportuno ahora que el Papa estaba por aquí, gruñendo como buen vejestorio. Y es verdad que en el Vaticano todo es subterráneo. Son las cuevas de San Pedro, de las que salen esos propósitos tan alejados del sentir normal de la gente.

El entrevistador reconoce ya al principio de la conversación que se ha dejado subyugar por Felipe con el argumento de que subyuga a todo el mundo. Por eso la gente lo llama Felipe. Y la entrevista es un ejercicio de esa capacidad de subyugar que tiene el expresidente basada en que conecta de modo automático, involuntario, con el auditorio en un lenguaje sencillo que trasmite sinceridad. Dice Millás que a veces parece que habla con suficiencia. No es mi impresión. Cuando la denodada lucha contra el felipismo había quien decía que habla como Cantinflas. Tampoco lo comparto. La fuerza de Felipe reside en que es original.

Y no sólo original. También es honrado. El trozo dedicado a la corrupción en tiempos de su gobierno es muy interesante porque descubre el lado privado, personal, de Felipe y ya de paso su forma de vida actual que no consiste en consagrarse a amasar una fortuna como está haciendo Aznar

En lo de los fondos reservados le patina un poco el concepto al expresidente. Viene a decir que es absurdo y provocador que la oposición pidiera pruebas escritas de la utilización de esos fondos. No entiendo porqué. Entre otras cosas los fondos son reservados, pero no de libre disposición y de algún modo debe ser posible probar documentalmente a la oposición que no se utilizaron como si fueran de libre disposición.

No es un hombre de pensamiento, aunque suele decir cosas muy puestas en razón. Varias sobre la crisis, la política, etc en el curso de la entrevista. Felipe es obviamnte un hombre de acción pero un hombre de acción en quien relumbra también la prudencia y la experiencia. Quizá no esté en su mejor momento pero se acerca bastante.

(La imagen es una foto de Gobierno de Aragón, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 7 de novembre del 2010

La mala uva de San Pedro.

Imagínense que, a petición del Vaticano, Zapatero va de visita a la Santa Sede y, en el momento de pisar la Plaza de San Pedro, larga a los periodistas que en el Vaticano hay una guerra declarada contra la Razón, que se defiende a machamartillo la superstición, que se está a muerte contra el espíritu de la Ilustración, que el Papa es el último monarca absoluto de Europa pues concentra en sí los tres poderes, que la Iglesia es furibundamente misógina y en el clero abunda la pederastia, que se respira un clericalismo trasnochado, que se predican barbaridades en contra de la salud reproductiva y de la lucha contra el SIDA en continentes enteros y que se vive en la pompa y el boato, contrariamente a la letra y el espíritu del Evangelio. Cabe imaginarlo pero todo el mundo sabe que es imposible. Zapatero es un hombre bien educado y no ignora que, cuando se va de visita a casa de otro, no se entra por la puerta criticando, regañando, poco menos que insultando. Como hace el Papa.

Sostiene Benedicto que la batalla decisiva entre la verdad y el error se libra en España. Ya tenemos a España otra vez de adelantada de la Cristiandad. ¡Qué cruz, Señor! Debe España volver a los tiempos en que fue "generadora de fe" y no repetir las épocas de descreimiento y laicismo "agresivo" al estilo de los "años treinta". O sea, la nefanda República, cuyos hijos, vilmente asesinados por los nacionalcatólicos y sepultados en fosas comunes, están resurgiendo del abandono y el olvido. Quiere Benedicto la España de Trento, la de la Contrarreforma, la de la Inquisición, en buena medida, la de Franco. Y considera la lucha por alcanzar estos objetivos prioritaria en la acción de la Iglesia, su estrategia, como dicen los de Marketing, lo cual explica la insólita furia con que la jerarquía española sacó a la calle en la primera legislatura de Zapatero al PP y a sus fieles, en la medida en que no fueran coincidentes. Estoy seguro de que el Papa no entiende cómo se puede ser católico fiel y votante socialista, no digamos ya diputado o ministro del maligno.

Ese deseo paladinamente formulado viene de consuno con el filosofema más caro al Santo Padre: la necesaria conciliación entre la fe y la razón y entre la fe y el arte, matiz sutil. Las relaciones entre la razón y el arte obviamente no son de su incumbencia. La fusión entre la fe y la razón es un imposible metafísico porque la razón no puede dar por cierto nada de lo que la fe considera base misma de la verdad, esto es, el misterio. Cuanto más misterio, más fe y, claro, menos razón. El verdadero Benedicto XVI es el de la lucha a muerte entre la verdad y el error que no pueden fusionarse porque son antitéticas, como lo son la fe, esto es, la verdad (¿o es que la fe yerra?) y el error, esto es, la razón que, además, reconoce que yerra.

Así que de fusión, nada: aniquilación. Por eso avisaba Público de que el Papa venía a España en son de guerra. En son de guerra con el dinero de tu enemigo y protegido por las fuerzas armadas y de seguridad del enemigo. Eso es una victoria y no lo que dice el sabio Sun-Tzu.

Leo que la visita no cumple las expectativas de público. Vaya por Dios. Y eso que los obispos habían predicho que con el Papa llegaría el cuerno de la abundancia, una lluvia de millones. No son los mercaderes los que están en el templo; es el templo el que va a los mercaderes. Con todo, era previsible. Este Papa duro, intransigente, inflexible, frío, altanero, orgulloso, que dice cosas tan apartadas de la experiencia cotidiana de la gente, despierta escasa simpatía. No es un Papa cálido, como Juan XXIII, ni espontáneo como Juan Pablo II.

La pregunta es qué pintaba en Santiago el vicepresidente Rubalcaba que, en su condición de ministro del Interior, tiene cosas más importantes que hacer que ir a ver como le dan botafumeiro a Su Santidad. Por supuesto, desde el momento en que el sucesor de San Pedro viene escoltado por dos cazas de la fuerza aérea, parece que no viene solo a charlar con la sociedad civil y la autoridad tendrá que recibirlo. Pero la imagen es que el Gobierno cede una vez más a las imposiciones de la Iglesia. La política de appeasement es un error, ya lo dice Aznar. Se han tragado el proyecto de ley de libertad religiosa con el mirífico argumento de que "no es urgente". La libertad religiosa no es urgente. Y por eso prometía su cargo el Vicepresidente hace diez días con un crucifijo. Y ahora Benedicto XVI celebra su victoria luciendo a su lado los despojos del vencido, como el Rey que mostraba la cabeza de su contrincante clavada en una pica. No es el extremo de Rubalcaba pero es el camino.

(La imagen es una foto de Catholic Church (England and Wales), bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 6 de novembre del 2010

El franquismo en estado puro,

Éste es el tercer volumen que Eslava Galán dedica a la guerra civil y la posguerra. Hace un par de años ya di cuenta del segundo, Los años del miedo (La infame posguerra I y II). Al hacerlo con éste corro el riesgo de repetirme porque, en lo esencial, De la alpargata al seiscientos (Barcelona, Planeta, 2010, 422 págs.) es la continuación de aquel. Si el anterior iba de 1939 a 1952, éste va de 1952 a 1957 y es similar tipo de relato. El autor, un novelista historiador, narra la materia mezclando la ficción con la realidad; da cuenta a modo de crónica del acontecer del país en aquellos años apoyándose en las peripecias de los personajes que ya aparecían antes y que son como arquetipos de la España de la época: unos delincuentes quincalleros, robacadáveres que entran y salen de la cárcel y sobreviven como pueden a aquella durísima y prolongada posguerra; unos arribistas que viven de los servicios supuestos a la causa nacional y hacen grandes fortunas gracias a sus relaciones con los altos funcionarios y jerarcas de un régimen corrupto hasta la médula; unos curas de un nacionalcatolicismo rígido que se inmiscuyen en la longitud de las faldas de las mujeres pero pueden tener comportamientos personales disolutos; una barbería de pueblo en la que el barbero cuenta chistes de Franco a una parroquía de gente escarmentada; un funcionario del Movimiento adscrito al departamento de censura del Régimen; la madama de una casa de putas. Los nombres nos son familiares: Pedrito el Piojo, el Burro Mojao, el padre Fornell, la Uruguaya, el Chato Puertas, Diego Medina. La España de entonces y la de siempre, la de Quevedo y Pérez Galdós, la de Torquemada y Fray Justo Pérez de Urbel, la de Pepe-Hillo y el Litri, la del Gran Capitán y Millán Astray.

