Hay nervios y agitación por zanjar la cuestión de quién haya de ser el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en las elecciones de 2012 una vez que Zapatero ha hecho saber que puede no ser él. El PP tiene el suyo que, aunque con un índice de popularidad bajísimo, cabalga sobre una arrolladora mayoría en la intención de voto de los ciudadanos según sondeos. En cuanto a Zapatero, muchas voces, especialmente en el PSOE, reclaman que su partido aclare cuanto antes esta cuestión. Cuanto más tarde en hacerse, menos tiempo tendrá el candidato, en el supuesto de que sea otro, para ganarse la voluntad del electorado.
Verdad es que falta casi año y medio para las elecciones de 2012, pero igualmente lo es que, en cambio, falta mucho menos para las elecciones locales y autonómicas y en éstas es también decisiva la función de liderazgo. Cabe ir a unas locales sin candidato a la presidencia del Gobierno, pero no es recomendable. Asimismo es cierto que, si Zapatero decide no presentarse, habrá que convocar (y celebrar) un congreso extraordinario o unas primarias o ambas cosas a la vez, lo que quiere decir que tampoco quedaría mucho tiempo hasta 2012.
Así que la inquietud y el nerviosismo están justificados. Por otro lado es comprensible que Zapatero se lo esté pensando muy en serio porque los últimos años que ha pasado en La Moncloa han sido un castigo fuerte, cosa que se le nota. Ya no suele parecer tan risueño como antes. Seguramente su familia presiona en favor de la retirada. En contra, la consabida fascinación del poder y el gusanillo de saber si las medidas que ha tomado dan los frutos apetecidos. Es razonable que quiera tomarse un tiempo, pero ese tiempo quizá no deba ser superior a un mes. Un mes es plazo suficiente para tomar una decisión por ardua que sea.
Lo lógico, por lo demás, es que la decisión sea continuar y ser candidato en las próximas legislativas. Al menos es lo que dice su partido, que trabaja con la hipótesis de que el candidato es Zapatero. Al margen de la importancia que pueda tener la opinión de la familia, absolutamente respetable, Zapatero tiene una especie de deber de presentarse ante la ciudadanía para que ésta juzgue sobre su actuación. Si se retira y otro ocupa su lugar se desvirtúa en buena medida el sentido del voto. Con frecuencia se ha oído al Gobierno y sus partidarios decir que tenía un problema de comunicación. Ahora Zapatero dispone de quince meses para explicar a la ciudadanía el sentido de las medidas que ha tomado y sigue tomando. Y, una vez que la ciudadanía se haya hecho una idea es lo suyo que emita un juicio y que ese juicio lo reciba Zapatero; no su sucesor.
Por lo demás, las anteriores consideraciones resultan muy debilitadas en el caso de que, no presentándose Zapatero, resultara que, por el procedimiento que fuera, la candidata/o hubiera de ser Carme Chacón o Alfredo Pérez Rubalcaba. Ambos tienen alta valoración ciudadana, experiencia y capacidad sobradas y en sus casos irían con tiempo suficiente a unas elecciones que tendrían bastantes posibilidades de ganar. Pero sigue siendo imprescindible que Zapatero despeje la incógnita en cuanto pueda.
(La imagen es una foto de Gustavo Bravo, bajo licencia de Creative Commons).