Sobre la entrevista a Felipe González que publicaba El País ayer.
Felipe y Jose Antonio son los dos únicos políticos del siglo XX a los que la gente llama por su nombre de pila. Las razones, me malicio, son discordantes. A José Antonio lo querían, quienes lo querían, por decir las cosas ordinarias en términos extraordinarios y a Felipe por decir las extraordinarias en términos ordinarios.
Se admiten apuestas acerca de cuánto van a tardar los debeladores del felipismo y defensores de Patria eterna en pedirle las cuentas que él mismo prevé por su decisión de no volar la jefatura colectiva de ETA, es decir, de no haber hecho de GAL: cuántos asesinatos de inocentes se habrían evitado.
Las apuestas se doblan a que alguien va a acusarlo de ser el "autor intelectual" de esos asesinatos y se triplican a que alguien más presenta una querella criminal por inducción al asesinato o por complicidad o por negligencia; por lo que sea. Querían procesarlo por ser Mr. X y ahora querrán procesarlo por no serlo. Precisamente porque sigue gozando de tanta popularidad hay gente que le tiene verdadera inquina. Felipe provoca verdadera inquina personal a derecha y a izquierda, con admirable equidad. Eso se llama envidia.
Sin contar con que la decisión por el "no" probablemente además de moral también fue acertada desde el punto de vista práctico. Francia no es Auckland, en donde los servicios secretos franceses volaron el Rainbow Warrior con absoluta profesionalidad, si cabe hablar así, y España, a su vez, no es Francia ni de lejos. Tosquedad y falta de pericia asesina. Si se tratara de dar una paliza en un cuartelillo ya sería otra cosa. Pero volar un inmueble en jurisdicción ajena, por la noche, a cientos de kilómetros suena un poquito a Flash Gordon. Aunque por la boca muere el pez.
Es un hallazgo eso de que en la lucha por el poder, como en el iceberg, las cuatro quintas partes son subterráneas excepto en el caso del Vaticano en que todo es subterráneo. Claro que si es un iceberg no son subterráneas sino sumergidas y que si todo está sumergido, tampoco se trata de un iceberg, sino de un submarino. Muy oportuno ahora que el Papa estaba por aquí, gruñendo como buen vejestorio. Y es verdad que en el Vaticano todo es subterráneo. Son las cuevas de San Pedro, de las que salen esos propósitos tan alejados del sentir normal de la gente.
El entrevistador reconoce ya al principio de la conversación que se ha dejado subyugar por Felipe con el argumento de que subyuga a todo el mundo. Por eso la gente lo llama Felipe. Y la entrevista es un ejercicio de esa capacidad de subyugar que tiene el expresidente basada en que conecta de modo automático, involuntario, con el auditorio en un lenguaje sencillo que trasmite sinceridad. Dice Millás que a veces parece que habla con suficiencia. No es mi impresión. Cuando la denodada lucha contra el felipismo había quien decía que habla como Cantinflas. Tampoco lo comparto. La fuerza de Felipe reside en que es original.
Y no sólo original. También es honrado. El trozo dedicado a la corrupción en tiempos de su gobierno es muy interesante porque descubre el lado privado, personal, de Felipe y ya de paso su forma de vida actual que no consiste en consagrarse a amasar una fortuna como está haciendo Aznar
En lo de los fondos reservados le patina un poco el concepto al expresidente. Viene a decir que es absurdo y provocador que la oposición pidiera pruebas escritas de la utilización de esos fondos. No entiendo porqué. Entre otras cosas los fondos son reservados, pero no de libre disposición y de algún modo debe ser posible probar documentalmente a la oposición que no se utilizaron como si fueran de libre disposición.
No es un hombre de pensamiento, aunque suele decir cosas muy puestas en razón. Varias sobre la crisis, la política, etc en el curso de la entrevista. Felipe es obviamnte un hombre de acción pero un hombre de acción en quien relumbra también la prudencia y la experiencia. Quizá no esté en su mejor momento pero se acerca bastante.
(La imagen es una foto de Gobierno de Aragón, bajo licencia de Creative Commons).