Eslava Galán ofrece un fresco de una época: una sociedad empobrecida, hambrienta (las cartillas de racionamiento se suprimieron en 1952/53), aterrorizada, dominada por una dictadura férrea que luchaba por su supervivencia en el exterior, en donde carecía de aliados. La autarquía, la política de un General que "no se metía en política", la picaresca, la hipocresía y el puritanismo oficiales, el imperio de la Iglesia, los chanchullos y negocios sucios, el carácter pintoresco del Dictador y sus secuaces, los falangistas, los monárquicos sin Rey, los militares de un ejército incapaz de combatir, los católicos, el Opus como secta, el Concordato de 1953, la vuelta de los Estados Unidos, los sucesos del 56, el Plan de Estabilización, el Plan Marshall a la española del Tratado con los Estados Unidos que donde mejor se retrata es en el Bienvenido Mr. Marshall. Bullen las gentes en ambientes bien captados que se afanan en lo suyo en un país regido como si fuera un cuartel.

En resumen, una obra que llama a los recuerdos de quienes vivimos la época en la adolescencia, escrita con ironía, con amargura, con indignación, con asombro. A la vista de lo que por entonces pasaba en el mundo, la pregunta es : ¿cómo fue posible el franquismo? Y la respuesta salta a la vista: una dictadura de cuarenta años requiere otros cuarenta para que quienes la sufrieron la superen. En algunos casos parece que más. Y sin superarla es imposible explicar las causas. Una de las muestras de la autocomplacencia de la Transición es señalar que ella misma es una especie de milagro (los españoles, en lugar de entrematarse, se organizan en democracia) pendiente de explicación. Nada más falso: lo que está pendiente de explicación, lo extraño es que se diera el franquismo, una dictadura criminal y ridícula, una opereta sangrienta, un régimen surgido de una rebelión que provocó una guerra civil y juzgó luego y condenó a sus enemigos vencidos por rebelión. Rebelión contra los rebelados.

Eslava dice muchas cosas entre líneas. Habla bastante de Franco al hilo de los acontecimiento que va narrando, por regla general muy pintorescos ya que se apoya en el libro de memorias de Franco Salgado-Araujo, el primísimo que fue largos años secretario a la sombra del invicto Caudillo y cuenta cosas verdaderamente hilarantes con un tono de ayudante de campo, que quizá sea lo más cercano a un secretario que pueda imaginar un militar. Y la imagen que surge de los trazos dispersos es la de un hombre que desde el principio tuvo claro que del poder sólo lo sacarían con los pies por delante.

El primo se escandaliza al comprobar que Franco se pasa la vida cazando, pescando, presidiendo actos, viendo películas, pintando; es decir que no trabaja, cosa que subraya Eslava con auténtico pasmo. En efecto, ¿cómo se puede ser Jefe de Estado (y, durante muchos años, presidente del Gobierno) y no dar palo al agua? Es más, esta realidad de indolencia se hace compatible con la leyenda de la lucecita de El Pardo que, como la de Mussolini y la de Stalin, no se apagaba por la noche. Ésta y todas las demás leyendas eran la tarea asignada a unos medios de comunicación que eran un único medio de comunicación con diferentes altavoces: prensa, radio, la incipiente televisión. Para millones de españoles la expresión la hora del parte significaba que todas las emisoras (ya muy parecidas en las horas "civiles") sintonizaban con Radio Nacional para el diario hablado, un único diario hablado que se iniciaba con los toques del cornetín de órdenes y se terminaba con el himno nacional y los llamados "gritos de rigor". Si se lo cuentan a Orwell no se lo cree. Luego, para los fastidiosos asuntos prácticos de la gobernación del Estado ya estaba el fiel marino Carrero Blanco, digno sucesor de Prim, Cánovas, Canalejas y Dato. Siempre me ha llamado la atención la cantidad de magnicidios que se da en España. Cinco presidentes del Gobierno en unos cien años debe de ser el máximo entre los países similares.

La visión de Eslava es esencialmente literaria, pero también rigurosamente histórica; no una historia académica, pero sí muy bien documentada y contrastada, no con el fin de descubrir una hipotética verdad de los hechos sino con el de transmitir una vivencia. El autor habla de lo que vivió y eso es esencial en estos libros. Por ejemplo, traza un retrato de la Semana Santa en España bajo control absoluto y total del clero que hace falta haberlo vivido para saber lo que era. A veces, la Iglesia, en un ataque de magnanimidad hacia sí misma, pide perdón por alguna fechoría del pasado (Galileo, por ejemplo) pero ¿qué perdón tendría que pedir por intentar amargar la vida a un país entero año tras año?

Eslava presta menos atención a los aspectos represivos del régimen, a las torturas, los juicios militares, los penales abarrotados o la guerrilla, aunque algo dice. Se detiene más en el Valle de los Caídos y ello es especialmente oportuno en un momento en que vuelve a plantearse qué hacer con semejante monstruosidad pero en general su relato tiene un sesgo más amable; crudo y amargo pero amable. Recuerda un poco la literatura expresionista y los cabarets de la República de Weimar. El franquismo ha marcado a varias generaciones de españoles y ha sido el horizonte vital del país en todas sus facetas por eso sobre él se pueden escribir cosas tan opuestas en todos los sentidos como los libros de Vizcaíno Casas y los de Eslava Galán.

PS. Por cierto, lo olvidaba: el libro tiene abundancia de material gráfico de la época, tanto en el texto como en cuadernillos aparte en couché con imágenes que no solamente apoyan e ilustran la narración sino que, en muchos casos, son una joya en sí mismas. La iconografía de aquel tiempo absurdo, que hubiera sido divertido de no haber estado basado en el hambre, el terror y la densa imbecilidad de los gobernantes, curas incluidos, es extraordinariamente significativa.

divendres, 5 de novembre del 2010

Rajoy tiene razón.

Es verdad, el debate sobre la posibilidad de invertir el orden de los apellidos es secundario en España y la propuesta del Gobierno, "innecesaria". Esa posibilidad está abierta desde la reforma del derecho de filiación in illo tempore. Un servidor luce en primer lugar el apellido materno, cosa que hizo pasando por el registro civil correspondiente y con el beneplácito del juez hace muchos años. Parece que el proyecto actual viene a colmar alguna laguna del tipo de qué sucede cuando los padres no están de acuerdo, pero eso es harto improbable y, en todo caso, tampoco es muy relevante. Por tanto, Mariano Rajoy tiene razón a mi entender al advertir que se trata de una cuestión que "no interesa a los españoles".

Lo que sucede es que eso es lo que dice siempre que se hace algo o se debate algo a lo que luego resulta que se opone con uñas y dientes. Debates "innecesarios", para "distraer la atención de los asuntos urgentes" fueron, si no yerro, la ley de la igualdad, la de la memoria histórica, la de reforma del aborto, la de los matrimonios homosexuales, la reforma del Estatuto de Cataluña, la prohibición de las corridas... todo lo que fastidia o molesta a la derecha (que es todo lo que reforme el orden existente en un sentido progresista, de mayor libertad y mayor igualdad), es innecesario, superfluo, "cortina de humo", secundario. Pero luego esa misma derecha se agita furiosamente en contra de los proyectos (con manifestaciones callejeras de obispos incluidas), como si fueran de la mayor trascendencia.

Lo hace hasta cuando los temas son de verdad menores, como este de los apellidos. Es más, lo que los convierte en mayores es precisamente la empecinada oposición que practica el PP, hasta el punto de que cabe preguntarse quién realmente recurre a las "cortinas de humo", si el Gobierno al plantear un proyecto menor o la derecha al convertirlo en mayor. Porque problemas más graves, acuciantes, urgentes, en efecto, hay varios. Pero no es seguro que Rajoy quiera que se debatan públicamente, razón por la cual quizá la famosa "cortina de humo" -¡vaya nombrecito belicoso!- a quien beneficie sea al PP.

Asunto grave y urgente es la homofobia del PP, tan aguda que lleva a Rajoy a anunciar que modificará la ley de matrimonios homosexuales diga lo que diga el Tribunal Constitucional ante el que la tiene recurrida. Lo que importa a Rajoy este asunto se echa de ver en el gesto que tiene en la foto del reportaje sobre la irrupción de la Drag Queen en el acto de presentación de un libro sobre los liberales. ¿Cómo va a renunciar la derecha a seguir estigmatizando a unos u otros ciudadanos en función de su opción sexual?

Asunto gravísimo es el alcance de la corrupción que afecta al PP de lleno en Madrid y Valencia. Cualquier cosa que sea dejar de explicar porqué no solamente no dimite Camps sino que será candidato en las próximas elecciones autonómicas es una "cortina de humo". Al caso Gurtel se une el caso Brugal que es un Gürtel II con desviaciones y ramificaciones que superan los delitos habituales de cohecho, prevaricación, etc. para expandirse por el código penal, con fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. Todo ello presunto, por supuesto, pero que toca directa o indirectamente a cargos del PP, muy señaladamente al presidente de la Diputación de Alicante cuya santa esposa lleva un tren de vida que parece un tren de vida de alta velocidad.

Y si de importancia y trascendencia se habla, ¿qué tal si se afronta ya de una vez el imprescindible asunto de cómo buscar, encontrar e identificar a todos los asesinados por el franquismo y enterrados en las cunetas; a todos los niños secuestrados y entregados a familias afectas al Régimen? Porque el hallazgo de la fosa de Valencia con los diecisiete asesinados por los franquistas en circunstancias, parece, de crueldad, ensañamiento y sadismo inimaginables es como un aldabonazo, el enésimo, en la conciencia moral de los españoles. Mientras haya desaparecidos, presumiblemente asesinados y enterrados en fosas comunes, la democracia española será indigna.

Y ¿qué decir del franquismo residual en el PP? ¿No es asunto de gravedad para la convivencia de los españoles? Cómo debe entenderse que la señora Rudí diga que Zapatero tiene la obligación de asistir a la misa del Papa? ¿A qué suena esto? El problema no es que la señora Rudí ignore que el Estado español no es confesional, pues eso puede resolverse si se lee la Constitución. El problema es la falta de respeto de la señora Rudí hacia las creencias o no creencias de los demás, concretamente aquí de Zapatero porque eso ya tiene difícil arreglo dado que sólo se aprende en casa y de joven. Y todavía más, el problema es el cristianismo de la señora Rudí al que parece bien que un no creyente asista a la ceremonia más importante de su liturgia haciendo un simulacro, un paripé, que dicen los castizos. Si yo fuera católico me parecería un sacrilegio pedir y hacer algo así.

Estos son algunos temas importantes para los españoles que el señor Rajoy quiere ocultar mediante la "cortina de humo" de convertir en casus belli el asunto intrascendente del orden de los apellidos.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 4 de novembre del 2010

Vidas paralelas.

¡Cuántas analogías hay en las respectivas peripecias de Obama y Zapatero! Los dos tienen la misma edad (un año de diferencia), han estudiado lo mismo (Derecho) y profesan un parecido credo político, una especie de socialdemocracia centrista (más centrista por más moderada en el caso del estadounidense) que se caracteriza por una notable ortodoxia en materia económica y una visión más avanzada en la social.

Los dos se han dado de bruces con la peor crisis del capitalismo desde los tiempos del crack del 29; a Zapatero le ha caído encima en su segundo mandato y Obama se ha tirado a ella de cabeza en el primero. Ambos empezaron tomando medidas de la panoplia keynesiana de estímulo de la demanda mediante aumento del gasto público. Y ambos parecen haber fracasado en el empeño. Zapatero dio un brusco golpe de timón en mayo, evitando por poco que el país se estrellara en los bajos del déficit, la deuda y los rápidos de los mercados internacionales. Obama reconoce ahora, a raíz del vapuleo sufrido el martes, que no hizo suficiente para remontar la crisis y, al pedir diálogo con los republicanos triunfantes, viene a reconocer que lo que hizo lo hizo en la dirección equivocada. La correcta, según opinión muy extendida, casi unánime en el mundo, es la contraria, la del segundo Zapatero y Cameron: el retroceso en el gasto público.

Tanto Obama como Zapatero pusieron en marcha proyectos con los que trataban de dar satisfacción a viejas reivindicaciones, proyectos "estrella", como dicen los medios. Obama, la creación de algo parecido a un servicio nacional de salud, del que los Estados Unidos carecían pues los dos programas de Medicaid y Medicare se refieren a sectores específicos de la población, pobres y tercera edad. A su vez, Zapatero sacó adelante la Ley de igualdad, la del matrimonio homosexual, la de dependencia y la reforma de la Ley del aborto. Toda una revolución en usos y costumbres en nada inferior a la de la sanidad universal en los EEUU.

A consecuencia de ello los dos presidentes se han encontrado una reacción furibunda contraria de potentes sectores en ambos países; en los EEUU a cargo de los lobbies médicos y hospitalarios así como del establishment sanitario privado y en España en lo esencial de la Iglesia católica. Esa agresiva oposición de una derecha furiosa en los dos casos se ha manifestado en dos vías de ataques personales a los dos presidentes:

a) el ataque político con el que se pretende estigmatizar a los dos, sacarlos del terreno ordinario del juego político para llevarlos a los extremos. De Zapatero se ha dicho que es un radical marxista al igual que se ha tachado a Obama de socialista.

b) el ataque racial, con el que se busca demostrar que los dos presidentes "no son de los nuestros". Así como Obama no es otra cosa que un puñetero negro o un islamista, de buena tinta se sabe que Zapatero es un judío marrano, cuando no un masón, de esos empeñados en la destrucción de España según indagaciones de Jakim Boor, por otro nombre Francisco Franco.

Tanto Obama como Zapatero comenzaron su primer y segundo mandatos con niveles altos de aceptación y popularidad y los dos se han dado un solemne batacazo en mid term, a mitad de la andadura. La valoración de Zapatero ha llegado a caer por debajo de la de Rajoy, que ya era la más baja, y la intención de voto a su partido va 12 puntos porcentuales por detrás de la del PP. Obama ha perdido estrepitosamente las elecciones legislativas del martes (así como algunos gobernadores) pues, aunque conserve la mayoría del Senado, ha perdido la de la Cámara por goleada ante el Partido Republicano, que tiene cuarenta representantes más.

Ese vuelco de la situación en los EEUU augura un resto de mandato presidencial sumamente conflictivo. Obama ha anunciado que quiere diálogo con los republicanos, reviviendo una cantinela de "suprapartidismo" (bipartisanship) que si no le funcionó cuando controlaba el Congreso, menos lo hará ahora. En realidad cabe poco diálogo entre quienes quieren mantener la sanidad universal y quienes quieren abolirla sin más. Habrá enfrentamientos entre las cámaras y el Presidente tendrá que utilizar el veto. Un panorama poco halagüeño a un par de años vista.

La cuestión que se plantea a ambos en estas vidas paralelas es si podrán remontar el vuelo a tiempo para ganar las elecciones presidenciales de 2012 el estadounidense y las legislativas de 2011 el español. Las circunstancias son difíciles porque la crisis perdura y la economía no lleva pinta de remontar a corto plazo. Es decir, no podrán presentarse a los comicios con una ejecutoria de triunfos y tendrán que recabar el apoyo convenciendo a los votantes de que, si ellos pierden, los que ganen serán todavía peores, más duros, más injustos.

Pero esta tarea tampoco es tan fácil. Se requiere algo más que perfeccionar las habilidades de comunicación, que es lo que los expertos aconsejan a nuestros atribulados personajes. No basta con comunicar, por necesario que sea; se requiere movilizar que es algo distinto. Tanto en un caso como en el otro la sensación es no que la derecha haya ganado o vaya a ganar las elecciones sino que la izquierda las pierde o va a perderlas porque está desmovilizada y se va a la abstención.

Es incomprensible que Obama haya disuelto la red de movimiento de apoyo que tejió en su campaña mediante la política 2.0. Como lo es también que Zapatero no llegara ni a crearla. Y, sin embargo, es bien sencillo pues se trata de articular en torno a un proyecto unos sectores sociales diversos, autónomos, que se movilizan por objetivos específicos, feministas, lesbianas, gays, ecologistas. La suma de estos sectores (los agraviados por Rajoy) y la movilización del electorado socialista tradicional pondría a Zapatero en camino de acortar distancias con el PP y, quizá, ganar las elecciones de 2011. Igual que podría suceder con Obama si éste recupera sus distintos electorados ahora desafectos, hispanos, jóvenes, gays, feministas. Es difícil porque las gentes están muy quemadas, pero no es imposible.

En algunas tragedias griegas clásicas, en Esquilo y Eurípides cuando menos, un personaje, si no el coro, recita a veces el viejo adagio "No digáis de un hombre que fue feliz hasta que haya muerto." Tampoco lo deis por derrotado antes de que haya muerto- políticamente hablando, claro es.

(La imagen es una foto de The White House, bajo licencia de Obra del Gobierno de los Estados Unidos).

dimecres, 3 de novembre del 2010

Privatizaciones: el expolio como programa.

Así como en los buenos viejos tiempos del Estado del bienestar la palabra mágica era socialización, incluso en Occidente, a partir de los años ochenta, con la llamada "revolución conservadora", iniciada por Thatcher y Reagan, la palabra mágica es privatización. En la medida en que el lenguaje es inseparable del contenido que transmite, el cambio de términos ha sido un éxito. Socialización suena a anticuado, pesado, ineficiente, corrupto e irracional mientras que privatización suena a moderno, ágil, serio, eficiente, racional. Todo un éxito. Todo un éxito porque parte de una teoría falsa que pasa por incuestionable: que el sector público es siempre más ineficiente por naturaleza.

La teoría no dispone de pruebas empíricas irrefutables. Hay empresas públicas muy eficientes y empresas privadas muy ineficientes. Pero, se dice, cuando las privadas son ineficientes tienen que cerrar y las públicas, no. Esto es cierto pero no hace al caso de la teoría ya que la naturaleza jurídica de las empresas (públicas o privadas) no prejuzga su eficiencia.

Es que, además, la teoría es falsa en sí misma. No es cierto que las empresas privadas sean más eficientes. Ello supondría que hay un criterio único de eficiencia para el sector público y el privado y eso es imposible dado que el público no busca la rentabilidad sino la satisfación de necesidades que se articulan como derechos. Las empresas privadas son, sí, más rentables en términos de beneficios privados. Pero eso es algo distinto. A su vez, las empresas públicas pueden ser muy eficientes si se gestionan adecuadamente teniendo en cuenta que su finalidad no es el beneficio privado sino el interés general.

La política de privatizaciones que practican los conservadores, firmes neoliberales, y que preconiza en España el señor Rajoy, juega en el terreno de la indefinición relativa del límite entre lo público y lo privado. Esa indefinición se da allí donde lo público afecta a la validez de derechos, como la sanidad, la educación públicas. Donde no afectaba, el procedimiento fue muy simple: las empresas públicas se vendieron como se vendió la Telefónica, por citar la más renombrada. Pero no es posible vender los hospitales o los colegios públicos porque la Constitución determina que los españoles tienen derecho a una sanidad y educación públicas. Y aquí es donde entra la indefinición a través de las interpretaciones tortuosas: la Constitución exige que la salud y la educación sean públicas pero nada dice sobre su gestión, que se puede privatizar.

Suena de nuevo el tintineo de la privatización, gracias a la cual la sanidad pública será más moderna, más flexible, más rápida, etc. Pero esto no es cierto, como puede comprobarse observando las prestaciones sanitarias en Madrid y Valencia, las dos comunidades en las que se privatiza la gestión, en relación con las demás. En cambio, se presta mucho a la aparición de la corrupción que en las dos comunidades ha venido siendo rampante.

Es verdad que la corrupción es un fenómeno transpartidista pero, si se consideran las dos corrupciones más significativas del PSOE y del PP (esto es, Filesa, Malesa, Time Export por un lado y "Gürtel" por el otro) se detectará una diferencia de la mayor importancia. En el caso del PSOE todas las corruptelas tenían como objetivo el beneficio personal del corrupto u, ocasionalmente, la financiación ilegal del partido. En el del PP, además de la financiación ilegal del partido, las corruptelas tienen como objetivo los beneficios de las empresas. Sin duda detrás de las empresas hay individuos concretos que se enriquecen pero, en principio, el beneficio de la corruptela es para una empresa. Tanta es la diferencia que, en este segundo caso, hay empresas que se constituyen exclusivamente para gestionar el negocio de la corrupción Esa indefinición y las oscuras relaciones de las empresas con la administración es la base misma de la corrupción que afecta de lleno al PP.

Es un fenómeno que recuerda la famosa institución de los privateers, en funcionamiento entre los siglos XVI y XIX, piratas, corsarios, mercenarios (que se dice hoy) gentes a quienes una patente de corso de su monarca autorizaba a abordar todo tipo de naves, incluso las comerciales, que enarbolaran el pabellón del país con el que se estaba en guerra. Como el "estado de guerra" en aquellos tiempos era difícil de determinar, dado que las hostilidades podían durar cien años, o treinta, o siete, los privateers actuaban siempre que se les presentaba una ocasión propicia para "privatizar" lo ajeno, fuera público o privado.

La base de la rentabilidad de las privatizaciones es que los beneficios que las empresas públicas reinvertirían en sus prestaciones, las privadas se los apropian privadamente. El fabuloso negocio de los nuevos privateers es que la gestion privada de los servicios públicos permite una utilización de infraestructuras de calidad sin tener que pagar por su amortización ni por su mantenimiento. Cuando la situación sea insostenible porque la infraestructura no se moderniza, la crítica a la ineficiencia del sector público se habrá hecho ya ensordecedora. Primero se destruye el sector público a base de convertirlo en recurso del privado, descapitalizándolo, y luego se argumenta que el sector público es un desastre para eliminarlo por entero.

Privatizar es expoliar a la gente de su propiedad colectiva a cambio de nada o de casi nada ya que, en cumplimiento de los juicios negativos acerca de la ineficiencia de la gestión pública, los gobiernos han vendido las empresas públicas a precios de saldo y, además, lo han hecho a propósito, para favorecer a su clientela.

(La imagen es una foto de Erprofe, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 2 de novembre del 2010

Candidato Zapatero.

Hay nervios y agitación por zanjar la cuestión de quién haya de ser el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en las elecciones de 2012 una vez que Zapatero ha hecho saber que puede no ser él. El PP tiene el suyo que, aunque con un índice de popularidad bajísimo, cabalga sobre una arrolladora mayoría en la intención de voto de los ciudadanos según sondeos. En cuanto a Zapatero, muchas voces, especialmente en el PSOE, reclaman que su partido aclare cuanto antes esta cuestión. Cuanto más tarde en hacerse, menos tiempo tendrá el candidato, en el supuesto de que sea otro, para ganarse la voluntad del electorado.

Verdad es que falta casi año y medio para las elecciones de 2012, pero igualmente lo es que, en cambio, falta mucho menos para las elecciones locales y autonómicas y en éstas es también decisiva la función de liderazgo. Cabe ir a unas locales sin candidato a la presidencia del Gobierno, pero no es recomendable. Asimismo es cierto que, si Zapatero decide no presentarse, habrá que convocar (y celebrar) un congreso extraordinario o unas primarias o ambas cosas a la vez, lo que quiere decir que tampoco quedaría mucho tiempo hasta 2012.

Así que la inquietud y el nerviosismo están justificados. Por otro lado es comprensible que Zapatero se lo esté pensando muy en serio porque los últimos años que ha pasado en La Moncloa han sido un castigo fuerte, cosa que se le nota. Ya no suele parecer tan risueño como antes. Seguramente su familia presiona en favor de la retirada. En contra, la consabida fascinación del poder y el gusanillo de saber si las medidas que ha tomado dan los frutos apetecidos. Es razonable que quiera tomarse un tiempo, pero ese tiempo quizá no deba ser superior a un mes. Un mes es plazo suficiente para tomar una decisión por ardua que sea.

Lo lógico, por lo demás, es que la decisión sea continuar y ser candidato en las próximas legislativas. Al menos es lo que dice su partido, que trabaja con la hipótesis de que el candidato es Zapatero. Al margen de la importancia que pueda tener la opinión de la familia, absolutamente respetable, Zapatero tiene una especie de deber de presentarse ante la ciudadanía para que ésta juzgue sobre su actuación. Si se retira y otro ocupa su lugar se desvirtúa en buena medida el sentido del voto. Con frecuencia se ha oído al Gobierno y sus partidarios decir que tenía un problema de comunicación. Ahora Zapatero dispone de quince meses para explicar a la ciudadanía el sentido de las medidas que ha tomado y sigue tomando. Y, una vez que la ciudadanía se haya hecho una idea es lo suyo que emita un juicio y que ese juicio lo reciba Zapatero; no su sucesor.

Por lo demás, las anteriores consideraciones resultan muy debilitadas en el caso de que, no presentándose Zapatero, resultara que, por el procedimiento que fuera, la candidata/o hubiera de ser Carme Chacón o Alfredo Pérez Rubalcaba. Ambos tienen alta valoración ciudadana, experiencia y capacidad sobradas y en sus casos irían con tiempo suficiente a unas elecciones que tendrían bastantes posibilidades de ganar. Pero sigue siendo imprescindible que Zapatero despeje la incógnita en cuanto pueda.

(La imagen es una foto de Gustavo Bravo, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 1 de novembre del 2010

El pensamiento Rajoy.

Ayer publicaba El País una extensa entrevista de su director, Javier Moreno, con Mariano Rajoy de gran interés. Una de las acusaciones frecuentes al Presidente del PP es que nunca se sabe qué piensa de nada. Así que la entrevista es una estupenda ocasión para rellenar tan molesta laguna. El momento es bueno, además, porque con doce puntos de ventaja en intención de voto la derecha está exultante. Sin embargo, lo único que se saca en limpio de la conversación tras atenta lectura es que el señor Rajoy no piensa nada distinto de la doctrina de su partido expuesta por sus más significativos representantes, Aguirre, De Cospedal, Pons, Arenas, Mayor Oreja y Camps. Si acaso, al formularla él, resulta menos áspera.

La mayor parte de la entrevista se dedica a la crisis y al plan para salir de ella y lo que queda bastante claro es que Rajoy carece de plan alguno de forma que es muy injusta esa acusación de que tiene un programa oculto. Ni oculto ni sin ocultar: no tiene programa. Y la prueba es que suscribe el de Cameron, que acaba de conocer y no muy bien del todo. Cuando se le pide que concrete sus medidas confunde éstas con los objetivos que se quieren lograr. Dice con prosopopeya que sus medidas serán "generar riqueza y generar empleo", "generar confianza", "reducir el déficit y la deuda pública". Como si alguien en algún momento hubiera propuesto generar pobreza o desempleo o desconfianza o aumentar el déficit y la deuda pública. Lo más cerca que llega a enunciar algo con sentido práctico es terminar el proceso de las cajas de ahorros y afrontar el problema de la energía, si bien no queda claro cómo; ni siquiera qué entiende por problema de la energía.

Lo único seguro es que se propone imponer por ley un límite al gasto de las administraciones públicas. Teniendo en cuenta que lo que por ley se hace por ley se deshace (cosa que él sabe muy bien, dado que quiere deshacer la del aborto) tampoco parece que el propósito sea tan impresionante. Lo demás es un galimatías en el que no se sabe si los impuestos van a bajar o no y cuáles, qué se recortará, porqué, en qué cuantía. El entrevistador demuestra llevar las cuentas bien aprendidas de casa y haber cuantificado el coste de las medidas propuestas por el PP en 30.000 millones de euros. Ante esto todo lo que el señor Rajoy alcanza a decir es que en ese momento no tiene los cálculos encima de la mesa.

Lo cual explica por último que descalifique las políticas de Zapatero por muy diversos conceptos pero luego resulte que haría las mismas y, de hecho, algunas las apoya. En materia de economía, por tanto, la entrevista es meridiana: la crisis es mundial y el Gobierno socialista está haciendo las políticas de ajuste que reclaman la patronal, la banca, los organismos europeos, las instituciones financieras internacionales, en una palabra, eso que invocamos como los mercados. Otra cosa es que lo haga o lo haya hecho con la suficiente diligencia. Pero hacerlo, lo hace y el margen del señor Rajoy para distanciarse sin incurrir en el dislate es cero.

A veces Rajoy se esfuerza por mostrar un lado humano, por sincerarse y, cuando se sincera, le sale el genio y la figura. Afirma, en un alarde de proximidad que ahora está "mucho mejor preparado, infinitamente más", que ha "aprendido mucho" y, cuando uno empieza a pensar que eso tiene su mérito porque muestra modestia, resulta que lo que ha aprendido es a "escuchar a los demás". Es decir, que antes no lo hacía. El entrevistador le recuerda que el 80 por ciento de los ciudadanos desconfía de él pero él cree que eso son gajes de la oposición.

En los asuntos sociales, el señor Rajoy muestra una actitud que cabe calificar de involucionista: pretende modificar en sentido restrictivo la ley del aborto y retirar a los homosexuales el derecho a contraer matrimonio y es tal su inquina a la igualdad de sexos que anuncia que puede incumplir, si no la letra, sí el espíritu de la Ley de Igualdad de 2007 cuando dice que en su gobierno "podría tener más mujeres o más hombres, según su capacidad", un modo muy eficaz de ganarse la oposición de numerosas colectividades sociales de amplia resonancia mediática.

En los demás asuntos sus criterios son los de las figuras relevantes de su partido, incluso cuando contradicen los suyos. Así, por ejemplo, parece no creer que el Gobierno esté negociando con ETA pero, preguntado si hay que escuchar cómo el señor Mayor Oreja dice lo contrario, sostiene que él, "escuchar, escucha a todo el mundo" y por lo que sabemos, lo hará bien porque lo ha aprendido hace poco.

El trozo de la entrevista dedicado a la inevitable corrupción Gürtel es de antología, como aquellos famosos diálogos de besugos de los tebeos de mi niñez: a Rajoy no le consta que Camps esté imputado, lo que es flipante. Y cuando se le dice que sí, que lo está, sostiene que no cree que el Presidente valenciano se venda "por tres trajes", lo que deja en el aire la pregunta de ¿por cuántos trajes? ¿O no son trajes sino coches?

En cuanto a la corrupción que afecta a su partido en su conjunto, Gürtel, Fundescam, Matas, Brugal, Rajoy sigue al pie de la letra la doctrina De Cospedal: presunción de inocencia para todos excepto para los policías, fiscales y jueces que están actuando en contra de la corrupción porque, en el fondo, lo están haciendo en contra del PP como tentáculos que son de un Estado policial.

Ha faltado en la entrevista una referencia a las razones por las que que el PP bloquea las renovaciones de los órganos constitucionales y a la posible reforma del régimen electoral.

En todo caso, doce puntos de ventaja en intención de voto.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

diumenge, 31 d’octubre del 2010

El peligro de la derecha.

Muchos comentaristas señalan que en Europa hay un predominio casi completo de gobiernos de derechas y que los socialdemócratas, concentrados sobre todo en tres de los cuatro PIGS, Portugal, España y Grecia prácticamente no pintan nada. Pero eso no es significativo porque en Europa el cambio es convicción inveterada lo que hace que la gente sea relativista. Los europeos no sólo cambiamos partidos en los gobiernos; también cambiamos regímenes, cambiamos la forma de organización territorial de los Estados, los Estados mismos que crecen o decrecen y hasta desaparecen de vez en cuando (las dos Alemanias se hicieron una; Checoslovaquia desapareció dejando en su lugar Chequia y Eslovaquia), cambiamos hasta de moneda. Europa es, sobre todo, un ámbito cultural en permanente transformación. Hoy es conservadora y mañana puede ser liberal (en el sentido europeo, España excluida), socialdemócrata, verde y hasta revolucionaria.

Lo que importa en el mundo es el color del gobierno estadounidense, la única superpotencia militar cuyo predominio sólo avizora un enemigo temible: la China. Eso sí que influye en Europa y en América Latina, en el África y en Asia. Allí, en los States, hay hace casi dos años un gobierno equiparable a cierta izquierda europea, todo a la izquierda que puede ir un gobierno en los Estados Unidos, presidido por un negro. Un Kenyan. Y la reacción de la derecha está siendo terrible. El Tea Party es el huevo de la serpiente. Si ese partido se hace con el alma del Partido Republicano y gana las próximas elecciones presidenciales ya puede el mundo prepararse para la guerra en serio.

Suena crudo, ¿verdad? La recientemente nominada candidata del Partido Republicano al Senado de Delaware, Christine O'Donnell sostiene que según información secreta que obra en su poder la China planea conquistar los Estados Unidos. No es, desde luego, la única barbaridad que espetan las derechas gringas. El Tea Party pide el voto recordando, entre otras cosas, que "vamos a recuperar lo que es nuestro: América". Véase el vídeo a continuación (es breve) y considérese lo que se dice y cómo se dice; con qué tono enfático, en la letra de los documentos fundacionales, vinculando la lucha original por la independencia con la lucha actual del Partido del Té.



Obviamente América es también de todos los demás, muchos de los cuales llegaron después que los del Mayflower, los chinos, los alemanes, los irlandeses, los italianos, etc; y otros, antes: los hispanos de Arizona, Nuevo México, Nevada, California, etc, tierras conquistadas a mediados del XIX. Y no hablemos ya de los que ellos mismos llaman Native Americans, o sea, los indios, los pieles rojas, los de las reservas.

Ese es el Tea Party con el que simpatiza doña Esperanza Aguirre, según la cual se trata de brava gente que quiere menos impuestos, menos Estado y más nación americana, cosas que ella desea también para España. Supongo que estará dispuesta a inculcar tan nobles ideales en la cabeza de los adversarios al estilo de los militantes del Tea Party, a patadas, reconocido método educativo liberal.

Por eso ha sido emocionante que, a breves días de las elecciones parlamentarias en las que las encuestas auguran una grave derrota demócrata en la Cámara y quizá también en el Senado, se haya dado esa masiva reacción ciudadana en Nueva York, convocada por dos cómicos, Jon Stewart y Stephen Colbert al grito de Rally to Restore Sanity and/or Fear. Fueron muchos, muchísimos, quizá no los seis mil millones que decía Colbert de cachondeo en un twitter, pero muchos. Una buena respuesta a la demo del Tea Party en agosto, al grito de Restore Honor en el Lincoln Memorial.

Es verdad que en su alocución final Stewart se puso serio pero el conjunto del acto tendió a ser festivo, chistoso, teatrero, aunque con gracia que empieza por la ambigüedad de lo que se quiere restaurar, si "sentido común y miedo" o "sentido común o miedo". Los otros quieren restaurar el honor y siempre que alguien quiere restaurar el honor, corre la sangre. Así que, con todos los respetos, me parece un error tomarse a broma el huevo de la serpiente.

Por desgracia así es también como se toma en España, en donde se hacen bromas con el "tintorro party" y cosas similares. Al principio, la gente no se tomaba en serio a los nazis en Alemania en los años veinte o a los falangistas en España en los treinta. Y resultó que hubiera sido mejor tomárselos en serio

El furor contra Obama por ser "socialista" y por ser negro puede acabar aglutinando un movimiento ultra sumamente peligroso. El hecho de que tengan preeminencia en él algunas mujeres (Palin, O'Donnell) prueba que el discurso feminista tiene alguna autocrítica que hacer entre otras cosas porque las mujeres de la extrema derecha afirman ser feministas. Y si lo dicen, lo serán, aunque quizá sólo en la medida en que Esperanza Aguirre dice ser liberal.

La derecha es igual en todas partes. Probablemente la izquierda, también; pero ahora la que parece más crecida, más agresiva, más amenazadora, es la derecha. De momento ha conseguido retrasar, prácticamente paralizar y, desde luego reducir al máximo el programa de reformas de Obama. Éste despertó más expectativas fuera que dentro de los States como se prueba por el hecho de que se le concediera el premio Nobel de la Paz apenas accedido al cargo, probablemente por el mero hecho de ser negro lo que en las claves interpretativas escandinavas debe de ser sinónimo de "pacífico".

Empantanado se ha quedado igualmente Obama en la política exterior y en lo que los rusos suelen llamar el cuasiexterior: del Irak nos vamos pero nos quedamos; en el Afganistán nos quedamos pero nos vamos; y de Guantánamo nunca más se supo con lo que se ha conseguido no sólo que los presos sean "invisibles" sino que lo sea el presidio entero. No es un éxito. Pero tampoco es un fracaso. Obama no ha hecho nada en el exterior; pero eso ya es un triunfo. Las cosas podrían haber empeorado, que es lo que los del Tea Party anhelan atacando, por ejemplo, el Irán, bloqueando por mar Corea o bombing the hell out of Peking. ¿No dice la señora O'Donnell que la China no puede ser amiga de los Estados Unidos porque favorece el aborto e impide tener más de un hijo por matrimonio? ¿No ha puesto en marcha una campaña para prohibir la masturbación con la totalmente errónea idea de que la prohíbe la Biblia?

Esta gente es un peligro en una sociedad que es necesariamente multicultural.

(La imagen es una foto de Fibonacci Blue, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 30 d’octubre del 2010

Sigue la dragomaquia.

Sorprendente la indignación y el escándalo públicos que ha suscitado el episodio de las lolitas japonesas que cuenta Dragó en su último libro en colaboración con Boadella. Y el primer sorprendido parece ser él mismo pues, aunque en algún otro lugar se ufana de que su madre lo comparara con el héroe de con él llegó el escándalo, no ha aguantado la arremetida y ha dado todo género de confusas y timoratas explicaciones, desdiciéndose y rebajando su relato al nivel de una baladronada sexual de sobremesa de machos o billar de barrio. Se ha demostrado una vez más que en estos casos el reconocimiento de los hechos, el repliegue, el arrepentimiento (aunque sea indirecto y por deducción) no solo no tranquiliza los ánimos sino que parece cebar el ultraje.

Hay voces en los medios, grupos en Facebook, iniciativas en otras redes, un clamor en las ediciones digitales de la prensa pidiendo que se expulse a Dragó de los diversos lugares en los que trabaja, que se retiren sus libros y que se le procese por pederasta. Estos designios suelen ir acompañados de acaloradas diatribas en contra del personaje a quien a estas alturas ya han llamado de todo. Y la verdad es que uno siente ante ello no solo cierto cansancio por lo exagerado de la escandalera pública sino también la incomodidad íntima de estar siendo arrollado por una oleada de hipocresía y falsedad al estilo de La letra escarlata.

No presumo de original y confieso que me sucede como a muchos de mis compatriotas, que encuentro a Dragó insoportable a causa de su narcisismo, su exibicionismo y la vacuidad de sus propósitos. Algo de esto debe de haber en la indignación generalizada en su contra: muchos le tenían ganas por sus provocaciones, el carácter desinhibido de su actuación pública y han aprovechado la circunstancia para cargar contra él, liberando así su resentimiento. Otros tendrán otras motivaciones pero, en definitiva, da la impresión de una gran desmesura entre el hecho en sí y la repercusión que está teniendo.

Por más que lo acusen y, en su ignorancia, se acuse él mismo de haber cometido un delito (si bien éste ha prescrito a decir del autor), no hay tal. Si las chicas con las que Dragó hizo lo que hiciera, pues a estas alturas ya ni está claro si llegó a saludarlas, tenían trece años cumplidos, no hay prescripción porque no hubo delito ya que los trece años es la edad que marca el código penal para reconocer la del llamado consentimiento. Follar con un chaval o una chavala de trece años no es delito si media su consentimiento.

No obstante, se insiste, ese impresentable confiesa haberse acostado con dos menores, presume de ello, las maltrata verbalmente, en definitiva es un pederasta que no merece estar en la tele, en la feria del libro ni en parte alguna. Pero esto no es tan sencillo. Lo del maltrato verbal, la burla y el tono zafio es marca de la casa de este mitómano compulsivo pero el problema reside en la fijación de una mayoría de edad "de consentimiento" que está muy por debajo de la mayoría de edad civil y penal. Así que, efectivamente, lo de Dragó fue con unas menores, pero no con unas menores sexualmente hablando y esto hace que su comportamiento pueda tildarse de inmoral pero no de ilícito o delictivo.

El caso es que el asunto no tiene arreglo. Es obligado fijar unas edades (13, 14, 16, 18 años) para los distintos tratamientos jurídicos de las personas afectadas. En estas condiciones, cuando la gente piensa en que la edad de consentimiento es de trece años, una de las primeras cosas que hace es personalizar la experiencia: ¿qué haría yo si mi hija de trece años se liara con un tipo como Dragó? Es fácil adivinar las respuesta unánime; de hecho es la que hay. Y sin embargo esa hipotética hija estaría en su derecho y el tipo también. No habría otro remedio que rebajar la mayoría de edad civil a los trece años o subir la de consentimiento a los 18 y ambas medidas son, fácilmente se ve, sendos disparates. Quien piense que un chaval de trece años tiene discernimiento para celebrar un contrato, por ejemplo, vive en el limbo. A la inversa, quien crea que puede obligar a los chavales a no tener relaciones sexuales antes de los 18 años no ha tratado con adolescentes. Así que, sea lo que sea lo que Dragó haya hecho con las lolitas (en su primera versión todas las locuras que quepa imaginar; en la segunda nada que no pueda contemplar una honesta familia del Opus cargada de hijos), no hay delito. No habiendo delito, Dragó puede hacer lo que quiera y quienes lo llamen "perverso" o "degenerado" que tengan la gentileza de explicar más detenidamente qué quieren decir esos términos. En mi opinion, nada; carecen de sentido.

Pero es que tengo la intuición de que tanto ultraje público, tanto rasgarse la vestiduras y clamar al cielo justiciero, delatan un grado elevadísimo de hipocresía que produce tanto rechazo como la pedestre vanidad del interesado. Una intuición fundada en datos firmes, en estadísticas muy reveladoras. Veamos: las páginas pornográficas son las más numerosas y las más visitadas de la red. En 2006 había más de cuarenta millones de sitios web de sexo y más de cuatrocientos millones de páginas web de sexo (Internet Pornography Statistics); hoy serán el doble. El consumo, acorde con estos datos: hay 75 millones de visitas mensuales a las páginas de sexo. De esas, a su vez, más de 13 millones van a páginas de sexo con adolescentes, de las que había más de dos millones. La pornografía y la pornografía juvenil son negocios boyantes en la red. Y eso sin contar el consumo de vídeos pornográficos de los que, por cierto, España es el cuarto fabricante mundial, después de los Estados Unidos, los Países Bajos y el Brasil.

No creo exagerar si digo que una parte alícuota de esos millones es española y muchos de los que la componen se contarán entre quienes se manifiestan en público indignados, pidiendo todo género de castigos para Dragó.

Luego está ese argumento según el cual la literatura no delinque y al que se ha apuntado la derecha a toda velocidad para tratar de exculpar a Dragó según su invariable procedimiento de que los suyos no desbarran. Lo han hecho Esperanza Aguirre, aprovechando su gran saber literario que le viene de ser pariente de Gil de Biedma y el portavoz del PP, González Pons al que han soplado que un tal Nobokov tiene mucho de culpa en esto. Desde luego que la literatura no delinque y quien crea que una novela es una guía para la acción práctica no sabe de qué habla. Sobran por tanto las referencias a García Márquez y a Bukowski (que es a donde llega la cultura literaria del momento) como sobrarían las de Mandiargues, Borroughs, Henry Miller, D. H. Lawrence o Sade. Y sobran porque las baboserías de Dragó sobre las lolitas no están en contexto literario alguno sino en libros de memorias y confesiones. Y, lo dicho, mientras sus manifestaciones respeten el límite que marca la ley, no delinquen pero sí pueden enjuiciarse a la luz de la moral, el buen gusto, la elegancia y la agudeza de ingenio y tratándose de un hombre que está en nómina de una tendencia política como los bufones en la corte de los Austrias, ¿había alguna duda de que serían inmorales, zafias, groseras, romas y ásperas como la piedra pómez? Y eso sin contar con que, a tenor de otras manifestaciones en otros terrenos, el pavo alcanza las máximas cotas de cobardía y estupidez.

(La imagen es una foto de Rafel Robles L., bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 29 d’octubre del 2010

El Papa que viene

En unos días llegará el Papa Benedicto XVI a España; el seis de noviembre estará en Santiago y el siete en Barcelona. Es una visita que tiene movilizados a algunos sectores sociales, unos a favor y otros en contra. Hay quien ya anuncia un "pack" de dos DVD con la Visita del Papa a España, 2010 por 19,95 euros, o sea, 20 euros, para entendernos. Los dos DVD recogen, según reza el anuncio toda la visita realizada el 6 y 7 de Noviembre de 2010 a Santiago de Compostela y Barcelona; por su Santidad; con detalles exclusivos de los actos y la totalidad de las ceremonias y actividades celebradas en ambas ciudades. Otros sectores están movilizándose en contra. Por ejemplo hay una página en Facebook titulada Visita del Papa a España: No con nuestros impuestos si bien la que tiene éxito es otra titulada No a la visita del Papa a España. No con mis impuestos referida a la tercera visita de SS, anunciada para agosto de 2011 y que cuenta ya con más de 76.000 seguidores en la red. De momento, esta vez lo tendremos aquí en una semana y, a lo que parece, según cálculos solventes pagaremos a escote unos treinta millones de euros para sufragar el rulo del Papa y que éste nos regañe y recrimine lo licencioso de nuestras costumbres.

Viene como Sumo Pontífice de los católicos españoles, que son la mayoría de los creyentes en nuestro país, aunque luego una mayoría de esa mayoría precise que es creyente pero no practicante. Tengo para mí que este fenómeno de una mayoría de católicos no practicantes es una prueba indirecta del machismo residual de la sociedad española. Muchos católicos viejos españoles creen que ir a la iglesia es cosa de mujeres. Es verdad que si uno visita los templos los festivos verá que los fieles son casi todas "fielas". En todo caso esa mayoría se apresta a recibir por segunda vez a su pastor, pues la visita es pastoral.

Pero el papa tiene también condición de Jefe de Estado y por lo tanto la visita es también de Estado, razón por la cual Zapatero irá a despedirlo a Barcelona. Esta doble naturaleza del Papa, como pontífice y jefe de Estado está muy a tono con una religión que adora a un dios, Cristo, también dotado de dos naturalezas aunque, como el Papa, sólo una persona, según el credo de Nicea. No viene aquí al caso pero es cierto que las dos naturalezas de Cristo trascienden las del Papa aunque por motivos distintos: por lo más (no es lo mismo ser Dios que ser su representante en la tierra) y por lo menos (pues tampoco es lo mismo ser un hombre que ser jefe de Estado).

Esa doble naturaleza papal tiene un efecto perverso en los países que lo acogen porque se trata de un Jefe de Estado que se inmiscuye en la política del Estado que visita en función de los criterios doctrinales defendidos por él mismo como pontífice.

En una visita ad limina ayer de unos obispos brasileños, el Papa ha formulado un prontuario de la acción política de la Iglesia con carácter general y que deja en claro el espíritu con el que viene a España y lo que quedará recogido en los DVD citados. SS recuerda que los católicos deben servirse del voto y decide asimismo que la iglesia, sus pastores, están obligados a pronunciarse sobre asuntos morales y políticos cuando, "así lo exijan los derechos fundamentales de las personas o la salvación de las almas". Doble necesidad de nuevo, en función de la doble naturaleza: la humana (derechos fundamentales) y la divina (salvación de las almas).

Dado que la salvación de las almas es terreno proceloso en el que todos los gatos son pardos, resta por averiguar qué entiende SS por derechos fundamentales y aquí la respuesta es estremecedora no por los derechos en sí sino por su titularidad subjetiva pues Benedicto XVI reconoce al sujeto de tales derechos en el nasciturus desde el momento de la concepción hasta el de la muerte natural. El Papa no da puntada sin hilo celestial porque esto quiere decir en román paladino que de aborto nada y de eutanasia, menos. Es más, los cristianos tienen un deber de acción, incluso en contra de la mentalidad de este mundo cuando se traiciona la esencia del ideal democrático, cosa que sucede cuando los proyectos políticos "proponen abierta o veladamente descriminalizar el aborto o la eutanasia". Como sea que, por mandato canónico de la finalidad reproductiva del matrimonio y las relaciones sexuales, cualesquiera mecanismos contraceptivos están condenados, no es difícil ver que el Sumo Pontífice está atrincherado tras las convicciones más cerriles e inhumanas de su obtuso credo, aunque con alguna gazmoñería filosófica sobre las relaciones entre la razón y la fe.

De paso también viene el Papa a decir a los españoles a quién deben votar. Se desprende de la astucia sibilina típicamente vaticana de la declaración papal: primero se dice que hay que votar y a continuación se aclara a quién no hay que votar, con lo cual la injerencia está hecha aunque no lo parezca: en España hay que votar al PP porque es el que se opone a la despenalización del aborto y la eutanasia.

Dice el embajador español en la Santa Sede, Francisco Vázquez, un católico practicante y hasta algo beato, que las relaciones entre España y el Vaticano están a partir un piñón y se muestra muy agradecido a la labor de Fernández de la Vega, que ha sido el principal baluarte de la iglesia católica en el gobierno mismo de Zapatero. Cuántas no habrán sido las concesiones de De la Vega a las pretensiones clericales que hasta monseñor Rouco Varela se hace lenguas de ella.

No sé cómo estarán las relaciones pero el Papa viene a España, Estado no confesional en teoría, a decir que Dios debe estar en el espacio público. Excusado decir los cruficijos. Añade por último Su extremosa Santidad que es partidaria de la educación religiosa y de la enseñanza religiosa y plural de la religión en las escuelas públicas. Lo de religiosa y plural es una muestra de la retorcida sofística de Benedicto XVI, capaz de formular lo que cabe llamar una síntesis antitética. Religión, especialmente el catolicismo y pluralismo son términos antagonistas. Es decir, no sé cómo estarán esas relaciones, pero Benedicto XVI viene en son de guerra dialéctica.


(La imagen es una foto de Catholic Church (England and Wales), bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 28 d’octubre del 2010

Antígona y la memoria histórica.

Cuando Creonte ordena que no se dé sepultura al cuerpo de Polinices porque atacó la ciudad, dicta una norma positiva en principio acorde con la razón de Estado. Como lo está la decisión de tributar honras fúnebres a Eteocles, el hermano de aquel, por haber muerto en defensa de esa misma ciudad. Pero es una norma que va contra la costumbre y contra la "ley de la sangre" o la "ley natural" que manda a los parientes, especialmente a las mujeres, (ya que las "leyes naturales" suelen ser muy patriarcales) honrar a sus muertos sin preguntarse por el valor moral de la causa a la que sirvieron. Así que Antígona arrostra la muerte por enterrar a su hermano rebelde y sienta con ello un ejemplo que nutre los debates de filosofía moral y política hasta el día de hoy y hasta el que hay en España sobre la memoria histórica y la llamada "impunidad de los crímenes del franquismo".

Con la cuestión de la memoria histórica España se ha llenado de Antígonas que quieren a toda costa dar sepultura a los suyos para lo cual antes han de encontrarlos y desenterrarlos de donde estén. Porque, a diferencia de Creonte, los franquistas no ordenaron dejar sin enterrar a las víctimas de sus crímenes sino que se las enterrara en cualquier parte, a las escondidas y que, a ser posible, no quedara recuerdo de en qué lugar se hallaban para que los familiares no pudieran ir a llorarlas. Y esa situación se mantuvo casi cuarenta años.

Pero los muertos pugnan por salir porque los vivos tiran de ellos y es sólo cuestión de tiempo para que se abran todas las fosas del franquismo, y son cientos, y se identifique a la mayor parte de los asesinados por las escuadras falangistas, la guardia civil o los señoritos del pueblo. Como lo es que se identifique a las personas vejadas, humilladas y perseguidas durante la Dictadura, muchas veces con el auxilio del clero y se haga lo mismo con los victimarios. Se trata de una cuestión que, por muy diversos motivos, quedó pendiente en la Transición o, mejor dicho, quedó resuelta de un modo viciado con la Ley de Amnistía de 1977, que era una ley de autoamnistía de los franquistas.

Esta transacción, consistente en aceptar una democracia a cambio de no remover el pasado y, con el pasado, los huesos de los asesinados podrá enjuiciarse hoy de forma más o menos benévola o crítica, pero lo que no puede hacer es negar la legitimidad del cambio de régimen que tuvo y sigue teniendo un apoyo ampliamente mayoritario entre los españoles. Enjuiciar la Transición como un modelo es una ilusión y tacharla de traición, otra. La historia es un sucederse de cambios de juicio moral sobre los hechos; algo de lo que una época se enorgullece, otra se avergüenza. Hasta es posible que quienes se enorgullecieron se contagien de la vergüenza y viceversa. Está en la naturaleza humana, sobre todo cuando actúa a los dictados del miedo. Y miedo hubo mucho durante la Transición; el miedo que habían infundido los crímenes franquistas y que se palpaba en la calle en momentos críticos, como la matanza de los abogados laboralistas de Atocha o el golpe de Estado de Tejero, Armada y Milans del Bosch.

Aquel miedo quizá guardó la viña antaño, pero ya no la guarda hogaño. Los hijos, las hijas, sobrinos, nietas de los paseados, fusilados, asesinados sin más y enterrados por las cunetas del país forman una especie de Antígona colectiva. Cargada con la razón moral de la tragedia de Sófocles no parará hasta conseguir su propósito de honrar a sus muertos, un anhelo que nadie se atreve a negar a otro. Es decir, la recuperación de la memoria histórica en España es imparable hagan lo que hagan las autoridades, los legisladores -cuya timorata norma ya ha sido superada por la movilización social- y hasta los jueces, cuya indefinición y marrullería corren el peligro de que otra justicia, en este caso la argentina, recabe para sí el conocimiento de un presunto delito de genocidio que los tribunales patrios se niegan a reconocer.

Porque esa parece ser la cuestión, un debate más o menos abstracto acerca de si hubo o no genocidio en el franquismo, un debate tan inane como el de dilucidar si la razón de Estado sui generis que se invocó para justificar la transición (el advenimiento de la democracia) sigue o no siendo válida. Y son inanes porque el discurso que tienen enfrente ya no es otra abstracción, las víctimas del franquismo, sino los relatos de vidas y muertes concretas de gentes concretas, con nombres y apellidos, con un rostro y una peripecia vital. Surgen como espectros de un pasado que es imposible mantener sellado; son como voces que llaman a la conciencia colectiva de los españoles haciéndoles ver que tienen que compartir una memoria histórica común y muy amarga porque cuenta la historia de lo que, efectivamente, fue un genocidio.

Que el único pendiente de responder ante los tribunales sea precisamente el juez que pretendió investigar el presunto genocidio es, en verdad, alucinante.

(Las imágenes son sendas fotos de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons. Se trata de republicanos fusilados por los golpistas en 1936).

dimecres, 27 d’octubre del 2010

Escabrosidades.

Cualquiera que observe la escena pública española dará fe, supongo, de que está llena de insultos, procacidades, groserías y fantasmadas. Convendría, por el bien común, apaciguar algo los ánimos. No digo que todo el debate público haya de hacerse con guante blanco porque la espontaneidad tiene también su sitio. Pero no hasta llegar a la zafiedad o la agresión verbal. Con todo, hay variaciones.

En sus manifestaciones públicas el escritor Pérez-Reverte emplea unos calificativos de grueso calibre, insulta de forma directa y con frecuencia muy hiriente. Llamar perfecta mierda (o perfecto mierda, que no lo he entendido bien y de ambas formas puede decirse) al ministro Moratinos es cruel. Y la crueldad es siempre indeseable sobre todo para con quien no puede defenderse por razón del cargo. Porque si viviéramos en la época que tan felizmente recrea en sus libros el autor, en que existía la costumbre del duelo, dado que estos insultos son ofensas al honor y dado asimismo que, según moral calderoniana, las manchas del honor sólo se lavan con sangre, correspondería a Moratinos mandar los padrinos a Pérez-Reverte. Y yo en su lugar elegiría arma de fuego porque en arma blanca el autor de El maestro de esgrima está muy versado. Como sea que hoy no hay lugar a duelos y, aprovechando la feliz circunstancia de que ya no es ministro, si Moratinos llamara mierda imperfecta o, para que no se sienta capitidisminuido, mierda pluscuamperfecta a Pérez Reverte quedaría la cosa bastante compensada aunque a un nivel lamentable.

En un nivel aun más bajo, el alcalde de Valladolid, De la Riva, al insulto (menos contundente que los de Pérez-Reverte, más diluido, con empleo incluso de la ironía) añade la grosería y la rijosidad. Los "morritos" de la ministra Pajín digamos que lo inspiran. Dado que el señor De la Riva es ginecólogo uno cavila qué le dará a pensar la visión de partes más íntimas de la anatomía de sus clientas y si, cuando no está en público o hablando por la radio, la cosa se queda en pensamiento.

La grosería del alcalde no puede siquiera entrar en el terreno del honor como los insultos de Pérez-Reverte porque no hay duelo posible entre un hombre y una dama. Por definición, desde el origen de los tiempos y con ejecutoria de la moral caballeresca está establecido que ningún caballero puede jamás ofender a dama alguna y, si lo hace, deja de ser caballero para convertirse en un rufián. Cabe pensar que también esta moral caballeresca es machista y tendrá que cambiar a medida que avance el feminismo. Es posible pero, de momento, sigue siendo uno de los pilares de nuestra educación moral y sentimental... salvo que no se tenga educación, claro, como es el caso. El SMS o lo que sea que Rajoy ha mandado a este rufián solidarizándose con él lo pone a su nivel: el de quien ignora que un caballero no ofende jamás a una dama.

Y cuando de damas se habla, también de damiselas y emerge el escritor Sánchez Dragó que, según parece, presume en un libro reciente de haber follado con dos chavalas de trece años (supongo que japonesas) en Tokio allá por los años sesenta con lo que, siempre según se lee en la prensa, el posible delito ha prescrito. De inmediato se ha armado una de campeonato en que se acusa a Dragó de todo, de pedofilia, de pederastia, corrupción de menores, abuso, qué sé yo. No hay rincón del país en el que no se pida que lo echen de todas partes, que se convierta en una especie de apestado.

Desde luego que en lo relativo a las lolitas reina la ambigüedad que impregna la novela de Nabokov o los cuadros de Balthus y donde hay ambigüedad, hay hipocresía. La más evidente es que el asunto del sedicente delito no es tal porque si las dos chicas tenían los trece años cumplidos y en lo que hubiera sexualmente no medió engaño alguno, según el código penal español, no hay delito. Según el japonés, tampoco. En España y el Japón yacer con moza de trece años cumplidos no es delito si media consentimiento. Pero provoca escándalo que probablemente en muchos casos oculta pura envidia. Si no no se explica de dónde sale luego tanto pederasta, empezando por el clero.

Lo más sorprendente de Dragó no es que en el libro presuma de habérselo hecho con dos ninfas sino que, a la vista de la que se ha montado, haya pretendido rectificar achacándolo todo a una "anécdota trivial" hecha literatura. Con el escándalo Dragó tiene ya vendido el libro y quienes no lo compren no dejarán de curiosear las páginas calientes en las grandes superficies. Lo que no se entiende es esta especie de arrepentimiento vergonzante y cobarde que viene a decir poco más o menos, que es una fantasía que le contó a su interlocutor como si fuera un hecho o algo así. No sé qué valor pueda tener un libro especie de confesiones en el que se cuentan trolas.

Si el asunto no es delito, no es delito y todo lo demás es opinable. La opinión está muy en contra de las relaciones de adultos/as con chicas/os de trece años. Pero esa misma opinión sabe que su opinión es muy versátil. Las edades en que las chicas entran en relaciones sexuales y se casan han variado bastante; en el mundo musulmán suelen ser muy bajas para los gustos cristianos... actuales; hace un par de siglos las jóvenes cristianas, incluso las reinas, podían llegar al matrimonio aún impúberes. Hoy en España son 13 años. La edad de las lolitas dragonianas.

O sea que, estando dentro de la ley, Sánchez Dragó puede hacer lo que quiera y como quiera y no tiene porqué inventarse subterfugios o historias. Le gustan las chicas muy jovencitas. Bueno, según parece a su interlocutor, Albert Boadella, le tiran más las mujeres de cincuenta años, más tipo dueña, probablemente. Están en su derecho. También habrá mujeres a las que les gusten los hombres tipo Sánchez-Dragó o Boadella, y si yo tuviera que objetar a algo sería al modo de describir los gustos. Eso de los pechitos como capullos y el chochito rosáceo pues, en fin..., baboserías de viejos verdes.

(La imagen es un grabado de Katsushika Hokusai, El demonio de los celos gigantes, de 1831.